008
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Impact 007
Protective
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Era una noche oscura y fría, el ambiente cargado de tensión mientras las sombras se deslizaban con rapidez en las callejones de la ciudad. Anniebeth, con la mente nublada y sus sentidos distorsionados, caminaba sin rumbo, casi como sonámbula.
No sabía cómo había llegado ahí, ni por qué, pero algo en su interior le decía que debía estar allí. Su visión era difusa, su cuerpo parecía moverse por sí solo sin control. Había algo inquietante, como si estuviera siendo llevada por un hilo invisible a un destino desconocido.
El viento soplaba con fuerza, haciendo crujir las viejas estructuras de la ciudad. Sin saberlo, Anniebeth se encontraba en un edificio antiguo, uno que había estado deshabitado durante años. Era el mismo edificio donde Alec estaba ahora, apuntando con su arco a un hombre lobo que se encontraba justo delante de él. Con la tensión palpable en el aire, Alec observaba al lobo con cautela, sus músculos tensos, preparados para actuar en cualquier momento.
Sin embargo, el sonido de un leve crujido detrás de él hizo que su atención se desvió al instante. Apuntó su arco con rapidez, pero al ver a Anniebeth, la mujer que había llegado para robárselo todo, sin entender cómo ni por qué, bajó su arma de inmediato. Ella estaba ahí, desconcertada, mirando al vacío, sin una expresión clara en su rostro. Era como si no estuviera presente.
-Anniebeth...-, murmuró, llamándola por su nombre con suavidad, a la vez que se acercaba rápidamente para tocarla en el hombro. En cuanto sus dedos la rozaron, sus ojos se abrieron de golpe, como si despertara de un trance. Miró a su alrededor, confundida, como si intentara juntar las piezas del rompecabezas.
-¿Qué... qué pasó?-, preguntó con la voz quebrada y aún algo aturdida. Alec suspiró aliviado al ver que ya estaba completamente consciente, pero la preocupación aún nublaba sus ojos.
-¿Qué estás haciendo aquí?-, le preguntó, su tono cargado de preocupación mientras intentaba abrazarla, protegiéndola de cualquier amenaza que pudiera haberla afectado.
-Yo... no sé... estuve en... mi casa y luego, en la oscuridad-, contestó, su voz temblando mientras se aferraba a él. Alec la envolvió con sus brazos, dejándola apoyarse contra su pecho mientras con su mente procesaba lo que acababa de suceder.
Estaba claro que algo raro había ocurrido con ella, algo que ni siquiera él podía explicar por completo. Pero no había tiempo para más preguntas. El sonido de voces y pasos se acercaba rápidamente.
Al girarse para mirar, Alec pudo ver a lo lejos a Clary y Simon, siendo llevados a la fuerza por un grupo de figuras oscuras, algunos con los ojos brillando en la oscuridad. Sin pensarlo dos veces, Alec y Anniebeth intentaron moverse, pero ya era demasiado tarde.
-¡No...!- Alec intentó avanzar, pero en un parpadeo, el grupo ya se había llevado a Clary y Simon, desapareciendo en las sombras con la velocidad de un suspiro.
Alec se quedó quieto un momento, su pecho agitado por la frustración. En ese breve momento, una sensación de impotencia lo embargó, mientras abrazaba aún más a Anniebeth, dándole fuerzas.
-Lo siento-, dijo ella suavemente, sin soltarlo, reconociendo que también era su culpa no haber estado más alerta. Alec la miró fijamente, negando con la cabeza.
-No fue tu culpa, Annie. Vamos a rescatarles-, prometió, la determinación ardiendo en sus ojos.
Alec y Jace trataban de localizar a Clary y Simon con el vínculo parabatai, mientras Isabelle buscaba información en la comisaría. Anniebeth estaba de pie, apoyada contra una pared, observándolos en silencio, su mente llena de preocupación y frustración.
-No hay registros de que los hayan arrestado-, informó Isabelle después de colgar una llamada, su expresión seria.
-¡Concéntrate, Alec!-, exigió Jace, cruzando la habitación como un león enjaulado. La presión en sus palabras era clara.
-Estoy concentrado-, replicó Alec con firmeza, aunque su frustración era palpable. -Pero no hay rastros de ellos en ninguna parte.-Se apartó momentáneamente, intentando calmar sus pensamientos, pero el reproche de Jace lo alcanzó como un golpe.
-Esto era tu responsabilidad, Alec. Deberías haberla mantenido segura-, le soltó Jace con una dureza que cortaba el aire.
Alec se detuvo en seco y se giró para enfrentarlo. -Hice lo que pude-, respondió con un tono tenso, tratando de mantener la compostura.
-Quizás tu madre tiene razón. Quizás no eres lo suficientemente bueno para esto-, dijo Jace, elevando la voz.
Antes de que Alec pudiera responder, Anniebeth avanzó, su paciencia agotada. -¡Cállate, Jace!-, exclamó con una voz cortante.
Jace giró hacia ella, sorprendido.
-¿Qué dijiste?-, preguntó, furioso.
Alec levantó una mano para detener la conversación antes de que se descontrolara, pero no pudo contener su propia ira.
-No, Jace. Ella tiene razón-, dijo, dando un paso adelante. :Estás tan cegado por tus sentimientos por Clary que no puedes ver lo que realmente está pasando. No estás pensando claramente.
Jace entrecerró los ojos.
-¿Y tú sí? Fuiste tú quien la perdió, Alec. Era tu responsabilidad. ¡La perdiste!
La tensión subió como una ola amenazante. Alec dio otro paso hacia Jace, enfrentándolo.
-Se escabulló, Jace. ¿Qué se supone que debía hacer? Fui tras ella para protegerla, hice lo que tú hubieras hecho, lo que cualquiera hubiera hecho.
-No, Alec. Hiciste algo que yo nunca haría-respondió Jace con frialdad. -Porque tú la perdiste. Igual que ahora.
Jace giró su atención hacia Anniebeth, la frustración y el desprecio mezclados en su mirada.
-¿Es por ella? ¿Es por la bruja sin poderes?-, preguntó, acusador.
-¡No vuelvas a referirte a ella así!-, dijo Alec, su voz resonando con una intensidad que sorprendió incluso a Isabelle. Dio un paso más hacia Jace, sus ojos destellando con una furia protectora.
Jace lo miró, incrédulo.
-¿Por qué la defiendes tanto? ¡Ni siquiera pertenece a este mundo!"
-¡Porque me importa! ¡Y porque no dejaré que tu enojo la convierta en el blanco de tus frustraciones!-, estalló Alec, completamente enfurecido.
Jace avanzó hacia Alec, claramente dispuesto a continuar la confrontación, pero antes de que la situación pudiera descontrolarse, Isabelle se interpuso entre ellos, levantando las manos para detenerlos.
-¡Basta, los dos!", ordenó, su voz firme y autoritaria. Miró a Jace primero. -Esto no ayuda a Clary ni a Simon. Necesitamos concentrarnos en encontrarlos, no en echarnos la culpa.- Luego giró hacia Alec. -Y tú necesitas calmarte. Esto no es un campo de batalla.
Anniebeth dio un paso atrás, cruzando los brazos, claramente agradecida por la intervención de Isabelle. Alec desvió la mirada, aún tenso, mientras Jace la miraba con algo de frustración, pero sin decir más.
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