Capítulo 51: Regresa

Emma

Pedí el resto del día libre en el trabajo para ir a un lugar tranquilo a ver el dichoso video. Acompañada de Brook y Jane, me dirigí a la habitación de hermandad de esta última, era el sitio idóneo.

Ahora, con la cámara de video entre mis temblorosas manos, debatía si debía observar esas imágenes o no. Si mi mejor amiga afirma que en efecto sí se trata de un malentendido, le creo. Pero lo que en realidad me detenía era la posibilidad de haberme equivocado, y se supone que lo que estoy a punto de ver demuestra que lo estaba.

—Emma...¿vas a ver el video? —preguntó Brook, sacándome de mi trance.

—Te...¿importaría mostrármelo tú?

Me sonrió comprensivamente.

—Claro.

Se levantó del pequeño sillón para tomar asiento sobre la cama a mi lado izquierdo, Jane estaba sentada a mi derecha. Tomó la cámara y reprodujo la grabación más reciente antes de entregármela de regreso.

Lo primero en aparecer fue Allan en primer plano preguntándole a Brook, quien estaba grabando, porqué estaba ebrio. Luego Brook cayó al suelo y Allan depositó la cámara en un ángulo desde el que se apreciaba la mitad de la sala de estar. De ahí en adelante todo ocurrió justo como todos me habían relatado, incluso aparecí yo cuando perdí los estribos, mi chico echando a Vanessa y luego desesperado llamándome.

Ninguno mintió, ni Vanessa ni Brook, mucho menos Lan.

Lo malinterpreté todo.

Un nudo se formó en mi garganta impidiéndome llorar o hablar. Todas las piezas del rompecabezas comenzaron a tomar su lugar y en conclusión, dejarme llevar esa noche fue mi peor error...perdí a mi chico por una estupidez. ¿Cómo pude ser tan tonta?

—Soy una estúpida —me lamenté dejando la cámara a un lado.

—¿Ahora me crees? —preguntó Brook con delicadeza.

Asentí mientras las lágrimas descendían por mi rostro, pero no por mí sino por cómo traté Allan, él no se merecía escuchar ni una de todas las palabras hirientes que le grité. Él no se merecía mi desconfianza.

Lo hice todo mal. Me dejé llevar por mi enojo, no escuché razones, y lo peor, dudé del chico que amo. Permití que mis inseguridades sacaran lo peor de mí, lastimando a Allan aún cuando él intentó explicarse tantas veces.

No tienes perdón de Dios, Emma.

—Allan debe estar odiándome en este momento —cubrí mi rostro con mis manos, apoyando mis codos en mis rodillas.

—No creo que te odie, amiga —murmuró Jane, sobando mi espalda a modo de consuelo—. Debe estar dolido y enojado, pero odiar es una palabra muy fuerte.

—¡Pero es que me lo merezco, Jane! —la miré—. Él fue un novio excepcional. Nunca me dio motivos para dudar de él y yo lo creí que capaz de traicionarme, encima lo traté como una mierda y lo dejé solo en el dúplex.

—Pero estás a tiempo de arreglarlo —dijo Brook—, pídele perdón y regresa al dúplex.

Antes de que pudiera responderle, la puerta de la habitación se abrió dejando ver a Mery y a un enojado Carlos.

—¿Volver al dúplex? ¿Emma? ¡No! —sentenció Carlos, dejándome perpleja tanto a mí como al resto.

—Carlos, ¿qué te ocurre?

—Ya te mostró el video, ¿verdad? —asentí—. Perfecto —sonrió sarcáticamente—. Ahora laméntate todo lo que quieras y haz lo que te dé la gana, menos regresar al dúplex. No voy a dejar que lo hagas.

Su actitud logró descolocarme por completo. Nunca vi a Carlos oponerse a mi relación con Allan, al contrario, incluso cuando nos peleamos me buscó varias veces pidiéndome que lo escuchara. Entiendo que herí a su mejor amigo, pero no entiendo a qué se debe esto, me miraba como si me guardara rencor y eso no es propio de él.

—Cuñado —intervino Jane—, te quiero, pero Emma es la única que puede decidir si vuelve al dúplex o no. Ella pagó por el alquiler y puede regresar cuando le plazca.

—Eso lo entiendo, Jane, pero al menos esperaba que tuviera la decencia de no regresar después de lo que hizo —me miró con...¿rabia?

Me levanté y acorté la distancia entre ambos mientras secaba mis lágrimas. Ya la cagué demasiado con Allan, no quiero perder mi amistad con él también.

—Carlos, soy consciente de que me equivoqué, lo hice todo mal, desconfié de él y...

—¡No me refiero a eso, joder! —alzó la voz y se acercó demasiado a mí, sobresaltándome, Mery tuvo que sostenerlo del brazo para detenerlo.

—Amor, tranquilízate —pidió ella en un tono suave, Jane y Brook se posicionaron a mi lado.

—¡No puedo! —su voz se quebró, eso sí me tomó por sorpresa—. ¡Ella no tiene ni puta idea de lo que hizo y pretende regresar y pedir perdón como si nada! ¡No es justo! ¡Mi amigo no se merece eso! —para estas alturas lágrimas, que no supe identificar si eran por rabia o por emoción, se deslizaban por su rostro.

—¿Qué fue lo que hice? —pregunté, temerosa.

—¡Tiraste el anillo, Emma! —me gritó—. ¡Tiraste su anillo, maldita sea!

En ese instante un sentimiento de vacío me invadió y desvié la mirada hacia mi mano derecha, en la que el anillo no figuraba hace días.

El anillo...Allan dijo que significaba mucho para él, pero nunca me especificó el motivo. Aun así yo, una vez más, dejé que el enojo tomara el control sobre mis acciones y lo lancé.

¡Dios! ¿Cómo pude meter tanto la pata?

—Ese anillo...es el único bien material que Allan considera valioso. Cuando tenía 11 años y se mudó con la tía Jude a Valery Place, ella perdió un anillo durante la mudanza y se puso muy triste porque era una reliquia familiar. Él le prometió que le compraría uno nuevo y trabajó en cualquier cosa hasta reunir el dinero suficiente —aspiró por la nariz—. Dos años. Le costó dos años reunir el dinero para llevarlo a una joyería y hacerlo a la medida para ella, con la inscripción ''Para la mejor mujer del mundo''.

Era de su madre...¿¡qué mierda hice!?

—Cuando ella murió y en el hospital nos entregaron sus pertenencias, Allan lo guardó y se prometió a sí mismo que se lo obsequiaría a su chica ideal, a alguien tan extraordinaria como su madre.

No. No. No. No.

—Te lo dio a ti, Emma. Nos citó a mí y a Brook pidiendo nuestra aprobación y te lo regaló, porque no tenía dudas de que eras esa chica que él siempre buscó. ¡Y tú lo tiraste! Lo arrojaste lejos como si no valiera nada.

Ya estaba llorando desde que antes, pero ahora los sonoros sollozos me acompañaban junto a un dolor profundo que se alojó en mi pecho. Hice más daño del que creí y eso no me lo voy a poder perdonar...y él tampoco.

—Ahora dime, Cenicienta, ¿crees que puedo dejar que vuelvas a hacerle daño? No.

—Lo siento tanto... —apenas pude pronunciar dichas palabras.

—¿Lo sientes? —se acercó, amenazante—. ¿¡Lo sientes!?

—¡Carlos, basta! —intervino Mery, interponiéndose entre nosotros—. Estás siendo demasiado duro.

—Mery, ¿viste cómo está Allan? ¿Crees que lo duro que estoy siendo con ella es poco en comparación con como ella lo destrozó? —le lanzó una mirada de incredulidad a su novia y una desaprobatoria a mí.

—Carlos, todos estamos de acuerdo en que Emma la cagó —reaccionó Brook—, pero está arrepentida y si alguien debe decidir si le da una segunda oportunidad o no, es Allan, no nosotros.

—Parece que todos están de parte de ella, ¿no? —negó con la cabeza—. ¡Allan está encerrado en el dúplex con el corazón hecho pedazos, ¿y todos se ponen del lado de Emma?! ¡No puedo creerlo! —se revolvió el cabello, con frustración—. Creí que los sentimientos de Allan eran más importantes para ustedes.

—Y lo son —afirmó el rubio—, por esa misma razón Emma debe volver al dúplex, para enmedar sus errores y hacer que nuestro amigo vuelva a ser el de antes.

—Nada volverá a ser como antes, porque ella —me señaló—, no confía en él. Y cuando la confianza se pierde, el amor se va al carajo.

—Carlos —hablé al fin—, yo...sé que no me excusa pero de verdad creí que me estaban engañando y...

—No —me interrumpió—, no te excusa. Una supuesta traición no duele tanto como darte cuenta de que la persona que amas no confía en ti.

Esas palabras se clavaron en mí como un jodido puñal. Y lo peor de todo es que es cierto, no tengo argumentos para defenderme, no tengo excusa.

Vi cómo Mery empuñó sus manos, como si quisiera contenerse, pero lo que dijo a continuación nos dejó en shock a todos.

—Eres el menos indicado para hablar de traición y falta de confianza en la relación, y sabes porqué. Tú lo viviste...por mi culpa.

La expresión ruda del castaño se suavizó, adoptando una menos tensa, pero igual de dolorosa.

—Eso no viene al caso —apartó la mirada.

—Sí viene al caso, porque de todos nosotros tú sabes muy bien lo que es ser traicionado por la persona que amas. Lo viste, lo viviste cuando yo te traicioné.

Ella estaba llorando, a pesar de estar de espaldas a mí fui capaz de identificar sus sollozos y toda la atención de Carlos fue a parar en su dirección. Lucía dolido, pero no por la traición de la que ella hablaba y de la cual ni Jane ni yo teníamos idea, sino porque parecía dolerle verla llorar.

—No es igual, Mery. Eso fue hace años, tú y yo no estábamos juntos y podías acostarte con quien quisieras. Lo de Allan y Emma es totalmente diferente.

—No —objetó la gemela rubia—, en esencia es lo mismo, fue presenciar una traición, ya fuese falsa como la de ellos o real como la nuestra —dio un paso adelante y acunó el rostro de su novio entre sus manos—. ¿Acaso no te dolió como de seguro le pasó a Emma?

Él me miró por encima del hombro de su novia durante un breve instante para luego mirarla a ella y asentir.

—Y a pesar de todo el dolor que te causé, me perdonaste. No fue al instante y me costó ganarme tu perdón, pero lo hiciste. ¿Por qué?

—Porque te amaba —le regaló una sonrisa triste—. Porque te amo, joder.

—Y Emma ama a Allan como él la ama a ella. Si ella está dispuesta a arreglarlo, ¿quiénes somos nosotros para interponernos?

Él cerró los ojos un breve instante y asintió con lentitud, como si por un momento se hubiese olvidado de mis cagadas para ponerse en mi lugar.

—Eres mi puta debilidad, ¿lo sabías?

—Lo sé —afirmó antes de darle un sonoro beso en la mejilla.

—Ok —sonrió a medias—, tienes razón —dirigió la vista a nosotros—. Déjenme hablar a solas con Emma, prometo comportarme.

Brook y las gemelas me miraron buscando mi aprobación a lo que asentí en respuesta. Mery le dio un corto beso en los labios a su novio antes de salir y dejarnos solos.

Carlos soltó un suspiro pesado y tomó asiento en la cama, palmeando la superficie del colchón a su lado para indicar que me sentara allí. Obedecí en silencio y así nos mantuvimos durante un rato. Nunca creí que me encontraría en una atmósfera así con él, que siempre rellena los silencios con sus ocurrencias, pero comprendía que en estos momentos no era su persona favorita.

—Debes estarte preguntando a qué se refería Mery con la traición —dijo, rompiendo el silencio de una buena vez.

—No creo que sea un tema del cual te agrade hablar.

—No lo es, pero con ello me hizo ponerme en tu lugar —bajó la mirada—. Duele presenciar una traición viniendo de ese alguien que tanto quieres.

—Como el infierno —asentí.

—Mi padre traicionó a mi madre cuando yo tenía 10 años, ambos lo descubrimos con su amante en nuestra propia casa, en la cama matrimonial.

Su confesión me tomó totalmente por sorpresa. Sabía que Wanda se había divorciado de su esposo, pero nunca imaginé que ese fuera el motivo. A mí mente vino la imagen de un pequeño Carlos presenciando una imagen tan fuerte y dolorosa como esa, y se me encogió el corazón.

—Eso...debió afectarte mucho.

—Muchísimo —afirmó—. Me costó años volver a confiar en mi padre y me prometí a mí mismo que el día que alguien me hiciera los mismo que él nos hizo, no lo perdonaría jamás.

—Pero perdonaste a Mery.

—Cuando pasó...yo recién había admitido mis sentimientos por ella y fui a su residencia a pedirle que fuera mi novia. Al abrir la puerta, me la encontré desnuda en la cama, con su ex que la abandonó y le hizo tanto daño. Creo que nada me ha dolido tanto como eso.

—Te entiendo. Allan y Vanessa no hicieron nada, pero yo asumí que sí...y dolió tanto que quemaba.

—Aun así yo la perdoné eventualmente. No se la puse fácil, en lo absoluto, pero ella me demostró que me amaba tanto como yo a ella. Rompí la promesa que me hice a mí mismo, pero no me arrepiento —sonrió—, Mery es lo mejor que me ha pasado en la vida.

—Allan también es lo mejor que me ha pasado...y yo le rompí el corazón —suspiré—. Perdóname, Carlos, te prometí que no lo haría y te fallé.

—Enmiéndalo —sus intensos ojos verdes se clavaron en los míos—, regresa al dúplex y haz lo que tengas que hacer hasta que vuelvan a estar juntos.

—¿Y si...no perdona?

—Por amor vale la pena tomar riesgos, incluso si no tenemos la oportunidad de recuperarlo.

Y es cierto. Por Allan vale la pena arriesgarse incluso si él decide negarme la entrada a su vida. Voy a hacer lo posible por recuperarlo cueste lo que cueste.

—Regresa al dúplex hoy mismo, no pierdas ni un segundo más. Él nunca lo admitirá, pero...sé que te está esperando. Sus ojos brillan de esperanza cada vez que vamos a visitarlo y luego su mirada se apaga cuando nota que somos nosotros, no creo que sea casualidad, creo que quiere que seas tú quien abra esa puerta.

Él está esperando a que vuelva...

—Lo haré —sonreí—. Gracias por ponerte en mis zapatos, Carlos.

—Charlie.

—¿Qué?

—Todos tienen un apodo, ¿no? El mío es Charlie, luego te contaré porqué. Pero heriste a mi mejor amigo así que no tienes permiso de llamarme así hasta que te lo ganes.

—Procuraré ganármelo. ¿Me ayudas a empacar?

Una media sonrisa apareció en su rostro.

—Claro.

(...)

Me temblaba la mano al introducir la llave en el cerrojo de la puerta, el nerviosismo me dominaba, pero mi decisión no tenía marcha atrás. Volví para quedarme, para arreglar las cosas y no pienso rendirme hasta ganarme su perdón.

Ingresé a la casa que abandoné hace un par de semanas y me sorprendí al ver el desastre en el que se convirtió en tan poco tiempo. El suelo hecho un asco, repleto de cajas de pizza vacías, latas de cerveza y bolsas de papas. Siempre supe que limpiar no era lo suyo, pero no me esperaba esto.

Me adentré unos pasos más adelante hasta encontrármelo de perfil. Lucía una barba de pocos días que, si bien no le quedaba mal, solo dejaba ver que se ha descuidado a sí mismo. Sentado en el sofá y repleto de basura, miraba en la televisión un programa al que no le estaba prestando atención, en realidad su mirada estaba perdida.

¿Qué te hice, Allan?

—Carlos, Mery o Brook, ya les dije que no quiero salir ni hablar con nadie —dijo, sin siquiera percatarse de quién había acabado de entrar.

—Me temo que no soy Carlos ni Mery, ni Brook.

Al escuchar mi voz, sus ojos se ensancharon y su mirada cayó sobre mí. No supe cómo descifrar la rara expresión que se formó en su rostro, pero la sorpresa era obvia.

—¿Conmigo sí quieres hablar?

—¿De qué quieres hablar? —preguntó, devolviendo su vista al televisor.

—De nosotros —caminé hacia el sofá todo lo que pude, pero la pequeña montaña de basura no me permitía caminar más allá.

Emitió una risa sarcática.

—¿Nosotros? Creí que eso ya no existía. ¿Por qué regresaste?

—Por ti.

Ahora en lugar de una risa sarcástica, soltó una carcajada que resonó en todo el lugar. Se levantó del sofá y caminó hacía mí esquivando como pudo el pequeño tiradero a sus pies. Quedamos cara a cara, mirándonos fijamente, y por fin descifré su expresión: resentimiento.

—Me estás jodiendo, ¿no?

—No. Regresé para pedirte perdón, para admitir que lo hice todo mal y...

—Y pretendes que me conforme con eso —me interrumpió—, te bese y vivamos felices para siempre como en un puto cuento de hadas, ¿cierto? Pues no, Emma, en la vida cuando la cagas, la pagas.

Su frialdad y dureza lograron que mis ojos se inundaran en lágrimas. Es lógico que no me recibiría con una fiesta de bienvenida, que me insultaría y descargaría su enojo contra mí, me lo merezco. Pero eso no quita que me duela.

—Lo sé, Allan. Créeme que no regresé creyendo que me recibirías con los brazos abiertos. Me he ganado tu desprecio, tu indiferencia o como quieras castigarme por haber dudado de ti en lugar de escucharte —sollocé—. Hazlo, estás en todo tu derecho. Pero quiero que sepas que me arrepiento una y mil veces de no haberte creído.

—Ahora —se cruzó de brazos—. ¿Qué te hizo darte cuenta de tu gran error? —preguntó sarcásticamente.

—Vanessa fue a hablar conmigo y me contó la verdad. Y Brook me mostró el video que grabaste sin saberlo esa noche, en él aparece todo lo que realmente sucedió.

—Wow, así que tuviste que ver un ''video de seguridad'' para convencerte de la verdad, mi palabra no era suficiente.

—Reconozco que mi gran error fue no creer en ti.

—Exacto —dio un paso adelante, haciéndome retroceder—, ¿y sabes por qué no creíste en mí? Porque durante todo este tiempo viviste pensando que no olvidé a Vanessa, dejaste que lo que te hizo Dave y todos los imbéciles antes de él te llevara a pensar que yo podía hacerte lo mismo y no confiabas ni un poco en mí —mi espalda chocó con una pared, me acorraló.

—Tienes razón —sequé una de las lágrimas que se escurrían de mis ojos—, pero no en todo.

—Sí, sí tengo razón en todo. ¡Eres una maldita insegura! —me gritó—. Insegura que nunca superó el engaño de su ex. Que sin importar lo mucho que me esforcé por ser el novio perfecto me acusó de traidor por un estúpido malentendido. Que nunca me dijo te amo porque en el fondo le daba miedo que yo no sintiera lo mismo —esto último lo dijo con la voz quebrada.

—Allan... —las lágrimas descendían sin control por mis mejillas.

—¿Pero te digo algo? Yo no tengo la culpa de que hayas elegido tan mal y que te engañaran. Yo te traté como una jodida princesa, te demostré cada maldito día lo mucho que te quería y no con palabras bonitas sino con acciones y bastó un solo error para que me tildaras de traidor sin tan siquiera dejarme explicar.

—Lan, lo siento...

—¿Lo sientes? ¿¡Ahora resulta que lo sientes!? —gritó muy cerca de mi rostro—. ¡Yo lo siento! Lo siento por haberme enamorado de ti. Lo siento por haberte entregado mi corazón sin pensarlo dos veces. Lo siento por haberte regalado el anillo de mi madre para luego ver cómo lo arrojabas como basura.

—Tiré ese anillo sin pensarlo. Yo no sabía que era de tu madre, no...

—¡No tenías que saberlo! —me interrumpió—. Te dije que tenía un gran valor sentimental para mí, con eso bastaba para que supieras que si lo tirabas, me ibas a lastimar.

—Mi intención no era lastimarte.

—Pero lo hiciste —aspiró por la nariz, sus lágrimas caían, pero él no se molestaba en secarlas—. A mí no me importó que no confiaste en mí ni tus palabras que tanto dolieron, tampoco que te fueras. Pero, ¡maldita sea! —golpeó la pared al lado de mi cabeza, haciendo que me sobresaltara—. El anillo, Emma. Eso no te lo puedo perdonar.

Tuvo la intención de irse, pero lo tomé del brazo deteniéndolo.

—No te pido que me perdones, sé que es muy difícil para ti y no estoy en posición de pedirte nada. Pero quiero que sepas que a pesar de todo, lo que siento por ti sigue ahí.

—Lo que sientes por mí —se giró—. ¿Exactamente qué es eso?

—Tú sabes lo que es —me aferré a su brazo como si fuera la última vez que lo tocase.

—No, no sé lo que es, porque nunca me lo dijiste y te sigue dando miedo hacerlo.

—Estoy segura de lo que siento.

Se acercó a mi rostro hasta que quedamos a escasos centímetros. Podía admirar sus orbes grises calando en mi alma y su aliento mezclándose con el mío.

—Entonces dilo.

No es el momento.

—No te lo voy a decir ahora como un intento desesperado de hacer que regreses a mí. Lo voy a hacer en el momento justo, pero eso no quiere decir que el sentimiento no esté aquí —señalé mi corazón—, y es lo más hermoso que he sentido.

—Lo sabía —se zafó de mi agarre—. Sigues siendo la misma cobarde llena de inseguridades. Cuando tiraste mi anillo tenías razón en algo de lo que dijiste, tú y yo nunca sentimos lo mismo.

—Allan, por favor.

—Lleva tus cosas a la habitación, sigue exactamente igual desde que te fuiste. No puedo evitar que te quedes porque ambos tenemos el mismo derecho sobre este lugar, pero no te confundas, entre tú y yo nada volverá a ser lo mismo.

Se giró para ir en dirección a la cocina pero se detuvo y me miró por encima del hombro.

—Vete a la mierda, Emma.







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Nuevo capítulooo!!!

Emma por fin asimiló la verdad y regresó, ¿qué opinan?

La historia de Carlos y Mery no fue tan magnífica como se pensaba, ¿alguna opinión?

Allan descargó sobre Emma todo lo que siente, ¿qué creen?

Besos de Karina K.love 😉

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