•Capítulo 1•

En México

Narra Simón:

-¿Qué haces, Simón? -me pregunta Catalina.

-No es de tu incumbencia -le respondo de mala gana mientras me pongo mi chamarra.

-¿A dónde vas? -curiosea.

-Deja de joderme y metete en tus asuntos, Catalina. -Sin decir más y antes de que me enoje camino hasta la puerta. Sé que quizás haga una mueca triste -o quizás ya se acostumbró- pero no puedo hacer nada. Tarde o temprano se acostumbrará, me digo mentalmente. Salgo de este infierno que tengo por casa y me montó en mi moto. Mi preciosa y valiosa moto.

Me pongo mi casco y cuando estoy poniendo en marcha, escucho el la voz de Catalina acercarse a mí.

-¡Por favor, Simón, no puedes tratarme así siempre! ¡Yo lo único que hago es cuidarte y estar ahí para ti, así como lo hizo L...! -Rapidámente la interrumpo, porque mencionar a esa persona estaría demás.

-No te atrevas a decir su nombre, no viene al caso. -Le digo extrañamente tranquilo. Me sorprende la manera de reaccionar ante ese nombre. Por lo visto Catalina también se sorprendió porque está viéndome en silencio. Vas mejorando, Simón, me autofelicito. -Ah... y no necesito que nadie me cuide. Yo puedo solo.

Sin esperar una respuesta, me voy a toda velocidad a los piques.

Lo siento, hermanita, pero lo hago por tu bien.

En Argentina

Narra Ámbar

-¡Tíos! ¡Voy saliendo para el Roller!

-Está bien, Ámbar, solo no llegues tarde -respondió tía Sharon desde el sofá sin quitar la vista de unos papeles que revisaba.

-Sí, tía, llegaré temprano, no se preocupen.

Veo a mi tío Rey bajando las escaleras y voy corriendo hasta él para abrazarlo.

-Linda, anda tranquila y espero que Gastón te cuide muy bien -me sonríe pero cuando su vista se posa en mi tía su expresión cambia. Seguro que otra vez se pelearon...

-Tío, sabes muy bien que Gastón me cuida muchísimo y mucho más cuando Matteo se va de viaje. -le hablo y sonrío para que no se le ocurra discutir ahora con Sharon.

-Cierto -me mira y se ríe un poco. -Ese chico si pudiera estaría contigo todo el día, todos los días. Se nota que te quiere mucho, Ámbar. -asiento con una gran sonrisa en mi rostro.

Sin despegar la vista de los papeles, tía Sharon habla con voz cansada. -Por algo mi sobrina le dice "mejor amigo", Rey.

Sabiendo que esto huele a pelea, decido irme.

-Bueno... yo ya me voy, quiero patinar un rato. -se nota en mi voz la incomodidad que siento. Rey mira a Sharon con desaprobación y luego me regala a mí una de disculpas. Yo muevo mi mano dándole a entender que no pasa nada.

Camino hacia la salida y antes de cerrar la puerta les digo: -¡Los quiero, cuídense y no se griten mucho!

De camino al Roller, encuentro a Gastón sentado en una banca con los codos en sus piernas y sus manos sosteniendo su cabeza. O sea si típica pose cuando está pensativo.

-¡Hey, Gastón! -le gritó para que se de cuenta de que estoy por aquí.

-Hola, Ámbar -cuando estoy frente me saluda y sonríe como si todo estuviera bien.

-Dime que es lo que te pasa. -cruzo los brazos en espera de su respuesta.

-Prefiero no hablar de ello ahora, por favor. -me mira a los ojos y ahí en cuando veo que ahora no necesita que lo esté presionando. Que él a su tiempo me contará que es lo que lo atormenta.

-Está bien, Gas, pero sabes que estoy aquí para cuando decidas hacerlo. -le revuelvo sus cabellos, porque sé cuanto odia eso.

Me mira medio molesto y medio agradecido. -Lo sé, reina, lo sé. -se arregla su cabello. -¿Vas para el Roller?

Asiento. -Sí, ¿me acompañas? -espero que diga que sí, para que por un momento se olvide de lo que sea que lo atormenta.

-Siempre te acompañaré. -se levanta y me abraza por los hombros. -Gracias por querer distraerme, reina -me besa mi coronilla y yo lo abrazo por la cintura.

-Siempre contigo, Gas.

-Siempre contigo, reina.

Haría lo que fuera para devolverte todo el bien que me hiciste.

Narra Simón

-¡SIMÓN ÁLVAREZ! -papá si que estaba enojado.

-Luis tranquilízate, ya sabes como es Simón. -Mamá lo trata de calmar, pero creo que hoy si la regué pero bien...

-¡No, Karina! ¡Este chico ya me tiene harto y no permitiré que siga haciendo más estupideces! -los gritos que suelta papá por mi culpa siempre son legendarios. Aunque no voy a negar que si me está dando un poco de miedo.

El viejo voltea a ver a mamá y podría jurar que vi miedo en los ojos de la mujer que me llevó nueve meses dentro de ella. -Te dije lo que pasaría si seguía así -hablaba entre dientes mientras se acercaba a ella. -Podrías haber hecho las cosas bien, imbécil. - Me dijo mirándome con furia y yo lo veo con indiferencia. -Tuviste más de tres putos años para cambiar, idiota, ¡pero no! ¡Este imbécil! -me tocó con su dedo índice el pecho pero de un manotazo lo aparté- ¡lo único que hacía era poner a joder la maldita existencia a todo el mundo con sus mierdas! -todo lo gritaba mirándome a los ojos.

Él sabe que de alguna manera me hacen daño sus palabras, pero ni mis acciones ni mis expresiones no tendrían que confirmárselo. No le daría el gusto

-Papá, para, por favor... -pidió Catalina. El gran Luis Álvarez fijó su mirada en su adorada hija, dándome la espalda. Noté como la expresión de mi hermana cambiaba a una de tristeza absoluta y negó. Negó y negó. A lo que sea que ella sabía se puso a negar. -No lo hagas... Por favor, no... -Seguía negando.

-Lo siento, hija. -Volteó a verme y vi por unos segundos arrepentimiento pero eso cambió cuando sus ojos se posaron en mí, llenos de odio. -Te irás a Buenos Aires con Catalina.

Abrí los ojos y no sabía a quién mirar para confirmar, pero tanto mi mamá como Catalina me miraban con lamento. Sabían que eso si me impresionaría y me dolería. Que me mande a otro país a solo cuatro meses de... de... de eso.

-¡ERES UN HIJO DE P-! -odio es lo que siento ahora mismo. -¡NO TERMINO LA JODIDA FRASE POR RESPETO A MI ABUELA! -le empujo con todas mis fuerzas pero solo se tambalea. Mamá viene a ponerse delante de él. -¡QUITATE, JODER! -le grito mas no le empujo. Mis principios se sobreponen ante cualquier enojo. -¡Tú sabias lo que él iba a hacer y no lo has parado! -llorando tomó mi cara entre sus manos. -¡No me toques! -alejé mi rostro de su tacto.

-¡Lo siento, hijo! ¡Lo intenté, mi vida, te lo juro! -se lamentó. -Hijo, nada puedo hacer para lograr que tu padre cambie de opinión, solo pedirte que no hagas esto más difícil y que esto sea una oportunidad para reflexionar...

-¡¿Reflexionar de qué?! ¡Reflexionar de qué, maldita sea! -voy hasta una pared y la golpeo. Escucho pasos acercarse a mí y volteo. -¡¿Reflexionar de qué, madre?! -no puedo dejar de gritar. El odio puede conmigo. -¡¿De qué mierda me hablas?! ¡VISTE LO QUE ESTÁ HACIENDO! ¡ME ESTÁ SACANDO DEL PAÍS A SOLO CUATRO MESES! ¡CUATRO PUTOS MESES! -lo último lo grité viendo al señor que tanto daño me hizo. -¡¿No podías esperar, siquiera?! ¡Enciérrame en donde tú quieras pero ten un poco de respeto! -me paro frente a él pero lo veo negar. Volteo a ver a Catalina. -¡Haz algo, por favor! -suplico.

Mira hacia sus pies y niega. -Lo siento, hermanito... -empieza a sollozar.

-¡JODER! -vuelvo hacia la pared más cercana y empiezo a golpearla.

-Simón, para, te harás daño -mamá intentó detenerme.

Seguía descargando mi furia en la dura pared. -Te aseguro que esto no se compara con todo lo que ustedes me hicieron sentir. -paro y volteo para ver a mis padres y mi hermana.

Las dos mujeres con lágrimas en sus rostros y el hombre con el mismo frío rostro con el que me mira todos los días.

-Lo siento, Simón... pero entiende que aún no sabemos como lidiar con todo el vacío que nos dejó...

-¿Y crees que yo sí se como hacerlo? -niega. -Claro que no, madre, y a ese vacío súmale la culpa que llevo en mis hombros -miro hacia abajo tragándome el nudo que se empieza a formar en mi garganta. Veo mis nudillos sangrando y solo atino a limpiarlos en mi polera. -¿Tomarás en cuenta lo que te pedí o solo te importa nada? -me dirijo a mi padre.

-No cambiaré de opinión si es lo que preguntas. -asiento. -La decisión ya está tomada. Catalina irá contigo a vigilarte y reportarme todo.

Catalina suspiró y trató de acercarse a mí. -No quiero un puto perro guardián.

-No me importa, te aguantas. -nunca te importa nada que venga de mí.

Suelto una estruendosa risa. -Mensaje captado, jefe. Ahora si me permites iré a mi habitación que tengo cosas que hacer. -digo entre dientes y voy escaleras arriba.

Escucho pasos detrás de mí. Son muy débiles.

-Quiero tu maleta lista mañana a primera hora. Estará esperándote un chofer para llevarte al aeropuerto. -no podía verlo pero de seguro su rostro estaba serio, como siempre.

Sigo subiendo sin responderle. Que le jodan.

(...)

Siento como tocan la puerta de mi habitación, son pequeños golpes casi inaudibles pero con todo el silencio en mi habitación los percibos sin dificultad alguna.

Sé quien está tras esa puerta pero paso.

Deja de golpear pero al minuto vuelve a hacerlo. Abro los ojos y me levanto para sentarme en mi cama. Escucho un "Simón, abre" saliendo de la boca de Catalina y después de pensarlo la dejo entrar.

-Dime, que te pasa -suelto apenas la veo entrar. Tiene las mejillas mojadas y se le ven los ojos rojas, sin embargo la veo fuerte como siempre. -Limpiate esas lágrimas, Cata, no llores por una tontería como esa. -se sienta a mi lado y ambos nos ponemos de costado para vernos cara a cara. -Eres la más fuerte de los dos, recuérdalo.

Hace lo que le dije. -Que yo no llore por eso ni me ponga a hacer daño como ustedes no significa que sea fuerte, Simón. -aclara y yo asiento lentamente. Sé que tiene toda la razón. En esta familia el hacer daño se ha vuelto nuestro hobbie favorito. Juega con sus manos como cada vez que quiere decir algo sin dañar a los demás. -No me quiero ir, Simón, no quiero dejar la vida aquí así como si nada...

-Lo sé, Cata, a mí tampoco me agrada la idea -me sincero. Ella se tira en la cama y se revuelve su castaño cabello. Está pensando que hacer. -Quizás podrías hablar con él y explicar que no quieres irte por tus amigos imaginarios... -abre los ojos rápidamente y me trata de golpear desde donde está pero no llega. -¡¿Qué?! ¿Es verdad o no? Son amigos imaginarios porque yo hasta ahora no veo ninguno, eh -rio bajito.

-Tú no los ves porque no andas en casa y porque en cada recreo de la escuela te vas a coger con cualquiera que se te pase por delante. -recrimina mi comportamiento y yo solo me encojo de hombros. Es la verdad y no la negaré. -Lo que si me sorprende es que aún ninguna haya aparecido diciendo que espera un hijo tuyo. -abro los ojos a tope, asustado.

-Ni siquiera lo menciones. -digo asustado. No puedo ni cuidarla a ella, menos podré con un bebé. -Para eso existen los condones, hermanita, tampoco solo tan estúpido como para tener sexo sin protección.

-Sigue protegiéndote porque soy demasiada pequeña para tener que cuidar a un mini Simón.

-Anda a hablar con el viejo. Seguro que lo convences para quedarte y que me contrate cualquier lameculo para que me vigile.

Se vuelve a revolver el cabello y cuando termina de hacerlo se sienta y me abraza por los hombros. -Siempre juntos, ¿no, Simón? -me sonríe y yo esbozo una sonrisa igual que ella.

-Siempre juntos, Catalina, siempre juntos... -respondo sabiendo que esa pregunta no la puedo ignorar.

Me deja un beso en la mejilla y se para rápido a mi frente, sonriente. -Esto es solo un problema más que la vida nos está poniendo para probar que podemos con todo, ¿o no? -asiento sonriente, mi hermana es la persona más positiva y más fuerte en todo este mundo. -¿Qué haces con los problemas, Simón? -se atreve a decir la frase después de casi cuatro años.

-¿Los problemas? Los problemas los pateo... -murmuro con muchas imágenes rondando en mi mente. Sé que espera la otra parte y no me queda más remedio que soltarla. -¿Qué hace Catalina con los problemas? -se agacha y nos miramos a los ojos.

-¿Los problemas? ¿Sabes que hago con los problemas, hermanito? -niego y me mira sonriente. -Me los como, Simón. ¡Los problemas me los como! -me contagia su sonrisa y la abrazo muy fuerte susurrando un gracias a su oído. -No importa cuán lejos me quieras de ti, Simón. Eres mi hermano e hicimos una promesa y los Álvarez no rompemos las promesas, estaré contigo siempre. Siempre juntos, hermanito.

-Vale -la separo lentamente sin antes dejarle un beso en su coronilla. -Anda a ordenar tus maletas que pasaremos un buen tiempo en la Argentina... -sutilmente la trato de echar. Ella se da cuenta pero lo ignora.

-Cierto..., ¿llevarás tu guitarra? -va a tomarla y toca unas cuantas cuerdas haciendo una hermosa melodía. -¿Los patines que te regale los dejarás o los llevarás? -deja la guitarra en su soporte y señala los patines que tengo en una de mis repisas.

-La guitarra, si o si, va pero estoy dudando con los patines -me pongo a pensar. ¿Sería buena idea llevarlos? Creo que sí, creo que sería una buena manera de volver a practicar con ellos... Catalina me mira con una cara de perrito y logra convencerme más. -Está bien, está bien, la llevaré. -le di el gusto para que se vaya. -Bueno, Cata, voy a ordenar mis maletas y tú también, así que anda que te llevará tiempo.

-Volvemos a lo mismo... -su voz sonó cansada. Lo siento, hermanita, pero lo hago por tu bien. Asiento y miro hacia la puerta. -Vale, ya me quedo claro que me estás echando.

Sale tirando la puerta de un manotazo.

-Algún día comprenderás mi rara forma de cuidarte, Catalina... -susurro y me levanto con la intención de hacer mis maletas.

Al día siguiente

Narra Ámbar

Recostrada en una gran llanura cubierta del suave y delicado pasto y a la ves contemplando la bella pero espeluznante noche, me encuentro ahora. Derrepente siento pequeñas gotas caer en mi rostro, -Se acerca una gran lluvia- me digo a mi misma, rápidamente me levanto. Mi vista se nubla, una sensación fría recorrió mi nuca y se me puso la piel de gallina.

A unos metros, aparece una silueta negra rodeada de fuego, que no le llega hasta la mitad de las pantorrillas. Avanzo unos pasos para ver mejor, pero choco con una barrera invisible.

Es un chico, aunque todo su atuendo es negro, se logra ver que es un hombre, al principio no pude distinguir algún rasgo facial y luego me doy cuenta de que lleva un antifaz. Lo que me llama la atención es que tiene un gorro azul en sus manos.

Derrepente la lluvia se detiene y la neblina desaparece.

-Hola Ámbar- Me dice. Me sorprende el hecho de que sabe mi nombre.

-¿Cómo sabes mi nombre?

-No es difícil de descifrar- Me dice restándole importancia. -Tu eres igual de hermosa que la piedra, pero no quiero que hables solo quiero que mires esto......- Dice señalando detrás de él, y automáticamente salen fotografías.

Varias imágenes aparecían, sólo algunas pude ver bien.

Pero en todas las imágenes él y una chica salían borrosos. Creo que no quieren que los reconozcan pero...... ¿Por qué?. Mis pensamientos fueron interrumpidos por su voz.

-Al final de todo esto, los dos vamos a pensar igual. Aunque seamos polos opuestos.

Siempre recuerda esto.

El amor es más fuerte.

(...)

Desperté sobresaltada, que había sido eso, que significará ese sueño. Reviso mi celular y veo que son las 10 am, woow..... Estaba tan metida en saber como terminaba el sueño y no escuche cuando sonó la alarma.

Mañaña, lunes, vuelvo a la rutina de siempre. Me quedo pensando, en la última frase del chico. El amor es más fuerte.

Es solo un sueño Ámbar, y los sueños son solo eso. Sueños.

Narra Simón

Ahora mismo Catalina y yo nos encontramos en un taxi rumbo al aeropuerto. Lo único que hice yo cuando el taxi llego fue: salir de mi habitación e irme directamente al taxi.

(...)

-Cata, ¿ves a ese chico, que esta con esa bella dama?- Le digo señalando a los chicos que estan unos asientos detrás de mi.

-Olvídalo, no te voy a ayudar en nada.- rueda los ojos, y yo bufo.-Cambiando de tema, cuando estaba hablando con papá, él me dijo que no nos iba a mandar dinero, que tendríamos que ganarnos la "vida", ya sabes como es él.

-¡¿Qué?!- Grité y todos en el avión voltearon hacia mi. -¡¿Qué miran par de sapos?!- Les dije y ellos volvieron a los suyo, pero algunos susurraban algo sobre mi, pero me vale madres. -Osea que tengo que soportar que el viejo, amargado y puto que tengo como padre, ese que acostó con una cualquiera y que todavía me dio a una bastarda como hermana, me quite a Lesly y todavía, quiere que trabaje!, ¿Es en serio?- Mis palabras salieron como por arte de magia no me di cuenta de nada de lo que hable, solo lo que pensé en ese momento lo dije, y no pensé en Catalina. La miro y en su cara puedo ver dolor, decepción y odio, pero sobre todo decepción. -Cata escuch...

-¡No Simón!, así que, ¿eso piensas de mi? Ok. Solo...... Vete a la mismísima mierda- Se paro de asiento y se fue al baño.

(...)

Ya llegamos a Argentina, precisamente, ahora mismo me encuentro en la casa. Trate en todo el camino de disculparme con Catalina, pero siguió sin hablarme.

-Simón, deseas algo para merendar, supongo que la comida de los aviones no son muy buenas.- Me dijo Julia, la cocinera.

-Tienes razón Julia, la comida no es muy buena pero no tengo hambre. ¿Donde está la...?

-¡Mamá! No encuentro mi uniforme para la esc...

Alexandra Fuller, la hija de Julia, la conocí desde que era pequeña, mayormente, por todas los viajes que con el viejo haciamos, de chiquita no era tan bonita que digamos, pero veo que los años la embellecieron.

-Waoo, Alex te ves genial.

-Ale no saludas a Simón?

-Hola Simón- Dijo saludandome moviendo la mano.

-¿Qué pasa, pequeña? ¿Porqué no me saludas bien?- Dije sonrojandola.

Esta será presa fácil.

-Bueno, voy a cambiarme de ropa.- Le dije a Alex y a Juana. Doy media vuelta y me dirijo a mi habitación, no sin antes darle un giño a Ale.

(...)

-Y, por último la atracción principal.- Dice señalando a -lo que se supone que es- una pista de patinaje.

-Muy bonito Alex, pero, que te parece de ir a otro lugar, no sé, este lugar da verguenza.- Digo poniendo una mueca de asco.

-¡Ay, Simón!, pero éstas con tus patines puestos, además dijiste que conmigo irías hasta el fin del mundo.- Dice poniendo sus manos en sus caderas.

-Si, pero creo que el fin del mundo es mucho mejor que esto- Digo señalando la "pista".

-No, Simón te equivocas pero mira te voy a presentar a mis amigos- Dice guiándome hasta la pista. -Mira, Hey Luna, vení- Dice llamando a una chiquilla bonita. La chica llamada Luna mira a Alex desconcertada. -Luna, él es Simón, Simón, ella es Luna, es mexicana igual que tú- Estrecho la mano con Luna, pero algo en ella me parece conocido, ¿de donde la conoceré?.

-Un gusto, linda, soy Simón, pero tu puedes llamarme como quieras- Digo en tono pícaro.

-Mucho gusto, Simon, pero te dejo Alex, tengo que ayudar a los demás- Dice Luna llendose a nose donde pero esta chiquita es extraterrestre, ya que no se sonrojo con mi indirecta propuesta.

-Chau, Luna, luego hablamos- Le responde Ale con un gesto en la mano. -Ven Simón, te llevaré a conocer a los demás.

(....)

-¡Que onda, renacuaja! ¿Quién es tu amigo?- Dice un chico rubio.

-¡Tintado! ¡Mirá!, Nico él es Simón, y Simón, él es Nico, y el otro paranoico.....- Dice señalando a otro chico que está atendiendo a las demás personas. -....Es Pedro

-¡Hey Simón!, no querés ayudar a un pobre Pedro trabajando con nosotros. Es que Tamara, que es nuestra jefa, nos tiene locos.

-No. Tengo dinero para que quiero trabajar, si mi viejo es el que trabaja.

-Simón piensalo. Además Tintado y Pedro tienen una banda y coincidentemente les falta un guitarrista. ¿Qué decís?- Pregunta Ale, poniendo o tratando de poner una cara tierna.

-No pequeña, lo mío no es trab....- Suena mi celular.- Disculpenme me esta llamando mi viejo.

Alo viejo ¿Qué paso?

Hola, Simón, supongo que Cata ya te habra dicho que vas a tener que mantenerte solo, porque me da pereza gastar dinero, ya que tu solito buscastes todo esto así que atente a las consecuencias.

¡Cuando me lo dijo pense que solo era un joda!

Pues no lo es, y más vale que hagas algo para mantenerte, si quieres tener tus gustitos.

Colgó

-¿Qué tienes, Simón? ¿Qué te dijo tu papá?

-¡¡Nada, joder!! ¡¡Me largo de acá!!

-¡¡Simón.....!!

Al vergaspacho la vida, con razón se encerro en su cuarto. Ahora mismo nose a donde estoy llendo, solo mis pies se mueven como si tuvieran vida. Me cansé de correr, y voy a sentarme en una banca del parque.

-¡¿Porqué siempre tienen que malograr mi vida?! ¡Primero Luke muere dejándome solo con toda la responsabilidad! ¡Luego la bastarda de Cata que siempre estorba! ¡Y para terminar la jarana, el viejo! ¡Ese insensible que tengo como padre! ¡¿Qué más sigue?!

-No lo se, pero yo creo que con tantas cosas malas, al final una buena vendrá.- Me dice de repente un castaña asustándome un poco por su aparición.

-¿Quién eres? ¡¡Y no vuelvas a venir así, no sabes que esto es un parque, y que cualquier persona puede hacer lo que le de la gana!!

-Si, disculpa, creo que no debí de interrumpirte, solo quería ayudarte, de nuevo disculpame.- La chica cabizbaja se va alejando poco a poco.

-¡Espera!- Corro detrás de ella, hasta tocarle el hombro. -Yo debo disculparme contigo, no debí de tratarte así, ven vamos a sentarnos- La dirijo hasta el asiento donde yo me encontraba sentado. -Empezemos de nuevo. Soy Simón Álvarez, mucho gusto.- Le digo a la chica todavia cabizbaja.

-Nina Simonetti- Dice casi en un susurro.

-¡Hey, Nina! Levanta esa carita- Le digo alzándole el mentón, logrando asi ver sus ojitos cafés. -Estoy muy apenado por haberte gritado, pero te habrás dado cuenta que no tuve un buen día.

-S...í, me di cuenta, Simón. Pero no podes desquitarte con las demás personas. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top