𖦹 Cuarenta y nueve 𖦹
—Doc-tor ton-to.
Chris rió.
—Eres tan adorable cuando insultas con el único insulto que te sabes.
YongBok lo miró con el ceño fruncido.
—I-dota.
—I-dio-ta— corrigió el rubio.
Felix soltó un suspiro frustrado, frunció el ceño, apartando la vista de su novio.
Su cabeza comenzaba a dolerle un poco, cosa que le ponía de mal humor.
Y Chan lo estaba irritando.
Se suponía que estaba enojado, que tenía que notarse toda su furia, y no que le recordaran de nuevo que era adorable.
Pasaron segundos en silencio hasta que Chan se asomó un poco por su campo de visión.
—¿Estás bien, bebé?
Felix estuvo por decirle, pero se lo guardó, sabía que su novio se lo diría a su madre y ella lo llevaría directo a Incheon para más hospitales y estudios y medicamentos.
No quería que eso volviera a pasar.
Por una vez quería esconder su dolor.
—Cansado— murmuró como excusa.
Chris lo dejó, no quería molestar al peligris, y esperaron en silencio hasta que la señora Lee salió del lugar, subiéndose al auto.
En ese relativamente corto viaje de veinte minutos, Felix había caído dormido sobre el hombro de Chan y el rubio sólo pudo pensar en que su bebé en serio estaba cansado.
Se despertó poco antes de llegar a su casa y miró confundido a su alrededor.
Sintió los suaves labios de Chris en su frente.
—Te pido que tomes tus medicamentos y vayas a dormir unas horas— le dijo, YongBok asintió, frotando sus ojitos.
Le hizo caso al mayor, y ni siquiera tuvo fuerzas para comer algo, fue directamente a su cuarto luego de pasar por la pastilla.
Felix sentía sus párpados muy pesados miedo de aquella siesta exprés en el auto.
Por su lado, Christopher terminó el almuerzo y fue hacia el dormitorio, notando a Felix de espalda a la puerta, todo estaba apagado y apenas entraba algo de luz desde la ventana, la cerró sin hacer tanto ruido, quitándose las zapatillas y un par de prendas para estar cómodo, quedando en remera y calzoncillos.
Se metió en la cama sin más, acomodándose un poco antes de de voltear a ver el tranquilo rostro de Felix, con su sonrisa ya preparada.
Parpadeó varias veces y su sonrisa flaqueó al ver la oscura mancha que crecía de a poco sobre la almohada, siguiendo su rastro hasta dar con la nariz de su novio.
—¿Felix?— lo llamó, el chico parecía totalmente dormido.
Se acomodó en la cama, acercó sus dedos hacia debajo de la nariz del peligris, sintiendo la sangre pegarse a sus dedos.
Su corazón se aceleró demasiado.
—Felix, Felix...— lo llamó, el chico no parecía reaccionar a su voz, por más que su tono había sido bastante alto, sus manos fueron hacia las mejillas del peligris, soltó un respingo al sentirlas frías—. Felix, Lixie, amor— le llamó de nuevo, cada vez más alto, moviendo su rostro.
La tranquila expresión de Felix no cambió ni un milímetro, demostrando que en verdad, no había sentido nada.
Su corazón desbocó, sintió su alma caer.
Comenzaba a lanzar insultos, salió de la cama con las manos temblorosas, tomó torpemente sus pantalones y comenzó a colocárselos mientras salía de golpe hacia el pasillo, totalmente desesperado.
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