✡ Prólogo ✡

Nunca te dejaré ir de nuevo, como lo hice

Oh, yo solía decir que

Nunca me enamoraría de nuevo hasta encontrarlo

Dije: Nunca me enamoraría a menos que seas tú de quien me enamore

Estaba perdido en la oscuridad, pero lo encontré

Te encontré

Stephen Sánchez - Until I Found You






Unos pasos pesados y llenos de preocupación se podían escuchar por los pasillos del hospital.

Nuevamente este lugar hizó crecer su nerviosismo, aunque su mente estaba preparada, su cuerpo lo traicionaba de gran manera. Con el corazón en la boca y con el pulso agitado, esperaba con anhelo algo de alivio que amortiguara su mayor temor.

¿Como podría no sentirlo?

Si el motivo de su visita era claro, su querido abuelo yacía en una cama, luchando contra el tiempo y la fragilidad de su cuerpo envejecido.

A pesar del dolor, Yeonjun encontraba consuelo en la oportunidad de poder velar por la salud de su abuelo. Sus padres se negaron rotundamente tantas veces en no ir, con la misma excusa de siempre: "Que no les iba a resultar nada agradable precenciar su muerte" Sin embargo, él decidió mantenerse a su lado en estos momentos tan difíciles.

Su abuelo tuvo un papel muy importante en su niñez. Casi como un padre, como un hermano, sobre todo, como un mejor amigo.

Nunca olvidará aquellas noches en las que una que otra pesadilla invadía sus sueños, a tal punto que le fue incapaz dormirse de nuevo. Sin importar cuantas veces deseó acostarse en la cama de sus padres con tal de sentirse a salvó de la oscuridad, lo único que conseguió a cambio fueron unos continuos regaños por haberlos despertado cuando debían de trabajar temprano.

Mientras que en una ocasión, al ir en busca de su abuelo, este sin molestia alguna, lo recibió con los brazos abiertos, obteniendo por fin así, la tranquilidad que necesitaba.

Cuando todos los demás parecían haberlo abandonado, su abuelo jamás dejó que se sintiera solo. Por eso quería agradecerle por todo lo que había hecho y qué mejor manera que haciéndole compañia.

Puede que le resulte complicado manejar está situación debido a las condiciones en la que se encuentra su abuelo, pero sabe que tarde o temprano tendrá que afrontarlo de todos modos.

Una persona se puede llegar a sentir mucho peor sino comparte lo suficiente con ese ser querido que poco a poco va perdiendo su energía vital. Aun cuando el dolor pueda ser insoportable, si no podemos despedirnos como se debe, nos arrepentiremos luego por mucho tiempo.

En cuanto estuvo enfrente de la habitación, sus manos se dirigieron al yale de la puerta con la intención de abrirla, pero una enfermera del otro lado se le adelantó.

—Oh, joven Yeonjun—sonrió levemente la enfermera al verlo.

—Enfermera Han, un gusto—devolvió la sonrisa con gesto de gratitud.

La enfermera Han es la que se había encargado del cuidado de su abuelo en el hospital. Era una mujer muy dulce y agradable a la cual le había podido confiar la vida de su abuelo. Desde que la conoció tuvo la oportunidad de observar su trabajo muy de cerca. Así que una vez que estuvo convencido del todo, supo que había dejado a su abuelo en buenas manos. Su edad rozaba entre los cuarenta y cincuenta años si se miraba con más detalle su aspecto. La verdad es que nunca le había preguntado antes por pena.

Causa algo de molestia en las personas mayores que pregunten por su edad, por eso es mejor omitir aquel insignificante dato personal, pues no quería incomodarla por muy curioso que fuese.

—¿Comó está?—preguntó un tanto nervioso dirigiendo su mirada al interior de la habitación para verificar si podía verlo.

Sin embargo, lo único que vió desde donde estaba fue una parte de la camilla.

—El señor Jeon esta estable por ahora—comentó la enfermera quitándose del medio para que el joven pudiera pasar—Se ha mantenido con fiebre muy alta pero hemos logrado calmarlo, trate de que descanse un poco más y vea que hidrate su cuerpo con agua fresca—explicó de forma relajada para aliviar los evidentes nervios en Yeonjun.

—Muchas gracias—expresó agradecido haciendo una reverencia de respeto.

Admiraba la dedicación de la enfermera al cuidar constantemente la salud de su abuelo. Es algo con lo que siempre estará en deuda.

La enfermera Han cerró la puerta una vez que se despidió de Yeonjun con una sonrisa, dejandolo por fin a solas en la habitación de su abuelo para darles una mejor privacidad.

Yeonjun caminó en dirección hacia la camilla apretando sus labios para tratar de no lucir tan afectado.

Ahí estaba su abuelo de nuevo, recostado sobre el colchón con una expresión de cansancio y debilidad en su rostro arrugado. Su cuerpo frágil y desgastado por su avanzada edad estaba cubierto con una sábana blanca que lo protegía del frío. Una manguera transparente conectada a un suero en su brazo suministraba los medicamentos vitales que necesitaba para mantenerse estable. Traía puesto un pequeño tuvo nasal que le proporcionaba oxígeno suplementario para ayudarlo a respirar más fácilmente. Sus manos descansaban sobre su pecho y sus ojos agotados exploraban con fascinación la vista hacia afuera de la ventana.

—Abuelo Jeon—llamó su atención.

Rápidamente su abuelo posó su mirada en la de su querido nieto y sin poder evitarlo, trató de levantarse un poco debido a la emoción.

—Mi querido Yeonjunie—expresó con entusiasmo, dándole gusto de verlo—De nuevo visitando a este pobre anciano que no puede ni moverse—soltó como si fuera una queja.

A pesar de su estado de salud, seguía teniendo buenos ánimos y chispas de determinación en sus ojos.

Especialmente cuando Yeonjun estaba presente.

—De qué hablas, yo te veo muy bien, y sigues siendo igual de guapo—elogió Yeonjun con una sonrisa para transmitirle a su abuelo que no le resultaba ninguna molestia.

—Este muchacho—chitó entre dientes tratando de lucir enojado para ver si lo hacía recapacitar—Deberías estar estudiando en casa en vez de aquí.

Yeonjun sabía perfectamente que a su abuelo no le agradaba que lo viese tan vulnerable, muchos menos postrado a una cama de la cual no podía salir aunque quisiera.

—Quiero estar aquí abuelo, no me puedes pribar de eso. Ni tú, ni mis padres—argumentó con firmeza asegurándose de que haya entendido la importancia de su decisión.

Yeonjun siempre le había demostrado su clara preocupación por su bienestar, se aseguraba de visitarlo regularmente cada que podia hacerlo. Sin importar cuantas veces le señalaran que su juventud era lo primordial, jamás iba a dejar a alguien tan especial atrás, aun cuando el tiempo transcurriera de forma diferente para ambos.

—Tan terco que eres—suspiró resignado.

Su nieto era difícil de convencer sin duda alguna.

Sinceramente le agradaba su compañia y le tenía muchisimo afecto. El problema estaba en que no podía evitar sentirse como una carga pesada de la cual tenía que hacerse cargo. Por nada del mundo quería arrastrarlo a que experimentará un dolor de perdida tan fuerte que en algún momento se le hará imposible de olvidar.

La disposición de su nieto era clara y sabía que no iba a poderle ganar en esa batalla. Por mucho que le negará tenerlo de vuelta, de igual manera estaba seguro de que regresaría de nuevo.

—Si ¿eh?—cuestionó entre risas—Me preguntó a quién habré salido—le lanzó una mirada demasiado obvia para señalarlo.

La relación entre su abuelo y él siempre había sido muy cercana. Cualquiera que los viera diría que existe un vínculo emocional muy fuerte entre ambos, que de seguro no tienen con nadie más de la familia.

—Tienes razón—admitió entre risas sintiéndose derrotado entre tantos pensamientos—Reconozco que tu padre no salió en nada a mi. ¿Como esta él? ¿Y tu madre?—quiso saber.

Los padres de Yeonjun son personas muy ocupadas y centradas en sus carreras profesionales. Dedican la mayor parte de su tiempo al trabajo y como consecuencia de sus actos, descuidaron el lazo familiar. De un momento a otro sus padres tomaron distancia y tanto Yeonjun como su abuelo Jeon, se cansaron de esperar resultados que consolidarán de nuevo la relación de familia.

—Qué van a estar haciendo—expresó con cierto tinte de irritación—Son adictos al trabajo, ya los conoces—respondió con obviedad.

Yeonjun aprovechó para tomar asiento en un sillón que quedaba justamente cerca de la camilla. Soltó un suspiro de alivio al sentir su cuerpo y sus piernas relajarse después de tantas horas caminando agitado.

—Espero que eso realmente sea lo que les haga felices, sino se les hará muy tarde recuperar lo que nunca pudieron apreciar—mostró preocupación en sus palabras, sabiendo que en algún momento de sus vidas, les iba a pesar.

El señor Jeon pensaba que si continuaban por ese camino, les iba a esperar un futuro muy duro. No conseguirán tener una vida plena y feliz cuando se les haga tarde para reconocerlo. Ni siquiera su nieto pudo tener una agradable infancia. Todo por la falta de atención de sus padres.

Hasta que no sepan perderlo en el proceso, no se darán cuenta de nada.

—Ah cierto—recordó Yeonjun cambiando de tema para no alargar aquellos problemas familiares—Encontré entre tus cosas este medallón y lo traje por si querrías tener alguna de tus pertenecias contigo—llevó una de sus manos a los bolsillos de su pantalón para sacar el colgante.

Descubrió el medallón antiguo guardado en el cajón de la mesita de noche de su abuelo.

Tenía una forma ovalada, elaborado con un metal plateado pulido y brillante. El medallón estaba suspendido de una cadena fina que se ajustaba perfectamente alrededor del cuello, con un cierre que le permitía abrir y cerrarlo de forma segura. El centro parecía una pequeña tapa en la cual seguía resguardando una fotografía de años. Tenía un borde decorativo con piedras incrustadas que le daban un estilo sofisticado. En la parte posterior se podían apreciar las iniciales de un nombre en letra cursiva. Meticulosamente resaltadas sobre el metal plateado con el objetivo de verse claramente más visibles:

«K.T.H»

—Que coincidencia más interesante—extendió sus temblorosas manos para tomar con delicadeza aquel brillante objeto—Entre todas las cosas que tengo, este es mi más preciado tesoro—aclaró con nostalgia.

—No me digas—sonó sorprendido—¿Y eso por qué?—preguntó intrigado sin dejar de mirar la reacción de su abuelo.

Parecía que su mirada se había perdido en el horizonte, recorriendo con la vista y palpando suavemente con sus dedos aquel hipnotizante objeto. Como si estuviera reviviendo en su mente, una infinidad de recuerdos.

—Este medallón guarda consigo una historia de amor y dolor—un suspiro escapó de sus labios, sintiendo una vez más su corazón latir con fuerza—Una que jamás he compartido con nadie, pero siento que ya tienes la edad suficiente para que te le cuente.

Yeonjun se dio cuenta en ese instante que su abuelo había vivido algo muy significativo, pero jamás tuvo a alguien de confianza con quien pudiese compartirlo.

Porta consigo un recuerdo que aún le sigue pesando hasta el día de hoy.

—Estoy dispuesto a escucharla—aseguró Yeonjun tomando la mano de su abuelo para transmitirle apoyo y consuelo—¿Estas iniciales son de alguien en específico?—fijó su vista en la fotografía de un joven desconocido y en esas misteriosas letras inscritas en la parte trasera que tanto llamaban la atención.

—Así es—afirmó para que supiera que estaba en lo correcto—Son de alguien que marcó mi vida por completo. Sin embargo, el universo tuvo otros planes para nosotros—tomó una bocanada de aire para tranquilizarse y continuar—Aquel tormento y horror que se vivió en ese entonces, nos lo arrebató todo.

En ningún momento Yeonjun supo que estaba a punto de desencadenar una historia sobre un amor perdido en el tiempo.

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