💣04💣

El mafioso caló de su cigarrillo mientras admiraba al pequeño espía dormir a su lado en la cama. Lucía tierno e inocente, pero lo más excitante era saber lo rebelde que era y cuánto lo deseaba. La noche anterior resultó increíble, joder al pequeño había sido una experiencia que jamás olvidaría y que anhelaba repetir. Se levantó de la cama y caminó desnudo hasta el baño dónde tras tirar el cigarrillo al tacho de basura, vio su reflejo en el espejo y soltó una risotada. Por alguna razón una sonrisa inquebrantable adornaba su rostro ante la remembranza de una noche fogosa con un hombre. ¡Un hombre! Él nunca antes había tenido sexo con un hombre, era conocido precisamente por su indudable heterosexualidad y ahora... Ahora ansiaba volver a la cama para poder enterrarse nuevamente en Dong Min. Una ducha fría serviría para apaciguar su calentura.

Cuando Dong Min despertó, una vergüenza y furia se apoderó de su ser, enardecido comenzó a golpear y arañar la almohada en donde había dormido Moonbin. En su mente se repetía lo muy estúpido que fue al permitirle al mafioso entrar en sus pantalones, metafóricamente hablando. Lo peor del asunto es que lo había disfrutado hasta caer rendido en los brazos de su captor. El suicidio sonaba a una increíble idea, o quizás el homicidio era mejor.

- ¿Acaso golpeas esa almohada como si fuera yo? -inquirió Moonbin saliendo del cuarto de baño mientras con una pequeña toalla se secaba el cabello.

- Eso es exactamente lo que hago, pequeño imbé... -dijo al girarse para encarar al mafioso, pero su frase quedó a medias cuando vio la escasez de ropa ajena. Se fijó en aquel miembro que colgaba entre las piernas.

- ¿Pequeño? Creo que no pensabas eso de mí anoche, ¿o sí?

- Púdrete.

Moon se acercó al joven y tomándole del mentón le plantó un beso en los labios. Le dijo entonces que bajase al primer piso para desayunar, se vistió y salió del cuarto. Ahora sólo había un ligero inconveniente: no tenía más ropa. Dando resoplidos y maldiciendo hasta al perro de la casa fue a tomar una ducha; lavó su cuerpo con rudeza como si desease que las caricias, marcas y besos que Moonbin le dio la noche pasada. Al salir buscó ropa limpia de su talla, pero era realmente difícil cuando el mafioso tenía trajes, trajes y más trajes. Y aunque le parecía muy atractivo vestido formalmente, ahora ansiaba algo de ropa común. Cuando halló un short y una camiseta que si bien era mucho más grande que él, le sirvió para no ir desnudo por la casa; se calzó sus zapatos y salió al balcón en busca de una ruta de escape pero desde su ingreso en la casa del mafioso la seguridad fue redoblada y ahora se veía a un guardia cada cinco metros. Escuchó el molesto ruido de su teléfono sonando.

- ¿Diga?

- ¡Lee Dong Min! -tal parecía que el jefe no se oía contento.

- Sr. Brooks...

- ¿Puedo saber por qué diablos estas en casa de Moonbin?

- Yo..., bueno yo... venía a capturarlo.

- ¿Capturarlo? ¡Te parece que meterse en su cama como una cualquiera es capturarlo!

- Señor, yo puedo explicar eso.

- No quiero oírte. Tú no eres del equipo para capturar a Moon, no debías de ir.

- Pero yo puedo hacerlo...

- ¡No, no es así! Fue una orden muy clara, y desobedeciste.

- Deme una oportunidad, ya estoy aquí y puedo sacar la información necesaria para el caso. —Se escuchaba la irregular respiración de su jefe al otro lado de la línea, la espera a una respuesta o un insulto se hizo tortuosa hasta que su jefe contestó:

- Si no tienes información para enviarlo a la cárcel para dentro de un mes no te molestes en regresar a la oficina.

Al fin había logrado ser parte del equipo, estaba tan feliz y orgulloso de sí mismo por haberlo logrado, aunque claro, no estaba especialmente orgulloso de lo que tuvo que hacer para conseguirlo. Bajó al primer piso dónde en el comedor para cuatro personas Moonbin lo esperaba. La mesa, negro al igual que las sillas, era redonda y con un camino en blanco y negro en el medio.

- Al fin bajas, creí que tendría que comer solo.

- No me necesitas para alimentarte, ¿o si? -refunfuñó con disgusto.

- Toma asiento y come.

Como ordenó el mayor, se sentó frente al mafioso y comió el delicioso desayuno que estaba frente a él, no le importó si un tal vez estaba envenenado, o algo por el estilo, Dong Min simplemente disfrutó del café, fruta y cereales, entre otras delicias. Moonbin se deleitó con la dulce sonrisa del chico mientras comía.

- Bin, adivina quién llegó -dijo un hombre alto, de aspecto suave y, aunque ojeroso, muy atractivo.

- ¡Papi! -entró un niño tras el ojeroso corriendo en dirección al mafioso con los brazos abiertos- Te extrañé mucho papi.

- Hola Dante -saludó Moonbin tomándolo en brazos y sentándolo en su regazo- ¿Cómo estuvo el viaje?

- Fu incredibile, benché ti rimpiangessi (Estuvo increíble, aunque te extrañé).

- La siguiente vez iré contigo.

- Es una promesa -chilló emocionado el infante, entonces su vista se dirigió al extraño sentado a la mesa- ¿Quién es él, papá?

- Su nombre es Dong Min, es alguien que conocí hace poco y se quedará con nosotros.

- Oh, entonces debería presentarme formalmente, ¿no crees? -preguntó con una tierna vocecita.

- Avanti (Adelante).

Dante bajó de las piernas de su padre y con cierto recelo avanzó hasta el otro extremo de la mesa donde el joven espía se hallaba, entonces extendió su diestra y dijo:

- Buon giorno signorino Dong Min (Buenos días señorito Dong Min), mi nombre es Moon Dante, es un gusto conocerlo.

Dong Min dirigió su mirada a Moonbin por un momento y lo que vió lo conmovió mucho; el mafioso miraba a su hijo y su actuar con cariño y amor, se notaba lo orgulloso que se sentía del pequeño. Sólo había un pequeño detalle que llamó la atención de Dong Min y es que Dante no tenía ningún parecido con Moonbin o si quiera era coreano. El niño era de tez blanca, cabello castaño oscuro y ojos cafés.

- Un gusto... yo...

- Eres muy guapo -le dijo el niño, cosa que causó un sonrojo en las mejillas del espía- ¿Cuántos años tienes?

- Tengo veinte y tres, ¿cuántos tienes tú?

- Cumpliré seis en poco tiempo, papi me prometió que iríamos de viaje por mi cumpleaños.

Dong Min asintió a las palabras del infante, la incomodidad empezó a apoderarse del ambiente, al menos así lo sentía el espía. Era totalmente inverosímil la idea de que el gran y temido mafioso Moonbin tenga un hijo, nunca creyó que situación parecida pudiese darse frente a sus ojos. El niño era francamente cariñoso y gentil, aún con alguien que no conocía, y Dong Min, como doncel que era, se sentía melancólico de pensar que tal vez nunca podría tener una familia ni un hijo tan maravilloso como lo era Dante. Sintió celos de Moonbin.

- Tú luces como un doncel, ¿lo eres?

- Sí, soy un doncel. ¿Cómo lo has descubierto? Tu padre apenas y reparó en que soy hombre.

El rostro de Moonbin se petrificó, la declaración de que el joven era doncel lo tomó por sorpresa, en efecto, el mafioso debió ser capaz de notarlo, pero estuvo tan concentrado en otras cosas que no le dio mayor importancia. A ser sinceros, la posibilidad no se le pasó por la mente. E irónicamente, el alto  había estado concentrado en aquellas partes que denotan la condición de Dong Min: sus caderas anchas, su cintura pequeña, sus rasgos afeminados, su voz suave y dulce. En aquel momento, un recordatorio y una posibilidad llegaron a su mente.

"Lo hice dentro de él"

"Dios, podría quedar en cinta"

- ¿Te gustaría tener hijos?

- Sí, quiero una familia, pero ahora eso es...

- Pues yo quiero hermanitos -interrumpió entusiasmado. Moonbin casi escupió su café al oírlo-. Pero creo que yo soy demasiado para papá, si tuviese un hermanito mi papi se volvería loco.

- Dante -reprendió Moonbin con voz severa tras escuchar las ocurrencias de su hijo- ¿Desayunaste ya?

- Ya lo hice, tío MJ me dio comida.

- Entonces ven aquí y no molestes más a Dong Min ¿chiaro? (¿Entendido?).

Dante dejó un pequeño beso en el dorso de la mano derecha de Dong Min para luego ir corriendo, con las mejillas rojas, de regreso al regazo de su padre.

- Papi, ¿Qué hará Dong Min aquí? ¿Puede ser él quien me cuide?

- Dante, ya tienes a MJ que te cuida.

- Pero tío MJ está embarazado, no debe hacer esfuerzo extra cuidándome.

- La verdad es que cuidar a este jovencito no es tan malo, pero con el embarazo se ha vuelto algo difícil seguirle el ritmo. -dijo MJ tomando asiento en el comedor.

- ¿Minnie, te gustaría cuidarme? Me portaré bien, lo prometo.

Dong Min miró por una milésima de segundo a Moonbin en busca de una respuesta. El mafioso solo suspiró derrotado, la situación se había salido de sus manos con respecto a la presencia de Dong Min. Y cuando iba a refutar las palabras de su hijo, Dong Min tomó una resolución y dijo:

- Me encantaría, pero no sé si tu padre me lo permita.

- Yo lo convenzo.

Moonbin enarcó una ceja divertido por la certeza de su hijo al decir aquello, tomó un sorbo de su café ahora casi frío. Dante miró a su padre con ojitos de cachorro abandonado.

- Por favor.

- Dante, Dong Min no está aquí para eso.

- ¿Y entonces para qué estoy aquí? -inquirió Dong Min con cierto toque mordaz en su voz.

- Tú y yo hablaremos luego ¿capisci?

- Papi, no seas malo con Minnie. ¿Podrías por favor... permitirle cuidarme? Hazlo por mí.

- ... Esta bien -concedió el mafioso-. Pero te advierto Dong Min, que si algo le sucede a mi hijo serás tu el que asuma las consecuencias.

Dong Min aceptó la advertencia, e inmediatamente una sonrisa encantadora se apropió de su rostro y una risilla acompañó su felicidad, Dante parecía tan emocionado con la idea. Se preguntó, porqué si no lo conocía, confiaba en él para que lo cuidase, era un niño confianzudo pero esta rebasaba los límites.

- Nunca podría hacerle nada -murmuró más para sí mismo que para el resto, aun así, Moonbin lo escuchó.

- Eso espero, a menos que quieras recibir un castigo como el de ayer, ¿te gustaría? -acotó con picardía y perversión- Recuerdo que disfrutaste en grande lo que según mi criterio era un castigo.

Rojo de vergüenza e ira le contestó, con la misma picardía y siguiendole el juego:

- Se me da bien actuar, si no fuera así ahora mismo estaría rogándote y ya vez que ese no es el caso.

- Dante, vedi con tuo zio al giardino ed aspettami lì. (Dante, ve con tu tío al jardín y espérame ahí) -dijo con suavidad y ternura. Cuando en el comedor no hubieron más que Dong Min y Moonbin presentes, este último se acercó al pelinegro -. ¿Estás seguro que no quieres repetir lo de anoche?

- Puedo jurarte que no deseo volver a enredarme en tus sábanas.

- Dime con sinceridad, ¿qué te ha gustado más, mis besos o la follada que te he dado?

- Eres un imbécil, un cerdo -gruñó Dong Min rojo de vergüenza.

- Supongo que esto pone en duda tu capacidad para llevarme a la cárcel, porque así como no puedes tirar del gatillo de un arma, no puedes negar que ansias repetir nuestro fogoso encuentro.

- No seas insolente, no me detendré hasta verte hundido. -aseveró Dong Min poniéndose en pie para encarar al alto.

Moonbin sonrió con sorna y dijo:

- Pues que comience el juego, amore mio. Te juró que no pararé hasta que me ruegues que me hunda en ti de nuevo.

Sujetándolo de los contornos del rostro le plantó el tan ansiado beso que desde la mañana tanto el espía como el mafioso ansiaban tener. Dong Min hizo uso de su fuerza para intentar separarse del otro, pero poco a poco su cuerpo traicionero sucumbió ante el deseo y la pasión del momento.

"Voy a tener un papi", pensó Dante mientras a escondidas observaba emocionado la escena entre su padre y su nuevo niñero.

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