Capítulo 22: ¿Otro chico?
Allan
Oh, gimnasio. Hogar de los fornidos fisiculturistas, las chicas atléticas, los entusiastas que solo asisten el primer día, los deportistas, los que intentan bajar de peso y un sinfín de personas más con un montón de objetivos diferentes. Yo tenía dos: mantenerme en forma y pasar más tiempo con Emma. Sí, la había convencido de venir y estaba bastante feliz de haberlo logrado, tengo que admitirlo.
Emma se había vestido muy adecuada para la ocasión. Un conjunto deportivo color celeste que consistía en un pantalón un poco holgado con un abrigo a juego, tenis nike y su cabello atado en una cola de caballo. No vestía necesariamente sexy, ni siquiera se había esforzado mucho eligiendo su atuendo, pero yo la veía especialmente linda. No sé si eran sus orejas y nariz rojas por el frío que la hacían ver tan tierna, o su grácil caminar incluso estando dentro de un conjunto tan cómodo, o quizás su sonrisa entusiasta. ¡No lo sé! Lo único que tenía claro que es que no podía ni quería quitarle los ojos de encima.
Permanecí durante todo el viaje en la camioneta mirándola disimuladamente mientras intentaba conducir con decencia, sería bastante penoso que me detuviera un oficial de la policía y que mi excusa fuera: ''Lo siento, oficial. Me distraje viendo a la chica que me gusta''. Sí, me habrían puesto dos multas, una por conducir como idiota y otra babear por ella como idiota. Así que me mantuve lo más centrado que pude en la avenida que estábamos transitando hasta llegar al lugar.
Y aquí estábamos, en la recepción del único gimnasio cercano al campus. Luego de pagar por la membresía trimestral de Emma —a pesar de que se negó a que lo hiciera en un principio— e inscribirla oficialmente, caminamos hasta el lobby donde se tenía una vista bastante detallada de lugar que se encontraba un tanto lleno. A la derecha se ubicaban la zona de pesas, las máquinas de remo y de dorsales. Al frente las prensas de piernas, las bicicletas estáticas y las cintas de correr. A la izquierda veíamos un ring de boxeo junto a otros instrumentos para la práctica de este deporte y más en el fondo habían varias puertas que conducían a los diferentes cursos y clases de baile, yoga, etc.
—¿Por dónde quieres empezar? —pregunté mirando a Emma.
—Ni idea —se encogió de hombros indecisa—. ¿Qué me sugieres?
—No lo sé —reí frotándome el cabello.
—¿No se supone que eres mi personal trainer?
—¿Yo? —reí.
—¿Quién más? —rió.
—Yo podría ser —se ofreció alguien, acercándose detrás de mí.
Me giré encontrándome con mi mejor amiga. Vestía un conjunto deportivo negro y tenía el cabello recogido en un moño alto.
—Hola, Mery —la saludó Emma.
—Hola, tortolitos —sonrió al llegar a donde nos encontrábamos.
—¿Hasta cuándo van a seguir con eso? —suspiré exhausto.
—Hasta que estén juntos. Además, ¿cómo pretenden que no los
shipeemos si se van a una cita a Wanda's?
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Emma sonrojada, y esta vez no fue por el frío.
—Lo mismo que tiene de chismoso el hijo lo tiene la madre. Está en sus genes —rió la rubia.
—Hablando de eso, vas a ser viuda sin casarte. A tu novio se le fue DEMASIADO la lengua.
—Lo sé. Pero no estamos aquí para matar a mi novio sino para entrenar.
—Exacto. Pero no tenemos idea de por dónde empezar —señaló la castaña.
—No te preocupes, Emma. Soy personal trainer.
—¿¡En serio!? No lo sabía —exclamó Cenicienta.
—Sí. Carlos y Allan trabajan en un bar, tú en una tienda y yo aquí. La paga es buena, no me puedo quejar.
—Genial, entrenadora. ¿Empezamos?
—Vale.
Basado en la asesoría de Mery y su observación sobre la condición física de Emma, comenzamos por trabajar las piernas. Luego de calentar, inciamos con las prensas de piernas. En un principio creí que se le dificultaría, en el primer día todos tienden a cansarse con facilidad y acaban exhaustos, pero como la Wonder Woman que es, manejaba muy bien el ejercicio. Sus piernas abrigadas por el pantalón deportivo desplazandose hacia delante y atrás me mantenían con la atención totalmente puesta en ella. Era extremadamente sexy a pesar de que la escena no era nada sensualmente fuera de lo común. ¿Qué ocurría conmigo? Una de dos, o soy un enfermo sexual o estoy totalmente hipnotizado por ese cuerpo de diosa.
Concluyó la sesión de ese ejercicio y ni siquiera me habría enterado de no ser porque Mery llamó mi atención con un ''cariñoso'' golpe en la espalda. Para ser tan delgada golpea muy fuerte. Me levanté de la máquina un poco avergonzado ante la mirada casi burlona de Emma.
¿Por qué ese gesto me ponía tan nervioso?
Proseguimos con el siguiente ejercicio: las bicicletas estáticas. Habían dos filas de ellas y la gran mayoría estaban ocupadas. ''Afortunadamente'' solo quedaban tres libres. ¿Adivinen en qué orden? Dos en la fila del frente y una en la fila de atrás. ¿La peor parte? Las chicas tomaron las de en frente por lo que tuve que ocupar la única libre y que dicho sea de paso se posicionaba justo detrás de la de Emma. Sí, vista libre y obligatoria del cuerpo de mi roommate, más concretamente estábamos hablando de su trasero generoso. Estaba muerto.
Comenzamos a realizar el ejercicio a una velocidad normal, aun así no podía dejar de observar el cuerpo de la chica delante de mí. Era hipnótico, se me hacía imposible quitarle los ojos de encima. Intenté que mi faceta de playboy carente de disimulo y discreción no saliera a la luz, pero no pude retenerlo cuando aumentamos la velocidad y Emma despegó sus perfectas nalgas de la silla dándome una vista en 3D de ellas mientras las movía al ritmo de los ininterrumpidos pedaleos.
Es oficial, me estoy volviendo loco.
Intenté fijar la vista en cualquier cosa menos en ella. En la señora mayor a mi derecha que pedaleaba con entusiasmo, en el chico adolescente y flacucho a mi derecha, incluso miré al techo como si Dios fuera a bajar para ayudarme, pero la imagen de mi chica favorita resultaba demasiado tentadora. Continué mirándola sin reparo alguno a la vez que trataba de no perder el control. Por suerte al cabo de unos cinco minutos Mery dio por concluído el ejercicio.
No sé qué me enloquecía más, si ver tan de cerca el trasero de Emma o verla después totalmente sudada secándose con una toalla. ¿Acaso no se da cuenta de lo sexy que es incluso sin esforzarse?
—Allan. ¡Allan! —los gritos de mi mejor amiga me trajeron de vuelta a la realidad.
—Sí. Emm, lo siento.
—¿Qué ocurre contigo? Has estado como ido desde que empezamos —dijo Emma, abriendo la cremallera de su abrigo y dejando ver ahora su blusa de tirantes ESCOTADA para luego secarse el pecho.
Esto es demasiado para mí.
—Agradece que he estado ido —murmuré.
—¿Qué dijiste? —preguntó la responsable de mis suspiros sin entender lo que dije.
—Pregunté que si Carlos no vino. Tengo que decirle un par de ''cositas''.
—¿Carlos? Está en la zona de pesas —respondió Mery.
—Genial. ¿No les importa si voy a hablar con él un momento?
—Tranquilo. Yo te la cuido. Tomaremos un descanso y luego iremos a las cintas de correr —informó la rubia.
¿Cintas de correr? ¿Ver los pechos de esa castaña hermosa rebotando como hace un rato vi su retaguardia? Es tentador, pero por el bien de mi salud mental diré no.
—¿Segura que no te importa? —le pregunté a Emma.
—No te preocupes, estaré con Mery. Ve a ponerte fuerte, Superman —sonrió.
—Bien. Vengo dentro de un rato, chicas.
Salí prácticamente corriendo de allí para dirigirme a la zona de pesas. En cuanto llegué, comencé a buscar a mi mejor amigo. Tenía que hablar con él, no solo para reclamarle que le haya hecho un reporte completo a su madre acerca de mi relación con Emma, sino también porque había estado todo el día confundido y necesitaba una ''charla paterna'' de esas que me da desde que éramos niños.
Lo encontré poco después en una máquina de dorsales. No se percató de mi presencia hasta que le di un ''cariñoso'' golpe en la parte trasera de la cabeza igual al que me dio su novia.
—¿Y esto por qué? —gritó, sobando la zona previamente golpeada.
—Por chismoso —respondí mientras me sentaba en una banca a su costado.
—Oh, mi mamá te contó —rió, girando para quedar frente a mí.
—Sí. ¿Cómo se te ocurre contarle todo? No omitiste ni el más mínimo detalle.
—Sabes que no tengo secretos con mamá ni con Mery, ni con Brook, ni contigo —se encogió de hombros.
—Espera, ¿Brook también lo sabe? —asintió como si nada—. Da igual, ese argumento no te va a salvar Rowsell. Tu novia será abogada, dile que te enseñe a hacerlo mejor.
—Ok, lo que tú digas. Volviendo al tema que nos interesa, mi mamá dijo que tu cita con Cenicienta fue de maravilla —sonrió emocionado como niño pequeño cuando le compras dulces.
—No fue una cita. Simplemente no teníamos clases y fuimos a dar una vuelta.
—¿En serio, bro? ¿Una ''vuelta'' de casi dos horas en coche hasta Valery Place? —hizo una mueca de incredulidad.
—Sabes que cerca del campus no hay muchos lugares a los que ir a divertirse, solo quería que pasara un buen rato.
—Supongamos que te creo. ¿Por qué de todos los lugares donde se pueden pasar un buen rato en Valery Place decidiste llevarla a Wanda's?
La pregunta me tomó desprevenido. Ni yo mismo sé porqué la llevé a ese lugar, solo lo hice. Quizás porque quería que conociera a Wanda o porque quería que probara los tacos y enseñarle la original tradición familiar que inventó mi mamá; no lo sé.
—Supongo que lo hice porque...es un sitio especial y ella es una chica especial.
—Hermano, ¿no te das cuenta? —se cruzó de brazos.
—¿De qué?
—De lo que todos sabemos y tú no quieres admitir. Te estás enamorando de Emma, si es que no lo estás ya.
—No, no estoy enamorado ni me estoy enamorando. Solo me gusta y me atrae. De hecho me he pasado toda la tarde observándola en plan depredador sexual.
—Espera, ¿está aquí?
—Sí. La dejé con Mery en las cintas de correr y vine a buscarte antes de que explotara.
—¿Y en ningún momento se te ocurrió besarla o hacer algo más?
—No, es mi amiga.
—No, es la chica de la que estás enamorado. ¿Te digo por qué?
—Adelante, Dr. Amor —suspiré, cansado del mismo debate tonto.
—Uno, el playboy que yo conozco habría pensado con lo que tiene entre las piernas y se la habría tirado en los vestidores. Dos, sonríes como idiota cuando la ves o hablas con ella. Tres, no quieres hacerle daño y piensas en su felicidad aunque eso signifique que no esté contigo. Cuatro, hace un par de días golpeaste al imbécil de Dave en el bar por un comentario que hizo sobre ella y no por lo de Vanessa. Cinco, sales corriendo cuando necesita de tu ayuda, la ayudas a estudiar, la consuelas y la cuidas incluso estando borracho. Seis, pudieron haber tenido sexo la noche de la fiesta y a pesar de que ambos estaban borrachos lo detuviste. Siete, dormiste con ella después de que te dio la paliza de tu vida con un bate de béisbol. Y lo más importante, la llevaste a Wanda's y todos sabemos lo que eso significa. ¿Quieres que siga o ya estás convencido?
Mierda...
¡Odio que me conozca tan bien!
—Me estoy enamorando, ¿verdad?
—A lo bestia —rió golpeando mi hombro.
—Carajo, me estoy enamorando de Emma —sonreí.
—¿Por qué no vas y se lo dices? —me animó.
—No, ahora no. No es el momento correcto —negué con la cabeza—. Pero quiero ir a verla. ¿Vas conmigo?
—¡Claro! ¿Crees que me perdería los pechos de mi novia rebotando mientras corre?
Carlos Rowsell, señoras y señores. Tan pervertido como yo.
Salí junto a mi amigo de allí para regresar a donde se encontraban las chicas que nos roban suspiros. Estaba emocionado, extrañamente emocionado. No tenía pensado decirle nada a Emma todavía, pero sentía que me había quitado un peso de encima ahora que estaba del todo consciente de lo que siento por ella.
Mi ánimo cayó al suelo cuando visualicé a mi chica charlando con un chico. Era alto, entre rubio y castaño, físico trabajado. Le decía algo que la hacía reír y...¡me enojé!
Estaba celoso.
Emma
Luego de que Allan se fuera a buscar a Carlos, comencé a caminar con poca velocidad en la máquina junto a la que Mery ocupaba. No me incomodaba quedarme sola con ella, por lo poco que la conozco me ha parecido una chica muy agradable, es solo que es la primera vez que nos quedamos solas sin los chicos o Jane de por medio y no sabía cómo romper el hielo.
—Has ido a gimnasios antes, ¿cierto? —suspiré de alivio al ver que ella inició la conversación.
—Pues sí. Fui modelo cuando era adolescente y como no pensaba privarme de mis deliciosas calorías, fui al gimnasio por un tiempo.
—Lo supuse. Tienes muy buena forma y demasiada resistencia para ser el primer día.
—¿Me lo tomo como un halago?
—Sí. Estoy harta de entrenar a gente que solo tienen entusiasmo el primer día o los que quieren un cuerpo escultural, pero no resisten ni el primer ejercicio y acaban renunciando —rió contagiándome—. Pero no me malentiendas, me gusta ser personal trainer.
—¿Cómo conseguiste este trabajo?
—Es gracioso. Mi herm... —comenzó riendo, pero se quedó callada después y bajó la mirada, he notado que siempre le ocurre lo mismo cuando alguien habla de su gemela.
—Mery...¿estás bien?
—Sí —respondió mientras aumentaba la velocidad de la máquina a una en la que tenía que trotar.
—¿Sería muy entrometido de mi parte si te preguntara qué ocurrió entre ustedes?
—Ella no te ha contado aún, ¿cierto? —cuestionó, haciendo una mueca ni remotamente parecida a las exagerada que hace su hermana.
—No. Es el único secreto que tenemos.
—Emma, no eres una entrometida por preguntar, pero no quiero hablar de ello. Ni Carlos ni Allan, ni siquiera Fátima que es mi prima sabe de esto...y quiero que siga siendo así.
—Te entiendo. No quiero presionar a ninguna de las dos con respecto a esto. Yo solo quería saber que es eso tan malo que Jane te hizo y...quizás así logremos ayudarlas a superarlo y arreglar las cosas.
—Imposible —sentenció—. Lo que Jane me hizo no lo hace una hermana, lo hacen las ratas de alcantarilla. Nunca la voy a perdonar —aumentó más la velocidad comenzando a correr.
Esto será más difícil de lo que me imaginaba. ¿Rata de alcantarilla? Jane, ¿qué hiciste?
—Bueno...me estabas contando acerca de cómo conseguiste el trabajo —cambié de tema al ver que hablando de Jane no llegaríamos a ninguna parte, al contrario.
Noté cómo sus músculos se relajaron y me miró con una leve sonrisa de agradecimiento en su rostro. Detesta el tema y eso salta a la vista.
—Cuando estábamos en High School Jane tenía un amigo que se mudó al extranjero antes de que termináramos el último año. Ese amigo tiene un hermano mayor quien a su vez es el dueño de este gimnasio. Cuando me vio buscando trabajo me confundió con la mejor amiga de su hermanito pequeño y me contrató. Le aclaré que yo no era ella, pero aun así me dejó conservar el trabajo y ya llevo dos años. Lo gracioso de la historia es que estoy acostumbrada a perder cosas por culpa de Jane, no a ganarlas.
—Creéme, yo también he perdido un par de cosas por su culpa. La cordura por ejemplo —bromeé y la hice reír.
Conversamos un rato más mientras realizábamos el ejercicio. No toqué más el tema de Jane ya que era obvio que le incomodaba. Es una chica genial, muy diferente a su hermana. Ella es más tranquila, un poco tímida en algunos aspectos, mucho más cuerda, sociable; me cae muy bien.
Terminando la sesión, fuimos a unos pequeños muebles a descansar y refrescarnos un poco. Quizás estaba en forma, pero tanta ejercitación pasa factura después.
—Oye, Emma —me llamó.
—Dime.
—¿Te gusta Allan?
Eso me tomó por sorpresa. Sabía que Carlos y Mery molestaban a Allan con el tema, pero no creí que me lo preguntaría a mí directamente.
—No. Solo somos amigos.
—Oh, vamos. He visto como se miran, se sonríen e incluso cómo se besan. Ahí hay algo más —sonrió con picardía, si tuviera el cabello teñido de castaño juraría que fue su gemela quien lo dijo.
—No es nada del otro mundo. Estábamos borrachos y quedamos en que nada similar volvería a ocurrir.
—¿Entonces no sientes nada por él? —inquirió.
—No.
—¿Ni un poquito? —insistió.
—No.
—¿Entonces no te importaría hablar con otros chicos?
—La verdad es que no. De hecho sería bueno que comenzara a conocer gente.
—Pues tienes a un chico por allá que te está mirando hace rato. Creo que le gustas —me avisó, señalando hacia un chico a pocos metros de nosotras.
Lo observé bien. Era bastante alto, con ojos ámbar y el cabello castaño-rubio, una sonrisa perfectamente blanca y del cuerpo mejor ni hablemos, ¡estaba buenísimo! Automáticamente lo catalogué como esos típicos chicos creídos que van al gimnasio con la única intención de ponerse así de fornidos para subir fotos a Instagram y que todas las chicas caigan en sus redes.
—Es el típico fortachón universitario playboy que no tiene en la cabeza otra cosa que no sea el sexo. No son mi tipo.
—No has hablado con él para saber eso y está muy bueno, yo no perdería la oportunidad.
—No lo sé —dudé mientras detallaba nuevamente al chico.
—Dale una oportunidad. No tienes nada que perder.
—Ok, ¿por qué no? —suspiré.
Me levanté del mueble y caminé hacia el chico. No tenía pensado coquetearle y tampoco recordaba cómo hacerlo, solo le sacaría conversación para confirmar mi teoría. Nunca tuve problemas para hablar con los chicos y de todas formas no me interesaba tanto, era un pequeño experimento.
—Hola —lo saludé.
—Hola —me sonrió, saludándome de vuelta.
—Soy Emma.
—Yo soy Connor. Un placer.
—Igualmente. Ahora dime, ¿por qué me mirabas tanto, Connor?
Mi pregunta lo tomó desprevenido. Eso era un punto a mi favor, podría manejar la situación a mi antojo.
—Pues...me pareciste muy guapa, eso es todo —sonrió nervioso, es lindo.
—Gracias. Pero no pareces ser un chico tímido, pudiste ir y decírmelo.
—El caso es que acabo de salir de una relación bastante larga y ya ni recuerdo cómo se coqueteaba.
—Te acompaño en el sentimiento —reí.
—¿Ah sí? A mí me parece que lo estás haciendo bastante bien —me regaló una sonrisa seductora según mi punto de vista.
—No te estoy coqueteando.
—Bueno, para no estar haciéndolo lograste conquistarme —me detalló con la mirada—. Pareces bastante interesante.
—Y tú para no recordar cómo coquetear, no estás tan oxidado como crees.
Ok, no es el típico playboy. Parecía bastante sincero en lo de que acaba de salir de una relación y sabía responder a mis comentarios con un ingenio encantador. No estaba mal.
—Esto va a sonar muy cliché, pero...¿quieres ir a tomar un café o algo? —sonrió, levemente seguro de que mi respuesta sería positiva.
—Lo siento. No puedo dejar a mi amiga sola y estoy asquerosamente sudada. Pero no me importaría ir a tomar algo otro día.
—Genial. ¿Me das tu...
—¡Hola! —lo interrumpió Allan.
¿En qué momento llegó?
—Hola. ¿Eres el novio de Emma? —preguntó Connor, entre confuso y alerta.
—No, es mi amigo —aclaré.
—Y vivimos juntos —añadió el pelinegro un poco...¿molesto? ¿Qué le pasa?
—Somos roommates, también —esclarecí ya que por la mirada de Connor parecía estar malentendiendo la situación.
—En ese caso es un placer. Soy Connor.
—Yo soy Allan —respondió, escaneando al chico con el ceño fruncido.
—Bueno, Emma, te preguntaba si podías darme tu número —me sonrió Connor.
—Claro.
Compartí números con el chico bajo la severa mirada de Allan. No entendía su actitud, normalmente es amigable con todo el mundo pero al parecer Connor no le cayó bien. Tampoco entendía el motivo, después de todo el castaño-rubio resultó ser muy agradable a mi parecer.
—Listo. Nos escribimos y nos ponemos de acuerdo.
—Hecho.
—Ahora tengo que irme. Fue un placer conocerlos —Connor se despidió de ambos para luego salir del lugar.
—No me gusta ese chico —comentó Allan aún más molesto que hace un rato.
—¿Por qué? Es amigable.
—No lo sé. No me gusta y ya —gruñó, cruzándose de brazos.
—¿Por qué tan rudo, grandullón? —bromeé golpeándole el brazo para aligerar la atmósfera.
—Lo digo en serio, Emma —el tono serio y la mirada de advertencia que me lanzó secundaban sus palabras—. No me da buena espina.
Era la primera vez que me veía ante un Allan tan tajante y duro. Incluso se me hacía raro verlo con una actitud tan distante del aura dulce y relajada que suele mostrar. Una tonta idea se me cruzó por la cabeza ante la respuesta que me dio. Quizás...estaba...¿celoso?
▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪
Nuevo capítuloooo!!!
Capítulo especial dedicado una gran amiga por su cumpleaños. Cami-blink07 te deseo un muy feliz cumple y espero que te haya gustado el cap. Te quiero, amiga.
¿Qué les pareció este capítulo?
¿Qué les pareció Connor?
Besos de Karina K.love😉
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top