Capítulo 12: Fingiremos por esta noche

Allan

Sábado en la noche, fiesta de fraternidad y una novia falsa; el paquete perfecto para un ex-playboy recientemente botado por su novia.

Te complicas tanto la vida, Allan.

Me vestí en el baño ya que Emma estaba en la habitación. Nada muy formal: unos jeans, una camisa de vestir negra remangada hasta los codos y unos vans a juego con la camisa. Sí, no soy precisamente la personificación de la elegancia, me siento más cómoda con mi estilo casual.

Después de un rato, subí hasta la habitación de Emma y toqué a la puerta.

—Ya casi estoy lista, puedes entrar —me gritó desde el interior del cuarto.

Abrí la puerta, adentrándome en la habitación. Emma estaba sentada sobre la cama, colocándose unos tacones a juego con el vestido. Cuando terminó de hacerlo, alzó la vista, me sonrió y se levantó, dejando a la vista lo hermosa que se veía.

El vestido lucía en ella mil veces mejor que cuando se lo probó en la tienda. Su hermoso cuerpo con curvas espectaculares, piernas perfectas y, aún a riesgo de sonar como un pervertido vulgar, un trasero y unos pechos muy apetecibles en mi opinión. Su cabello castaño ahora tenía algunas ondas y estaba suelto sobre su espalda. Ella no tiende a maquillarse en exceso, así que ahora que lo hizo se ve genial.

Conclusión: mi novia falsa luce como toda una diosa.

—¡Wow! Definitivamente acertamos con ese vestido, te ves increíble.

—¿Tú crees? —se repasó visualmente—. Sigo estando un poco insegura con respecto a esto —expresó algo nerviosa, mordiéndose el labio inferior.

—Espera, ¿ya te viste? —sonreí.

—La verdad no —rió nerviosa.

—Ok —asentí.

La tomé de la mano y la llevé hasta donde se encontraba el espejo de cuerpo entero de la pared. Hice que se mirase y me coloqué detrás de ella.

—Mírate, eres hermosa. No dejes que nada ni nadie te diga lo contrario.

Ella solo sonrió y luego se giró para mirarme.

—Gracias, príncipe encantador.

—¿Ahora soy un príncipe? —reí.

—Yo soy Cenicienta, así que no veo por qué no puedes ser el príncipe encantador.

—Con tal de escoltar a una princesa como tú, no me importaría ser un plebeyo —sonreí.

Nos quedamos mirándonos fijamente por un rato. Me perdí en sus ojos, son hermosos, del mismo color de su cabello. Su sonrisa es bellísima y sus jugosos labios que ahora estaban teñidos de labial rojo me moría por besarlos.

Ella desvió la vista y carraspeó ligeramente cuando notó que nos habíamos acercado más de lo necesario. Salí de mi trance y me reincorporé.

—Creo que...deberíamos irnos ya, ¿no? —dijo, algo nerviosa.

—Sí, sí. Vamos.

Le ofrecí mi brazo y enredó el suyo alrededor. Me sentía bien con ella a mi alrededor y, para ser sincero, me gustaba toda esta mentira del noviazgo falso; en especial porque mi "novia" era un primor. Fuimos camino al garaje donde ayudé a Emma a subir a mi camioneta —si normalmente en calzado regular le cuesta un poco subir, en tacones era casi imposible— y nos pusimos en marcha hacia la fiesta.

—¿Sabes? Estoy un poco nerviosa —Emma rompió el silencio después de un rato de trayecto.

—¿Por qué? Es solo una fiesta.

—Lo sé, pero después de escuchar comentarios en la universidad sobre mi vergonzosa ruptura y con la presión de fingir ser tu novia en público, creo que puedo darme el lujo de estar nerviosa.

—Ey, pero esto es para divertirnos —desvié la mirada del camino para centrarla en ella—. Olvida a la gente y la presión por esta noche. Solo relájate y disfruta.

—Ok, eso haré —suspiró y me sonrió.

—Esa es la actitud —le sonreí de vuelta y devolví la vista a la carretera.

—Por cierto, ¿Mery y Carlos estarán allí?

—Sí, ellos jamás se pierden una fiesta.

—Bien, Jane también irá. Ella tampoco es capaz de decirle que no a una fiesta, y menos si es de fraternidad. Según ella en esas fiestas tienes más oportunidades de ''pasar un buen rato'' con un chico ''bien dotado'' —negó con la cabeza, dibujando comillas en el aire.

No sé porqué, pero se me cruzó por la cabeza la imagen de Emma con uno de esos jugadores de fútbol de la universidad y...me molestó. Esos chicos son una banda de idiotas que no sabrían tratarla como se merece, ya bastante tuvo con el idiota de Dave, así que lo último que necesita es ilusionarse con otro imbécil que no vea más allá de su cuerpo.

—Tú...¿quieres aprovechar una de esas oportunidades? —pregunté, aún a riesgo de sonar indiscreto.

—No —negó con la cabeza—, sinceramente no me siento preparada para entablar una nueva relación, ni siquiera para conocer a otros chicos.

Eso me hizo sentir aliviado por un lado y decepcionado por el otro. No quería que ningún otro chico le hiciera daño. Pero si no está preparada para relaciones, quiere decir que tampoco tengo opor...¡Dios! ¿En qué estoy pensando? Debo sacarme esas ideas tontas de la cabeza. Emma es mi amiga, solo eso...¿verdad?

—¿Y qué tal tú? —preguntó, haciéndome volver a la realidad.

—¿Eh? ¿Yo qué? —balbuceé, algo descolocado lo que la hizo reír, y créanme cuando digo que ríe precioso.

—¿Que si estás listo para una relación? O para conocer a chicas al menos.

—Mmm...no. Te juro que por ahora solo quiero concentrarme en la universidad y salir un poco de fiesta para quitarme el estrés. Dudo que vuelva a intentar algo con alguien en un buen tiempo.

—Entonces estamos iguales —levantó el puño en mi dirección.

—Sabes que somos la versión del otro en el sexo opuesto —choqué mi puño con el suyo.

—Allan.

—¿Sí?

—Cuando decidas volver a intentarlo con alguien, no olvides que te mereces a una chica genial. No te conformes con menos.

Eso me hizo sonreír. No sé el porqué, pero me dio mucha ternura.

—Tú tampoco mereces menos que un chico increíble. Recuérdalo.

El resto del camino lo disfrutamos en compañía de la música de la radio. Cuando acabó la tercera canción, ya nos encontrábamos frente a la fraternidad Alpha Beta Alpha y, como era de esperar, casi todo el alumnado universitario estaba presente, deduje que al menos el ochenta por ciento de cada facultad. Estacioné donde pude, ya que al menos media calle estaba repleta de todo tipo de autos. Bajé de la camioneta y la rodeé para ayudar a Emma a hacer lo mismo. Tan pronto tocó tierra firme, la tomé la mano.

—¿Lista para fingir? —susurré en su oído.

—Fingiremos por esta noche —me guiñó un ojo.

Entramos en la gran casa Alpha Beta Alpha, la cual, para variar, estaba repleta de gente. Solo eran las 10:30 p.m. por lo tanto las locuras, los retos y los shows de chicas semidesnudas aún no habían comenzado. Había venido muchas veces a esta casa, tengo un par de amigos en la fraternidad y en los viejos tiempos ya estaría en alguno de los cuartos con una chica cualquiera; pero, sinceramente, no me apetecía ese plan ahora.

Guié a Emma a la mejor zona de la casa, conocida como la VIP. Como dije, tengo un par de amigos aquí, por lo tanto teníamos vía libre para estar ahí. Se ubica en el último piso de la casa en un inmenso balcón con vista a la ciudad, parece la vista del penthouse de un hotel de Las Vegas. Los Alpha Beta Alpha son suertudos, tienen una de las mejores casas de fraternidad de todo Johnson.

Llegando a la zona VIP, divisé a Jonathan Presley, el capitán del equipo, en un sofá rojo y rodeado de chicas y de algunos de sus compañeros. Cualquiera diría que es solo un deportista cabeza hueca, y lo es, pero también es un buen tipo y a todos les cae bien por su personalidad relajada.

—Hey, amigo —lo saludé.

—Vaya, vaya, vaya. Mira a quién tenemos aquí, Allan Lerman —sonrió y me saludó chocando nuestros puños.

—Felicidades por llegar a la final —dijo Emma, saludándolo también.

—Gracias, hermosa —le sonrió a mi novia falsa—. ¿Allan quién es esta preciosidad?

—Ella es Emma, mi novia.

—Wow, sí que tienes suerte. Y si me permiten decirlo, ella está mucho mejor que Vanessa —asintió.

Sabía que ese comentario, a pesar de ser un halago, había incomodado a Emma por el hecho de que los chicos solo la ven como un pedazo de carne. Quería que se quitara esa idea de la cabeza, porque no todos somos así. Ella es más que lo que se ve desde afuera y pensaba hacérselo saber las veces que fueran necesarias.

—Creéme que lo es, y no solo por su belleza —le guiñé un ojo a mi ''novia'' quién no tardó mucho en sonrojarse—. De hecho, nunca había tenido una novia mejor.

—Te lo mereces, bro. Lo que te hizo tu ex fue una mierda total —comentó Jonathan—. Pero bueno, dicen por ahí que siempre viene algo mejor, ¿no?

—Exacto, ya está olvidado. Además, ¿quién pensaría en su ex teniendo a mi Cenicienta? —sonreí, ella solo rodó los ojos y rió disimuladamente.

—¿Cenicienta? —preguntó Jonathan sonriente.

—Larga historia —respondimos mi roommate y yo al unísono.

—Bueno, ya me la contarán. Disfruten de la fiesta, tortolitos —se despidió mientras abandonaba el sofá para correr hacia un grupo de chicas que recién llegaban. Típico de él.

Mi Cenicienta y yo por nuestra parte optamos por sentarnos en un sofá de cuero blanco que estaba desocupado en la terraza del amplio balcón de madera.

—Me encanta este lugar —suspiró, admirando la vista.

—Sí, definitivamente es especial.

—Por cierto, gracias por halagarme —me sonrió—. Creo que nunca había oído a un chico expresar cosas así de lindas sobre mí.

—No dije nada que no fuera cierto. ¡Ah! Y me faltó decir que te ves muy tierna cuado te sonrojas.

—Gracias —murmuró con timidez, ¿cómo hace para ser siempre tan dulce?

—¿Quieres quedarte a admirar la vista un rato más o prefieres bajar a bailar?

—Lo segundo, mi cuerpo pide baile —rió.

—Esa es mi chica —me levanté y le tendí mi mano, la cual tomó enseguida.

Bajamos al segundo piso donde se encontraba la pista de baile. Las luces de colores alumbraban el lugar, el olor a cerveza inundaba el ambiente y la música estaba tan alta que ensordecía. El Dj había puesto electrónica, así que todos estaban bailando y saltando al ritmo de la música. Literalmente parecía una discoteca en lugar del salón de una casa.

—¿Crees que puedas bailar con tacones? —grité cerca de su oído para que pudiera escucharme.

—Oh, pudín, se ve que aún no me conoces del todo —rió antes de arrastrarme hasta la pista de baile.

Para mi sorpresa era totalmente capaz de bailar en tacones, lo cual era realmente genial, tenía todo mi respeto por ello. Bailaba como si no hubiera mañana y yo solo la seguía como si fuera su alumno, era muy buena. Llamó la atención de varios chicos, como era de esperar, pero me encargué de asesinarlos con la mirada, como también era de esperar.

Luego de bailar por un buen rato, fuimos a la barra para tomar algo. No sentamos en uno de los pequeños taburetes y llamé al barman.

—Una cerveza y... —pedí y me giré hacia Emma— ¿tú qué quieres?

—Un martini —respondió ella mientras se acomodaba el cabello sobre su espalda y se abanicaba con las manos, estaba acalorada y me estaba acalorando a mí...

El barman trajo mi cerveza y su martini justo a tiempo, si seguía mirándola, perdería por completo la cordura. Acto seguido se marchó para atender a un grupo de chicos que llegó.

—No me habías dicho que tenías la habilidad de bailar al ritmo de electrónica con tacones —comenté.

—Tengo la habilidad de hacer LO QUE SEA con tacones desde los 15 años. Fui modelo.

—¡¿En serio?! —pregunté casi escupiendo el sorbo de cerveza que había en mi boca, aunque, con lo espectacular que es, no debería sorprenderme.

—Anjá. Mi madre es dueña de una empresa de dedicada a la moda y desde los 15 hasta los 18 fui modelo por petición de ella —bebió un sorbo de su martini—. Además, tener como madre a una mujer tan glamurosa como ella hace que crezcas desarrollando habilidades con respecto a tu apariencia y te enseña a lidiar con los tacones, entre otros ''dolores femeninos''.

—Suena a que era horrible.

—No tanto, la autoestima inquebrantable que solía tener fue construida en parte gracias a esa...educación estética, que me brindó mi madre.

—¿Solías tener? —alcé una ceja.

—Sí, pero la estoy recuperando. No necesito al imbécil de Dave ni a ningún otro hombre para sentirme bien conmigo misma. No debí dejar que una ruptura me hiciera olvidar eso —sonrió orgullosa de sí misma.

—Esa es la Emma que me gusta escuchar. Brindemos por eso —alcé mi botella de cerveza.

—Salud —chocó su copa de martini con mi botella.

—¡Emma! —escuché una voz que gritó atrás de mí y mi Wonder Woman sonrió dejando su copa sobre la barra.

A mi lado apareció una castaña que corrió a abrazar a Emma, tardé dos segundos en darme cuenta de que se trataba de Jane. Luego me abrazó a mí, para mi sorpresa, pero como era casi lo mismo que abrazar a Mery no me molestaba.

—Hiciste que viniera a la fiesta. ¡Eres mi héroe! —me gritó y yo solo reí, hace muecas muy divertidas.

—Jane, no seas tan exagerada. Lo dices como si me hubiera salvado la vida —dijo Emma tras de ella.

—Tu vida social sí —Jane se giró hacia ella a lo que mi roommate rodó los ojos.

—Emma, adoro a esta chica —reí, señalando a Jane.

—Y yo, a pesar de que si la exageración fuera un deporte, ella sería campeona olímpica —rió Cenicienta.

—Allan, ¿te importa si me la robo por un rato? —preguntó Jane a lo cual asentí.

En dos segundos Jane prácticamente había arrastrado a mi Harley Quinn hacia una de las tantas mesas que habían dispersas en las esquinas del gran salón. Ahora estaba solo así que busqué con la mirada a alguno de mis amigos y, para mi buena suerte, Carlos y Mery estaban llegando.


Emma

Jane me arrastró hasta una mesa en una esquina, donde no había mucha gente. Lucía demasiado emocionada para mi gusto y, conociéndola, iba a hacerme todo un interrogatorio policial en breve.

—Cuéntamelo todo —me ordenó, bastante emocionada.

—¿Qué quieres que te cuente? —sé por dónde va.

—No te hagas la tonta conmigo. ¿¡Cómo es que media universidad sabe que tú y Allan están juntos y yo fui la última en enterarme!? —gritó haciendo esa gran cantidad de muecas que la caracterizan.

—Jane, primero... —comencé a decir, pero no me dejó terminar.

—No estoy enojada. Pero quiero que me digas fecha, hora, cómo, cuándo, dónde, si ya follaron y lo más importante...¿dónde compraste ese vestido? ¡Te queda fantástico! —preguntó todo tan rápido que me costó procesar gran parte de la información.

—Escúchame atentamente porque no voy a repetirlo dos veces: no...estoy...con...Allan —le dije lentamente al oído para que nadie nos escuchara.

—¿¡Qué!? —gritó en mi oído con sorpresa y decepción, y de paso casi me revienta un tímpano.

—Baja la voz. Y sí, solo es una actuación, como el beso de la cafetería. Pero no comentes nada ¿ok? —la apunté con el dedo a modo de advertencia.

—Vaya, y yo que ya tenía pensado qué ponerme para la boda —se lamentó en tono de niña pequeña que no consiguió lo que quería.

—¿Boda? ¿Acaso estás loca? —reí, negando con la cabeza.

Never Say Never, como dijo Justin Bieber —sonrió pícaramente.

—También dijo Sorry, por decepcionarte —sonreí inocentemente.

—Pues como Luis Fonsi, No me doy por vencida y sé que las cosas entre ustedes fluirán Despacito —dijo con esa seguridad tan típica de ella.

—¿Qué tal si dejamos de citar nombres de canciones y vamos a la pista a bailar?

—Cien por ciento de acuerdo, amiga.

Se levantó, bajándose un poco su ceñido y corto vestido azul añil que a cualquier chica la haría parecer un putón, pero a ella no, Jane tiene la habilidad de verse con clase sin importar lo que se ponga. Me extendió una mano para ayudarme a pararme y la tomé. Fuimos a la pista de baile en la que ahora en lugar de electrónica sonaba un reggaetón muy pegadizo.

Mi amiga y yo comenzamos a bailar maldiciendo por llevar vestidos en lugar de shorts o jeans, pero eso no nos impedía dar lo mejor de nosotras. Si hay algo que amo de asistir a fiestas con mi mejor amiga es que podemos hacer esto, bailar como si no hubiera mañana y obviando por completo los problemas que nos atormentan día a día. Todo estaba genial hasta que una chica tropezó conmigo y no tuvo la decencia de pedir disculpas.

—Disculpa, pero...no sé si notaste que chocaste conmigo —le hice saber a la rubia en el tono más amable que pude.

—Sí, ¿y qué? —farfulló con total desinterés.

—Que lo más correcto es pedir disculpas, ¿no crees? —la encaré, un poco molesta.

—¿Tú no eres la del video de la chica a la que dejaron en una fiesta? —preguntó la muy tonta, cambiando totalmente de tema.

—Sí, soy yo. ¿Algún problema con eso? —me crucé de brazos.

—Ninguno. Solo que si estás acostumbrada a que te pisen, no veo motivo para pedirte disculpas por chocar contigo —respondió la rubia mirándome de arriba a abajo y, como imaginaba, atrayendo la atención de la gente a nuestro alrededor.

—¿Qué dijiste, perra? —se metió Jane, enfrentando a la chica.

—Jane, no vale la pena. ¿No ves que esta idiota solo quiere llamar la atención? —le dije a mi amiga, sosteniéndole el brazo, ella tiende a ponerse...salvaje, cuando se meten con los suyos.

—¿Tú? ¿Hablando de llamar la atención? Recuerdas que tu ruptura se hizo viral, ¿no? —comentó la rubia sarcásticamente.

—Sí, cómo podría olvidar que me libré de semejante imbécil —reí sin gracia.

—En especial porque ahora es la novia de uno de los chicos más hot de la universidad. ¿Te suena Allan Lerman? —remató Jane, la adoro.

—¿Una chica como tú? ¿Novia de Allan Lerman? Imposible —negó la rubia, incrédula.

—Cree lo que quieras, sinceramente me importa muy poco —suspiré, exhausta de discutir con una chica tan tonta como ella.

Como si fuera un truco de magia, apareció alguien detrás de mí que me abrazó por detrás. Reconocería ese perfume tan masculinamente sexy en cualquier lugar: Allan.

—¿Algún problema, hermosa? —preguntó Allan lo suficientemente alto como para que todos nuestros espectadores lo escucharan.

La cara de la rubia se transformó en cuestión de un segundo, desearía que alguien le hubiera tomado una foto, sacarían un meme fantástico. Jane tenía una sonrisa más grande que la del Gato de Cheshire. Y, obviamente, los comentarios se hacían presentes a nuestro alrededor.

—Ninguno, hermoso —le respondí a Allan, girando mi cabeza hacia él para no romper el abrazo y acto seguido le di un corto beso que, como si fuera planeado, él correspondió a la perfección.

Emma 1, Rubia excéntrica 0.

—¿Qué miran? Sigan en lo suyo —ordenó mi ''novio'' cuando nos separamos y todos lo obedecieron.

Me giré hacia él, esta vez sí rompiendo el abrazo y lo miré sin poder evitar sonreír.

—Eres genial, ¿lo sabías?

—Lo sé —me guiñó un ojo.

—Siento interrumpirlos —intervino mi amiga—, pero la noche es joven y nosotros también así que...¡A BAILAR!

—¿Te gusta ese plan, ''bebé''? —le pregunté a Allan resaltando con comillas la última palabra.

Él se relamió seductoramente los labios y me regaló la mejor media sonrisa cómplice.

Let's dance, baby.











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Nuevo capítuloooo!!!

¿Cuál fue tu parte favorita del cap?

Besos de Karina K.love 😉

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