Capítulo XXXI

Ha pasado una semana desde que decidí investigar a fondo sobre mi pasado pero no he conseguido nada, tampoco lo he intentado. No sé cómo abordar el tema sin levantar demasiadas sospechas. Tom es demasiado listo y en cuanto empiece a hacer preguntas sobre dónde nací, si fue realmente en Seattle, el nombre del hospital o cualquier dato referente a mi pasado va a saber lo que estoy haciendo. Quizá deba empezar por Olivia, ella no sabe nada y es probable que me de los datos que necesito de Eliana sin que le parezca demasiado raro, sólo tengo que encontrar el momento adecuado.

Bueno, al menos una cosa ya está hecha. Esta semana hemos enviado todos las solicitudes de admisión a la universidad. Puse varias opciones pero la primera fue la Universidad de Seattle, de todas las que he visto es la que más me ha gustado, la que mejor programa tiene. Las valoraciones de antiguos alumnos también cuentan y en los foros la ponen como la mejor del estado, bueno, puede que eso no sea cierto, pero que es de las mejores sí. Sonrío al ver el nombre en la pantalla, Katy me está llamando.

— ¡Hola nena! — Saludo contenta.

— Hola pequeña.

— Cómo te ha cambiado la voz — digo riendo.

— ¡Oye! — Esa sí es Katy. — Hola bombón — me saluda. — Queremos proponerte una cosa.

— Soy toda oídos.

— ¿Te apetece que nos arreglemos juntas para la fiesta de Justin...

— Y luego duermes en nuestra casa? — Comenta Derek terminando la pregunta.

— ¡Claro que sí! — No se me ocurre un plan mejor.

— ¡Genial! ¡En un rato nos vemos!

Nos despedimos y colgamos. Salgo de la habitación y voy dirección al despacho de Tom, pego la oreja a la puerta y como no oigo ruido ni voces, toco un par de veces y abro un poco.

— Pasa, preciosa.

— Hola precioso — digo a modo de saludo. — Voy a irme a casa de Derek, Katy quiere que nos arreglemos juntas y esta noche duermo allí.

— Es un plan estupendo, vais a pasarlo genial. — Se queda un momento en silencio y me mira fijamente. — ¿Estás más tranquila ahora que has enviado las solicitudes?

— Sí — resoplo sentándome a su lado — la verdad es que sí. Ojalá Derek y yo podamos ir a la misma universidad y estaría genial que Anna también viniera.

— ¿Anna ha enviado la solicitud para la misma facultad?

— Sí, tiene un buen programa de enfermería y ha visto que podría hacer prácticas en el Sweedish Hospital.

— Espero que tenga suerte porque es un hospital muy bueno, allí nacimos los tres.

— ¿En serio?

No me puedo creer la suerte que acabo de tener, yo comiéndome la cabeza pensando estrategias para sacar información sin ser descubierta y sin planearlo aquí lo tengo. Me aplaudo mentalmente.

— Qué coincidencia, ¿no? — Pregunto sonriendo pero sin que se note demasiado.

— Tampoco tanto como coincidencia.

— Con la cantidad de hospitales que hay en Seattle sí.

— Es el que está más cerca de nuestra casa — responde riendo. — Así que era obvio.

— También es verdad. Pues si tú me dices que es bueno ya sé donde ir cuando tengan que nacer mis hijos.

De repente la conversación y el ambiente cambian totalmente. A Tom le brillan los ojos y empieza a sonreír despacio.

— Me encantaría ver cómo formas tu familia con la persona que amas — me dice de corazón.

A mi también me encantaría, vivir con Derek, tener hijos con él, tener nuestra propia familia... Es un sueño muy bonito que ojalá se cumpla algún día.

— Bueno — digo interrumpiendo el momento — será mejor que vaya a prepararme las cosas.

— ¿Dónde celebra Justin su cumpleaños?

— En la bolera.

— Pasadlo muy bien.

— Eso dalo por hecho — le guiño un ojo y salgo del despacho.

Una hora más tarde Derek llama a la puerta y Tom le invita a tomar un café pero rechaza la invitación.

— Lo siento pero ya vamos un poco justos de tiempo.

— No pasa nada. Tened cuidado, ¿vale? Divertíos mucho — dice Tom dándome un abrazo.

Le doy un beso y nos marchamos.

— Te veo especialmente contenta.

— Y tanto que lo estoy — si tú supieras... — Me hace ilusión ir al cumple de Justin. Además, es la primera fiesta que dará con Christian.

— Tienes razón, vamos a pasarlo muy bien.

— ¡Sí! — Exclamo feliz.

Cuando llegamos a su casa Olivia no está. Bueno, tampoco tengo tiempo a pararme a hablar con ella, Katy ya me espera en su habitación.

— Estoy súper feliz por Justin — comenta Katy mientras nos arreglamos.

— Yo también. Ya era hora de que él también fuese feliz.

— ¿Con Anna no era feliz?

— Sí. A ver, imagino que sí, por algo estaba con ella. O tenía esa relación con ella, pero desde que está con Christian le veo distinto. Diferente en el buen sentido — apunto.

— Sí, tienes razón, Christian le ha hecho mucho bien. Quizá siempre ha tenido curiosidad por los chicos o se sentía atraído por ellos pero no se atrevía a dar el paso, es normal. Me alegro de que lo haya hecho — sentencia Katy mientras termina de hacerse el moño.

Yo me hice una coleta alta, así vamos más cómodas a jugar a los bolos. Cuando estamos listas, dejo mi mochila en la habitación de Derek, cogemos los regalos y nos marchamos a la fiesta.

Somos los primeros en llegar, Justin, Christian y Anna llegan poco después y Alan llega el último.

Cuando entramos en la bolera suena Glad you came de The Wanted y presiento que va a ser una buena noche.

Nos cuesta un poco, pero tras pedir las zapatillas para jugar, hemos convencido a Justin de que la cena la paguemos entre todos, las partidas de bolos ya son muy caras y vamos a jugar unas cuantas.

No he ganado ninguna pero al menos he logrado una puntuación decente, algo es algo. Nos sentamos, cogemos la carta y decidimos pedir un poco de todo: patatas, nuggets, palitos de mozzarella...

— Pues mientras esperamos la cena... ¡Abre los regalos! — Exclama emocionada.

— Voy a por ellos — dice Derek, Alan le acompaña porque también lo tiene en el coche.

— ¡El mío primero! — Pide Katy cuando regresan.

— Admiro tu buen gusto, muchas gracias — dice Justin al ver la cantidad de ropa que le ha regalado Katy.

— Mi turno — dice Anna dándole una bolsa.

Justin la abre, saca el bote de colonia, se echa un poco y lo huele.

— Qué bien me conoces — dice Justin dando un abrazo a Anna.

— ¡Nuestro turno! — Exclamo yo.

— Chicos, os habéis pasado, no era necesario — dice Justin al ver la chaqueta de cuero y el videojuego que le hemos regalado. — Sois los mejores.

— Sólo falto yo — dice Christian dándole un sobre.

Todos nos arrimamos a ver qué contiene y nos quedamos de piedra al verlo. ¡Es un fin de semana sorpresa! Derek me mira de reojo y sonríe, seguro que le recuerda al fin de semana sorpresa que le preparé yo por su cumpleaños, solo que esto parece más como una escapada o un viaje. Justin parece que va a llorar, está muy emocionado.

— Muchísimas gracias de verdad — se levanta, coge la cara de Christian entre sus manos y le da un beso en los labios. Todos aplaudimos y les vitoreamos.

Christian se ha esforzado mucho en tener un detalle con Justin, aunque estoy convencida de que él es su mejor regalo.

Después de cenar y tras haber soplado las velas jugamos la última partida con Wake me up de Avicii sonando por los altavoces.

Llegamos a casa tan cansados que nos dormimos enseguida.


Un dolor de cabeza horrible me despierta por la mañana, hacía mucho que no tenía una jaqueca así. Derek aún está dormido así que me levanto sin hacer ruido y bajo a la cocina.

— Buenos días cariño — me saluda Olivia. — Tienes mala cara, ¿te encuentras bien?

— Buenos días. Me he levantado con dolor de cabeza.

— Ven, desayuna conmigo y toma después un ibuprofeno.

Hago caso y la sigo al salón con mi taza de café y un donut. Al terminar me recuesto en el sofá y Olivia me pregunta sobre la fiesta.

— Estuvo genial, nos lo pasamos muy bien.

— Me alegro mucho. Christian parece un buen chico.

— Lo es — afirmo muy segura.

— He tenido mucha suerte, ¿sabes? Siempre he tenido miedo de que mis hijos salieran con mala gente y cuando Derek empezó a frecuentas esas compañías me temía lo peor. Pero al final no fue así, Katy está con Alan que es un chico maravilloso y con una familia estupenda y Derek está contigo. Eres la mujer que siempre he deseado para mi hijo.

— Tampoco soy para tanto — digo sonrojándome un poco.

— Sí lo eres. Eres especial, Luna Miller — sentencia cogiendo mi mano. — Y no soy la única que lo piensa.

— ¿Ah no? ¿Quién más? — Pregunto curiosa.

— Ellie.

Mierda, me revuelvo sólo de oír ese nombre, pero es mi oportunidad. Estoy a solas con Olivia, tengo que interpretar el papel de mi vida y conseguir la información que necesito.

— Qué buena mujer — digo intentando sonreír.

— Lo es. Quizá la invite a tomar un café un día de estos. Siempre me pregunta por vosotros y me dice lo mucho que le gustaría volver a veros.

— Puede que sea buena idea, así también conocemos más sobre ella. Al fin y al cabo nos ha contado muy poquito — Olivia me mira levantando la ceja y se ríe. — ¿Qué? — Pregunto riendo. — Me puede mi vena cotilla como a Katy.

Eso hace que se ría aún más y empieza a contarme más cosas sobre ella. No sobre su pasado ni su vida si no de su personalidad. Dice que es una persona maravillosa, que atiende a la gente con un cariño que no suele ser usual. Tranquiliza tanto a niños como a mayores y no discrimina a nadie.

— Juraría que a veces veo tristeza en su mirada. Quizá haya vivido algún momento malo o le haya ocurrido algo que la haya marcado para siempre.

¿Abandonar un bebé, quizá? «No, Luna. No vayas por ahí porque te cabreas y ahora no puedes enfadarte».

— Bueno todos hemos tenido malas vivencias en algún momento y al final acaban formando parte de nosotros. Lo importante es si lo has superado o has aprendido a vivir con ello.

— Yo creo que ha aprendido a vivir con ello porque no tiene pinta de haber superado aquello que le ronda la mente — dice Olivia con tristeza.

— ¿No sabes nada de su pasado? — Pregunto intentando profundizar más la conversación.

— No sé mucho más que vosotros. Vivió en Seattle mucho tiempo y como no le gustó esa ciudad al final se marchó — de repente se calla y me mira. — Quizá lo que le pase es que no tenía buena relación con sus padres y por eso le afectó tanto que fallecieran. A lo mejor quería haber hecho las cosas de otra forma con ellos.

— Quién sabe, puede ser. Me gustaría saber más cosas sobre ella.

— ¿Cuáles? — Pregunta Olivia curiosa.

— Su apellido, por ejemplo. Quizá si la buscamos en internet aparezca algo — digo riendo. — El señor Google tiene todas las respuestas.

— Norris — me responde Olivia riendo. — Se apellida Norris.

¡Perfecto! Ya tengo todos los datos. Estoy aplaudiendo mentalmente cuando oigo ruidos a mi espalda. Me giro y Derek nos observa desde el umbral de la puerta. Su mirada me dice que le debo una buena explicación.

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