Capítulo XXI
No quería decirle nada a Derek pero tuve un mal presentimiento al entrar en el ascensor, seguro que algo notó porque me miró al apretarle la mano. Se me cerró el estómago a la vez que el ascensor se ponía en movimiento y supe que ya no había marcha atrás. En el fondo sabía que esto podía pasar, es lo más normal aunque no estaba preparada para verla de nuevo. Pero ahí está. Mary agacha la cabeza en cuanto nos ve y sigue a su abogada hasta una sala. Toman asiento y nosotros nos sentamos enfrente de ellas, al otro lado de la mesa.
— Gracias por venir, soy Carol Marshall, la abogada de la señorita Montgomery — dice muy educada. — Vuestra abogada me ha dicho que habéis accedido a pactar.
— Así es — responde Lucy por nosotros — aquí tengo el documento.
Se lo entrega a Carol y ella lo examina minuciosamente. Pone mala cara aunque intenta corregir su expresión de forma rápida, creo que no le ha gustado el acuerdo.
— ¿Me permiten unos minutos a solas con mi clienta? — nos pide Carol.
— Por supuesto.
Lucy se levanta y la seguimos fuera de la sala.
— ¿Va todo bien? — Le pregunto.
— Sí, no te preocupes. Es normal, tiene que hablar con Mary. No va a aceptar el trato sin contarle primero a ella en qué consisten las modificaciones que hice.
— Por su cara parece que no le ha gustado mucho — apunta Derek.
— Puede ser, pero debe reconocer que es un buen trato.
— ¿Hay alguna posibilidad de que se echen atrás? — Pregunto con miedo.
— No. A lo mejor este trato no les gusta pero al final acabarán accediendo a alguno. Aún tenemos tiempo para negociar no os preocupéis por eso — nos tranquiliza Lucy.
Miro el reloj de la recepción y parece que el tiempo no pasa. Veinte minutos después, que a mí me parecieron veinte horas, Carol abre la puerta y nos indica que podemos entrar.
— Aceptamos el trato — dice al cabo de unos segundos de silencio.
— Lo acepto pero no estoy de acuerdo — dice Mary — yo quería irme del pueblo.
— Ya lo sé pero igualmente no puedes marcharte. El juez te ha prohibido irte.
— Iba a irme cuando terminara el juicio de Luke — dice con voz lastimera.
— Mary ya hemos hablado de esto, el juez no iba a dejarte marchar porque tienes una denuncia por agresión — dice Carol muy seria.
Esto sí que no es normal. Discutir delante de la parte contraria no da muy buena imagen aunque Carol debe estar ya cansada de Mary y sus exigencias. Debería dar gracias porque hemos accedido y aceptar cualquier cosa que propongamos, es eso o la cárcel y parece que su abogada no consigue que lo entienda. El acuerdo se firma y siento que me he quitado un gran peso de encima.
— Presentaré el acuerdo mañana ante el juez — nos dice Carol guardándolo en su maletín.
— ¿Puedo hablar con vosotros? — Pide Mary y cuando las abogadas asienten nos mira y respira hondo. — Quiero daros las gracias por acceder a pactar conmigo, de verdad que me arrepiento mucho de lo que hice. Os pido perdón otra vez.
Derek mira a Lucy y cuando ésta asiente se recuesta sobre su silla y se cruza de brazos.
— No lo hacemos por ti, lo hacemos por nosotros. Aún no hemos perdonado ni olvidado. Buena suerte, Mary, espero que te vaya todo bien.
Mi chico, has quedado como un señor. Mary me mira a mí pero no hablo. Lo que tenía que decir ya lo dije en su momento y no tengo nada más que aportar.
— Hasta mañana entonces — dice Lucy dando la mano a Carol.
— Hasta mañana — responde Carol.
— Os deseo que seáis muy felices — dice Mary en un último intento desesperado de tener contacto con nosotros.
Pero no contestamos. Simplemente nos cogemos de la mano y seguimos a Lucy hasta el ascensor. Cuando se cierran las puertas abrazo a Derek y dejo salir toda la tensión que tenía acumulada.
— Enhorabuena chicos, lo habéis hecho muy bien.
Sonreímos y Derek me abraza más fuerte. Lucy nos deja en mi casa y antes de marcharse a su bufete nos dice que en cuanto sepa algo nos llamará.
— ¿Aviso a los demás? — Pregunto entrando en casa.
— Sí.
Venid a casa en cuanto podáis.
Nadie responde porque 15 minutos después están todos en la puerta de mi casa.
— Hablad ya — exige Katy entrando en casa como un huracán.
— Hemos hecho un trato con Mary.
— ¿Estaba allí? — Pregunta Justin, directo al grano.
— Sí — responde Derek — estaba allí y no estaba conforme al principio porque su intención era abandonar el pueblo en cuando terminase el juicio.
— Ya, pero no iba a poder irse de todas formas — indica Alan — el juez no la habría dejado porque su delito sería otro juicio lo que llevaría más tiempo y su condena podría ser o la cárcel o trabajos comunitarios durante un período de tiempo muy largo.
— ¿Habéis acordado algún límite de tiempo? — Pregunta Katy.
— No — miro a Derek — no lo hemos acordado. Menuda cagada — digo llevándome las manos a la cabeza.
— No te preocupes, seguramente sea el juez quien dictamine el tiempo. Si hay acuerdo suele ser más benevolente, si tiene que dictar él el castigo suele ser peor — responde Alan.
— Bueno, me quedo más tranquila entonces. Ahora sólo queda esperar noticias.
— ¿Cómo os encontráis? — Pregunta Justin.
— Me he quitado un peso enorme de encima, siento que puedo respirar de nuevo — responde Derek.
— Yo también. Sigo muy nerviosa por el juicio con Luke pero habernos quitado el problema de Mary ha sido un alivio. Es una cosa menos de la que preocuparnos — apunto.
— Venga, ya está hecho — dice Katy. — Veréis como el tiempo pasa súper rápido y nos reiremos de los nervios que teníamos cuando lo recordemos.
— Ojalá — digo sinceramente.
Los chicos se marchan al atardecer y me quedo a solas con Derek. Nos tumbamos en el sofá y ponemos una serie. Estoy quedándome dormida cuando el móvil de Derek me despierta.
— ¿Si? — Responde. — Un momento, ya está — dice poniendo el altavoz.
— Hola chicos — es Lucy.
— Hola Lucy, ¿Qué ocurre? — Pregunto nerviosa.
— Tengo noticias. Luna, eres la primera en declarar — mierda, ¿en serio? — te toca el día dos, Derek a ti te toca el día tres. Los demás la semana siguiente.
— ¿Por qué tengo que ser yo la primera?
— Porque las citaciones han llegado así — responde Lucy — no te pongas nerviosa, vas a hacerlo muy bien y yo voy a estar ahí para ayudarte.
— Vale — respondo nada convencida.
— Os voy contando — dice Lucy y cuelga.
— No — corto a Derek antes de que hable — prefiero no comentar nada de esto. Vamos a seguir viendo la serie, por favor — suplico.
Asiente con la cabeza, me abraza y apoyo la cabeza en su pecho.
La buena noticia es que el juez ha aceptado el trato y Mary estará haciendo trabajos comunitarios hasta final de curso. La mala noticia es que ya es día dos y estoy frente a unas puertas cerradas esperando a que me llamen. El corazón me late a mil por hora, se me va a salir del pecho y encima estoy sudando. Estoy sola, no han dejado entrar a nadie al juzgado y me siento súper desprotegida. El corazón se me para de golpe cuando se abren las puertas y un guardia me pide que entre. Trago saliva y entro en la sala. Me siento muy pesada y camino muy despacio pero no puedo evitarlo, estoy paralizada. Veo al juez, a Lucy y veo también a Luke y me quedo petrificada en medio de la sala sin saber qué hacer.
— Tome asiento, señorita Miller — me indica el juez señalando una silla tras un micrófono.
Asiento y camino hasta mi sitio. Oigo que me preguntan si juro decir la verdad.
— Lo juro — respondo como un robot.
Estoy bajo juramento y si miento iré a la cárcel, aunque no tengo nada que ocultar. El abogado de Luke se levanta, me mira y sonríe de forma siniestra. Estoy acojonada y lo sabe. Se acerca lentamente y se para justo delante de mí.
— ¿Cómo se llama? — Pregunta Wilson.
— Luna Miller — ¿Y esa pregunta?
— Señorita Miller — dice con desprecio. — ¿Es cierto que odia usted a mi cliente?
¿Qué? No sé qué responder. Claro que le odio pero no sé si admitirlo será malo, y si no lo admito a lo mejor es peor.
— Responda — exige Wilson.
— Sí.
— Y si es cierto que odia tanto a mi cliente, ¿por qué acudía a las fiestas que él organizaba?
— Sólo fui a dos al inicio del curso, apenas le conocía y fui porque me invitaron — confieso.
— Y en esas fiestas jugaban a juegos — silencio. — Responda — exige Wilson.
— Protesto, no ha preguntado nada — salta Lucy en mi defensa.
— Aceptado — responde el juez.
— Reformulo. ¿Se ha besado usted con mi cliente?
— No — digo con asco.
— ¿Está segura?
— Sí, estoy completamente segura.
— Hay pruebas de que miente, señoría — Wilson pide permiso para acercarse al juez y lo permite, le enseña el vídeo y le indica que lo muestre al resto de la sala. — Como podrán ver, en este vídeo la señorita Miller está besando a mi cliente, así que mucho no debe odiarle...
— Pero si ese no es Luke — le interrumpo y todos me miran mal. — Disculpen — pido perdón haciéndome pequeñita.
— Si tiene algo que decir puede hablar — me dice amablemente el juez.
— El chico al que estoy besando no es Luke, se llama Justin Béquer y es mi mejor amigo. Nos besamos por una apuesta del juego verdad o atrevimiento. Si observan bien el vídeo, el señor Monroe está al fondo observando la escena.
— Protesto — salta Lucy — está intentando incriminar a mi clienta, esa prueba no sirve.
— Aceptado — dictamina el juez.
Wilson se está empezando a enfadar.
— ¿Es cierto que usted oyó a mi cliente amenazar a la señorita Montgomery en los aseos del instituto?
— Sí.
— ¿Y por qué no hizo nada?
— Sí lo hice. Hablé con Mary.
— ¿Y qué ocurrió? — Me interrumpe.
— No me quiso escuchar — digo con pena. Si en ese momento me hubiera escuchado, habría abierto los ojos y nada de eso habría pasado.
— ¿No es cierto que usted agredió a la señor...?
— Ella me agredió primero — me defiendo sin dejarle terminar la pregunta.
— Eso no es excusa, una agresión es una agresión, señoría — sentencia mirando al juez.
— Protesto — se levanta Lucy — esa acusación pertenece a otro caso ya resuelto.
— Aceptado — responde el juez.
— ¿Qué hacía usted tan temprano en el instituto? — Pregunta con malicia.
— Esa mañana discutí con uno de mis hermanos y salí antes de casa — lo recuerdo bien, tuve una discusión muy fuerte con Sam.
— ¿Por qué discutieron?
— Protesto — se levanta Lucy — irrelevante.
— No es irrelevante. Esta mujer — dice Wilson señalándome con el dedo, que por cierto es de muy mala educación — discute con sus hermanos, agrede a una compañera, es una persona muy conflictiva.
— ¡Protesto! — dice Lucy golpeando la mesa.
— Aceptado — dice el juez. Parece que se está empezando a enfadar.
— ¿Afirma haber visto a mi cliente fuera de su casa con un arma?
— Sí. Hay un vídeo que lo demuestra.
— El vídeo lo presenté como prueba al inicio del juicio — apunta Lucy a lo que el juez asiente.
— ¿Está segura de ello? Pregunto porque estaban en una fiesta, habrían bebido y...
— Protesto — Lucy salta de nuevo.
— Letrado no divague — dice cansado el juez.
— Es una irresponsabilidad dar una fiesta cuando hay un supuesto agresor suelto — dice al jurado.
— No lo sabíamos — interrumpo — estaba en arresto domiciliario y no supimos que se había fugado hasta la mañana siguiente.
— ¿Dónde estaban sus hermanos? — Escupe con veneno.
Empiezo a hiperventilar y me sudan las manos. Está intentando dejarme mal ante el jurado para salvar a Luke. Si logra demostrar que soy una persona conflictiva mi testimonio no valdrá de nada y el caso puede irse a la mierda.
— De viaje por negocios — respondo muy nerviosa.
— Legalmente aún eres menor y aún así tus hermanos te dejaron sola, son unos irresponsables...
— ¡Protesto! — Dice Lucy muy cabreada. — Está difamando a mi clienta y a su familia.
— Aceptado — responde el juez. — Letrado, ¿tiene alguna prueba válida o alguna pregunta relevante para este caso? — Pregunta el juez muy cabreado.
— No hay más preguntas, señoría — dice de mala gana. Se le nota que está muy cabreado. Se sienta junto a Luke y empieza a cuchichear con él.
Me encuentro muy mal y necesito salir de aquí.
— Vamos a hacer un receso de diez minutos — sentencia el juez.
Se levanta y la policía rodea a Luke. Lucy se acerca a mí y me coge la mano.
— Lo has hecho muy bien Luna — me dice para tranquilizarme. — ¿Estás bien?
— Sí. Necesito... ¿Puedo salir a tomar un poco el aire, por favor?
— Claro, te acompaño.
— No... No es necesario — digo en un susurro.
Suelto su mano y camino hasta la salida de la sala. El guardia abre la puerta y una vez fuera me apoyo contra la pared, estoy empezando a marearme y me falta el aire.
— ¡Preciosa! Discúlpame, joder el vuelo se retrasó y no he podido llegar antes. ¿Cómo ha ido todo? ¿Luna? — Me pregunta cuando no respondo.
Levanto la cabeza y le veo.
— Tom — logro articular.
Después todo se vuelve negro.
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