XIII


Quackity continuó sin separarse de Luzu incluso hasta el día siguiente, cuando no tenías más opción que dejarlo para ir a sus respectivas clases.

Sin ganas, fue junto con Vegetta a sus clases de dibujo, y como tantas otras, el profesor sólo puso un montón de objetos en una mesa y les dijo que dibujaran lo que quisieran de ese montón.

Quackity optó por un simple florero, mientras Vegetta quería un reto al intentar dibujar unas viejas zapatillas.

— ¿Cómo te fue con tu fonoaudióloga?— preguntó el pelinegro.

Quackity desvío un momento su vista de su hoja para mirarlo.

Dudó un momento en decir la verdad o no, pero al final terminó suspirando un poco para finalmente hablar.

Algo bien— respondió.

— ¿Cómo es "Algo bien"?

Quackity no sabía cómo decirle, tendría que hablar mucho y sólo la idea lo cansaba.

Ante la falta de respuesta, Vegetta se giró para mirarlo.

Larga historia dijo Quackity—. No quiero hablar añadió, por lo bajo, volviendo a concentrarse en el sombreado de su florero.

Vegetta asintió, no le iba a insistir, aunque quería más detalles, siempre podría pedírselo a Luzu.

Pasaron otro rato en silencio, tiempo en que Vegetta ya había terminado su par de zapatillas, y Quackity frunció un poco los labios con envidia, él no había terminado su florero y era muchísimo más simple que aquel par.

Vegetta se acercó a él, viendo su hoja y cómo estaba llendo su trabajo.

Antes de que pudiera echarlo por el fastidio que le daba que alguien mirara tanto su trabajo, Vegetta rió por lo bajo, de forma aguda.

Quackity notó la mirada pérdida del pelinegro, y las mejillas enrrojecidas, supo que estaba recordando algo.

Antes de que pudiera preguntar, Vegetta se giró hacia él con una sonrisa boba en el rostro.

— Quackity, ¿Te puedo contar algo?— dijo, hablaba muy bajo, sólo para que él pudiera escucharlo.

Quackity lo miró con atención, Vegetta mordió su labio, con una sonrisa, antes de soltar la bomba:

— Tuve mí primera vez... Con Rubius.

Quackity al principio no supo cómo reaccionar, pero comenzó a sonreír sin darse cuenta, y sólo bastó con una ligera risa de Vegetta para que él también comenzará a reír, haciendo que varios compañeros los miraran raro, y tuvieran que cubrirse las bocas para intentar callarse a sí mismos.

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