Capítulo XXXVI
— Ya nunca podrás decírmelo — dice Luna entre sollozos.
Joder, no sé qué decir. Antes podía hacerme una idea de lo que sentía, pensaba qué haría yo en su situación y más o menos sabía ayudarla pero es que ahora ni tengo ni idea de lo que le pasa por la cabeza. Enterarse de que la madre de sus hermanos está muerta ha sido un palo muy duro, sobre todo porque ahora seguro que se siente culpable por haberles tratado así. A ella su madre no la quería pero sus hermanos a la suya sí, y la perdieron siendo muy pequeños. Y encima la carta de su padre la ha rematado. No sé si sus hermanos sabrán algo sobre esto, imagino que si lo supieran se lo habría dicho, o estaban esperando el mejor momento para hacerlo, no lo sé.
Cojo la carta, la guardo en la caja y la cierro. Luna se sube a mi regazo, me abraza como un koala y llora desconsoladamente. Yo dejo que llore mientras le acaricio la espalda y beso su pelo. La sostengo mientras tiembla y se me parte el alma verla así, pero ahora mismo no hay nada que pueda consolarla, ni siquiera yo.
Poco a poco empieza a relajarse, se separa de mí y apoyo mi frente en la suya.
— ¿En qué piensas? — Pregunto en un susurro.
— En que si mi padre estuviera aquí sería todo más fácil. Él era la positividad hecha persona, nunca sentía odio ni tenía malos comentarios para nadie. Siempre sabía qué decir y sacaba el lado bueno de todo. Siento que le he decepcionado porque he hecho todo lo contrario a lo que me pedía, odiar a Eliana y sentir mucho rencor hacia mis hermanos. No tengo perdón. Aquí esperaba encontrar algo, una pista, una foto, no esperaba encontrar esta carta.
— Lo primero — digo acariciando su mejilla — no has fallado a nadie. Esta noticia llegó de repente y nadie supimos como reaccionar. Has pasado por varias fases: negación, rabia, temor... Has vivido muchas cosas desde que te enteraste y has sufrido mucho, no te fuerces pequeña. Date el tiempo que necesites y cuando estés lista para afrontarlo todo, lo sabrás.
— Sé que queda poco, hay una fuerza que crece cada día más dentro de mí pero cuando decido seguir hacia delante ocurre algo... Quizá lo tome como excusa para no seguir, para no saber — dice confusa.
— No digas eso, has vivir una época muy dura. Tuviste que revivir todo lo sucedido cuando denuncié a Mary, después tuviste que verla cuando firmamos el acuerdo y además pasaste por un juicio muy jodido que hizo que enfermaras. A parte quisimos también desconectar y pasarlo bien en mi cumpleaños, en el de Justin y en San Valentín nos alejamos de todo y de todos para poder descansar la mente. Ahora estamos agobiados por la recta final del curso y la graduación. Cariño, no hemos parado desde Año Nuevo, no han parado de suceder cosas así que no te fuerces, nada de esto es culpa tuya. El momento llegará, mientras tanto no dejes que este tema ocupe toda tu cabeza y joda tu futuro.
— Ya... Será mejor que volvamos. Mañana empiezan los exámenes y deberíamos repasar un poco.
Voy a guardar la caja pero Luna me detiene, la coge, la acuna entre sus brazos y la guarda en su mochila. Quiere llevársela y lo entiendo. Dejamos todo como estaba y mi chica se despide de nuevo del que fue su hogar, donde fue feliz con su padre y sus hermanos.
— Quiero despedirme de Dory — dice en cuanto cerramos la puerta.
— Claro, vamos.
Tocamos el timbre de la puerta de enfrente y Dory abre con una sonrisa.
— Hola mis niños.
— Nos vamos Dory, me ha encantado volver a verte.
— Y a mí, mi niña — se dan un abrazo y cuando se separan Dory tiene lágrimas en los ojos, la quiere mucho y se nota.
— Prometo volver a visitarte en cuanto pueda — promete Luna.
— Aquí estaré siempre que me necesites. Derek, ha sido un placer conocerte, espero que sigas cuidando tan bien de mi niña.
— Claro que sí, no lo dude — respondo muy seguro. Luna lo es todo para mí y no pienso fallar.
— Mucha suerte a los dos — nos da un último abrazo y entramos en el ascensor.
— ¿Me dejas conducir? — Pregunto cauto.
— Te lo agradezco — responde con la voz apagada.
Me da las llaves, entramos en el coche y pongo rumbo a casa. El camino lo hacemos en completo silencio, escuchando la música que suena en la radio, Luna no quiere hablar y yo no voy a forzarla.
La ayudo a hacer las maletas y en cuanto llegamos a mi casa, sube a su habitación, coloca sus cosas y al terminar, coge sus libros, entra en mi habitación y sin mediar palabra empieza a estudiar. La imito, me pongo a su lado y estudio con ella.
Necesito hablar contigo, ven a mi habitación.
— Enseguida vuelvo — le digo a Luna al ver el mensaje de Katy. Ella sólo asiente con la cabeza y no despega la mirada del libro.
Cierro la puerta despacio y entro en la habitación de Katy.
— ¿Qué ha pasado? — Pregunta preocupada.
— Hemos ido a Seattle, a su antiguo apartamento.
— ¿A buscar pistas? — Asiento con la cabeza. — Es una idea brillante, no sé cómo no se me ha ocurrido a mí.
— Ya pues no hemos encontrado lo que buscábamos. Al contrario, Luna vuelve peor de lo que estaba. Se ha enterado de que la madre de sus hermanos murió hace unos años y ha leído una carta que su padre escribió para ella. No le dice quién es su madre, sólo que un día se agobió, se marchó y él le dijo que no volviera. Se siente mal porque su padre le pidió en esa carta que no la odiase y que no sintiera rencor hacia sus hermanos. Dejaba a su elección si quería saber más de ella. Y ahora Luna se siente la peor persona del mundo por haber fallado a su padre y no tenerle cerca para saber qué paso.
— Mi niña — dice Katy llorando — no sé qué hacer para ayudarla.
— No podemos hacer nada Katy, sólo darla tiempo. Ha sido muy duro y necesita tiempo para procesar todo esto.
— Sí... Tienes razón...
— Voy a volver con ella, hablamos más tarde.
Vuelvo a mi habitación y Luna sigue en la misma postura y también en la misma página.
— Se lo has contado a Katy — dice más como una afirmación que como una pregunta.
— Sí — respondo brevemente.
— Gracias — dice mirándome — no habría sido capaz de contarlo yo.
— No me las des, siempre estaré aquí para ti.
Me siento a su lado y vuelvo a estudiar mientras la acaricio el pelo.
Llevamos varias horas repasando y sé que no ha logrado concentrarse, la verdad es que yo tampoco. Estoy muy preocupado por ella.
Con la excusa de que queremos seguir repasando, cogemos la cena y cenamos en mi habitación.
— Deberíais acostaros ya — dice mi madre entrando en mi habitación.
— Ya nos acostamos mamá, no te preocupes.
Nos da un beso a cada uno, se lleva los platos de la cena y cierra la puerta.
— ¿Puedo dormir contigo? — Me pregunta Luna en un susurro.
— Claro que sí pequeña.
Nos metemos en la cama y aunque Luna tarda poco en quedarse dormida la noto inquieta porque no para de moverse y la dan espasmos, como si estuviera teniendo pesadillas. La abrazo más fuerte y cierro los ojos, mañana empiezan los exámenes y debería descansar un poco.
Al menos esta vez no han puesto todos los exámenes juntos, los tenemos repartidos en dos semanas. Algunos profesores siguen dando clase aunque la mayoría nos dejan la hora libre para estudiar o repasamos con ellos. Luna no para de rascarse la cabeza y jugar con los bolígrafos, está muy nerviosa y la entiendo. Parece que su cabeza va a explotar y no es para menos. Tiene miedo de hacerlo mal, joder su media y que no la acepten en la universidad que quiere. Es una alumna brillante pero todo lo que ha ocurrido...
No, no voy a pensar nada malo. Mi chica es muy fuerte y puede con esto y con todo lo que venga, confío plenamente en ella y yo estaré a su lado. Juntos saldremos adelante.
— ¿Y si vamos a la biblioteca en vez de a casa? — Propone Luna al final de las clases. — Creo que allí vamos a concentrarnos mejor.
— Claro — respondo — por mí no hay problema.
— ¿Podemos ir nosotros también? — Pregunta Justin.
— Por supuesto — asiente Luna sonriendo.
Parece un poco más animada o quizá finja muy bien, aún así es mejor seguirla el rollo, si ella cree que está bien al final lo acabará estando.
— Mirad — dice Alan al entrar en la biblioteca — allí tenemos una mesa enorme, cabemos todos perfectamente.
Nos sentamos allí, sacamos nuestras cosas y nos enterramos en los libros.
Y así pasa toda la semana, clase, biblioteca, vuelta a casa a cenar y dormir. Es un pequeño esfuerzo para una gran recompensa. Queda muy poco para terminar el curso y seríamos tontos si por pereza o agobio nos relajamos demasiado y fallamos en las pruebas.
Al fin llega el viernes y todos suspiramos cuando suena el timbre de final de clases.
— Nos merecemos un descanso — dice Katy — ¿vamos mañana al cine? Me apetece darme un atracón a palomitas.
— No sé qué tendrán las del cine que están más buenas que las que hacemos en casa — dice Justin.
— Por mí bien, hay en cartelera una película de Spider-man que me apetece ver — propone Alan.
— Mientras haya palomitas, por mí perfecto — apunta Luna.
Si ella quiere entonces no hay más que hablar.
Quedamos en la taquilla del cine, compramos las entradas, combos gigantes de palomitas y nos ponemos en la cola para entrar a la sala.
— Esperad un momento — dice Justin — aún falta alguien.
— No me digas que... — Empieza Anna pero no termina la frase. Sus ojos se iluminan y sonríe ampliamente.
— Muy bien Justin, muy bien — dice Alan dándole una palmada en la espalda.
Christian entra en el cine con una amplia sonrisa y le da un beso a Justin en cuando llega a su lado.
— Hola chicos — saluda agarrando a Justin de la mano.
— ¡Hola! — Saludamos todos.
— Ahora sí estamos listos para entrar — digo sonriendo.
— ¿Vamos al Grill a cenar? — Propone mi chica muy contenta.
— ¡Sí! — Responden todos.
— Sinceramente — empieza Luna — después de un atracón de palomitas me apetece cerrar la noche con una buena hamburguesa y...
— ¡Y patatas con bacon! — Termina Katy por ella.
Todos nos reímos y marchamos hacia El Grill. Confieso que a mí también me apetece mucho.
Durante la cena hablamos de todo salvo de exámenes y a Anna se le ocurre una idea muy buena.
— Chicos, ¿Nos vamos de vacaciones? — Todos la miramos con curiosidad. — Tenemos vacaciones después de los exámenes y podríamos mirar una casa rural para irnos. ¿Qué os parece?
— ¡Un planazo! — Responde Katy. — Yo me apunto.
— Y yo también — Continúa Luna.
— Y yo — Respondo.
— Y nosotros también — terminan Alan, Justin y Christian.
— ¡Perfecto! Pues cuando tengamos un ratito vamos buscando casas y las mandamos por el grupo.
— ¡Es verdad! Espera — dice Katy — ya está. He añadido a Christian en el grupo.
— Es un detallazo — dice Christian — muchísimas gracias.
— No hay de qué — responde Katy guiñando un ojo.
Cuando llegamos a casa Luna me abraza por detrás y suspira. Me giro y la beso.
— Ven pequeña — digo llevándola hacia la cama. La noto un poco inquieta, no me tiene miedo pero sé que no le apetece. — No es lo que piensas — digo para calmarla. — Vamos a ponernos el pijama.
Juntos nos quitamos la ropa, la doblamos, la dejamos en la silla y nos ponemos el pijama.
— Túmbate en la cama — le pido.
Luna obedece y se tumba, me siento en su trasero y empiezo a masajearla la espalda. Está muy tensa y no quiero hacerla daño, así que voy poco a poco. Lentamente empieza a relajarse, destensa los brazos y su respiración se va calmando. Minutos después está profundamente dormida.
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