Capítulo XXXIV
No he vuelto a saber nada de Eliana en toda la semana pero hoy estoy especialmente nerviosa. Esta noche hay partido y Eliana puede aprovechar la multitud de gente para esconderse y espiarme sin que me vea. No entiendo lo que me dijo, ¿por qué lo hace? ¿Por qué me espía? ¿Es su forma de querer acercarse a mí? No lo veo normal. Cojo el cuaderno donde tengo apuntados todos los datos para pedir mi partida de nacimiento y me tumbo en la cama. ¿De verdad lo voy a hacer? ¿Realmente quiero saberlo? No estoy segura. No necesito saber quién es mi madre para descubrir quién soy, porque ya lo sé. Además, si supiera su identidad, ¿podría perdonarla por lo que hizo? ¿Su explicación sería suficiente para hacer borrón y cuenta nueva? ¿Podría incluirla en mi vida? ¿Mis hermanos la acogerían como un miembro más de la familia? No creo, estoy segura de que no lo harían. ¿Y si reclama mi custodia y me obliga a ir con ella? Eso no se lo perdonaría en la vida. No, eso no puede hacerlo. Y si pudiera no me iría con ella, me niego. Prefiero huir y vivir escondida hasta cumplir los veintiún años antes que ir con ella. Joder, menudo lío tengo en mi cabeza.
— Preciosa — Tom interrumpe mis pensamientos entrando en mi habitación y cierro el cuaderno. — Quiero hablar contigo.
— Claro, dime — respondo nerviosa, espero que no quiera ayudarme a estudiar porque lo que va a encontrar en este cuaderno no le va a gustar.
— He pensado que si Eliana no te deja en paz iré a la comisaría a poner una denuncia y solicitaré una orden de alejamiento.
— Vale, sí, me parece bien. No estoy a gusto, me siento observada a todas horas y ya no me siento segura ni en el instituto — confieso.
— Te entiendo, por eso creo que es la mejor opción. Y esta noche voy contigo al partido, ¿vale?
— Gracias, muchas gracias de verdad.
Si Tom está conmigo me sentiré más segura porque Eliana no se va a acercar a mí. No estando él conmigo. Así al menos puedo disfrutar del partido.
— No me las des, siempre te protegeré — dice acariciando mi mejilla.
No sé qué haría sin él. Derek es mi ancla pero mis hermanos también lo son y lo que dije el otro día iba en serio. Puede que al principio esto nos haya separado pero ahora me siento más unida que nunca a ellos. Siempre he sabido que lo eran todo para mí pero no ha sido hasta estos meses que me he dado cuenta de que no puedo vivir sin ellos.
Nos encontramos a Katy, Anna y Christian en la entrada del campo. Me encanta que Christian haya venido a apoyar a Justin, ya no se esconden y viven su amor sin importar quiénes les vean.
— ¿Lista para animar? — Pregunta Katy.
— Siempre — respondo sonriendo. — ¿Qué tal? — Pregunto abrazando a Anna y Christian.
— Confieso que estoy un poco nervioso, Justin no sabe que vengo, es una sorpresa.
Las chicas nos miramos entre nosotras y le ponemos ojitos.
— Eres tan mono — dice Katy.
— Eres un amor — le digo poniendo morritos.
Tom y Christian se ríen, pero es la verdad. Ponemos rumbo a las gradas y esperamos pacientes a que los chicos salten al campo. Las animadoras hacen sus coreografías y les aplaudimos. Karen es la nueva capitana y hay muy buen rollo en el equipo. Minutos después los chicos entran en el campo y Derek se queda sorprendido cuando ve a Tom a mi lado, asiente con la cabeza entendiendo por qué está aquí y me guiña un ojo. Le lanzo un beso y busco a Justin, está mirando fijamente a Christian, sonriendo como un niño con una piruleta. Veo mucho amor en sus ojos.
Le hace un corazón con las manos y se reúne con el resto del equipo. Se concentran y empieza el partido. Está bastante reñido y van empate hasta que en el último momento Justin hace la jugada maestra que les da la victoria. Cuando el árbitro pita el final del partido, saltamos al campo y vamos a celebrarlo con ellos.
— ¡Sois alucinantes! — Les felicita Tom. — Estoy seguro de que vais a ganar el campeonato.
— ¡Ojalá! — Exclama Alan exhausto.
Se han esforzado mucho y deben estar agotados, así que dejamos que vayan al vestuario y les esperamos en el parking.
— Me ha dicho Derek que mañana vais a visitar los campus de las facultades — comenta Katy.
— Sí, así es. Sam me dio la idea así que vamos a dar una vuelta por allí — apunto.
— ¿Queréis venir? — Pregunta Tom.
— Te agradezco mucho la invitación pero ya fui con mis padres — se disculpa Anna.
— Yo no estoy segura de lo que quiero estudiar, así que no quiero agobiarme visitando universidades en las que es más que probable que no estudie.
Ojalá pudiera ayudar a Katy, la veo muy agobiada pero esto tiene que hacerlo sola. No pasa nada si se toma un año libre para ella hasta que decida qué quiere hacer.
Cuando los chicos vuelven nos despedimos y le contamos a Derek los planes mientras caminamos hacia el coche.
— Acuéstate pronto porque mañana tenemos que madrugar — le pide Tom. — Va a ser un gran día.
— Estoy muy emocionado — dice Derek. — Me hace mucha ilusión ir con vosotros a ver los campus.
— ¿No los habías visto ya? — Pregunto.
Es raro porque tendría que haberlos visto el año pasado, aunque a lo mejor no fue.
— No, no fui. Ninguno fuimos — aclara refiriéndose a Katy. — No teníamos muy claro lo que queríamos estudiar y... Bueno, digamos que el año pasado no estaba muy centrado. — Además — comienza aunque le veo dudar — me daba un poco de miedo que viesen mi expediente. Katy y yo repetimos un curso cuando éramos pequeños. La separación de nuestros padres, la unión de la nueva familia, la mudanza... Nos afectó a los dos y los profesores recomendaron que repitiéramos. Por eso somos mayores que tú — confiesa.
— Vaya, no lo sabía. No te preocupes, estoy convencida de que eso no les va a importar.
— Eso espero, porque ahora me hace mucha ilusión ir contigo a verlos. Me arrepentí el año pasado cuando no fui.
— Eso lo vamos a arreglar ahora — responde Tom contento. — Seguro que los campus os van a encantar. Es otro mundo, ya lo veréis.
— Estoy seguro.
Derek y yo nos damos un beso y nos despedimos. Reconozco que yo también estoy emocionada por el plan de mañana.
A las 9.00h recogemos a Derek y ponemos rumbo a Seattle. Hay un poco de tráfico pero no tardamos mucho en llegar. Primero vamos a la WU, una de las opciones de Derek.
— Es preciosa — comenta Derek cuando bajamos del coche. — La puse como opción porque tiene un buen programa de fisioterapia, pero realmente me gustaría ir a la misma universidad que tú.
— No te agobies por eso, si a ti te aceptan en la WU y a Luna en la SU podéis veros a menudo, están como a quince minutos en coche — aclara Tom.
— Eso está genial — digo para animarle.
Recorremos el campus y Derek tiene razón, es precioso. Está rodeado de árboles que florecen por la época del año en la que estamos y hace que el campus sea encantador. Vemos los edificios grandes y otros más pequeños que deben ser las residencias. Entramos en el edificio principal y unos profesores muy simpáticos nos indican dónde está secretaría. Nos informan acerca del campus y el alojamiento y guardamos toda la información.
Tom nos invita a comer y por la tarde vamos a SU. Tardamos muy poquito en llegar y el corazón me da un vuelvo cuando piso el campus.
— Tengo que estudiar aquí — susurro.
— Lo conseguirás, estoy seguro — me anima Derek.
— No lo sé, ojalá.
— ¿Por qué dice eso? — Pregunta mi hermano.
— Porque no tengo tantos créditos extra como debería, además tampoco formo parte de ningún club y a lo mejor no les gusta que en mi expediente académico ponga que he estudiado online.
— Luna — Tom me agarra de los hombros y hace que pare y le mire — eres una estudiante brillante. Da igual que hayas estudiado online o presencialmente. Tus notas son las mejores, tienes todo sobresalientes y tienes créditos por dar clases particulares.
— Además — continúa Derek — los profesores pueden darte cartas de recomendación para ayudarte. Estoy convencido de que el Señor Marin, la Señora Quinn y la Señora Robins estarán encantados de hacerlo. A lo mejor pueden ayudarme a mí también — dice sonriendo, toda ayuda es poca.
— Sí, tienes razón — digo más animada. — Aún así quiero seguir esforzándome al máximo y sacar la nota más alta en esta segunda ronda de exámenes.
— ¿Estudiamos juntos? — Propone Derek con una sonrisa.
— Por supuesto.
Me coge de la mano y los tres juntos recorremos el campus. Es el mejor que he visto, las fotos no le hacen justicia. Hacemos el mismo recorrido al edificio principal y nos informamos sobre el campus y el alojamiento.
— Preciosa — dice Tom cuando salimos del edificio, — si quieres, puedes quedarte en el apartamento.
Le miro pensativa y no sé qué responder. Si viviera ahí sería con Derek, me encantaría pero no sé si estoy lista para volver a vivir allí. Tengo recuerdos muy malos y ahora mismo con todo lo que está pasando no puedo tomar una decisión tan importante. Además, me gustaría vivir la experiencia de las residencias de estudiantes.
— Me encantaría pero quiero probar en las residencias. No es que no quiera vivir contigo — le explico a Derek — es sólo que...
— Lo entiendo — me calma Derek con una sonrisa. — Además, dicen que en las residencias se hacen las mejores fiestas, y sólo podremos asistir si nos invitan. ¿Y cómo lograremos eso?
— Viviendo en las residencias — termina Tom por nosotros. — Lo entiendo, es algo que yo no viví, porque yo vivía en casa mientras estudiaba en la universidad y si es lo que tú quieres está bien.
Sonrío y le abrazo. Es muy comprensivo. Ahora que pienso en el apartamento de Seattle siento unas ganas enormes de visitar a mi padre.
— Tom... — Comienzo, pero dejo la frase sin acabar.
— Yo también quiero ir. Vamos.
Volvemos al coche y Derek nos mira pero no dice nada. Creo que le da miedo preguntar así que le explico antes de montarnos en el coche.
— Vamos al cementerio, a ver a mi padre.
Derek asiente y nos ponemos en marcha. Compramos unas flores y los tres le presentamos nuestros respetos a mi padre.
Isaac Miller
(1974 – 2011)
— Joder — exclama Derek y sé que al momento se arrepiente.
— Tenía treinta y siete años cuando tuvo el accidente — aclara Tom.
— Entonces, Luna nació cuando...
— Cuando él tenía treinta años — explica Tom.
— Era tan joven... — dice Derek en un susurro.
Ambos se retiran un poco para hablar y lo agradezco. Me siento en el suelo y miro el nombre de mi padre.
— Hola papá — comienzo. — Perdona que no haya venido a verte durante todos estos meses. No te he olvidado, al contrario, te he tenido más presente que nunca. No ha sido fácil establecernos en un sitio pero tengo suerte de haber conocido a buenas personas que me han ayudado. El chico que está allí — digo señalando a Derek — es mi novio. Llevamos cinco meses juntos y han sido los más felices de mi vida, pero también los peores. No te asustes por todo lo que voy a contarte, aunque seguramente ya lo sabes porque lo habrás visto desde el cielo. Mary, una chica del instituto, me hizo bullying desde el primer día que pisé el instituto. Llegué a pegarme con ella y la cosa no terminó bien. Hemos pasado por un juicio muy duro pero por suerte todo ha terminado. Creo que Derek te caería bien, Tom le ha aceptado en la familia, y eso que él es un hueso duro de roer, así que seguro que tú le adorarías. A Katy también, es una loquita y la trato como si fuera mi propia hermana. Alan es un poco reservado pero es un buen tío y Justin es mi mejor amigo, tuvimos conexión desde el primer momento que nos vimos y supe que nos íbamos a llevar bien. Los padres de Derek también te encantarían, son un amor, sobre todo Olivia. Me ha cuidado mucho tiempo mientras Tom y Sam estaban fuera y con ella me he sentido como en casa — cojo una flor y la huelo. — Espero que tu estés bien y perdona si te he preocupado, no era mi intención, de verdad. Estoy trabajando para mejorar mi carácter y mis reacciones, estoy corrigiendo mi tendencia escapista y me tomo las cosas con más calma, no dejo que me afecten tanto.
Derek y Tom continúan hablando, no sé de qué, pero no les quiero interrumpir.
— ¿Por qué no me lo contaste? — Pregunto con lágrimas en los ojos. — No te reprocho nada, pero, no sé. Está siendo todo muy difícil. Ojalá estuvieras aquí, te echo tanto de menos.
Limpio las lágrimas que caen por mi mejilla y cuando me pongo de pie Derek y Tom se acercan. Agradezco en silencio la privacidad que me han dado.
— ¿Quieres...? — Pregunto a Tom, pero me interrumpe.
— No. Hace poco estuve aquí, volvamos a casa.
Asiento y me acerco a Derek. Pasa un brazo por mis hombros y con su otra mano me limpia las mejillas. Me sonríe y me besa la frente. No hay mayor muestra de afecto que esa.
Dejamos a Derek en su casa y Tom pide una pizza para cenar. Subo a mi habitación a ducharme y cuando bajo me freno en seco al oír los acordes de mis películas favoritas.
— ¿A qué viene esto? — Pregunto con una sonrisa.
— Me apetecía — responde Tom. — Vamos ven.
La pizza llega minutos después y cenamos viendo Harry Potter.
— Mañana terminamos la maratón, ¿vale? — Propone Tom al terminar la tercera película.
— No es necesario, estoy bien — le comento. — Si haces esto porque hemos ido al cementerio, o por lo que ha pasado con Eliana...
— No — me interrumpe. — Hago esto porque quiero.
— Vale, pues mañana terminamos.
Le doy un beso y subo a mi habitación. Antes de acostarme siento un impulso muy grande y enciendo el ordenador, relleno los datos del formulario, pongo la dirección de mi casa y pago los veinte dólares que cuesta el trámite. Ya le daré a Tom las explicaciones que deba cuando llegue el documento.
Al día siguiente terminamos de ver la maratón de Harry Potter y al final del día entiendo por qué lo ha hecho. Debe marcharse el viernes diecisiete para ultimar los preparativos de la inauguración.
— Yo también voy.
— No, preciosa, debes quedarte. Los exámenes están a la vuelta de la esquina y debes prepararte bien.
— Cierto — mierda. — ¿Cuándo volverás?
— Pronto. Pero no vas a estar sola, Sam vendrá para quedarse contigo.
— Vale — respondo sonriendo.
No hay nada que pueda hacer, sólo esperar a que vuelvan, pero tiene razón, debo centrarme en mis estudios y prepararme para graduarme.
Después de cenar subo a mi habitación y le mando un mensaje a Derek.
Tom se marcha la semana que viene.
¿Ya? ¿Tan pronto?
Sí. Debe ayudar a Sam con los últimos preparativos y quedarse allí para la inauguración.
¿Estás bien?
Sí.
Pero no me cree porque me llama.
— Estoy bien, de verdad — y esta vez lo digo en serio.
— Lo sé, sólo quería oír tu preciosa voz.
— Eres adorable.
— Tú sí que eres adorable — noto amor en su voz, ese amor que sólo demuestra alguien enamorado de verdad.
— Quería proponerte una cosa. ¿Qué te parece si esta semana nos ponemos a estudiar a tope y el fin de semana que viene volvemos a Seattle?
— Me parece un plan perfecto, así vemos más campus y hacemos turismo, me gusta esa ciudad.
Me agrada verle tan entusiasmado, sólo espero que no se enfade cuando sepa la verdadera razón por la que quiero ir a Seattle. Espero que no se tome a mal que no quiera ver campus. Quiero ir a mi antigua casa, necesito respuestas y algo me dice que allí voy a encontrarlas.
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