» Capítulo VI
Como cada mañana, TaeHyung está sentado en las bancas esperando a JungKook. Durante todo el fin de semana decayó por el simple hecho de tener una cabeza demasiado pequeña como para albergar tantos sentimientos y pensamientos mezclados. Estuvo llorando mentalmente, sí. Pero después de todo, si tanto le gustaba JungKook, haría lo posible por estar con él. No se considera como un perdedor, sino más bien como una persona que se esmeraría tanto como pudiese, siempre con un límite presente; sin demasiada insistencia pero sí perseverancia.
Además, nadie dijo que terminaban, así que es válido.
— Oh, TaeHyungie —habla detenidamente alguien que pasa a su lado.
Los ojos de TaeHyung vagan hasta donde está de pie un chico alto, de labios gruesos y cabellos rubios. No lo reconoce en un principio, pero su alegre sonrisa le hace esbozar una también. TaeHyung no es una persona de muchos amigos, lo cual es extraño para su actitud amigable, su rostro y personalidad. Aunque, si bien no tiene tantos conocidos, logra hacerlos en cuestión de minutos.
— Hola... ¡No te reconozco!
—Soy Jimin, de la clase de al lado. ¿Qué haces aquí solo? —La pregunta es repentina y curiosa.
Tae por un momento observa bien a Jimin, y vuelve a sonreír. Luce agradable, de esos tipos que te agradan al mirarlos. Debate por un segundo en decirle o no, y suelta un suspiro, observando que su novio viene caminando con aires rudos a lo lejos. Y dice "novio" porque creer, y saber, que Jeon JungKook y él aún salen, lo dejan ilusionarse más y armarse de un valor irreconocible.
Una esperanza crece en el borde de su pecho, sin esconderse ni ser reprimida. TaeHyung de verdad, verdad, lo intentaría con todas sus fuerzas, y su empeño se tendría que ver reflejado para estar satisfecho.
— Espero a JungKook.
Jimin abre muy bien los ojos y suelta un suspiro fuerte. Suena a que la expresión es bastante específica, y es que todos conocen a JungKook. Hemos mencionado que tiene la fama del chico más extraño, atractivo, gélido, amigable o amable de la escuela. Muy confuso, a decir verdad. Tantos adjetivos para alguien que, concretamente, no se centra en ninguno. JungKook no es extraño, pero sí a la vez; no es tan gélido, pero tampoco tan amable. JungKook es una combinación de todo y nada al mismo tiempo.
No es una sorpresa que tuviese una presa preparada; aunque ya había durado mucho tiempo aquella relación repentina. Dos semanas y media es un tiempo exagerado para alguien como Jeon JungKook. Nadie suele aguantarlo, justamente porque es tan confuso como sus propias actitudes.
— Cierto, son novios... ¡Vaya! Tengo que irme. ¿Nos vemos luego?
Dudando en hacerlo, TaeHyung termina por asentir y agitar algunas veces la mano para despedir al chico. De inmediato sus ojos retornan hasta JungKook, quien más que entusiasmado por verle, parece un tanto irritado. Es fácil notarlo por cómo arruga la nariz; sus ojos se hacen pequeños y sus cejas están inclinadas a la derecha.
Aquella mañana, el semblante del chico es raro: tiene ojeras, su cabello está despeinado, su corbata mal amarrada, no lleva una gabardina como siempre y su mochila, a leguas, se ve como un desastre. El mayor no quiere apostar por lo que observa, no deberías juzgar lo que sucede antes de saberlo por completo; aunque eso no evita que el chico sonría ante la vulnerabilidad del pelinegro. TaeHyung abre los ojos un poco hasta que JungKook está completamente delante suyo.
— Hey, JungKook. No luces muy b-
— ¿Es que nunca te cansas? ¿Tengo que repetirte todo? ¿Eres tan maso-...? ¡Achoo!
TaeHyung toma entre sus manos la caja que llevaba y la apega a su cuerpo, antes de escuchar a JungKook estornudar de nuevo, provocando que sonría ante el sonido agudo del acto. El chico lo hace unas cuantas veces más, se queda un momento callado, y justo después, de manera apenada, con el suéter grueso cubre su pecho y se cruza de brazos.
JungKook, de tan gélido, terminó resfriándose. No es la gran cosa, eso supone TaeHyung. A pesar de verse demacrado, y débil, está de pie y con las fuerzas suficientes para discutir.
— ¿Estás enfermo?
El pelinegro le dedica una mirada directa a TaeHyung, pero la desvía de inmediato.
— No te metas en asuntos que no son tuyos.
Por un momento, TaeHyung se retrae. Jeon es poco cordial. Aun cuando está enfermo, es imposible que pueda entrar en su complicada alma. A pesar de contestarle en un tono tranquilo, JungKook logra denotar perfectamente el desinterés en su salud y cómo lo agobia que Tae pregunte cosas obvias sin necesidad de hacerlo groseramente. El mayor bufa bajo, para que el otro no lo escuche; sin embargo, mantiene sus ojos sobre él, haciéndolo sentir incómodo.
Los ojos de TaeHyung vagan por todo el cuerpo de JungKook, quien pacientemente está esperando que algo acontezca.
— ¿Qué estas esperando? —pregunta TaeHyung con aires divertidos.
Por un momento los ojos de JungKook se posan en él; se quedan viendo por unos segundos, fijamente. No dura mucho. La mano de JungKook se posa con suavidad en la frente del otro, casi sin tocarlo de hecho, y lo empuja hacia atrás. TaeHyung lleva la mano hasta la de JungKook, tomándola con una expresión graciosa y bajándola fuerte.
JungKook lo observa confundido, preguntándose sobre esa libertad tan espontánea que se ha tomado. Pero no se deja llevar.
— No me mires así —dice con la voz ronca. Se cruza de nuevo de brazos y observa a TaeHyung—. Y no te estoy esperando. Yo soy el enfermo, ¿qué clase de novio eres?
Al final de cuentas, solo quiere que TaeHyung no sea tan insistente como siempre que algo pasaba. O es lo que quería darle a entender, es decir... JungKook piensa que si no lo hartaba de una manera inútil, tendría que hacerlo de una manera útil. Solo por estar enfermo, le pedía a la fuerza misteriosa arriba de sus cabezas que TaeHyung no fuese la masa que se pegaba a su espalda e insistía en ir de acá hacia allá y viceversa
— No te va a servir esa actitud conmigo ahora, ¿sabes? —menciona el ya seguro TaeHyung antes de ponerse de pie, justo delante de JungKook. Alza la mano, pero observa la mirada directa del pelinegro—. ¿Puedo?
— ¿Puedes qué? —Confundido, observa la mano de TaeHyung y rueda los ojos—. ¿No crees que estoy muy grande par-...?
Las quejas de Jeon pasan desapercibidas, y es ahí cuando TaeHyung lleva la mano a la frente del pelinegro. Desprevenido, totalmente, JungKook cierra la boca y sintiendo la cercanía, hace una mueca de molestia. La mano fría del chico no es algo que quiera soportar, sus fuerzas para discutir son escasas. JungKook mira al cielo, sin agradecer a esa fuerza misteriosa porque no le ha hecho el favor de retener a la masa TaeHyung por un día. ¡Oh, JungKook! Qué idiota eres.
La mente de TaeHyung divaga en pensar que ese chico tiene temperatura, ¿cómo demonios ha ido a la escuela en ese estado? Está muy caliente. Ni siquiera piensa que fuera posible estar de pie. Lo observa bien.
— Vamos a enfermería, estás ardiendo.
— No, no quiero. Estoy bien.
TaeHyung deja a un lado su mochila y quita la de JungKook de un jalón. Tomándolo del brazo, comienza a caminar a su lado. El otro se niega, quedándose quieto. Es tan terco. Es obvio que está sufriendo porque está resfriado, pero no quiere ir a la tonta enfermería. Solo le van a dar una pastilla y esas cosas. Tae no cree que JungKook fuese un superhumano y que, justamente por eso, su pecho se viese en la capacidad de no sentir que le falta el aire, o que si le duele la garganta lo ignoraría con facilidad.
JungKook se suelta del agarre de TaeHyung y le coloca la mano en la cabeza, haciendo que el otro se detenga con los ojos entrecerrados por el tacto de los dedos con las hebras castañas.
— Wowowo, Poochie. ¿A dónde vas? ¿No te he dicho que estoy bien? —El irritado y ronco JungKook se ha agachado, abriendo ligeramente en compás sus piernas, para poder estar justo enfrente del rostro de TaeHyung—. No soy un niño.
— ¿Tu mamá te dio algo antes de venir?
De vez en cuando, TaeHyung es más que entrometido. No es su culpa. Es que es la pregunta más obvia que alguien le haría a otra persona, o al menos la pregunta que él suele hacerles a los demás. Gracias a que su mamá lo cuidaba, arropaba y le daba sopa, comida o jugo cuando está enfermo.
— Mamá ya no está, y papá trabaja mucho—responde gracioso JungKook, respirando con dificultad a causa de la constipación—. Antes de que me invadas con tus preguntas, así que no tomé nada.
Siente un hueco en su estómago. Siente que es un completo insensible y antes de que JungKook pudiera darse cuenta, se dio media vuelta, con los ojos perdidos en otro punto del lugar en el que están de pie. La caja entre sus manos sobra en ese momento, pero de todas maneras se la entregaría.
Se pregunta si esa es una de las razones por las que JungKook retrae la mayoría de sus pensamientos y no deja en claro nada.
— Hey, tranquilo. No me duele ni nada. Ella murió hace años, con mi padre las cosas son iguales —dice JungKook poniéndose a su lado—. Además, en realidad no estoy tan en-... ¡Achoo!
Los ojos de TaeHyung se tornan algo enojados y se da media vuelta. Impacta a JungKook: el solecito se había puesto rojo.
— ¡¿Eres idiota?! —exclama dejando de lado la mochila y acercándose sin miedo muchos pasos hasta JungKook—. ¡Estás enfermo! ¡Y eres tan terco! ¡Vas a terminar enfermándote más grave y no entiendes! ¡No quieres ir a la enfermería! Eres demasiado orgulloso y nunca quieres hacer caso, ¡amigo, supéralo! Si no aceptas ayuda de los demás, ¿quién te piensas que eres? ¿Súper JungKook, o algo así? Además...
La información llega tan de pronto al cerebro de JungKook, que ladea su boca y achica los ojos al comenzar a escucharle. Los gritos y la voz grave del chico lo hace presentir un dolor de cabeza. TaeHyung es muy, muy, muy, molesto. Se está preocupando de más, y... ¿a él qué? El que está enfermo no es aquel pelicastaño pequeño, que grita que se va a morir si no va a enfermería pronto. Tampoco es que se fuera a morir.
¿O sí? De hecho, ¿alguien se ha muerto por un resfriado? La pregunta hace que JungKook coloque una mano en su barbilla y mire a la nada, pensativo.
TaeHyung está haciendo demasiado escándalo. Todos los ojos se posan de inmediato en ellos; el pelinegro de uno a uno se siente incómodo. Por primera vez mira a TaeHyung fijamente y suspira.
— Ya, cállate —menciona en voz baja, tomando de los cabellos con suavidad, casi con el instinto de revolverlos, a TaeHyung—. Voy a ir ya, pero cállate. Todos nos están viendo.
La sonrisa triunfal de TaeHyung simplemente hace sentir peor al otro, que sin mucho interés comienza a caminar con el castaño por delante hasta la enfermería. Los ojos de Jeon van hasta la pequeña cajita que lleva en las manos su molesto novio. No se ve muy elaborada. Está bien, o sea, nada demasiado grande o pequeño; es un tamaño indicado. Además, tiene un lindo listón azul..
TaeHyung nota de por medio que se ha dado cuenta de lo que lleva, así que, sin mucho más que decir, le sonríe.
— ¿Qué es eso, TaeHyung?
— Tu desayuno. Pensé ayer que podíamos comer juntos hoy en el receso.
La sonrisa de JungKook es indispensable para hacer el momento más denso, porque TaeHyung está tan incómodo con algo que puede ser tan normal en todo el mundo. Y se siente bien después.
— Vaya, Poochie... —La mano de JungKook va directo hasta el cabello de TaeHyung, revolviéndolo burlonamente—. Sí que eres exigente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top