Capítulo 10: Devolver favores

Emma

Luego del maravilloso aventón de Allan, corrí a toda velocidad por los pasillos hasta llegar a mi práctica. Por suerte para mí, llegué justo a tiempo y además me saqué un 10.

El día había comenzado muy bien para mí. A pesar de la bromita de Allan, la cual le devolvería en cualquier momento.

Saliendo de la práctica llamé a Jane, desde ayer no sabía nada de ella. Sabía perfectamente que cuando está de bajón prefiere estar sola y yo siempre procuro darle su espacio, pero me estaba preocupando en serio.

La llamé varias veces y me contestó a la tercera; bien dicen que la tercera es la vencida. Su voz no se escuchaba cansada, pero sí muy desanimada, y no me gustaba para nada verla atravesar esa situación. Me dijo que me vería en el café de siempre y fui directo hacia allí sin pensarlo dos veces, mi deber como su mejor amiga era estar ahí para ella; y lo estaría, hoy y siempre.

En el camino fui pensando acerca de la situación, ¿qué había pasado entre ella y su hermana? Conozco a Jane hace tres años y todo lo que me ha dicho al respecto es que ella fue la culpable de todo y que Mery está en todo su derecho de odiarla. Siempre que le pregunto el motivo, evade completamente el tema, o sea que no debe ser un recuerdo muy feliz que digamos. Siempre he tenido mucha curiosidad con respecto al asunto, porque Jane está loca, pero no es mala persona y me cuesta creer que haya hecho algo tan horrible como para que alguien tan cercano a ella como su gemela la odie.

Llegé al café y me lo encontré repleto de gente, pero pude divisar una silueta familiar sentada en una mesa no muy lejos de la entrada. Jane. Me acerqué y tomé asiento frente a ella.

—Hola. ¿Cómo estás? —la saludé con mi mejor tono de consuelo.

—No tan mal como crees —me guiñó un ojo con picardía como de costumbre, para hacerme saber que aparentemente todo estaba en orden.

No le creí una mierda.

—Debió ser muy duro para ti. Lo siento muchísimo, amiga —le tomé la mano.

—Tranquila, Mery no dijo nada que no me mereciera.

—No digas eso. No sé que fue lo que pasó, pero si de algo estoy segura es de que eres una persona genial, con buenos sentimientos y sea lo que sea que hayas hecho en el pasado no es algo por lo que tengan que condenarte de por vida.

—Gracias, Em —me dedicó una débil sonrisa, un gesto mucho más acorde a su verdadero estado de ánimo.

—Siempre —hice lo mismo.

—Ahora cuéntame. ¿Cómo te fue con tu príncipe azul?

—Larga historia —alargué la primera A en la primera palabra y ladeé la cabeza.

—Entonces cuéntamela toda —me imitó y también alargó la E en la segunda palabra.

—Pues...luego de dejarte en la hermandad creo que casi admitió que, si no fuéramos roommates, él sí se acostaría conmigo.

—¡Oh My God! No puede ser —chilló, dio brinquitos en su asiento, parecía que se había sacado la lotería—. ¿Y qué le dijiste?

—Le pregunté si lo admitía y cambió la situación totalmente de perspectiva—sentí mis mejillas acalorarse—. Me preguntó si yo sí me acostaría con él en otras circunstancias.

—¡OH DIOS MÍO! ¿¡Y qué le contestaste!? —gritó de emoción como adolescente en su fiesta de 15 años.

—Nada.

—¿Nada? —la emoción de su rostro se transformó en sorpresa y decepción.

—Una chica de tu hermandad nos gritó que nos buscáramos un hotel y nos fuimos de allí avergonzados.

—Esa debió ser la metida de Julia, siempre se mete en cualquier conversación ajena —rodó los ojos.

—Luego fuimos al supermercado y comenzamos a hablar de nuestras carreras y...me dijo que a él si le gustaría verme en televisión y que lograría todo lo que me propusiera —sonreí al recordarlo.

—¿Ves? Te lo dije, no soy la única que lo piensa. Nunca debiste tomar la opinión de Dave en cuenta, es un puto egoísta que nunca te permitió brillar con luz propia —se cruzó de brazos.

—Y hablando de él, luego me lo encontré en el supermercado junto a Vanessa, y ya sabes, comenzó a provocarnos a Allan y a mí. Solo Dave, la pelirroja se mantuvo al margen.

—Putos imbéciles desleales hijos de pu...

—¡Jane! —la interrumpí antes de que dijera algo peor.

—Perdón, pero esos dos sacan lo peor de mí. ¿Qué pasó luego?

—Cuando Allan y yo llegamos a casa ellos estaban...ya sabes...en plena acción.

—Espera, me estás diciendo que estaban...

—Sí, y a todo volumen. Parecía que se estaba filmando una película porno del otro lado y...no lo soporté, corrí a mi habiación y me encerré a llorar.

—Oh no, Emma. No vale para nada la pena. Ellos solo son un par de imbéciles que... —deduje que se había mordido la lengua para no soltar una vulgaridad— se merecen mutuamente. Esas dos ratas inmundas fueron hechas el uno para el otro. No dejes que te afecte, no es justo —me consoló a su muy...peculiar manera, no me la imagino regañando a sus hijos en un futuro.

—Tranquila, Allan se encargó de consolarme —sonrió con demasiada amplitud para mi gusto—. Y NO, no de la forma que estás pensando. Solo me ofreció la cuarta opción.

—¿Cuarta opción? ¿Qué es eso?

—Según él, cuando una persona sufre rupturas como las que sufrimos nosotros, tienes cuatro opciones. La primera es fiesta y alcohol, la segunda tirarte a alguien, la tercera llorar y lamentarte y la cuarta una noche de pelis con amigos.

—¿Noche de pelis? —preguntó con tono pícaro mientras subía y bajaba ambas cejas exageradamente.

—Solo, una noche de pelis. Me lo pasé genial, literalmente me hizo olvidarlo todo por un rato y ni siquiera sé en qué momento me quedé dormida, solo sé que amanecimos abrazados.

—¿¡QUÉ!? —gritó con una sonrisa más grande que la del gato de Alicia en el país de las maravillas.

—Estábamos viendo la película, acurrucados juntos bajo una manta en el sofá cama de la sala, y hoy en la mañana despertamos abrazados —sonreí tímidamente.

—Gracias, Diosito. Sabía que escucharías mis plegarias —agradeció mirando hacia arriba y con las manos unidas como si estuviera rezando.

—No seas exagerada, solo nos quedamos dormidos. Nada más.

—¿Nada más? Dormiste con él, él durmió contigo, dermieron juntos. ¡Eso es fantástico! —chilló, haciendo su gran cantidad de muecas, parecía una niña pequeña.

—Solo somos amigos, de hecho hoy me salvó el culo en serio. Llegaba tarde a una práctica esta mañana y me trajo en su moto, llegué justo a tiempo.

—Espera...¿dijiste moto? ¿La miedosa Emma con motofobia se subió a una moto?

—En primer lugar, no es motofobia, es motorfobia, que es la fobia que se le tiene a cualquier vehículo motorizado. Y segundo, él se ofreció y me hizo sentir muy cómoda, y tampoco tenía muchas opciones en ese momento, era la moto o un suspenso.

—Ok, Srta. Wikipedia, pero te subiste a una moto, te enfrentaste a tu miedo y la mejor parte es que tu roommate buenísimo fue quien te ayudó a hacerlo.

Buen punto.

—Tienes razón, le debo muchos favores a ese chico. Debería devolverle unos cuantos —sonreí.

—¿Me devolverías uno ahora? —escuché la voz de Allan y giré mi cabeza casi al estilo de la niña de El Exorcista, estaba a mi lado y por su cara parecía necesitar mi ayuda y rápido.

Allan

Luego del beso de despedida de Cenicienta, extrañamente, me sentía...bien. Había hecho algo lindo por ella y tampoco era la gran cosa, pero me quedé como un estúpido viendo como se iba corriendo.

Volví a tierra firme cuando la perdí de vista y me dirigí a mi facultad, no distaba mucho de la suya. Me adentré en la enorme edificación color azul beige para ir hacia mi primera clase. Al llegar, noté que Carlos me había guardado el asiento y me senté junto a él.

—¿Qué hay, hermano? —me saludó como de costumbre.

—Todo bien. ¿Cómo está Mery?

—Más calmada, hace tiempo no veía a su hermana y digamos que no lo tomó bien.

—¿Qué fue exactamente lo que pasó entre ellas?

—Ni siquiera yo lo sé, a Mery no le gusta hablar del tema y a mí tampoco me gusta presionarla. Es un volcán a punto de estallar y ese estallido puede ser enojo o llanto, no quiero verla de ninguna de las dos formas.

—En ese caso olvidemos el tema por ahora.

—¿Y a ti como te fue con Cenicienta?

—Resumiré. Dejamos a su amiga en su hermandad y fuimos al supermercado. Cuando volvimos a casa Dave y la innombrable estaban teniendo sexo duro y ruidoso del otro lado. Para consolar a Emma, y a mi mismo, puse en función la cuarta opción y acabé despertando hoy en la mañana con ella en el sofá y no, no tuvimos sexo —solté todo tan rápido que parecía una ametralladora, pero conozco a mi amigo y, si no lo contaba así, me haría un montón de preguntas incómodas.

—¿Solo vieron una película?

Sabía que de todo el recuento solo le interesaría esa parte.

—Anjá.

—¿Y no tuvieron sexo?

—Anjá.

—¿Pero durmieron juntos?

—Anjá.

—¡Ese es mi chico! —celebró como si le hubiesen acabado de regalar un auto o algo por el estilo—. Ya vamos avanzando, por fin.

—¿Por fin? Solo llevamos tres días conviviendo, no tres meses.

—Pero eres un playboy con todas las letras.

—Pero también soy un caballero, y recuerda, no voy a acostarme con ella y ella gritó que tampoco se acostaría conmigo.

—Eso debió pegarle duro a tu orgullo. Pero recuerda algo, ya se acostaron juntos porque durmieron juntos. Lo que ambos dijeron es que no se ACOSTARÍAN, pero ya lo hiceron. Jamás dijeron que no TENDRÍAN SEXO y por el paso que van, creo que no está muy lejos.

—Bonito juego de palabras, ahora si me permites, tenemos un examen —dije apuntando al profesor Hoffman que comenzaba a repartir los exámenes.

—¡Mierda! —tragó saliva—. No estudié.

—Yo tampoco —reí por lo bajo.

—Somos unos cracks.

(...)

Después del examen —en el cual no me fue tan mal como esperaba a pesar de que no estudié nada— fui a mi siguiente clase. Para mi mala suerte y justo al lado del lugar en el que siempre suelo sentarme, se encontraba Fátima.

No quiero sonar como un playboy imbécil, pero esta chica tiene el hobbie de arrastrarse, en parte también por que es toda una serpiente. La conocí por Mery, son primas y me la presentó antes de que conociera a la innombrable. Llevaba casi un año dejándole muy en claro que no quiero nada con ella, pero al parecer no entiende.

Resignado y en vista de que era el único puesto libre, me senté a su lado. Ni siquiera la saludé y puse toda mi atención en la clase, que para mi mala suerte consistía en la presentación de proyectos de algunos de mis compañeros que requerían puntos extra para aprobar el semestre.

Aprovechando esto, se removió en su asiento que, por desgracia, estaba muy cerca al mío ya que como en la gran mayoría de las aulas de universidad los puestos eran una serie de hileras de asientos contiguos. Se giró hacia mí con una seductora sonrisa dibujada en su rostro, la cual por cierto, no me provocaba nada.

—Hola, Allan —se mordió el labio inferior, manchando un poco sus dientes con el labial color carmín que se aplicó.

—Hola, Fátima —respondí cortante como de costumbre, no quería ser grosero, pero esta chica era una auténtica stocker cuando se lo proponía.

—¿Sabes? Esta clase es muy aburrida. ¿Por qué no vamos a otro lugar más...interesante? —propuso aprentando mi brazo, al parecer le gusta la idea de palpar mis músculos.

—Tienes razón, la clase es muy aburrida y ni siquiera tengo por qué estar aquí, así que me voy —tomé mi mochila que se encontraba a mis pies y me paré, soltándome de su agarre.

Apuré el paso al salir, pero cuando ya estaba afuera del aula dispuesto a perderme entre los pasillos, me detuvo el llamado de la urraca. ¿Cómo podía caminar tan rápido con semejantes tacones? Se acercó rápidamente hacia mí y se detuvo a centímetros de mi cara.

—¿Por qué te resistes tanto? Eso es una táctica de chicas. Acabas de pasar por una gran ruptura y qué mejor que una chica como yo para hacerte...olvidar —susurró seductoramente en mi oído.

La verdad es que era una chica muy guapa. Cabello largo y castaño, ojos cafés, buenas curvas, hermosas piernas, todo para ser una perfecta ''vía de escape'' de la depresión post-ruptura, pero no me gustaba ni un poco. Siéntanse libres de llamarme anticuado e incluso estúpido por no tirarme a una chica así, pero alguien que se ''regala'' de esa manera y que además es tan arrogante y creída no está en mi lista de chicas para ''pasar el rato'', ni siquera en mi lista de personas a las que tratar.

—Fátima, simplemente no me gustas —la alejé un poco tomándola por los brazos.

—¿Por qué no bajas esa manos un poco? —tomó mis manos y las colocó en su cintura.

La situación ya se estaba volviendo demasiado pesada para mi gusto, así que, a pesar de que era una pésima idea y que me arrepentiría por enredar tanto las cosas, dije las tres palabras más tontas que pudieron haber salido de mi boca.

—Porque tengo novia —quité mis manos de su cintura mientras miraba en su cara una expresión de shock.

—¿Quién? —se cruzó de brazos notablemente molesta.

—No es de tu incumbencia —di media vuelta con la intención de irme pero la muy intensa me tomó del hombro para detenerme y se posó delante de mí nuevamente.

—¿No me digas que es la estúpida de Emma? —preguntó realmente indiganada.

No sé si fue por lo mucho que quería deshacerme de esta chica, la patada en el culo que sería para ella que dijera que sí o porque no soporto como se expresa de Emma, pero sin pensarlo dije justamente lo que no debía decir.

—Sí, Emma es mi novia y no tengo la intención de engañarla contigo —sonreí victorioso y conseguí largarme por fin, dejando atrás a una muy molesta Fátima.

El resto del día marchó bastante normal, no vi más a Carlos y tampoco vi a Mery, lo que me resultó extraño, pero supuse que los vería en el café de siempre así que me dirigí hacia allí.

Llegando al lugar, me dirigí a la barra, al no haber ni rastro de mis amigos no tenía mucho sentido ocupar una mesa solo. Además, el lugar estaba atestado de gente. Me senté en uno de los taburetes y antes de que pudiera siquiera llamar a la camarera, apareció de nuevo Fátima.

¿Acaso me había puesto un GPS o algo por el estilo?

—Escucha, Allan, me niego a creer que hayas preferido a esa idiota antes que a mí, sobre todo porque es una mojigata que tardará años en superar a su ex después de la forma en la que la hizo ver tan patética públicamente —parloteó como una sabelotodo.

—Siento informarte que sí es mi novia.

—¿Ah sí? Entonces por qué está con Jane en lugar de estar contigo —apuntó detrás de mí y me giré en el asiento dirigiendo mi mirada hacia allí, efectivamente ahí estaban ambas.

Me sacaría a esta loca de encima a como diera lugar y de paso le demostraría que Emma es, y por mucho, mejor que ella. Así que tomé otra decisión tonta.

—Creí que no vendría hoy, gracias por decirme Fátima. Ahora si me disculpas, voy con mi novia —le guiñé un ojo y me dirigí hacia la mesa donde se encontraba Emma acompañada de Jane.

—Tienes razón, le debo muchos favores a ese chico. Debería devolverle unos cuantos —le escuché decir a mi roommate.

¡Bingo!

—¿Me devolverías uno ahora? —pregunté apoyando mis manos en la mesa entre ambas chicas.

Tanto Emma como Jane parecían sorprendidas, lo que era de esperar ya que aparecí de la nada, pero se reincorporaron rápidamente y mi roommate asintió.

—Claro. ¿Qué puedo hacer por ti?

—Bésame —dije rápido y Emma abrió los ojos a más no poder.

—Uuuh —chilló pícaramente Jane antes de darle un sorbo a su batido.

—¿Qu-qué dijiste? —tartamudeó Emma nerviosa, llevando un mechón de cabello hacia atrás de su oreja.

—Ya sé que es muy incómodo, pero...sin mala intención quizás le dije a Fátima que eras mi novia y ahora digamos que tengo que demostrárselo para que deje de acosarme —lo solté un poco rápido y el rostro tímido de Emma se transformó en una mezcla de asombro y enojo.

—¿¡Qué!? ¿¡Acaso estás loco!? —exclamó exaltada.

—Técnicamente ella fue quien lo dijo, yo solo lo confirmé —le di una mirada de disculpa.

—Amiga, la víbora de Fátima está mirando hacia aquí —avisó Jane.

—Solo será un beso. En serio quiero sacármela de encima —hice un puchero y junté mis manos a modo de ruego.

—No lo sé —murmuró indecisa e incómoda, no debí ponerla en esta situación.

—Vamos, Em. Acabas de decir que tenías que devolverle un par de favores —agregó Jane guiñándole un ojo mientras Cenicienta la fulminaba con la mirada.

—Bien, lo haré —accedió resignada mientras Jane y yo chocábamos los puños.

Emma se paró de su asiento y se posicionó frente a mí, no sin antes mirar a Fátima que estaba cruzada de brazos enviándonos una mirada retadora.

Mi querida Wonder Woman le sonrió y luego dirigió su sonrisa hacia mí, la superheroína estaba a punto de salvarme el día.

—¿Listo para el show, príncipe azul? —enredó sus brazos alrededor de mi cuello y yo llevé mis manos a su cintura.

—Siempre, Cenicienta —le sonreí y acto seguido me incliné para besarla.

Dios qué bien besaba.

Sus labios eran suaves y carnosos, sabían a fresas y se movían lento, pero deliciosamente sobre los míos. Adentré mi lengua en su boca y me permitió el paso sin problemas, lo que lo hacía mucho mejor.

¿Dónde ha estado la boca de esta chica durante toda mi vida y por qué no la había besado antes?

Aproveché el agarre que tenía de ella para acercarla más a mí y profundizar así el beso, que no quería que terminase nunca dicho sea de paso. A ella parecía no molestarle y en su lugar jugaba con el cabello de mi nuca lo que me causaba cosquillas y que sonriera entre beso y beso.

Nos separamos por falta de aire y me quedé como tonto mirándola. Ya no pensaba en Fátima ni que estábamos en medio de una cafetería, ni en nada, solo pensaba en lo mucho que me gustó ese beso y las ganas que tenía de repetirlo.

Posé mi vista sin disimulo alguno en sus labios, ansioso por volver a besarlos, pero en ese instante Emma se separó de mí y dio un paso atrás, sonrojada.

Avergonzado comencé a frotarme el cabello y desvié la mirada hacia Jane la cual nos miraba con una sonrisa de oreja a oreja, como si hubiese visto una película romántica en vivo, y la verdad eso era, más o menos.

Cuando estaba a punto de decir algo, Emma la calló alzando una mano.

—No. Digas. Nada. Jane —dijo pausadamente.

—No hace falta que yo diga nada, ese beso lo dijo todo. Y ahora si me disculpan, tortolitos, tengo una cita —anunció tomando su bolso y levantándose de su asiento.

—¿A-a dónde vas? —tartamudeó Emma tomándola del brazo.

—Acabo de decirlo, a una cita.

—No me dejes sola con él, esto es muy incómodo —murmuró Emma, pero llegué a escucharla y yo me sentía igual.

—Ustedes son los que viven juntos, vayan a casa a hablar de esto —nos guiñó un ojo y acto seguido se fue, dejándonos a ambos incómodamente solos.





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Nuevo capítulooo!!!

Con un giro inesperado.

¿Qué creen que pasará ahora?

Besos de Karina K.love 😉

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