Capítulo XXIV

— No te vayas — le suplico a Derek cuando logro despertar.

— No voy a irme a ningún lado pequeña — me responde muy serio.

Levanto la cabeza para mirar a Aidan y él asiente.

— No te preocupes, no va a marcharse.

Respiro aliviada y vuelvo a cerrar los ojos. Durante la noche me despierto a ratos pero estoy tan cansada que no abrí ni los ojos, sólo oigo la puerta abrirse y cerrarse y Aidan le dice a Derek que va a cubrir el turno de un compañero así que estará por aquí y que le llame si necesita algo. Me acurruco contra Derek y me vuelvo a dormir.

Cuando por fin consigo abrir los ojos veo que está amaneciendo, Derek está a mi lado y me sonríe.

— No has dormido en toda la noche, ¿verdad? — Le pregunto preocupada.

— No, no podía — me confiesa. — Pero no estoy cansado.

Me acurruco contra su pecho y le abrazo.

— ¿Recuerdas lo que pasó anoche? — Me pregunta.

— Sí — respondo, — sí me acuerdo.

La puerta se abre de repente y entra Aidan, coge una silla y se sienta frente a la cama.

— ¿Cómo estás Luna? — Me pregunta dubitativo.

— Bien, estoy bien, más tranquila — ninguno dice nada así que decido romper el silencio. — Siento mucho lo de anoche.

— No te disculpes, esa mujer tiene algo que... Que no me gusta — confiesa.

— ¿Qué ha pasado? — Pregunta Derek.

— ¿Oíste los gritos?

— ¿Qué gritos? — Pregunto confusa. Yo no me he enterado de nada. «¿Cómo te ibas a enterar si te pusieron un tranquilizante? Estabas más dormida que despierta».

— La mujer que quería entrar anoche — empieza a contar — no quería irse. Discutió con dos enfermeras y quiso entrar a la fuerza. Al final tuve que llamar a seguridad para que la echasen y la han prohibido la entrada. ¿Quién es esa mujer? — Pregunta cabreado. Ninguno de los dos respondemos. — Luna vi terror en tus ojos, si esa mujer te ha hecho daño, te ha amenazado o le tienes miedo el hospital puede ayudarte.

Miro a Derek y él asiente, yo también confío en él. Quizá sí pueda ayudarme.

— Sé que no estás así sólo por el juicio — continúa Aidan ante nuestro silencio — ella ha influido mucho, anoche me quedó bastante claro.

— Esa mujer — empiezo a relatar — no sé cómo contarlo... — Derek coge mi mano y me abraza con su otro brazo. — Se llama Eliana y es una amiga de Olivia, la madre de Derek. La conocí cuando vivía con ellos, parecía simpática y se preocupaba mucho por todos, siempre nos preguntaba qué tal estábamos y... No sé, parecía buena persona. Cenamos juntos en Nochevieja y la vi hablar con uno de mis hermanos, yo pensé que a ella le gustaba, me hacía gracia esa escena. Mi hermano a veces puede resultar intimidante.

— Y esa noche lo era, impone mucho cuando va vestido de traje — cuenta Derek divertido. Imagino que quiere aliviar un poco la tensión del momento.

— Eso es — respondo con una sonrisa. — Pero no era nada de eso. Eliana se presentó en mi casa la mañana de Año Nuevo y confesó que era mi madre y quería recuperar la relación conmigo.

— Espera un momento, ¿tu madre? Pero...

— No tengo padres — confieso interrumpiéndole. — Mi padre falleció cuando yo tenía 7 años y mi madre me abandonó al poco de darme a luz. Yo tenía fotos suyas en un álbum pero desaparecieron, creo que mis hermanos las han escondido.

— ¿Tus hermanos que dicen? — Aidan es muy expresivo y tiene cara de estar flipando.

— Sus hermanos lo niegan todo el rato pero nos pareció muy raro que la conocieran. Cuando se presentó aquella mañana Tom la llamó Eliana, no Ellie, que era como la conocíamos nosotros — explica Derek.

— Sí, por eso yo me enfadé. No tengo ni idea de cuál es la verdad ni la razón por la que hace todo esto pero... — Me recuesto sobre Derek y me llevo la mano a la cabeza, me está empezando a doler. — Quise tratar los problemas uno a uno, primero el juicio, que era lo más importante, y luego el tema de Eliana, pero ella no podía dejarlo estar. Se presentaba en casa de Olivia sin avisar, me llamaba por teléfono y me mandaba mensajes y ahora también se presenta en el hospital.

— Voy a hacer una pregunta un poco absurda, ¿por qué no le pides a tus hermanos que te cuenten la verdad? — Pregunta Aidan.

— Porque estoy dolida. Me han mentido y seguro que hay una buena razón para ello pero nosotros siempre hemos sido sinceros y que me hayan ocultado ese secreto... Me ha dolido mucho. Entiendo que sea por mi bien pero ya soy mayor y tengo derecho a saber de dónde vengo. Por un lado quiero sentarme con ellos y que me cuenten todo pero por otro quiero investigar y cuando tenga los documentos, pruebas o lo que sea estaré más tranquila sabiendo que podré comprobar que lo que me cuentan es cierto. No sé si la historia que me relaten será una verdad o una verdad a medias. Así que quiero poder comprobarlo y para ello necesito estar tranquila.

— Pero Eliana no la deja — termina Derek.

— No, es una pesada y no me deja tranquila. La dije hace unos días que no quería saber nada de ella, que me dejase en paz pero no hace caso.

— ¿Tu madre lo sabe? — Le pregunta Aidan a Derek.

— No, no lo sabe. Queremos contárselo pero no sabemos cómo.

— Quiero esperar un poco, primero tengo que aclararme — sentencio.

— ¿La creéis? — Pregunta Aidan.

— Al principio no — respondo — pero hay evidencias que apuntan a que sí, por lo que te he contado de mis hermanos, es todo muy raro. Por más que lo nieguen en sus ojos veo que me están mintiendo. A parte de que quieren sentarse a hablar conmigo y si no hubiera nada que contar no estarían tan nerviosos.

— Y que Tom se pusiera echo una furia esa mañana no ayuda nada — apunta Derek. Tiene toda la razón, eso fue lo que más me llamó la atención y me hizo dudar de ellos.

— ¿Hay alguna forma de asegurar 100% si es o no es mi madre? — Pregunto con esperanza.

— Lo más fiable es una prueba de paternidad.

— ¿Podría hacerla sin que se entere mi hermano?

— Primero Eliana debería estar dispuesta a hacerla, pero necesitas el consentimiento de tu hermano — dice con voz suave.

— Entonces no, joder — mierda mi hermano. — Aidan no puedes contarle lo que ha pasado.

— Luna... — Empieza a decir Aidan nada convencido.

— Por favor — le suplico.

— En esto estoy de acuerdo con ella — interviene Derek — si Tom se entera se enfadará muchísimo e irá a por Eliana y sabemos que a Luna no le conviene alterarse.

Buena jugada Derek.

— Deja que se lo contemos nosotros, por favor — le suplico una última vez.

— De acuerdo — accede al final. — Pero si pregunta no puedo mentirle.

— Vale — respondo sonriendo. Ahora sólo me queda rezar para que no pregunte.

Un par de horas después Tom entra en la habitación.

— ¿Qué tal habéis pasado la noche? — Pregunta mientras se acerca a darme un beso.

— Bien, tranquila — respondo rápido. Parece que se lo cree y respiro aliviada. — ¿Puede venir Katy? Quiero verla — le pido a Tom.

— Claro que sí — responde — voy a llamar a Olivia mientras busco al médico para hablar con él — coge su móvil y sale de la habitación.

— Bueno, de momento vamos bien — dice Derek.

— Sí, ahora sólo espero que no se cruce con ninguna de las enfermeras con las que discutió Eliana anoche.


Olivia y Katy vienen por la tarde y Derek aprovecha para irse a casa a ducharse y descansar un poco.

— Cariño, ¿Cómo estás? — Pregunta Olivia dándome un abrazo.

— ¡Estaba tan preocupada por ti! — Grita Katy tumbándose conmigo en la cama.

— Estoy bien, no os preocupéis de verdad — les digo para tranquilizarlas.

— Ellie te manda recuerdos — dice Olivia. — He hablado con ella esta mañana y me ha dicho que le encantaría venir a verte.

— Eso no va a ser posible — sentencia Tom muy serio mientras yo niego con la cabeza. — El médico ha dicho que es mejor que esté tranquila y estamos restringiendo las visitas — aclara Tom con voz más suave.

— Claro, lo entiendo — responde Olivia con una sonrisa. — Vamos Tom, te invito a un café.

Ambos salen de la habitación y me quedo sola con Katy.

— Cierra la puerta — le pido a Katy. Lo hace y vuelve a sentarse conmigo en la cama. — ¿Eliana ha ido a tu casa hoy?

— No, mi madre ha hablado con ella por teléfono. ¿Por?

— Anoche estuvo aquí.

— ¡¿Qué?!

— Lo que oyes. Se presentó aquí y quiso entrar por la fuerza. Aidan nos ha dicho que discutió con dos enfermeras y tuvo que llamar a seguridad para que la echaran.

— ¿Quién es Aidan? — Pregunta Katy confusa.

— Es un enfermero. Ha estado cuidando de mí desde que ingresé. Le conté lo que pasó con Eliana.

— ¿En serio?

— Sí. Estaba muy preocupado y vino a preguntar si esa mujer me había hecho algo. Le conté lo que ocurrió y alucinó. Me dijo que hay una forma de saber si es cierto, con una prueba de paternidad.

— Ya lo había pensado yo — me interrumpe Katy. — Pero no te lo dije porque necesitas el consentimiento de uno de tus hermanos.

— Ya... Eso me dijo él. Tendré que investigar otra forma de descubrir la verdad.

— Te juro que voy a matarla, no tiene vergüenza. Si tanto se preocupa por ti ¿por qué viene al hospital? Sabe que estás mal y en gran parte es por su culpa. Le dijiste que no querías saber nada de ella, la bloqueaste y aún así sigue insistiendo. La odio a muerte — dice Katy alterada. — Espero no volver a verla porque no sé cómo voy a reaccionar.

— Ojalá pero ambas sabemos que no se va a dar por vencido tan fácilmente.

Un rato después Olivia y Katy se marchan y Derek vuelve anunciando que va a pasar la noche conmigo. Tom también se queda. Aidan no ha vuelto por aquí así que imagino que habrá terminado su turno. Por suerte la noche es tranquila y los tres podemos descansar. Por la mañana el médico pasa a verme y tras hacer un par de comprobaciones me da alta pidiendo que vuelva el viernes para controlar la tensión y hacer un chequeo. Me dejan sola para que pueda vestirme y justo cuando termino Aidan entra en la habitación.

— Me alegro mucho de que te hayan dado el alta — me dice con una sonrisa.

— Estaba deseando poder irme — le confieso. — Te agradezco mucho que hayas cuidado tanto de mí.

— Ha sido un placer — responde con una sonrisa. — Deseo que todo te vaya bien.

— Muchas gracias — me acerco y le doy un abrazo que él me devuelve.

— Te veo el viernes — se despide y sale de la habitación.

El camino a casa es silencioso. Aparcamos y le cojo la mano a Derek en cuanto salimos del coche.

— No te vayas, por favor — le pido.

— No voy a irme a ninguna parte amor.

Eso me deja más tranquila, Tom ha estado muy callado y es muy raro.

— ¿Me vais a contar ya qué pasa? — Pregunta Tom cuando entramos en casa intentando aparentar tranquilidad.

— Eliana estuvo anoche en el hospital — confieso sin pensar.

— ¡¿CÓMO DICES?! — Grita Tom perdiendo los nervios.

Ya sabía yo que esto pasaría.

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