✧ Cincuenta y cuatro ✧

—Chan, Chan, déjalo— pedía la señora Lee, tomando a Chris del brazo para que dejara de abrazar a Felix.

Habían estacionado a un lado de camino, para así poder ayudar a su hijo, pero Chan no soltaba el inerte cuerpecito del peligris.

El rubio negó, sin dejar de llorar.

—Chris, sólo está desmayado, tranquilo— intentó calmarlo, pero su tono sonó más brusco de lo que quería.

Christopher no le hizo caso.

La mujer suspiró para tranquilizarse, corrió unos mechones de cabello de su rostro.

—Chris, te enseñaré— dijo, soltando su brazo para ir hacia su mano.

El rubio se dejó, la mujer tomó la mano del joven, haciendo que el abrazo de separara un poco.

Primero, la señora Lee buscó con dos dedos el punto en el cuello de Felix, luego de unos segundos colocó dos dedos del joven en el mismo lugar.

Chan sintió el pulso, la sangre corriendo.

Respiró con más tranquilidad, su cerebro no podía pensar más que lo peor.

—Sólo se desmayó, Chan— habló la mujer, su tono era tranquilo—. Pon una mano en su pecho, vas a notar que se mueve, está respirando, ¿bien?

Chris le hizo caso, sintiendo su mano levantarse por la inspiración, y bajé de nuevo con la exhalación.

La señora Lee limpió unas lágrimas en su rostro con sus dedos, unos últimos temblorosos sollozos salieron de los labios de Chan.

—Felix sólo está durmiendo, Chris— dijo la mujer, corrió unos mechones rubios que se habían pegado al rostro del pálido—. Pero no debes asustarte así, sólo le haces más mal a Lixie. Debes estar tranquilo y él se relajará también, ¿sabes?

Chan asintió.

—Muchos desmayos ocurren por el miedo, Chan— dijo—. Felix es bastante susceptible, ya lo conoces.

Como si hubiera escuchado su nombre, Felix se removió un poco, su ceño de frunció un segundo.

—Ya va despertando— dijo la mujer, con una sonrisa, Chan suspiró con tranquilidad—. Déjalo que esté con la cabeza erguida, nada de echarlo hacia atrás— la mujer sacó un pañuelo de tela de su bolsillo, reemplazó la sucia servilleta con eso.

Miró a Felix con alivio, sintió a la señora Lee dejar un beso en su frente, de forma maternal.

—Eres fuerte, Christopher— dijo—. Con cosas así, más que fuerte, debes ser frío. Ya sabes cómo actuar, querido.

Chan asintió, con una pequeña sonrisa en sus labios.

La señora Lee acomodó un poco los cabellos de su hijo, quién murmuró bajo ante el tacto.

Sin más cerró la puerta del asiento trasero para volver a sentarse en el frente.

—¿No deberíamos llevarlo al hospital de nuevo?— preguntó el chico, sosteniendo el pañuelo debajo de la nariz de Felix.

La señora Lee lo miró por el espejo por sobre el asiento, hizo una mueca.

—No nos van a decir nada distinto de lo que ya nos dijeron— hizo una pausa—. Creo que lo mejor sería llegar a Incheon.

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