Capítulo XCII
— No te vayas, por favor — repito ante su silencio. — Lo siento, lo siento por todo, de verdad. No quería ponerme así. Me ha cegado mi odio por ella y no me he dado cuenta de que te estaba haciendo daño — guardo silencio un momento. — Puede que ese sea el problema.
Doy media vuelta para volver a casa cuando Derek me agarra del brazo.
— No hay ningún problema, Luna.
— Sí, sí lo hay. El problema soy yo. Que actúo sin pensar. Y no hablo de lo que pasó, hablo de ahora. No quería sacar el tema hasta que estuviésemos solos pero mi hermano lo ha sacado y he aprovechado para meter presión. En mi interior necesitaba que esa persona fuese castigada por todo el mal que ha hecho, que no se fuera de rositas otra vez y no me he dado cuenta de que te estaba agobiando demasiado. Es tu decisión y la apoyaré, sea cual sea. Tú eres lo más importante para mí.
Derek me mira sin decir nada y yo me estoy poniendo muy nerviosa.
— No tienes que decirme nada, sólo vuelve a casa conmigo, por favor.
— Tú y tu manía de salir corriendo sin abrigo — dice con una media sonrisa, lo que hace que me sonroje.
Se quita su abrigo y me lo pone por encima.
— No, no te lo quites no quiero que te resfríes.
— Mejor yo que tú.
Me pasa el brazo por los hombros y caminamos de regreso a casa. Le he montado el pollo del siglo y aún así sigue preocupándose por mí. No sé cómo hacer las cosas porque haga lo que haga la acabo cagando. Creo que es mejor que me quede callada y quietecita durante un tiempo.
Cuando llegamos a casa, Tom está esperando apoyado en el marco de la puerta.
— Como Derek se ponga malo caerá sobre tu conciencia — dice Tom con tono de broma.
— Si cae malo, le cuidaré, seré su enfermera personal — le respondo sacándole la lengua.
— Vamos, entrad parejita, la cena ya casi está.
Entramos en el salón y no hay ni rastro de Sam. Me da miedo que baje porque no quiero discutir con él, pero también me da miedo que no baje porque no podré dormir con el nudo que siento en el pecho después de ver su reacción.
Tom siempre ha sido más pacífico, tiene más temple y sabe llevar mejor las situaciones. En vez de regañar, te hace ver lo que has hecho mal pero Sam se cabrea, te lo echa en cara y te hace saber, por si no te has dado cuenta, que has metido la pata hasta el fondo.
Es lo que no me gusta de él. Sus reacciones siempre son exageradas.
«Vaya, eso me suena». Cállate. Maldita conciencia.
Vamos a poner la mesa pero me paro al pie de las escaleras.
— ¿Te importa ayudar a Tom? Necesito hablar con Sam.
— Claro, sube.
Subo las escaleras y la puerta de su habitación se abre justo cuando voy a llamar.
— Lo siento — le digo antes de que explote de nuevo. — Actué sin pensar y sé que no está bien. Lo supe desde el primer momento en que me monté en el coche con Justin pero no podía quedarme.
— Lo entiendo. — Le miro sorprendida, no esperaba que se le pasara el cabreo tan rápido. — Lo entiendo pero no lo comparto. Cielo, os he visto antes. Bueno, más bien os he oído discutir y te he visto por la ventana cuando le llamabas a gritos.
Agacho la cabeza y me rasco la nuca. Menudas navidades les estoy dando a mis hermanos, hace poco más de veinticuatro horas que han llegado y ya he montado el primer numerito, encima por partida doble.
— No te martirices más. Nosotros somos así, somos impulsivos. Y en parte agradezco que te hayas marchado en vez de ir a por ella.
— No te entiendo.
— He recordado lo que pasó con Álex. Cómo tuve que frenar a Tom para que no matara a ese chico. He pensado que tú podrías haber hecho lo mismo, entrar ahí y empezar a pegarle patadas y puñetazos a Mary.
— Sabes que no podría hacerlo, aunque lo pensé. Y reconozco que cuando fui a su casa el domingo no sabía qué iba a pasar. Pero sí se me pasó por la cabeza darle una buena paliza.
— A eso me refiero, a veces reaccionamos de maneras que no debemos, somos humanos. No podemos evitarlo. Perdóname.
— ¿Perdonados los dos? — Le pregunto con una sonrisa inocente.
— Pues claro, ven aquí.
Abre los brazos y me cobijo en ellos. Vale, una cosa superada. Ahora queda la otra, no sé cómo abordar el tema pero de momento es mejor que lo deje como está.
En la cena no se habla del tema ni de nada relacionado. Nos preguntan qué tal están nuestros amigos, cómo nos han ido los exámenes y temas triviales relacionados con el día a día de la vida de instituto.
— ¿Te quedas a dormir? — Pregunto con miedo por su respuesta.
— Claro, ve subiendo. Voy a llamar a mi madre.
Asiento y subo a mi habitación.
Han pasado 20 minutos y estoy a punto de bajar a buscarle cuando entra en la habitación. Se quita la ropa y se mete conmigo en la cama.
Apagamos la luz y ambos nos quedamos mirando al techo. No sé qué decir, ni si debo decir algo.
Tal vez sea mejor que finja que me he dormido así podrá pensar o dormir, lo que le apetezca.
— Mañana llamaré a Christian — dice rompiendo el incómodo silencio. Nos giramos y quedamos cara a cara. — Voy a llamarle y le voy a preguntar cuánto plazo tengo para presentar cargos.
— ¿Estás seguro?
— Sí. Si no me queda más remedio, iré mañana mismo a comisaría, si tengo algo de plazo, la denunciaré después de navidades.
— Vale. Yo te acompañaré.
Con esta última frase se termina nuestra conversación. Durante unos minutos permanecemos en silencio, hasta que esta vez decido romperlo yo.
— ¿Qué piensas?
— En que no sé qué está pasando por tu cabeza ahora mismo. Estás demasiado callada.
— Es que no quiero cagarla.
— No digas eso, no vas a cagarla. Dímelo. Habla conmigo.
— Sé que durante una semana te has puesto en mi lugar para intentar comprender por qué actué así, pero te pido una vez más que lo hagas. Si hubiera sido yo, si me hubieran drogado a mí, ¿no querrías que lo denunciara?
— No te daría tiempo. Antes de que pusieras la denuncia le habría matado.
— Lo sé. Pero me enfadaría contigo porque no quiero tener un novio convicto.
Mi respuesta hace que se ría bajito.
— Sí, querría que le denunciaras. Y lo voy a hacer, pero por favor, déjame hacerlo a mi manera. Voy a intentar que Christian me ayude porque lo último que quiero es terminar el año y empezar el siguiente en el juzgado.
— De acuerdo, lo entiendo.
— Y prométeme otra cosa.
— Claro, lo que sea.
— Prométeme, que no volverás a salir corriendo... sin el abrigo puesto.
Ahora la que se ríe soy yo.
— Lo prometo — respondo levantando la mano derecha.
Estiro la misma mano que acabo de levantar y le acaricio la mejilla. Tiene algo de barba pero le queda muy bien, es la típica barba sexy de dos o tres días. Cojo su lóbulo de la oreja entre mis dedos y se lo masajeo. Suelta un ronroneo en respuesta.
Cierra los ojos y se deja hacer. Le acaricio el pelo, el cuello y me acerco a él para besarle la frente.
Extiende el brazo, me rodea con él y me atrae más hacia sí.
Tenemos las frentes pegadas y siento su aliento contra mi boca. Quiero besarle.
Me lee el pensamiento porque pega sus labios a los míos y me da un beso suave. Suave pero caliente.
Juntamos más nuestros cuerpos y meto una pierna entre las suyas, para estar aún más pegados.
Meto mis manos bajo su camiseta y le acaricio los pectorales. Él mete las suyas bajo mi pijama y me acaricia el pecho, lo que hace que me encienda aún más.
— Igualdad de condiciones — me dice cuando le miro.
Sonrío y continúo besándole. Me está pellizcando suavemente los pezones y me aprieto más contra él. Siento su erección sobre mi pierna y me froto con ella.
Intento ponerme encima suya pero es más rápido que yo y me atrapa bajo su cuerpo.
Me levanta la camiseta y ataca mi pecho. Succiona mis pezones como si fuera la última cosa que hará en esta vida mientras uno de sus dedos juguetones se cuela en mi interior haciéndome gemir.
— Shh — me susurra en el oído. — No querrás que nos oigan tus hermanos. — No puedo responder, me muerdo la mano para acallar mis gemidos. — Prefiero que me muerdas a mí — dice Derek retirándome la mano. Así que le hago caso y le muerdo el labio inferior. — Estás tan húmeda, siempre estás lista para mí.
— Siempre. Es lo que provocas en mí.
Se levanta para coger un preservativo del cajón, se lo pone y vuelve a colocarse encima de mí.
Me besa profundamente mientras siento cómo se coloca en mi entrada y poco a poco me va penetrando.
Cojo su cara entre mis manos, enlazo mis piernas sobre su cadera y siento que con cada oleada de placer que viene, una parte del nudo de ansiedad que siento se va.
— Hola Derek. ¿Qué tal? — Responde Christian al cuarto tono.
— Hola, estás en manos libres.
— Hola, Luna — responde imaginando que soy yo quien está con él.
— Hola Christian. ¿Cómo estás?
— Bien, todo tranquilo.
— Necesito que me ayudes — dice Derek sin perder tiempo. Veo en su cara que está un poco agobiado.
— Claro, lo que necesites, dime.
— Quiero presentar cargos contra Mary, pero no sé de cuánto tiempo dispongo.
— No tienes mucho tiempo. Como mucho un mes o un par de meses aunque no sabría decirte con exactitud. Depende mucho del delito cometido y en este caso... Es todo más complicado.
— ¿Por qué? — Pregunto. Algo en mi interior me dice que la cosa se va a complicar mucho más.
— Chicos, iba a llamaros después de las fiestas pero creo que tenéis que saberlo ya. Van a juzgar a Luke y el juez os va a llamar a todos a declarar.
— ¡¿Qué?! — Exclamamos los dos a la vez.
— ¿Por qué? — Estoy empezando a alterarme.
— Porque todos conocéis a Luke. Van a llamar prácticamente a todo el instituto, incluida a Mary. Ella le ha denunciado por lo que le hizo. Y otra cosa más, si quieres denunciarla, hazlo antes de que salga el juicio. La oí hablar con su madre y dijo que lo iba a contar todo. Su madre obviamente se oponía porque como lo reconozca, su vida se habrá acabado.
Ambos nos miramos y no sabemos qué responder. ¿De verdad va a contarlo todo? No me lo creo. Estaba arrepentida pero hasta que no la vea declarando con las esposas puestas no me lo creeré de verdad.
— Aún no hay fecha para el juicio — continúa a pesar de nuestro silencio. — Pero se rumorea que puede ser para finales del mes que viene o en Febrero como muy tarde.
— De acuerdo, entonces cuando pasen las fechas iré a comisaría.
— ¿Tienes el parte médico?
— Sí. Lo tengo todo.
— Llámame antes de ir, te ayudaré.
— Gracias — le decimos los dos a la vez.
— Avisadme si necesitáis cualquier cosa.
Nos despedimos y colgamos.
Pongo mi mano encima de la de Derek y la aprieto, él me sonríe en respuesta. Veo que está un poco más aliviado. Lo único que quería era pasar las fiestas en paz y al menos parece que lo vamos a conseguir.
Hoy es miércoles 28 de Diciembre. Desde que viví en España no me gusta este día. Allí es el día de los Inocentes, aquí en América se celebra el 1 de Abril pero da igual, sigue sin gustarme. Soy así de rara.
Estoy sola en casa, mis hermanos han salido a comprar y yo me he quedado recogiendo un poco la casa.
Tengo que levantarme un poco el ánimo, con Derek estoy bien, nuestra relación está bien pero tengo mucho miedo de volver a cagarla. Sé que con Derek siempre podré hablar, pero veo que últimamente estropeo todo lo que toco. Además, queda muy poco para que se termine el año y quiero terminarlo contenta, y qué mejor manera que hacerlo con música.
Voy a ponerme los cascos cuando llaman al timbre.
Corro ilusionada pensando que podría ser Derek pero me paro en seco cuando dan tres toquecitos en la puerta.
Derek nunca hace eso. Voy de puntillas para no hacer ruido y miro por la mirilla.
Es Mary. ¿Está de coña? ¿Viene a hacerme una inocentada? No puedes ser, o sí. Quizá sea tan macabra que quiere celebrar la festividad dos veces o directamente joder la Navidad entera.
— Sé que estás ahí. — Dice en voz alta para que pueda oírla. — Vamos, te he oído corretear.
— ¿Qué quieres, Mary?
— Sólo quiero hablar. Abre, por favor.
Tengo que reconocer que me puede la curiosidad. Abro sólo un filo la puerta y la veo demacrada, tiene unas ojeras de color morado muy marcadas y no lleva maquillaje.
Se me hace muy raro verla así, pero mentiría si dijese que me da pena.
— Tienes 30 segundos — le digo muy borde.
— Sólo necesito un momento, por favor. Quiero pedirte perdón por todo lo que...
— Eso ya me lo has dicho — le interrumpo. No tengo paciencia para esto y la verdad es que la curiosidad se me ha pasado.
«Pues no haber abierto la puerta, tonta» me regaña mi subconsciente. Y tiene toda la razón.
— No, por favor, déjame terminar. Sé que os he hecho mucho daño y tienes razón, no tiene perdón. Por eso voy a contarlo todo. Voy a testificar en el juicio de Luke y voy a confesar todo lo que os he hecho, empezando por ti. Desde que te vi aquel día en el comedor hasta lo que le hice a Derek.
— ¿Por qué?
— Porque es mi forma de redimirme. No quiero seguir siendo así. Quiero empezar de cero. A lo mejor me voy del pueblo y no quería irme sin que supieras lo mal que me siento y que, aunque sé que no me vas a perdonar, seguiré disculpándome. Que me lo niegues constantemente es parte de mi castigo.
— No, que por qué lo has hecho. Todo — digo abriendo la puerta de par en par y cruzándome de brazos.
— Porque tenía miedo de estar sola. Entré en el instituto siendo una chica normal, aunque no te lo creas era amiga de Katy — dice con una sonrisa triste. — En parte me dejé influenciar por Luke y por mi madre. Ella decía que tenía que salir con Luke, es un chico guapo, adinerado y de buena familia. Es todo lo que quería para mí. Luke decía que Derek y yo hacíamos buena pareja y es como si ambos me obligasen, ¿sabes? Cuando los chicos quedaban, Luke me llamaba y me invita a ir y yo no podía negarme. Mi madre estaba encantada porque pensaba que iba a terminar con él pero... Bajo tanta presión, entre Luke y Derek, elegí a Derek y al final él y yo...
No termina la frase. Sé que dice la verdad porque esa misma versión me contó Derek en su momento, sólo que yo quizá lo interpreté de otra forma. En su versión, Luke también le forzaba a estar con Mary pero en mi retorcida mente era ella quien le pedía ayuda para salir con él. Ahora veo que no es así. Luke ha manipulado a todo el mundo
— Sólo quería que lo supieras — da media vuelta y empieza a caminar.
— Si me aceptas un consejo — digo levantando la voz. — No debes temer quedarte sola, mejor eso que estar con malas compañías. Y tampoco dejes que nadie controle tu vida. Mira si dijera que me alegro de lo que te ha pasado te estaría mintiendo, nadie se merece eso. Pero también reconozco que ahora mismo no puedo perdonarte. El miedo a la soledad y dejarte influenciar no es excusa para haberme atacado física y psicológicamente durante cuatro meses. Y mucho menos justifica que hayas drogado a Derek para intentar volver con él. Aún así deseo que te vaya bien. Allá donde quieras ir, espero que puedas empezar de cero, que seas buena persona y que te vaya bien.
— Es más de lo que puedo pedir. Gracias Luna. Espero que seáis muy felices.
Ahora sí que se marcha y la dejo ir.
Necesito contárselo a Derek. Le mando un mensaje a mis hermanos y me monto en el coche, la limpieza tendrá que esperar.
— ¡Hola! — Dice Olivia abriendo la puerta. — No te esperaba.
Le doy un abrazo rápido y me indica con el dedo que está arriba, en su habitación. Le doy las gracias y subo. Llamo a la puerta y entro en cuanto me mira.
— Hola, pequeña. ¿Qué haces aquí?
— Tenemos que hablar.
Nos sentamos en la cama y le relato toda la conversación que he tenido con Mary. No habla durante mi relato y respira hondo varias veces.
— Has tenido mucho autocontrol para no lanzarte sobre ella.
— No se me ha pasado por la cabeza. La verdad es que en el fondo me ha dado un poquito de pena aunque no se lo he dicho. Estaba demacrada y no quiero pensar por el infierno que está pasando. Ser víctima de una violación... No va a volver a ser la misma.
— Diría que en parte eso es bueno. Aunque ha aprendido a las malas.
— Es muy triste que le haya tenido que pasar algo tan malo para darse cuenta de lo mala que era. Sentir su propio dolor parece que le ha hecho sentir también el de los demás.
— Lo va a tener muy difícil entonces. Si va a confesar todo y yo la voy a denunciar, por muy víctima que sea ha cometido un delito.
— Y no sé si delatará a su madre. Le van a preguntar de dónde sacó la droga.
— Por lo que me has contado creo que ya le da igual. Quiere empezar de cero y creo que se ha dado cuenta de que con su madre no va a llegar muy lejos.
— ¿Deberíamos contarle a los demás lo que hablamos ayer con Christian?
— Sí, pero prefiero esperar. Prefiero dejar este tema aparcado — dice cogiéndome en brazos y sentándome en su regazo. — Quiero disfrutar de las fiestas pero antes debo preguntarte cómo estás. ¿Estás bien después de negarle el perdón a Mary?
— Sí, estoy bien. La he dicho que le mentiría si dijese que la perdono y es verdad. No puedo perdonarla. Quizá en un futuro sí, pero ahora mismo no.
— Entonces tema zanjado. ¿Palomitas?
— ¡Sí!
— ¡Yo también quiero! — Grita Katy desde la habitación contigua.
Ambos nos miramos y nos empezamos a reír.
— ¡Corre ven! — Le grito.
Derek se levanta, me deja encima de la cama y Katy se choca con él en la puerta, él se hace a un lado para dejarla pasar y se tira encima de la cama tirándome de espaldas.
No puedo evitar reírme a carcajadas.
— ¡Derek! ¡Haz dos bolsas de palomitas, que tengo hambre!
— ¡Vale! — Grita desde las escaleras.
— Vamos a escoger peli.
Cogemos el mando y nos ponemos a mirar las listas de Netflix.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top