Capítulo XC


¡Mis hermanos están aquí!

Me lanzo hacia sus brazos y lloro de felicidad, les he echado muchísimo de menos.

Ellos me abrazan también y me dan besos en el pelo.

— ¿Qué hacéis aquí? ¿Cuándo habéis llegado? — Pregunto muy contenta.

— Hemos llegado hace un rato — me contesta Sam. — Esta mañana cuando nos has llamado íbamos camino del aeropuerto.

— Es el mejor regalo de Navidad que podríais haberme dado — digo mientras Derek me limpia las lágrimas de la mejilla. — ¿Vosotros lo sabíais?

Todos asienten con la cabeza.

— Feliz Navidad, amor — me dice Derek cariñosamente.

— Feliz Navidad, mi vida — le doy un beso y después corro a abrazar a los demás mientras les grito Feliz Navidad a cada uno.

Me agarro a mis hermanos y juntos entramos en casa de Olivia. No me había dado cuenta del frío que tenía hasta que hemos entrado al calor del hogar. La emoción y la adrenalina anulan los sentidos.

Ayudamos a Olivia a servir la cena y nos sentamos todos juntos.

— Ahora entiendo por qué habías comprado tanta comida — le digo riendo.

— Normalmente en Navidad siempre se come de más — dice Olivia intentando excusarse — pero sí, hablé con tus hermanos hace unos días y compré comida de más. Esperaba que no te hubieses dado cuenta — se tapa la boca con la mano y se empieza a reír.

— Me di cuenta, sí. La nevera estaba a reventar de comida. ¿Cómo no iba a darme cuenta?

Todos nos reímos y Ted pone villancicos de fondo.

— Bueno, contadme. ¿Qué tal os va por Nueva York?

— Sinceramente, nos va muy bien, hermanita. Te diría que te echamos mucho de menos pero sería mentira.

Enarco una ceja y le miro.

— Es broma, es broma — dice levantando los brazos en son de paz — pero sí es cierto que no nos da tiempo a nada.

— Eso es verdad. Te pedimos disculpas por no haber estado pendientes de ti estos días, de verdad que no teníamos tiempo para nada. Todo el día de reuniones. Empezábamos por la mañana temprano y acabábamos por la noche. Estábamos reventados.

— No os preocupéis de verdad, nosotros por aquí también hemos estado muy liados — Derek y Katy me miran alarmados — por los exámenes, han sido unas semanas duras de estudio. —Veo que se relajan en el instante en el que hablo de los exámenes. ¿De verdad se pensaban que les iba a contar a mis hermanos lo que ha pasado? ¡Es Nochebuena! No hay que hablar de problemas ni desgracias. Ya tendré tiempo de contárselo esta semana, si es que se quedan claro.— ¿Os vais a quedar unos días? — Pregunto esperanzada.

— Sí — responde Tom con una amplia sonrisa. — Nos quedamos hasta después de Año Nuevo.

— ¡Qué bien! — Empiezo a aplaudir emocionada. Estoy muy contenta de que hayan venido, poder pasar las fiestas con mis hermanos es un sueño hecho realidad. Lo estaba pasando muy bien aquí con Derek y su familia, pero reconozco que necesitaba a mis hermanos.

— La semana que viene decoraremos la casa, ¿vale?

— ¡Vale!

— ¿Cuándo inauguráis? — Pregunta Ted. Le gusta mucho hablar de negocios.

— Dentro de poco. Seguramente cuando volvamos después de Año Nuevo sea la inauguración. Sólo nos queda ultimar detalles y terminar de contratar personal — responde Tom muy profesional.

— De eso se encarga el departamento de recursos humanos — apunta Sam.

— Debe ser un gusto que otros se encarguen de eso, ¿no? — Les pregunta Olivia. — Antes os encargabais vosotros de hacerlo en vuestro local.

— Bueno, no realmente. En nuestro local sólo teníamos un par de trabajadores que nos echaban una mano cuando estábamos de viaje. Los conocimos al poco de llegar al pueblo, son bastante serios y profesionales y saben llevar el local muy bien.

— Además — apunta Sam — vamos a hablar con ellos para que dirijan el local del pueblo.

— ¿Un ascenso? — Pregunto asombrada. ¿Tanto dinero están ganando?

«Por supuesto que sí, boba» se ríe de mí mi propia mente. Están ganando muchísimo dinero y lo mejor de todo es que saben invertirlo.

— Sí. Son unos chicos muy simpáticos y se merecen ese ascenso. Además, así sabemos que el local está en buenas manos. Nos mandan un informe todos los días y las ventas están subiendo. Estas Navidades la gente viaja para ver a sus familiares y otros regalan viajes, así que nos va mejor de lo que esperaba — anuncia Tom muy orgulloso.

— ¿Y qué tal por aquí? ¿Ha pasado algo interesante? — Pregunta Sam.

Todos nos miramos y respiramos tranquilos para que no se den cuenta.

— Nada en especial. Estoy tan contenta de que estéis aquí.

Eso sirve para sacarles una sonrisa y que se olviden de la pregunta que han hecho.

La cena de Olivia está buenísima. Hay de todo y nos llenamos hasta no poder más. Aunque siempre hay un hueco para el postre.

— He ido a la pastelería del pueblo y, ¿sabes lo que tenían? — Me pregunta Olivia muy emocionada.

— ¿El qué?

— ¡Roscón!

— ¡No! ¿En serio?

Me encanta el roscón.

— ¡Sí! Iba a comprar unos pasteles pero vi el cartel que decía que tenían Roscón de Reyes y compré uno. Tom me dijo que te gustaba mucho.

— Sí — confieso. — Es una de las cosas que más me gustaba de España. Las croquetas y el Roscón. No sabía que aquí también lo comíais, la festividad de los Reyes Magos no se celebra en América.

— Ya, pero ya sabes cómo es el mundo, se van copiando unos a otros. Como siempre sale en la televisión pues la gente tuvo curiosidad y al final el Roscón ha traspasado fronteras — me contesta Olivia riendo. — Nunca lo he probado y tengo curiosidad, huele de maravilla.

— Y mejor sabe — responde Sam frotándose las manos. — ¡Vamos! ¡Quiero Roscón!

Todos nos reímos y juntos nos comemos el Roscón. A todos les gusta y yo lo disfruto como una niña. ¡Son las mejores Navidades que he pasado en años!

Cuando terminamos de cenar, recogemos y ayudamos a Olivia a llenar el lavavajillas. Pero la noche aún no ha terminado. Ted saca unas copas y las llena de champán.

Juntos brindamos y nos deseamos todos una Feliz Nochebuena.

— ¿Te vienes con nosotros a casa? — Me pregunta Sam.

— Sí, claro que sí. Esperadme que tengo que recoger unas cosas.

Subo corriendo a mi habitación y cojo la maleta que tiene los regalos y otra para guardar ropa. Si mis hermanos se quedan hasta después de Año Nuevo significa que van a estar aquí algo más de una semana. Así que necesito guardar bastante ropa.

Estoy cerrando las maletas cuando me sorprenden unos golpes en la puerta.

— Te preguntaría si estás segura de que quieres irte, pero ya sé la respuesta.

— A lo mejor no es un buen momento para irme, ¿no? Tal y como está nuestra relación...

— Eh — dice Derek cogiéndome la cara entre sus manos — nuestra relación está bien, nosotros estamos bien. Vete y disfruta de tus hermanos, les has echado mucho de menos. Ya te tendré para mí solo dentro de una semana.

— ¿De verdad que no te importa? — Pregunto un poco preocupada.

— Pues claro que no, pequeña. ¿Qué clase de novio sería si te obligase a elegir entre tus hermanos y yo? En tu corazón hay hueco para todos.

— Sí. Pero tú ocupas el 90% de él.

Acaricia mi labio inferior con su dedo y me besa. Me encanta que su boca sepa a Roscón, pero es trampa, así estaría besándole toda la vida.

Nos separamos y me muerdo el labio que acarició antes y él me mira con lujuria.

— Venga, vete ya o no dejaré que te marches — dice dándome una palmada en el culo. — ¿Vendrás mañana a comer?

— Claro que sí, mañana venimos los tres.

— Te veo mañana entonces, Feliz Navidad, mi niña.

— Feliz Navidad, mi vida.

Le abrazo y juntos bajamos las escaleras.

Nos despedimos de todos y prometemos que mañana vendremos a comer.

Mis hermanos han aparcado el coche un poco lejos de la casa de Olivia, para que no les oyera llegar.

Cuando ya estamos de vuelta en nuestra casa, lo primero que hacemos es poner la calefacción, hace mucho frío.

Subo las maletas a mi habitación y cuando me estoy poniendo el pijama entra Tom y me pregunta si quiero dormir con ellos esta noche. Me encantaría, pero tengo una misión muy importante: ¡Sacar los regalos!

Espero pacientemente a que se duerman, me pongo la televisión, juego al móvil y cuando ya les oigo que empiezan a roncar, saco mi maleta y bajo con ella al salón.

La abro muy despacito para no hacer mucho ruido y voy sacando poco a poco todos los paquetes.

Tendría que haber puesto un árbol de Navidad, uno pequeño al menos, como el que tenemos en las habitaciones en casa de Olivia, pero no me he dado cuenta de preguntarle si me lo podía traer.

Los regalos quedan un poco sosos sin el árbol, pero no me importa, dentro de poco decoraremos la casa.

Cierro la maleta, subo a mi habitación y, aunque me cuesta dormir por la emoción, al final lo consigo.

— ¡Ha venido Santa Claus! ¡Ha venido Santa Claus!

Tom entra como una estampida en mi habitación me coge en volandas y me lleva al piso de abajo. Yo no puedo parar de reír y casi me meo encima, pero no me importa.

Me deja en el suelo y veo a Sam saltando por todo el salón como si fuera un niño pequeño.

Yo cojo los dos paquetes que tienen el nombre de mis hermanos y se los doy, ellos hacen lo mismo, cogen dos paquetes que tienen mi nombre y me los dan. Nos sentamos en el suelo y los abrimos.

— Parece que este año Santa Claus es fan de la tecnología — se ríe Tom.

Están encantados con sus regalos, sus dos tablet les vienen muy bien para trabajar y yo miro boquiabierta mis regalos. Me han comprado un portátil nuevo y un smartwatch.

Me lanzo a sus brazos y caemos de espaldas.

— ¡Gracias! ¡Muchas gracias! Pero no teníais que haberos gastado dinero, con haber venido es suficiente. Que paséis las fiestas conmigo es el mejor regalo que me podríais dar.

— Lo sabemos y te decimos lo mismo. Éstas tablet cuestan mucho dinero, no tendrías que haber gastado tanto — intenta regañarme Tom, aunque no le sale muy bien.

— Me da igual. ¡Estáis aquí! — Empiezo a reír y ellos me acompañan.

Hago una foto a todos los regalos y se la mando a Derek.

¡Ha venido Santa Claus!

Has debido portarte muy bien pequeña, porque por aquí también ha pasado.

Recibo una foto de Derek y hay muchos regalos. No tenían por qué haberse molestado. Ahora que me fijo, mis hermanos también les han comprado regalos a todos. Estoy deseando ir y dárselos.

Así que no perdemos tiempo. Desayunamos un poco de roscón que nos dio ayer Olivia, nos duchamos, arreglamos y vamos a su casa.

— ¡Feliz Navidad! — Les grito cuando entro por la puerta. Derek se ríe y me besa. Sé que soy una pesada pero Navidad es mi época favorita del año y estoy muy feliz.

— ¡Feliz Navidad! — Me grita Derek también.

Entramos al salón y los villancicos vuelven a sonar de fondo. Dejamos los regalos junto con el resto y nos sentamos.

— ¡Venga! ¿Quién va primero? — Pregunta Olivia aplaudiendo.

— ¡Todos a la vez! ¡Vamos! — Grita Katy y se lanza a por sus regalos.

La hacemos caso y cogemos los nuestros.

Hay de todo, este año nos hemos portado muy bien. A mí Ted y Olivia me regalan un Ebook, Katy un set nuevo de maquillaje y Derek unas entradas para el musical de Mamma Mía!

Mis hermanos les han regalado muchas cosas chulas también. A Olivia un anillo, a Ted unas entradas para el fútbol, y a Katy y Derek un smartwatch como el mío.

Y a mis hermanos les han regalado unas camisas nuevas, unos vaqueros, un traje completo a cada uno y unas gafas nuevas de aviador.

Todos estamos encantados con los regalos, Olivia y Ted no se esperaban tener regalos por nuestra parte y están muy felices, aunque me dicen que no tendría que haberme gastado nada en ellos. Es mi forma de darles las gracias por todo lo que han hecho por mí.

Ayudamos a Olivia a poner la mesa y nos sentamos a comer. Estoy tan feliz que se me pasa el día volando. Ojalá pudiera parar el tiempo.

A la hora de despedirnos, abrazo a Derek y le beso la mejilla.

— No tendríais que haberos gastado tanto dinero.

— Lo mismo te digo, pequeña. Te has pasado. Mis padres están encantados con sus regalos y Katy también.

— Es mi forma de daros las gracias. Además, es Navidad, no he sido yo ha sido Santa Claus, yo sólo escribí la carta.

— Ya, claro — me contesta riendo a la vez que me da un beso en los labios. — ¿Nos vemos mañana?

— ¡Claro! Ven a casa si quieres. Creo que mañana vamos a decorar.

— Genial — me sonríe y vuelve a besarme.

Nos despedimos de todos y nos marchamos a casa.

Esa noche sí duermo con mis hermanos. Nos acostamos los tres en la cama de Tom.

Estoy muy tranquila y feliz porque todo haya vuelto a la normalidad.

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