Allan
Me levanté temprano para ir a la universidad. Hoy no tenía muchas clases —mayormente porque ya estaba en cuarto año y la mayoría eran prácticas— y no empezaban hasta las 10:00 a.m., pero de todas formas no me gustaba llegar tarde o estar corriendo a última hora, así que me levanté a las 8:00 a.m.
Aún no estaba del todo familiarizado con "mi nuevo hogar". El dúplex era bastante diferente al pequeño departamento en el que solía vivir hasta hace unos días. No obstante, no podía quejarme, si obviamos el hecho de que mi ex vive al lado junto al chico con el que me engañó, es un sitio ideal para pasar mi último año de universidad antes de regresar al condado en el que solía vivir.
Luego de haberme duchado y arreglado para lucir medianamente decente, me dirigí hacia la cocina para preparar el desayuno. Era bastante amplia, así que sería muy cómodo cocinar allí, esa parte me agradaba ya que yo mismo me ofrecí voluntario para ser el "chef" a tiempo completo. Al entrar divisé sobre la encimera un plato con un omelette con tocino y jugo de naranja junto a una nota. Sonreí a medias y tomé el pequeño trozo de papel color verde, decía:
''Buenos días, roommate. Lo lamento, pero tuve que irme rápido y no pude lavar los platos, pero te dejé el desayuno. Lindo día.''
Emma es muy tierna.
Pudo haberme enviado un simple mensaje, pero en su lugar me dejó una nota y el desayuno. También me dejó los platos sucios, pero esos son daños colaterales sin importancia.
Admito que me agrada tenerla como roommate. Aún nos resulta incómodo a ambos ya que somos un par de completos desconocidos que están poniendo de su parte para convivir en paz, pero siempre trato de romper el hielo para entablar conversaciones, quiero conocerla mejor. Y también quiero dejar de cagarla todo el tiempo, siempre que abro mi bocota suelto alguna estupidez que acaba lastimándola —como lo de la otra noche con lo de "buenas vistas"— y ella no merece que sea un idiota.
Tomé mi desayuno y lo coloqué sobre la mesa para luego sentarme y degustarlo. La verdad es que mi roommate no cocinaba nada mal y, pensándolo bien, no había comida en casa, así que supuse que fue muy temprano al supermercado.
Esa incógnita me dejó pensando, así que interrumpí mi desayuno para ir hacia el refrigerador y, en efecto, estaba lleno. Queso, jugos, leche, Coca-Cola, jamón, de todo; en el congelador incluso había helado. Me moví hacia la alacena y también estaba repleta de todo lo que necesitábamos. No podía creer que hubiese ido, seguramente al amanecer, a comprar sola siendo nueva en el barrio. A pesar de que es una zona residencial y muy tranquila, cualquier cosa le podía pasar a esa hora si andaba merodeando por las calles por su cuenta.
Creo que necesitamos una nueva regla de convivencia: no salir al amanecer a hacer la compra semanal.
Culminé mi desayuno pensando en una Emma caminando sola sin conocer demasiado el barrio y expuesta a todo tipo de peligros. Lavé rápidamente los platos y me percaté de que todo estuviese en orden antes de salir del dúplex.
Mientras abordaba mi camioneta me pregunté en qué transporte se había ido Emma. No sé porqué me preocupo tanto por ella, después de todo solo es mi roommate y mi compañera de copas de una noche, fuera de eso es una total desconocida, pero después de todo me cae bien. Muy bien.
Sacudí la cabeza para dispersar mis pensamientos y procedí a manejar a mi camioneta, o como yo la llamo, mi bebé. Fue un regalo de graduación de bachillerato, por parte de la hermosa madre de mi mejor amigo. Conduje tranquilamente hacia la universidad, de todas formas aún tenía tiempo.
Llegando al campus las primeras caras que vi fueron las de Carlos y mi cuñis, ambos se encontraban sentados sobre el césped de una de las tantas áreas verdes en las que solemos reunirnos. Verlos me alegraba, mis amigos siempre han sido mi mejor medicina, desde siempre.
¿Quieres olvidar problemas y frustraciones? Busca un lugar, la música, el confeti y llama a Carlos y a Mery.
Sí, ya sé que suena a comercial de un dentista, pero ellos mismos lo inventaron y por lo menos rima.
—Hola, bro —me saludó mi mejor amigo, levantando su cabezota del regazo de su novia.
—Hey, amigo —lo saludé de vuelta con un movimiento de cabeza.
—Hola, cuñis —me sonrió Mery.
—Hola, M.
—¿Cómo pasate tu primera noche en el dúplex? —preguntó el castaño a la vez que le tendía una mano a su novia para ayudarla a levantarse.
—Normal —respondí, restándole importancia.
—Define ''normal'' —inquirió mi la rubia dibujando comillas en el aire con su típica mirada pícara de no te creo nada, tiene que haber algún asunto pervertido de por medio.
—Normal, Mery —rodé los ojos y me dispuse a caminar, si me quedaba allí, me acribillarían con preguntas incómodas.
—Amigo, tú y yo sabemos que en ese ''normal'' hay más historia de la que estás contando —agregó Carlos con la misma mirada, alcanzándome.
—¿Qué quieren que les cuente Sr. y Sra. Rowsell?
—Aún no estamos casados, así que es Sr. Rowsell y Srta. Campbell —rectificó Mery, con una mezcla de molestia y disgusto.
De cierto modo le molestaba la idea de que le encantaría llevar el apellido Rowsell, pero Carlos aún no se animaba a pedir su mano, aún teniendo claras intenciones de hacerlo.
—Ok, Srta. Campbell —suspiré con pesadez—, ¿qué quieres saber?
—Por ejemplo, ¿qué pasó con la víbora y su amante? —soltó Carlos de pronto y sin una pizca de tacto, normalmente solo lo tiene con Mery, con su madre y conmigo.
—Aún no los he visto, por suerte. Será bastante incómodo ver sus estúpidas caras.
—En algún momento tendrás que enfrentarlo, Lan —dijo la rubia.
—Lo sé —asentí—. Pero si puedo evitarlos por los próximos seis meses, lo haré sin pensarlo.
Hablo en serio.
—Ok, cambiando de tema, ¿qué pasó con Cenicienta? —preguntó mi amigo curioso.
—Nada.
—¿¡Cómo que nada!? —gritaron ambos al unísono y algunas personas se giraron para mirarnos.
—Chicos, la universidad entera no tiene que enterarse y cuando digo ''nada'' me refiero a que ni siquiera somos amigos aún.
—¡No puedo creerlo! ¿¡Dónde está mi mejor amigo!? ¿¡Dónde está el playboy que los chicos odian y las chicas aman!? —exclamó mi amigo indignado con una mano en la cintura y la otra pasándosela por la cabeza, no sé si está actuando o sencillamente es un exagerado dramático—. Brook estaría tan decepcionado de ti.
Confirmado, es un exagerado dramático.
—Carlos, ella es mi roommate, la chica con la que compartiré un dúplex durante meses y le pasó exactamente lo mismo que a mí, solo que en versión femenina. No me voy a acostar con ella ni seremos amigos con derechos, ni nada que se le parezca. Ella no es como las otras chicas y tampoco quiero que las cosas se tornen incómodas entre nosotros.
—Amor, Allan tiene razón —intervino Mery—. Esa chica no puede ser su acostón de una noche. Se pueden confundir las cosas y la situación se tornará muy incómoda, para ambos.
—Ok, pero aún sigo pensando que estás dejando pasar la oportunidad de olvidar a la innombrable —se quejó Carlos para luego darle un beso de despedida a su novia, ya estábamos frente a la facultad de Derecho—. Suerte, cariño.
—No la necesito —respondió ella, con fingida suficiencia.
—Lo sé —le sonrió él antes de besarla de nuevo.
Qué envidia.
Pero de la buena, eh.
Luego de que mi pareja favorita terminara de despedirse —casi tuve que separarlos a la fuerza porque cuando se lo proponen no se despegan— Carlos y yo nos encaminamos hacia nuestra facultad. Sabía lo que me esperaba, así que conté los pocos segundos de paz que me quedaban.
Fueron tres, para ser exacto.
—¿Y no te gusta ni un poco? —preguntó de la nada.
—Si me gustase o no, daría igual. No pienso hacer nada al respecto.
—¿Por qué no?
—Ya te expliqué el porqué.
—Yo solo oí excusas baratas no propias del Allan conquistador que conozco.
Me detuve a medio camino para encararlo. Si no hacía esto ahora, me molestaría el resto del día con lo mismo.
—Si fuera una chica cualquiera, me la tiraría. Si no fuera mi roommate, me la tiraría. Si no tuviese el corazón y la autoestima hechos mierda por culpa de un imbécil que le fue infiel y no la supo valorar, me la tiraría. Pero es Emma y no merece que la use de esa forma.
Contrario a la reacción que me esperaba, se dedicó a sonreírme de lado mientras agarraba una de las correas de su mochila.
—¿Desde cuándo te importa tanto el estado emocional de las chicas con las que te acuestas? —rió por lo bajo—. O no, déjame reestructurar la pregunta. ¿Desde cuándo te importa tanto la Cenicienta?
—Deja de pensar tonterías y camina —mascullé y me adelanté en el camino.
—Te vas a acostar con ella —rió tras de mí.
—¡Que no voy a acostarme con mi roommate!
Emma
Hoy lo había hecho todo a la velocidad de la luz. Levantarme y alistarme. Ir al supermercado, volver y preparar el desayuno. Tomar el autobús para ir a la universidad, y el tiempo volvió a correr lento al llegar allí.
Hoy tenía pocas clases y la gran mayoría eran prácticas ya que estoy en el último año de la carrera y la parte teórica al fin acabó. No me malentiendan, adoro mi carrera, pero estoy ansiosa por comenzar a trabajar a pesar de lo mucho que voy a extrañar la universidad.
Eran cerca de las 11:00 a.m. y ya había terminado mis clases por hoy, lo cual fue decepcionante teniendo en cuenta todo lo que corrí esta mañana para hacerlo todo en tiempo. Pero da igual, así aprovecho para relajarme un poco.
Llamé a Jane que, conociéndola, sean clases teóricas o prácticas, estará merodeando por el campus quejándose de lo agotador que ha sido este semestre y buscando algún chico lindo con el que salir. Según ella es más seguro conocer a chicos aquí que en las fiestas, pero el inconveniente es que es más difícil deshacerse de ellos cuando se aburre.
Antes de que la llamese me llegó un mensaje suyo diciendo ''P.S'', y no, no significa posdata en inglés. Significa Porfa Sálvame y es nuestro código secreto para cuando estamos con un chico ''que no resultó ser tan agradable''. No es por presumir, pero ella lo usaba más que yo. Aunque también ella suele tener más citas que yo.
Elegí la opción A, o sea llamarla desesperada diciendo que venga a consolarme porque mi novio me dejó. Esta vez no tendría que fingir demasiado, Dave se encargó de que fuera bastante fácil interpretar el papel. Lo hice y en menos de cinco minutos ambas ya estábamos en un café cerca del campus riéndonos del pobre chico.
—Oh vamos, Jane, ese parecía ser un chico muy dulce —la reprendí, siempre rechaza a chicos buenos, como si fueran tan fáciles de encontrar.
—No lo sé, amiga. No había química y por muy lindo que sea no sirve de nada si no fluyen las cosas —me explicó, llevándose una papa frita a la boca.
—Tienes razón, pero no puedes ir por la vida rechazando a cada chico que no cumple con tu larga lista de requisitos.
—Lo sé, pero no pierdo la esperanza de que algún día llegue ese chico especial que estoy buscando. Mientras tanto disfrutaré de las citas, las fiestas y el sexo —soltó con su risa de total despreocupación.
—¿Y si intentas tener una relación formal por primera vez en tu vida?
—Ya intenté eso una vez y me rompieron el corazón en mil pedazos, y no quiero sonar dura, pero a ti te hicieron exactamente lo mismo.
—No me lo recuerdes —rodé los ojos—. ¿Qué me recomienda, Dra. Campbell?
—Pues...usted, Srta. Wilson, ha sido diagnosticada con el síndrome del corazón roto. Eso quiere decir que tendrá que hacer gran cantidad de actividad física, por ejemplo bailar en una fiesta.
—Sabes lo que pasó en la última fiesta a la que fui —le recordé mi bella ruptura.
—Lo sé, pero esta vez no tienes a alguien que termine contigo, ¿o sí? —sonrió pícaramente y negué con la cabeza, pensarán que está siendo un poco cruel, pero no, esa es su forma de ayudarme a lidiar con las rupturas.
—Ok, quizás veamos a Mery —sonreí, pero ella no.
Digamos que no le gusta hablar de ella. Pero si algo me ha enseñado es que la mejor manera de superar algo es hablar de ello, por eso toca tan seguido el tema de Dave, para ayudarme a superarlo. Y por lo mismo yo toco siempre que puedo el asunto de Mery, quizás eso la anime a ir a arreglar las cosas con ella de una vez.
—Amiga, sabes que... —desvió la mirada hacia su bebida para luego mirarme de nuevo— Mery y yo no terminamos nada bien nuestra última ''charla''. De hecho acabó diciendo que no quería volver a verme en su puta vida. Debí ser muy mala hermana para que mi propia gemela no quiera volver a verme, ¿no crees?—musitó esto último algo entristecida, sé lo mal que se siente al respecto.
—Bueno, ¿qué tal si sólo me recetas algo más para el mal de amores? —propuse, cambiando de tema. Odio verla así de afectada por algo que no es tan fácil de arreglar.
—Ok —sonrió, trayendo de vuelta su sonrisa y picardía habituales—, el segundo paso es interactuar con gente nueva, y si no quedó demasiado claro me refiero a que te acabes de follar a tu roommate de una puta vez —explicó logrando que escupiera mi batido, casi ahogada.
—¿Qué acabas de decir? —pregunté a la vez que me limpiaba la comisura de los labios con una servilleta.
—Que no entiendo cómo no han hecho nada. Ayer cuando me escribiste que solo habían visto el atardecer en el tejado, que habían puesto normas de convivencia, cenaron pizza y luego sencillamente se fueron a dormir EN LUGARES DIFERENTES quería darte una bofetada virtual —me regañó con esa cantidad de gestos y muecas graciosas que suele hacer cuando algo la saca de sus casillas o simplemente no puede entenderlo.
—Jane, obviamente no me acosté con él y no lo voy a hacer.
—¿Por qué? —preguntó como si hubiera dicho la más grande de las estupideces.
—Porque es mi roommate, el chico con el que voy a pasar seis meses viviendo bajo el mismo techo. No es un chico que conoces en una fiesta y luego de tirartelo no lo vuelves a ver. Además, ¿tú no estabas en contra de que "me dejara engatusar" por sus encantos de playboy?
—Eso era antes de que me contaras lo tierno que ha sido contigo, cosa de la cual han carecido todos tus ex-novios y ex-pretendientes. Con lo que te dijo la noche de las reglas de convivencia ya tiene mi bendición —admitió—. Por otra parte, que sea tu roommate lo hace el doble de interesante. Tienes a ese bombón a tiempo completo —me guiñó un ojo.
—Claro, eso suponiendo que yo le guste y que al él le parezca que soy buena en la cama —comenté, recordando nuevamente las palabras de mi ex.
La mueca que recibí a continuación me dio a entender que no debí decir eso frente a ella.
—No...¿estás tomando en cuenta lo que el cara de culo de tu ex te dijo? —asentí—. ¡No lo puedo creer! A Emma Wilson nadie le pisotea la autoestima. ¿Quién eres tú y qué hiciste con mi mejor amiga? —exclamó realmente indiganda—. Parece que lo que dijo el buenorro de Allan no fue suficiente, así que es hora de mi discurso —y... aquí va—. Eres la chica más atractiva, sexy e interesante que conozco. El tipo de chica que le genera inseguridad y bi panics a otras chicas. Y va a sonar asqueroso y mal, pero el único motivo por el que los idiotas con los que has estado mantuvieron relaciones largas contigo fue que sabes perfectamente qué hacer con un chico en una cama. Así que sácate la estúpida idea de la cabeza de que no tienes nada más que ofrecer, porque sí tienes, y mucho.
Jane tenía razón.
Yo era literalmente una chica de autoestima indestructible. Siempre he estado muy conforme con mi cuerpo y conmigo misma en general, por lo que nunca he tomado en cuanta la opinión de nadie acerca de mí, pero...no todos los días el chico al que amas te deja diciéndote que eres pésima en la cama y que tu atractivo físico era lo único que lo mantenía a tu lado. Eso duele, y de paso te pega en el orgullo y te crea inseguridades como las que estaba experimentando ahora.
—Jane...sé que intentas ayudarme a que lo supere lo antes posible, pero si soy buena en la cama o no es algo que no puedes comprobar.
—Ok, entonces Allan lo hará por mí —sonrió descaradamente.
—Basta con eso. ¡No va a pasar!
—Claro que va a pasar —su sonrisa retorcida se amplió—. Cuando ambos dejen de pensar en los innombrables, verán que están hechos para comerse el uno al otro y van a follar en cada rincón del...
—¡Que no voy a acostarme con mi roommate! —alcé la voz sin darme cuenta, interrumpiéndola, y noté como su expresión risueña pasó a cara de What That Fuck.
En ese momento supe que la había cagado.
Me giré y, siguiendo su mirada tras de mí, vi nada más y nada menos que a mi roommate.
Tierra trágame.
Eso no era todo. Él venía acompañado de un chico y de una chica que...
¡Carajo! No puede ser.
Es idéntica a Jane
¡Esa debe ser Mery!
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Nuevo capítuloooo!!!
¿Qué creen que ocurrió entre Mery y Jane?
Besos de Karina K.love 😉
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