Capítulo 44: Amigos y dramas familiares
Allan
—¡Entonces tú eres el famoso Brook! —sonrió mi novia quien estaba sentada a su lado en uno de los taburetes, Carlos y yo frente a ellos del lado contrario de la barra.
Sí, mi gran amigo de la infancia al que quiero tanto como a Carlos, vino de imprevisto. Solíamos estar los tres siempre juntos, pero los Saunders decidieron que era más conveniente para su hijo enviarlo a estudiar al extranjero, por lo que durante los últimos cuatro años nos hemos perdido de sus locuras. Aun así, siempre hace tiempo para venir a visitarnos y gracias ''Charlie chisme'' está pendiente de nosotros.
—Primo de Carlos, el segundo mejor amigo de Allan y denominado ''pesadilla andante'' por Mery —sonrió y extendió su mano la cual ella estrechó—. Un placer, Cenicienta.
—¿El chisme llegó hasta Brook? —le pregunté a Carlos.
—Si llamé a la madre de Emma para hablarle bien de ti, ¿crees que no tendría al tanto del chisme a mi primo? —respondió con todo el descaro.
—No puedo contigo —negué con la cabeza.
—Lo que no entiendo es porqué no nos dijiste vendrías a Emerald Hills —le preguntó Carlos a Brook.
—Quería que fuera sorpresa —sonrió—. Ya me gradué y mis padres me dieron tregua hasta mayo para que empiece a trabajar en su empresa, no tenía mucho sentido que me quedara en Valery Place si ustedes están aquí.
—No me creo del todo que fue solo por nosotros —entorné los ojos en su dirección.
—Aquí entre nos, me dijeron que las chicas de Johnson están muy buenas.
Y ahí lo tienen, el Brook que conocemos y queremos.
—Agh, a veces olvido que solo piensas en tirarte chicas —comentó Carlos.
—No te hagas, Charlie —el rubio se giró hacia mí—. Y tú tampoco, Lan. Ahora los dos son novios modelos, pero hace un tiempo tenían tanto o más material de playboy que yo. Recuerden, éramos los ABC Boyz.
—¿ABC Boyz? —preguntó mi novia.
Suspiré, ligeramente avergonzado.
—A de Allan y atractivos, B de Brook y buenorros, C de Carlos y calientes. Así nos apodaron en high school.
—Atractivos, buenorros y calientes, ¿eh? —rió—. Les queda bien.
—Ey, eso es cosa del pasado, al menos para Carlos y para mí.
—Según yo, tú sigues siendo atractivo, buenorro y caliente —me guiñó un ojo.
—Y tú eres la roommate, Cenicienta, Harley Quinn, Wonder Women y la elegida, ¿verdad? —le preguntó el recién llegado a la castaña.
—Soy todo eso, pero no entiendo a qué viene lo de ''elegida''.
—Allan tardó meses en declararse y Carlos en lugar de joderles la relación, los ayudó a estar juntos. Si no eres la elegida, entonces nuestro querido Lan se va a quedar solterón.
—Tranquilo, primo, ellos se van a casar —aseguró Carlos.
—¡Cierto! Y van a tener a...Allana y Enmanuel, ¿verdad?
—Dentro de mucho tiempo —acalró Emma, tomando su copa de martini—, pero mientras tanto estamos practicando —dio un sorbo a la bebida—. ¡Y ya dije que mis hijos no se van a llamar así!
Golpeé mi frente ante la indiscresión de los tres locos que me acompañan. Mi novia, ventilando nuestra vida sexual, aunque para nadie es un secreto que es bastante activa. Carlos, ''informando'' a todos acerca de mi relación, dudo que haya alguien en Emerald Hills que no sepa acerca de ella. Y bueno, tenemos a Brook, su sola presencia es indiscreta.
El show de hace rato en la pista de baile fue del todo planeado. Brook sabía que Emma es mi novia y sin que nos diéramos cuenta, observó de cerca todo, desde la escena de celos hasta el baile provocador. Él sabe muy bien cómo me pongo cuando estoy celoso y decidió bailar con ella para ''ayudarla'' a vengarse de mí y de paso hacer esa espléndida entrada triunfal. Sí, así de grande es su desequilibrio psicológico.
Antes de que pudiera decir algo, Susy, la administradora del lugar, llegó por detrás de mí tal cual fantasma. Supuse que eran malas noticias porque nunca viene con nada bueno excpeto por la paga a fin de mes.
—Carlos, Allan, lo siento, pero tendrán que doblar turnos —informó con su típico tono frío y desinteresado.
¿¡QUÉ!?
—¿¡Qué!? —nos quejamos al unísono.
—Lo siento, chicos —se llevó un mechón de su corto cabello negro detrás de su oreja—. Roger está enfermo y tuvimos que despedir a Noel por sus ausencias, alguien debe ocupar su lugar.
—Pero no es justo —objeté—, tenemos derecho a nuestras horas de descanso—señalé a Emma—. Hoy cumplo un mes con mi novia y le prometí que estaría con ella.
El rostro de mi jefa se endureció, desechando la poca compasión que nos mostró en un inicio.
—Allan, ustedes no vienen aquí a pasarlo con sus novias, vienen a trabajar. Se les va a pagar las horas extras y todo lo que consuman será gratis, pero tienen que asumir este problemilla.
—Pero eso no es...
—Si no les gusta —interrumpió a mi amigo—, saben perfectamente que son libres de renunciar.
Así son los jefes aquí, implacables. Si se te ocurre contradecirlos, te echan a patadas y no puedo prescindir de mi sueldo de este mes, Carlos tampoco. Es una putada, pero no nos queda más remedio que ceder.
—Yo puedo cubrirlos a ambos por hoy —intervino Brook, haciendo que todos nos giráramos en su dirección.
—¿Tú quién eres? —preguntó Susy.
—Soy Brook Saunders, primo de Carlos —se presentó—. Necesitan a nuevos bartenders, ¿no? —mi jefa asintió—. Yo puedo ser uno, me hace falta el trabajo y ellos se merecen sus horas libres. Contráteme.
¡Ese es mi Brook! Siempre salvándonos el culo cuando más lo necesitamos.
Susy se cruzó de brazos y parecía estar meditando si aceptar la propuesta o no.
—¿Sabes preparar tragos?
—Sí y también sé tratar muy bien con el público.
—Eso me consta —agregó su primo—, lo he visto amenizar desde fiestas de cumpleaños de niños hasta despedidas de solteras. Es obvio que en lo segundo tuvo más éxito y el mismo tendrá aquí —insinuó, sacando a relucir que a nosotros nos contrataron por ser guapos.
Susy suspiró pesadamente.
—Ok, contratado.
—¡Sí! —chillamos los cuatro al unísono.
—Pero —interrumpió nuestro mini festejo—, Brook inicia hoy, ahora y estará a prueba durante dos semanas antes de ser contratado formalmente. Los otros dos tendrán sus horas libres, pero igualmente tienen que cubrir un horario extra.
—No tengo problema con eso, yo solo quiero bailar con mi chica.
—Muy bien —se cruzó de brazos—. El castaño y el pelinegro a la pista de baile, el rubio a la barra. Mañana hablaremos de sus ajustes en los horarios —sentenció y luego de decirle algo al nuevo barman, desapareció con el mismo sigilo que cuando llegó.
Intercambiamos puestos con él y de inmediato abracé a mi princesa por detrás.
—Te debo una, hermano —le sonreí a mi amigo que ahora ocupaba mi puesto.
—Cuarenta y siete —dijo—. Con esta me debes cuarenta y siete, y lo siento, pero necesito cobrarte una.
Esto es un vil chantaje, pero estaba de tan buen humor que lo dejé pasar.
—¿Qué quieres?
—Necesito quedarme en el dúplex hoy.
—¿¡QUÉ!? —gritamos Emma y yo al unísono.
—No tengo donde quedarme —lloriqueó, tratando de apelar a mi lado compasivo—. En el departamento de Carlos y Mery no puedo, solo tienen una habitación y lo único que pueden ofrecerme es un sofá.
—Nosotros también tenemos una sola habitación y un sofá —aclaró Cenicienta.
—Sí, pero el de ellos es un sofá viejo y el de ustedes es un sofá cama. Si voy a dormir incómodo, prefiero la opción más aceptable.
—¡Oye! —se quejó Carlos, sus muebles viejos son sagrados para él—. Ya quisieras tener el privilegio de dormir en mi sofá.
—La primera vez que visité ese departamento, te vi follar con Mery sobre él. Estoy traumatizado.
Em y yo ahogamos nuestra risa, aunque no por mucho tiempo.
—¿Quieres más trauma? Allan y Emma lo han hecho sobre el sofá cama cientos de veces.
—En realidad lo hemos hecho en todos lados —rectifiqué—, el dúplex entero puede traumatizarte.
—¡Allan! —me reprendió Emma, propinándome un golpe.
—Ojos que no ven, corazón que no siente —el rubio alzó ambas manos—. Me voy al dúplex.
Diosito, ¿por qué?
—Está bien —suspiré—, pero solo esta noche.
—¿No puede ser una semanita? —hizo un puchero.
—¡No!
—Qué falta de solidaridad. Este mundo está perdido.
—Dramatiza todo lo que quieras, Saunders —me separé de mi chica para tomarla de la mano—. Ahora si me disculpas, tengo que aprovechar mi tiempo de descanso y voy a hacerlo en la pista de baile con esta preciosidad que tengo por novia.
Él se rió en respuesta y alzó su pulgar, dándome luz verde. Arrastré a Emma de regreso a la pista de baile y nos posicioné en el mismo lugar en el que ella minutos antes me había provocado los celos más insoportables que he experimentado.
Llevé mis manos a su cintura aprovechando que sonaba una lenta. Ella llevó las suyas a mis hombros mientras me sonreía de la forma más radiante que existe.
Es increíble, de verdad es irreal todo lo que esta chica me hace sentir, en todos los aspectos. Solo llevamos un mes juntos y siento que estamos celebrando mucho más tiempo que ese. Creo que...esto es más grande de lo que yo creía, mis sentimientos son cada vez más fuertes y, aunque es muy pronto para hablar de amor, no dudo de lo que siento; y lo que estoy sintiendo es amor.
Mamá solía decir que el día que encontrase a esa persona ideal, lo sabría por tres razones. Una, porque sus ojos reflejarían lo que siente por mí. Dos, porque estar con ella me haría sentir que con solo tenernos el uno al otro sería suficiente. Tres, porque en la cama no se trataría de placer únicamente, sino de unirnos en cuerpo y alma.
No había recordado esas palabras hasta que Emma me hizo sentir poco a poco cada una de esas emociones.
Ya no tengo dudas...la amo.
—¿Por qué me miras así? —sonrió.
—¿Otra vez te estoy mirando como un acosador sexual?
—No —rió—, me estás mirando como... —hizo una corta pausa, parecía estar recordando algo—. Como mi papá miraba a mi mamá. Y es hermoso.
—Supongo que tu papá miraba a Catherine con mucho amor —hice que diera una pequeña vuelta.
—Demasiado —acortó el espacio entre nosotros—. Siempre quise encontrar a alguien que me mirara de esa forma.
—¿Y qué te hace sentir que yo lo haga?
—No puedo explicarlo, solo sé que quiero que me sigas mirando así.
—De acuerdo, pero quiero algo a cambio.
Ya no estábamos bailando, nos encontrábamos estáticos mirándonos fijamente a los ojos y sin importarnos que el mundo seguía girando.
—¿Qué?
—Quédate conmigo. Por hoy, por mañana...y por siempre. ¿Es mucho pedir?
Su sonrisa se ensanchó y un destello muy especial brilló en sus ojos.
—Es un trato justo.
—¿Cerramos el acuerdo, Srta. Wilson?
—¿Y eso cómo sería, Sr. Lerman? —fingió no entender.
—Sabes cómo.
Rocé mi nariz con la suya antes de atacar sus sabrosos labios. El ritmo suave, el sabor dulce, la sincronía perfecta...me encanta.
Te amo, Emma.
(...)
Desperté en mi mullida cama, gruñiendo por el incesante y molesto sonido de la alarma. ¿Por qué mierda no la desactivé ayer si hoy no tengo que ir a la universidad? ¡Ah sí! Porque llegué a las 4:00 a.m. cargando con mi novia borracha y estaba muerto de cansancio.
Aún sin despegar mis párpados, golpeé el maldito aparato del que provenía el bip constante que hace que me irrite cada vez más. Cuando por fin logré apagarla —y con eso me refiero a lanzar el reloj despertador al piso—, me giré con la intención de amasar uno de los senos de mi novia. Me sorprendí al no encontrarla a mi lado.
Me senté de golpe y alarmado. Busqué a la castaña por la habitación, pero no había rastro de ella.
Debe tener resaca, ¿por qué no está durmiendo aquí?
Salté de la cama y salí de la habitación en busca de mi Dulcinea del dúplex. ¿Qué? Ella me dejó el pudín de forma permanente y yo aún no he encontrado un apodo digno para llamarla.
Casi me caigo de espaldas al llegar a la cocina y encontrármela sentada a la mesa acompañada de Brook. ¡Carajo! Mi cerebro olvidó que anoche durmió aquí. Es más, olvidó su presencia en general.
—Buenos días, pudín —me saludó, Emma no, el rubio.
Lo señalé acusatoriamente con el dedo.
—Solo. Ella. Puede. Llamarme. Así —al decir lo último ya estaba posicionado junto a él.
—Cuanta agresividad —negó con la cabeza, melodramático.
—Ok, estereotipos de playboys —intervino mi novia, levantándose de su silla y caminando hacia mí—. Mañana del 18 de febrero, toma dos —palmeó sus manos simulando el sonido de una claqueta—. Buenos días, pudín.
Rodeé su cintura con mi brazo pegándola a mí. Dejé un corto beso en sus labios, prefiero los besos más pasionales, pero no me había cepillado los dientes aún y el aliento mañanero no es agradable.
—Así está mejor —me giré hacia mi amigo—. Y...¿qué hacían ustedes dos? —indagué sonando como esos novios posesivos, no era mi intención, pero se me salió.
—¿Celoso, Lerman? —preguntó el rubio con picardía.
Carajo, ¿cómo no estarlo?
Confío en mi novia y en mi amigo con los ojos cerrados, pero...¡mierda! Estamos hablando de Brook Saunders. Alto, sexy, cabello rubio ondulado, ojos celestes enigmáticos, figura atlética y definida, sonrisa de comercial de televisión...la lista de cualidades es interminable. De ahí proviene su éxito entre las chicas. Eso sin contar su encanto natural.
—Puede ser.
Ambos estallaron en risas, demostrándome que mi celos estaban totalmente injustificados y encima son ridículos.
—La cosa pasó así —comenzó a explicar mi amigo—. Desperté temprano y para devolverles el favor por dejar que me quedara aquí, decidí preparar el desayuno para ustedes. Emma apareció después con una resaca importante, recordé la sopa corta-resacas de la tía Wanda y la preparé para ella.
—Nos quedamos charlando mientras esperábamos a que despertaras, sería un crimen no dejarte dormir después de lo de anoche —concluyó mi chica.
Con lo de anoche se refiere a que empujar un auto descompuesto colina arriba es más fácil que transportarla estando borracha. ¡Es toda una proeza!
—No tenían que darme esa explicación detallada. Acaban de hacerme sentir como una madre regañona o un marido posesivo. Confío en ustedes y me alegra que se estén llevando bien.
—Congeniar con Brook es muy sencillo. Es como Jane, pero versión hombre.
—Te lo dije.
—No han hecho otra cosa que no sea compararme con la tal Jane —bufó el rubio—. ¿Qué tan parecidos podemos ser?
—¡Mucho! —dijimos Em y yo al unísono.
—Lo que ustedes digan —rodó los ojos.
Él es un poco excéptico ante la idea de que dos personas tengan tantas cosas en común como para considerarlos almas gemelas o medias naranjas. Prefiere buscar una chica con la que comparta intereses, pero que en esencia sea todo lo contrario a él y que lo complemente. Se ha tirado como a mil chicas y aún no ha encontrado lo que busca, pero no se rinde y sigue intentándolo yendo de cama en cama.
—Lo dices como si quisieramos emparejarte con ella, solo creemos que son muy parecidos.
—Eso espero, porque ni en un millón de años me fijaría en ella.
—¿Por qué? —cuestionó Emma.
—Porque independientemente de que me follo a todo lo que tenga vagina, toda aquella que haya mantenido cualquier tipo de relación amorosa con mis amigos está prohibida y no se toca.
Otro punto a su favor, es leal como nadie. Prefiere cambiarse de bando antes de que mirar a una chica que haya tenido algo que ver con un amigo.
—Ni Carlos ni yo hemos estado con Jane.
—No, pero Jane es la gemela de Mery. Sería muy puto de mi parte tirarme a una chica idéntica a la novia de mi primo.
—Eso es una tontería —bufó Cenicienta—. El hecho de que sean gemelas no quiere decir que sean idénticas en todo, la personalidad de Jane es opuesta a la de su hermana independientemente del físico.
—Ese es el punto, la personalidad es algo en lo que te interesas cuando buscas una relación y el físico es lo que buscas para follar. Yo lo que quiero es follar y no pienso hacerlo con alguien igual a la que es casi mi cuñada.
—Buen punto —reí por lo bajo—, pero igual vas a caer. Estamos hablando de Jane.
—Y yo hablo de que vayas a ducharte, hueles a vómito reseco.
—Eso fue obra de la grácil princesa borracha.
—Tierra, trágame —murmuró ella, avergonzada.
Juguetonamente la abracé por detrás, aparté un mechón de cabello detrás su oreja acercándome para susurrarle al oído:
—Dile a la tierra que te retractas, el único que puede tragarte, comerte y hacerte de todo soy yo.
Su cuerpo se tensó al instante contra el mío, la puse nerviosa y quizás un poco caliente también.
—Tenemos visita, compórtate —me regañó en voz baja.
—¿Se refieren a mí? —intervino el ojiazul—. No se preocupen, sus calenturas no me incomodan. Mientras no me los encuentre teniendo sexo en el sofá, todo bien —le propiné un golpe en la zona posterior de la cabeza—. ¡Auch! ¿Y eso por qué? —se quejó de dolor, sobándose.
—Por arruinarme el momento, idiota —me giré hacia mi castaña—. Ya regreso, princesa, voy a ducharme.
Me dirigí al baño sin importarme que no llevaba ropa conmigo. Durante este mes he perdido ese hábito ya que perdí la vergüenza con Emma y provocarla saliendo solo con la toalla cubriéndome me resulta muy divertido.
Después de la reconfortante ducha, me dirigí a la habitación. En el camino me encontré con que en la sala de estar estaban Brook y Emma, esta última parada junto al sofá, hablando con alguien por el celular. Mi celular.
Ella no es ese tipo de novia invasiva que revisa mi teléfono, por lo que supuse que había tomado la llamada por curiosidad o para avisar que yo no estaba disponible.
—¿Con quién hablas? —caminé hacia ella.
Me hizo una seña indicando que esperara un momento.
—Sí, ahí estaremos el sábado. Vale, adiós —colgó y me devolvió el móvil.
—¿Quién era?
—Tu padre, nos invitó a una cena por su cumpleaños este sábado y le confirmé que estaríamos allí.
Con cada palabra que salía de su boca, más calor comenzaba a encender mi cuerpo y no era excitación sino enojo. Mi padre tuvo el descaro de llamarme para invitarme a esa porquería y a ella se le ocurre la maravillosa idea de aceptar, nótese el sarcasmo.
—¿Por qué mierda le respondiste? —cerré mis manos formando puños en un vago intento por controlarme.
—Respondí porque estabas en la ducha, lo he hecho antes y nunca te ha molestado —frunció los labios con confusión.
—No me molesta que respondas mis llamadas, me molesta el hecho de que le respondieras a mi padre y que encima aceptaras esa estúpida invitación —soné rudo y frío, ella parecía incómoda y mi amigo entre nosotros dos sentado en el sofá lucía igual.
—Sé que no te llevas bien con él, pero me dijo que...
—Que le haría mucha ilusión verme allí y así podría conocerte —terminé por ella, a lo que asintió—. ¿Sabes por qué lo sé? Porque crecí con ese maldito manipulador y sé que solo se interesa por él mismo.
No miento, siempre se vale de trucos y artimañas para intentar controlar los aspectos que considera importantes de mi vida, y el hecho de que le mintiera a Emma con tanto descaro, como si en verdad se interesara por conocerla, hizo que mi enojo aumentase.
—Lan, él sonó tan amable al teléfono que creí que sería una buena oportunidad para que ustedes...no sé...intenten restablecer su relación —se mordió el labio inferior luciendo nerviosa desde mi punto de vista.
Reí sin gracia al escucharla. Se nota que no conoce a mi padre.
—¿Restablecer mi relación con él? Estás bromeado, ¿no? —me acerqué más a ella—. Te conté lo que ese bastardo le hizo a mi madre, ¿y aun así piensas que puedo intentar algo para recuperar el vínculo de padre e hijo? —bufé—. Creí que me conocías mejor.
Mis palabras la golpearon y su expresión se apagó el doble. Quizás lo último estuvo de más, pero lo único en lo que estaba pensando en ese momento era en lo cínico que puede llegar a ser el Sr. Lerman.
Mi amigo se levantó, interponiéndose entre ambos.
—Allan, es suficiente. Ella no tiene idea de cómo son las cosas en realidad.
—No fue mi intención hacerte sentir incómodo, yo... —Em bajó la cabeza.
—Basta. Mi buen humor se acaba de ir a la mierda.
Me volteé y con rapidez subí las escaleras. Una vez llegué a la habitación, me coloqué unos bóxers, un pantalón y me lancé sobre la cama.
Me sentía un poco culpable por ser tan duro con Emma, pero lo único que quería era dejar de pensar en la desfachatez que tuvo mi padre al llamarme para ir a festejar su cumpleaños cuando él no se molesta en recordar el mío.
Me frustra, todo lo que tenga que ver con él me provoca ese sentimiento negativo. No es solo que condenó a la muerte a mi madre, sino lo mal que hizo las cosas antes y después de eso. Fue y sigue siendo un esposo insensible, un padre ausente y un asco de persona. Y no, no lo digo por el rencor que llevo acumulando durante todo este tiempo, simplemente lo estoy describiendo. Es una maldita rata.
Miraba el techo de la habitación, evitando pensar de más, es dañino cuando se trata de temas como este. Minutos después conseguí relajarme y escuché unos toques leves en la puerta.
—¿Puedo pasar? —su voz dulce eliminó los restos de pensamientos negativos que me quedaban.
—Entra, bonita.
Abrió la puerta despacio y en cuanto mis ojos se conectaron con los suyos, el arrepentimiento me golpeó. Lucía avergonzada, como un cachorrito regañado que espera el perdón de su dueño.
—¿Estás más calmado? —se abrazó a sí misma, estaba apenada.
—Sí, ven aquí —di unas palmaditas en la cama a mi lado, indicando que se sentara.
Me recosté de lado y ella hizo lo mismo, quedándonos frente a frente.
—Lo siento —musitó—. Brook me contó lo que hace tu padre cada año, no debí aceptar ir.
—Está bien —acaricié su mejilla—. No puedo culparte por algo de lo que no tenías conocimiento. Siento lo de hace rato, no debí ser tan duro contigo.
—No te preocupes, tu enojo es comprensible. Además, yo sabía que no te agrada tu padre y aun así me comprometí a llevarte a esa fiesta. Fue imprudente de mi parte.
—Igual no debí tomarla contra ti. Fuera así o de otra forma, él me iba a arrastrar a ese evento, lo hace todos los años y eso no culpa tuya.
—Eres tan dulce —sonrió—. Tu padre debió hacerte mucho daño para que tengas tan mal concepto de su persona.
—El sábado verás porqué, aunque lo toleraré tanto como pueda para no hacerte pasar una mala noche.
—¿Estás seguro de que quieres ir? —hizo una mueca de preocupación.
—Ya te dije que siempre se las arregla para que vaya, es el único día del año que compartimos juntos.
—¿Solo ese día? —lucía sorprendida.
—Anjá. Yo no soportaría verlo más días y a él no le interesa verme a mí. Esto es una mera formalidad para presumir ante la sociedad la ''buena'' relación que mantenemos.
—Típica hiprocresía de Hale —rió sin gracia.
—Exacto.
—Bueno entonces... —se mordió el labio inferior—, supongo que tendré que buscar un lindo vestido para ponerme.
—Obviamente, la novia del hijo del anfitrión no puede pasar desapercibida.
Tomándola de la cintura, la acerqué a mí y le planté un beso lento. Me correspondió acunando mi rostro entre sus manos, llenando el momento de dulzura. Ya no pensaba en mi padre ni en nada que no sea lo bien que ella me hace sentir.
Un carraspeo nos interrumpió, nos separamos y observamos a Brook recostado en el marco de la puerta.
—Subo a ver si se reconciliaron antes de irme y casi me encuentro con un segundo trauma. ¡Qué desconsiderdos! —bromeó.
Ambos reímos.
—¿Ya te vas?
—Sip. Pero si quieres, me quedo —sonrió, ilusionado.
—¡No! —sentencio.
—¿Una semanita?
—Te dije que no —le lancé una almohada—. Búscate un hotel.
—Quienes lo necesitan son ustedes, aunque para eso ya tienen este dúplex —sonrió pícaramente—. El sexo de reconciliación es lo mejor, disfrútenlo, pervertidos.
Dicho esto, se marchó y luego escuchamos la puerta principal abriéndose y cerrándose.
La castaña se giró hacia mí, riendo.
—¿Por qué no tenemos amigos de mentalidad sana?
—Eso me pregunto yo —reí—. ¿Qué dices? ¿Sexo de reconciliación?
—Me gustaría —me dio un corto beso—, pero tengo que comenzar a buscar el vestido perfecto. Ya sabes, la novia del hijo del anfitrión no puede pasar desapercibida.
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Nuevo capítulooo!!!
¡Brook está aquí! ¿Creen que se parece tanto a Jane? ¿Les agradó?
¡Allan se admitió a sí mismo que ama a Emma! ¿Qué creen?
Nuestro #Alma tuvo su primera pelea :(
Besos de Karina K.love 😉
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