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☞  Alemania


Cuando el humo sale de las chimeneas de algunos edificios y se elevan hacia el punto más alto del cielo, es imposible no darse cuenta de cómo lo cubre todo por completo. Parecen haberse desplegado unas inmensas cortinas, cargadas de nubes grises que obstaculizan la entrada de los rayos del sol. Ni siquiera el mismo se asoma para dar calor, ni tampoco proyecta su brillante luz para darle al ambiente algo de color. El frío ruge y el aire se siente extremadamente pesado, de tan sólo recibir una pequeña brisa se te puede congelar hasta el corazón. Mirar por todas partes y encontrar solamente almas desoladas vagando en silencio. Con miedo de soltar una mínima palabra de sus bocas o de realizar algún gesto insignificante que pueda ser malinterpretado.

Empezó un primero de septiembre de 1939, marcando así el inicio de una nueva etapa oscura, una segunda Guerra Mundial amenazó a todo el mundo. Siendo el pueblo judío las primeras víctimas de este acontecimiento.

Varios sucesos se produjeron después de la fecha expuesta. Los judíos que vivían en Alemania y otros países ocupados por los nazis, pasaron a convertirse en alimañas que necesitaban excluir de la sociedad.

Había alguien en particular que jamás estuvo de acuerdo con esta injusticia.

Jeon Jungkook era un joven alemán de veinte años que se incorporó en el ejército militar.

Más bien fue entregado por sus propios padres para que cumpliera con el deber de su país y hacerlos sentir orgullosos. Servir en el ejército siempre había sido una práctica común a largo de la historia. Pues se consideraba un honor defender a la nación en tiempos de guerra. También era una forma de adquirir reconocimiento social y prestigio. Por eso sus padres siempre tuvieron la brillante idea de incitarlo a que se uniera a la lucha, con el propósito de hacer famoso el apellido Jeon para acceder a ciertos beneficios.

Jungkook puso resistencia al principio por supuesto, pero fue prácticamente en vano, podían tachar a su familia de cobardes y traerles deshonra, algo que realmente no quería que pasará por muy frustrante que le pareciera.

Para cuando quiso darse cuenta, Jungkook ya vestía con el uniforme militar de un oficial nazi.

Incluía una chaqueta de color gris verdoso con cuello y solapas de color negro, pantalones a juego, unas botas de cuero altas y un gorro de visera. Llevaba puesto también unas insignias en las hombreras para identificar su rango y pertenencia al partido nazi. En el cual no estaba para nada orgullo de ser parte.

Jeon Jungkook se estaba enfrentando a una difícil situación. El gran rechazo que le hacía a los actos brutales cometidos por el nazismo demostraban su humanidad y empatía hacia el pueblo judío, a pesar de las presiones sociales y familiares que le habían sido impuestas.

Su mejor amigo de hace años incluso era un judío, por eso le fue inevitable no sentirse culpable con respecto a todo lo que sus camaradas alemanes hacían con tal de adquirir poder y control sobre los judíos.

Sin embargo, nunca pensó en quedarse cruzado de brazos.

Tomó la decisión de ayudar firmemente a su amigo judío a pesar del gran nivel de peligro que asechaba. Sus valores y la gran resistencia moral que traía consigo jamás dejaron que sucumbiera ante el caos.










Jungkook nuevamente observó con detenimiento que nadie estuviese por ninguno de sus alrededores. El aire que inhalaba y exhalaba con fuerza una y otra vez dejaba en claro su evidente nerviosismo, pero al menos eso no evitaba que aún se mantuviese en alerta.

Una vez que inspeccionó con la mirada la zona y vio todo absolutamente tranquilo, procedió a entrar en el interior de un edificio clausurado.

Ver todas esas mesas tiradas en el suelo junto con platos y cubiertos, le hicieron recordar cuan desastrosos podían ser los alemanes cuando se trataba de cerrar lugares a los que antes solían asistir los judíos. Una vez fue un bonito restaurante donde se servían exquisitos platos y eran degustados con música en vivo para embellecer aún más el ambiente. Ahora solo quedaban trozos de porcelana rota y comida esparcida por todas partes.

Se llevaron a cabo una oleada de violentos ataques contra negocios y propiedades judías, y este sitio fue uno de los tantos que sufrió tal atrocidad.

Su mejor amigo durante un tiempo trabajó como parte de una banda en el escenario de aquel restaurante, gracias a sus buenas habilidades con el saxofón. Muchas veces compartió con el público algunas composiciones personales para darse a conocer, sin embargo, su sueño se vio repentinamente interrumpido cuando le cerraron el negocio a su jefe.

—Se nota que las cosas están empeorando cada vez más—la voz masculina de su mejor amigo llamó su atención, provocando que su mirada se dirigiera en su dirección.

Kim Taehyung, así se llamaba su mejor amigo judío, a quien apenas le permitían deambular por las calles cuando se le antojaba. Por esa razón escogieron este edificio clausurado como escondite, con tal de mantener sus encuentros en secretos y fuera de la vista del ejército alemán.

—Me temo que si—afirmó Jungkook con frustración, recibiendo otra vez un peso sobre sus hombros.

Jungkook conoció a Taehyung en la etapa de su niñez y no les resultó complicado convertirse en amigos. Después de todo, vivieron en el mismo vecindario y asistieron a la misma escuela. Aunque Taehyung era judío, tanto él como su familia eran residentes de Alemania, así que podría decirse que se consideraban alemanes-judíos.

A pesar de sus diferencias culturales y religiosas, encontraron en la amistad una conexión especial. A medida que pasaron los años, siguieron creciendo y fortaleciendo aún más el lazo que compartían. Se pasaban horas explorando en tiendas y parques, de vez en cuando hasta se metían en problemas y eran luego severamente castigados.

La familia de Jungkook nunca quiso involucrarse realmente con la de Taehyung, tenían algunos prejuicios contra la religión judía que desde siglos aún mantenían. Esto ocasionó que en algunas circunstancias a Jungkook se le prohibiera volver a verlo. Hasta osaron con encerrarlo dentro de su habitación varias veces sin comida por horas para darle una lección. Sin embargo, Jungkook jamás se rindió ante tales amenazas. Nada le impedía regresar con Taehyung, aunque tuviera que escabullirse o decir mentiras con tal de pasar tiempo con él.

Kim Taehyung se convirtió en un joven apuesto, fanático del jazz y adicto a componer canciones que estuvieran acorde con su instrumento. Volvía locas a las chicas cada vez que tocaba el saxofón y a Jungkook por, sobre todo, le fascinaba escuchar aquella sinfonía única y melodiosa.

La facilidad que tenían para compartir sus sueños y relatos más personales, construyeron poco a poco una relación de confianza y apoyo mutuo.

A medida que el panorama político en Europa se volvía cada vez más tenso debido a la guerra, su amistad empezó a verse en aprietos por las crecientes tensiones entre el régimen nazi y la comunidad judía. A pesar de tales presiones externas, su cariño y lealtad el uno por el otro se mantuvieron firmes.

—¿Cómo te encuentras?—preguntar algo como eso no era realmente bueno saberlo, pues suponía que al haber experimentado tanto tormento la respuesta ante eso será totalmente negativa. De todas formas, necesitaba que al menos le dijera algo, aunque fuese tan siquiera una mentira—¿Y tu familia?

Taehyung tenía la mirada perdida, aún seguía pegado a una ventana, mirando por un agujero hacia afuera para comprobar que tan miserable se había vuelto su vida.

En cuanto sintió una brisca helada en su rostro, se aportó de la ventana para caminar hacia donde se encontraba Jungkook. Su pelo castaño oscuro se veía algo despeinado, al igual que sus ojos azules lucían un tanto cansados.

—Están intentando esforzarse por no lucir afectados con todo esto—reveló.

Su familia estaba sufriendo, les habían quitado parte de sus propiedades y dinero, también les restringieron circular en áreas públicas que antes usaban para recrearse.

Ni despejar podían ya en ningún lugar, tan sólo se mantenían trancados en casa, con temor de salir a la calle hasta para comprar algo de comida.

El periódico donde trabajaba su padre como editor cerró, al igual que el banco donde su madre era contadora. Hasta a su propio hermano mayor le negaron la entrada a su Universidad, de la cual quería graduarse como profesor.

El régimen nazi en Alemania implementó una serie de decretos discriminatorios que limitaban los derechos civiles y sociales de los ciudadanos judíos. Taehyung y su familia habían vivido la mayor parte de su vida en Alemania, incluso el que fueran residentes alemanes, no quitaba el hecho de que seguían teniendo sangre judía. Por tanto, no se les permitió seguir con sus negocios ni trabajar en ciertas profesiones.

Taehyung acarició con nostalgia un medallón que siempre traía puesto en su cuello, recordando el día en que se lo dieron. Cerró los ojos y pudo sentir la calidez de sus dedos rozando la superficie lisa y fría del metal plateado.

Aquel medallón era más que un simple adorno para él, era un recordatorio de sus raíces.

Jungkook lo observó en silencio, preguntándose qué pensamientos pasaban por su mente en ese momento.

El brillo plateado del medallón parecía hipnotizar a Taehyung, como si estuviera atrapado en una solitaria dimensión.

Jungkook sintió la necesidad de romper aquel hechizo.

—¿Y tú como estas, Taehyung?—no pudo evitar darse cuenta que había esquivado una de sus preguntas.

Taehyung desvío su mirada hacia abajo, viendo algunos insectos comiendo las sobras del suelo. Se preguntó entonces al ver esa imagen ¿Se han vuelto los judíos a una especie similar a esa?

Seguramente los alemanes estaban bastante claros de eso, si no paraban de pisotearlos cada que tenían el chance.

—Asustado por todo—admitió Taehyung sin poder esconderlo por mucho más tiempo, apretando sus manos en forma de puños con todas sus fuerzas, descargando así todo el sufrimiento que llevaba dentro—Día tras día nos hacen saber que solo somos basura, una que pueden desechar en cualquier momento—se quejó con angustia.

—Lamento mucho no poder hacer nada para frenar esto—se lamentó agobiado soltando un largo suspiro—No es justo para ti ni para los de tu pueblo.

Las acciones que los alemanes habían llevado a acabo iban totalmente en contra de los principios de los derechos y la igualdad de todos los seres humanos.

—Tú no tienes la culpa de nada de lo que está pasando, Jungkook. Desde el inicio nunca estuvo en nuestras manos—expresó para reconfortarlo de cierta manera, haciéndole entender que las causas del problema no fueron ellos.

La raíz de todo empezó después de la primera Guerra Mundial, donde Adolf Hitler junto con el partido nazi, en su ideología basada en el antisemitismo, culparon a los judíos por el colapso económico, social y político de Alemania. Promovieron por todo el país la teoría de que los alemanes eran una raza superior, así que no podían permitir que los judíos amenazaran su pureza racial. El odio se intensificó con el paso del tiempo y actualmente, todo siguió empeorando. Incluso ahora más que nunca, los judíos temían ser exterminados en cualquier segundo.

—Siento que debería hacer algo al respecto—Jungkook suspiró afligido, sintiendo todo su mundo de cabeza.

—Ya haces bastante—confirmó Taehyung con una pequeña sonrisa.

La actitud comprensiva de Jungkook era algo que no dejaba de sorprenderle a Taehyung. Se preocupaba por situaciones ajenas que ni siquiera le concebían y, aun así, lo sentía absolutamente todo, sabía que estaba mal. Él no quería ser partícipe de una injusticia tan discriminante. Nunca imaginó ponerse un uniforme militar solo para demostrar superioridad al difundir terror entre los judíos. Él no pegaba con nada de eso, y aunque tuviera que hacerlo por obligación, siempre encontraba la forma de actuar solo para no levantar sospechas, sin dañar o lastimar.

—¿Què me trajiste esta vez?—Taehyung sonó ansioso, esperando por otra sorpresa que Jungkook constantemente le proporcionaba.

El de cabellos claros dejó escapar una sonrisa sin poder evitar ver el rostro expectante de Taehyung.

Una de las cosas que más le gustaban hacer a Jungkook, era comprar comida extra para dárselas a Taehyung y su familia. De esa forma podían alimentarse bien y mantenerse saludables. Debido a que los alemanes les quitaron parte de su dinero, empezaron a tener dificultades al conseguir algo con lo que satisfacer el hambre. Taehyung jamás pidió, ni tampoco presionó a Jungkook para que le diera algo, su amigo alemán voluntariamente se encargó cada día de mandarle alimento con tal de contribuir, aunque fuera un poco.

Taehyung se sentía realmente bendecido gracias a la amistad que tenía con Jungkook.

—Hay pan, y algunas frutas—mencionó mientras hurgaba en el interior de su chaqueta. Al ser un tipo de tela gruesa y un tanto ancha, pudo esconder perfectamente un poco de productos—Espero que sirvan de algo—sacó todo envuelto en un papel de periódico.

Jungkook extendió su mano para que Taehyung pudiera tomarlo, sin quitar la vista del brillo que emitían los ojos de Taehyung. A pesar de hacer algo bueno para que pudiese comer, también uno de sus verdaderos motivos ocultos, era poder apreciar brevemente la luz de aquellos ojos que la mayoría del tiempo lucían apagados.

—Es poco, pero es de mucha ayuda para nosotros—dijo con simpleza tomando el presente y estrechándolo contra su pecho—Te diría que diésemos un paseo por el parque para agradecerte como en los viejos tiempos, pero sigue estando en pie el decreto de que los judíos tenemos prohibido presentarnos por ese sitio—aunque lo dijo en tono de broma, sintió algo de tristeza al sentir nuevamente como había caído su posición como persona.

A Jungkook no le agradaba ver la sonrisa de Taehyung desvanecerse, por lo que sintió que de verdad necesitaba hacer algo que pudiese levantarle el ánimo, aunque hubiera que romper unas cuantas reglas en el proceso.

—Tengo una idea—frunce los labios pensativo.

De un momento a otro, Jungkook se pega a Taehyung más de cerca y lo mira con demasiada atención. Lo que hace que el castaño oscuro se confunda y se sienta un tanto nervioso por no saber qué cosas le están pasando por la mente.

Jungkook lo toma del hombro y jala su abrigo para rápidamente quitarle de golpe el brazalete de tela donde tenía cosido el símbolo judío.

—Oye, ¡¿te has vuelto loco?!—gritó escandalizado como si acabase de cometer un delito.

Días atrás habían anunciado que los judíos debían usar una estrella amarilla de seis puntas de manera visible en sus prendas de vestir. De esa manera podían identificar a los que pertenecían a esta comunidad. Quien se atreviera a no cumplir con esta medida impuesta iba a ser severamente castigado.

El régimen nazi siempre buscaba la forma de aislar y marcar a los judíos, como si fueran un ganado.

Taehyung al ver que ya no traía el brazalete consigo, se empezó a asustar por los planes que a Jungkook se le habían ocurrido. Si había empezado de esa forma, ya no era seguro.

—No me he vuelto loco—le niega ocultando el brazalete en uno de los bolsillos de sus pantalones—Siempre lo he sido—finalmente le corrige con cierto tinte de diversión en su voz.

—Si alguien nos descubre nos van a matar a los dos—el miedo invadió por completo el cuerpo de Taehyung.

Taehyung ya sabía qué clase de idea se le había metido en la cabeza a Jungkook. Pensaba entrar al parque sin el brazalete puesto, como si eso no fuera a traer consecuencias.

El castaño estaba al borde de la desesperación y Jungkook simplemente se mantenía despreocupado, tan sólo parecía emocionado de intentar una locura.

—Dudo que me maten con mi gran personalidad—bromeó con la mejor confianza en sí mismo, sin creer que algo como eso pudiera pasarle.

Exponerse al peligro no es una buena idea, Taehyung no quiere que les pase nada malo, podrían hasta perder la vida sino tenían cuidado.

—Siga jugando con la muerte—protestó con molestia cruzando los brazos.

—Tu solo mantente firme y nada saldrá mal—Jungkook tomó el brazo de Taehyung con fuerza—Te lo prometo—le aseguró.

La determinación en los ojos de Jungkook era algo que Taehyung desde niño nunca había podido controlar.

Cuando los ojos verdosos de su amigo se iluminaban de esa forma, ya no había vuelta atrás, tan sólo se dejó llevar, como siempre lo había hecho. Aun con miedo, por alguna extraña razón, Jungkook lo incentivo a que hicieran un pequeño intento, con la promesa de que iba a funcionar.

Y confiaba plenamente en su palabra.










Cuando salieron del edificio, se aseguraron primero de que nadie estuviese cerca o mirando, para evitar llamar la atención de alguien. Durante el camino se mantuvieron juntos hasta que llegaron en dirección al parqué, en el cual se dieron cuenta que había unas cuantas personas alemanas disfrutando.

Taehyung no pudo sentirse más nervioso, era como si todos los estuviesen mirando, aunque no lo estaban haciendo, simplemente era un tipo de sensación que lo empezó a volver loco.

Su cuerpo se puso demasiado tenso y Jungkook al notarlo, le dio unas palmaditas en la espalda para reconfortarlo y darle algo de valor.

Taehyung tomó una bocanada de aire para tratar de calmarse. Una vez que recuperó el aliento, siguió adelante junto con Jungkook a su lado, posando su mirada todo el tiempo en el suelo.

En aquel parque pasaron momentos muy bonitos en su niñez y adolescencia, los recuerdos volvían cada vez que daban un paso, observando con cada detalle el prado donde solían correr como unos locos y los grandes árboles que habían trepado para ver quién llegaba más alto al cielo.

El jardín aún seguía verdoso, pero mucho menos colorido.

Al menos estar rodeado de naturaleza relajó al castaño. Por lo que al levantar en alto su mirada dejó de importarle lo demás.

Hasta que vio de repente unas banderas con la simbología esvástica que usaban los nazis y carteles propagandísticos para promover la ideología racista del régimen.

Taehyung se sintió terriblemente fuera de lugar. Como si el supiera que este sitio ya había sido ocupado y del cual tampoco había sido invitado. Al contrario, para él estaba prohibido.

Por ser solamente, un judío.

El hecho de que no estuviese usando el brazalete con la estrella no significaba que ya había dejado de ser lo que era. Taehyung sacó a relucir su temor, el cual había estado intentando ocultar con todas sus fuerzas. Nadie podía culparlo, su miedo era más que comprensible dada la persecución y discriminación que estaban enfrentando los judíos en aquel momento.

Una cosa era cierta, la presencia de tantos simbolismos nazi, provocaron que Taehyung en cuestión de segundos se sintiera incómodo. Es como si le estuvieran señalando por todas partes que se había vuelto alguien inferior. El parque había dejado de ser seguro para él, lo cual le impidió disfrutar plenamente de su entorno.

A pesar de sus inseguridades, Taehyung no dejó de observar varias veces de reojo a Jungkook. No dejaba de escuchar en su mente la promesa que su amigo le había hecho, que no iba a a pasar nada malo mientras se mantuviera firme a su lado.

Fielmente el castaño se apegó a aquellas palabras cargadas de confianza, las cuales tuvieron un gran impacto sobre él.

Cuando Taehyung por fin consiguió calmar sus nervios, su corazón comenzó a latir con fuerza al notar a un grupo de oficiales caminando en dirección hacia ellos.

El castaño no pudo evitar entrar en pánico, sintiendo como se formaban gotas de sudor en su frente y por toda su espalda, incluso tuvo que secar sus manos en su pantalón.

Se mordió los labios con desesperación y dejó de respirar por unos cuantos segundos cuando hizo contacto visual con algunos de ellos. No sabía si estaba actuando realmente sospechoso, pero pensaba que lo iba a fastidiar todo.

Vio los oficiales saludar a Jungkook en cuanto pasaron por al lado de ellos sin decir absolutamente nada.

Taehyung tuvo que aferrarse al brazo de Jungkook rápidamente para no caer, puesto que sus piernas perdieron por completo todas las fuerzas de estar en pie.

El de cabellos claros pasó una mano por su cintura para enderezar de nuevo la postura de su amigo, sin dejar de reír al verlo tan asustado.

No pensó que algo como eso le causaría tanto terror.

Jungkook no estaba realmente consciente de lo que podía haber pasado si Taehyung hubiera sido expuesto. Se notaba la diferencia en sus actitudes ante la situación.

Jungkook al ser un oficial nazi, le demostraba lo valiente que podía llegar a hacer en cuanto a desafiar las normas establecidas. Su determinación al enfrentar las consecuencias de sus acciones reflejaban su actitud rebelde y el deseo de ayudar a su amigo judío sin importar nada.

Jungkook quiso quitarle el brazalete para enseñarle que podía ocultar su identidad sin temor de que pudiesen reconocerlo. Solo quería encontrar la manera de volver a hacerlo feliz, de que se sintiera libre en aquel lugar que solía ser especial para ambos.

Las horas transcurrieron y poco a poco empezó a oscurecer.

Al terminar el recorrido por el parque, Taehyung se soltó del brazo de Jungkook al notar que aún seguía enroscado en él.

De pronto sus mejillas comenzaron a arder debido a que se mostró muy cobarde delante de su amigo.

—No puedo creer que hayamos hecho eso Jungkook—Taehyung se quedó atónito sin dejar de abanicarse él rostro con sus manos para poder refrescarse.

—Te preocupaste por nada Taehyung—mencionó Jungkook como si nada al reconocer que él peligro había pasado de ellos.

Por suerte no ocurrió nada malo, pero aun así, no quitaba el hecho de que se habían puesto en gran riesgo. Se lanzaron automáticamente a la boca del lobo sin pensar con claridad y eso pudo haberles traído grandes problemas.

—De todas formas, no es bueno ser así de descuidados—le advirtió al sentir unos escalofríos por todo el cuerpo—Ya no hagamos más ninguna otra locura—pidió de favor.

Taehyung no quería dejarse llevar por los pensamientos negativos, pero a veces era necesario ser precavido cuando la situación lo ameritaba.

—¿Aun sigues aterrado por los oficiales que pasaron por nuestro lado?—sintió curiosidad al saberlo luego de ver cómo afecto el estado de ánimo del castaño.

Jungkook en ningún momento tuvo la intención de ponerlo en una situación que lo descompusiera. Pensó que lo estaba ayudando a confrontar el miedo y al final se dio cuenta de que lo había hecho sentir aun peor.

Taehyung realmente no se sintió inconforme con el plan de Jungkook, él también había querido hacerlo. Por tanto, decidió cambiar de tema para que su amigo no se sintiera culpable de nada.

—Casi me orino encima—río con gracia, contagiando a el de cabellos claros para que olvidará la tensión que hubo en ese momento.

Y funcionó bastante, pues Jungkook no dudó en alegrarse al ver a Taehyung de buen humor después de todo.

—Tan adorable—soltó sin pensarlo en voz alta.

Taehyung dejó de reírse al instante y cruzó los brazos sintiéndose algo molesto por aquel comentario.

—¿A quién le estas diciendo adorable?-
—preguntó con resignación exagerando un poco sus palabras.

Jungkook se calló ante el evidente drama, haciendo su mejor esfuerzo para no reírse de su amigo. Desde niños siempre le había parecido muy adorable Taehyung, como un pequeño cachorro de tigre. Juguetón y un tanto arisco a la hora de demostrar cariño.

Casi siempre era Jungkook quien solía molestarlo dándole abrazos de espaldas y besos fugaces en la frente, todo con tal de fastidiarlo. Aunque ahora habían crecido, todo se mantenía igual que siempre, ya que algunas cosas nunca cambiaban a pesar del tiempo.

Taehyung sintió la mano de Jungkook sobre su pelo. El contrario le brindó unas suaves caricias para luego desordenar todos sus cabellos como si fuera todavía un juego de críos que no podía dejar de pasar por alto.

Jungkook recibió una patada de Taehyung en la rodilla como castigo. Y aun adolorido, se dispuso a acompañarlo a casa debido a que era muy tarde.











El hogar de Taehyung residía en un área urbana, ubicado en una zona donde generalmente habían más judíos que alemanes, aunque en algunos barrios también vivían en comunidades compactas.

Detuvieron finalmente sus pasos al quedar frente a una puerta con algunos símbolos religiosos como decoración.

—Bueno...—Taehyung rompió el silencio que abundaba alrededor de los dos—Nos veremos mañana Jungkook.

—Descansa Taehyung—le deseó Jungkook amablemente.

El castaño notó como Jungkook sacaba del bolsillo de su pantalón el brazalete judío que le había quitado antes de ir al parque. No dudó en tomarlo en cuanto vio a su amigo entregándole aquella prenda.

—Gracias, de verdad—admitió con sinceridad sin quitar la vista de Jungkook.

A Taehyung le resultó muy gratificante a pesar de ciertas incomodidades.

Jungkook no dudó es mostrarle cuan compasivo y solidario podía llegar a hacer con él. Su presencia tranquilizadora y protectora ayudaron mucho a Taehyung a desenvolverse.

El de cabellos claros se había convertido en su pilar de apoyo. No dejaba de sentirse agradecido por su buena compañía y por sus actos solemnes.

—No es nada—respondió Jungkook con simpleza fijando su mirada en esos ojos azules que lo envolvían.

No supieron por cuánto tiempo se mantuvieron mirándose, pero al despedirse se podía ver claramente la gran conexión de afecto y cariño que se tenían mutuamente.

Jungkook era el lugar seguro de Taehyung.

Taehyung era quien movía el mundo de Jungkook.

Después de abrir la puerta y cruzar por la entrada sigilosamente, Taehyung se adentró en su casa tratando de no hacer ruido para que nadie se diera cuenta de su llegada tardía.

Sin embargo, al doblar por el pasillo hacia la sala, se sobresaltó al encontrar a su madre sentada en un sofá, con una expresión de preocupación y enojo en su rostro.

—¡Taehyung!—exclamó histérica la señora Kim levantándose con rapidez—¿Dónde estabas? Qué no sabes que para los judíos hay toque de queda—sentenció alterada.

Taehyung no había olvidado aquel detalle, sabía que las cosas estaban peligrosas para ellos. Simplemente perdió la noción del tiempo cuando se mantuvo hablando y mirando a Jungkook, sin haber sido consciente de que las horas habían volado rápidamente.

—Lo siento mucho, mamá, no quería preocuparte—se disculpó Taehyung asumiendo su irresponsabilidad.

La señora Kim lo miró con una mezcla de alivio y al mismo tiempo de regaño.

—No me gusta que andes por esas calles, andan cazando a personas, desaparecen, así como si nada—mencionó un tanto asustada.

Muchos rumores habían empezado a circular por el vecindario y su madre se vio bastante afectada tras escucharlos, poniéndola más nerviosa de lo normal.

Taehyung asintió en silencio, tomando en cuenta las palabras de su madre. Se prometió así mismo ser más precavido antes los peligros que rodeaban. Agradecía que se preocupará demasiado por su bienestar, su mamá era realmente muy buena y maravillosa.

—Mamá, no estaba solo—le aseguró Taehyung, esperando que eso la tranquilizara un poco.

Taehyung se acercó a su madre, tratando de transmitirle algo de calma. Con ternura, dejó un dulce beso en la frente de su progenitora para reconfortarla.

—Seguro que andabas con Jungkook a solas—la voz de su hermano mayor invadió sus oídos, interrumpiendo aquel momento—¿A dónde te llevo esta vez?—sintió curiosidad por saber qué clase de relación tenía su hermano con ese amigo.

A Baekhyung le gustaba entrometerse en su vida, más cuando Jungkook estaba presente. No es que tuviera nada en su contra, solo quería saber que tan bueno era su amigo con él.

—Baekhyung no es asunto tuyo—le informó con tal de que entendiera él mensaje, queriendo preservar la privacidad de su amistad con Jungkook.

—Lo que tú digas—el pelinegro sonrió complacido Baekhyung al notar la actitud de su hermano un tanto diferente de lo habitual.

—¿Quién es ese Jungkook?—preguntó curiosa la señora Kim metiéndose en la conversación.

—Jeon Jungkook mamá, ¿no te acuerdas?—Taehyung se sorprendió al notar la confusión de su madre.

La señora Kim se quedó vagando entre sus pensamientos hasta que identificó de quien se trataba.

—Aquel niño con el jugabas diariamente y que luego se enlistó al ejército nazi muy joven—se acordó la madre de todo.

Su madre recordó las amables acciones de Jungkook con una sonrisa llena de gratitud, reconociendo el buen comportamiento del amigo de su hijo en medio de estos tiempos tan difíciles.

—El mismo—afirmó Taehyung riendo al ver lo despistada que era su madre a veces—También es quien nos ha proporcionado comida estos días—le siguió recordando.

—¡No me digas!—se alegró con entusiasmo sin poder creer que algo como eso se le había borrado de la mente—Es una bendición ese muchacho.

La madre de Taehyung no podía estar más en deuda con los buenos gestos de Jungkook. Sin duda alguna, su presencia en la vida de su hijo les había traído fortaleza.

—Igual sigue perteneciendo al bando contrario—la voz ronca del padre de Taehyung llamo la atención de todos, rompiendo así la atmósfera de calma.

—¡Papá!—Taehyung gritó espantado al ver un moretón en su mejilla—¿Que te ocurrió?—se alteró al ver la horrible herida marcada en su piel.

La señora Kim observó con dolor y tristeza a su marido. Lo había visto llegar a casa, pero en ningún momento le enseño como habían dejado su rostro, pensando que tal vez no quería preocuparla y por eso decidió mejor ocultarlo.

—No es nada, solo un encuentro violento con unos alemanes en la calle. Recibí unos golpes por andar caminando en la acera—aun recordaba el impacto de la bofetada estrellando contra su mejilla—Al parecer los judíos deben ir justamente pegados a las alcantarillas—le notificó a su familia.

—Dios, que ridículo—masculló Baekhyung apretando su mandíbula con fuerza.

Los alemanes estaban siendo realmente muy crueles con los judíos. Ninguno había hecho absolutamente nada malo y aun así, eran severamente humillados y secuestrados día tras día.

Taehyung no dejó de observar con preocupación lo que le habían hecho pasar a su padre. Una persona de mayor edad que por nada del mundo lucia cómo una amenaza, al contrario, era indudablemente simpático y pacífico con todos. Lo único que hicieron fue tratarlo cómo a una rata, con tal de evitar la peste que "supuestamente" ellos portaban consigo.

—Taehyung—su padre lo llamó con seriedad para que lo atendiera—No quiero que te mezcles con ese tal Jungkook. Aunque sea amable contigo y con nosotros, no nos traerá nada bueno, mucho menos a ti—expresó su desconfianza.

El señor Kim realmente se oponía a esa amistad que mantenía su hijo con Jungkook. Ocupaba un cargo como oficial nazi y era extremadamente peligroso. No quería que, por ninguna circunstancia, Taehyung se involucrará.

—Lo siento mucho papá—se disculpó de antemano sabiendo que no podía cumplir con su pedido—Desde hace mucho yo aprecio mi amistad con Jungkook y no es algo que puedas impedirme—le anunció.

—No quiero que te lastimen—admitió su padre soltando un suspiro lleno de frustración.

El señor Kim temía por la seguridad de su hijo, aun así, sabía perfectamente que no iba a poder cambiar nada entre ellos dos.

Taehyung sin decirle nada, le regaló una sonrisa llena de confianza y cariño, haciéndole saber que todo iba a estar bien.

—Le alcanzaré el botiquín a mamá para que te cure—se ofreció a colaborar.

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