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capitulo uno,
UN ENCUENTRO INESPERADO
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Josephine Hotchner corría apresuradamente por el pasillo del centro de conferencias, su cabello color miel volando detrás de ella mientras sujetaba su bolso con fuerza. El reloj en la pared marcaba las 15:07. “Filosofía y psicología: un puente entre mundos”, leyó en el programa doblado que llevaba en la mano. Estaba tarde, demasiado tarde, y la idea de entrar al auditorio lleno le generaba una ligera incomodidad. Pero no tenía opción.

Con cuidado, empujó la puerta del auditorio y se deslizó al interior, procurando no llamar la atención. La sala estaba casi llena, iluminada tenuemente. En el escenario, un hombre hablaba apasionadamente sobre la influencia de Platón en la filosofía moderna. Jo buscó rápidamente un asiento y encontró uno vacío junto a un chico que parecía completamente inmerso en sus notas.

Se acomodó en su lugar y, al girar ligeramente la cabeza, lo observó con curiosidad. Era joven, con gafas que se deslizaban constantemente por su nariz y un chaleco que le daba un aire peculiar. Sus dedos se movían a una velocidad asombrosa mientras escribía en su cuaderno, y su concentración era tan intensa que parecía ajeno al mundo.

Jo trató de enfocarse en la charla, pero pronto descubrió que el contenido era algo que ya conocía. El profesor hablaba de las ideas de Platón sobre las formas, el conocimiento innato y la dicotomía entre el cuerpo y el alma. Interesante, sí, pero nada nuevo para ella.

Miró de nuevo al chico a su lado, aún escribiendo con fervor. Algo en su dedicación le pareció fascinante, así que se inclinó ligeramente hacia él y susurró:

—¿Sabías que Platón no se llamaba realmente así?

El chico se detuvo de inmediato, levantó la vista y la miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Tardó un segundo en procesar lo que esta mujer desconocida, de cabello brillante y ojos oscuros, le había dicho. Finalmente, respondió con voz tranquila pero cargada de información.

—Sí, “Platón” era un apodo. Su verdadero nombre era Aristocles. Se cree que lo llamaban así por su contextura física, específicamente por su espalda ancha. Aunque también hay teorías que sugieren que pudo haber sido por su estilo de escritura amplio y elaborado. ¿Sabías que fue discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, formando lo que muchos llaman la tríada filosófica más influyente de la historia occidental?

Jo parpadeó, sorprendida por la profundidad de la respuesta.

—Vaya, sin duda no esperaba es respuesta increíblemente inteligente —comentó, genuinamente impresionada.

El chico ajustó sus gafas y sonrió de manera tímida.

—Bueno, tengo un IQ de 187.

Jo lo miró fijamente, su expresión de asombro creciendo. Se inclinó más cerca, estudiándolo como si fuera un espécimen único.

—Dios mío, tienes que dejarme estudiar ese cerebro.

Él soltó una breve risa, claramente poco acostumbrado a ese tipo de comentarios.

—No creo que haya mucho que estudiar —dijo con modestia—. Aunque, técnicamente, el cerebro humano promedio pesa alrededor de 1.4 kilogramos y contiene aproximadamente 86 mil millones de neuronas interconectadas por sinapsis que podrían, en teoría, generar más conexiones que estrellas hay en nuestra galaxia.

Jo soltó una carcajada, sorprendida por su nivel de detalle.

—¿Siempre eres así?

—Mis amigos dicen que hablo demasiado —admitió, encogiéndose de hombros—. Pero no puedo evitarlo. Es como si las palabras y los datos simplemente fluyeran. ¿Sabías que Platón también teorizó sobre Atlantis? Aunque, por supuesto, muchos creen que era una alegoría y no una ubicación real...

Jo lo interrumpió suavemente, todavía sonriendo.

—Me parece fascinante, de verdad. Por cierto, soy Jo.

Él alzó una ceja, claramente intrigado.

—¿Jo? ¿Ese es tu nombre real? Yo me llamo Spencer.

Jo rió suavemente.

—No, en realidad es Josephine, pero Jo es más fácil.

Los ojos de Spencer se iluminaron al instante.

—Josephine... Deriva del hebreo Yosef, que significa “Dios añadirá”. Es un nombre con un fuerte trasfondo histórico y cultural. Por ejemplo, Josephine Bonaparte, la esposa de Napoleón, lo popularizó en Francia, aunque originalmente se usaba más en Inglaterra. También es interesante notar cómo nombres como este evolucionaron en distintos contextos lingüísticos y sociales. ¿Sabías que en América Latina hay una variante, Josefina, que tiene una connotación más tradicional?

Jo lo miró con los ojos entrecerrados, una sonrisa divertida en su rostro.

—Definitivamente, nunca había conocido a alguien como tú.

—Lo tomaré como un cumplido —respondió, ajustándose las gafas.

Cuando terminó la conferencia, Jo lo vio recogiendo su cuaderno y su bolso con movimientos metódicos. Se levantó y, como si no pudiera evitarlo, se acercó por detrás.

—Definitivamente eres un espécimen fascinante —dijo, rodeándolo con la mirada, como si estuviera evaluando algo raro y precioso.

Spencer levantó la vista, sorprendido, y una ligera sonrisa apareció en sus labios.

—¿Sabías que “espécimen” proviene del latín specere, que significa “ver”? Se usaba originalmente para referirse a un ejemplo representativo de un grupo más amplio, pero en biología moderna...

Jo lo interrumpió, riéndose mientras negaba con la cabeza.

—Por favor, dime que no eres así todo el tiempo.

—Mis amigos suelen decir lo mismo —respondió, ajustándose las gafas—. A veces intento moderarme, pero siempre me ganan los datos.

—No lo hagas —dijo Jo con sinceridad, inclinándose ligeramente hacia él—. Me encanta. Es como tener un diccionario parlante con personalidad.

Spencer la miró con un atisbo de sorpresa. No estaba acostumbrado a que alguien encontrara atractivo su torrente incesante de información, pero antes de que pudiera responder, el celular de Jo sonó.

—Dame un segundo.

Mientras ella respondía, Spencer intentó no escuchar, pero fue inevitable captar partes de la conversación.

—Claro, Aaron, puedo cuidar a Jack. Sí, lo recogeré en cuanto termine aquí... ¿Un caso difícil? ¿Otro de esos? Maldito asqueroso, aunque me encantaría estudiar su mente... Sí, lo sé, lo llevaré a casa después... Si, te amo. ¡Cuídate!

Spencer frunció el ceño ligeramente al escuchar el nombre "Aaron". Su curiosidad creció al oír "Jack" y "caso", pero se mantuvo en silencio mientras Jo terminaba la llamada. Cuando colgó, lo encontró observándola con atención.

—¿Todo bien? —preguntó ella, arqueando una ceja.

—¿Aaron? —preguntó él con cautela.

—Sí, mi hermano.

Spencer parpadeó, procesando la información.

—Esto te parecerá un poco extraño pero..¿Aaron... como Aaron Hotchner?

Jo asintió lentamente, divertida al ver su reacción.

—Exacto. ¿Lo conoces?

—Trabajo con él —respondió Spencer, todavía sorprendido.

Los ojos de Jo se iluminaron.

—¡No puede ser! ¡Así que tú eres el famoso Spencer Reid del que tanto he oído hablar!

Spencer se sonrojó levemente y ajustó sus gafas.

—No sabía que Hotch tuviera una hermana.

Jo soltó una risa suave.

—Es bastante reservado, ¿no crees? Pero claro, ahora entiendo por qué habla tanto de su equipo. Siempre menciona lo inteligente que eres... ¡Y lo llamas Hotch! Así llamaban a mi padre, no puedo creerlo..

Spencer abrió la boca para responder, pero su celular comenzó a sonar. Frunció el ceño al ver el mensaje de Penélope.

—Lo siento, tengo que irme. Es... trabajo.

Jo asintió con comprensión y dio un paso atrás para dejarle espacio.

—Bueno, supongo que nos veremos en otra conferencia. Pero esta vez no te escabullas sin darme una charla más sobre... sobre cualquier cosa que quieras decir.

Spencer esbozó una sonrisa tímida, cargando su bolso al hombro.

—Prometido. Fue un placer conocerte, Josephine... o debería decir Jo.

Jo le lanzó una mirada traviesa.

—Llámame como quieras, siempre y cuando me sigas fascinando con tus datos.

Spencer se rió por lo bajo y se giró para marcharse, pero no sin antes echarle una última mirada curiosa. Mientras salía del auditorio, no pudo evitar preguntarse cómo era posible que la hermana de Hotch fuera tan intrigante. Había algo en Jo que lo desconcertaba y fascinaba a partes iguales. Su vida, estaba seguro, acababa de volverse mucho más interesante.

Jo, por su parte, lo vio desaparecer por la puerta y sonrió para sí misma.

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