Chan se cubrió los ojos con ambas manos.

—¡Christopher!— la señora Lee lo golpeó con un poco más de fuerza de la necesaria en el brazo, haciendo que el rubio se quejara—. Sé un poco más hombre y aprende.

—Pero me da cosita~~— se quejó.

—Cha-nnie.

Al llamado de su novio, Chan automáticamente abrió un espacio entre sus dedos para mirarlo.

Felix cargaba con un leve puchero y su ceño estaba fruncido.

Ese día le cambiarían el vendaje de su cabeza por uno nuevo, menos cargado que el primero, y la señora Lee y su hijo adoptivo tenían la tarea de aprender a hacer el vendaje para cuando le den el alta a su pequeño Felix, y sólo era cuestión de días para que tengan que valerse por sí mismos.

La enfermera que les iba enseñar ese complicado vendaje les miró con algo de fastidio.

—¿Listo?— preguntó la mujer, colocando sus manos sobre las vendas de la cabeza de Felix.

—Anda, Chan, acércate— ánimo la señora Lee, casi empujando al rubio hacia la camilla.

Felix fijó sus ojos en él mientras la enfermera comenzaba a desarmar el vendaje, vuelta tras vuelta hasta dejar el cabello gris de Felix a la vista.

Para la operación habían tenido que rapar a cero un lado de su cabeza, allí donde habían tenido que abrir, un apósito cubría la zona de puntos y fue lo último que la enfermera retiró, haciendo a Chan temblar un poco por las pequeñas gotitas de sangre que había en esa pequeña almohada de algodón, dibujando la línea de los puntos en la cabeza de Felix.

—Tranquilo, chico— dijo la mujer—. Este es el primer vendaje con el primer apósito, es el que puede presentar más sangre, los demás no tienen nada, quizá el segundo un poco, pero después van a salir limpios— explicó.

Chan asintió un poco a estaba mordiendo sus labios con nervios.

—Bien, lo que sigue antes del nuevo vendaje es simple— comenzó la enfermera—. Tomas un poco de algodón, con agua oxigenada o solución salina y limpias un poco.

Felix hizo una mueca al sentir el algodón presionar contra sus puntos.

—Tampoco muy fuerte pobrecito— dijo la mujer—. Para que cicatrice más rápido puedes ponerle otras cosas, como pervinox, propóleo o polvo cicatrizante. Pero no es necesario, esto está cicatrizando muy bien— dijo y tomó un apósito nuevo, lo colocó sobre los puntos, sosteniendo con una mano, tomó el rollo de vendas para sostener su extremo sobre el apósito.

Chris vió con atención cada movimiento de la enfermera, contó cada vuelta y todos los pequeños trozos de cinta que terminaban sosteniendo cada tramo de vendas y fijándose con atención cuando escondía el último extremos entre las vendas.

—Este es el más complicado— dijo la enfermera—, pero su recuperación va avanzando muy bien, para cuando tenga el alta quizás ya tenga que usar el más simple, ya te lo mostraré, pero en pocas palabras, son un montón de vueltas que sostienen el apósito— explicó, miró a Chan, quien tenía los ojos contentrados en el vendaje de Felix.

La enfermera junto todas las cosas y salió de la habitación con un pequeño asentimiento como saludo, dejando a los tres en el cuarto.

—Chan— murmuró Felix, el rubio se sobresaltó un poco cuando sintió las pequeñas manos de su novio tomar las suyas, estaba totalmente perdido de la realidad—. Tus mani-tos tiemblan— añadió, con voz suave.

Chris me dedicó una sonrisa nerviosa.

—Sí, sí... Es que no me gusta verte así— sus ojos fueron a las vendas.

—Las ven-das son buenas— dijo el peligris—. Las ven-das significa que me cu-raron, Chan— y sonrió.

Chan no pudo evitar sonreír también.

“Tan lindo”.