✧ Sesenta y tres ✧

Por segunda vez en menos de cuarenta y ocho horas, el doctor volvió a ver la imagen en la pantalla, los tonos grises y la zona que parecía brillar, ese ligero óvalo a un lado.

Una imagen tan parecida las otras pero con el temor de que fuera diferente.

Esta vez, el doctor pasó unos cuántos minutos viendo y anotando.

—Ya puedes irte, Lixie— anunció por el micrófono, antes de voltearse hacia las dos personas con miradas preocupadas e inquietas que lo acompañaban—. ¿Prefieren que sea directo?

Ambos asintieron.

—Temo decirles que el tumor se está volviendo maligno— dijo, su tono bajo no suavizó sus palabras, se giró un poco hacia la computadora—. Cuando revisaba las imágenes anoche creí que era un nuevo tumor, resulta que es el mismo, pero éste cambió drásticamente— señaló hacia un punto en la pantalla—. Antes, el tumor crecía hacia la parte externa— movió su dedo un lo o más cerca del cráneo—. Pero ahora avanza hacia el interior—se movió hacia el lado opuesto, a esa masa de grises—. Una parte ya creció en la masa cerebral.

Christopher apretó sus manos en puños, bajó su vista a sus blancos nudillos.

—¿Qué queda?— murmuró la señora Lee, quién se estaba tratando sus lágrimas.

—Creo que lo mejor es una cirugía— dijo el hombre, y ambos se asustaron sólo por esa palabra—. Todavía no es muy graves sería relativamente simple... Aunque todavía es muy pequeño como para que vaya a cirugía.

—¿Entonces?— murmuró el rubio, tenía su mandíbula apretada.

Sentía su interior inundado en impotencia.

—Podríamos probar de nuevo con medicamentos e intentar evitar la cirugía— dijo el hombre—. Pero hasta ahora parece que nada que le hemos recetado a Felix funcionó del todo... Lograron disminuirlo, pero eso no es lo que buscamos.

»Otra opción es dejar que crezca, sólo necesita un par de milímetros más para poder ser operado— soltó un ligero suspiro—. Con esta opción no le daremos medicamento a Felix, o podríamos probar dándole mucho más débiles, pero nada más sería esperar hasta que pueda ir a cirugía.

Los dos se miraron un momento, ninguna sabía qué responder.

—Ustedes no están viviendo en Incheon, ¿no?— preguntó el doctor.

Ambos negaron.

—Si eligen la segunda opción, deberán quedarse aquí hasta la operación, no se puede saber con exactitud de cuando tendrá el tamaño necesario— dijo el doctor—. Podría ser mañana, como podría tardar una semana. ¿Entienden?

Ambos asintieron.

Ninguno de los dos podía hablar.

—¿Quieren que los deje unos minutos para pensarlo?— preguntó el hombre.

—Oh, hay que decidirlo, ¿ahora?— preguntó la señora Lee, estaba muy abrumada para pensar, para decidir.

—Entre más rápido lo decidamos mejor.

—Que decida Felix— murmuró Chan, bajo, alzó la vista para encontrar a los dos adultos mirándolo—. Él lo dirá.

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