Capítulo XLVIII
Tenemos que continuar asistiendo a clase pero ya es distinto, no más trabajos, no más exámenes y lo más importante de todo: no más presión.
Los profesores nos dan charlas acerca de lo bien que lo hemos hecho, animan a los que han ido más justitos en sus notas que se apunten a academias durante las vacaciones y si no les cogen en la universidad que quieren en el primer intento que no se den por vencidos, tienen más oportunidades.
Hoy Katy no está con nosotros en clase, ha decidido pedir cita con la orientadora para hablar sobre su futuro y ahora mismo debe estar debatiendo con ella sobre sus gustos, aficiones y lo difícil que le parece todo. Pobre mujer, la compadezco. Adoro a mi hermana pero cuando está tan indecisa sobre algo puede resultar un poco... Cargante.
Luna está muy atenta escuchando al Sr. Marin, es su profesor favorito y sé que le va a echar de menos.
— Por eso, alumnos, es tan importante la confianza. Las entrevistas que os harán para decidir si os dan plaza en la universidad pueden marcar vuestro futuro. Por ello debéis dar una muy buena impresión — todos le escuchamos atentos y bueno, reconozco que me ha acojonado un poco. — Esto — dice resoplando — es lo que el director quiere que os digamos. ¿Mi consejo? Arreglaos, la primera impresión es muy importante, pero también lo es ser uno mismo. No sirve de nada que vayáis de traje y corbata a una entrevista si intentáis impresionar fingiendo algo que no sois, fingiendo conocer un tema que no habéis oído nunca, inventando palabras que, aunque en vuestra cabeza suenan bien, en realidad os harán quedar fatal.
Sus palabras nos hacen pensar y tiene toda la razón, es mejor ser uno mismo y ser sincero con los entrevistadores. Ellos llevan años haciendo esto y saben perfectamente cuando alguien miente aunque no lo digan cuando nos pillan.
— Disculpe profesor — interrumpe el entrenador — necesito llevarme a Alan un momento. ¿Puedo?
— Sí, claro — responde el Sr. Marin.
Me giro a mirar a mi amigo y veo cómo traga saliva. Me mira y se encoge de hombros. ¿Qué puede querer el entrenador a estas alturas? Espero que no sea nada malo.
El Sr. Marin continúa con su charla pero no le presto toda la atención que merece. De verdad espero que no haya pasado nada. ¿Y si Katy...? No, descartado. Me habrían llamado a mí que para eso soy su hermano. Tendré que esperar hasta final de clase para saberlo.
Estaba equivocado, no les he visto en todo el día ni a Katy ni a Alan. ¿Dónde estarán?
— ¡Ya sé qué hacer con mi vida! — Oigo gritar a Katy por el pasillo y me tranquilizo. Al menos ella ya ha llegado.
— ¿A qué te refieres? — Pregunto.
— He estado todo el día con la orientadora, menos mal que ya me conoce y sólo me citó a mí.
— No sé por qué lo dices, hermanita. Tú no eres nada pesada — digo bromeando.
— Ja ja, muy gracioso — dice lanzándome una mirada asesina.
— ¿Y bien? — Pregunta Luna divertida.
— Pues hemos llegado a la conclusión de que disfruto mucho organizando fiestas. Lo estoy pasando en grande organizando la fiesta en la cabaña de Alan y, aunque le ha costado que lo viera claro, he decidido ser organizadora de eventos.
Luna y yo nos miramos y sonreímos. Está claro, esta Katy disfruta dando fiestas a lo grande.
— ¿Qué tipo de eventos te gustaría organizar? — Pregunta Luna intentando que nos explique más.
— De todo. Cumpleaños, despedidas de soltero/a, bodas, comuniones, reuniones de amigos, ¡cualquier cosa!
— Me alegro mucho por ti nena — la felicita Luna mientras la abraza — lo vas a hacer genial. ¡Vas a ser la mejor organizadora de eventos del siglo! No, ¡de la historia! Con mi fiesta lo hiciste muy bien, quedó todo precioso.
— Y disfruté de lo lindo haciéndolo aunque te enfadaras conmigo — dice con voz lastimera.
— No me lo recuerdes — responde Luna riendo — menuda cagada.
— Estoy de acuerdo con Luna, vas a hacerlo genial. ¿Te ayudamos a mirar dónde puedes estudiar?
— No hace falta, lo he estado mirando con la orientadora y ya tengo varias instituciones de distintas zonas del país. Sólo necesito saber a qué universidad irá Alan para solicitar plaza en la institución que haya más cerca. A todo esto, ¿dónde está?
— ¿Quién? — Pregunto.
— Alan.
Es raro que aún no haya regresado. Estoy a punto de decirla que se lo llevó el entrenador cuando le vemos aparecer.
— ¡Ahí estás bomboncito mío! — Katy se lanza a sus brazos y veo como Alan la abraza y respira hondo.
Oh oh, esto no pinta bien. ¿Alan cerrando los ojos mientras abraza a mi hermana? ¿Le está temblando la mano? Esto me huele muy mal.
— ¿Qué tal con la orientadora? — Le pregunta a mi hermana.
— ¡Súper bien!
Ambos se alejan cogidos de la mano mientras mi hermana le pone al corriente de la novedad.
— Qué raro — pienso en voz alta.
— Ha actuado un poco... ¿Sabes? Ya nos lo dirá — dice Luna y coge mi mano. — Vámonos.
No estoy nada convencido. Algo raro pasa, sólo espero que no sea nada grave.
El sábado decidimos ir a comprar nuestros trajes para el baile de fin de curso y la graduación. Mi madre y Sam nos acompañan para aconsejarnos y, a pesar de que yo sólo quiero comprarme un traje, mi madre insiste en que es una ocasión especial y no podemos repetir traje, así que termino comprándome dos. Uno negro para la graduación y uno gris para el baile. Voy a juego con Luna, ella se ha comprado un vestido largo de color gris para el baile y uno negro corto para ponerse bajo la túnica de graduación. Ella no tarda mucho en elegir su ropa pero Katy... Si por ella fuera estaríamos todo el día comprando. Aunque reconozco que tiene muy buen gusto. Se compra un vestido largo rojo para el baile y uno corto morado para la graduación. También escoge la ropa de Anna, en su caso llevará un vestido azul marino para el baile y un vestido corto rosa chicle para su graduación. Alan y Justin también se compran dos trajes distintos para ambos eventos y cargamos las bolsas en los coches.
— ¿Cenamos en el Grill? Me muero de hambre — propongo.
Tras pasar todo el día de compras necesito un descanso, desconectar un poco y comer, sobre todo comer.
— Por mí bien — responde Luna y los demás asienten también.
Nos ponemos rumbo a nuestras casas para dejar la ropa que hemos comprado y quedamos en El Grill una hora después.
— Estoy tan emocionada — confiesa Luna. — No pensé que iba a llegar a final de curso, con todo lo que ha pasado.
— Yo estaba completamente seguro de que sí lo conseguirías. No hay nada que no logres amor — digo con ternura y beso sus labios.
— Ejem — carraspea Katy — hemos llegado — nos anuncia y nos reímos.
— Sé que hemos pasado por casa pero... Necesito ir al baño — comenta Anna cuando escogemos una mesa.
— Te acompañamos — Katy y Luna se levantan y las tres chicas se marchan al baño.
Miro a Justin y asiente con la cabeza, me ha entendido a la perfección. Llevo toda la semana esperando una llamada o un mensaje de Alan donde me cuente qué está pasando. Justin tampoco sabe nada y también está preocupado así que ahora es el momento idóneo para hacerle hablar.
— Escúpelo — suelto de repente.
— ¿Qué? — Pregunta Alan levantando la cabeza.
— Sabemos que pasa algo, cuéntanoslo — pide Justin con más amabilidad que yo.
Cuando quiero puedo ser un poco brusco.
— No sé de qué me habláis — empieza a jugar con la carta y se la quito de las manos.
— No tenemos mucho tiempo, las chicas volverán en cualquier momento y si no nos cuentas lo que ocurre no podremos ayudarte — le ruego.
— No queremos presionarte pero llevas toda la semana muy raro. Te ausentas de clase, cuchicheas con el entrenador, miras constantemente el móvil... No eres tú. Se nota que algo te preocupa — intenta convencerle Justin.
— Espero que al menos Katy sí lo sepa — comento derrotado al ver que no suelta prenda.
— No, ella no lo sabe — responde asustado. — Por favor, no comentéis nada, ella no me nota nada raro. Está tan emocionada y centrada en lo suyo que no se ha fijado en mí.
Ahora sí que me estoy asustando, si es algo que no puede saber mi hermana es porque es malo, muy malo. Miro en dirección al baño y las chicas aún no han salido. Espero que estén un buen rato cotilleando de sus cosas y nos den tiempo para hablar con Alan.
— No os enfadéis conmigo pero no sé muy bien cómo gestionar todo esto. El entrenador me está ayudando pero... No puedo ocultarlo más tiempo, sólo necesito reunir el valor para contárselo a Katy — Justin y yo le miramos en silencio. — Está obsesionada con saber a qué universidad voy a ir para venir conmigo, pero no voy a ir a ninguna universidad, al menos no a corto plazo.
— Suéltalo ya — dice Justin impaciente.
— Me han fichado para los Seattle SeaHawks — confiesa.
— ¿Cómo? — Pregunta Justin pero Alan le interrumpe.
— Vinieron unos ojeadores a la semifinal y a la final del campeonato. Hablaron con el entrenador y me han fichado. Por eso el entrenador me sacó de clase, estaban esperándome en su despacho. Llevamos toda la semana hablando largo y tendido sobre todo lo que conlleva que me fichen, mis padres han entrado conmigo en las negociaciones y ayer firmé el contrato, por eso no asistí a clase.
— Enhorabuena tío — digo sinceramente. Me levanto y le abrazo. — Es un notición, me alegro muchísimo por ti.
— ¡Vamos a tener un amigo famoso! Espero que nos hagan descuento en las entradas por ser familia — bromea Justin mientras le abraza.
— Les diré que os dejen entrar gratis — responde con lágrimas en los ojos. — Aún no se lo he dicho a Katy, no sé cómo decírselo. Tuvimos esta conversación el año pasado pero nunca pensé que ser haría realidad. No puedo pedirle que me siga allá donde vaya pero tampoco quiero dejarla. No sé qué hacer.
— Alan — interrumpo su monólogo. — Katy ya es mayor para decidir por sí misma, pero no podrá hacerlo si no lo sabe. Debes contárselo y mejor ahora antes de que sea más tarde y se entere por la prensa del nuevo fichaje.
— Tienes razón, pero...
La puerta del baño se abre y las chicas salen riendo.
— Cuéntaselo — susurro.
— Perdonad la tardanza, tenía cosas que contarles — se disculpa Anna.
— No hay problema, ¿pedimos? — Pregunto y todos asienten, todos salvo Luna que ha visto que nuestra cara es un poema.
Le hago un gesto con la cabeza para que entienda que luego se lo explico y asiente. No volvemos a sacar el tema, Alan parece más tranquilo aunque puedo sentir lo acojonado que está por la reacción de Katy.
Horas más tarde cuando dejo a Luna en casa intento que no saque el tema pero en inevitable, sé que no es cosa mía pero prefiero no ocultarle nada.
— Cuéntame lo que ocurre, por favor — me pide con suavidad.
— Han fichado a Alan en los Seattle SeaHawks.
— ¿Estás de coña? — Pregunta asombrada y niego con la cabeza. — Pero si es una gran noticia, ¡cuánto me alegro por él! — Aplaude mientras sonríe, aunque esa sonrisa no le dura mucho. — Ay dios, pero Katy...
— Ese es el problema. Katy no lo sabe y no tiene ni idea de cómo decírselo.
— Pobre... Espero que no se lo tome a malas. Ella ya tenía miedo el año pasado y, aunque logramos tranquilizarla, no pensé que llegaría este momento. Pero no me malinterpretes, yo me alegro mucho por él y les voy a echar mucho de menos.
— Ya... Tú también quieres que Katy le siga, ¿verdad? — Pregunto.
— Estoy convencida de que lo hará. Ella ahora tiene flexibilidad a la hora de escoger institución, no está tan atada a las solicitudes de universidad como nosotros, así que espero que se lo tome bien y sean muy felices.
— Yo también. ¿Estás nerviosa? — Pregunto cambiando de tema.
— Sí, mucho — responde.
Mañana tiene su primera sesión con la psicóloga y es normal que esté nerviosa.
— Llámame en cuanto salgas, ¿vale? Tranquila, verás como es muy simpática.
— Te quiero — responde Luna mientras me besa.
— Yo también te quiero.
Paso toda la mañana nervioso por saber qué tal le ha ido a Luna. Sam no sabe nada porque ha entrado ella sola en la consulta y llevan ahí bastante rato. No me ha dicho cuántas horas ha contratado con ella, sólo me dijo que las que fueran necesarias. Si por él fuera dejaría que Luna se quedara allí todo el día con tal de que estuviese mejor.
Una eternidad después me suena el móvil.
— Hola amor — respondo aliviado. — ¿Cómo estás?
— Bien, sorprendentemente bien — dice tranquila. — Kelly es muy amable, me ha hecho sentir cómoda en todo momento y me ha quitado el miedo que tenía a hablar sobre mi vida.
— Me puedo imaginar tu cara — digo bromeando.
— Pero todo fue bien. Su tono de voz me ayudó mucho y se mostró súper cercana. No hemos profundizado nada, sólo hemos empezado con el inicio de curso y lo ocurrido con Mary.
— Estoy súper orgulloso de ti, amor. Vístete — digo de repente. — te invito al cine, campeona.
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