Capítulo 66: Graduación

Allan

Existen mil jodidas formas de despertarse en la mañana, pero tengan por seguro que la peor es ser bañado con agua helada —literal, la puta agua venía con hielos incluidos— y el sonido insoportable de dos sartenes chocando uno contra otro.

Amanecer feliz.

—¡Despierta, cabrón! ¡Hoy te gradúas! —me gritó en el oído para colmo.

¿En qué mierda estaba pensando cuando se me ocurrió venir a vivir con Brook?

Aparté las mojadas sábanas que me cubrían y me sacudí cual perro recién bañado antes de lanzarle una mirada asesina al rubio payaso y ruidoso frente a mí. Mi aparente serenidad pareció asustarlo ya que sujetaba fuertemente los mangos de los sartenes y adoptó una ridícula posición de combate.

—Brook Richard Saunders —la forma tan pausada en la que lo dije y lo calmado de mi voz lo hicieron fruncir el ceño, incrédulo—. Tienes cinco segundos de ventaja, voy a hacer eso por ti.

—Amigo, pero...

—¡Cuatro! —lo interrumpí y fue suficientemente inteligente como para salir corriendo.

Bajé de la cama, en la que me dejó dormir anoche para que ''amaneciera bien descansado'', y busqué mi arma secreta: uno de los tacones sanos de mi novia. Gracias a Jane descubrí en carne propia la potencia de dicha arma.

Saunders, estás muerto.

Lo alcancé en la pequeña sala de estar correteando a pocos metros de mí. Fui más rápido y llegué a alcanzarlo, pero antes de que pudiera interceptarlo, él solito la cagó tropezándose y eventualmente comiéndose el suelo.

—¡Joder! —maldijo.

Aproveché para abalanzarme sobre él y sentarme encima de su cuerpo inmovilizándolo para perforarle a base de taconazos la espalda. De por sí esta de nacimiento está repleta de lunares, ahora encima abundaban marcas rosas, parecía un helado de fresa con pasas.

—No. Vuelvas. A. Despertarme. Así. ¡Cabrón! —le grité entre un taconazo y otro.

—¡Ya entendí, carajo! —chilló—. ¡Suéltame! —alzó ambas manos en son de paz.

Le di una última estocada para dejarle en claro que no debe meterse conmigo y lo dejé tirado en el piso, adolorido. Me dirigí al baño para darme una ducha rápida, hoy era un gran día y por ende debía estar lo más presentable posible, no todos los días te gradúas de la universidad con honores. Al culminar, me vestí con un traje negro sin la chaqueta y en lugar de esta me coloqué la toga color verde esmeralda con su birrete correspondiente.

—¿Cómo me veo? —modelé desde el baño hasta la sala de estar bajo la mirada burlona de mi mejor amigo.

Él ya se había vestido, llevaba un traje negro sin corbata y con la chaqueta remangada hasta los codos, su cabello rubio perfectamente peinado y como siempre no podía faltar su encantadora sonrisilla al estilo de playboy. En resumen, Brook versión elegante.

—Wow —dramatizó, un comentario burlón se avencina, lo presiento—. ¿Cómo haces para verte sexy en una toga? Vas a provocar que Emma te viole antes de que te den el diploma.

A este chico los eventos lo hacen el doble de idiota de lo que ya es.

—Sabes que Emma no verá mi ceremonia.

En Johnson tienen la tradición de que el día de la graduación es general para todas las facultades y las ceremonias se celebran simultáneamente. Por tanto, no podré ver a mi novia ni ella a mí, lo mismo pasa con las gemelas.

—Oh, cierto —asintió—. Me acabas de recordar que tengo cuatro ceremonias a las que asistir y tendré que correr de facultad en facultad para poder verlos a todos —soltó un suspiro de cansancio.

Brook, al ser el único que ya se graduó y por nuestra amistad, se comprometió a estar presente en todas. No será tarea sencilla así que tendré que prestarle mi moto para que se transporte por el campus.

—Mírale el lado bueno, ante los ojos de Jane te verás muy sexy en ese traje y bajando de mi moto con ese aire de chico malo elegante.

—¿Desde cuándo los chicos malos son elegantes?

—¿Acaso nunca viste alguna peli de mafia italiana o algo así?

Él se encogió de hombros en respuesta y yo me golpeé mentalmente por mantener una discusión tan tonta con alguien aún más tonto.

Salimos del departamento y antes de abandonar el edificio, pasamos por el que estaba alquilando Vanessa, pero al parecer ella se había adelantado. Me lo temía, a ella le ofrecieron dar un pequeño discurso y siempre tuvo la manía de llegar más que puntual a todas partes.

Emprendimos viaje hacia la universidad, Brook a bordo de mi moto y yo en mi bebé. Al llegar, corrí hacia el auditorio donde se celebraría el evento. Allí figuraban varias filas de asientos, de las cuales las delanteras serían ocupados por los graduados y las restantes por los familiares. En frente un escenario sobre el que estaban posicionados algunos profesores y la Decana Robinson tras un podio con su micrófono correspondiente.

Me apresuré a tomar asiento y allí me encontré a mis compañeros. Ambos vestían las mismas togas y birretes de tonalidad esmeralda, color correspondiente a la facultad.

—Sr. Rowsell, Srta. Andrews, lucen ustedes majestuosos en esta velada —hice una pequeña reverencia y ambos rieron.

—Lo mismo decimos nosotros, Sr. Lerman —me sonrió mi mejor amigo.

—¿Nervioso? —preguntó Vanessa, aunque ella lucía mejor dicho estado.

—La verdad sí, un poco —admití agitándome el birrete, mi intención era agitarme el cabello, pero olvidé que lo llevaba puesto.

—Llegó por quien lloraban —intervino Brook, posicionándose a mi lado—. Por fin se gradúan mis tres posibles competencias —sonrió, pasando un brazo por encima de mis hombros.

—Nah —bufó la pelirroja—. Yo creo que podríamos llegar a ser socios. ¿Qué te parece?

—Pensaré en su oferta.

Anunciaron que daría inicio la ceremonia, por lo que nos despedimos de Brook y tomamos asiento en la primera fila. Iniciaron primeramente con un breve discurso de la Decana Robinson y posteriormente invitaron a Vanessa en representación de los recién graduados a decir unas palabras.

Luego comenzaron a mencionar nombre por nombre y cada uno de mis compañeros subió a recibir su diploma y título. Esperaba pacientemente mi turno mientras observaba el espéctaculo, aún no me creía del todo que este día había llegado.

—Y ahora procederemos a la condecoración dorada de nuestros graduados honorarios —anunció la decana seguida de una ovación—. Comencemos —habló una vez regresó el silencio—. Vanessa Andrews.

La pelirroja sonrió emocionada antes de subir una segunda vez al escenario. Le entregaron su título, su diploma y le colocaron un pequeño prendedor de oro con la forma del escudo de la universidad. Prosigió a saludar a los profesores y por último a la decana antes de mostrar orgullosa sus condecoraciones acompañada de nuestros aplausos y silbidos.

—¡Esa es nuestra perris! —chilló Carlos a mi lado, le faltaron dos decibelios más para reventarme un tímpano.

Después de Vanessa, mencionaron a dos chicos más hasta que finalmente llegó el turno de nuestro castaño chismoso favorito. ¡Joder! Verlo allí arriba alcanzando uno de sus tantos sueños me hizo sentir muy orgulloso. Se lo merece. Desde el día uno se ha esforzado como nadie para llegar hasta donde está ahora y tengan por seguro que así como logró esto, logrará lo que sea que se proponga, porque él tiene fuerza de voluntad y espíritu perseverante.

—¡Eres un crack, Charlie! —grité como si mi vida dependiera de ello, él en respuesta me sonrió, formó un puño con su mano, se golpeó el pecho dos veces y me señaló; juro que vi sus ojazos verdes casi llorosos.

Después de dos entregas más, mi nombre fue mencionado. Esta mención me provocó el triple de nervios que la de la graduación de high school, ahora no iría a una universidad a kilómetros de distancia sino que regresaría a casa con una gigante meta cumplida y listo para iniciar mi vida de adulto como Dios manda.

Con los nervios de punta, subí los pequeños escalones que conducían al escenario junto a un coro de apluasos por parte de los presentes. El profesor Shelby, al que tantos dolores de cabeza le di en primer año por llegar a sus clases con resaca, me entregó mi diploma, mi título y me colocó el pequeño prendedor.

Proseguí a estrechar las manos del resto del claustro de profesores, culminando con la decana. Me giré hacia el público en el que identifiqué al instante a Carlos junto a Vanessa haciendo una especie de coreografía de porristas, lucían ridículos, pero el gesto me pareció muy divertido. Más atrás se encontraba Wanda con lágrimas de emoción deslizándose por sus mejillas y a su lado Brook, grabándolo todo.

Sonreí.

Aunque faltaban personas allí, me sentí realizado por haberme graduado con honores y poder compartirlo con la mayoría de mis seres queridos que sonreían sintiéndose orgullosos de mí. Con el poder de mi imaginación creé un último asiento sobre el que se sentaba esa hermosa mujer de rizos negros y ojos grises, aplaudiéndome, sonriéndome y celebrándome.

Sé que donde quiera que estés, lo estás haciendo, mamá.

Bajé y regresé a mi asiento junto a mis amigos para admirar el resto de la ceremonia. Pasados un par de minutos más, dio fin el evento entre aplausos y despedidas, subí al escenario junto al resto de mis compañeros y nos tomaron la tradicional fotografía de la generación.

Al culminar, caminé junto al castaño y la pelirroja hasta encontrarnos con mi madrina, Malcolm, William Rosen y su hijo Carter.

—¡Felicidades, mis niños maravillosos! —chilló Wan mientras nos envolvía, o más bien nos asfixiaba, en un fuerte abrazo de mamá osa—. No saben lo recontra orgullosa que estoy de ustedes dos —depositó besos por nuestros rostros, nos estaba avergonzando como nunca, pero lo pasamos por alto.

A nuestro lado, William hacía lo mismo con su sobrina bajo la mirada burlona de Carter.

Nos separamos de Wanda quien había comenzado a lloriquear y balbucear algo como: ''¡Qué grandes están mis niños!'', ''Les prepararé un pastel, lo prometo'' y ''Debí trater a Shakespeare, estaría ronroneando de la felicidad''. Al menos eso fue lo que yo entendí.

Malcolm dio un paso más cerca de nosotros y durante unos segundos que parecieron una eternidad, él y su hijo compartieron miradas. Puede que su relación no sea la mejor, pero estoy seguro de que Carlos está feliz de verlo aquí tanto como lo está su padre de verlo graduado.

—Felicidades, hijo —dijo finalmente el semi-canoso castaño—. Estoy muy orgulloso de ti.

—Gracias, papá —asintió en respuesta con una media sonrisa, lucía incómodo—. Y gracias también por venir hasta aquí.

—No me lo perdería por nada del mundo.

De eso no tengo duda. Malcolm le faltó terriblemente a su hogar y a su familia en el pasado, pero si hay algo que todos debemos admitir es que siempre fue un padre presente tanto como Carlos se lo permitió. Nunca se perdió un partido de fútbol ni un cumpleaños, ni ningún acontecimiento relevante en la vida de su hijo. Ahí radica la diferencia entre él y Mauricio, entre un buen padre que cometió errores pero no ha dejado de esforzarse ni un día por remediarlo y uno que no merece llevar el título paterno siquiera.

Por eso no podía permitir que la relación entre ellos siga siendo tan fría y distante, ninguno de los dos se lo merece.

Compartí una mirada cómplice con mi madrina quien asintió de acuerdo a la idea que se estaba cruzando por mi cabeza.

—¿Y se supone que esto es una celebración de padre e hijo en un día tan importante como este? —reí con sarcasmo—. ¡Joder, abrácense! No habrán más graduaciones hasta que los hijos de Carlos terminen la primaria.

Mi intervención los hizo reír a ambos y acto seguido se miraron. Malcolm, con algo de nerviosismo, extendió ambos brazos invitando a su hijo a formar un abrazo fraternal. Mi amigo lo dudó durante un corto lapso de tiempo, pero finalmente optó por aceptar. No fue un simple abrazo, fue de esos con lágrimas de orgullo, palmadas en la espalda y sonrisas genuinas.

¡A eso me refería, carajo!

Wan posó su liviana cabeza sobre mi hombro y sonrió contenta llevándose una mano al pecho.

—Ya era hora.

Si algo siempre he admirado de ella es su impresionante habilidad para dar segundas oportunidades y siempre acertar con las personas a quien decide dárselas. Otra mujer no querría volver a ver a su ex-marido después de ser traicionada de esa manera, pero ella es demasiado pura como para guardar rencor en su corazón y, bueno o malo, Malcolm siempre será el padre de su hijo, por lo que ha conspirado mucho con él para que estos abrazos se den más seguido.

—Yo pienso lo mismo.

—Si Jude estuviese aquí, te estaría abrazando con la misma emoción.

Su comentario hizo que girara mi cabeza para mirarla y que tanto ella como Malcolm, Carlos y Vanessa me miraran como si me hubiesen revelado un secreto de estado.

¿En serio mi actitud provocó que ellos adopten estas reacciones con solo mencionarla? ¿En serio mi duelo prolongado ocasionó que todos quisieran protegerme del recuerdo de mi madre?

No debería ser así.

—Lo-lo siento, Lan —tartamudeó mi madrina, tomando mis manos—. Mi intención no fue...

—Tranquila —le sonreí para calmarla, a ella y a todos—. Está bien que la menciones en un día tan importante como este —agaché mi cabeza y cerré los ojos dejando que todos esos recuerdos donde ella me observaba con orgullo y me preparaba un pastel para celebrar vinieron a mi mente, por primera vez en mucho tiempo dejó de doler—. De hecho, estaría bien mencionarla todos los días —mi voz se quebró, pero no era del todo por tristeza—, porque una mujer tan extraordinaria no merece ser olvidada, jamás.

—¿Estás seguro, amigo? —preguntó Carlos, con cautela—. No queremos incomodarte y...

—Basta —lo interrumpí—. Dejen de hacer esto por mí, ya no es necesario. ¿Me gustaría que estuviese aquí? ¡Por supuesto! Pero no lo está y debo vivir con ello, recordarla con una sonrisa y seguir adelante. Así que a partir de ahora quiero que cada vez que algo les recuerde a ella, cada vez que quieran rememorar alguna anécdota o tengan una oportunidad de mencionar una de las tantas razones por las que fue un ser inolvidable, háganlo, he olvidado un par de cosas y me gustaría recordarlas.

Wan y Charlie me sonrienron y se abalanzaron sobre mí, abrazándome.

—Ya que la tía Jude no está, nosotros te abrazamos por ella.

La última campana del curso sonó indicando que debíamos evacuar la facultad para dirigirnos a la Plaza Johnson, un espacio específico del campus en el que se realizan diversas actividades. Allí nos dieron la bienvenida cuando llegamos y allí nos despedirán ahora que nos vamos.

Acompañado por todos, caminamos por los pasillos de nuestra facultad por última vez, al menos como estudiantes del centro. Aún se me hacía difícil asimilar que habían transcurrido cuatro años y debía abandonar ese lugar. Estaba por salir por la puerta principal cuando un mural que en mi puta vida había visto apareció en mi campo visual. Se trataba de una especie de exposición fotográfica en la que figuraban todas las fotografías de los graduados de años anteriores, pero eso no fue lo que llamó mi atención sino que entre todos esos retratos fui capaz de identificar a mi madre y a Wanda.

—¡No es cierto! —sonreí, señalando la foto a lo que mi madrina asintió sonriente—. Nunca nos contaron que tú y mamá estudiaron en esta facultad, ¡es increíble!

—Y si te fijas en las togas... —indicó haciendo que fijara toda mi atención en los pequeños prendedores que llevaban.

—Con honores —sonrió Carlos.

—¿Qué? ¿Creyeron que eran los únicos? —se cruzó de brazos, divertida.

—¿Por qué nunca vi este mural antes?

—Solo lo exponen los días de las graduaciones, para colocar la fotografía de la nueva generación. Pero si tanto te gustó, tengo una copia guardada en mi baúl de los recuerdos.

—Sácala y enmarquémosla, la colgaremos junto a la nuestra —propuso Carlos.

—Me encanta la idea —sonrió—. Ahora corran a la plaza, supongo que no querrán que sus novias tengan que venir a buscarlos.

—¡Mierda, las chicas! —chilló un asustado Charlie antes de salir corriendo, dejándonos atrás al resto.

Después de una moderada caminata hacia la Plaza Johnson, llegamos al fin. Un festival de colores se había formado en el lugar debido a las togas de todo el alumnado, ya que a cada facultad le correspondía un color diferente. Me quedé junto a Vanessa en un punto fijo apartado de la multitud, buscando con la mirada a nuestros amigos, no era tarea sencilla.

—Así que tu madre también se graduó con honores aquí, ¿eh? —comentó la pelirroja a mi lado—. No sabía que era una tradición familiar.

—Yo me acabo de enterar —reí.

—Ella estaría muy orgullosa de ti, ¿sabías? —me sonrió.

Esa es Vanessa. La chica que hace como un año me robaba suspiros, con la que intenté de todo para que funcionara y acabó engañándome. Pero más allá de eso, es la chica que me apoyó y me implusó a dar lo mejor de mí cuando más lo necesité. Supongo que ella siempre fue eso, una amiga con la que tenía metas en común y erróneamente romanticé queriendo calificarla como la chica ideal. Comentió errores, sí, pero también me enseñó que no se puede forzar algo que solo funciona con el esfuerzo de uno de los dos y que sin reciprocidad ninguna relación llegará muy lejos.

Y a pesar de todo estoy orgulloso de ella por culminar su carrera universitaria con la máxima condecoración y sin desamores por un patán que no supo valorarla.

—No sé si te incomode o no que te lo diga, pero tus padres también estarían muy orgullosos de ti.

Sus ojos negros se ensancharon con sorpresa y se clavaron en los míos. Quizás no fue el mejor momento para recordarle que sus padres ya no están, pero ellos siempre fueron su ejemplo a seguir, estudió y se tituló en esta universidad porque así lo hicieron en su época y, aunque ella prefiere que la quemen en una hoguera antes de demostrar debilidad o sentimentalismos frente a los demás, todos sus logros se los dedica.

—Sabes que antes muerta que sentimental, pero...gracias, Allan —murmuró antes de lanzarse a mis brazos, la recibí con un cálido abrazo.

Sí, estoy seguro de que mamá y los señores Andrews están brindando por nosotros en el cielo.

Un carraspeo nos interrumpió por lo que nos separamos para ver de quién se trataba. Me quedé helado al ver a mi novia parada frente a mí, con los brazos cruzados y una ceja enarcada indicando que la escena no era de su agrado.

Esperen, saliéndome un poco del tema, esa toga azul marino la hace ver tan sexy.

Un momento, ¿dije sexy?

¡Carajo! Necesito ayuda profesional. Quizás alguno de los graduados de Psicología me deje una consulta gratis.

—Tranquila, tigresa —dijo la pelirroja alzando ambas manos en símbolo de paz—. Solo fue un abrazo de colegas.

La ceja alzada fue sustituida por la sonrisa preciosa—. No hay nada que explicar ni que malinterpretar —me guiñó un ojo—, confío en él.

Sonreí al instante. A pesar de que sus escenas de celos se mantienen vigentes y cada vez se inventa mentiras más originales para espantar a ''las sanguijuelas que se me pegan'', ha demostrado que confía en mí en más de una ocasión y eso me hace sentir genial.

—Y en ti también, perris.

—Awww, ven aquí —la ojinegra la abrazó y se felicitaron entre ellas ignorándome por completo, no fue hasta que apareció Catherine que recibí un poco de atención.

—¡Cat! —chillé.

—¡Lan! —chilló y me abrazó con fuerza—. Lamento haberme perdido tu graduación, pero ya sabes cómo son las cosas aquí —me sonrió al separarnos.

¡Amo a mi suegra!

—¡Pandilla! —escuché que alguien gritó a lo lejos y un segundo después, una chica con toga roja nos exprimió entre sus delgados brazos.

—Jane, nos vas a matar —logró decir mi chica al borde de la asfixia haciendo que la castaña nos soltara—. Lo siento. ¡Es que estoy tan emocionada!

Llegaron riendo tras ella Brook y la Sra. Campbell, al parecer los padres de las gemelas acordaron que cada uno asistiría a una de las ceremonias para que ambas sintieran su apoyo en este día.

Y hablando de los Campbell...

—¡Chicos! —gritó Mery luciendo su toga negra mientras corría despavorida hacia nosotros, dejando atrás a su novio junto a su padre.

Me preparé psicológicamente para ser estrangulado de nuevo, pero me quedé con las ganas al ver que toda su atención se dirigió a su gemela a la cual abrazó diciéndole lo orgullosa que está de ella.

Las gemelas, otro par del que estoy muy orgulloso. Ellas en serio se esforzaron para que su relación volviera a ser la misma y, aunque el pasado siempre estará allí, su amor de hermanas también y supieron superarlo. Jane supo responsabilizarse por sus actos y Mery supo perdonar, después de todo de eso se trata, de aceptar nuestras equivocaciones y mejorar como personas.

Después de eso continuaron las felicitaciones y los abrazos, incluso un par de presentaciones ya que algunos de nuestros padres no se conocían.

—Bueno, señores —Carlos llamó nuestra atención—, sé que hoy los celebrados somos nosotros, pero debemos darle una enorme felicitación a Brook por asistir a las cuatro ceremonias. ¡Así se hace, campeón!

Tanto nosotros como nuestros padres comenzamos a aplaudir y a ovacionar al rubio quien hizo una reverencia creyéndose el presidente. Mi chica se colocó a su lado y utilizando su puño como micrófono, dio inicio a una entrevista.

—Díganos, Sr. Saunders, ¿cómo se siente correr de una facultad a otra?

—Como un jodido maratón —dramatizó, haciéndonos reír—. No vuelvo a hacer esto en lo que me reste de vida.

—Bueno —fingió escuchar algo en el micrófono imaginario de su oído—, y cambiando de tema, nos han informado que se produjo un pasional beso de felicitación en la ceremonia de la Srta. Jane Campbell, ¿es eso cierto?

Todos dirigimos nuestras sorprendidas miradas a los protagonistas de dicho beso, Brook sonreía victorioso y Jane se cruzó de brazos.

—En sus sueños —bufó la castaña.

—La facultad de Pedagogía entera fue testigo —contraatacó el rubio.

—Fue un pico, eso no tuvo nada de pasional.

—Pero tú me besaste —sonrió Brook meciéndose de un lado al otro.

—Fue por la euforia del momento, no te hagas ilusiones.

—Tranquila, te daré más momentos de euforia en Valery Place —le guiñó un ojo y la expresión de la chica cambió a una muy apagada en una fracción de segundo—. ¿Y ahora qué te ocurre?

—Es que...no voy a ir a Valery Place.

¿¡Qué!?

—¿¡Qué!? —exclamamos todos al unísono.

—Lo decidí hace un par de días —dijo en un tono de voz bajo—. Quiero volver a Phealls y pasar un tiempo con mis padres, ya saben, volver a donde viví toda mi vida.

—¿Y qué hay del trabajo que te ofrecieron allá? —preguntó Emma notablemente afectada ante el repentino cambio de opinión de su mejor amiga.

—Llamé ayer para renunciar.

—¿Y...qué pasa con todo lo que habíamos planeado hacer juntas? —preguntó una llorosa Mery—. Creí que no nos volveríamos a separar.

—Lo siento —musitó.

Mis ojos viajaron hacia Brook quien lucía desilucionado, él ya se había montado todo un plan de conquista ambientado en el condado amarillo.

—¿Cómo se supone que te conquiste si vives en otro condado? —rió sin gracia.

—Ni se te ocurra mandarme cartas de amor, ¿eh? —lo apuntó con el dedo a modo de advertencia, pero la expresión del chico y la del resto de nosotros seguía siendo la misma, nadie se esperaba semejante bomba—. Vamos —extendió ambos brazos, invitándonos a abrazarla—, los seis.

Aún desanimados, la rodeamos abrazándola. No creí que hoy además de despedirnos de la universidad, nos despediríamos también de ella.

—No puedo creer que no te vayas con nosotros —declaró Vanessa.

—Pues qué bien, porque me voy con ustedes —rió la castaña de las muecas haciendo que nos separásemos de golpe de ella.

—¿¡Qué!? —volvimos a espetar al unísono.

Ella comenzó a carcajearse como nunca retorciéndose como una lombriz, entendimos en ese momento que había sido una puta broma.

—No entiendo cómo se lo tragaron —rió, secándose las lágrimas que se escapaban de sus ojos—. ¿En serio creyeron que se irían todos juntos a Valery Place sin mí? Soy el alma de la pandilla, ¿qué sería de ustedes sin su loca de las muecas?

Mi chica se quitó su birrete y comenzó a golpearla con él—. ¡No vuelvas a asustarme así de nuevo en tu puñetera vida!

Inspirados en su arrebato de birretazos, nos unimos a ella masacrando a la castaña por hacernos pasar semejante susto. La lección no duró mucho, ya que el rector llamó la atención de todos a través de un micrófono invitándonos a reunirnos en el centro de la plaza.

Nos recolocamos nuestros respectivos birretes y pasando nuestros brazos por encima de nuestros hombros, caminamos juntos. El rector comenzó a dar su discurso de despedida, yo por mi parte me dediqué a admirar a mis amigos a mis lados. Johnson me enseñó muchas cosas, pero ellos me enseñaron lo más valioso.

Carlos: No hay nada imposible de lograr si pones todo tu esfuerzo y corazón en ello.

Vanessa: Todos tenemos derecho a una segunda oportunidad si demostramos que lo merecemos.

Mery: Perdonar es de valientes.

Jane: Nunca es tarde para enmendar nuestros errores, sin importar lo mucho que lo hayamos cagado.

Emma: Al amor de tu vida lo puedes encontrar en la universidad...o bueno, en un dúplex.

El rector finalizó diciendo—: Mucha suerte y...¡hora de lanzar los birretes!

—¡Oigan, ustedes! —escuchamos a Brook llamarnos y nos giramos, él estaba grabando con su cámara, listo para inmortalizar el momento.

Nos sonreímos, nos quitamos nuestros birretes y los lanzamos al aire.

(...)

Desperté sobre un piso de madera con un punzante dolor de cabeza. Intenté abrir los ojos, pero me costó acostumbrarme a la luz solar por lo que me vi obligado a volver a cerrarlos. Al intentar moverme, noté que había alguien distribuyendo todo su peso sobre mí, abrí los ojos y me encontré con la cabellera castaña de mi novia.

¡Genial, dormimos juntos!

Un momento, ¿¡dormimos juntos!?

¿¡Dónde mierda estamos!?

Miré hacia mi lado izquierdo encontrándome con Brook en bóxers tirado en el piso, a Jane durmiendo sobre la mesita de centro y a Vanessa dormida con su espalda apoyada en la puerta. Dirigí mi vista hacia un poco más atrás y me encontré con Carlos y Mery durmiendo juntos en el sofá, entonces caí en cuenta de que estábamos en su departamento.

¿Qué pasó anoche?

—Mi reina —la moví un poco—, despierta.

Se retorció un poco, pero en resumen no me hizo ni puto caso. Decidí girar, quedándome encima de ella para despertarla de la forma que más le gusta, a base de besos. Como predije, no tardó mucho en despertar y devolverme el beso con muchas ansias sin caer en cuenta de que no había posibilidad alguna de mañanero.

—Extrañaba despertar así —me sonrió al separarnos.

—Y yo —le di un último beso—. ¿Ahora puedes explicarme por qué dormimos semidesnudos en el departamento de Carlos y Mery?

Mi pregunta la hizo reaccionar y mirar a todos lados encontrándose con las mismas escenas que yo. Me lanzó una mirada de horror y yo asentí en respuesta. Me levanté y tomándola de la mano, la ayudé a hacerlo también. Ambos solo teníamos descubiertos nuestros torsos y no me costó mucho encontrar su blusa y mi camiseta sirviendo de tapete para el televisor.

—La cabeza me está estallando —se quejó mientras yo la ayudaba a colocarse la blusa y reajustaba su falda.

—El sentimiento es mutuo, mi reina.

—Despertémoslos.

Y así nos pusimos manos a la obra con la ardua tarea de despertar a esos cinco bisontes en plena hibernación, cualquiera pensaría que estaban en coma, no se despertaban con nada. Cuando al fin despertaron y cayeron en cuenta del estado desastroso en el que nos encontrábamos todos, se vistieron y formularon a coro la pregunta del millón: ¿Qué pasó anoche?

—¿Alguien recuerda algo? —preguntó Brook.

—Yo a duras penas recuerdo quién soyv—admitió Jane quien estaba ingiriendo grandes cantidades de agua debido a la resaca.

—Esto me recuerda tanto al día de la supermarket party —comentó Mery quien estaba tirada sobre el sofá con la cabeza apoyada en el regazo de su novio.

—¡Claro! —exclamó mi chica a mi lado ignorando el hecho de que el más mínimo ruido hace que se produzca una mini explosión en mi cabeza—. El día de la supermarket party hicimos un montón de tonterías y a la mañana siguiente despertamos en este mismo estado.

—¿Estás insinuando que volvimos a hacer el ridículo como aquel día? —cuestionó Carlos quien llevaba una bolsa con hielos sobre la frente.

—Sí, y que quizás volvimos a cometer el mismo error de subir algo a internet.

—Ok, revisemos —asentí.

Pasaron varios minutos en los que nos dedicamos a buscar nuestros teléfonos, el mío apareció dentro de la licuadora, no tengo idea de cómo llegó a ese lugar. Lo despojé de los restos de lo que creo es avena que tenía pegados y fui directamente a Instagram. El primer post que apareció lo reveló todo.

¡Mierda!


Flashback

Para celebrar nuestra graduación, todo Johnson decidió ir a Aquarius a celebrar. Todos fuimos con nuestras togas y al dar inicio la fiesta, nos despojamos de ellas dejando al descubierto las elegantes vestimentas que llevábamos. Al hacerlo, toda mi atención se centró en mi chica, la cual vestía una falda ajustada, una blusa de tirantes sencilla que resaltaba sus pechos y su hermoso cabello suelto, el negro le queda excelente, como todo lo que usa.

Junto al resto de la pandilla bailamos como nunca hasta pasada la media noche, a partir de ahí todo se descontroló...

—¡Pudíiiiiinnnn! —chilló mi novia, estaba sentada sobre la barra moviendo las piernas como una niña pequeña—. ¿Dónndee esstá mi tequila con azúcar y lima?

—Aquíiii —respondí alzando la botella que llevaba en la mano, aunque creo que no era tequila sino vodka.

—Grashias, mi amorr —tomó la botella y le dio un trago inconcluso ya que no le quitó la tapa y la bebida no salió, miró el envase con el ceño fruncido y luego me miró mal—. ¿Porr qué me trajhiste una botella vacía? —hipó.

Iba a responderle que no lo estaba cuando Brook y Vanessa chocaron contra mí, lanzándome al suelo.

—Ay, perrdón, bro —me tendió una mano para ayudarme a levantarme, pero cuando la tomé e intenté levantarme, acabó cayendo a mi lado.

—¡Qué bienn! ¡Hora de doormir! —festejó Vanessa con tacones en mano antes de tirarse al suelo a nuestro lado.

—¡Ey! Yo también quiero —se quejó mi novia antes de lanzarse sobre mí a pesar de que le grité que no lo hiciera.

Teníamos más alcohol que sangre en las venas, para qué negarlo.

No sé en qué momento aparecieron las gemelas sosteniendo a Carlos quien ya estaba borracho después de siete rondas de su mezcla de Gin Tonic, Heineken, Red Bull, vino y ron. Ellas tampoco se encontraban precisamente sobrias.

—¿Ven lo que less dije? —dijo Jane—. Esta fiesta está taaan aburrida que se acosstaron a dorrmir.

—¿Qué propones entoncessss? —preguntó un tambaleante Carlos.

—¡Hagamos otra supermarket party! —hipó—. Para reecorrdar los viejos tiemposs.

—Yo me apunnto —asintió Mery, haciendo esa seña rara que hacen los surfistas.

Después eso pasamos no sé cuánto tiempo intentando levantarnos del suelo, fue tan difícil que Brook y yo acabamos gateando hacia la salida y apostamos quién llegaba más rápido. Creo que ganó él.

Finalmente llegamos al aparcamiento donde dio inicio la discusión más absurda que he tenido en mucho tiempo.

—Conduzzzco yooo —sentencié—. Es miiii camionetaa.

—Pero esstás borracho y los borrachoss no deben conducirr —me reprendió Carlos, pero graciosamente mirando su reflejo en uno de los espejos retrovisores.

—¿Pero tú de qué lado esstás?

—¡Dejen de discutir! —intervino Emma—. ¡A la máquina del misteriooo!

—Ya no es la máquina del misssterio porrque somos más gente ahora —nos recordó Mery que estaba muy cómoda sentada en el suelo.

—¡Ya sé! —gritó Jane, sobresaltándonos—. Seremos la casa de Mickey Mouse.

—¿Eh?

—Allan es Mickey. Emma es Minnie. Carlos es Donald. Mery es Daisy. Brook es Goofy. Vanessa es Pluto y yo soy Clarabella.

—¿Pero porr qué siempre tengo que ser un perrooo? —se quejó Vane, haciendo un puchero.

Y así continuamos discutiendo hasta que por fin accedieron a dejarme conducir, pero con la condición de que lo hiciera a 20km/h y tras bañarme en agua helada como la vez anterior. Fue una suerte que el supermercado estuviese cerca, de lo contrario llegaríamos para navidad.

Al llegar, entramos como si de nuestra casa se tratase y nos sorprendimos al encontrar a los mismos empleados de la vez anterior. Estos nos recibieron con un encogimiento de hombros seguido de un ''Hagan lo que quieran''.

Así dio inicio la aventura.

Jane se las arregló otra vez para hacer que conectaran su teléfono al equipo de sonido por lo tanto una playlist de música super pegadiza llenó el lugar. Lo más gracioso ocurrió cuando se reprodujo Que tire pa' alante de Daddy Yankee, nos pusimos a perrear en la sección de frutas y solo puedo decir al respecto que las manzanas ya no estaban aptas para la venta.

Igual a la vez anterior, compramos una botella de cuanta bebida alcohólica encontramos.

La resaca mañana será bestial.

Fin del flashback

—No puedo creer que hayamos hecho todo eso —negó Vanessa mientras observábamos el video que le tomó Jane cuando le estaba haciendo un baile sensual a una lavadora—. ¡Dios! Qué pena.

—Al menos tú no follaste en la sección de condones —negó con la cabeza Carlos mientras su novia se tapaba la cara de la vergüenza.

—Eso fue un compra y usa, ¿no? —se burló Brook, ganándose un golpe por parte de la rubia.

—Y lo más gracioso es que me las arreglé para escribir el hashtag supermarket party two y etiquetar todas las publicaciones con él —rió Jane.

—Eres muy capaz estando borracha —asintió Emma.

—Bueno ahora que ya sabemos qué hicimos —llamé la atención de todos—, ¿qué tal si nos dedicamos a limpiar e ir a buscar nuestras maletas?

—¿Para qué? —preguntó Charlie.

—Hoy nos vamos para Valery Place, ¿recuerdan?

—¡Mierda! —maldijeron, levantándose de golpe.

Inicia el caos.

(...)

—Carlos, deja de llorar —se quejó Brook, logrando que su primo sollozara aún más y estampara su cara en los pechos de su novia.

Nos encontramos todos a las afueras de Johnson, cerca de la carretera, listos para irnos a Valery Place. Pero Charlie está sentimental porque tuvo que despedirse de su departamento y está preocupado porque el camión de mudanza que llevará sus muebles viejos dentro de unos días ''no los trate bien''.

—Pareces una embarazada hormonal, basta ya.

—Brook, déjalo —lo reprendió mi reina—. Yo sé lo que se siente despedirse de un lugar al que le habías tomado mucho cariño.

—Tú sí me entiendes, Cenicienta —balbuceó, soltando a su chica para abrazar a la mía.

—Carlos no puede manejar así, tendré que hacerlo yo —suspiró la rubia.

—Será lo mejor —asentí de acuerdo.

—Bueno, ¿nos vamos o qué? —gritó Jane desde el asiento trasero de mi camioneta golpeando la parte exterior de la puerta.

—¿Estás bien, Charlie? —le preguntó Emma, sosteniendo su rostro en plan mamá cariñosa, desde que él le permitió llamarlo por su apodo, ella no pierde la oportunidad de decirlo.

—Sí —asintió sorbiendo sus mocos.

Deberíamos darle el premio al dramático del año.

—Bien, entonces Jane, muévete al asiento del copiloto y Brook conducirá.

Todos la miramos con extrañeza. Se supone que nosotros dos iríamos a bordo de mi camioneta con Jane atrás y que Brook viajaría en mi moto.

—¿A qué viene ese cambio de planes? —le pregunté.

Ella me sonrió y caminó hasta quedar frente a mí.

—Quiero ir en moto.

Eso sí me tomó por sorpresa.

—¿Tú? ¿Quieres ir en moto? ¿Desde aquí hasta Valery Place? —asintió a cada pregunta, pero yo seguía sin creérmelo—. ¿Estás segura?

—Confío en ti.

Y eso era todo lo que necesitaba escuchar.

—Bien —le sonreí y luego miré hacia Jane y Brook—. Ya oyeron a mi reina, ustedes se van juntos.

—¡No! —gritó Jane con las muecas en acción—. No voy a soportar un viaje de dos horas con Brook, ¡antes muerta!

Uh, parece que alguien más está compitiendo por el premio del dramatismo.

—¡Vanessa, déjame ir contigo! —chilló.

—Sabes que no puedo —respondió la pelirroja señalando su descapotable rojo repleto de maletas, incluyendo el asiento del copiloto—. Lo siento.

—¿Carlos y Mery? —recurrió a ellos con un puchero.

—Apenas cabemos nosotros con las cosas que cierto chico de apellido Rowsell quiso llevarse —se quejó Mery ya que Carlos insistió en que se llevaran lámparas y otros objetos delicados que ''no podía dejar en las macabras manos de los encargados del camión de la mudanza''.

—Allan y Emma, llévenme en el baúl de la moto —lloriqueó en su último intento a lo que negamos.

—Tranquila, Tarzana —se burló el rubio antes de darle un beso en la mejilla—, no muerdo.

Ella le lanzó una mirada de odio y unas muecas que daban pavor antes de deslizarse hacia el asiento del copiloto. Él sonrió con diversión y subió al asiento del piloto.

Em y yo por nuestra parte nos colocamos nuestros cascos y subimos a la moto. En cuanto ella rodeó mi cintura con sus brazos y se apoyó en mi espalda sin temblar siquiera, supe que lo había superado, o al menos eso me gustaba pensar.

—¿Lista? —murmuré, encendiendo el motor.

—Contigo siempre.

Nos pusimos en marcha y junto a nosotros el resto de los vehículos. Al llegar a la carretera, se comenzó a escuchar música proveniente de la camioneta de Carlos. Jane iba asomada por la ventanilla mostrándonos el dedo de en medio a todos. Vanessa llevaba sus lentes de sol, disfrutando de la luz veraniega. Y nosotros, bueno, creo que nunca la habíamos pasado mejor a bordo de esa moto.

¡Valery Place, allá vamos!









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Nuevo capítulooo!!!

Ya se graduaron nuestros niños😢.

¿Qué les pareció el cap?

¿Cuál fue su parte favorita?

Besos de Karina K.love 😉

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