Capítulo 49: Rotos
Emma
Cuando decidí hacerle esa broma a mi novio, no creí que la sorpresa me la acabaría llevando yo.
Vanessa estaba aquí. No en el patio ni en la entrada, aquí, dentro de mi casa. Y eso no era todo, llevaba puesta una camiseta de Allan como tantas veces lo había hecho yo. Vi cómo ambos compartían miradas de pánico, las miradas que se comparten los amantes cuando han sido atrapados.
No puede ser.
—¿¡Qué mierda es esto!? —grité, conteniendo las lágrimas que comenzaban a formarse en mis ojos.
Allan se acercó un poco, pero con cada paso que él daba hacia adelante yo lo daba hacia atrás.
Millones de escenarios negativos comenzaron a formarse en mi cabeza.
¿Desde cuándo me engañan?
¿Todo fue una farsa?
¿Allan estaba conmigo con la intención de ponerla celosa?
¿Por esto era por lo que Vanessa discutía tanto con Dave?
—No saltes a conclusiones sin escucharme primero, te lo ruego —pidió con la voz temblorosa.
—Emma, escúchalo. Esto no es...
—¡Tú cállate! —interrumpí a la zorra pelirroja antes de que llegara a excusarse—. No te bastó con meterte en mi relación con Dave, ahora quieres recuperar a Allan después de enterarte de la mierda que es tu novio —me giré hacia el pelinegro—. Y tú...esto es lo que siempre quisiste, ¿no? ¡Lo que querías era volver con ella!
Es eso, siempre fue eso.
A quien siempre amó fue a ella.
—¿¡Pero de qué mierda hablas!? ¡Claro que no! Todo es un malentendido —gritó Allan con ojos suplicantes, suplicando que le creyera, pero yo no era capaz de hacerlo, no en ese momento.
—¿Malentendido? ¿¡Malentendido!? —caminé hacia él sin importarme que las lágrimas comenzaban a deslizarse por mis mejillas—. Es bastate obvio lo que pasa aquí. Cuando te dije que no vendría, aprovechaste para meterla a la casa. Cenaste con ella, ¿no?
Con grandes zancadas llegué comedor en el que encontré una cena terminada y varias velas alrededor. Una cena romántica, típico de Allan. Pero no lo hizo para mí, sino para ella, ¡en mi propia casa!
—¿¡Esto también es un malentendido!? —señalé la mesa mientras él me observaba, consternado—. ¿O es producto de mi imaginación quizás?
—Sí, preparé esa cena para nosotros antes de llamarte —admitió con decisión.
—Y es obvio que no cenaste solo —me crucé de brazos.
—No, no cené solo, pero tampoco lo hice con Vanessa —bufé—. ¡Por favor, escúchame!
—¡No tengo nada que escuchar! —grité entre sollozos—. Simplemente admite que los atrapé con las manos en la masa, al menos Dave si tuvo los pantalones de hacerlo cuando se hizo obvio.
Su expresión se endureció, tensando su mandíbula y apretó los puños.
—No puedes compararme con ese imbécil. Tú sabes muy bien que no soy como él y te lo he demostrado durante todo este tiempo —sus ojos grises comenzaron a inundarse, pero no me iba a ablandar con eso.
—¿Me lo has demostrado o me lo has hecho creer?
—¿De qué hablas?
—¿Cuántas veces? ¿Cuántas veces te la tiraste mientras yo no estaba? ¿¡Cuántas veces me engañaste mientras yo creía como idiota que estabas enamorado de mí!? —a estas alturas ya las lágrimas corrían deliberadamente por mi rostro.
—¡Estoy enamorado de ti! —sus lágrimas también comenzaron a deslizarse por su rostro, pero no me conmovían en lo absoluto—. Y justo por eso sería incapaz de traicionarte. ¿¡Por qué no me crees!?
—¿¡Cómo pretendes que te crea después de ver lo que acabo de ver!?
Se acercó, abrazándome y aprisionándome contra su pecho.
—Porque te amo —susurró.
Mentira. Mentira. ¡Mentira!
¡Todo fue una maldita mentira!
—No digas eso —intenté apartarlo con las pocas fuerzas que me quedaban, el dolor me estaba impidiendo incluso moverme.
—Sí lo digo —se apartó para acunar mi rostro entre sus manos—. Te amo, te amo y te amo. Te lo voy a repetir las veces que sean necesarias hasta que dejes de dudarlo y me dejes explicarte.
Sonaba tan real que una parte de mí quería quedarse, pero imaginar el montón de ocasiones en los que fui vilmente engañada me devolvieron a la realidad. Él no me ama, todo lo que hemos vivido juntos fue una ilusión y mi corazón fue destrozado otra vez.
Tomé sus manos y las aparté con brusquedad de mi rostro, su tacto me producía asco.
—No vuelvas a decirme te amo en tu puta vida.
Salí corriendo de allí, en la entrada tomé mi maleta y abrí la puerta sin mirar atrás. No quería ver a Vanessa de nuevo vestida con su ropa, y definitivamente no quería volver a verlo a él.
Escuché sus gritos a lo lejos, pero corrí tan rápido como mis piernas me dieron. Había recorrido dos cuadras cuando me detuve frente al jardín delantero de una casa y saqué mi celular para pedir un taxi. No tardó mucho en llegar, le di la dirección de la hermandad de Jane, ella era la única persona a la que podía recurrir.
Durante todo el trayecto, las insistentes llamadas de Allan me perturbaban, tanto que tuve que apagar el celular.
¿Qué quería de mí? ¿Seguir jugando conmigo un poco más? ¿Ofrecerme el mismo intercambio estúpido de parejas que hicieron Dave y Vanessa antes de mudarnos al dúplex?
¿Por qué? ¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí? Esa era la pregunta que tanto rondaba mi cabeza.
Como la ilusa que soy, creí que había encontrado al amor de mi vida. Que Allan era el príncipe azul que siempre soñé. Que me amaba. Pero no es así, él siempre la amó a ella.
Entonces...¿todo lo que vivimos fue una ilusión? Todas las sonrisas, miradas, insinuaciones, momentos de apoyo, besos, declaraciones, caricias...¡Dios!, todas las veces que hicimos el amor. Todo, absolutamente todo fue un teatro. Hizo que me enamorara como una adolescente, me hizo sentir como nadie lo había hecho para al final apuñalarme por la espalda. ¿Por qué? Si solo fui una distracción hasta que ella volviera, ¿por qué ilusionarme?
Cuando llegué al cuarto de hermandad de mi mejor amiga y me vio en ese estado, su primera reacción fue abrazarme. Le conté todo, me desahogué y lloré en su hombro. Ella me escuchaba con atención e intentaba alentarme y hacerme reír, pero el dolor que comprimía mi pecho no disminuía, al contrario, empeoraba con cada segundo que pasaba.
Nunca me había dolido tanto algo, desde la muerte de mi padre. Fui traicionada por los chicos varias veces, pero ni siquiera la traición de Dave, a quien creí haber amado, me dolió tanto como esto. ¿Así que así es como en realidad se siente que la persona que amas te rompa el corazón?
No sé cuándo me quedé dormida, pero cuando desperté aún me encontraba en la habitación de Jane. Las ganas de llorar me atacaron, muy en el fondo quería convencerme de que todo había sido una pesadilla y que mi pudín estaba detrás de mí, abrazándome.
Me senté sobre la cama abrazando mis piernas. ¿Cómo es que el dolor se tornó permanente?
Jane abrió la puerta, trayendo consigo una bolsa. Supuse que se trataba del desayuno, pero no tenía apetito.
—Despertaste —sonrió sentándose en el borde de la cama—. ¿Cómo te encuentras?
—Mal es decir poco.
—Em, no puedes derrumbarte así —tomó mis manos—. No es justo para ti.
—Jane...¿cómo te sentiste cuando te enteraste de que el padre de tu hijo metió a la cárcel a Mery y perdiste a tu bebé por su culpa?
Mi interrogante la tomó por sorpresa, su expresión cambió en una fracción de segundo.
—Yo...sentí que el mundo se me caía encima. La imagen perfecta que tenía de esa persona, se desmoronó frente a mis ojos —presionó sus labios, al parecer intentando no llorar—. Me dolía tanto que...quería arrancarme el corazón y dejar de sentir.
—Te...¿te parecería exagerado de mi parte si te dijera que me siento exactamente igual? —una lágrima se me escapó.
—Ay, amiga.
Me envolvió entre sus brazos, brindándome apoyo tal cual había hecho la noche anterior.
—Voy a matarlo por hacerte esto —murmuró contra mi cabeza—. Te lo aseguro.
—¿Puedes hacerme un favor?
—El que quieras, nena.
—¿Crees que pueda quedarme un tiempo aquí contigo? Solo mientras encuentro otro lugar donde quedarme y...
—Puedes quedarte todo el tiempo que quieras —me interrumpió—. Te quedas conmigo y no está a discusión.
Le brindé una sonrisa de agradecimiento.
—Y otra cosa.
—Dime.
—Acompáñame al dúplex a buscar mis cosas. No puedo enfrentarme a él sola.
Allan
No dormí una mierda anoche.
Todo lo que rondaba mi cabeza era la imagen de Emma llorando y sus palabras. Ella dudó de mí pero increíblemente me duele más su tristeza que la mía, no soporto verla llorar y ahora debe estar haciéndolo por mis descuidos.
La llamé al menos unas treinta veces antes de que apagara el móvil y aún no lo ha encendido, lo sé porque no dormí en toda la madrugada y aún sigo insistiendo. Llamé a Jane, suponiendo que mi castaña estaría con ella. No me contestó las llamadas, pero sí con un seco mensaje: ''Está conmigo y está bien. Aléjate de ella''.
Brook se fue temprano en la mañana, al parecer la pelea con sus padres que provocó su borrachera fue tan fuerte que sigue teniendo repercusiones hoy. No me molesté en contarle todo lo que ocurrió con Emma ayer, él ya estaba lidiando con sus propios problemas.
De Vanessa no sé nada desde que la eché cuando Emma se fue. Fui muy duro con ella a pesar de que intentó ayudarme a explicar la situación, pero en ese instante le volqué toda mi frustración, necesitaba echarle la culpa a alguien aunque sé que todo fue mi responsabilidad. Creo que se fue del dúplex hoy temprano.
Estaba sentado en el sofá cuando escuché la puerta abrirse. Me paré de golpe encontrándome frente a frente con ella y con Jane a su lado. Una débil sonrisa se formó en mis labios, tan solo verla era de gran alivio.
—Em... —quise acercarme pero levantó una mano para que me detuviera.
—No vine a hablar contigo, de hecho ni siquiera quiero escuchar tu voz —eso dolió como el infierno—. Solo vine a buscar mis cosas, me largo de aquí.
No puede ser, no puede irse.
—¿Dónde te vas a quedar?
—Conmigo —respondió una cortante Jane.
—Pero no tienes que hacerlo. Si no quieres verme, lo entiendo, yo me voy.
—¿Y crees que puedo quedarme aquí sola con tantos recuerdos? No soy tan masoquista.
Así que recordarnos es tan doloroso...
—Por favor no te vayas —me acerqué, pero Jane bloqueó mi camino, colocándose entre ambos.
—Emma, ve a buscar tus cosas, yo me encargo de él —ordenó a lo que ella obedeció, subiendo escaleras arriba.
Quise seguirla, pero nuevamente la chica Campbell intercedió.
—Jane, déjame hablar con ella. Sé que ahora mismo debo parecerte el peor bastardo del mundo, pero las cosas no son como creen, todo tiene una explicación.
—¡Me importa una mierda tu explicación! —gritó, exaltada—. Creí que eras el chico indicado, que la harías feliz y mira con lo que me saliste. Te pedí que no la lastimaras y ayer lloró hasta quedarse dormida —sus ojos comenzaron a empañarse, ver sufrir a Emma le afecta tanto como a mí—. Creí que era cierto cuando dijiste que preferías que ella te rompiera el corazón antes de rompérselo tú.
—Y era cierto. Es cierto.
Un puñetazo para nada esperado golpeó mi rostro haciendo que me tambaleara un poco. Sí, Jane me golpeó.
—Te advertí que te partiría la cara si le rompías el corazón. Pero no puedo hacerte el rostro añicos como tú la dejaste a ella. Está rota por tu culpa.
Yo también me siento roto.
—Tan solo déjame enmendarlo —supliqué.
—No puedes, el daño ya está hecho.
Y entones entendí que la herida aún está abierta y mi insitencia es como echarle sal a la misma. Me dolía, muchísimo, pero ella no quería verme, tampoco estaba dispuesta escucharme.
Me quedé cabizbajo, esperando a que la chica que amo bajara con sus maletas llevándose todas sus cosas consigo. Traté de ayudarla con las maletas, pero se negó a mi ayuda y prefirió la de su mejor amiga.
Noté como mientras caminaba con dirección a la salida, observaba a su alrededor, como quieriendo memorizar el lugar que tantas memorias hermosas nos dejó antes de irse para siempre. Esta no era una despedida cualquiera, era la peor de todas.
—Emma —la llamé mientras salía, no se giró, pero me miró por encima de su hombro—. Sé que no me crees, pero yo no te engañé.
En respuesta formó una mueca torcida con sus labios, se giró y se fue dando un portazo que resonó en todo el lugar.
¿Alguna vez has sentido una enorme sensación de vacío en un lugar repleto? Quizás es porque no se trate de la ausencia de los objetos o los espacios, sino de las personas. Su desconfianza me rompió y su ausencia me dejó vacío.
Tomé el pequeño portarretratos y observé nuestra fotografía con una sonrisa triste.
—Acabas de irte y ya te extraño.
Una lágrima cayó sobre el cristal, mi lágrima. No sé en qué momento comencé a llorar, solo sé que me hurgía desahogarme.
Emma se fue.
Esas tres palabras hacían eco en mi cabeza una y otra vez. Un dolor sofocante se alojó en mi pecho y un nudo en mi garganta.
¿Por qué un corazón roto duele tanto?
Me quedé dormido en el sofá y habría seguido así de no ser por unos toques en la puerta del patio, esta vez no se trataba de Vanessa porque ella se había marchado, así que solo podía ser una persona. No me molesté en atenderlo y traté de conciliar el sueño nuevamente, pero sus insistentes toques ahora acompañados de llamados, me hicieron perder la paciencia.
Me levanté del sofá ya bastante enojado y caminé hacia el patio.
—¿¡Qué quieres!? —grité tan pronto abrí la puerta.
—Uy, parece que alguien despertó de mal humor —rió con sarcasmo—. Quien debería estar enojado soy yo, después de todo te quedaste con mi ex y te tiraste a mi novia.
—Yo no me tiré a Vanessa —respondí, tajante.
—Lo sé —dijo como si fuera lo más obvio del mundo—. ¿Quién estaría contigo después de estar conmigo?
—Emma —sonreí con falsedad.
—Lo de Emma fue una confusión suya. Es una de esas románticas tontas, tú le regalaste dos globos rojos de corazoncitos y eso bastó para que la llevaras a la cama.
Apreté mis puños con fuerza tratando de mantener mi autocontrol, este imbécil es capaz de sacar lo peor de mí.
—¿A qué viniste, Dave?
—¿No es obvio? A burlarme en tu cara —se carcajeó—. Primero Vanessa te deja por mí, luego te comes mis sobras —enfatizó la última palabra refiriéndose a Emma—, y cuando trataste de comerte mis sobras otra vez, perdiste a las dos. Ambas se fueron del dúplex. Felicidades, Allan, hiciste un gran trabajo.
Y fue ahí cuando llegué a mi puto límite.
Estampé mi puño contra su estúpida cara, logrando que cayera sobre el césped. Pero no pensaba detenerme en ese momento, claro que no, me desquitaría con él por todo, por lo que provocó y lo que no.
Se levantó enseguida y me devolvió el golpe, pero con la rabia que tenía acumulada, prácticamente no lo sentí. Le propiné un gancho en el abdomen y un segundo después, otro puñetazo que lo derribó al piso. Me posicioné sobre su torso aprisionándolo contra el suelo y una vez que lo acorralé, le propiné repetidos puñetazos.
—Esto es por meterte con mi novia. Por engañar y dejar a Emma de esa forma tan cruel. Por la treta del dúplex. Por usar a Vanessa sabiendo que se enamoró de ti. Por imbécil, engreído y poco hombre.
No sé cuántos golpes le di, solo sé que de no ser por la chica rubia y semidesnuda que salió gritando de su lado y me apartó de él, le habría desfigurado el rostro.
La rubia lo ayudó a levantarse inspeccionando su magullada y ensangrentada cara. Luego le preguntó: ''¿Estás bien, bebé?'', así que asumí que esa era la ''nueva distracción'' de Mr. Dave.
—Hace un par de horas que se fue Vanessa y ya metiste a otra aquí —reí sin gracia—. La verdad no esperaba menos de ti.
—Esto no se queda así —amenazó, como si eso provocara algún tipo de inquietud en mí.
—Cuando quieras, será un placer volver a partirte la cara.
(...)
Pasaron varios días, días en los cuales no la volví a ver. Lo último que supe por boca de Carlos es que en Union News cambiaron la dinámica de las prácticas y ahora eran todas las semanas con la diferencia de que los días pautados son los lunes y martes y regresan los miércoles.
Hoy es miércoles y estaba parado justo en la parada del autobús que en el que ella viene. No vine solo, Carlos y Mery me acompañaron para darme ánimos, Brook tuvo que viajar a Valery Place porque el problema con sus padres se extendió, pero regresará para el fin de semana. Jane también estaba allí, pero a una distancia considerable desde donde no podía vernos, así no tendría que discutir con ella.
Pasados pocos minutos más, se estacionó el autobús color azul con el logo de Union News. De él descendieron tres personas, los pasantes pertenecientes a Johnson, y entre ellos estaba mi chica. Lucía guapísima como siempre, pero esa hermosa sonrisa que en gran parte ayudó a que me enamorara de ella, ya no está.
Corrió hacia Jane para abrazarla y vi mi oportunidad de hablar con ella. Cuando rompieron el abrazo yo ya estaba detrás de ellas e inmediatamente mi castaña notó mi presencia.
—¿Qué haces aquí? —preguntó con severidad.
Jane se giró y me observó con la misma expresión de molestia. No soy bienvenido, eso ya lo sabía.
—Vine a hablar contigo. ¿Puedo?
—No.
Se dispuso a caminar hacia el lado contrario cuando mis amigos la detuvieron. Em no ha hablado con ninguno de los dos porque asume que están de mi parte, y así es.
—Cenicienta, solo escúchalo —pidió Carlos.
—Debí suponer que ustedes estarían de su parte —bufó Jane.
—Hermana, tú y yo somos las más indicadas para apoyar a una persona que necesita contar su versión de la historia —intervino Mery—. Recuerda que yo pasé años sin escucharte y aún me arrepiento de no haberlo hecho.
Eso pareció suavisar a la gemela castaña, no hay que conocerla demasiado para saber que su hermana es su debilidad y el tema de lo que ocurrió entre ellas sigue siendo doloroso para ambas independientemente de que ya está superado.
—Emma, por favor —practicamente imploré.
Ella soltó un largo suspiro y se giró encontrando nuestros ojos.
—De acuerdo, di lo que tengas que decir.
—¿Chicos nos dan un momento? —pedí a lo que aceptaron y se fueron, Jane a regañadientes.
—Bien, habla —se cruzó de brazos.
—No pasó nada entre Vanessa y yo esa noche, ella vino a nuestro lado buscando consuelo por culpa de Dave, eso es todo.
—¿Y tú no pudiste negarte? —rió sin gracia—. Porque aún sientes cosas por ella, ¿no?
—¡No! Lo que yo sentía por Vanessa desapareció hace mucho tiempo, gracias a ti.
—¡Claro! Era muy sencillo no pensar en ella teniendo sexo conmigo.
Me lo está poniendo muy difícil.
—Vanessa ya no significa nada para mí. Esa noche solo era una chica triste que necesitaba consuelo, simple.
—¿No tenía alguien más a quién recurrir? ¿Por qué el consuelo debías dárselo tú? Y me imagino cuáles fueron tus formas de consolarla, que tuviera puesta tu camiseta y viniera saliendo del baño dice mucho.
—No hicimos nada —alegué despacio para ver si así se le metía en la cabeza—. No tienes porqué sentir esos celos absurdos, eso es lo que nos ha llevado a todo esto.
—Así que celos absurdos, ¿eh? —se enojó un poco más—. Resulta que ahora todo es mi culpa cuando fuiste tú quien me traicionó en mi propia casa.
—No te traicioné —sentencié—. Entiendo que lo que ocurrió y de la forma que lo viste me deja en una muy mala posición —la tomé de ambas manos—, pero si me dejas terminar de explicarte verás que nada es como piensas y podremos recuperar lo nuestro.
—¿Recuperar lo nuestro? —negó con la cabeza—. Eso es imposible.
—No, no lo es —me aferré más a sus manos aprovechando que no se liberó de mi agarre como las veces anteriores—. Lo que sentimos el uno por el otro sigue intacto, lo sé.
—No, no está intacto. Yo ya no siento lo mismo por ti.
Me dolió, a pesar de que lo dijo porque está a la defensiva. Bajé la cabeza y divisé mi anillo en su dedo, eso me dio una esperanza.
—Si ya no sientes lo mismo —la miré—, ¿por qué aún llevas puesto el anillo?
Su mirada viajó a donde nuestras manos se unieron y las separó. Tomó el anillo quitándoselo.
—¿Este anillo? —me lo mostró—. Me sentí más especial que nunca cuando me lo regalaste, cuando creía que lo que sentías era genuino y no la ilusión que me pintaste.
—Em...
—Me rompiste el maldito corazón y ahora te apareces dándome excusas baratas en lugar de admitir lo que hiciste —sus lindos ojos de inundaron en lágrimas—. Tú y yo nunca sentimos lo mismo y lo que este anillo supuestamente significa para ti es tan falso como cada uno de tus te amo —cerró su puño conteniendo el aro—. ¡Vete a la mierda, Allan!
Y lo hizo, lo lanzó al suelo como si fuera basura. Mi corazón se iba rompiendo un poco más con cada rebote que daba el anillo hasta que finalmente se quedó tirado a un lado de la calle.
Me agaché para tomarlo mientras las lágrimas descendían por mis mejillas. ¿Por qué mierda tenía que doler tanto?
Me levanté y la miré directo a los ojos. Mis lágrimas parecieron sorprenderla, pero no tenía la intención de disculparse, en su lugar parecía que había pasado la página al arrojarlo y...eso es lo que yo haré.
—Entiendo —asentí, secándome las lágrimas—. No te volveré a molestar si eso es lo que quieres —¿por qué me duele tanto?—, fue hermosamente nuestro mientras duró.
Di media vuelta y caminé hacia mi camioneta sin mirar atrás. Mis amigos se percataron de ello y me alcanzaron antes de que subiera a esta.
—Lan, ¿qué pasó? —preguntó una Mery notablemente preocupada.
—Pasó que se acabó —respondí con la voz quebrada—. Emma Wilson está muerta para mí.
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Nuevo capítulooo!
¡Waaa! 😭
Escribir este cap. me dolió. De hecho me voy a ir a leer los caps. felices para animarme.
Emma no quiere saber nada de Allan, ¿qué creen?
Allan, por increíble que parezca, ya no quiere recuperar la relación, ¿tienen alguna teoría del porqué?
Besos de Karina K.love 😉
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