✡ 03 ✡

Los conflictos de la guerra solo hacían que la crueldad y el sufrimiento se desarrollarán con más fuerza, convirtiéndose en algo inevitable. Los civiles, aunque no están involucrados directamente en esta situación, están destinados a ser las primeras víctimas de estos eventos. Para los judíos que intentaban hacer todo lo posible por buscar momentos de tranquilidad, los nazis se aseguraban de recordarles constantemente la difícil realidad en la que vivían.

Cuando predominan las energías negativas y el odio, las consecuencias suelen ser realmente trágicas. La oscuridad de la guerra puede consumir a las personas, a tal punto que sus estilos de vida no vuelven a hacer las mismas. Jungkook sabía que no podía cambiar el curso de las cosas, pero, aun así, se negaba a rendirse fácilmente. 

Jungkook fue testigo de los terribles actos inhumanos que cometían los nazis contra la población judía, incluso la familia de Taehyung se vio gravemente afectada. En una ocasión, Jungkook presenció cómo unos oficiales del régimen nazi planeaban ejecutar a un grupo de judíos de manera aleatoria, como si se tratará de un juego macabro de ruleta. Sin levantar sospechas, logró rescatar al padre de Taehyung justo a tiempo, lamentando profundamente no salvar a los demás inocentes que fueron asesinados por disparos.

Jungkook también tuvo que enfrentarse a una situación igual de desgarradora, cuando vio al hermano mayor de Taehyung siendo brutalmente golpeado por un nazi tras un desafortunado encuentro. Obligado a tragar su propio vómito como acto de humillación, el cual le resultó muy entretenido al oficial.

Jungkook sintió la rabia y la impotencia recorrer todo su interior por no poder intervenir en ese preciso momento. Tuvo que esperar impacientemente a que todo terminase para poder rescatar a Baekhyung sin que nadie se diese cuenta.

La madre de Taehyung no escapó del sufrimiento, enfermando gravemente con una fiebre que amenazaba con arrebatarle la vida. Con valentía y determinación, Jungkook se arriesgó a robar medicamentos para proporcionarle alivio a la señora Kim, sabiendo que con la medicina adecuada podría curarse rápido. 

En cada difícil situación, Jungkook se mantuvo apoyando a Taehyung con firmeza. La carga emocional y la angustia del castaño al presenciar cómo su familia pasaba, por tanto, lo puso realmente mal. Por suerte, Jungkook constantemente le daba la fuerza necesaria como para sobreponerse ante esto. 

Sin embargo, Jungkook nunca se llegó a imaginar que todo iba a dar un nuevo giro en los acontecimientos. Hasta ahora había tratado de ser muy sigiloso con todo, pero una mañana en específico, fue llamado a la oficina de uno de sus superiores.












Jungkook entró a la oficina del general Lee, sintiendo una inquietud que lo acompañaba como una sombra. Un escalofrío azotó todo su cuerpo debido a la tensión del ambiente, como si el aire mismo estuviese impregnado con la presión de lo que estaba por venir. 

Muy en lo profundo de su ser, Jungkook rezaba porque su visita no fuese para recibir señalamientos de sus actos indebidos.

Su superior lo recibió con una mirada fría. Como si sus ojos penetrantes le clavaran cientos de dagas afiladas. 

—Oficial Jeon—comenzó a hablar el general Lee, su tono impasible no dejaba entrever ninguna emoción en sus palabras, solo la frialdad que helaba la sangre de Jungkook—Hay algunos rumores que están empezando a circular sobre que no está de acuerdo con nuestra política. 

Jungkook se sintió verdaderamente intimidado por aquel sujeto, por lo que trató severamente de mantenerse sereno. Tragó saliva ante las acusaciones implícitas en las palabras de su superior. De un momento a otro, Jungkook se sintió acorralado. 

—Con todo respecto general Lee, son sólo rumores como usted dice—Jungkook trató de corregirlo con voz firme, aunque temblorosa. 

A pesar de que los rumores estaban en lo cierto, Jungkook no quería que nadie se enterará del desprecio que sentía por el régimen nazi, del cual desgraciadamente formaba parte. 

—Algunos de mis hombres han estado siguiendo cada uno de tus pasos y lo ven mucho entrar y salir de un restaurante judío del distrito—menciona el general, haciendo que el corazón diera un vuelco en su pecho. 

Jungkook no sabía que poco a poco había estado levantando sospechas. Siempre se consideró bastante cauteloso en ese sentido, pero al parecer había ojos y oídos ágiles que descubrieron su secreto.

Aunque el miedo se apoderó de él, hizo su mejor esfuerzo por ocultarlo. 

—Estoy supervisando el restaurante al igual que otros negocios de los alrededores—formuló como respuesta sin quitar una pizca de verdad en lo que decía. 

—También mencionaron algo de que ayudó a un judío a encontrar un trabajo en el gueto—continuó el general Lee sacando más datos. 

Cada palabra que pronunciaba parecía llevarlo al abismo, del cual no sabía si saldría ileso. 

—Nada que ver señor—carraspeó para recuperarse, ocultando las tumultuosas emociones que se agitaban en su interior. 

Estaba en terreno peligroso, y cualquier paso en falso que estaba dispuesto a dar, suponía llevarlo directamente a su perdición. 

—¿Ah, en serio?—cuestionó el general arqueando una ceja—Traigan al chico—le ordenó a dos oficiales que estaban en otra sala perteneciente a la oficina.

Jungkook se quedó petrificado al ver cómo aquellos dos nazis arrastraban a Taehyung muy malherido por los brazos. Con evidentes moretones en su piel y gotas de sangre por toda su ropa. Cuando posó su mirada en la espalda de su amigo, notó heridas muy pronunciadas, provocadas por un cruel látigo que le habia dejado la piel en carne viva. 

Jungkook se quedó mudo, viendo a Taehyung siendo aventado contra el suelo, sin fuerzas como para volver a levantarse. 

Jungkook quería gritar, quería llorar de la impotencia, quería en ese momento sacar la pistola del bolsillo de su pantalón y matarlos a todos, pero se contuvo lo mejor que pudo. Deseaba vengarse de aquellos que le habían causado tanto daño, pero sabía que cualquier error podría conllevar la muerte instantánea de ambos.  

Jungkook hizo todo lo posible por no explotar, bloqueando por completó su furia interna. Endureció su mente para demostrar que lo que habían hecho no había tenido ningún efecto sobre él.

Sus camaradas eran realmente unos demonios malévolos, y Jungkook no les iba a dar la satisfacción a ninguno de lucir asustado.

—¿Lo conoce oficial Jeon?—se atrevió a preguntar el general Lee con una sonrisa maliciosa. 

Jungkook quería tanto plantar sus puños sobre él para borrársela.

—Conozco su rostro, pero no se su nombre señor—respondió con simpleza, tratando de controlar la ira que ardía dentro de su pecho. 

—No dijo usted que estaba supervisando el lugar. Como puede no conocer el nombre de un empleado que trabaja allí—intento manipularlo para sacarle la información que debía corroborar. 

—Solo me dieron órdenes de entablar conversaciones con el gerente del restaurante, no con sus trabajadores—les respondió confiado sin quitarle la mirada de vista, viendo por unos pequeños segundos a Taehyung para comprobar si estaba consciente todavía. 

El general no se esperaba que Jungkook le diera una respuesta tan clara y sin notar ni una mentira en sus palabras o en su forma de actuar. 

—¿Me está diciendo que no tiene ninguna relación con este chico?—volvió a preguntarle, retándolo para ver si se atrevía a decir algo más relevante. 

—Absolutamente ninguna—le confirmó nuevamente Jungkook para convencerlo. 

El general no parecía del todo convencido, por lo que se le ocurrió una idea. Quería una demostración más contundente para verificar hasta donde podía llegar la lealtad de Jungkook. 

—Demuéstrelo—le dijo el oficial.

Jungkook sintió su boca demasiado amarga, suponiendo que nada bueno saldría de esto. 

—¿Qué es lo que quiere que haga?—preguntó temeroso. 

—Quiebre sus manos—le ordenó el oficial mirando de reojo a Taehyung para señalarlo. 

Jungkook dejó de respirar por unos cuantos segundos, intentando no ponerse histérico ante este pedido tan retorcido. 

—¿Disculpe?—el temor le invadió ante tal exigencia. 

Aun no podía creerlo.

Su general estaba realmente mal de la cabeza. Los oficiales lo habían golpeado demasiado y ahora su superior le pedía destrozarle la mano a su mejor amigo.

¿Cómo podría hacer algo como eso? 

—Si hace lo que le pido, confiaré en tu palabra, pero sino no lo lleva a cabo, me veré obligado a creer en esos rumores y los mataré a los dos—lo amenazó. 

Su general Lee agarró un martillo de una caja de herramientas que tenía encima de uno de su estante para entregárselo a Jungkook. 

Ya no había escapatoria, Jungkook jamás aceptaría por nada del mundo tal condición. Solo la idea de lastimar a su mejor amigo lo llenaba de repulsión.

Había olvidado su cruda realidad al confiarse demasiado. 

Cuando miró a Taehyung, se percató de aquel silencioso gesto de aceptación que le enviaba. Había sentido su mensaje como un puñal en el corazón, dándole a entender la magnitud de la decisión que debía tomar. 

Taehyung estaba dispuesto a sacrificar sus manos con tal de seguir con vida. Tomando en cuenta que ahora era su turno de luchar por los dos, de ayudar a Jungkook a no caer tan rápido. 

El de cabellos claros no estaba precisamente en el lugar adecuado como para cuestionar a su amigo. Ya no podía hacer nada al respecto para detener lo que estaba sucediendo.

Con manos temblorosas, Jungkook tomó el martillo que le había ofrecido el general.

Observó cómo tomaban bruscamente a Taehyung para que se pusiera de pie. Acercándolo a una mesa para colocar sus manos sobre la superficie de esta para ubicarlas en buena posición.

Jungkook cerró los ojos por un instante, tratando de encontrar fuerzas como para poder enfrentarse a este dilema.

Finalmente, se posicionó cerca de Taehyung con pasos vacilantes, sintiendo con cada losa que pisaba un peso en su consciencia. Sabían que no había otra opción que los librará de esto.

Tenían que salir lastimados por pagar un alto precio de supervivencia.

Jungkook levantó el martillo sobre la mano de Taehyung, sintiendo el sudor frío acumulándose en su frente. Todo su cuerpo temblaba cada vez que imaginaba el rostro de su amigo de cuando niño, llamándolo gentilmente y con felicidad plena en su sonrisa.

¡Jungkookie!


Un recuerdo lejano invadió su mente en ese instante, oprimiendo su corazón hasta hacerlo añicos.

Con un movimiento decisivo, dejó caer el martillo sobre la mano de Taehyung, escuchando el sonido sordo de varios huesos rompiéndose.

La sonrisa que tanto había anhelado proteger, se perdió entre tantos gritos de dolor. Taehyung se retorció mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.

El sonido metálico resonó por toda la habitación mientras descendía el arma seguidamente hacia la mano de Taehyung. Cada impacto provocaba otro grito desgarrador que los oídos de Jungkook jamás serán capaces de olvidarlo. 

El llanto de dolor de Taehyung, perforaba el alma de Jungkook, haciéndolo sentir como si estuviera traicionando a su amigo más querido. Cada golpe que le proporcionaba resonó como un eco de su propia agonía, convirtiéndose en una tortura auditiva.

Las manos quebradas de Taehyung, cubiertas de sangre y huesos fragmentados, habían pasado a hacer un recordatorio vivido y cruel de la atrocidad que Jungkook acababa de hacer. 

Al soltar finalmente el martillo, Jungkook observó con horror las manchas del ADN de su amigo en sus palmas, sintiéndose realmente sucio. Se fijó también en cómo había teñido el metal de color escarlata. Una oleada de náuseas removió su estómago, su mente comenzó a nublarse por el remordimiento y la culpabilidad. Luchó por contener nuevamente el torrente de emociones abrumantes que amenazaban con consumirlo por dentro. El silencio que reinó en la oficina fue aún más ensordecedor que los gritos de Taehyung, dejando a Jungkook sumido en una corriente de desesperación.

No había forma de deshacer lo que había hecho. Ahora tenía que buscar la manera de adaptarse a vivir con ello, lo cual no iban a hacer nada fácil. El peso de sus acciones esta vez recayó más fuerte que nunca sobre sus hombros, aprisionándolo por haber cometido tal crimen.

El general Lee quedo satisfecho al comprobar la lealtad de Jungkook.

—Ya pueden soltarlo—les comunicó a sus camaradas con otra sonrisa desquiciante dibujada en su rostro.

Cuando los oficiales soltaron a Taehyung, cayó de golpe en el suelo, dándose en la cabeza tras la caída. Estaba demasiado débil y herido como para estabilizarse de nuevo. 

—Oficial Jeon, llévelo de vuelta al gueto—el general hizo un ademán para que se retirarán de su oficina.

Jungkook cargó a Taehyung, apoyando su brazo alrededor de su cuello para llevárselo de aquel infierno.

Tomaron un descanso en una zona más apartada al sentir como las lágrimas de Jungkook se deslizaban sin control empapando todo su rostro. Sus piernas flaquearon al expulsar toda la impotencia y la angustia que había estado acumulado. Se desplomó en el suelo cayendo de rodillas junto con Taehyung a su lado. Pegó un grito de lamento, desahogando por fin toda su frustración y sus penas. Se aferró a Taehyung con desesperación, rogando por un milagro que pudiese borrar lo sucedido, aunque fue prácticamente imposible. 

—Lo siento, lo siento Taehyung—sollozo Jungkook con la voz quebrada—Lo siento de verdad. Es mi culpa, solo mía—se lamentó entre lágrimas—No quería que esto pasará. Debí escucharte y haber tenido más cuidado, lo siento.

Si no hubiera sido por su descuido, jamás habrían sospechado de él desde el inicio. 

—Jungkook...

Una débil voz interrumpió su pesar. Taehyung abrió los ojos lentamente, mirando a Jungkook con una expresión llena de compresión y perdón. 

—Jung...kook—susurro apenas. 

Una sola lágrima se deslizó por la mejilla de Taehyung antes de cerrar por completo el conocimiento.

Jungkook sintió un nudo en la garganta al verlo tan pálido. 

—¡Taehyung!—exclamó con dolor.










Después de aquel evento traumático que Jungkook había experimentado, no pudo sacarse de la cabeza el rostro de Taehyung gritando y las manchas de sangre en sus manos. Cada vez que cerraba los ojos, volvía a presenciar en su mente aquel incidente tan desafortunado. Una culpa abrumante lo consumía por dentro, como una carga insoportable que le aplastaba el pecho.

Por suerte, Jungkook actuó rápido y llevó a Taehyung a una clínica judía, donde fue atendido de inmediato por un médico experto. Las heridas fueron tratadas con cuidado, especialmente las manos del castaño, que recibieron un tratamiento especial para intentar recuperarlas, sin embargo, nunca volverían a hacer las mismas. 

Trasladaron a Taehyung a una habitación privada donde pudiera descansar mejor y recomponer sus fuerzas.

Jungkook no se apartó ni siquiera un segundo de su lado. Aunque su angustia seguía estando presente en su interior, decidió quedarse para hacerle compañía.

—¿Dónde estoy?—susurró Taehyung aturdido. 

Despertó algo desorientado, con los recuerdos de su brutal tortura resonando en su mente mientras hacía memoria. Sus ojos curiosos viajaron por todo su alrededor, tratando de asimilar en qué clase de situación ahora se encontraba.

—Taehyung, al fin despiertas—expresó Jungkook aliviado.

Se levantó del sillón donde estaba sentado para acercarse a la camilla sin dejar de sentirse preocupado.

—Jungkook, ¿qué sucedió? —preguntó confuso Taehyung, buscando respuestas en los ojos de su amigo que lucía realmente perturbado.

Taehyung observó por un instante las vendas en su cuerpo y sus manos envueltas en apósitos, sintiendo una sensación de haber sido atropellado por un camión.

—Te desmayaste debido al dolor—le explicó Jungkook con voz entrecortada—Necesitabas urgentemente atención médica así que te traje a esta clínica sin que nadie se diera cuenta—le aseguró para que se quede más tranquilo sabiendo que no volverán a pasar otro momento desagradable.

—Jungkook, esto no es tu culpa. Estuve de acuerdo con la decisión que tomé, todo está bien—dijo Taehyung con voz suave, haciendo el intento de calmar la tormenta emocional por la que su amigo estaba pasando—Todo se salió de control de nuevo, pero estamos juntos en esto—trató de convencerlo para que no se sintiera mal con lo que había hecho.

Jungkook apartó la mirada para no tener que verlo hacia los ojos, temiendo la reacción que tendría su amigo al enterarse de la noticia que solamente él sabía. 

—Lamento mucho lo que pasó, debí haber sido más cuidadoso—murmuró Jungkook con frustración, teniendo en cuenta que lo que había hecho no tenía ningún perdón—El doctor me informó que ya no podrás volver a tocar.

El corazón de Taehyung se encogió al escuchar las palabras de Jungkook sobre las graves lesiones de sus manos. La música siempre había sido una parte fundamental de su vida, y Jungkook no pudo evitar sentirse responsable por arrebatarle su mayor pasión. 

—Lo sé, me preparé para eso—aclaró Taehyung, aceptando con resignación su nueva realidad.

Jungkook no soportó más la angustia y la desesperación que cargaba por dentro, se apartó de la camilla para abalanzarse contra la pared. La golpeó con fuerza, liberando aquellas irritantes emociones solo conseguían castigarlo. 

—Jungkook...—Taehyung lo miró con tristeza sin saber que decir. 

—Yo no estoy bien con eso—sentenció con dureza el de cabellos claros.

Taehyung lo observó con ojos llenos de compasión, deseando encontrar las palabras adecuadas para consolarlo.

El alma de Jungkook estaba desgarrada por el peso de sus acciones. Evitó mirar al castaño, con miedo de revivir nuevamente la imagen de su rostro retorcido debido a los martillazos. 

—Debo irme, el médico te revisará pronto—le hace saber para que esté al tanto—Descansa Taehyung—se despide con un nudo en la garganta, dándole la espalda para no tener que encararlo.

Con el corazón destrozado, Jungkook se dirigió a la puerta con determinación para retirarse de la habitación. 

—¡Jungkook, espera!—lo llamó Taehyung para retenerlo con lágrimas en los ojos, viendo como su amigo más preciado se alejaba poco a poco.

Su cuerpo todavía estaba débil, lamentando no poder levantarse e ir corriendo tras él para abrazarlo. 

Jungkook se marchó dejando un rastro de dolor y arrepentimiento.

—Jungkook, por favor...—rogó el castaño, extendiendo una mano temblorosa en su dirección para intentar alcanzarlo con aquel gesto. 

No volvería a involucrarse en la vida de Taehyung.

Con tal de protegerlo, abrió una brecha entre los dos, marcando así una nueva etapa que debían ser capaces de superar.











Pasaron unos cuantos meses rápidamente y los problemas en el gueto comenzaron a ser más graves e intensos. El hambre y la enfermedad se apoderaban cada vez más de la población judía, cuyos cuerpos delgados mostraban la crueldad de la situación. Se veían cuerpos sin vida tirados en el suelo de las calles, con miradas vacías y semblantes demacrados. Algunos valientes intentaron escapar desesperadamente de ese ámbito, solo para ser cazados como animales luego. Casi todos los días se escuchaban disparos resonar en el aire, formando una sinfonía macabra que significaba la muerte. 

Taehyung y su familia se aferraron unos a otros, luchando por sobrevivir en medio del aquel caos. Baekhyung pasó convertirse en el proveedor de la familia Kim, arriesgándose la mayoría del tiempo en las peligrosas calles del gueto, intercambiando objetos de valor por un poco de comida. La fractura en las manos de Taehyung sanó lentamente, dejando una cicatriz física y emocional que le impidió tocar el saxofón de nuevo, su única fuente de alegría y escape. Las pérdidas que a menudo debía presenciar durante su estancia en el gueto, convirtió su mundo en una pesadilla interminable.

Aun así, el dolor más insoportable con el cual no podía ser capaz de lidiar era la ausencia de Jungkook. El silencio del joven de cabellos claros lo atormentaba, haciéndole preguntarse una y otra vez si volvería a verlo. La falta de noticias, de una visita, de cualquier gesto de preocupación, lo llenó de angustia y desesperación. El amor que sentía por Jungkook se entrelazaba con el miedo a perderlo para siempre, formando un nudo en su corazón que amenazaba con romperlo en pedazos.

Taehyung sabía en lo más profundo de su ser que la distancia que Jungkook había tomado era por la culpa que lo carcomía. La imagen de su amado amigo rompiendo sus manos bajo la orden del general lo perseguía día y noche, pero Taehyung no podía permitir que aquella barrera siguiera interponiéndose entre ellos. Era momento de enfrentar sus miedos y luchar por lo que realmente importaba.

Una fría noche, decidido a recuperar la amistad perdida, Taehyung se escabulló de su casa y se encaminó hacia el cuartel donde Jungkook debía encontrarse.

Cada paso era un desafío, cada callejón oscuro escondía peligros desconocidos, pero el deseo de reencontrarse con su amigo lo impulsaba hacia a seguir adelante.

El cielo nocturno le brindó cierta protección, permitiéndole camuflajearse entre las sombras y esquivar a los oficiales que patrullaban cerca de las calles. Con sigilo y determinación, Taehyung avanzó cuidadosamente, estando atento a cada sonido que pudiera delatar su presencia.

Finalmente, divisó el cuartel nazi y se encontró con un obstáculo inesperado.

Un grupo de oficiales conversaban animadamente en la entrada, haciendo guardia y bloqueando su camino.

Taehyung sintió el corazón latir con fuerza en su pecho, la adrenalina recorriendo todo su cuerpo mientras buscaba desesperadamente una forma de infiltrarse sin ser descubierto.

Fue entonces que sus ojos se posaron en una pequeña caseta que parecía ser el baño público de los oficiales.

Una idea brillante se formó en su mente y sin dudarlo, se adentró en el lugar.

En las duchas, localizó un perchero con uniformes colgados y supo que esa era su oportunidad para proceder con el plan. Con rapidez, se despojó de su ropa y se vistió con uno de los uniformes nazi. 

Una vez cumplido su cometido, se acomodó la vestimenta y salió del baño con la mirada fija en el suelo, evitando cualquier contacto visual que pudiera evidenciar su verdadera identidad.

—Oiga.

Taehyung sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar la voz grave de un hombre, por lo que se detuvo en seco con cada fibra de su ser temblando. Tuvo que obligarse a sí mismo a girarse para enfrentar cualquier problema que viniese. 

—Llevé esto adentro —ordenó el oficial, arrojándole una caja de balas con desdén.

Taehyung atrapó ágilmente la caja apretándola con fuerza, sintiendo el peso de la munición en sus manos. Recordó todas las vidas que se habían perdido, cada disparo resonando en su mente como un eco que no tenía fin.

Sin pronunciar palabra alguna, se inclinó levemente en señal de sumisión antes de continuar su camino con paso firme hacia el interior del cuartel.

El corazón de Taehyung latía con fuerza en su interior, agradeciendo haber podido pasar desapercibido ante los ojos vigilantes de los oficiales.

Finalmente, entró en una habitación segura y dejó caer la caja de balas con disgusto, rezando porque el sonido pasara desapercibido.

Pero la suerte parecía no estar de su lado...

—¿Quién anda ahí?

Escuchó otra vez una voz masculina cerca de donde estaba, sintiendo un extremo pánico que no iba a hacer capaz de controlar. Analizó con la vista algún rincón que pudiera ayudarlo a ocultarse, pero fue demasiado tarde, alguien lo atrapó en medio del acto. 

—Taehyung, ¿qué estás haciendo aquí?  —exclamó Jungkook, con una mirada de incredulidad y preocupación en sus ojos.

—Verás, yo...—intentó explicarse soltando una risita nerviosa. 

Jungkook lo interrumpió antes de que pudiera terminar la frase, lo cogió del brazo bruscamente, arrastrándolo lejos de ahí. El agitar de sus corazones resonó en el silencio del pasillo, sus pasos acelerados con adrenalina corriendo por sus venas.

Llegaron a un cuarto, el cual parecía pertenecerle a Jungkook. La tensión en el ambiente era palpable, volviéndose abrumante para ambos mientras se miraban fijamente sin decirse ni una sola palabra, buscando respuestas exactas en los ojos del otro.

—¡¿Te has vuelto loco?!—soltó Jungkook alterado, recibiendo varias punzadas en la cabeza.

La presencia de Taehyung en un lugar tan peligroso y estrictamente prohibido para los judíos lo enfureció demasiado.

El castaño lo miró fijamente, manteniendo una postura firme ante la evidente molestia de su amigo debido a su imprudencia.

—Si tu no venias por mí, yo iba a por ti—respondió Taehyung con absoluta confianza, como si estuviera bien seguro de sus acciones. 

Jungkook notó un brillo peculiar en los ojos de su amigo, los cuales parecían reflejar una claridad sorprendente que lo tomaron por sorpresa. 

—Podrías haber provocado tu propia muerte, ¿no lo pensaste siquiera? —exclamó Jungkook recriminándolo para que fuera consciente del nivel de peligro que había. 

Taehyung bajo la mirada por un instante, asumiendo su acto de irresponsabilidad y culpándose por haber puesto a Jungkook en una situación difícil.

—Solo quería volver a verte—susurró el castaño, revelando vulnerabilidad en su voz.

El impacto de esas simples palabras se esparció por todo el cuarto, dejando a Jungkook sin aliento. La pureza y sinceridad con la que Taehyung expresaba sus sentimientos lo sacudieron de golpe, obligándolo a recordar el profundo lazo que siempre los había mantenido unidos. Sin embargo, Jungkook no iba permitir que su emoción le nublara el juicio, por lo que firmemente se recompuso. 

—No debiste haber venido—murmuró fastidiado, con una mezcla de frustración y tristeza.

Taehyung se estremeció ante la dureza de su respuesta, sintiendo como su amigo extendía una barrera entre los dos.

Una que necesitaba derrumbar en ese mismo instante. 

—¿Qué puedo hacer entonces?—preguntó Taehyung, su voz temblorosa con algunas de sus emociones reprimidas—¿Quedarme en casa mientras siento que el mundo se desmorona a mi alrededor ¿Deambular por las calles infestada de cadáveres apilados? ¿Esperar a que me mate algún oficial por no cumplir con sus órdenes?—habló de forma atropellada, mostrando su desesperación—¡Lo único que me hacía falta en esos momentos tan horribles eras tú y te alejaste!—le reprochó su ausencia y su falta de simpatía al no comprender el dolor que había dejado atrás. 

Jungkook se encontró sin palabras ante la explosión de Taehyung, enfrentando la realidad de lo que había significado su partida para su amigo. 

—¡Me alejé porque no podía soportar la idea de verte siendo lastimado! —confesó Jungkook con voz quebrada, haciéndole entender cómo se había sentido en ese instante. 

Taehyung se abalanzó hacia Jungkook para atraparlo por el cuello de su uniforme, con llamas de rabia ardiendo dentro en su interior. 

—¿Dónde está el Jungkook valiente que conocí?—Taehyung lo encara y le recrimina su actitud cobarde, tomando en cuenta que su amigo había cambiado—No quiero perder lo último que me queda de ti.

No fue hasta que Jungkook experimentó de la peor manera, porque podía conllevar el seguir conservando una relación cercana con un judío. No después de haber visto a su mejor amigo en aquel estado por su culpa. 

—En cuanto vio tu pasión y tus manos siendo destruidas, se quebró en segundos—susurró Jungkook lentamente, su voz cargada de pesar y remordimiento.

La habitación se llenó de dolorosas confesiones, de palabras guardadas que necesitaban sacar a la luz para demostrar el dolor compartido que mantenían en medio de la tragedia.

Taehyung lo soltó con suavidad al comprender mejor su posición. 

—Jungkook —Taehyung hablo con un gesto delicado, posando un dedo en los labios de su amigo para silenciarlo—Debes dejar de atormentarte por lo que ocurrió. Tú hiciste lo que debías para protegernos a ambos.

Jungkook sintió un nudo en su garganta, la culpa apretando su pecho con fuerza, pero las palabras de Taehyung fueron como un bálsamo para su alma herida. Le transmitió una serenidad que calmó el tumulto emocional que envolvía a Jungkook.

—Taehyung, yo... —intentó hablar, pero Taehyung le interrumpió tomando su mano y colocándola en su rostro con ternura.

—No más palabras, solo escucha —dijo Taehyung con una voz aguda y llena de anhelo—. He sufrido todos estos meses sin ti, Jungkook. Tu ausencia ha sido un dolor que no puedo ser capaz de describir, aunque quisiera. 

Los ojos de Jungkook se cristalizaron con la intención de derramar algunas lágrimas debido a la tristeza que luchaba por salir a la superficie. Las palabras de Taehyung lo inundaron en una calidez reconfortante, en una sensación de ser amado incondicionalmente.

—Taehyung... —susurró Jungkook, sintiendo la mano de su amigo acariciar su rostro con cariño—¿Realmente me quieres a tu lado?

El castaño no dudó ni por un segundo en dar una respuesta directa y sincera, sin máscaras ni reservas.

—Sí, te quiero conmigo —aseguró con una felicidad plena que iluminaba todo a su alrededor. 

Se miraron a los ojos, compartiendo un instante silencioso. Entrelazaron sus manos, sintiendo la conexión vibrante que los unía, más fuerte que cualquier palabra. El mundo a su alrededor parecía desvanecerse, dejándolos solos en un espacio íntimo donde solo ellos dos existían. 

Sin pensarlo, sus rostros se acercaron, sus narices rozándose suavemente en un gesto íntimo y revelador. Podían sentir el calor mutuo de sus cuerpos, la electricidad que los envolvía en una danza única y emocionante.

Y entonces, casi sin darse cuenta, sus labios ya estaban a centímetros de distancia, vibrando con la promesa de un beso esperado. La tensión entre ellos era palpable, la química y la complicidad tejiendo un lazo invisible que los ataba aún más.

En ese instante, en esa pequeña habitación llena de emociones encontradas, Taehyung y Jungkook se hallaron el uno al otro de una manera nueva y profunda, listos para explorarse. 

—Me siento un poco mareado...—le confiesa Taehyung en un pequeño susurro, su aliento cálido rozando la piel de Jungkook, quien podía sentir el nerviosismo palpitar en el corazón de su amigo.

—Yo también lo siento...—respondió Jungkook sintiéndose de la misma forma que el castaño. 

Sus labios se encontraron en un beso torpe e inocente, como si estuvieran dispuestos a pisar un territorio desconocido y al mismo tiempo reconfortante. 

—Esto, no está bien ¿no?—Taehyung se separó, sus labios húmedos y su mirada llena de confusión y deseos reprimidos.

La habitación parecía vibrar con la intensidad de aquellas emociones reprimidas de tantos años. La tensión a flor de piel cargada de expectativa se cernía sobre ambos. 

—Ya no sé lo que está bien y lo que no, solo quiero dejarme llevar—murmuró Jungkook rompiendo finalmente la barrera que tanto se había esforzado por mantener.

Volvieron a acercar sus rostros para besarse de nuevo, esta vez con pasión desbordante. Como un baile ardiente y desesperado, que en cuestión de segundos conllevó a despojarse de sus prendas con lentitud. Cada centímetro de piel al descubierto les fue gratificante revelarlo. 

El lugar se llenó con el sonido de sus gemidos y susurros entrecortados, los latidos acelerados de sus corazones marcando el ritmo de su unión. Entregándose el uno al otro en un acto de amor y pasión desenfrenada, sin importar las circunstancias o las consecuencias que podían llegar. 

El brillo de la luna que se filtraba por la ventana, iluminó sus cuerpos desnudos sobre la cama en un abrazo íntimo.

En ese momento, todo parecía cobrar sentido y los miedos y las dudas se disiparon en cuestión de segundos, dejando solo un espacio para el amor y la conexión que había por fin encontrado. Los corazones de Taehyung y Jungkook latían con fuerza, como si estuvieran a punto de estallar. Cada mirada, cada gesto, cada respiración los llenaba de energía eléctrica. Tan sólo una chispa, encendía un fuego ardiente que era capaz de consumirlos a ambos.

Jungkook acariciaba la piel canela de Taehyung con cuidado, dejando un tierno beso en cada una de sus cicatrices, como si cada roce fuera sagrado. El castaño sentía la suavidad de los dedos contrarios, brindándole una dulce calidez que era extremadamente embriagante.

Se dejó llevar por la corriente de sensaciones que lo invadían, por la emoción desbordante de tener a Jungkook tan cerca suyo.

Las manos de Taehyung aprovecharon todo lo que pudieron para recorrer todo el cuerpo de Jungkook con delicadeza, como si quisiera grabar en su mente cada rincón

Esos besos que compartían fue como apreciar un choque de mundos que se funcionaban entre sí, uniendo sus almas de por vida. 

Sus sentimientos, que habían permanecido ocultos por tanto tiempo, finalmente se manifestaron en esta ocasión especial, mostrando una felicidad inigualable.

Un pacto de amor que parecía inquebrantable.

















Anoche había sido la mejor experiencia que Jungkook había tenido, nunca llegó a imaginarse que su mejor amigo Taehyung iba a convertirse ahora en su amante. Ni siquiera le importaba el hecho de que fuese un hombre, simplemente estaba enamorado de quien era realmente y de todo lo que podía ofrecerle.

Jungkook despertó con el corazón aún acelerado, rememorando una y otra vez todo lo que anteriormente habían disfrutado.

—Buenos días...—Jungkook soltó un largo bostezo soñoliento.

Extendió su mano para palpar el otro lado que Taehyung debía estar cubriendo. Más no notó su presencia por mucho que intentó buscar en aquel espacio.

Abrió los ojos lentamente con la esperanza de toparse con el castaño en otra parte de la habitación, pero sólo pudo encontrar un vacío que lo llenó de máxima preocupación. La ausencia de Taehyung lo abrumo de repente, provocando que se levantará de un salto que lo hizo incorporarse. 

Rápidamente y sin pensarlo demasiado, se apresuró en vestirse para ir en su búsqueda. Cada prenda y cada movimiento que hacía, estaba impregnado de esa urgencia por encontrar al castaño. No podía sacarse de la cabeza la duda de saber que se había marchado, así como así sin avisarle de nada.

Una vez que estuvo listo, salió de la habitación apresuradamente esperando que nada malo fuera a pasar. Los minutos parecían eternos, el tiempo lentamente transcurría, aumentando cada vez más su preocupación.

Jungkook se detuvo secó al ver a varios pelotones de oficiales alistándose, como si estuvieran preparándose para algo que evidentemente no traía nada bueno.

—¿Qué está pasando aquí?—preguntó con voz temblorosa esperando que alguien pudiese explicarle.

Uno de ellos se acercó tras escuchar su confusión.

—La directiva del gobierno nos ha dado la orden de trasladar a todos los judíos a los campos de concentración—le avisa.

Jungkook sintió como su estómago revolverse, llenándolo de pánico. Conocía a la perfección las historias de horror dentro de aquellas instalaciones. Sabía muy bien lo que implicaba y no podía permitir por nada del mundo que Taehyung siguiera aquel terrible curso.

Mientras avanzaba con pasos acelerados, observó todo su alrededor, siendo testigo de cómo varias familias judías eran expulsadas del gueto. No entendían como podían llevar a tantas personas inocentes hacia un matadero. 

Corrió desesperadamente hacia la terminal de trenes, donde supuso que debía estar el castaño. La multitud que se agolpaba en la estación parecía un mar tumultuoso de rostros desconocidos que solo expresaban cierto terror.

Entre la muchedumbre, Jungkook logró visualizar la figura de Taehyung desde lo lejos.

—¡Taehyung! —pegó un grito alto para que fuese capaz de oírlo entre tanto bullicio.

Los ojos de Taehyung se posaron rápidamente en los suyos tras escucharlo, con una mezcla de sorpresa reflejada en su mirada. 

—¡Jungkook!—lo llamó el castaño con urgencia. 

Al sentir su voz, Jungkook no esperó ni un solo segundo más para abrirse paso entre la multitud. Su única meta era alcanzar a Taehyung antes de lo que obligasen a subir a ese tren.

En cuanto llegó a su lado, no dudó en tomarlo del brazo con tal de protegerlo de cualquier peligro que pudiera amenazarlos. Sus miradas conectaron en un instante, sin necesidad de palabras, se abrazaron con fuerza, como si supieran que el mundo que lo rodeaba estaba en su contra. El tiempo se detuvo de repente, como si le hubieran puesto pausa a todo su alrededor, incluso el ruido de la estación se desvaneció en el aire. 

—Gracias al cielo—suspiró Jungkook en medio del abrazo, aferrándose más fuerte que nunca al castaño—Sígueme—le pidió mirándolo.

Tiró de su brazo para alejarlo de aquel sitio con el objetivo de ponerse a salvo de inmediato. 

—Espera no—Taehyung lo detuvo con angustia—Estoy buscando a mis padres y a mi hermano—le comunicó con un tono de dolor en sus palabras, haciéndole saber que lo habían separado de su familia.

A pesar de que Jungkook entendió su aflicción, sabía perfectamente que la situación estaba resultando muy grave como para pensar en cosas ajenas a ellos dos. 

—No hay tiempo para eso—respondió Jungkook con voz ruda cegado por la desesperación que lo consumía, haciéndolo actuar de forma impulsiva.

No pensó mucho en lo que le había dicho. Tomó a Taehyung con más fuerza, decidido a llevarlo lejos de allí, hacia un lugar más seguro. 

—¿Qué?—Taehyung sintió una punzada dolorosa que aplastó su pecho ante ese cruel comentario—Jungkook, para—le ordena con evidente molestia. 

—Huyamos lejos de aquí Taehyung—le ruega, otra vez jalándolo.

—¡Dije que pares!—exclamó Taehyung alterado y apartándose rápidamente para mirarlo con rabia y dolor.

Jungkook se vio realmente afectado por aquellas palabras, sintiendo el rechazo de Taehyung tras su intento desesperado de salvarlo. 

—Taehyung... —balbuceo Jungkook desorientado, sin saber a qué había venido aquel cambio de actitud.

Los ojos de Taehyung parecían atravesarlo. 

—Jungkook...no puedo acompañarte—le dijo con voz quebrada.

El mundo de Jungkook se demoró ante tal inesperada confesión. 

—Taehyung, ¿qué estás diciendo?—tartamudeó con nerviosismo, esperando a que solo se tratará de una broma—¿Es que anoche, no significó nada para ti?

Jungkook retrocedió para tratar de asimilarlo. No estaba de acuerdo con la manera egoísta en la que Taehyung se estaba comportando. Ya sabía que sus sentimientos habían sido correspondidos, por lo que no comprendió con exactitud que estaba pasando por su mente como para que le revirara de tal forma. 

—No tienes idea de lo que significó para mí, pero no puedo huir contigo—le explicó, revelando la amargura de su propia decisión—Aceptar tu oferta significaría alejarme de mi familia, de ponernos en peligro tanto a mi como a ti. Estoy condenado a vivir este camino y no lo quiero para ti—está decidido a afrontar su destino sea como sea.

No podía creer que Taehyung estuviera dispuesto a sacrificar su amor y su felicidad por el bienestar de su familia.

El corazón de Jungkook se detuvo de golpe. 

—No digas eso Taehyung, por favor, ven conmigo y enfrentemos esto juntos. Te prometo que voy a protegerte y que lo nuestro va a prevalecer—le suplicó, intentando hacerlo razonar.

Taehyung desvío su mirada, haciendo todo lo posible por tragarse su tristeza. Sabía que la decisión que había tomado iba a causarle gran dolor a Jungkook. Sin embargo, necesitaba quedarse junto con su familia para cuidarla, incluso si eso significa renunciar a su amado, a quien que tanto había anhelado. 

—¿Y quién te va a proteger a ti cuando estés en peligro, Jungkook?—comentó Taehyung con una claridad devastadora—Nuestro amor floreció por un breve instante y admito que fue mágico. Pero...no estamos en el lugar, ni en el momento adecuado como para que hacer que crezca.

La realidad de aquella situación los atormentaba. 

—No Taehyung, no puedo soportar la idea de perderte, como voy a poder continuar mi vida así—le implora que se detenga, que acabe de una buena vez con su sufrimiento.

Quería hacer todo lo posible por hacerlo cambiar de opinión, incluso si fuera en vano. 

—Jungkook, tienes que respetar mi elección—expresó Taehyung con determinación sin desistir de aquella idea.

Fue entonces cuando Jungkook se sintió verdaderamente atrapado entre el amor que sentía por Taehyung y la imposibilidad de retenerlo. En medio de aquella desolación, la única certeza que tenía era que el dolor de la separación iba a ser difícil de sobrellevar. 

—¿Cómo puedes hacernos esto, acaso no sabes cómo me siento?—cuestionó Jungkook en un débil susurro, cayendo poco a poco en un abismo.

—Tú no sabes como yo me estoy sintiendo al elegirlo por mi cuenta—respondió Taehyung con ojos llenos de tristeza. 

Ambos estaban sufriendo, cada uno por su lado, sentía como sus almas se desgarraban por completo. Lágrimas comenzaron a deslizarse de sus mejillas con profundo lamento. 

—No, Taehyung, no por favor—suplicó con voz entrecortada—No me hagas esto.

El castaño tomó su mano con suavidad para consolarlo en medio de aquella despedida inevitable. 

—Jungkook, siento que no pueda acompañarte físicamente, pero mi amor estará contigo, velando por ti en cada paso que estés dispuesto a dar—le aseguró con ternura. 

—No te vayas Taehyung...—Jungkook le imploró una vez más para detenerlo. 

Taehyung sabía muy bien el camino que había tomado y ya no podía retroceder. 

—Sé que es mucho pedirte pero, ¿puedes hacerme un último favor?—necesitaba que cumpliera fielmente con su pedido—Entrega tu corazón en la batalla Jungkook, te aseguró que el mío latera en sintonía con el tuyo donde quiera que estés—colocó una de sus manos justamente en el pecho contrario para escuchar su frenético palpitar—Lleva siempre esto contigo para que no olvides esta promesa, ¿de acuerdo? 

Taehyung se quitó el medallón de su cuello, donde había guardado una foto suya como recuerdo, uno que Jungkook lleve siempre consigo.

—Taehyung, como puedes irte cuando me acabo de dar cuenta de lo mucho que me gustas—expresó el expresó el de cabellos claros, mostrando a flote sus sentimientos más sinceros—De lo enamorado que estoy de ti—apretó el medallón plateado, sintiendo del amor que ambos compartían.

Taehyung se estremeció ante las palabras tan cálidas de Jungkook, sintiendo como lo envolvía una ráfaga de calor intenso.

—Lo siento tanto...Jungkook—murmuró entre sollozos con lágrimas brotando sin control de sus cristalinos zafiros. 

Taehyung no podía huir con Jungkook por más que lo deseara, su principal prioridad era permanecer junto con su familia como diera lugar.

El amor que sentían no podía permanecer intacto...

En un gesto de gratitud, Taehyung se acercó a Jungkook y lo abrazó con fuerza, como si quisiera quedarse eternamente en sus brazos con tal de evitar su partida.

—Te amo, Jungkook—confesó abiertamente el castaño.

Jungkook se separó lentamente del abrazo, mirando a Taehyung a los ojos con una intensidad conmovedora

—Yo también te amo Taehyung—respondió, antes de fundirse en un beso apasionado como un último acto de amor entre dos almas destinadas a separarse.

Jungkook finalmente vio a Taehyung alejarse en el tren, desapareciendo poco a poco de su campo visual mientras apretaba con fuerza su medallón. 

El dolor de la separación era abrumante, pero el amor que una vez sintieron los fortaleció de gran manera, impulsando a sus corazones a seguir luchando, con la promesa de... 


Sobrevivir para seguir amando










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