Capítulo 41: Regalos y sorpresas (Parte 1)
Allan
¿Saben qué es lo único más estresante que encontrar el regalo, la cita y la manera más original de celebrar San Valentín para tu novia? Que tu novia cumpla años justo ese día. ¡Y peor!, que encima debas guardar un as bajo la manga ya que tres días después cumplimos el primer mes de novios.
—¡Allan, deja de dar vueltas para todos lados! —gritó mi mejor amigo—. Me estás mareando.
Estaba en su departamento, reunido con él y las gemelas para hacer una especie de lluvia de ideas acerca de un detalle que me faltaba para cerrar con broche de oro el festejo. Los tres se encontraban sentados en el sofá mientras yo caminaba de un lado al otro frente a ellos.
—¡No puedo! Aún me falta el boom para hacer que el cumple de Emma sea excepcional.
—Todo lo que has planeado está perfecto. Además, todos sabemos que no tiene que ser muy estrafalario para que a Emma le guste —dijo Mery, en un intento por calmarme.
—Lo sé y eso lo hace aún más difícil. Emma es sencilla, pero un acontecimiento tan importante como este debe ser de ensueño para ella, me prometí a mí mismo que lo sería.
—Le estás dando muchas vueltas —intervino la rubia—. San Valentín consiste en pasarlo bien con tu pareja, el regalo no es tan importante como la intención. Por otro lado, los cumpleaños son para festejar y ser el protagonista en un día donde todo está dedicado a ti. Con todo lo que has preparado creo que ella estará más que satisfecha.
—Mery tiene razón —apoyó Carlos—. Esto es como en Navidad, nos estresamos tanto buscando el regalo ideal y al final lo importante es compartir en familia.
—Entiendo sus puntos, chicos, y tienen razón. Solo que ella se merece un día perfecto y quiero que sea obra mía. Quiero que sepa lo importante que es para mí.
—¡Awww! —chillaron los tres al unísono acurrucándose juntos en el sofá azul de la pareja.
—Cursi, pero lindo. Cada día me convenzo más de que eres el chico ideal para Emma —comentó Jane.
—Viniendo de ti que eres su mejor amiga, eso es el mejor de los cumplidos —detuve mi caminata—. Significa que estoy haciendo las cosas bien.
—Super bien —celebró el castaño—. Con todo lo que organizaste para el 14 de febrero, me estás haciendo sentir como un perezoso.
—No lo eres, cariño —negó su novia, dejando un sonoro beso en su mejilla.
—¿Qué van a hacer ustedes?
—Nos vamos a pasar el fin de semana en un resort en Lérivan —aplaudió Mery.
—Ustedes tres se toman muchas molestias, yo me lo voy a pasar follando —comentó la castaña haciéndonos reír a todos.
—Jane, eres la versión femenina de Brook —rió Carlos.
—¿Quién es Brook?
—Su primo y nuestro mejor amigo —contesté—. No estudia en Johnson sino en el extranjero y su vida se resume básicamente a estudiar y follar.
—¿Es un nerd follador? —en sus ojos se prendió una chispa de...¿perversión?—. Interesante.
Volvimos a reír a carcajadas. La verdad sí sería interesante la idea de ver a Brook con Jane, son tal para cual. Él es...bueno, es Jane versión hombre.
—No precisamente. Sus padres son muy estrictos con él en cuanto a los estudios y tiene la habilidad de sacar buenas calificaciones sin esforzarse demasiado. Fuera de la vida estudiantil, se dedica a tirarse a cuanta chica se encuentre.
—Si vuelve a Emerald Hills, preséntenmelo —nos guiñó un ojo.
—El día en que esos dos se conozcan, se producirá el apocalipsis —bromeó Carlos, haciéndonos reír.
El ringtone de mi teléfono desvió mi atención hasta la pantalla de este. Una sonrisa instantánea se dibujó en mi rostro al leer que Cenicienta/Rommie/Harley Quinn/Wonder Woman era quien me llamaba.
—Es ella, tu sonrisa te delata —comentó Mery.
—Ya vuelvo —anuncié, levantándome tras tomar mi celular.
—Está llamando Emma, dudo que te tardes poco —rió mi amigo a lo que las gemelas asintieron de acuerdo—. Tómate tu tiempo.
Caminé hacia el pequeño balcón del departamento, lejos de los comentarios de mis indiscretos amigos.
—Hola, hermosa.
—Hola, pudín —sonaba animada.
—¿Qué tal la víspera de tu cumpleaños en Hale?
Sí, mi chica se había ido a pasar unos días con su madre aprovechando que, por su oportunidad de entrar a Union News, se suspendieron muchas de sus clases prácticas en la universidad y ahora tiene mucho tiempo libre. Mañana es su cumpleaños y tiene previsto pasar la mitad del día en Hale para luego regresar en la tarde, lo cual me da una enorme ventaja para organizar su sorpresa.
—¡Fantástico! Adoro pasar tiempo con mamá.
—Me alegro por ti —me apoyé en la baranda del balcón.
—Y...¿no me extrañas? —preguntó juguetonamente.
—¿En serio me lo estás preguntando? Llevo cuatro días sin verte, ¡claro que te extraño!
—Yo también te extraño. ¿Puedes creer que me siento super rara al despertar y no sentir tu mano agarrándome un seno?
—¿En serio? —reí.
—Sí —rió—. También extraño tus arepas, nuestras tardes de películas e ir juntos a todos lados en tu camioneta.
—¿Y qué hay de mis besos? ¿No los extrañas también?
—Muchísimo. Muero por llegar para que me beses, me acaricies y me lo hagas como solo tú sabes hacerlo.
¡Dios! Esta chica es capaz de calentarme esté donde esté.
—Entonces te espero para hacerte todo lo que quieras.
—Pervertido.
—Tú empezaste.
Comenzó a reír, contagiándome. Lo que daría por verla en este instante.
—¿Te estás aburriendo mucho sin mí?
—Como no tienes idea. De hecho estoy en el departamento de Carlos y Mery, el dúplex se siente frío si tú no estás en él.
—Awww. No te preocupes, pudín, mañana iré a darle calor. Por cierto, mi madre me llevará, así que tendrás la oportunidad de conocerla.
Casi me atraganto de la impresión.
—¿Tu-tu madre? —tartamudeé nervioso, soy consciente de que en algún momento tendré que conocerla, pero no esperaba que ella vendría al dúplex.
—Tranquilízate, pudín, mi mamá no muerde —rió—. Solo me llevará al dúplex, se quedará un rato y luego se marchará para que disfrute el resto del día contigo.
—Sí, eso está bien —me agité el cabello—. Es solo que...no sé, no me esperaba conocer a tu madre tan pronto.
—¿Tan pronto? —rió—. Lan, llevamos casi un mes juntos.
—Lo sé, es que...temo no agradarle a tu madre.
Sí, me aterra.
No es la simple incomodidad que todos sentimos al conocer a los padres de nuestra pareja, que de por sí ya es bastante estresante, ¡es la madre de Emma! Todo lo que sé de ella es que es una empresaria exitosa y mi novia la adora, pero como suegra es implacable. ¡Ni un solo novio de su hija le ha parecido aceptable! ¡Estoy muerto!
Mis nervios pasaron a ser confusión al escuchar las carcajadas de Em del otro lado de la línea. Parecía que le había contado el chisme del siglo.
—¿Qué es tan gracioso?
—El hecho de que tengas miedo de no agradarle a mi madre —respondió, casi sin aire—. Eres el chico ideal, inclusive cuando yo tenía dudas sobre decirte que me gustabas, ella me animó a hacerlo. Te adora sin conocerte, así que no tienes porqué preocuparte.
—Eso espero —suspiré.
—Relájate, pudín. Ahora te dejo, debo empacar para mi regreso.
—Bien, florecita. Hablamos en la noche, ¿ok?
—¿Cómo me llamaste? —se carcajeó.
Ok, esto no es lo mío.
Hace unos días atrás me percaté de que Emma tiene un apodo cariñoso para mí, pero yo no tengo uno para ella. He comenzado a soltar apodos ridículos al azar hasta dar con alguno que nos guste, pero es obvio que se me da bastante mal hallar el indicado.
—Olvídalo. Seguiré buscando otro apodo.
—Ah, ¿era eso? —se mofó—. Ya encontrarás el apodo. Bye, Lan.
—Bye, Em.
—¿Te da miedo conocer a Catherine? —preguntó Jane, que no tengo ni idea de cuándo llegó, posicionándose a mi lado.
—¿Estabas escuchando?
—No todo, solo la última parte. ¿Por qué le temes a Catherine? Ella es un amor.
—Porque según Emma, ella desaprueba a cada novio que tiene. No me gustaría llevarme mal con mi suegra.
—Yo digo que le vas a encantar.
—¿En serio?
—Obvio —reafirmó plasmando en su rostro sus habituales y graciosas muecas—. Escucha, Allan. La única razón por la que Catherine tiene tan mala fama es porque Emma ha elegido mal una y otra vez, el hecho de que duró con Dave un año lo dice todo, ¿no crees?
—Pues sí —asentí.
—Emma es una chica increíble y merece a un chico igual de increíble. Es por eso que cada vez que le presentaba a su madre esos patanes, ella los ''despachaba''. Pero contigo es diferente.
—¿Por qué? ¿Qué tengo yo de especial?
—¿En serio me lo estás preguntando? —sus muecas de nuevo—. Conozco a Emma hace años, he sido testigo de varias de sus relaciones y sin miedo a equivocarme puedo decir que eres el chico indicado. ¿No has visto como sonríe? ¿Lo feliz que ha estado las últimas semanas?
—A decir verdad, ella me hace sentir igual a mí —sonreí.
—Lo sé, lo dije desde el principio, ustedes debían estar juntos.
—Sí, recuerdo como insistías, sobretodo en el tema sexual —reí.
—No te hagas el santo, sé perfectamente que andan follando todo el día.
No pude evitar carcajearme ante su forma tan directa de expresarse, aunque no me sorprende, conforme la fui conociendo descubrí que es muy espontánea. De verdad es el alma gemela de Brook.
—Pero ya hablando en serio, nunca había visto a mi amiga así, tan radiante. Y eso es gracias a ti.
—¿Sabes? Si de mí depende, siempre la verás así.
—Más te vale —me señaló con el dedo—. Emma es muy importante para mí y ya la he visto sufrir bastante por amor. No quiero tener que partirte la cara si tú también le rompes el corazón.
Oh, Jane. Es una verdadera amiga sin dudas.
—Prefiero que ella me rompa el corazón a mí antes que hacerla sufrir; eso me resultaría menos doloroso.
La sonrisa de Jane se ensanchó considerablemente.
—Playa Cristal —mencionó.
—¿Eh?
—Ese es el boom que necesitas para que su cumpleaños sea tan mágico como quieres. Llévala a ver el atardecer a Playa Cristal.
—¿Qué tiene ese lugar en particular?
—Cuando estábamos en segundo año, nos perdimos y descubrimos esa pequeña playita no muy lejos del campus. Ella amó el lugar y dijo que su cita de ensueño sería ver el atardecer allí. Hasta ahora ningún idiota la ha llevado, hazlo tú.
—¿Por qué me lo revelas?
—Porque su cita ideal debe ser con su chico ideal —me sonrío con complicidad.
—Gracias, Jane. Gracias. ¡Gracias! —la abracé.
—No fue nada —me separé de ella—. Por esto me merezco ser la madrina de la boda, ¿no?
—Por supuesto. También lo serás de Enmanuel y Brook será el padrino, Carlos y tu hermana serán los padrinos de Allana.
—¡Me encanta! —chilló—. Y háblame más acerca del tal Brook, me interesa.
Emma
Despertar a las 7:00 a.m. con tu madre cantándote feliz cumpleaños con un pastel en sus manos, es tan molesto como lindo. Siempre es así, cada año mamá prepara una especie de ''festejo privado'' para mí. Esto se debe a que nunca fui fan de las fiestas de cumpleaños, gastabas muchísimo en un evento que todos disfrutan excepto tú y nunca tuve amigos reales con quienes celebrar. Por eso pasar el día con mis padres siempre fue mi plan favorito y después de que mi padre murió, ella se dedicó a hacer de este día el más especial del año para mí.
A medida que fui creciendo, comencé a sentirme mal porque mamá dedicaba el día del amor y la amistad únicamente a mí. Han pasado más de diez años desde la muerte de mi papá y ella, a pesar de haberlo superado, no se ha dado la oportunidad de rehacer su vida amorosa. Nunca fui de esas hijas posesivas y egoístas que se niegan a que sus madres sean felices con alguien más bajo la excusa de que no quieren que nadie ocupe el lugar de sus padres, al contrario, siempre la animé para que conociera a otra persona, pero ella ha decidido casarse con el trabajo.
Desayunamos juntas, rememorando mis antiguos cumpleaños con fotografías y videos. Me resultó tierno ver los cambios de bebé a niña, de niña a adolescente y finalmente de adolescente a mujer. Mamá no se quedaba atrás, a pesar de que quiso disimularlo, una o dos lagrimillas se escaparon de sus ojos al ver la gran transición en imágenes.
Decidimos ir de compras, después de todo no hay nada que ambas amemos más que la ropa nueva. De hecho, ahora nos encontramos probándonos vestidos de noche.
—¿Cómo me queda? —le pregunté a mi madre al salir del probador con un atrevido vestido negro.
—Cariño, lo que daría por tener esos 22 años y ese cuerpazo. Uff —se abanicó con su mano.
—Mamá, no exageres —río.
—No exagero —se levantó del mueble de cuero que estaba ocupando—, te ves espectacular.
—¿Crees que a Allan le guste? —pregunté, echándome otro vistazo en uno de los tantos espejos de cuerpo entero que abundan en la habitación.
Mamá se colocó detrás de mí con un pronunciado entrecejo fruncido.
—¿Desde cuándo te vistes bien para complacer a tu novio?
—Desde nunca, sabes perfectamente que me visto por y para mí. Pero Allan pone expresión de conejito bebé siempre que me ve arreglada y me gustaría mantenerla.
—Hija —me tomó de los brazos haciendo que me girara para quedar frente a ella—, según me has contado, Allan es el tipo de chico que te ve hermosa acabada de despertar, sin maquillaje y despeinada, ¿no es así?
—Sí, lo es —sonreí.
—Entonces sigue vistiéndote por y para ti, porque él te seguirá viendo igual hermosa y te seguirá mirando con esa expresión de conejito bebé.
—Ventajas de tener un novio que te quiere.
—Nah, ventajas de tener un novio que te ama.
Amor...después de lo ocurrido con Dave, esa palabra me asusta. No dudo que llegue a enamorarme de Lan ni tampoco de que él llegue a sentir lo mismo por mí, pero...
—Creo que es muy pronto para hablar de amor.
—¿Por qué?
—Porque solo llevamos poco menos de un mes juntos, no puedes enamorarte tan pronto.
—¿Quién dice que no? El amor nace de maneras muy diversas y no tiene tiempo, de ahí que las personas nunca sepan cuándo fue el momento exacto en el que se enamoraron. Además, tú y yo sabemos que tu enamoramiento de ese chico no es de ahora, sino de hace cuatro meses atrás.
—Sí, tienes razón. Pero sigo pensando que debo tomarme las cosas con calma antes de declarar abiertamente que me enamoré y decirlo cuando esté cien por ciento segura de lo que siento.
—Mira lo que el mierda de Dave a hecho contigo —negó con la cabeza.
—¿De qué hablas, mami? —solté una risita.
—A que antes solías lanzarte sin paracaídas en temas de amor y ahora temes admitir que estás enamorada.
—Justo por esa actitud absurda es que mi corazón ha sido tan pisoteado. ¿Ves? Una razón más para tomarme mi tiempo y explorar mis sentimientos.
—Siempre pasa lo mismo —negó con la cabeza.
—¿Qué?
—Al chico correcto le toca pagar los platos rotos del chico incorrecto.
—Allan no está pagando los platos rotos de Dave, solo que con él quiero decir ''Te amo'' estando segura de que él siente lo mismo por mí.
—Ok, comprendo tu punto y estás en todo tu derecho —acarició mi cabello—. Pero ábrete un poco más al amor, él y tú lo merecen.
—De acuerda, ma. Ahora, ¿qué tal si me pruebo otros quince vestidos más? —sonreí, colocando mis manos en mi cintura.
—Es tu cumple y yo pago. Elige lo que quieras.
(...)
Un viaje de carretera con mamá al volante es tan divertido como con mi novio. Ella es fanática de conducir en largos viajes de carretera, y no hay mayor distancia que la que separa a Hale de Johnson.
Si bien permanecer tantas horas sentada en el asiento del copiloto en el auto de mi madre no es mi idea de pasarlo bien en mi cumpleaños, pasar tiempo con ella sí lo es. Desde que ingresé a la universidad hasta ahora que estoy por graduarme, las veces que he visto a mi madre han sido mucho más esporádicas. Eso me entristece, estamos muy unidas y ahora que he decidido vivir en Valery Place, temo que nuestra relación se enfríe.
Por eso aprovecho al máximo estos momentos en los que puedo compartir con ella.
—¿Es aquí? —preguntó una vez que al fin llegamos al dúplex.
—Sí, bienvenida.
—Es bonito por fuera —asintió.
—Y también lo es por dentro. Allan y yo lo decoramos a nuestro estilo y quedó increíble.
—Entonces llévame a verlo rápido. Si de casualidad me cruzo con el imbécil de tu ex, soy capaz de matarlo a taconazos —gruñó ejerciendo más fuerza de la necesaria sobre el volante mientras observaba el otro lado del dúplex.
—Tranquilízate, mamá —desabroché mi cinturón de seguridad—. Piensa en que conocerás a mi chico.
—Cierto. Cálmate, Catherine —dijo para sí misma.
Ambas descendimos del auto para luego dirigirnos hacia la puerta. Noté que la camioneta de mi novio estaba aparcada afuera, eso significaba que él estaba allí ya que la moto la ultiliza pocas veces.
Al entrar al lugar, lo primero que me encontré fue un camino de pétalos de rosas rojas en el suelo. Al instante una sonrisa se dibujó en mi rostro, me imaginé que ese era el inicio de algo muy especial que me preparó para hoy.
—¡Lindo! —sonrió mi madre—. Sigue el camino, yo voy detrás de ti para no arruinar ninguna sorpresa.
—Ok.
Seguí el camino despacio, pensando en los posibles escenarios que se podían generar al final de este. Llegué hasta la cocina, la cual para mi sorpresa estaba adornada con globos con forma de corazón y sencilla decoración color rojo. Sobre la encimera descansaban chocolates, bombones y un peluche gigante precioso.
Caminé hacia la encimera con la intención de tomar el super peluche, pero antes de que pudiera tocarlo, salió de detrás de él mi pelinegro asomando la cabeza.
—Hola, princesa —me guiñó un ojo.
—¿Hiciste todo para mí? —sonreí.
—Esto y otras cosas —rodeó la encimera ocultando algo detrás suyo antes de posicionarse frente a mí—. Feliz cumpleaños —reveló que lo que ocultaba era una rosa roja la cual me entregó—, y feliz San Valentín.
—Lan... —amplié mi sonrisa recibiendo la rosa—. Gracias por preparar todo esto.
—¿Te gustó?
—¡Lo adoré!
—¡Qué bueno! —sonrió—. Porque esta es la primera de varias otras sorpresas que preparé para ti.
—Así que además de la decoración, los bombones, el peluche, la rosa y tú vestido de traje, ¿hay más sorpresas?
Sí, se había vestido de traje. No era el smoking tradicional, sino uno negro en su totalidad, incluyendo la camisa y resaltaba una corbata roja a juego con el decorado del lugar.
—Por supuesto que hay más sorpresas —me acercó a él tomándome de la cintura—. Pero primero...
Unió nuestros labios en un tierno beso. Solo pasaron cuatro días sin estos besos, pero sentía que fue mucho más tiempo. Tomé su cuello acercándolo más, si es que era posible.
—Te extrañé tanto —sonrió entre beso y beso.
—Yo más a ti.
Un carraspeo nos interrumpió, haciendo que nos separáramos y él diera un brinco del susto. Nos giramos con dirección a la entrada en la que se encontraba mi madre observándonos.
—¡Ay! Mamá... —dije, avergonzada.
—¿¡Mamá!? —me preguntó Allan, bastante paniqueado a mi parecer.
—Pudín —lo tomé de la mano, llevándolo hasta donde ella estaba posicionada—, ella es Catherine Wilson, mi mamá.
El pelinegro tragó grueso y sentí como su mano comenzaba a sudar bajo la mía. Fue demasiado tierno verlo tan nervioso al conocer a mi mamá.
—Un gusto conocerla, Sra. Wilson —mencionó con voz temblorosa—. Soy Allan, el novio de su hija —extendió su mano con la intención de que ella la estrechara.
Mi madre en respuesta lo miró de arriba a abajo, se cruzó de brazos y enarcó una ceja.
—Primero, me llamaste señora. ¿Acaso aparento ser tan vieja?
—Ehh...no. Yo...
—¿También pretendes que estrechemos manos? ¿De qué siglo vienes?
—Pues...
—¿Y qué hay de ese traje?—mi chico observó su vestimenta y a continuación se agitó el cabello.
Allan ya no sabía qué hacer, qué expresión poner o qué decir. El ambiente se tornó sumamente incómodo, lo suficiente como para que interviniera en ''rescate'' de él.
—Mamá, basta. Ya ha sido suficiente.
Ella me regaló una mirada de complicidad y acto seguido comenzó a reír a carcajadas. Allan me miró con una expresión confusa, lo cual era entendible teniendo en cuenta el mal rato que acaba de pasar.
—No entiendo nada —murmuró mi chico.
—Lo siento mucho, Allan —se disculpó, secándose las lágrimas producto de la risa—. Todo fue una broma.
—¿¡Qué!? —espetó él.
—Perdón, pudín —acaricié su brazo—. Mi mamá tiene un sentido del humor un tanto...oscuro.
—Ya veo —asintió aún un poco en shock.
—Discúlpame, Allan. Nada de lo que dije fue cierto. Por lo que veo eres un chico educado, tierno —señaló la decoración—, y detallista. Con eso es suficiente para que me encantes para mi hija.
—¿En serio? —sonrió, nervioso—. Emma me dijo que usted era implacable con sus novios.
—¿Con los demás? Obvio, eran unos patanes. Pero estamos hablando de ti, el chico que hizo que superara al idiota que tienen aquí al lado, que la animó a ingresar a Union News y que por boca de Jane, su gemela y un tal Carlos sé que la tratas como una princesa.
—Espera, rebobina, mamá —intervine—. ¿Hablaste con Carlos?
—Sí, me llamó diciendo que era el mejor amigo de Allan y lo puso en un pedestal. Ojalá yo tuviera un amigo que hable tan bien de mí.
—Sí, tengo esa suerte —sonrió.
—La verdad es que tenía muchas ganas de conocerte.
—¿De verdad?
—¡Claro! Moría porque mi hija me presentara al chico que hace que le brillen los ojitos.
Tierra, ¿por qué no te la tragaste antes de que dijera eso?
—¡Mamá!
—Solo digo la verdad —alzó las manos en símbolo de paz.
Allan solo podía reír ante la que para él, era una divertida escena.
—Así que te brillan los ojitos por mí, ¿eh? —sonrió, burlón.
Sentí mis mejillas arder ante su mirada gris y su sonrisa radiante, soy afortunada por tener un novio tan guapo.
—Y ahí está, roja como un tomate —comentó mi madre provocando la risa del pelinegro.
—¡Mamá! ¿Algún día vas a dejar de avergonzarme?
—Soy tu madre, es mi trabajo hacerlo —sonrió con supuesta inocencia—. Cuando ustedes dos tengan a Allana y Enmanuel, me comprenderán.
—¡Que mis hijos no se van a llamar así!
—Según Carlos y Jane, así mismo gritaste que no te acostarías con tu roommate y...ya sabes cómo terminó la historia —dijo mamá con una mirada insinuante.
Tierra, si quieres después escúpeme, pero trágame ya.
—Tu cara va a reventar, linda —dijo mi pudín acunando mi rostro entre sus manos—. ¿Sabes? Creo que estoy más a gusto con tu madre ahora. ¿Por qué no vas a darte un baño? —me guiñó un ojo.
Es obvio, hay más sorpresas en el baño.
—Ok —asentí antes de dejar un corto beso en sus adictivos labios y me giré hacia mi madre—. Trátalo bien mientras no estoy.
—Ok, no más bromas por hoy.
Dejándolos a ambos conversando en la sala, me dirigí con destino al baño. Al entrar, me encontré con un nuevo camino de pétalos que llevaba a la bañera, que estaba adornada por pequeñas rosas blancas sin tallos y velas aromáticas en los bordes.
—Eres increíble, Lerman —me mordí el labio inferior.
Me despojé de toda mi ropa, me recogí el cabello en un moño alto e ingresé en la bañera. El agua aún estaba tibia y el aroma de las velas me resultaba embriagador. Un ambiente acogedor en todos los aspectos.
A mi derecha se encontraba una bonita esponja color rosa junto a un gel de baño y una nota. Desdoblé el pequeño papel en el que pude distinguir la letra de mi chico.
''Querida Cenicienta/Harley/Wonder Woman/Novia hermosa:
Esto de las cartas de amor no son mi fuerte, pero hoy es un día doblemente especial, así que...¡aquí va!
Desde que te vi en aquel bar, luciendo igual de rota que yo y pidiendo alcohol en grandes cantidades, supe que eras especial. Nunca imaginé que la ex del actual novio de mi ex me removería tantas emociones y despertaría en mí tantos sentimientos inigualables. Eres una de las mejores personas con las que he tenido la suerte de toparme en mi vida, gracias por cruzarte en mi camino.
Feliz San Valentín a la más tierna, sexy, impredecible e increíble de las novias.
Feliz cumpleaños a la más espontánea, divertida y con la sonrisa más auténtica de las chicas.
Y recuerda...quizás lo que tenemos no sea eterno, pero mientras exista, será hermosamente nuestro.
Te adora, tu pudín pervertido."
—¡Dios! —sonreí, releyendo nuevamente la dedicatoria, amo cuando saca su lado cursi a la luz.
Después de leerla por sexta o séptima vez, proseguí a bañarme de una buena vez. El gel de baño olía a vainilla, exquisito, y ni hablar de lo suave que dejó mi piel.
Cubriéndome con una toalla, salí de la bañera encontrándome con más sorpresas. En el pequeño perchero de atrás de la puerta, estaba colgado un sencillo vestido blanco con corte princesa y escote halter. Era un tanto fresco para esta época del año, pero al parecer San Valentín adelantó la primavera, las temperaturas han pasado a ser más cálidas y los abrigos ya son cosa del pasado.
También había lencería color rojo muy provocadora a mi parecer. No me imagino a mi pudín en una tienda de ropa interior eligiendo algo así, aunque tiene suficiente práctica viéndome en paños menores como para saber cuál es mi talla.
Terminé de secar todo mi cuerpo antes de tomar el perchero de la lencería. Adjunto a este, había otra pequeña nota del mismo color y con la misma letra de la anterior.
''Ese cuerpo de infarto y en especial esos pechos de actriz porno merecen ser cubiertos con algo así de sexy, ¿no crees?''.
Pervertido.
Me coloqué la ropa interior que se ajustaba perfectamente a mi cuerpo, este chico es increíble incluso eligiendo ropa. Seguidamente tomé el vestido que también parecía haber sido diseñado para mí. ¿Qué puede haber mejor que un novio que compre ropa para ti?
Deshice el moño que me había hecho con anterioridad para peinar mi cabello. No tenía intención de hacerme un gran peinado para la ocasión, con tener mi melena suelta me bastaba.
Me apliqué un poco del maquillaje de emergencia que siempre guardo en un pequeño estante. Algo sencillo, un poco de rubor, labial sutil y máscara de pestañas.
Aún descalza, salí del cuarto de baño, aunque mi calzado me estaba esperando al pie de la puerta y fue lo primero que vi al abrirla. Unos Jimmy Choo's a juego con mi lindo vestido nuevo me esperaban. Junto a ellos había otra notita.
''¿Qué sería de Cenicienta sin su vestido de princesa y sus zapatillas de cristal?''
Ahogué un grito de emoción y me los coloqué de inmediato. ¡Divinos! Lucían divinos en mis pies.
Volví a la sala de estar donde mi madre y mi novio conversaban animados. Me sorprendió ver que parecían un par de viejos amigos charlando de amenas anécdotas en lugar de una suegra y un yerno que recién se acaban de conocer. De todas formas me encantaba.
—Hola —hablé, interrumpiendo su charla.
Allan, que hasta ese momento se encontraba de espaldas sin percatarse de mi presencia, se giró y me miró. Puedo jurar que su baba caía sobre la alfombra que compramos hace unas semanas.
—Emy, ¿esa es la cara de conejito bebé que decías que ponía? —sonrió mi mamá.
—Anjá —asentí risueña.
—Em, estás...¡Dios! —se levantó, dirigiéndose hacia mí.
—¿Qué es lo que tanto te sorprende? Tú elegiste todo el look.
—Sí, pero una cosa es como imaginaba que te verías y otra muy diferente es cómo te ves —sonrió—. No sé cómo te las arreglas para superar siempre mis expectativas.
—Adoro a este chico —comentó mamá, haciendo que desviáramos nuestra atención a ella—. Allan, ¿no tendrás algún tío igual a ti que quieras presentarme?
—Lo siento —rió—. Los hombres de mi familia no son precisamente príncipes azules.
—Tú eres la excepción a la regla —lo abracé.
—Hacen una hermosa pareja, ¿lo sabían? —dijo mi madre, mirándonos como a esas películas románticas clásicas que tanto le gustan.
—Nos lo dicen seguido —asintió mi pelinegro, rodeando mi cintura con su brazo.
—Entonces, ¿qué tal si esta linda pareja va a celebrar este día especial? —propuso mi madre, lanzándole una mirada cómplice a mi chico.
—Algo están tramando ustedes dos —los señalé a ambos respectivamente—. Pero me dejaré llevar a la próxima sorpresa sin preguntas y sin poner resistencia.
—Mejor así, Quinn.
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Nuevo capítulooo!!!!
¿Qué les pareció ésta primera parte del cumple de Emma?
¿Les da curiosidad conocer más acerca de Brook, ese posible futuro personaje?
Besos de Karina K.love 😉
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