1st. A CHANCE 🥯

"Esto no me puede estar sucediendo a mí."

Volvió a repetirse mientras el sudor perlaba su frente pegando los dorados cabellos a ella. Errar era de humanos, pero había errores imperdonables. Para alguien acostumbrado a la puntualidad y a la exquisitez, que a última hora no encontraran un modelo para salvar a la nueva campaña de la marca ROUGE BLOOM era inadmisible.

—Maldita sea Hoseok, por qué no contestas el jodido teléfono...

La paciencia no era su don y mientras el ascensor arriba a la planta baja del edificio donde descansa su pequeño imperio, Park Jimin está seguro de que tendrá un colapso mental.

Meses de planificación se irían por la borda si no encontraba un modelo en una semana. Una maldita semana para salvarle el trasero a los que serían miles de millones perdidos porque el modelo estaba embarazado y a última hora no podía exhibir su vientre en las fotos.

Él no tenía nada en contra de los que deseaban construir una familia pero joder, que no le tocaran las narices, si estaba encinta al momento del contrato y sabía que era probable que su cuerpo cambiaría lo suficiente como para afectar la estética de la campaña ahora qué rayos podría hacer él.

—Hola, Jiminah... cómo...

—Finalmente, Jung...

—Pero que humor nos cargamos esta mañana ¿No te llevaron el americano que te gusta o qué?

Jimin maldijo antes de traspasar el vestíbulo del edificio donde estaba su empresa para mascullar que le abrieran la puerta del pasajero del convertible aparcado a las afueras de la instalación. Su amigo de infancia y última esperanza en aquel momento carcajeó de su lado de la línea.

—Necesito que me salves el pellejo, así que no estoy para bromas ¿Sigues teniendo a mano aquel catálogo de fotos de modelos mediocres que solían visitarte?

—Auch...—se quejó Hoseok—Me partes el corazón pero, siempre guardo material ¿Por qué? ¿Algunos de tus selectos clientes se rajó a última hora?

Era increíble cómo podía conocerle aun cuando la agitada vida de Jimin le alejara del círculo social que años atrás habían compartido. Siendo un doncel, Jimin tuvo que luchar desde su adolescencia contra el acoso y los complejos que su condición podían traerle.

Todo hubiera quedado en un simple juego de niños, pero además de sufrir por ese hecho, su sobrepeso en aquellas fechas puso la cereza sobre el pastel. Por eso seguiría arrastrando la costumbre de desconfiar hasta de su sombra, siendo Hoseok y Taehyung los únicos en su círculo social, además de su madre.

La generosa mujer que aún vivía en Busan en espera de noticias de su niño adorado cuando a su padre nunca le había importado más que rindiera en los estudios y que fuera exitoso.

Divorciado totalmente de los sentimientos, Park Jimin se había jurado convertirse en un hombre importante dentro y fuera del marco social. Sin importar lo que los complejos del pasado o el bulling al que se viera sometido por ser un doncel, ganaran la apuesta, con solo veintidós años había ganado el premio a mejor publicista de su generación en Asia.

Ahora tenía una vida cómoda para solo contar con veintiséis. Una vida de ensueño consumida por el estrés y la soledad, a fin de cuentas, pero obviamente con los ojos abiertos y listo para defenderse de todos aquellos que en el pasado le mostraron el peor rostro que puede tener la humanidad.

—Si no tuviera un problema no estuviera telefoneando justo ahora. Voy hacia tu estudio ¿Estás ahí o paso por el consultorio de Tae para recogerte? En serio Hobi, necesito que me ayudes o me veo indemnizando a media Sur Corea.

La carcajada del otro lado logró dibujarle una media sonrisa al rubio de ojos color caramelo. Hoseok no cambiaría ni en mil años y en el fondo lo prefería así. Su grupo de amigos estaba integrado por un soñador, un entusiasta y el ser fríamente racional que era él.

—Estoy en mi espacio. Tae tiene guardia, para variar. Nos veremos en quince, a juzgar por el ruido que tienes alrededor. Respira Jimin, te saldrán arrugas en tu bello rostro.

—Ve organizando lo mejor que tengas. Solo me queda una semana para encontrar una solución o se cargarán mi planificación y créeme, no quiero darle el gusto a la competencia de tirar todo a la basura porque a última hora Ji Hoon se dio cuenta que se le nota el vientre.

—Te entiendo. Te esperaré entonces.

Hoseok cortó mientras Jimin se acomodaba en el asiento del pasajero de su Range Rover. La ciudad pasó a una velocidad que realmente no le incomodaba. A fin de cuentas no recordaba cuándo fue la última vez que se detuvo a ver el entorno que lo rodeaba.

Siempre había algo que planear. Un proyecto que revisar, decisiones que se iban superponiendo a otras. Su vida se había convertido en una espiral interminable de trabajo que a veces le pasaba factura, pero en medio de aquel caos se sentía pleno.

Doce minutos después aparcaba delante de un complejo de edificios de ladrillos de aspecto Vintage que le recordaron a su otro mejor amigo.

Kim Taehyung amaba el ambiente bohemio y descuidado de los antiguos almacenes donde ahora descansaba su departamento en la quinta planta de una demarcación cercana a Gangnam-gu.

Hoseok se había integrado a ese entorno artístico del que procedía su pareja para erigir su oficina y estudio fotográfico en el ático decorado a forma de loft que ambos compartían.

Jimin no tardó mucho en su trayecto hasta la dirección de sus mejores amigos antes de identificar la estancia después que Hoseok abriera la puerta. El castaño llevaba pantalones sueltos y una colorida remera con la palabra HOPE en medio.

—Ni un abrazo, ni un beso, nada. Tan frío como el iceberg que impactó el Titanic. Me siento estafado... comparte la tabla para que Jack también se pueda salvar, Kate.

La broma lejos de ofender a Jimin solo logró que esbozara una mueca antes de apoderarse de los folios que metódicamente el fotógrafo había apartado sobre el mesón de su estudio.

A un lado descansaban cámaras de varias marcas, lentes, luces y una pantalla en fondo verde. Con una personalidad controvertida y despreciando todo pronóstico, el orden reinaba en los dominios de Jung Hoseok y su prometido Kim Taehyung.

—Simple, demasiado fresa, chicas no por favor... Mediocre...

Jimin etiquetaba a los modelos enmarcados en las fotos como si se tratara de un simple juego de marcar la respuesta correcta. Hoseok solo tomó asiento sobre uno de los puff que descansaban frente a la televisión de plasma.

Poniendo los ojos en blanco mientras escuchaba cómo caían las carpetas sobre la mesa hasta que el silencio se hizo. El castaño volteó un poco la cabeza para encontrar la razón por la cual Jimin había parado en su diatriba de soberbia.

—¿Y bien?¿Ya terminaste de despellejar gente?

Se acercó a tientas de darle una probada a la barra de chocolate con la que se había armado pero lo que encontró lo dejó desconcertado. La verdad Jimin no estaba mirando ninguno de esos folios apartados sino un archivo que creía haber borrado del escritorio de su computadora porque a fin de cuentas ya no lo utilizaría más.

—¿Quién demonios es Min SUGA?

Cuestionó el rubio antes que Hobi minimizara el album fotográfico donde un chico peli rosa enfrentaba la cámara como todo un profesional. La blanca piel y los ojos extremamente almendrados solo acentuaban un atractivo que había dejado pasmado al exigente publicista. Hoseok negó con la cabeza.

—Es un viejo amigo y ni siquiera lo pienses. No se dedica al modelaje. Esas fotos... fueron por necesidad...

El tono serio que pocas veces utilizaba para encausar su conversación solo disparó aun más la curiosidad en Jimin. No necesitaba escuchar más cuando ya imaginaba toda la campaña salvada por aquel hermoso espécimen.

Que lo tildaran de loco pero tenía que sonsacarle a Hoseok más información, aunque ya tenía lo suficiente para darle caza a quien le salvaría del señor aprieto en el que estaba.

—No me mires así. No te diré más nada. Yoongi tuvo sus razones para vender esas fotos y yo le ayudé por compasión. Es un buen chico que dista mucho de ese mundo rutilante donde vives.

—Pero le vamos a pagar bien. Solo es una sesión. Nadie tiene que saber que no es profesional. Solo fíjate en lo obvio, Jung, su mirada podría hipnotizar a medio país y eso que solo necesitamos tomas de la cintura para abajo, por qué...

—Fuera... si sigues hablándome de lo mismo me voy a enfadar y ya sabes cómo suelo ser enojado. Olvida ese asunto. Escoge alguno de los modelos de los folios. Si no te convienen busca en otro lugar pero le di mi palabra a Yoongi de que las fotos solo se comercializarían una vez. Cobró su dinero y terminamos. No insistas, Park.

Por qué Hoseok no comprendía que a él nada se le podía negar. Por qué su mejor amigo parecía ignorar la razón por la cual se había convertido en uno de los hombres más influyentes de Corea del Sur en solo un par de años.

—No hace falta que me amenaces. Dile a Tae que lo del spa se mantiene para este sábado. Ten lindo día Hobi hyung.

El castaño entrecerró los ojos. No le gustaba para nada la sonrisa fingida en el rostro agraciado de Park Jimin. Afuera el calor de un mes de septiembre volvía a apelmazarle los cabellos al rubio mientras sus dedos se desplazaban por la pantalla de su móvil.

Solo tuvo que buscar en Naver el número de una de las fotos que había encontrado en el computador de Hoseok para localizar la referencia que sería el inicio de su búsqueda. Jimin tardó cinco horas en obtener un expediente completo de quién representaba su objetivo esa tarde.

Así de metódico y frío podía ser cuando le servían la inspiración en bandeja de plata. Nunca midió que su pesquisa terminara en un callejón de mala muerte, justo a la entrada de un taller de mecánica.

—Buenas tardes—saludó al que suponía encargado del lugar, un hombre rechoncho de unos cuarenta años, cubierto de grasa de motor y con manos chuecas.

Jimin desentonaba por completo con su coche de última generación y traje de Dior en aquella atmósfera.

—Buenas tardes, señor ¿En qué podemos ayudarle?

El bueno de Bang Hyung Seok no se atrevía a elucubrar otra teoría que no fuera algún desperfecto en la poderosa máquina en la que había llegado el desconocido para justificar su presencia.

Jimin sonrió de una manera que parecía ser la amabilidad personificada cuando en realidad sus ademanes estaban cubiertos de ansiedad.

—Min SUGA... ¿Por casualidad, Min Suga trabaja aquí?

Lo que menos esperaba escuchar Bang era aquello pero como si el recién llegado tuviera poderes de invocación, su empleado más leal en los últimos meses apareció portando la bolsa con comida rápida que había mandado a comprar horas atrás.

Min Yoon Gi, veinticinco años, un chico con media beca de composición y música clásica, pausada a causa de dificultades económicas y una situación familiar caótica donde aparentemente su madre le aborrecía después de quedar ciega, era el alma que ocupaba la trastienda de su humilde taller para ganarse el pan.

Bang no podía entender cómo un hombre evidentemente poderoso, como parecía serlo el rubio, estaba allí preguntando por él. Jimin se giró en busca de la razón del silencio del amable señor solo para ampliar la sonrisa. Su objetivo terminó de arribar al arcén que separaba el taller de la calle con una expresión ensimismada.

—No pude alcanzar de los dumplings rellenos pero el kalguksu se insinúa delicioso.

Si le había parecido atractivo en fotos, ahora esa voz acababa de cerrar el círculo para que una exclamación interna se formaba en el rubio. El aspecto demasiado sensual del chico solo le hacía aún más interesante.

Las hebras teñidas de un rosa casi eléctrico combinaban a la perfección con el azul imposible de unos almendrados ojos, muy similares alguna especie de felino. Jimin no esperó ser presentando para casi irle encima con una dorada tarjeta que exhibía su nombre y afiliación.

—Park Jimin, FACE Entertainment y asociados a Klass Publicit. Tengo una propuesta que hacerle...

Yoongi pestañeó doble al encontrarse a un hombre solo unos centímetros más bajo que él apuntándole con una especie de placa. El señor Bang, detrás de ellos se encogió de hombros. Sin dudas no sabía qué pensar y optó por asentir con paciencia en espera que el desconocido se desahogara.

—Disculpe señor... ¿Park?¿Es así? -Jimin asintió sin aflojar una sonrisa que Yoongi identificó como repugnantemente superficial.

"Le dolerá la mandíbula si sigue haciendo ese gesto."

Pensó y ese hecho le hizo reír por lo bajo.

—Creo que debería tomármelo con más calma ¿Qué le parece si nos acompaña? Hay suficiente comida para todos...

Amabilidad sincera y humilde.

Amabilidad que ocasionó una arruga en la pequeña nariz de Jimin.

—No suelo comer cuando estoy trabajando, además... sigo una dieta, pero si no le importa puede quedarse con mi tarjeta y llamarme después. Sería un honor trabajar con usted. Hoseok me lo recomendó.

Ese último dato hizo que Yoongi ladeara la cabeza. Entonces se trataba de aquellas malditas fotos que casi le cuestan un escándalo mayor. Analizando el aspecto pulcro y acomodado que exudaba su interlocutor solo se podía tratar de un cazatalentos o alguna agencia de modelos interesada en comercializar su imagen. Yoongi chasqueó la lengua.

—En ese caso, creo haberle dejado claro a Hoseok que ese no es mi ramo. Disculpe señor Park, pero no aceptaré su tarjeta. Tenga buenas tardes.

Anonadado por la reacción, Jimin esperó una respuesta que jamás llegó. Yoongi pasó de largo para internarse en el modesto taller que en esos momentos le servía de hogar. Una mano llena de callosidades se posó sobre el hombro del rubio haciéndolo sobresaltar.

—Es un chico simple. Perdone los inconvenientes...

Concluyó el señor Bang antes de intentar seguir a su pupilo. Solo que Jimin fue más rápido.

—Señor ¿Podría escuchar a este demente de aquí? La verdad estoy en un aprieto de los grandes y ese chico podría ser la solución si tan solo evaluara la propuesta. Le dejaré mi tarjeta. Me estoy jugando muchas cosas ahora y él parece ser la única esperanza. Disculpe mi brusquedad, suelo no contenerme cuando estoy emocionado y simplemente aposté por ser directo a fin de salvar nuestra campaña. No le molestaré más, pero por favor, hágale notar que sería una oportunidad muy ventajosa, económicamente hablando...

No pudo evitar darle una mirada de soslayo al lugar y el señor Bang estuvo tentado a decirle que no. Odiaba a las personas soberbias y quizás esa fue la impresión que Jimin le había dejado desde que su rutilante coche aparcara frente a su establecimiento. Sin embargo, la nota de súplica en su tono y aquella mirada perdida que le estaba ofreciendo lo hizo respirar profundo y aceptar la dichosa tarjeta.

—Muchísimas gracias, aun cuando es probable que no acepte. Siempre le recordaré por soportar este ataque de mi persona. Recomendaré su taller en mis redes sociales.

—No hace falta joven, solo vaya con cuidado.

Fue el final de aquel controvertido encuentro. El ruido del coche de Jimin alejándose y el suspiro cansado de cierto chico de cabellos color rosa desde el otro lado de las ventanas plegables sería la definición del inicio.

¿En serio crees en el amor?

LOVE IS AN ISSUE 🥯💋

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