🌺┆Capítulo 30
El día tan menos esperado había llegado.
Parecía como si el clima realmente hubiera estado de acuerdo con que aquella ceremonia se llevará a cabo pues en lo alto el sol brillaba de forma agradable, había nubes y no hacía calor.
Jungkook estaba observando ese bonito traje color negro que había sido confeccionado a su medida. Dió un largo suspiro antes de ponerse de pie y caminar hasta la ventana donde corrió un poco la cortina y observó como el jardín trasero estaba completamente adornado con flores blancas y pétalos regados por el césped. Aunque era una boda por el civil su madre se había encargado de organizar algo grande e invitar a muchas personas, también se las había arreglado para que todo fuera en su casa.
Caminó hasta la puerta y asomó la cabeza comprobando que no hubiera nadie en el pasillo y salió de la habitación corriendo por este. Sabía que Mina estaba en la última habitación, había escuchado a su madre decirlo. Cuando abrió la puerta las voces dentro le confirmaron que era la habitación correcta.
-¡Jungkook ¿Qué haces aquí?!- exclamó una de las mujeres que estaba ayudando a Mina a prepararse y al parecer la única que se encontraba ahí dentro en ese momento.
El chico le dió una mirada rápida y después sus ojos se posaron en Mina quien trataba de cubrirse vagamente con los cojines del sillón. Jungkook sintió pena porque Mina realmente lucía hermosa en ese vestido, pero aún si parecía tan irreal como sacada de un cuento de hadas Jungkook no quería dar el siguiente paso.
-Sal de aquí, chico- la mujer se acercó a él-. Ve a ponerte tu traje, no debes ver a la novia antes de la boda
Los ojos de Jungkook y los de Mina se encontraron, cualquiera pensaría que era una simple mirada, pero ambos habían comprendido varias cosas con tan solo ver los ojos del otro. Segundos después vió como Mina dejaba los cojines de lado sin preocuparse más por cubrir su vestido.
-¿Me puedes traer agua? Por favor- habló Mina dirigiéndose a la mujer-. Y no lo saques. Está bien si se queda.
Después de dudarlo la mujer salió de la habitación dejando a la joven pareja solos.
-No vas a cambiarte ¿Cierto?- preguntó ella con un tono asombrosamente tranquilo mientras tomaba asiento.
-No- Jungkook confesó caminando hasta el sillón y sentandose a su lado.
-Nunca pude competir contra él ¿eh?
Jungkook sintió su pecho oprimirse. Ahora era más consciente de que le había causado daño a Mina y sentía la necesidad de remediar aquello. Porque aunque no fue su culpa, Jungkook no podía evitar pensar que sí. Buscó la mano de la chica quien accedió a entrelazar sus dedos con los del chico.
-No quiero que después de hoy todos te recuerden como la chica a la que dejaron plantada.
-Que considerado- rió un poco sin ganas.
Jungkook tomó aire. Ambos miraban un punto fijo al frente de ellos aunque ahí no hubiera nada más que una pared con un cuadro colgado.
-Vete- por fin habló ella después de unos largos segundos-. Vete antes de que lleguen todos y te vean.
-¿Estás segura?- la miró y ella asintió-. ¿Qué hay de tí?
-No lo sé. Trataré de distraer a tu madre para que no te siga, tal vez- le sonrió.
Jungkook quiso decir algo más, pero simplemente no pudo. ¿Por qué sentía culpa? ¿Por qué se sentía egoísta por pensar en él y en su felicidad? Después de todo estaba intentando evitar que Mina se casará con alguien que no le correspondía, Jisoo le había dicho, hace meses, que si no era feliz en su matrimonio no esperara poder hacer feliz a esa persona. Y Jungkook lo había comprendido a la primera, porque cuando se imaginaba junto a la chica haciendo algo tan sencillo como compartir el desayuno tenía ganas de llorar.
-Vámonos- dijo finalmente después de haber guardado silencio por un largo rato. Que se quisiera ir no quería decir que le gustará la idea de imaginarla a ella ahí lidiando con todos, muchos menos conociendo a su madre y los padres de Mina.
La escuchó reír.
-¿Tú sabes que me harían mis padres si me voy? Es diferente si me dejas, así la culpa caería en ti- lo miró sonriendo.
-¿Crees que yo sí sé que haré después de esto?- se puso de pie tomándola de la mano-. Vámonos.
-Jungkook- ella lo miró dudando un poco. Pero más allá de todo sentía miedo.
-Al menos por hoy, no tienes que quedarte aquí y que sea un día amargo- le sonrió.
-¿Estás haciendo esto solo para calmar la culpa que sientes al dejarme?
-No- Jungkook la miró-. Solo me sentiría culpable si después de irme nuestros padres te dicen cosas hirientes.
Mina lo miró por unos segundos. Decir que los nervios no le estaban consumiendo era una vil mentira, pero Jungkook estaba aún más nervioso que ella, nunca se había atrevido a algo como eso en toda su vida, pero estaba a un paso de salir y ser libre al fin. Estaba a tan poco de conseguirlo.
-Entonces... Hay que correr- Mina se puso de pie suspirando-. Y no sueltes mi mano porque aún no estoy segura de querer hacer esto.
Jungkook le sonrió y tomándola de la mano la guió por el pasillo hasta bajar.
Mina lo seguía mientras sentía su estómago revolverse y percibía el sonido de sus propios latidos golpearle los oídos. Quizás si la boda hubiera sido antes se negaría y gritaría que Jungkook quería irse, pero lo había estado observando los últimos días, más que de costumbre, y pensó en que por más que lo intentó nunca logró que se viera tan feliz como cuando salía con sus amigos, en especial con Jimin.
Mina no quería ser quien alejara a Jungkook de todo eso que lo hacía feliz. Quizás porque si fuera ella la que se encontrará en esa situación querría que hicieran lo mismo por ella, o quizás porque después de todo no estaba segura si Jungkook era su verdadera felicidad o solo lo trataba de disfrazar para no sentirse sumergida en la soledad.
-¿A dónde van?
Ambos se detuvieron al ver cómo la madre del chico aparecía ante ellos, compartieron miradas. Jungkook sentía su fin cerca, creyó que iba a poder salir sin que la mujer se diera cuenta, pero todo indicaba que no. Mina por otro lado se dejó llevar por la adrenalina del momento y por el coraje que aún sentía por ciertos comentarios que la mujer había hecho sobre ella.
-¿Y por qué deberíamos darle explicaciones?- preguntó molesta causando la sorpresa de Jungkook y su madre. Sin embargo, Mina no se doblegó ante la mirada molesta de la mujer-. Métase en sus propios asuntos y dejé de opinar o controlar la vida de los demás.
La mujer levantó ambas cejas y separó los labios con evidente sorpresa. Algunas de las personas que estaban cerca a ellos se giraron a verlos cuando escucharon a Mina hablar y no fueron cuidadosos al comenzar a murmurar.
Mina no esperó una reacción o una respuesta por parte de la mujer, le dió un ligero empujón a Jungkook invitándolo a seguir y el castaño no dudo ni un segundo antes de sostener la mano de la chica y comenzar a correr.
Salieron de la casa, bajaron los escalones de la entrada y recorrieron todo el camino hasta la salida mientras escuchaban los gritos de sus madres y veían a los pocos invitados que habían llegado seguirlos con la mirada.
Tanto Mina como Jungkook soltaron una risita cómplice y siguieron el camino mientras el viento del atardecer golpeaba sus cuerpos. Era una escena casi perfecta, dos personas liberandose del control de sus padres, corriendo juntos por la calle mientras las personas que pasaban los miraban con asombro. No se veía algo así todos los días.
Jungkook se detuvo cuando dieron la vuelta en una calle justo ahí donde Jimin y Yoongi les esperaban. Ambos guardaron silencio cuando vieron a la chica junto a Jungkook.
-¿Tienen el auto listo?- preguntó Jungkook mirándolos mientras apartaba un mechón de cabello de sus ojos.
Los miró, parecían confundidos. Después miró a Mina quien se arrancó el velo y lo tiró al suelo dejando que el viento se lo llevará.
-¿Qué? ¿Nunca vieron a una chica correr en tacones?- preguntó antes de caminar hasta el auto donde se encontraba Taehyung al volante.
-Ya la oyeron- comentó Jungkook antes de empujarlos levemente para que comenzarán a avanzar.
Una sonrisa se formó en su rostro y subió en la parte trasera junto a Jimin quien no dudo en rodearlo con sus brazos y acercarlo a él.
-¿Tienes los boletos?- preguntó el castaño y Jimin asintió aferrandose a él. Le era casi imposible creer que por fin estaban huyendo juntos. Algo que había fantaseado por varios años.
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