Capítulo XXXIII
— ¿Por qué no quieres hablar conmigo? ¿No quieres saber la verdad? — Pregunta Eliana alzando la voz.
— ¡No! — Respondo sobresaltada. — ¡No quiero saber tu verdad! ¡Sólo quiero que me dejes tranquila!
— Lo estás, bueno, ahora no, pero lo has estado. En el cumpleaños de Derek, en San Valentín y vuestro viaje en barco, en el cumpleaños de Justin...
— Tú... Tú... Tú no tienes vergüenza — digo conteniendo como puedo la rabia que siento. ¿Me ha estado siguiendo? ¿De qué cojones va? — Dices que te preocupas por mí pero no me das el tiempo que te pedí.
— ¿Tiempo? ¿Para qué? Es tiempo perdido, no lo necesitas — Dice con superioridad. — ¿Quieres tiempo para investigar? No te hace falta, yo tengo todas las respuestas.
— ¿Y quién me asegura que lo que vayas a decirme es cierto? ¿Tienes alguien que corrobore tu historia o algún documento que la certifique? — Pregunto cruzándome de brazos.
— Tus hermanos...
— No les metas en esto — digo amenazándola mientras la señalo con el dedo.
— ¿Cómo que no? Tus hermanos te han engañado, te han mentido y no te dejan descubrir quién eres...
— ¡No te necesito para descubrir quién soy! — La interrumpo gritando. — No he tenido madre, no la he necesitado y no la necesito. ¡Vete de mi vida de una puta vez! — Digo estallando.
— ¡¿Qué cojones haces aquí?! — Oigo una voz detrás de mí.
— Tú no te metas en esto — responde Eliana señalando a Derek con el dedo.
— No vuelvas a señalarme así — le amenaza Derek poniéndose delante de mí.
— No es asunto tuyo, tú no pintas nada aquí.
— Estás jodiendo a mi chica, así que sí, es asunto mío.
— ¿Yo? Te estás jodiendo tú solita — dice mirándome a los ojos. — Te lo estoy poniendo fácil, tengo todas las respuestas que necesitas y puedo dártelas aquí y ahora. Quiero contártelo todo pero no me dejas acercarme a ti.
— Claro que no te dejo — respondo con la voz un poco temblorosa. — No quiero nada de ti, déjame en paz de una vez.
— No pienso hacerlo — sentencia Eliana cruzándose de brazos — no hasta conversar contigo sobre ello.
— Se acabó — saco el móvil y marco el número de Tom.
— Hola preciosa, ¿Qué tal...?
— Necesito que vengas — le interrumpo al borde de las lágrimas.
— Enseguida estoy allí.
Cuelgo y respiro hondo. Ahora mismo estoy de espaldas a Eliana y noto su mirada fija en mí. Sólo necesito que me de tiempo. Si tanto se preocupa por mí, ¿por qué no me lo da? ¿No se da cuenta de que ya he sufrido bastante? Joder, sí, claro que he disfrutado y lo he pasado bien con Derek y los demás, pero, ¿no recuerda que estuve ingresada porque mi cuerpo ya no podía más? ¿Acaso quiere verme así de nuevo? Una madre no haría eso a su hija. Una madre daría el tiempo que necesita para asimilar la noticia. Una madre haría lo necesario para su bienestar. Una madre sólo querría lo mejor para su hija. En definitiva, una buena madre no habría abandonado a su bebé.
— ¿Le has llamado? — Pregunta Eliana. Me giro y veo que empieza a retroceder.
— Sí, al parecer es la única forma de que me dejes en paz — respondo derrotada.
— Escúchame bien — dice muy seria — tus hermanos no van a contarte nada porque no lo saben. Tom es tu hermano mayor y aún así era joven, muy joven, cuando todo pasó. Recuerda lo que quiere y no creo que hablara con tu padre del tema. Él sólo va a contarte su versión para ponerte en mi contra.
— Eso lo has hecho tú solita — intercede Derek por mí. — Tú sola la has alejado, estás haciendo las cosas muy mal, Eliana.
Eliana le mira pero no le responde, sabe que en el fondo tiene razón. Podría haber hecho las cosas de otra forma, si lo que dice es cierto no puede recuperar 18 años de relación en unos días.
— Ellos te van a privar de conocer la historia y sí, tengo una persona que la puede corroborar y estará encantada de hacerlo. Recuerda mis palabras, Luna. Tienes derecho a saber de dónde vienes, mereces conocer tu historia.
Dicho esto, da media vuelta y se va. Siento cómo me tiemblan las piernas y el corazón me late a mil por hora. He tenido un enfrentamiento muy duro con Eliana y no sé cómo va a reaccionar mi cuerpo. Por el momento parece que bastante mal. Intento respirar hondo por la nariz y soltarlo por la boca tal y cómo me han enseñado. Al principio me cuesta pero poco a poco voy recobrando la compostura.
— Pequeña... — Derek me agarra, me sienta en la grada y se arrodilla delante de mí.
— ¡Derek! — Le llama el entrenador.
— Ve — digo mirándole. — Estoy bien.
— ¿Seguro?
No. Lo sabe, pero tengo que estar bien.
— Sí, ve.
Me da un beso en los labios y otro en la frente y se marcha sin ganas. Han pasado unos diez minutos, más o menos, y Derek no me ha quitado el ojo de encima. Agradezco que se preocupe por mí, al menos me verá si caigo desplomada de nuevo. Por el rabillo del ojo veo una silueta acercarse y me levanto en cuanto veo que es Tom. Me lanzo a sus brazos y le abrazo fuerte enterrando mi cara en su pecho.
— ¿Qué ocurre?
Yo sólo niego con la cabeza. Ojalá nada de esto hubiera pasado.
— Preciosa, ¿qué pasa? — Pregunta muy preocupado.
— Eliana ha estado aquí — confieso entre lágrimas.
Le cuento lo que ha pasado y veo cómo poco a poco su gesto pasa de preocupación a enfado monumental.
— La mato, te juro que la mato — dice pasando sus manos por el pelo.
— No — digo intentando apaciguarle un poco. — Yo... Yo no... — Pero no sé qué más decir.
— Aquí no — dice muy serio. — Vamos a casa.
Coge mi mano y mira hacia el campo. Derek hace un gesto entendiendo que nos marchamos. Me monto en el coche con Tom y hacemos el camino de vuelta a casa en silencio. Yo no sé qué decir y mi hermano debe estar ordenando sus pensamientos, o ideando la mejor forma de matar a Eliana. Cuando llegamos a casa va directo al salón, hace videollamada con Sam y le pone al corriente de lo ocurrido.
— Luna — me llama Sam — ¿estás bien?
— Sí, más o menos — respondo sin estar muy segura.
— Cariño, dinos lo que necesitas y lo haremos.
— Sam — intenta cortarle Tom pero no funciona.
— Hermano, tenemos que dejar que Luna haga las cosas a su manera, bastante la hemos fastidiado nosotros ya. Dinos lo que necesitas y lo haremos — repite Sam.
— Sólo quiero que me deje tranquila. Está forzando mucho las cosas. No puede llegar de repente, soltar la bomba y esperar que la reciba con los brazos abiertos.
— No, claro que no — apunta Tom. — Quizá si te hubiéramos hablado más de tu madre no estaríamos en esta situación.
— Yo no quise saber nada de ella, y sigo sin quererlo.
— Papá decía que no hay explicaciones válidas para ciertos temas — dice Sam desviando el tema — y este era uno de ellos. Al final se llevó su secreto a la tumba.
— No del todo — confiesa Tom. — Una noche me senté con papá a hablar y me lo contó todo. Bueno, casi todo, seguro que hay algo que no me quiso contar. Conozco a una persona que puede rellenar esas lagunas que tengo, colocar las piezas del puzle que falta. Puedo llamarla ahora mismo y...
— No — respondo alzando la voz. — Es que... Es que creo que no estoy lista — digo mirando a ambos. — Quiero escuchar vuestra versión, quiero que me lo contéis todo pero no... Esto va a cambiarlo todo y no estoy lista para que eso pase, no estoy preparada — confieso.
— Lo entendemos — responden mis hermanos a la vez.
— Cuando estés lista aquí estaremos — dice Tom. — Sólo tienes que decirlo.
— Da igual el tiempo que tardes, como si no quieres saberlo en años, estás en tu derecho — dice Sam. — Sólo espero que puedas perdonarnos algún día.
— No tengo nada que perdonaros, sé que lo habéis hecho por mi bien. Las cosas pasan por una razón y seguro que esta es unirnos más aún, aunque al principio no lo pareciera.
Mis hermanos se miran entre ellos a través de la pantalla y después me miran a mí. En sus ojos puedo ver culpabilidad, lástima, miedo... Todo lo que siento yo. Culpable por haberles tratado tan mal, lástima por ellos por haber tenido una carga tan pesada sobre sus hombros, miedo a que todo cambie y ninguno volvamos a ser los mismos. Es todo muy complicado y Eliana lo está haciendo aún más difícil.
— Necesito estar sola — me despido de Sam, le doy un beso a Tom y subo a mi habitación.
Me tumbo en la cama, derrotada y cada vez tengo más claro que Eliana es mi madre, pero no me lo creeré del todo hasta que no tenga delante un papel que lo demuestre. He estado a punto de saberlo todo, he tenido en mi mano la oportunidad de conocer toda la verdad y no me he atrevido. ¿Soy cobarde? No, claro que no. Sólo necesito prepararme mentalmente para lo que viene. Después de lo que me pasó he aprendido a tomarme las cosas con más calma y si mi cuerpo y mi mente hacen que sienta rechazo sobre este tema es porque no podré soportar lo que tengan que decirme. Eliana conoce a alguien que puede corroborar su historia, mis hermanos conocen a otra persona que puede llenar sus lagunas. ¿Casualidad? No lo creo. Quizá sea algún antiguo amigo o compañero de papá. Lo único que tengo claro es que no estoy lista para confirmar que tengo madre porque no sé si podría aceptarla en mi vida. La vibración de mi móvil me devuelve a la realidad. Es Sam.
— Hermanita, ¿estás bien?
— Sí, tranquilo estoy bien. Sólo necesitaba un momento a solas para pensar.
— Eso significa que te sale humo de la cabeza — dice intentando aliviar la tensión. Eso hace que me ría un poco y noto que se relaja al otro lado de la línea. — Esa es mi chica. Escúchame, lo que dije antes era cierto. Dime lo que necesitas y lo haré, si necesitas algo yo puedo conseguírtelo.
Lo sé, seguro que movería cielo y tierra por mí pero prefiero hacer esto por mí misma, así me aseguro de que no tiene ninguna manipulación.
— Te lo agradezco pero ahora sólo tengo cabeza para el último curso, está siendo muy duro.
— Respecto a eso — dice cambiando de tema, cosa que agradezco. — He hablado con Tom sobre las universidades y, aunque ya hayas enviado las solicitudes, es buena idea que vayas a visitar los campus así ves cómo son. También puedes ir a las jornadas de puertas abiertas y asistir a las charlas.
— Sí, es buena idea — muy buena en realidad.
— Tendrías que haberlo hecho el año pasado pero como no estábamos aquí... Pero estás a tiempo. Estoy convencido de que te van a admitir en todas las facultades a las que has enviado la solicitud, así que ¿por qué no vas a visitarlas y así también te despejas un poco?
— Sí, puede que lo haga. — De hecho, voy a hacerlo, porque se me acaba de ocurrir un plan brillante. — Gracias, hermanito, por tus buenos consejos.
— Estamos para servirla, bella damisela.
Ese comentario hace que nos riamos y poco después colgamos. Derek viene a verme y bajo corriendo a refugiarme en sus brazos.
— ¿Cómo estás, pequeña? — Pregunta preocupado.
— Mejor, estoy mejor. He hablado con mis hermanos y estoy más tranquila.
— ¿De verdad?
— De verdad.
— Me alegra mucho oír eso — noto cómo respira aliviado. Seguro que ha pasado el entrenamiento entero con la cabeza en otra parte. Pensando en mí, concretamente.
— Venid — dice Tom — comamos algo.
Ha sacado unos refrescos y unas bolsas de chucherías y patatas fritas.
— Sam me ha dado un consejo muy bueno — digo cogiendo una patata. — Me ha dicho que podría ir a visitar los campus. ¿Te apetece que vayamos de excursión? — Le propongo a Derek.
— Claro que sí, me parece una idea buenísima.
— A mí también. Si queréis puedo ir con vosotros — se ofrece Tom. Derek asiente encantado. — Pues ya tenemos plan para este fin de semana.
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