Capítulo XVI
— Si lo que dice usted es verdad y mi cliente es culpable, ¿podría explicarme estas imágenes? — Dice el abogado de Luke.
¿Imágenes? ¿Pero qué? ¡Pero si somos Luke y yo en una fiesta, bebiendo y bailando juntos!
— ¡Eso es falso! ¡Nunca ha ocurrido! — Grito indefensa. ¿De dónde han salido esas fotos?
— ¿No? ¿Entonces esto tampoco es cierto?
— Por dios... — No me lo puedo creer. Somos Luke y en una habitación.
— Señorita Miller. No intente engañar al jurado, usted ha manipulado a mi cliente. ¿Ven este vídeo? — Dice señalando al jurado. — Esta mujer está ofreciendo droga a mi cliente. Ella le ha manipulado todo el tiempo.
— ¡No es cierto! ¡No tengo nada que ver con él!
— ¿No? ¿De verdad? ¿Entonces cómo explica esto?
Somos Luke y yo teniendo relaciones. No... No... ¡NO! ¿Qué coño está pasando? Intento protestar pero no me sale la voz. Quiero desviar la mirada pero no puedo, Luke y yo...
— No hay más preguntas — termina dirigiéndose al juez.
No puede ser. Quiero salir corriendo pero mis piernas no me responden, es como si estuviera clavada en el asiento. El jurado me mira mientras cuchichean, el juez niega con la cabeza y me mira de mala manera.
— ¡Inocente! — Sentencia el juez.
¡No puede ser! Reacciono y salgo corriendo. Abro la puerta de la sala y de repente entro en mi casa. Alguien me toca la espalda y me giro esperando ver a Derek, necesito contarle lo que ha pasado, pero no es él quien me toca, es Luke.
— Gracias, princesa — dice con sorna. — Gracias a ti he quedado libre. Ahora deja que te lo agradezca como mereces.
Me coge en volandas y me tira al suelo, me golpeo la cabeza y siento un zumbido, abro los ojos y le veo bajándose los pantalones.
— ¡No! ¡Para! ¿Qué estás haciendo? ¡Para, por favor! — Grito intentando quitármelo de encima.
— Sí, Luna. Así. Luna... Luna...
— ¡Luna! — Abro los ojos y veo a Derek a mi lado, está asustado. — ¿Qué pasa pequeña? ¿Estás bien?
— No... No lo sé.
Intenta abrazarme pero me zafo de sus brazos, no quiero que me toque nadie. ¿Qué cojones acaba de pasar? Salgo de la habitación sin decir nada y me encierro en el baño. Me mojo la cara y el cuello, estoy bañada en sudor. Esa pesadilla... Noto lágrimas bajando por mis mejillas y me echo más agua en la cara. Me siento en el váter y me intento relajar. El corazón me late a mil por hora. ¿Por qué he soñado eso? Sé que tengo miedo de ir al juicio pero, ¿por qué justo he tenido esa pesadilla? ¿Será porque me marcó que Christian comentara que Luke sentía algo por mí? Eso es lo que pensaban los policías pero, ¿será verdad? Me da asco, me siento sucia. Necesito serenarme un poco así que en silencio salgo del baño y bajo a la cocina. Cojo un vaso de agua y lo bebo apoyada en la encimera. Me paralizo cuando unos brazos me sujetan los hombros.
— Cariño — es Derek. Siento un alivio tan grande que me doy la vuelta y me echo a llorar en su pecho. Él me abraza y me sostiene, es mi pilar. — ¿Qué ocurre? Me estás asustando nena.
— No pasa nada — le digo intentando tranquilizarle. — No es nada, de verdad. Sólo una mala pesadilla.
— ¿Quieres contármela?
— No — digo demasiado rápido. — Sólo quiero volver a la cama.
Le agarro la mano y volvemos a la habitación. Me acuesto a su lado y me acurruco, él me abraza y así yo me siento protegida. Rezo para volver a dormir y que no se repita la pesadilla.
He pasado una noche horrible, no pude volver a conciliar bien el sueño, he dormido a ratos y estoy hecha polvo. Derek se levantó hace un buen rato y me dejó en la cama pensando que dormía, aunque no era cierto. La verdad es que no tengo ganas de levantarme. Esa pesadilla me ha matado y no quiero ver a nadie y mucho menos a Derek. Si le cuento lo que he soñado, si le cuento lo que sentí... Es mejor intentar olvidarlo. Me tapo entera con las mantas e ignoro los golpes, que por cierto son bastante raros, vuelven a sonar y provienen de la ventana. Me asomo y veo venir volando una bola de nieve que impacta en el cristal. Me quedo perpleja, ¿es nieve? Me fijo y veo a Derek sonriendo como un niño pequeño, me hace señas para que abra la ventana.
— ¡Vamos, ven a jugar! — Me grita.
Madre mía, ¡está todo nevado! ¡Está precioso! Me levanto de la cama de un salto, me pongo un chándal, cojo mi abrigo y salgo corriendo a la calle. Derek me recibe con un bolazo de nieve que yo, obviamente, le devuelvo. Viene corriendo hacia mí y ambos caemos sobre la fría nieve. Rodamos hasta que quedo yo encima suya.
— ¡Gané! — Agito los brazos victoriosa.
— Dirás que te dejé ganar — murmura riendo.
— Más quisieras.
Me tumbo a su lado y hacemos ángeles en la nieve. Me quedo tumbada mirando el cielo y me siento bien. Aquí, ahora, siento que nada malo puede pasarme. Derek se pone en mi campo de visión y me da un beso.
— Buenos días preciosa.
— Buenos días mi amor — le agarro la cara y le devuelvo el beso.
— ¡Cuidado que voy! — Grita Katy tirándose sobre un montón de nieve que hay en la entrada. Después, viene a nuestro lado y hace otro ángel de nieve.
— ¿Hacemos un muñeco? — Propongo.
— ¡Vale! — Responden.
Olivia y Ted se unen a nosotros. Por la gran nevada no han podido ir a trabajar y nosotros no podemos ir a clase, así que entre todos hacemos un par de muñecos de nieve, a uno le ponemos una bufanda y a otro un gorro con un pompón.
Por la tarde quedamos con Alan, Justin y Anna y lo primero que hago es proponer una guerra de bolas de nieve, chicos contra chicas. A mí enseguida me puede la risa y me caigo de culo, intento levantarme pero no puedo, así que lanzo bolas desde el suelo. Acabamos tirándonos unos encima de otros y cuando le piden a Olivia unas bolsas de plástico siento que se viene el desastre. Nos da una a cada uno y vamos en busca de unas buenas cuestas para tirarnos por ellas. Encontramos una muy buena cerca mi casa y diría que nos deslizamos, pero no, más bien salimos volando. Repetimos una y otra y otra vez, nos tiramos solos, por parejas, todos a la vez haciendo un trenecito... Todo lo que se nos ocurre lo hacemos.
Miro a Justin y le veo feliz pero siento que no lo llega a estar del todo. Me acerco a él y le tiro una bola de nieve.
— ¿Todo bien? — Le pregunto.
— Sí, todo perfecto.
— ¿De verdad?
— Sí, sólo echo en falta a alguien.
— Llámale — le invito.
— No sé... Es que...
— Es que, ¿Qué? Justin tienes muchísimas ganas de pasar el día con él. No tengas miedo y llámale.
— ¿Sabes qué? Tienes razón. Llevo un tiempo con la espinita clavada y quiero pasar estos momentos con él. Voy a confesarlo en el grupo.
— ¿De verdad? — Aplaudo emocionada. — Vamos a mi casa, así estamos más tranquilos. ¡Chicos! ¿Os apetece un chocolate calentito?
— ¡Sí! — Gritan todos.
— ¡Vamos a mi casa! — Les grito.
Comenzamos la marcha y llegamos enseguida. Pongo la calefacción y hago unas cuantas tazas de chocolate caliente. Las sirvo y me siento con los demás en el sofá.
— Chicos, quiero confesaros una cosa — todos le miramos expectantes. — Llevo mucho tiempo queriendo decíroslo pero no encontraba el valor de hacerlo.
Anna ve sus intenciones y le aprieta la mano para darle apoyo.
— Estoy con una persona. Tengo pareja, hace tiempo nos conocimos y surgió algo muy especial entre nosotros. Somos muy felices y quiero que le conozcáis oficialmente. — Katy va a hablar pero le hago un gesto para que no diga nada, lo capta y se mantiene en silencio. — Esa persona es Christian.
— ¿Christian el poli? — Pregunta Katy, no se ha podido aguantar las ganas.
— Sí — responde Justin más tímido de lo normal.
— ¡Eso es fantástico! — Katy se levanta y le da un abrazo. — ¡Es maravilloso! ¡Me alegro mogollón por vosotros! Y yo que pensaba que Anna y tú hacíais buena pareja — dice llevándose la mano a la frente.
— Y éramos una bonita pareja, pero me he dado cuenta de que me gustan más los chicos.
— Te entiendo, a mí también me gustan más los chicos — dice Katy haciendo que todos nos riamos.
— Me alegro mucho por ti, tío — Derek le choca el puño y le da un abrazo.
— Ya decía yo que ese beso de verdad o atrevimiento hizo ventosa — dice Alan divertido.
— Capullo — le responde Justin dándole un empujón cariñoso.
— Enhorabuena — le susurro mientras le abrazo — estoy muy orgullosa de ti.
— ¿Y dónde está Christian? — Pregunta Anna.
— En su casa, supongo.
— ¡Llámale! ¡Dile que venga!
Todos le animamos y Christian acepta la invitación. Tarda un buen rato en llegar a casa porque viene andando y con la nevada que ha caído no se camina muy bien, pero cuando al fin llega, Justin le presenta como su novio, se dan un beso y todos aplaudimos y silbamos. Me emociono y suelto una lagrimita. Sé que este momento es muy importante para él y me siento muy feliz. Hacemos unas pizzas que hay en la nevera, saco unos refrescos y rato después cuando ponemos música pasamos a las copas. Bailamos, bebemos, nos reímos y perreamos como sólo nosotros sabemos hacerlo.
Abro el ojo y estoy en mi cama, no recuerdo haberme acostado, de hecho no sé ni cómo he llegado hasta mi habitación. Derek está dormido a mi lado así que salgo despacio de la cama y bajo a la cocina a por un vaso de agua. Oigo pasos y segundos después aparece mi chico con una cara horrible. Tiene resaca.
— ¿Tienes una pastilla? — Me pregunta con voz ronca.
— Siéntate anda.
Cojo un vaso de agua, el bote de pastillas y me coloco entre sus piernas para dárselo.
— Esta escena me suena, solo que ahora es al revés y no me has llamado capullo — dice sonriendo. Qué recuerdos.
— No me tientes — le digo riendo. Me pego más a él y le doy un tierno beso en los labios. — ¿Te pilló por sorpresa la confesión de Justin?
— En parte no. Sospeché algo el día que estuvo Christian aquí, después de vuestra fiesta de pijamas. Se miraban mucho y empecé a encajar las piezas. Anna y él se distanciaron en esas fechas.
— Chico listo.
— ¿Tú lo sabías?
— Sí. Me lo confesó cuando estuve con él en la cabaña de los padres de Alan. Christian vino y les oí. En parte le obligué un poco a que me contara lo que pasaba pero no esperaba que me dijera eso.
— Justin confía mucho en ti, eres su mejor amiga. Me alegro de que haya tenido a alguien en quien apoyarse todo este tiempo.
— Anna también lo sabía — confieso — las dos le hemos ayudado y escuchado lo que hemos podido.
— Eres increíble pequeña — me rodea con sus brazos y me besa la cabeza.
Oímos pasos y Justin y Christian aparecen en la cocina.
— Buenos días chicos — les decimos.
— Hola a los dos — dice Justin. — Chicos, muchísimas gracias por lo de ayer. Me he quitado un peso de encima — dice cogiendo la mano de Christian.
— Gracias a ti por confiar en nosotros — le responde Derek.
— Yo quiero agradeceros también que me hayáis acogido tan bien en el grupo — dice Christian un poco tímido.
— Es todo un honor tenerte entre nosotros — le digo dándole un abrazo. — Haces feliz a Justin y eso es todo lo que necesitamos.
— Tiene razón, hacía mucho que no te veía tan feliz. Enhorabuena a los dos.
— Siento interrumpir — digo abriendo la nevera — pero no tenemos provisiones. ¿Creéis que encontraremos alguna tienda abierta?
— Podemos probar. El hombre que tiene la tienda en la plaza vive justo encima, a lo mejor ha abierto hoy.
— ¿Vamos? — Pregunto.
— Sí — responde Justin.
— Voy a dejarles una nota para que cuando se despierten los bellos durmientes vayan despejando la entrada.
Nos vestimos y salimos en dirección a la plaza. Tardamos bastante en llegar pero tenemos suerte y la tienda está abierta. Le agradecemos infinitamente que haya abierto hoy y llamamos a Olivia para saber si necesita algo. Nos responde que no porque fue a la compra hace poco y tiene de todo. Cogemos provisiones, así tenemos comida y bebida de sobra por si quieren quedarse a pasar el fin de semana.
Al volver nos encontramos la entrada despejada y es un gusto volver a caminar bien. Colocamos la compra y subo a darme una ducha. Al entrar en la habitación oigo vibrar mi móvil.
— Hola preciosa, ¿Qué tal? — Pregunta Tom.
— Bien. ¿Vosotros todo bien?
— Sí. Oye Luna, ¿ha pasado algo? — Pregunta Sam preocupado.
— No, ¿ por qué?
— Os llamamos anoche a Derek y a ti y ninguno cogisteis el teléfono. Estábamos preocupados y llamamos a Katy, la entendimos que estabais de fiesta.
— Eso logramos entender, estaba bastante perjudicada.
— Perdonad — me disculpo sinceramente — ha caído una nevada muy grande y no podíamos ir a clase. Así que pasamos el día jugando en la nieve y después vinimos a casa, cenamos y estuvimos de celebración.
— ¿Qué celebrabais exactamente? — Pregunta Sam un poco borde.
— Que Justin ha hecho oficial su relación con Christian.
— Vaya, ¿en serio? — Pregunta Tom asombrado.
— Sí — respondo feliz. — Perdonadme de verdad, necesitaba distraerme un poco y no estuve pendiente del móvil.
— No pasa nada, pero por favor, la próxima vez avísanos — pide Tom.
— No cuesta nada mandar un mensaje — Sam se está empezando a poner borde y no me apetece discutir.
— No volverá a pasar — digo seria. — Voy a ducharme, hablamos más tarde, ¿vale?
Nos despedimos y colgamos. Me doy una ducha que no me hace demasiado efecto calmante y bajo al salón.
— Atención, chicos y chicas. Anoche lo pasamos muy bien estuvimos muy felices, así que como en el fondo seguimos todos un poco nerviosos he decidido que nos pasemos todo el fin de semana de fiesta. ¿Qué os parece?
Todos aplauden, ponen música y gritamos como si no hubiera un mañana.
El fin de semana está marcado por música, alcohol, comida no muy sana y mucha diversión. El domingo nos pasamos gran parte del día durmiendo y me levanto con la sensación de que hice algo que no debía. Tengo unas cuantas lagunas en mi memoria, sé que le mandé muchas fotos a mis hermanos y seguro que me regañan cuando les llame. También jugamos a verdad o atrevimiento y a las cartas, algo parecido al strip poker. Pero lo que más me preocupa es que tengo un vago recuerdo de haberle contado a Derek mi pesadilla y lo peor de todo es que creo que se lo conté con todo lujo de detalles. ¿Quién me manda a mí beber? Me llevo la mano a la frente y me tiro del pelo mirando a Derek que duerme a mi lado. Espero que cuando se despierte no recuerde nada.
Por la noche volvemos cada uno a nuestra casa y nos vamos directamente a la cama. Aunque hayamos dormido casi todo el día reconozco que al menos yo estoy echa polvo.
El despertador suena y lo aplazo 5 minutos más. Tengo la mala manía de mirar si tengo notificaciones antes de cerrar los ojos otro rato más. Siempre tengo algún mensaje de mis hermanos o del grupo de amigos, pero la notificación que tengo hoy me hiela la sangre y hace que me revuelva entera. Me da una arcada y estoy a punto de vomitar. El mensaje es de Lucy.
Ya hay fecha para el juicio.
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