✡ 02 ✡

En aquel hermoso prado verde la maleza y las flores parecían danzar al compás del viento que jugueteaba entre las ramas de los árboles. Las hojas eran tiernamente acariciadas por una suave brisa helada, pero extrañamente al mismo tiempo algo cálida. La claridad de los rayos del sol aumentaba los vibrantes colores de las flores, llenando el prado de vida. Nunca se había sentido tan poderoso, tan mágico, tan lleno de luz. En ese parque prosperaba una atmosfera de serenidad que envolvía todo el paisaje natural. Jungkook había olvidado por completo las sensaciones que le aportaba ese sitio.

Fue entonces cuando la figura de Taehyung apareció de repente frente a Jungkook, con una sonrisa radiante que iluminaba aún más el entorno. Aquellos ojos azules que reflejaban la pureza y la alegría de su ser, guardaban un pedazo de cielo adentro. Jungkook quedó hipnotizado, sintiendo como su corazón se aceleraba con solo mirarlos, anhelando formar parte de ellos.

Taehyung corrió hacia Jungkook extendiendo sus manos con entusiasmo, sin quitar esa simpática sonrisa de su rostro. Como si hubiera encontrado un maravilloso tesoro. Las manos de Taehyung tomaron las de Jungkook con fuerza, reforzando así el agarre. El castaño entrelazo sus dedos con los de Jungkook de la forma más delicada posible, creando así una conexión que parecía trascender lo físico. El contacto de sus manos era reconfortante, familiar, como si estuvieran destinadas a estar unidas.

Disfrutando de aquella cercanía, una que Jungkook jamás imagino que le resultaría tan cómoda. 

De pronto, la tranquilidad del prado se vio interrumpida por un inoportuno cambio de clima en el ambiente. El cielo se oscureció de manera abrupta, ráfagas de viento helado sacudieron el lugar como gigantes olas chocando brutalmente. Sacudieron sus cuerpos a tal punto que casi los convierte en témpanos de hielo.

Se alzaron unas sombras siniestras entre la oscuridad. Adoptaron la forma de unas manos largas y aterradoras que les heló hasta la sangre. Las espeluznantes manos avanzaron rápidamente en dirección hacia ellos, atrapando a Taehyung. Lo arrastraron con intenciones de llevárselo lejos de Jungkook, quien se mantuvo sujetando al castaño para impedirles que lo alejaran de su lado. Luchó por retenerlo, aferrándose a él con desesperación, pero las fuerzas malignas eran demasiado poderosas. Su propia energía comenzó a cesar poco a poco, sintiendo como todo su cuerpo se debilitaba. Cuando llegó a su límite, Jungkook aflojó su agarre sin darse cuenta, viendo, así como Taehyung era absorbido ante sus ojos en la nada. La angustia lo invadió al ver como su amigo había desaparecido sin dejar rastro alguno. 

Jungkook despertó desconcertado en cuanto volvió en sí. Su mente y su cuerpo lucharon por deshacerse de aquellas malas energías que aún seguían rodando a su alrededor. Se sentó en la cama un tanto adormilado con tal de acomodarse y para procesar mejor aquel sueño que había experimentado. Más bien había resultado ser una pesadilla. En ningún momento se imaginó que su subconsciente le jugara una mala pasada, como si tuviera un conflicto interno que no podía ser capaz de manejar. La necesidad de mantener a Taehyung a salvo a pesar de la adversidad que habitaba, como también el miedo de perderlo por culpa de esos entes que podían interponerse en sus vidas si así lo deseaban.

No quería dejarse llevar por sus pensamientos negativos. No iba a dejar que por nada del mundo aquella pesadilla lo afectase de gran manera. Tan sólo había sido un mal sueño, uno que evitará que a toda costa que se vuelva realidad.

El sonido de unos golpes insistentes se escuchó en la puerta de su habitación.

—Oficial Jeon—una voz del otro lado lo sacó de su estado de shock. 

Se levantó de la cama de forma apresurada, y al abrir la puerta se encontró con uno de sus camaradas nazis, con el que de vez en cuando patrullaba las calles por la noche. No era precisamente el tipo de persona con el que habia establecido una amistad, puesto que no se ajustaba con los ideales de Jungkook. Era un hombre totalmente interesado en seguir las órdenes dictadas por el régimen nazi. Sin importar cuales fuesen, las seguiría al pie de la letra. 

—Nos acaban de informar que debemos trasladar a los judíos a un área especial—anunció con extrema seriedad sin pestañar o mover un músculo—Es necesario que te unas al operativo cuanto antes—le comunica. 

Las palabras le salieron de forma tan mecánica que Jungkook pensó que recibía aquel mensaje de parte de un robot. Evitó soltar una carcajada al pensar en ello, hasta que finalmente procesó mejor la información que le habían dicho. Su mente se llenó de pensamientos confusos al no comprender cuál era el objetivo de aquella misión que le estaban asignando. No sabía con exactitud qué era lo que estaban tramando ahora sus superiores, pero se iba a encargar de averiguarlo. 

—¿Qué clase de área especial es esa?—Jungkook necesitaba descubrir de inmediato la verdad detrás de todo esto. Su curiosidad se intensificó aún más debido a la mención de trasladar a los judíos hacia otro sitio. 

El oficial sacó de los bolsillos de su abrigo un plano para enseñárselo. Jungkook tomó el papel y lo abrió enseguida para ver su contenido. Era una especie de mapa que detallaba la ubicación de una zona en específico con tinta roja. Fue entonces cuando Jungkook se puso en alerta. Analizó minuciosamente el lugar en el que iban a vivir los judíos. Los querían confinar a un gueto, mayormente conocido por ser un territorio de restricción que solo ocupará a toda la población judía. Significa, que estaban obligados a abandonar sus hogares, con el fin de arrebatarles parte de sus recuerdos y comodidades. Nada de lo que organizaba el régimen nazi traía algo bueno, Jungkook lo sabía de sobra. Dejar a los judíos sin el techo que tanto los acogió, solo era el principio. 

El rostro de Taehyung y su familia aparecieron en la mente de Jungkook, como una señal de que necesitaba avisarles sobre lo que estaba por suceder, antes de que otro oficial nazi vaya a expulsarlos. No dejaba de cuestionar las injusticias que estaban cometiendo contra personas inocentes, solo por su origen.

—Enseguida estoy listo—le confirmó a su compañero. 

Cerró la puerta tras la partida del contrario. 

Jungkook se quedó parado unos instantes, con la mirada perdida en el suelo. El peso de esta situación que acababa de conocer le oprimía el pecho en demasía. Sin embargo, dejó de lado sus pensamientos por un momento para enfocarse en lo que en verdad necesitaba hacer.

Se dirigió hacia al armario y tomó su uniforme con gestos automatizados, como si cada prenda lo fuera a asfixiar. Se vistió con rapidez, ajustando cada boto con solemnidad, sintiendo como la tela rígida se adhería a su piel, marcando la distancia entre su persona y sus convicciones. Abrochó el cinturón de sus pantalones para luego ponerse seguidamente las botas. 

Una vez listo, comprobó el estado de su vestimenta frente a un espejo. Observó con detenimiento su reflejo con una expresión sombría, sintiendo vergüenza de sí mismo al representar a un grupo tan opresor. 

Sin más demora, Jungkook se encaminó hacia la casa de Taehyung con pasos rápidos y decisivos. Cada calle que cruzaba parecía llenarse de sombras, reflejando la tormenta interna que agitaba su mente. El viento soplaba frío, como si el mundo compartiera la sensación de desasosiego que lo invadía. Se mantuvo en constante agitación, pensando en mil y un maneras de ayudar a su amigo y a su familia cuando los llevasen al gueto.

Al llegar a casa de su amigo, se detuvo un momento para recobrar el aliento y reunir el coraje necesario para decirle lo que le habían dicho esta mañana. No tenía ni la mejor idea de cómo iba a empezar a hablar del tema, pero necesitaba de alguna manera enfrentar la situación que se avecinaba. Respiró profundamente y golpeó la puerta con determinación, esperando encontrar a Taehyung y su familia preparados para lo que vendría. El sonido de sus nudillos contra la madera resonó por la calle, que ya comenzaba a ser invadida por pelotones de oficiales nazis, preparados para ejecutar la misión que les había sido encomendada.

Bajo la mirada de un cielo densamente nublado, Jungkook aguardaba con el corazón en un puño y la mente llena de pensamientos tumultuosos que solo conseguían ponerlo incluso más nervioso. Se tomó unos segundos para respirar hondo y reunir el coraje necesario para abordar el delicado tema que lo había llevado hasta allí. 

Estaba preparado para cumplir su propio papel en esta misión. 

En cuanto la puerta enfrente suyo se abrió de par en par, Jungkook se sorprendió al ser recibido por el hermano mayor de Taehyung. Era como observar una versión más adulta de Taehyung. Sin mal no recordaba, su nombre era Baekhyung. Nunca habían tenido antes la oportunidad de interactuar, en realidad era Taehyung quien siempre solía mencionarlo en ciertas ocasiones. Sintió pesar al hacer algo de memoria, cuando un día Taehyung le contó que a su hermano le prohibieron poner un pie de nuevo en la Universidad por su condición como judío. No pudo graduarse ni especializarse en la carrera a la que tanto había estado aspirando.

Baekhyung se le quedó mirando a Jungkook unos segundos con cierta curiosidad. Un momento demasiado incómodo se instaló de repente entre ellos.

Baekhyung no sabía prácticamente nada de Jungkook, como él tampoco sabía nada del hermano de Taehyung. Ambos eran unos completos desconocidos, aunque si algo compartían en común, era el aprecio y el cariño que sentían por Taehyung. El pelinegro no pudo olvidar las palabras que su padre ayer le había dicho sobre los riegos que Jungkook podía representar. Cosa que también preocupaba a Baekhyung. Sabía que Jungkook no era una mala influencia para su hermano, pero si era alguien con quien podía correr peligro. A pesar de su pobre empatía hacia Jungkook, sabía que era un chico muy importante en la vida de Taehyung, y no quería interponerse en la felicidad de su hermano, aunque tuviera ciertas reservas para Jungkook por ser un oficial nazi.

Una vez que Baekhyung reflexionó mejor las cosas, se apartó a un lado de la puerta, optando por darle la bienvenida e invitándolo a entrar, cerrando la puerta detrás de él con un sentido de precaución palpable en el ambiente. 

—Taehyung, tienes visita—anunció Baekhyung con tono firme, alertando a su hermano sobre la presencia de una alguien.

—Enseguida voy—respondió Taehyung desde el interior. 

Jungkook soltó una risita nerviosa al escuchar la voz de Taehyung resonando con alegría y anticipación por toda la casa. No sabía por qué le resultaba tan gracioso todo lo que hacía o decía el castaño. Algo estaba mal con Jungkook definitivamente, sentía una mezcla de emociones, por lo que pensaba que se había vuelto loco. Baekhyung incluso no dudó en mirarlo de reojo cuando lo vio riéndose en silencio.

La casa de Taehyung era realmente acogedora, Jungkook se quedó impresionado por la decoración minimalista y hogareña que se extendía por el modesto pasillo del salón principal. Las paredes estaban adornadas con fotografías de la familia, donde se destacaba la sonrisa radiante del castaño en cada una de ellas. Los retratos evidenciaban el amor y la unión de los Kim. Todo el ambiente estaba impregnado, Jungkook lo podía notar. Llegó a sentir una sensación de nostalgia al recordar su propia infancia, tan lejana y diferente de la calidez que podía percibir en aquel lugar. 

El sonido de unos pasos acelerados sacó a Jungkook de su ensimismamiento. Revelando así a un Taehyung un tanto apresurado bajando por unas escaleras que conectaban con el piso de arriba.

Taehyung levantó la mirada, encontrándose con la Jungkook, una chispa de complicidad brilló intensamente, como si ambos compartieran un secreto que solo ellos entendían.

—¡¿Jungkook!?—abrió los ojos y la boca al ver a su amigo dentro de su casa, algo que jamás había pasado—¿Qué haces aquí?—se quedó pasmado sin poder creerse aun lo que veía.

De las veces que Jungkook había visitado su casa, simplemente había sido para acompañarlo. A pesar de su estrecha amistad de años, el de cabellos claros jamás quiso entrar. En aquel entonces Jungkook le expresó que no quería buscarle problemas a Taehyung o a su familia, puesto que podría representar riesgo debido a su posición. En estos tiempos turbulentos bajo la oscuridad de la guerra y la persecución de la comunidad judía, Jungkook se negaba en ponerlos en peligro.

Inesperadamente, Jungkook rompió aquella regla que a sí mismo se había impuesto, con tal de ayudarlos. 

—Taehyung—la voz de Jungkook sonó tan seria que Taehyung comenzó a ponerse extremadamente nervioso—Tengo malas noticias—confesó de forma directa sin darle mucho rodeo. Miró por un segundo su alrededor antes de continuar—Van a deportar a todos los judíos a un gueto.

Taehyung cerró los ojos por un instante al sentir como su cuerpo temblaba, un hormigueo de miedo se instaló en su corazón. Apretó sus manos con fuerza al igual que sus dientes, luchando por mantener la compostura frente aquella devastadora noticia. 

—No puede ser, que vamos a hacer—apareció la señora Kim de repente en el salón, luciendo realmente afligida después de haberlo escuchado todo.

La madre de Taehyung no pudo aguantar la angustia que desde hacía un bueno tiempo había estado reteniendo. Unas cuantas lágrimas se deslizaron cerca de su rostro.

Baekhyung se acercó a su madre para brindarle un abrazo de consuelo al verla en ese estado.

La idea de ser separados de su hogar y de todo lo que alguna vez conocieron durante el transcurso de sus vidas, no dejaba de atormentarles. Los alemanes no se habían sentido lo suficientemente satisfechos al excluirlos de la sociedad, sino también deseaban arrebatarles sus pertenencias y privarlos de su libertad, aprisionándolos en un lugar en el que ni siquiera saben cómo serán capaces de seguir sobreviviendo. 

—Ya saben que si no respetan los decretos que son impuestos significa la pena de muerte—Jungkook les recordó con tono firme las consecuencias que se debían pagar sino obedecían las órdenes del régimen nazi. 

Todos y cada uno de los judíos que vivían en Europa, no tenían otra opción, estaban obligados a seguir las leyes dictadas por los alemanes. No tenía derecho ni voto propio para rehusarse, por lo que tendrían que irse lo más pronto posible de allí. 

Taehyung se quedó atónito, sin saber cómo reaccionar, solo formulaba preguntas en su mente ¿Cómo podrían vivir en un gueto siendo alejados de todo lo que amaban? 

—¿Oh dios mío, que será de nosotros?—sollozó la señora Kim llena de desesperación, a lo que su hijo mayor reforzó su abrazo para tratar de calmarla. 

Ni siquiera sabían a lo que estaban a punto de enfrentarse. ¿En dónde iban a instalarse, qué iban a comer, de qué forma ganarían dinero? No podían parar de imaginarse en qué clase de condiciones iban a estar allí dentro. La incertidumbre se cernía sobre ellos, envolviéndolos en una nube de tristeza y ansiedad. 

Taehyung alejó sus malos pensamientos al sentir la reconfortante mano de Jungkook sobre su hombro. Lo apretó con fuerza para transmitirle todo su apoyo incondicional. Como pudo olvidarse quien estaba a su lado en ese momento. Jungkook le prometió que estarían cuidándose y apoyándose mutuamente, agradecía tener a alguien tan valiente y leal a su lado. Estaban seguros de que lograrían resistir contra la injusticia y la crueldad que los rodeaba. El futuro era incierto, pero juntos iban a enfrentar los desafíos venideros, se extenderían la mano en cada difícil situación para aferrarse a la esperanza de cambiar el mundo. 

—Por ahora recojan todo lo que puedan llevarse y asegúrense de esconder todo lo que tengan aquí de valor—les aconsejó Jungkook para que empezarán urgentemente a actuar sin demora. 

El tiempo transcurría y no podían darse el lujo de desperdiciar ni un solo minuto, necesitaban los más pronto posible preparar todo para su nuevo viaje. 

—Baekhyung ayuda a mamá en todo lo posible a empacar—le ordenó Taehyung a su hermano mayor—Yo iré a avisarle a papá que debe estar en su estudio.

El señor Kim todavía no sabía de esta noticia, por lo que seguramente iba a causarle bastante dolor. No podían permitirse perder más tiempo ante la amenaza que tenían sobre ellos. 

—De acuerdo—Baekhyung le hizo caso sin cuestionar.

Mientras tanto, su madre secó sus lágrimas con una de sus manos para recomponerse y se marchó escaleras arriba junto con su hijo mayor para comenzar a organizar todo lo que debían llevarse consigo. 

—Taehyung—lo llama Jungkook aproximándose hacia donde estaba para quedar un poco más cerca de su rostro—En cuanto lleguen al gueto, haré todo lo que este a mi alcance para asegurarte un buen puesto que te garantice dinero. Así que por favor—pidió débilmente, haciendo todo lo posible por no dejarse llevar por sus emociones—Resiste lo mejor que puedas—le suplicó con ternura que se mantuviera fuerte, ante todo. 

Taehyung asintió con determinación, demostrando que estaba dispuesto a afrontar lo que fuese necesario. Jungkook se despegó del castaño con la intención de retirarse, a lo que Taehyung tomó su mano para detener sus pasos. 

—¿Y tú? ¿Qué tienes planeado hacer? —Taehyung sintió curiosidad por saber a qué venía tanta prisa de su parte, incluso pensó que Jungkook lo ayudaría a recoger algunas cosas mientras tanto.

Al notar el contacto de sus manos entrelazadas, Jungkook no pudo evitar acordarse del sueño que había tenido con él esta mañana. Su corazón empezó a latir frenéticamente, como un tren desbocado sin una dirección fija. Reforzó su agarre y acarició con uno de sus dedos los de Taehyung, brindándole así unos tiernos cariños para reconfortarlo con ese gesto. 

—Priorizar lo más valioso que tengo—le dejó saber con una incandescente sonrisa. 

Y con esa simple respuesta, Taehyung sintió sus mejillas picar sin explicación alguna.














Los judíos fueron deportados a los guetos como parte de la política de persecución llevada a cabo por el gobierno de Hitler. Levantaron muros y rodearon a toda la población con tal de encerrarlos, como a unos animales dentro de un corral.

Al menos los judíos pudieron llevarse consigo algunas pertenencias personales, como: ropa, utensilios básicos, objetos de valor que podían intercambiar por comida u otros bienes. Con el pasar de las semanas, las condiciones de vida en el gueto se volvieron extremadamente precarias y las libertades básicas fueron severamente limitadas. Establecieron las viviendas de los judíos en espacios urbanos, donde se notaba la falta de alimentos, la falta de agua potable y la falta de saneamiento, lo que provocó que enfermedades y virus se intensificaran más. Tenían que vivir en situaciones de extrema necesidad y pobreza.

Estaban sujetos a un control estricto por parte de las autoridades nazis, y se les prohibía salir de los confines del gueto sin permiso. La mayoría de los judíos estaban desempleados, por lo cual se vieron obligados a trabajar en condiciones forzadas, como en fábricas o talleres. A pesar de las difíciles circunstancias, algunos lograron encontrar formas de resistir y mantener su dignidad y esperanza.

Jungkook luchó incansablemente para ser asignado al pelotón encargado de patrullar el distrito de los judíos. Anhelaba poder ayudar de alguna manera a Taehyung y su familia. Una vez que Jungkook consiguió el puesto, no perdió el tiempo y buscó a un señor judío bastante acomodado, con la esperanza de negociar. El señor judío por suerte mostró amabilidad y disposición al escucharlo. Tras una conversación seria e intensa, lograron llegar a un acuerdo para permitir que Taehyung tocará el saxofón en el restaurante del señor judío. De esa forma su amigo podría conseguir algo de dinero para mantener a su familia. 

Taehyung nunca supo de aquel plan organizado, por esa razón le tomó de sorpresa que un hombre desconocido lo contratase como músico. Aceptó con gusto aquella inesperada oportunidad sin pensar en nada más. 

El restaurante del gueto se convirtió en un refugio de armonía, consiguió bastante éxito a pesar de todo. Taehyung tocó el saxofón con entusiasmo, sin importar lo que estaban viviendo todos en medio de la guerra. Su mente por momentos olvidaba lo que era estar enjaulado, gracias a esas hermosas melodías que podía transmitir con su instrumento, sentía que volaba lejos de allí. El restaurante para el que Taehyung trabajaba era un local pequeño, pero acogedor, con varias mesas para los clientes. También incluía una parte dedicada solo para el puesto de Taehyung, logrando con su música que todos los comensales disfrutarán de un buen ambiente. Se sentía realmente satisfecho al ver tantos rostros iluminados debido a su talento. A pesar del cansancio que algunos cargaban, se notaba lo realmente agradecidos que estaban. 

Una noche mientras Jungkook cumplía con sus labores de patrullaje en las angostas calles del gueto, se escapó sigilosamente para ver a Taehyung.

Sus cinco sentidos se mantuvieron en alerta, observando cada rincón en busca del restaurante donde el castaño trabajaba.

Finalmente, luego de unos cuantos minutos, logró divisar el local. Desde afuera pudo ver las mesas ocupadas por personas hambrientas, esperando algo más que comida.

Al entrar en el restaurante, Jungkook se fijó en el estilo sencillo que este tenía, aunque al mismo tiempo se veía algo elegante con esas luces tenues que resultaban todo el comedor. El aroma de la comida en el aire, se coló a través de las fosas nasales de Jungkook, apreciando el agradable olor esparcido. 

El suave sonido del saxofón de Taehyung envolvía el lugar, creando entre tanta desolación, una atmósfera realmente cálida y alegre. El castaño estaba completamente absorto en su música, con los ojos cerrados y con una expresión de concentración máxima para no fallar en ninguna nota.

Jungkook encontró un rincón discreto para observar a Taehyung sin ser visto. Sus ojos brillaron con tanta intensidad cuando miró con orgullo a su amigo.

El contraste entre la belleza de la música y la realidad dura en la que vivían era abrumante, pero Taehyung de aferraba con anhelo a su arte como un rayo de esperanza en medio de la oscuridad.

Pasadas las horas, Taehyung detuvo finalmente su actuación para poder irse a casa. Guardó su instrumento en su estuche correspondiente para luego despedirse de su gerente. 

—Creo que voy a necesitar su autógrafo joven judío—apareció Jungkook de repente por arte de magia en su campo de visión para gastarle una broma.

Taehyung pegó un salto en el lugar. 

—¡Mierda!—expresó Taehyung sobresaltado al verlo—Serás idiota, casi me muero del susto—le reclama por haberlo asustado, llevándose una mano directo a su pecho para comprobar los latidos de su corazón. 

—Entonces cumplí mi objetivo—celebró Jungkook con una gran sonrisa. 

Su intención en realidad no había sido esa, pero al menos le resultó divertido. 

—Jungkook, que bueno es verte de nuevo—Taehyung le brindó una sonrisa sincera, dándole gusto de verlo. 

Taehyung se habia quedado muy preocupado después de la última vez que se vieron. Sin recibir noticias o visitas de parte de su amigo, por lo que esté encuentro inesperado lo consiguió reconfortar bastante. 

—Me alegra también verte Taehyung—respondió Jungkook con el mismo entusiasmo—Estuve escuchando tú música escondidas y suenas increíble. Sé lo importante que es para ti volver a tocar—comenta Jungkook sin dejar de sonreír. 

Jungkook hizo todo lo posible para ayudar a Taehyung, especialmente después de los difíciles momentos que este pasó cuando los nazis cerraron el restaurante donde solía tocar antes.

Por fin había podido recuperar su sueño de vuelta. 

—¡Sabía que tuviste algo que ver con eso! —Taehyung estaba realmente agradecido con aquel favor que su amigo le había hecho!—De verdad, muchas gracias. 

—No es hay de que Taehyung—respondió Jungkook con humildad guiñándole un ojo. 

—Eres increíble de verdad—Taehyung lo siguió halagando, sabiendo perfectamente que Jungkook se merecía todo el crédito. 

No dejaba de sorprenderlo. 

—Ya te lo había dicho, es lo menos que puedo hacer—mencionó Jungkook como si no hubiera hecho la gran cosa—Y esto también—le extendió una bolsa de frutas para lo disfrutará junto con su familia.

Su amigo era un verdadero milagro que los dioses le habían otorgado. Su fiel ángel guardián que había dejado el cielo para resguardándolo entre sus alas. 

—Sinceramente, no sé cómo podré pagarte por todo esto—Taehyung se sintió abrumado por la generosidad que le ofrecía su amigo.

Jungkook pensó detenidamente en cómo mostrar su aprecio, sin estar muy seguro del porqué se le había ocurrido algo tan íntimo. 

—¿Qué tal un abrazo?—sugirió Jungkook con nerviosismo, sin saber cómo reaccionaría su amigo ante este pedido atrevido. 

Taehyung se quedó sin palabras.

Intentó procesar lo que Jungkook acababa de decirle de forma tan directa. 

—¿Abrazarnos, tu y yo?—Taehyung se quedó confundido con aquella idea—¿No sería raro?—cuestionó sin saber que hacer o suponer ante esto. 

No había razón para que Jungkook lo fuese a sentir fuera de lugar, eran amigos de años de todas maneras. Un simple e inocente abrazo de agradecimiento debía de ser lo más normal del mundo. Aunque nunca antes los habían compartido. 

—¿Raro por qué?—preguntó Jungkook sin entender, no era complicado y había confianza como para eso.

—No lo sé—dudó Taehyung—Pero bueno, creo que está bien...—finalmente acabó aceptando su petición sin pensarlo mucho. 

Taehyung y Jungkook se abrazaron animadamente durante buen rato, palmeando sus espaldas contrarias, hasta que se convirtieron poco a poco en tiernas caricias. Aquel gesto se transformó en algo muy especial para ambos. Marcando así una conexión más profunda mientras compartían una infinidad de emociones que nunca habían explorado. Aquellos sentimientos encontrados qué sentían mutuamente eran más que evidentes, sin embargo, los únicos que al parecer no podían reconocerlo, eran ellos mismos.

—Tengo que irme—dijo Jungkook con cariño, sintiéndose demasiado a gusto en ese abrazo.

Se separó suavemente de Taehyung para observarlo con más detenimiento y aprecio. 

—Nos veremos pronto—le hizo saber dándole un toque cariñoso a su frente con uno de sus dedos. 

—Cuento con ello—Taehyung le dejó saber que estaría esperando una de sus visitas. 

Se sintieron extrañamente confundidos por las vibraciones que sus cuerpos emitían por dentro. Lo cual se volvió realmente difícil descifrar que era lo que les pasaba.

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