Capítulo 15: ¿Qué pasó anoche? (parte 3)
Allan
—¡Carlos Rowsell! Dime qué recuerdas y qué hiciste —le ordené con tono autoritario.
Metió las manos en sus bolsillos y me miró con temor.
—Pues...
—¡¿Pues qué?! —le grité amenazadoramente.
—Bueno...salimos del supermercado y me dejaste conducir —respondió temeroso y con los ojos cerrados.
Apreté mis puños e intenté calmarme. ¿Qué era lo peor que podía pasar? ¿Que me haya roto la camioneta? ¡Si fue así, está muerto!
—Explícame en qué grado de ebriedad me encontraba para que te haya dejado conducir a mi adorada bebé cuando era obvio que no estabas en condiciones para hacerlo —suspiré tratando de relajarme, en vano.
—Amigo, ninguno de nosotros ''estaba en condiciones'' de manejar. Yo solo lo hice porque... —se excusó y se detuvo.
—¿¡Por qué!? —grité harto de tanto misterio, sé que odia que le griten, pero estaba muy molesto.
—¡Porque te estabas besando con Emma en el asiento trasero y ninguno de nosotros hizo nada para impedírselos! —soltó de golpe.
Emma y yo nos miramos con los ojos muy abiertos para después concentrarnos en Carlos nuevamente.
—¡¿Qué?! —gritamos Emma y yo al unísono.
—¿En serio? —sonrieron las gemelas a la vez.
—Te refrescaré la memoria...''Harley, soy tu pudín'' —dijo Carlos imitando...¿mi voz?
—Oh sí, ahora lo recuerdo. Ustedes dos se pusieron...cariñositos —rió Mery apuntándonos.
—¿Qué quieres decir con ''cariñositos''? —preguntó Emma, horrorizada ante la posible respuesta.
—Te refrescaré la memoria...''Oh Joker, tú sí que eres un pudín'' —rió Jane imitando...¿la voz de Emma?
Mi roommate se giró hacia mí con la vergüenza obviamente plasmada en su rostro.
—Ya lo recuerdo —musitó
—Yo también...
Flashback
—¡A LA MÁQUINA DEL MISTERIO! ¡OTRA VEZ! —gritó Emma.
—¿A dónde vamosss? —preguntó Jane.
—Vamos al dúplex...pueden dormir en el sofá conmigo —reí, ¿por qué mierda me reía?
—Buena ideeea, amigo. Vamos, bebé —dijo Carlos sosteniendo a Jane.
—Yo no soy tu bebé, soy tu cuñada. Ella es tu bebé —se quejó Jane liberándose de su agarre para señalar a su hermana.
—Uy...lo ssientoo, chicas. Es que sooon iguaaalesss —se disculpó mi amigo.
—¿Cómo puedes confundirnos? Yo soy ruuuubia...y ella es cassstaña —alegó Mery.
—Yo tengo una duda. ¿Ustedes son rubias o casstañas? —pregunté.
—Somos rubiasss...solo que yo me tiño el cabello porque a Mery le molesssta que nos confundan y yo no quiero que se sieenta incómoda. Para que me perrrdone —respondió Jane tambaléandose un poco, pero su expresión era triste.
—Ya sé qué hacer para animarte, amiga —dijo Emma.
Acto seguido se acercó a mí, acunó mi rostro con sus manos y me besó. Un beso lento, apasionado y delicioso. El vodka de su boca se mezclaba con el whisky de la mía haciendo la combinación perfecta. Estaba borracho, MUY borracho, lo suficiente para hacer algo de lo que me arrepentiría cuando estuviese sobrio, pero que necesitaba. Llevé mis manos a sus glúteos y los apreté. Ella en respuesta soltó un leve gemido sobre mis labios, demasiado sexy para mi gusto.
—¿Por qué no jugamos unn poco másss a ser noviosss? —me propuso al separarse de mí.
—Me gusta la ideaaa. Me gustas tú, Cenicienta.
En respuesta ella solo sonrió y con mi ayuda subió a la camioneta. Subí después de ella y me importó muy poco quién conduciría o lo que fuera, la verdad es que no estaba pensando en nada, solo quería volver a probar esos dulces labios otra vez.
La camioneta comenzó a moverse, pero no le presté mucha atención. Me acerqué a Emma y la besé. Solo eso, sin incomodidad ni preámbulos, ni nada especial, solo ella y yo fundidos en besos. No la toqué, estaba ebrio pero aún tenía algo de consciencia y el angelito en mi hombro me recordaba que soy un caballero, aunque el diablito del otro lado me insitaba a quitarle el vestido y verla completamente desnuda.
—Esssto es una locuura —musitó sobre mis labios.
—Creí que éramos el Jokeeer y Harley Quinn...ellos están muuuy locos —le mordí el labio inferior.
—Cierto, pudín —rió, jugando con mi cabello y dejando pequeños besos en mi cuello.
Ese simple gesto me estaba calentando más de lo que creía. ¿Qué pasaba conmigo? El Allan playboy ya se la habría tirado, el Allan enamorado de Vanessa ni siquiera le prestaría atención, pero el nuevo Allan se muere por ser más que su roommate y su amigo, sin importar que no lo admita.
—Harley, soy tu pudín —se me escapó y al instante me arrepentí de haberlo dicho.
Dejó de besarme y me miró enternecida. No sé qué le vio de tierno a esa frase, pero lo que sí daba ternura era su sonrisa inocente, esa que me mostraba justo ahora.
—Oh, Joker, tú sí que eres un pudín —rió y volvió a besarme.
No tengo idea de cuánto tiempo estuvimos besándonos así, solo sé que paramos cuando la camioneta se detuvo.
Fin del flasback
Miré disimuladamente a Emma, estaba roja como un tomate, lo que la hacía ver muy tierna pero este no era el momento.
—Dios, Emma, lo siento —me disculpé haciendo mi típico gesto de cuando me siento nervioso.
—No, yo...también lo siento. Estaba muy borracha y...no tenía idea de lo que estaba haciendo.
—¡Ay, por favor! Ustedes dos son las únicas personas que se disculpan por algo que obviamente ambos quieren y disfrutaron muchísimo —nos reprendió Jane con su buena dosis de muecas.
Ok, tenía un poco de razón. ¡A la mierda! Tenía toda la puta razón. Pero no podía estar con Emma. La relación sería algo...forzada. Parecería una especie de venganza contra los innombrables y la verdad...no quería hacerle daño a Emma, lo mejor era que todo siguiera como hasta ahora y me busxase a una chica para distraerme.
—E-ese no es el punto, estamos tratando de descubrir qué pasó con la camioneta de Allan —respondió Emma, cambiando de tema.
—Cierto, Rowsell, sé que algo más pasó anoche a parte de lo mío con Emma —apunté a Carlos.
—Ok, la camioneta se detuvo porque no tenía gasolina, pero nosotros en medio de nuestra borrachera pensamos que se había averiado —comenzó a explicar mi mejor amigo, que dejará de serlo si algo le pasó a mi bebé.
—¿Y?
—Pues yo recuerdo que le di la linterna a Carlos para que pudiera ver al revisar el motor y... —comenzó a decir Jane antes de ser interrumpida por su hermana.
—¡Oh Dios mío! ¡Nos atacó un pastor alemán! —gritó Mery, haciéndome recordar el siguiente episodio de: ''La loca noche de Misterio a la orden a bordo de la Máquina del misterio''.
Flashback
—¡Carlos Rowsell! ¡Como le haya passado algo a mi bebé te vas a quedar sin día del padrrre!
—Trranquilo, amigo, lo tengo tooodo bajo contrrol —dijo Carlos apuntándome con la linterna directo a la cara.
—Allan no tiene cara de motorrr, apunta hacia la moto —le ordenó Mery.
—No es una moto, ess una camioneta. Si fuera una moto ni ssiquiera borracha habría subido —rectificó Emma, intrigándome más con su miedo por las motos.
—Cierto, tu accidente...amiga —dijo Jane abrazándola.
—¿Tuviste un acciidente...Emma? —preguntó Mery.
—Eso se los contaré...¡en la próxima caricaturaaaa! —gritó Emma haciendo demasiado ruido.
—Cenicienta, no gritess. Esto es una zona ressidencial y si llaman a la policía por el ruido, vamos a pasarrr la noche en prisión —la regañó Carlos.
Tenía razón. Estábamos a pocas cuadras del dúplex, en una zona residencial de clase media-alta donde los habitantes son muy quisquillosos y, si nos llamaban a la policía, nos arrestarían por disturbio público y por manejar bajo la influecia del alcohol, entre otros cargos menores. ¿Cómo sé todo eso? Mery estudia Derecho y Carlos y yo la ayudamos a estudiar.
De pronto escuchamos un ruido. No era un auto ni una persona, era un animal y era enorme. No nos movimos ni hicimos ruido hasta ver de qué se trataba. ¡ERA UN PASTOR ALEMÁN MÁS GRANDE QUE MI CAMIONETA! Se acercaba corriendo peligrosamente hacia nosotros, mostrando sus dientes que al parecer quería hincar específicamente en nuestros cuerpos.
—¡Corran! —gritó Carlos soltanto la linterna.
Le obedecimos y corrimos todos en diferentes direcciones. Luego recordé un detalle importante, ¡Emma no podía correr! Su tobillo aún estaba lastimado. Regresé hasta donde estaba estacionada la camioneta y vi que el perro estaba siguiendo a Emma, que cojeaba por la acera.
Corrí y por suerte fui un poco más rápido que el perro. La agarré por los hombros y me coloqué detrás de ella para servir de escudo, el perro estaba a medio metro de distancia. Ella al verlo tan cerca, hizo un movimiento brusco que nos hizo perder el equilibrio a ambos y caímos sobre un arbusto, ella encima mío.
—Mi héroe —sonrió aún recostada sobre mi torso.
—Lo sé, soy tu Superman. ¡Pero Scooby Doo sigue ahí! —grité al ver al perro a centrímetros de nosotros.
—Mierda —lloriqueó mi roommate.
De pronto escuchamos un llamado, al parecer alguien llamaba a un tal Roco y recé mentalmente porque el ''tierno perrito'' fuera el portador del nombre. Afortunadamente así era, un señor apareció y le puso un bozal al agresivo can.
—Lo siento muchísimo. Estaba paseando a Roco y él se soltó —dijo el señor ayudándonos a levantarnos.
—¡Espero que el perro sufra de incontinencia urinaria porque es la única explicación que le encuentro a que lo saque a pasear a las 3:00 a.m.! ¡No tiene idea del susto que nos acaba de dar! —gritó Emma a la que al parecer se le había aclarado un poco la borrachera debido al susto.
—Le reitero mis disculpas. Es que está enfermo y requiere atenciones a todas horas, inclusive a las 3:00 a.m. —se disculpó nuevamente el señor de mediana edad.
—Pues yo lo vi muy sano cuando nos estaba atacando hace unos minutos —me quejé, yo también estaba un poco más sobrio.
—Aún tiene el carácter de perro guardían —rió el señor, acariciando la cabeza de su mascota.
—Ohh, Roco es un buen chico —dijo Emma tratando de imitar el gesto del señor, pero el ''buen chico'' casi salta sobre ella.
—Nosotros mejor nos vamos. Espero que Roco se mejore —le di unas palamditas en el hombro al señor.
Caminamos de regreso a donde estaba la camioneta. No había ni rastro de nuestros amigos. Lo único que podía hacer era llevar a Emma cargada hasta casa.
—Bueno, Emma, la camioneta está rota y los chicos se esfumaron. Así que somos tú y yo hasta el dúplex.
—Ok, pero llevemos las bolsas de compra.
—Emma no pasará nada, mañana recogeré la camioneta y las bolsas seguirán aquí, esta zona es tranquila y nadie nos va a robar.
—¡Quiero llevar las bolsas y punto! —me gritó un poco irritada.
—Ok, ok —asentí.
Tomé las bolsas más ligeras y pequeñas y se las di a Emma. Acto seguido la cargué ''a caballito'' como ella misma decía. Una vez estuvo bien sujeta a mí, tomé el resto de las bolsas y comencé a caminar de regreso a casa.
Fin del flasback
—¡No puedo creer que nos hayan abandonado con semejante perro detrás de nosotros! —gritó Emma regañando a nuestros amigos, digo, si es que todavía se les puede llamar así después de lo de anoche.
—Carlos dijo: ''¡Corran!'' y corrimos. En ese momento no pensamos en tu tobillo o hacia donde corría el perro, estábamos cagados del miedo —se justificó Jane.
—¿Entonces qué hicieron ustedes tres después? ¿Cómo trajeron la camioneta? —interrogué.
—Pues...nos encontramos después en una pequeña cafetería que estaba a una cuadra de allí. Nos comimos unas hamburguesas y cuando regresamos, ustedes ya no estaban allí —explicó Mery.
—Cuando no vi las bolsas de compra pensé en llamar a la policía, pero luego lo pensé bien y me dije: ''¿Quién robaría unas bolsas de compra en lugar de robarse la camioneta?'' y además posiblemente acabarían arrestándonos a nosotros —dijo Carlos sin tener idea de la grandísima idiotez que acababa de salir de su boca.
—He aquí los cinco minutos de estupidez de Carlos de la semana, sentimos que hayan tenido que escuchar eso —dije en tono gracioso.
—Bueno, en fin, trajimos la camioneta a base de empujones con la ayuda de unos chicos que...¡mierda! ¡Los chicos! —terminó Jane.
—Carajo, ¡los putos chicos! —gritó Carlos.
—Debemos irnos ahora —dijo Mery, mordiéndose las uñas.
—¿Qué pasa? —preguntó Emma.
—Luego les contamos, tenemos un asunto más de anoche por resolver —respondió Carlos y acto seguido se fue corriendo con las gemelas.
—Que locos estánb—negó mi roommate con la cabeza.
—Demasiado —reí.
—Volvamos adentro, aún hay parte del misterio por resolver.
Emma
Después de almorzar, Allan y yo nos dispusimos a lavar nuestra ropa, que en efecto tenía vómito. Comencé a pensar en lo ocurrido. Las hojas de mi cabello las explicaba la caída al arbusto, pero el hecho de que hayamos amanecido durmiendo juntos y semidesnudos aún era confuso.
—Bien, es evidente que dormimos juntos. No tuvimos sexo, pero algo sin duda alguna pasó porque estábamos muy ''calientes'' en la camioneta —dedujo Allan y seguidamente mis mejillas se tiñieron de rojo.
Dios, qué vergüenza.
—Respecto a eso...en serio lo siento, Allan. Yo no soy así, supongo que tanto alcohol en mi sistema...
—No tienes que explicar nada, yo hice exactamente lo mismo y créeme que estando sobrio nunca lo habría hecho.
Auch. ¿Por qué me dolió ese comentario? ¿Acaso yo...? ¡Nada! Entre él y yo nunca va a existir nada.
—Bueno...¿entonces qué crees que...? —no terminé de formular la pregunta, fui interrumpida por la llegada de los innombrables.
¿Por qué los innombrables estaban allí? Resulta que nuestra lavadora está ubicada en un pasillo que queda justo frente al patio que compartimos con el otro lado del dúplex. La única separación que existe entre dicho pasillo y el patio es una gran puerta corrediza de cristal en la cual se transparenta perfectamente la vista.
—Vaya, vaya, vaya. Miren a quién tenemos aquí, a la borrachita fanática a dar baños de vodka —dijo Vanessa, notablemente molesta.
—Siempre es un placer darle baños de vodka a quien se lo merezca —sonreí con toda la falsedad del mundo.
—Yo que tú no me reiría, Emma, toda la universidad sabe que los sacaron de la fiesta —comentó mi ex, totalmente fuera de lugar.
—¿Acaso no han visto las redes? Somos tendencia, busquen el hashtag #supermarketparty y sabrán de lo que hablo —señaló Allan, abriendo la puerta y posteriormente recostándose un poco a ella.
—¿Hicieron una fiesta en un supermercado? ¿Tan bajo han caído? —se mofó Vanessa.
—La verdad es que fue genial, y es la primera vez que una fiesta como esa supera a una de fraternidad —informé buscando los vídeos de la fiesta y seguidamente mostrándoselos.
—Ja, pueden intentar hacerse populares con todo tipo de fiestas absurdas. Para toda la universidad siguen siendo un par de cornudos que están juntos solo por despecho hacia nosotros. Sobre todo tú que eres una frígida —escupió con desdén el imbécil de Dave.
La sangre me hirvió y me pregunté por enésima vez cómo carajo pude enamorarme de un tipo así. Quería partirle la cara diciéndole lo estúpido que es, pero ni siquiera valía la pena desgastarse, no por una mierda de persona como él.
Comencé a acercarme a base de zancadas hacia él mientras en mi cabeza buscaba los adjetivos que se merecía que le escupa, pero Allan se me adelantó.
—Aquí nadie está con nadie por despecho y mucho menos por dos idiotas como ustedes. Y para de hablar de Emma lávate la boca antes de volver a soltar tanta mierda. No es para nada frígida, de hecho es muy caliente y demasiado sexy, eso sin contar que es divertida, inteligente, tierna y fiestera. No tiene que envidiarle nada a ninguna otra chica, mucho menos a Vanessa; y tú no eres tan imbécil por engañarla, sino por dejarla escapar.
Wow, eso...es lo más lindo que han dicho de mí.
Entendí perfectamente que solo estaba defendiendo nuestra relación falsa, que se sentía genial decirle un par de verdades en la cara a esos dos y que lo que dijo sobre mi persona fue en plan amistad, pero aun así me conmueve que me haya defendido así.
—Awww, que tierno. Pero te recuerdo que si los engañamos y los dejamos fue por algo y obviamente ella no se puede comparar conmigo —rió la zorra haciendo énfasis en la palabra ''ella'' como si me considerara inferior, esa fue la gota que llenó el vaso.
Esta vez era yo la que diría un par de verdades en sus caras. La verdad es que en un principio no tendría por qué tener nada en contra de Vanessa, quien me falló fue Dave, ella no era nada mío. Pero ver la altanería con la que se expresa como si fuera la última Coca-Cola del desierto me hace detestarla un poco más cada vez que la veo. Además, es una estúpida que cambió a un chico genial como Allan por un idiota integral como mi ex.
—En realidad si Dave me engañó y me dejó por ti es porque es un idiota que solo piensa en sexo. Pero...¿sabes qué? Debería agradecerte, Vanessa.
—¿Ah sí? ¿Por qué? —preguntó cruzándose de brazos.
—Porque de no haber sido por ti aún estaría con semejante hijo de puta. Además, te llevaste al traidor y me emparejaste con un sexy caballero. Así que debería darte las gracias, ¿no crees? —sonreí victoriosa y por una fracción de segundo se mostró ofendida, aunque se repuso muy rápido.
—Siguen siendo un par de idiotas —rió por lo bajo, giró sobre sus pies y volvió al interior de su lado del dúplex seguida de su perro faldero.
En cuanto estuvieron fuera de nuestro campo visual, me giré hacia Allan muerta de risa.
—Eso, querida amiga mía, fue épico —me aplaudió divertido.
—Ya era hora de que les dijéramos un par de cositas.
—Tienes razón. Ahora veo a esos dos y...me pregunto qué hacía yo enamorado de alguien tan frívola como Vanessa, no la recuerdo así de creída. Es raro como tuve que enterarme de su infidelidad para darme cuenta de eso —rió sin gracia un poco pensativo.
—¿Siempre eres así? —sonreí al admirarlo detalladamente, su sonrisa...sus ojos...su cabello despeinado...¡mierda!
—¿Así cómo? —se revolvió el pelo, ese gesto tan particular suyo.
—Sin filtros. Dices lo que sientes y lo que piensas.
—Sí, pero no soy así con todo el mundo. Contigo...tengo una confianza especial que en serio no entiendo, una que es difícil de conseguir. No confío en todo el mundo...hace mucho tiempo... —expresó un poco...entristecido, nunca lo había visto así, ni siquiera por Vanessa.
—¿Quieres...hablar de ello? —puse mi mano sobre su hombro.
—La verdad es que no —me miró clavando sus grises ojos en mí.
—Entiendo, aún no hemos llegado a ese grado de confianza.
—Pero lo haré. Quizás...un día que necesite desahogarme con respecto a eso, lo haré —intentó sonreír.
—Y yo te escucharé —le sonreí de vuelta, pensé que eso lo haría sentir mejor.
—Cambiemos de tema. ¿Qué tal si recordamos qué pasó anoche?
Estaba a punto de contestar cuando el sonido de la lavadora que indica el fin del ciclo de secado nos interrumpió. Fui a sacar nuestra ropa de la lavadora y por último saqué mi vestido, ese hermoso vestido que no me arrepiento ni un segundo de haber comprado. Ya estaba seco así que me lo puse supuesto recordando cómo me queda.
—Definitivamente acertamos con ese vestido —sonrió mirándome.
—Acertaste. Recuerda que tú lo escogiste. Tienes buen gusto.
—Todo se lo debemos a mi tía madrina.
—¿La que te enseñó el truco corta-resacas?
—Anjá.
—¿No dijiste que tu buen gusto era gracias a tu experiencia como ex-playboy?
—También, pero mayormente por mi tía. Solía llevarnos a mí y a Carlos a las tiendas y teníamos que ayudarla a elegir —rió.
—¿Carlos? ¿Por qué se llevaba a Carlos?
Llámenme curiosa —o chismosa—, pero detesto quedarme con la intriga.
—Oh cierto, no te lo había dicho. Mi tía madrina es Wanda, la madre de Carlos.
—Oh, eso quiere decir que tú y Carlos son primos.
—No en realidad —frunció los labios.
—No entiendo.
—Le llamo tía madrina a Wanda porque era la mejor amiga de mi mamá y Carlos y yo nos criamos juntos. No es mi tía de sangre, pero sí es mi madrina de bautizo.
—Ohh, ya entiendo. Son prácticamente familia.
—Exacto y gracias a esa prácticamente familia tienes este hermoso vestido. ¿Me pregunto cómo te lo quitaste anoche?
Y entonces lo recordé...¡mierda! ¡Mierda! ¡Y cien veces mierda!
—No me lo quité...tú me lo quitaste —musité algo nerviosa.
Flashback
Al fin habíamos llegado al dúplex. El pobre Allan me había cargado un par de cuadras y además con bolsas de compra. Aún estábamos algo borrachos, pero también lo sufiente lúcidos como para no caernos en el trayecto. Allan estaba exhausto, habíamos llegado a la sala de estar.
—Ya estamos en casa —anunció lo obvio con cierto tono de alegría.
Sentía pena por él. Me salvó del perro, pasó frío la mayor parte de la madrugada para que mi tobillo estuviera bien y me trajo cargada hasta casa; es todo un caballero, un caballero muy sexy.
—Duerme conmigo —le pedí cerca de su oído.
—¿Qué?
—Duerme conmigo en la cama. Te lo mereces y debesss estar muy cansado.
—¿Estáss segura?
—Sip. Vamos, pudín —dije apuntando las escaleras, él asintió en respuesta y fuimos escaleras arriba.
Llegamos a la habitación y me depositó sobre la cama. Dejó las bolsas de compra en el suelo y luego centró su vista en mí con una expresión de notable cansancio en su rostro.
—¿Puedo dejar las bolsas aquí? No tengo fuerzas para bajar a la cocina —me pidió cansado.
—Tranquilo. Puedes acomodarte en la cama, voy al baño a cambiarme —dije parándome, pero en el trayecto estuve a punto de caerme y él me sujetó.
—Ten cuidado, Cenicienta —murmuró con voz ronca.
De pronto me entraron unas ganas horribles de vomitar. Era de esperar después de un martini, no sé cuántas botellas de vodka y dos de whisky en el supermercado.
—Allan, suéltame —le advertí casi inaudible, la revoltura de estómago era insoportable.
—Pero te caerás y... —no terminó de hablar...vomité.
Era asqueroso. Al estar pegados vomité parte de su torso y toda nuestra ropa. Estaba muy avergonzada. Suelo beber en las fiestas, pero no al punto de acabar así, no sabía donde meter la cara.
—Dios, qué asco. Lo siento muchísimo —me disculpé, poniéndome en pie con su ayuda.
—Tranquila, al menos no se manchó el piso.
—Soy un desastre, un asqueroso desastre —comencé llorar. ¿Por qué carajo lloraba? ¡Ah sí! Por vomitar encima de mi roommate.
—No eres un desastre. Ven, siéntate —me consoló sentándome sobre la cama.
—Sí lo soy. Mejor quitémonos la ropa.
Él me miró mal, como si fuera una pervertida.
—Lo digo porque nuestra ropa está manchada de vómito y deberíamos ponernos algo limpio.
—Oh, lo siento. Tienes razón.
—¿Me ayudas a quitarme el vestido? —le pedí descaradamente, sin dudas el alcohol me hizo daño, de estar en mis cinco sentidos nunca habría hecho algo así.
—De acuerdo —accedió dudando un poco, hasta borracho era caballeroso.
Comenzó a bajarme las mangas deslizándolas por mis brazos. Luego hizo lo mismo con el resto de la parte superior hasta llegar a mi cintura, me levanté un poco y terminó de quitármelo.
—Ya está —me avisó, tirando el vestido al suelo.
—Espera un momento.
Me quité su camisa del tobillo y entonces me percaté de que tenía el tacón roto, no tenía idea de cuándo o cómo se rompió. Tomé la camisa y comencé a limpiar el vómito que había en el bien trabajado torso de mi roommate. ¿Acaso iba al gimnasio? Esos cuadritos eran perfectos, eso sin contar el resto de sus músculos.
—No hace falta que hagas eso —me dijo, tomándome la muñeca.
—Es lo menos que puedo hacer.
—Mejor límpiate el sujetador, también está sucio —señaló hacia mis senos.
—¿Me estabas mirando las tetas? —pregunté un poco insultada.
—Lo siento. Es que es difícil no mirar, tienes un cuerpo de escándalo —se disculpó levantando un pulgar.
Yo solo me reí como una idiota. Debía admitirlo, me gustaba que me mirara, a pesar de que estaba borracho y yo también. Cierta fantasía sexual se cruzaba por mi cabeza en ese momento, pero la descarté. Me dispuse a limpiar mi sujetador, pero la mancha no salía y no quería dormir con él puesto, así que me lo quité, sin pensarlo antes de hacerlo.
Allan otra vez dirigió toda su atención a mis pechos desnudos, lo que me hizo recordar que me quité el sujetador EN FRENTE DE ÉL. Me sentí avergonzada por un minuto, pero...después pensé, quería sentirme deseada por primera vez en mucho tiempo y...él me miraba de una manera especial. No era solo lascivamente sino algo más, algo que me gustaba y quería comprobarlo.
—¿Podemos olvidar que somos roommates y todo eso, acostarnos y olvidarlo después? —le propuse sin pudor, ¿qué pasaba conmigo?
—¿A qué te refieres con acostarnos? —me sonrió...¿pervertidamente?
—Sabes a lo que me refiero —respondí desabrochando su cinturón y bajando sus pantalones, en serio me apetecía ese acostón de una noche.
—En ese caso...vamos a jugar —murmuró seductoramente.
Seguido de eso me tomó ambas piernas y me pegó a él. Enredé mis piernas alrededores de su cintura y se inclinó para unir nuestros labios. ¡Dios qué bien besaba! Me comía la boca sin piedad. Salvaje pero, no posesivo. Lento, pero exquisito...sentía que estaba en el puto paraíso. Clavé mis uñas en su espalda, pero al él no parecía molestarle mucho, en su lugar subió a la cama, ya que hasta ese momento estaba parado delante mío, y acabó sobre mí.
Me sentía fantástica, deseada y sobre todo excitada. Abandonó mi boca para besar en su lugar mi cuello mientras masajeaba mis senos. Solté un pequeño gemido, que creció cuando su boca llegó a mis pechos, los succionaba masajeaba respectivamente con cada uno. Estaba mojada, eso era obvio y Allan parecía estar tan excitado como yo. Pero. Siempre hay un puto pero estropeando los planes. Mi celular sonó y simultáneamente el de mi roommate también.
—¡Mierda! ¿Quién llama a esta hora? —maldijo Allan parándose de la cama para buscar su celular en el interior de uno de los bolsillos de su pantalón.
La llamada se detuvo antes de que pudiera contestar y luego llegó un mensaje.
—Es Carlos, dice que dejaron la camioneta estacionada allá abajo y que van a otra fiesta.
—¿Es en serio? ¿No piensan parar?
—Son unos fiesteros a tiempo completo. Al menos Mery y Carlos.
—Jane también —agregué divertida.
Sin que lo llamara, mi Joker regresó a la cama, pero no con las mismas intenciones de hace unos segundos. Se acostó a mi lado y me sonrió.
—Esto está mal, Emma.
—Lo sé, pero quiero hacerlo.
—Quieres hacerlo porque estás borracha...y yo no debería aprovecharme de eso.
Oh vamos, Allan. No es el momento para tener la consciencia limpia.
—Tú también estás borracho y no tiene nada de malo.
—Sí lo tiene, y lo sabes. Mañana despertaremos y cuando lo recordemos, nos vamos a arrepentir, sobre todo tú y no quiero que las cosas se vuelvan raras entre nosotros.
Aunque no me gustara la idea, tenía razón. Estábamos borrachos y mañana lo lamentaríamos. Esto nunca lo haríamos estando sobrios así que...
—Hagamos un trato.
—Dime.
—Hoy no, pero la próxima vez que nos emborrachemos así, lo haremos. Porque es obvio que ambos queremos.
—Trato hecho —sonrió y me dio un corto beso.
—¿En qué lado de la cama duermes?
—En éste, el izquierdo —respondió dando unas palmaditas en el colchón.
—Bien, yo duermo en el derecho. Buenas noches, pudín.
Le di un pequeño beso y giré dándole la espalda para dormir. EN SERIO necesitaba dormir. Un brazo fuerte me agarró de la cintura mientras el otro se hizo espacio entre mi cuello y mi almohada. Apartó parte de mi cabello y me besó en la mejilla.
—Buenas noches, Harley.
Me acurruqué a ese cuerpo varonil que tenía detrás de mí y cerré los ojos satisfecha. Había sido una noche divertida, muy divertida.
Fin del flashback
Se me caía la cara de vergüenza. Todas las idioteces que había dicho y hecho la noche anterior habían quedado totalmente opacadas por esta. Miré a Allan que parecía estar igual de desconcertado que yo.
—Entonces...no tuvimos sexo, pero estuvimos a punto y prometimos acostarnos la próxima vez que nos emborrachemos —recapituló, aturdido.
—Anjá —asentí sonrojada.
—¡Mierda! Emma, yo...lo siento. Se supone que debía cuidarte y acabé...besándote y tocándote y... En serio lo siento.
—Tenías razón, nos habríamos arrepentido de haberlo hecho. Yo también lo siento.
—No tienes que disculparte, yo...¿sabes qué? Olvidémoslo. Hagamos de cuenta que nos quitamos la ropa y luego nos fuimos directamente a dormir. ¿Estás de acuerdo?
Él tenía razón, fue un error, y si al final no llegó a pasar, fue por algo. Nunca debimos besarnos en primer lugar, desde ese beso en la cafetería hasta ahora todo se ha complicado y deberíamos quedar solo como amigos, una relación entre nosotros es algo para lo que ninguno de los dos está listo. Deberíamos conocer a otras personas y olvidar todo lo que ha pasado. Es lo mejor.
—Estoy de acuerdo, pero...quiero dejar de fingir ser tu novia, al menos no más besos. Por favor.
—Entiendo, no debí ponerte en esta situación desde el principio. Estábamos bien siendo solo amigos.
—Estoy de acuerdo —asentí.
—Entonces...¿olvidado?
—Olvidado —sonreí.
—Bien. Ahora que ya lo recordamos todo, supongo que podemos disfrutar lo que queda de domingo, mañana hay que ir a la uni —suspiró desanimado.
Ay no.
—¡Mierda!
—¿Qué pasa? ¿Hicimos alguna otra cosa anoche? —preguntó Allan, un poco asustado.
—No, no es eso. Es que mañana tengo un examen muy importante y no he estudiado absolutamente nada.
—Te ayudo a estudiar —se ofreció con su habitual y radiante sonrisa.
—¿En serio? Creí que querías disfrutar lo que queda de domingo.
—Los amigos se ayudan y además, es lo menos que puedo hacer por ti, ¿no?
—Sí, aunque no quiero que seas solo mi amigo —susurré para mí.
—¿Qué dijiste?
—Na-nada. Gracias...amigo —sonreí forzadamente.
—No hay de que...amiga —sonrió.
▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪
Nuevo capítuloooo!!!
Ya se aclaró todo, entonces...¿cuál fue tu parte favorita del cap?
Besos de Karina K.love😉
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top