Allan
Dormir con Emma es maravilloso.
Maravilloso siempre y cuando no te despierte con un chillido, eso siempre es señal de que en la noche anterior acabé en su cama por accidente.
Aún me encontraba somnoliento, pero cuando logré abrir los ojos y ubicarme en tiempo espacio, me percaté de que sí estaba en su habitación y en su cama. Miré hacia mi derecha y me la encontré parada frente a la cama aún tratando de calmarse.
—¿Qué pasó? —bostecé, restregando mis ojos.
—¡Eso te pregunto yo a ti! —me gritó, exaltada—. ¿Qué haces en mi cama durmiendo en bóxers?
Aparté el edredón de encima de mí y en efecto, solo llevaba puestos mis bóxers negros y una gran erección bajo ellos dicho sea de paso. Es una maldición mañanera. Me agité el cabello tratando de atar cabos en mi cabeza de cómo llegué a dormir con Emma y semidesnudo.
Entonces lo recordé.
Anoche llegué cerca de las 4:00 a.m., estaba muerto de cansancio y la verdad mi cuerpo pedía cama. En ese momento recordé que Emma me había autorizado, por decirlo así, a dormir en su cama en la tarde por todo el esfuerzo que hice acomodando los muebles nuevos, por lo que asumí que podía hacerlo de nuevo. Subí, me deshice de mi ropa y me acosté abrazándola por detrás al igual que la vez anterior. Solo había una diferencia...¡dormí sosteniendo uno de sus senos como si fuera un niño abrazando a su peluche!
Tapé mi rostro con mi mano por la vergüenza y luego dirigí mi mirada hacia ella.
—Lo siento, Em. Juro que no tengo idea de lo que me pasó, no fue intencional.
—Irrumpiste en mi cuarto, dormiste abrazado a mí y no conforme con eso me amasaste el seno como si fuera una plastinilina. Sí, suena bastante inocente —recalcó con sarcasmo.
—Pero sí lo fue —me levanté de la cama haciendo que me siguiera con la vista y esta se ubicara específicamente en mi única zona con ropa.
Pervertida.
—¿En serio crees que eso —señaló mi...protuberancia— es inocente?
—¿Qué culpa tengo yo de amanecer con una erección?
—¿No será que te estabas divirtiendo con mis pechos mientras yo dormía? —se cruzó de brazos, en serio estaba enojada.
—¡Me acabo de despertar! ¡Por tus gritos! Y no soy un pervertido ni nada que se le parezca.
—¿Ah no? Tu mano en mis pechos dice lo contrario.
—No entiendo a qué viene tanto drama. Lo he hecho otras veces antes intencionalmente y no te oí quejarte —ahora yo me crucé de brazos—, de hecho parecías bastante contenta con eso.
Abrió la boca para decir algo, pero no emitió ni un solo sonido. Estaba buscando algún argumento válido para responderme, pero no lo tenía, por lo que se calmó y se sonrojó. Reprimí una risa ante su expresión avergonzada, quería mantener mi postura seria para, infantilmente, devolverle el mal rato que me hizo pasar ahora.
—¿No se supone que una periodista siempre tiene algo que decir? —agregué, admito que molestarla me divierte.
—Lo siento —suspiró pasando sus manos por su despeinado cabello.
Lucía un tanto estresada, eso llamó mi atención. Rodeé la cama y llegué hasta ella.
—¿Estás bien?
—Sí, es que...ayer cuando te fuiste al trabajo entré a la página web de Union News para informarme un poco acerca de la convocatoria de la que me hablaste.
—¡Eso significa que de verdad vas a ir a postularte! —sonreí—. ¿Entonces cuál es el problema? ¿Por qué estás tan estresada?
—Envié mi solicitud con todos mis datos y el año escolar que estoy cursando, o sea el último, que es el que requieren.
—Anjá. ¿Y?
—Que se supone que una vez envíes la solicitud, al cabo de media hora te envían un correo diciendo si fuiste aceptado o no para participar de las entrevistas. No es ir y presentarse en las entrevistas directamente como pensábamos, son muy profesionales y meticulosos. Y... —se abrazó a sí misma— al parecer no fui aceptada.
—¿¡Qué!? ¡Nah! Eso no es posible. ¿Te enviaron el correo denegando tu solicitud?
—No —musitó—. No me ha llegado ningún correo en realidad.
—Entonces no te preocupes. Si la enviaste ayer en la noche lo más seguro es que aún no la han revisado, recuerda que cientos de universitarios aplican para esas entrevistas y deben analizar las solicitudes una por una.
—Eso me hace reconsiderar por enésima vez si debería intentarlo o no —suspiró desanimada.
—Ey —tomé su barbilla haciendo que me mirara—, estamos juntos en esto, ¿recuerdas? Saltaremos al abismo tomados de la mano.
—Tu apoyo me anima bastante, pero aún sigo nerviosa.
—Entrarás —aseguré—. Ellos revisan los perfiles académicos y el desempeño en las prácticas de campo que les asignan, en ambas tus calificaciones son excelentes, serían bastante tontos si no te aceptaran.
—Eres un sol —sonrió—. Pero quiero preguntarte algo.
—Lo que quieras.
—¿Cómo sabes tanto acerca de los procesos de captación de Union News?
—¿Recuerdas que te dije que tenía una palanca para que entrases?
—Anjá —asintió.
—Es porque conozco al dueño de Union News.
—¿¡Qué!? ¿Conoces a Malcolm Rowsell? ¿De dónde? Bueno...vives en Valery Place y pudiste habértelo topado alguna vez, pero... —comenzó a decir con rapidez.
—Oye, oye. Más despacio, Quinn —reí—. Y responderé a tus preguntas con otra pregunta. ¿El apellido Rowsell de dónde te suena?
Se quedó pensativa durante unos segundos, frunció el ceño y luego negó con la cabeza.
—No me ubico.
—Carlos. Carlos Rowsell. Malcolm Rowsell es su padre.
—¿En serio? —sus ojos se agrandaron por la sorpresa—. ¿Carlos es el hijo del dueño de uno de los mejores noticieros del país? ¡Es increíble!
—Pues sí. Te lo contaré todo en el desayuno, pero ahora necesito irme al baño para encargarme de este problemita —dije apuntando hacia mi zona íntima.
—Uhh, entiendo —hizo una mueca.
—Nos vemos abajo.
Me giré y caminé con la intención de irme lo más rápido posible, necesitaba deshacerme de esa erección cuanto antes. Justo cuando estaba en la puerta, el llamado de mi chica me detuvo.
—¿Qué pasó? —me giré.
—Ni se te ocurra masturbarte pensando en mí —me señaló con el dedo a modo de advertencia.
Esbocé una sonrisita traviesa.
—No te prometo nada.
(...)
¿Saben qué es lo único peor que un aburrido domingo en la tarde? Un domingo aburrido en la tarde con Emma impaciente y quejándose a tu lado.
Estaba muy tensa con todo el lío del correo de Union News y no la culpo, es una gran oportunidad para despegar como profesional en el mejor noticiero de la ciudad que casualmente está ubicado en su localidad favorita de la ciudad, yo también estaría nervioso. Pero el punto es que lleva casi cuatro horas con su bonito trasero plantado en el sofá, mirando la pantalla de su laptop sobre la mesa de centro a la espera del puto mensaje; eso es más agonía de la que puedo soportar.
—¡Emma, basta! —espeté, tomando la laptop y alejándola de su vista.
—Allan, sabes que es muy importante para mí —dijo y luego su expresión cambió a una más seria—. Además, ¡tú me metiste en esto y me animaste! —se levantó—. Yo estaba muy bien con graduarme y luego aplicar para cualquier periódico.
—Perdón por animarte a superarte como profesional y no permitir que tus inseguridades te impidan ejercer tu profesión en la rama que en verdad te gusta —bufé con sarcasmo.
—Tienes razón —suspiró apenada—, lo siento. Es que estoy muy agobiada con esto.
—Lo sé —dejé la laptop sobre uno de los sillones y me acerqué a ella—. Yo en tu lugar estaría igual —acaricié su mejilla.
—Al principio no consideré mucho la idea, pero luego me puse a pensar y en serio es una oportunidad increíble. Si consigo entrar, no solo entraría en el mejor noticiero de Emerald Hills, también podría desempeñarme como reportera y vivir en Valery Place. Sería un jodido sueño hecho realidad.
—Te entiendo. En abril, Carlos y yo vamos a ir a probar suerte en las grandes y medianas empresas de Valery Place con la esperanza de que nos acepten como becarios o al menos como novatos en las áreas de administración o contabilidad. No es tarea sencilla.
—Creí que habías dicho que tenían pensado abrir su propio negocio juntos.
—Sí, y no hemos desistido de esa idea. Tenemos el dinero, pero nos falta la experiencia. Lo que aprendes en la universidad es lo teórico y las prácticas solo te dan una idea general de cómo manejarte una vez te gradúes, así que para ganar experiencia debemos trabajar primero.
—Tienes razón —asintió pensativa.
—¿Qué tal si vamos a una cita?
Mi inesperada propuesta hizo que sus ojos se ensancharan al punto de parecer que se saldrían de sus cuencas. Reí por lo bajo ante su expresión de desconcierto por algo tan simple como eso.
—¿U-na ci-ta? —tartamudeó.
—Relájate, Cenicienta. Te pedí una cita, no matrimonio.
—Deja de bromear —me golpeó en el pecho.
—No estoy bromeando.
—¿Justo ahora que estoy esperando ese correo? —se quejó.
—Justo para que dejes de pensar en el puto correo —recalqué—. Es domingo, estamos aburridos y las citas son parte de mi plan de conquista. ¿Qué dices, Harley? ¿Irás a una cita con tu pudín?
La tomé de la cintura pegándola a mi cuerpo, sé que le gusta que lo haga, pero le avergüenza admitirlo. Parecía estar dudando un poco, así que la rematé con mi mirada de cachorrito, nadie se resiste a eso y ella muchísimo menos.
—Ok —sonrió derrotada ante mis encantos—. ¿A dónde vamos?
—Es una sorpresa. No tienes que vestirte muy formal ni nada por el estilo, lo de las citas en restaurantes caros al estilo Hale no son lo mío.
—¿Entonces voy informal?
—Sí, solo sube, elige algo que te guste y ponte guapa. O bueno, más guapa.
—Ok, guapo —sonrió antes de depositar un beso en mi mejilla, si no hubiese sido tan inesperado me habría dado tiempo de moverme para que me besara en donde realidad debería.
Subí con ella a buscar mi ropa también, salir con un pantalón de chandal, una camiseta y descalzo no era una buena opción. Estando en la habitación, tomé un jean oscuro, un suéter azul y unos tenis blancos sencillos; para el lugar al que iríamos no había que esforzarse mucho con la vestimenta, aunque yo odio vestirme formal la gran parte del tiempo.
Miré a Emma, que me observaba sentada en la cama. Quise dilatar más mi estadía en el lugar para ver qué elegiría, me daba curiosidad saber cómo se las arreglaba para dejarme babeando en cada ocasión.
—¿No buscas tu outfit?
—No hasta que te vayas.
—Tranquila, no voy robarte la ropa —bromeé.
—No lo digo por eso, sino porque eres un pervertido de lo peor y si piensas que te vas a quedar a ver cómo me cambio, estás muy equivocado.
—¿Por qué siempre me haces quedar como un enfermo sexual?
—Porque lo eres —entornó los ojos hacia mí—. Al menos conmigo sí.
Con que esas tenemos, Cenicienta.
—Lo dice la chica que se metió a la ducha estando yo ahí y me escaneó de arriba a abajo, en especial abajo.
Dicho esto, su rostro se tornó rojo, de vergüenza y enojo. Tomó una de las almohadas de la cama y me la lanzó, ordenándome que saliera del cuarto antes de que se arrepintiera de ir a la cita. Ante amenaza de tal gravedad, salí despavorido de allí, cerrando la puerta tras de mí.
Me cambié en la sala de estar. Por un momento pensé en hacerlo en el baño, pero pensé: ''¡Qué mas da! Estoy en mi casa, la sala de estar prácticamente es mi habitación y si Emma aparece, no encontrará nada que no haya visto antes''. Cuando estuve listo, esperé a mi chica durante unos minutos más, me consta que se toma su tiempo.
Apareció un rato después vistiendo un abrigo rosa con capucha, unos jeans negros y botas altas a juego. Su cabello, que antes estaba hecho un desastre porque no se molestó en peinarse por el estrés, ahora lucía perfecto y su maquillaje, a pesar de ser sutil, resaltaba ese rostro angelical que tanto me gusta. En resumen, me quedé babeando por enésima vez.
—Eres lo más hermoso que he visto, ¿te lo he dicho?
—Con esas palabras no —se sonrojó ligeramente—. Gracias.
—¿Nos vamos, hermosa? —le ofrecí mi mano.
—Vamos —sonrió y la tomó.
Salimos del dúplex dirigiéndonos hacia mi camioneta que estaba aparcada a un costado de la entrada, pero antes de abordarla, tiré de Emma haciendo que aterrizara sobre mi pecho. Antes de que pudiera preguntar porqué lo hice, le robé un beso. Al inicio estaba sorprendida, pero luego de reaccionar, me devolvió el beso.
—¿Y esto ahora por qué? —preguntó en cuanto nos separamos.
—Tenía que devolverte ese tierno beso en la mejilla de hace un rato.
—Tonto —rió.
(...)
Después de media hora de viaje, finalmente llegamos a Rellestt, un condado bastante cercano a Johnson, a diferencia de Phealls o Hale. Más concretamente estábamos en el Mirador de Rellestt, una de las principales atracciones de allí y de toda la ciudad. Consiste en un teleférico desde el que se puede observar toda la localidad con lujo de detalles y al finalizar el recorrido llegas a una especie de estación aérea con un restaurante al aire libre.
—¡El Mirador de Rellestt! —chilló Em una vez llegamos a la estación de la cual parte el teleférico.
—¿Llevas mucho tiempo sin venir?
—Creo que han pasado como diez años. ¡Adoro este sitio!
—Entonces disfruta, corre por mi cuenta.
Hicimos una pequeña fila con solo dos parejas más delante de nosotros, no es común que en esta época del año sea muy visitado por el clima frío. Al llegar nuestro turno, pagué por nuestra entrada y además por unos pases adicionales con los que puedes consumir todo lo que desees en el restaurante. Accesamos a la cabina que nos transportaría luego de entregarle nuestros boletos al encargado y revisar todas las medidas de seguridad.
Tan pronto la cabina comenzó a moverse, los ojos marrones de Emma brillaron. Habían unos asientos disponibles para que nos sentásemos, pero ambos preferimos quedarnos de pie observando las vistas. Si algo bueno tiene Rellestt es el espectáculo de colores que conforman las luces en las noches, en especial la gran fuente ubicada en el corazón de la localidad iluminada con distintas tonalidades de rojo, eso sin contar cómo resaltaba con el tono blanco que adoptaron las colinas a causa de nieve; sencillamente extraordinario.
Pero para mí la más increíble de las vistas siempre será el rostro de mi chica favorita cuando está feliz. Solo me quedé ahí, de pie a su lado, ignorando por completo el show de luces para observarla a ella sonriendo.
—¡Esto es precioso! —sonrió Emma, sin despegar la mirada del show de luces.
—Casi tanto como tú —murmuré.
Creí que no me había escuchado, pero me di cuenta de que no era así cuando se giró hacia mí y vi su rostro más rojo que la luz de la fuente.
—Gracias por traerme. Créeme cuando digo que esto es mucho mejor que otras citas que he tenido —dijo, antes de morderse el labio inferior.
—Una cita de ensueño para la chica de mis sueños.
Fue incapaz de esconder una enternecedora sonrisita que se dibujó en sus labios al escucharme. Sonó cursi, pero es cierto, ella es la chica de mis sueños.
—¿Dónde has estado durante toda mi vida, Allan Lerman? —sonrió aún con más amplitud, acercándose peligrosamente a mí.
—Supongo que buscándote en los lugares equivocados.
Acorté la poca distancia que nos separaba, uniendo nuestros labios, me urgía besarla ya. Me siguió el beso rodeando mi cuello con sus brazos mientras yo llevé mis manos a sus caderas. Nos besábamos con dulzura, a un compás que ambos seguíamos sin problemas, que no era lento ni rápido, solo era nuestro ritmo.
Nos detuvimos un rato después para tomar un respiro, aunque no tardamos mucho en volver a lo nuestro. Ahora, las luces de Rellestt no eran más que el fondo de nuestra escena romántica.
—Emma... —susurré al separar nuestros labios.
—Dime —dijo y me fue imposible no clavar mi mirada en esos carnosos y ahora hinchados labios.
—¿Quieres ser mi novia?
Mi propuesta fue tan sorpresiva para ella que se separó de mí dando un paso atrás.
—¿Qu-qué dijiste? —tartamudeó, parecía estar muy nerviosa.
Con el corazón bombeando a mil, di un paso adelante volviendo a encontrarme a la misma distancia de antes. Este no era el momento de retractarme, mi miedo a ser rechazado no me iba a vencer como en las veces anteriores.
—Perdí casi tres meses intentando convencerme de que solo éramos amigos y que por lo tanto nunca me verías como algo más. Te vi sufrir por Dave y sonreír por Connor. Deseé que todos esos roces accidentales en los que nos besábamos o dormíamos juntos duraran más tiempo —acuné su rostro entre mis manos—. Pero ese día en que me diste la oportunidad de declararme, supe que si te lo hubiese dicho desde el principio, me habría ahorrado los males de amores en lugar de tiempo a tu lado.
—Lan...
—Así que...no voy a dejar que te me escapes de nuevo y tampoco voy a darle tantas vueltas al asunto esta vez. Te quiero conmigo y te quiero ahora. Repito: ¿quieres ser mi novia?
Sí —sintió, con sus ojazos marrones centelleando—. Obvio que quiero.
Sonreí y sin desperdiciar un segundo más de nuestro reciente noviazgo, entrelacé nuestros labios de nuevo. Llámenme meloso, pero ahora los besos saben mejor.
Nunca en mis 21 años de vida me había sentido tan pleno junto a una persona. Nunca había experimentado tantas sensaciones juntas. Nunca quise con todas mis fuerzas a alguien como la quiero a ella.
No sé cuánto tiempo estuvimos así entre besos y sonrisas, solo sé que en algún momento llegamos a nuestro destino y la puerta de la cabina fue abierta. No le había prestado suficiente antención —o más bien nada de atención— hasta que un encargado nos interrumpió.
—Lo siento, jóvenes. Pero ya llegaron a la estación —nos avisó el señor de mediana edad en un tono seco y amargado.
Me giré hacia él, conteniéndome para no salir y estrangularlo.
—¿No ve que estoy besando a mi novia?
Novia. ¡Dios! ¡Qué bien suena eso!
—Lan —me reprendió Emma antes de dirigirse al caballero—. Lo sentimos mucho —se disculpó avergonzada, como si hubiésemos hecho algo malo.
Me tomó de la mano y me arrastró fuera de la cabina donde tocamos tierra firme en la estación del mirador. El lugar lucía genial, con vistas fantásticas, pero ella estaba enfocada en otra cosa.
—¿¡Cómo se te ocurre decirle eso al encargado!? —espetó, regañándome.
—¿Cómo se le ocurre a él interrumpirnos? —me encogí de hombros.
—Porque habíamos llegado al destino y era una cabina de teleférico, no una habitación de hotel —me gritó y luego exhaló para calmarse—. Ya veo quién será la sensata en esta relación.
—Qué bien, porque soy ese tipo de novio que ''te avergonzará'' siempre que nos interrumpan. Yo que tú me prepararía.
—Lo tendré en cuenta —rió y me tomó de la mano entrelazando nuestros dedos—. Vamos a comer, novio.
Amo esto.
—A tus órdenes, novia.
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Nuevo capítulooo!!!
¡YA SON NOVIOS! ¿Se lo esperaban?
Déjenme aquí sus comentarios amorosos sobre #Alma. Sip, ya el ship tiene nombre.
Besos de Karina K.love 😉
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