Capítulo XIX


A las 18.00h empezamos a arreglarnos. Nos duchamos juntas para ahorrar tiempo y nos secamos el pelo. Decido arreglar primero a Katy, así que se pone el vestido y se sienta en una silla en medio de mi habitación.

— ¿Cómo quieres que te peine?

— Quiero ir elegante, ¿qué tal si me alisas el pelo y me coges un moño bajo?

— Perfecto, a ver si me sale bien. Ve mirando mi estuche de maquillaje mientras se calienta la plancha.

No me maquillo mucho pero sí me gusta el maquillaje, tengo un estuche muy grande y varias paletas de sombras de ojos, colorete, brillos de labios y pintalabios.

Está rebuscando cuando de un cajón saco un pintalabios que compré hace un tiempo pero nunca llegué a usar.

— Toma, mira este pintalabios, para el día de hoy te va perfecto.

— Pero, ¡si es el pintalabios rojo pasión de Chanel!, ha debido costarte una pasta, no puedo usarlo Luna, lo tienes aún con el precinto puesto. Está sin usar.

— Lo sé, lo compré pero al final nunca lo llegué a usar. Y no creo que lo use, el rojo no me va mucho, quiero que lo utilices tú.

Me mira con emoción.

— Luna... Gracias por tratarme tan bien. Eres mi mejor amiga.

— Y tú la mía. — La plancha ya se ha calentado así que le cepillo el pelo y empiezo a alisarlo. — Sé que es meterme donde no me llaman pero... ¿No tienes más amigos?

— Sí, claro que los tengo. Alan y Justin son amigos míos desde hace mucho tiempo, desde que empecé el instituto. Al principio me llevaba bien con... Mary... — La miro atónita. — Lo sé lo sé, pero antes no era así, de verdad, lo que dije el otro día era cierto, de pequeña era buena. No sé que le pasó, entró en el equipo de animadoras y se volvió una creída. Era demasiado buena para ser mi amiga, no estaba a su nivel, así que empezó a pasar de mí, me dijo que no quería saber nada de nuestra amistad... Hasta que se lió con Derek, a partir de ahí volvió a hablarme. Pero yo no quería nada con ella. Tengo relación con casi todo el instituto porque la mayoría hemos ido juntos al colegio de Primaria pero ya sabes... Las relaciones cambian en el instituto.

Asiento mientras cambio de lado y sigo alisando.

— Tener un hermano de mi misma edad me ha ayudado también, normalmente siempre salía con él, éramos un grupo grande pero Luke empezó a echar a gente y al final se quedaron los que él consideraba buenos.

— Vamos, lo mismo que hizo Mary.

— Exacto.

— El grupo dejó de gustarme aunque seguía saliendo con ellos por Derek. Cuando llegaste tú, sólo quedaba con Justin, él también pasa del grupo.

— No te pierdes nada, es mejor haberte separado de ellos.

Asiente y se mira en el espejo. Le gusta lo liso que ha quedado. Ahora vamos a por la parte complicada, el moño.

Unos 20 minutos después he conseguido hacerlo. Han sido varios intentos fallidos pero nada que no se pueda arreglar con un buen cepillado y una pasada de la plancha.

Ahora toca maquillar.

— ¿Has pensado cómo quieres maquillarte?

— Sí, quiero base de maquillaje, colorete, rímel, delineador, sombra de ojos (escoge una color coral) y tu maravilloso pintalabios.

— Vamos, que quieres un completo.

— ¡Yeah!

— ¡Manos a la obra!

Me pongo con ello. Primero extiendo la base de maquillaje, después le rizo las pestañas.

Le dibujo una línea en el párpado con el delineador, línea que misteriosamente me sale a la primera. Le echo rímel, colorete, un poco de corrector para taparle las pocas ojeras que tiene y le pinto los labios.

Para terminar se me ocurre echarle un poco de iluminador.

Está perfecta. Admiro mi obra maestra.

Se levanta y se mira en el espejo.

— ¡Estoy impresionante! ¿Seguro que quieres ser paleontóloga y no estilista?

— Seguro. Y has tenido suerte, normalmente soy un desastre con estas cosas. — Me levanto, cojo el estuche y le pongo el collar que le he regalado. — Estás preciosa nena.

— Muchas gracias, ahora es tu turno, venga vístete.

Cojo el conjunto que me he comprado y me lo pongo, ahora ya no estoy tan segura, estoy mirando mi apariencia en el espejo cuando Katy aparece por detrás.

— Confía más en ti misma. Eres una belleza y tienes buen cuerpo. Eres un bombón de mujer, de verdad.

No estoy nada segura pero ella me coge de la mano y me sienta en la silla donde estuvo ella hace 5 minutos. Mira, la hora, son las 19.30h.

— Aún tengo una hora y media para sacar lo mejor de ti.

— Buena suerte — le digo, y me dejo hacer.

La veo sacar productos del baño, los pone todos encima de la cómoda y me mira. Me mira de frente, de un lado, del otro, hasta que asiente y se pone detrás.

Me cepilla el pelo y empieza a maniobrar con la plancha, no sé que estará haciendo pero me dice que cierre los ojos y que no la interrumpa, que está creando.

No pongo problema, me encanta que me toquen el pelo, y lo hace con tanta delicadeza que al final voy a quedarme dormida.

Una media hora más tarde la oigo agitar un bote y extiende el producto por mi pelo, huele a laca.

— Perfecto, el pelo ya está. Ahora el maquillaje. No te pregunto si has pensado en algo porque no voy a hacerte caso, tengo en mi mente lo que te va a sentar genial.

No me da tiempo a decir nada, coge el rizador de pestañas y yo me dejo hacer.

Usa menos productos que yo. Me riza las pestañas, me dibuja una línea con el delineador en el párpado superior, me echa rímel, me pone corrector porque yo sí tengo ojeras muy marcadas, me echa un colorete rosa muy muy clarito y se va a rebuscar al estuche.

— Ni se te ocurra mirarte, enseguida acabo.

Vuelve con un brillo de labios rosa chicle y me lo pone en los labios.

No me deja mirarme, me acerca las sandalias para que me calce y me pone mi collar alrededor del cuello.

Cuando ya estoy lista me dice que me levante.

— Madre mía Luna, estás... uauh... estás impresionante. Eres una preciosidad. — ¿Está a punto de llorar?

— Ni se te ocurra llorar que como te estropees el maquillaje ya sí que no estaremos listas a tiempo — le advierto con una sonrisa.

Me hace callar y me lleva frente al espejo de cuerpo entero que tengo en una esquina de la habitación.

No me reconozco, o sea, soy yo, pero... no encuentro las palabras. Katy me ha hecho unas ondas surferas por toda mi melena que me sientan de miedo y el maquillaje que me ha puesto resalta mis ojos grises pero es muy natural, apenas se nota, es muy yo.

Así de arreglada el conjunto me sienta de maravilla y estoy sintiendo una seguridad en mi misma que nunca había sentido antes.

Me doy la vuelta sonriente y la abrazo.

— Mil gracias de verdad, buah estoy... íncreíble. ¡Gracias, gracias! — le doy otro abrazo.

Entre risas y agradecimientos se pone los zapatos y empieza a guardar sus cosas en el bolso nuevo, yo hago lo mismo. Guardo el monedero, las llaves de casa, el brillo de labios, un paquete de clínex y el móvil. Miro la hora, son las 20.45h, van a llegar en cualquier momento y me empiezan a entrar los nervios.

Camino nerviosa alrededor de la habitación, empieza a faltarme el aire y bajo las escaleras.

— ¡Luna! ¡Luna espera! — Me alcanza y me coge la mano. — Oye ¿qué pasa? ¿Qué te ocurre?

— Estoy no es buena idea Katy, mira como estoy — me mira de arriba a abajo sin entender — estoy muy guapa y no debería. No es una cita, tu hermano tiene novia, no debería estar tan ilusionada y nerviosa porque voy a llevarme un chasco de la ostia por ser una idiota que se monta películas en su cabeza.

Katy me coge de los hombros, me pone recta y se pone seria. — Escúchame Luna, vas perfecta. A Derek se le va a caer la baba. Ya te ha conocido por dentro, eres maravillosa, el otro día me lo dijo. Ahora va a conocerte por fuera, vas a demostrarle la gran mujer que eres, lo vas a pasar bien y con un poco de suerte verá que Mary a ti no te llega ni a la suela de las sandalias. ¿Estamos?

— No, no estamos. Es una mala idea, no quiero que se le caiga la baba porque ya tiene novia Katy. Me dijo que me invitaba a cenar pero no el sitio, ¿y si vamos al Grill y están allí todos y se ríen de mí por haberme arreglado tanto?

— No va a llevarte al Grill. — Me lo dice muy segura. ¿Sabe algo? Necesito saber, necesito calmar mis nervios, pero no hay tiempo, oímos el pitido de un coche.

— Mierda... — Susurro, y me empiezan a entrar los siete males.

— Escúchame, estás lista, estás preciosa y lo vas a pasar bien. Repite conmigo, vamos. ¡Vamos!

— Estoy lista, estoy preciosa y lo voy a pasar bien — lo digo de forma mecánica pero parece que le sirve.

Mira por la ventana del salón, es Alan.

Suspira, cuadra sus hombros, sonríe y me coge del brazo. Cuando abrimos la puerta encontramos a Alan al otro lado a punto de tocar el timbre.

— Fiu fiu (silba) chicas estáis preciosas. ¿Se puede saber a dónde vais?

— Yo contigo, por supuesto. Y Luna con Derek.

— Estás radiante Luna, le vas a encantar.

¿Por qué todo el mundo cree que voy a encantarle, a pasarlo bien o que es una cita? No lo es, sólo es una cena de amigos... ¿No? Vamos Luna, si de verdad creyeras eso no te habrías arreglado tanto.

Me estoy arrepintiendo. Estoy a punto de dar media vuelta y encerrarme en casa cuando llega otro coche.

Derek baja del coche y está... uff... está guapísimo. Lleva unos vaqueros negros ajustados y una camisa negra de manga larga que, a pesar de ser ya de noche, veo que le marca los abdominales y los bíceps. Estoy sin palabras, ¿él también se ha arreglado? Se pone su chaqueta, negra también, y empieza a caminar hacia nosotros.

— Así que no era una cita, ¿eh? — Susurra Katy.

— Definitivamente lo es. — Comenta Alan.

Katy se agarra de su brazo, se despiden de mí, saludan a Derek de camino y se dirigen al coche.

Derek camina despacio hacia mi y yo hago lo mismo caminando hacia él.

Cuando nos juntamos a mitad de camino me mira de arriba a abajo, tiene los ojos muy abiertos y se humedece los labios con la lengua.

Pasan unos instantes de silencio tras los cuales dice dos palabras que me llegan al alma.

— Estás preciosa.

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