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|||La persona en la que más confías.|||

El amanecer bañaba el dojo Kobayashi, tiñendo de tonos dorados las antiguas paredes de madera y proyectando largas sombras sobre el suelo de piedra. El aire fresco de la mañana entraba suavemente por las ventanas abiertas, mientras una ligera brisa movía las hojas de los árboles cercanos. En el centro del patio, los primeros rayos del sol comenzaban a tocar las figuras de Aiko y Hanami, quienes ya se encontraban listas para guiar el entrenamiento de Suzume y sus compañeros.

Aiko, con su elegante porte y mirada meticulosa, observaba detenidamente a los entrenados. Su presencia era tranquila, pero sus ojos brillaban con la intensidad de alguien que siempre tenía un plan perfectamente estructurado. A su alrededor, el aire parecía vibrar con la precisión de su respiración, cada movimiento suyo fluía con una gracia casi sobrenatural. Su ropa, ligera y diseñada para el combate, reflejaba la luz del sol mientras sus manos trazaban patrones invisibles en el aire.

Hanami, por el contrario, tenía una presencia mucho más relajada. Con su característico aire de tranquilidad, se movía como si cada paso fuera parte de una danza que solo ella comprendía. A diferencia de Aiko, quien estaba concentrada y seria, Hanami parecía disfrutar de la energía caótica que sin duda se desataría durante el entrenamiento. Su risa suave y su mirada afable indicaban que no solo estaba allí para enseñar, sino también para disfrutar del proceso.

—Hoy, nos enfocaremos en llevar sus habilidades al límite —anunció Aiko, su voz suave pero firme, mientras los ojos de todos los presentes se dirigían hacia ella.

Hanami asintió con una sonrisa tranquila.
—Y también nos aseguraremos de que se diviertan un poco en el proceso —añadió, haciendo una ligera reverencia.

Los jóvenes, aunque sabían que el día sería intenso, no podían evitar sentirse un poco nerviosos. Zenitsu, como siempre, parecía estar un paso por detrás de todos los demás, ansioso y temeroso al mismo tiempo.


El laberinto de cuerdas de Hanami

Hanami propuso una prueba en la que los participantes debían atravesar un laberinto de cuerdas tensadas en todas direcciones. Las cuerdas representaban ramas de árboles, en honor a su Respiración de la Fauna, y cualquier contacto con ellas sería considerado un fallo.

—Imaginen que están escapando de un enemigo en un bosque denso. Necesitan moverse sin ser detectados ni derribar nada a su paso —explicó Hanami mientras ajustaba las cuerdas y colocaba pequeños cascabeles en los nudos.

Zenitsu miró el entramado con ojos desorbitados, visiblemente nervioso, y señaló alrededor con exageración.
—¿¡Cómo es posible que hayan puesto tantas cuerdas al aire libre!? ¡Esto parece una trampa mortal!

—De eso se trata, Zenitsu —respondió Hanami con una sonrisa divertida—. Si no puedes pasar esto, sobrevivir a un bosque real será aún más difícil.

Zenitsu suspiró profundamente, ya agotado solo de imaginarlo.
—¡Esto es imposible! ¡Ni siquiera un gato podría pasar por aquí sin sonar esos cascabeles!

Inosuke, con su típica actitud competitiva, se adelantó con entusiasmo.

—¡Voy a atravesar esto como un jabalí! —gritó, lanzándose de cabeza al laberinto sin pensarlo dos veces.

Lo que siguió fue un desastre absoluto: cascabeles sonando por todas partes, cuerdas enredándose en sus brazos y piernas mientras Inosuke gritaba frustrado. Zenitsu, pese a sus quejas iniciales, no pudo evitar reírse al verlo atrapado en el caos.

—¡Ja! Al menos yo no soy el que parece un jabalí atrapado en una red de pesca —se burló Zenitsu, aunque seguía inmóvil, claramente temeroso de intentarlo.

—¡Cállate, Zunpachi! —vociferó el joven, furioso, mientras forcejeaba con las cuerdas que lo tenían atrapado.

—¡Es Zenitsu, cabeza hueca! —replicó este con indignación, cruzando los brazos mientras trataba de mantener su dignidad, aunque el sonido constante de los cascabeles por los movimientos de Inosuke no ayudaba a su argumento.

Suzume, con movimientos calculados, intentaba avanzar por el intrincado laberinto de cuerdas. Aunque su enfoque era admirable, tropezó ligeramente con algunas cuerdas al inicio, haciendo sonar un par de cascabeles. Frunció el ceño, sintiéndose un poco frustrada, pero decidió mantener la calma y continuar.

De pronto, su atención fue capturada por Sakura, que apenas siendo una niña, cruzaba el laberinto con una agilidad asombrosa. La pequeña se deslizaba entre las cuerdas como si fuese parte del viento, su cuerpo moviéndose con una gracia casi irreal. Suzume se detuvo por un momento, observándola con los ojos bien abiertos.

—Increíble... —murmuró para sí misma.

Tanjiro, quien avanzaba cerca de Suzume, notó su pausa. En ese instante, ella tropezó ligeramente de nuevo, y él, siempre atento, extendió una mano rápida para estabilizarla.

—¿Estás bien? —preguntó, su tono tranquilo y su sonrisa cálida aliviándola al instante.

Suzume asintió, dejando escapar una pequeña risa mientras apartaba un mechón de cabello de su rostro.
—Gracias, Tanjiro. Estoy bien, solo... me distraje con lo impresionante que es Sakura.

Tanjiro siguió su mirada hacia la niña, que ya estaba al otro lado del laberinto, esperando pacientemente al resto. Asintió con una sonrisa.
—Sí, Sakura es increíble. Ha entrenado desde muy pequeña, pero no te preocupes, tú también lo estás haciendo muy bien.

Suzume sintió que su pecho se aliviaba ante las palabras de Tanjiro. Respiró hondo y volvió a concentrarse en el camino, determinada a superar el desafío a pesar de las dificultades.

Cuando todos terminaron de atravesar el laberinto, Hanami ordenó a varios sirvientes que  comenzaran a retirar las últimas cuerdas mientras los participantes se sentaban en el suelo para recuperar el aliento. Sakura, en cambio, permanecía de pie, apenas sin sudar, con una expresión tranquila en el rostro.

—Bueno, ¿qué les pareció? —preguntó Hanami, con una sonrisa ligera, aunque claramente satisfecha con el desempeño del grupo.

Zenitsu, aún tirado boca arriba, levantó un brazo hacia el cielo como si declarara su derrota.
—¿Qué nos pareció? ¡Esto fue una locura! ¿Cómo puede Sakura hacerlo parecer tan fácil?

Sakura, quien estaba enrollando una de las cuerdas que había caído al suelo, inclinó la cabeza con curiosidad.
—¿Eh? No fue tan difícil. Solo hay que moverse rápido y observar bien el entorno.

—"¡No fue tan difícil!", dice... —murmuró Zenitsu, llevándose las manos a la cabeza con dramatismo.

Inosuke, enredado todavía en una cuerda que no lograba desatar, soltó un bufido.
—¡Seguro que tiene truco! Esa mocosa debe ser mitad jabalí, como yo.

Sakura soltó una risa suave, pero luego miró a Inosuke y Zenitsu con seriedad inesperada.
—No es que sea fácil para mí porque sea especial. Llevo entrenando desde que era más pequeña. La primera vez que intenté algo parecido, terminé cayéndome tantas veces que me dolieron las rodillas durante días.

Zenitsu parpadeó, claramente sorprendido.
—¿De verdad? Pero... ¡pareces tan natural ahora!

—Porque ya lo he hecho muchas veces. Mis hermanos mayores siempre me decían que debía aprender a ser ágil si quería defenderme. Al principio, fue muy duro. Lloré muchas veces porque no podía seguirles el ritmo, pero después de entrenar tanto, mi cuerpo se acostumbró —explicó Sakura, con un tono tranquilo y maduro que desentonaba con su apariencia infantil.

Suzume, quien escuchaba con atención, no pudo evitar mirarla con admiración.
—Eso es impresionante, Sakura. Pensaba que simplemente naciste con esa habilidad.

Sakura sonrió ligeramente.
—No, nada de eso. Todo es cuestión de práctica y paciencia. Si sigues intentándolo, también podrás hacerlo con facilidad algún día, Suzume-san.

Las palabras de Sakura resonaron en Suzume, quien asintió con una pequeña sonrisa.

—¡Bah! ¡Yo también puedo hacerlo! —exclamó Inosuke, finalmente liberándose de la cuerda y lanzándola al aire, aunque nadie le prestó atención.

Hanami, divertida por el momento, se unió a la conversación.
—La agilidad de Sakura no es solo por el entrenamiento. Es porque nunca dejó de intentar mejorar, aunque tropezara al principio. Ese es el verdadero secreto.

Mientras el grupo comentaba la prueba y se recuperaba, Tanjiro observó a Suzume de reojo. Ella permanecía callada, con la mirada fija en el suelo, mientras sus manos jugaban con un mechón de su cabello, un gesto que delataba su frustración.

Aunque había sonreído antes, ahora parecía sumida en sus pensamientos, repasando cada error que había cometido en el laberinto. Su respiración era lenta, pero Tanjiro, con su sensibilidad natural, percibió un leve cambio en su olor. Había una mezcla de cansancio y una pizca de inseguridad, algo que Suzume intentaba ocultar con su postura firme.

Decidió no decir nada. En lugar de ello, simplemente se sentó cerca de ella, dejando un espacio cómodo entre ambos. Mantuvo su sonrisa cálida mientras hablaba con el resto del grupo, pero su atención seguía en Suzume.

Cuando Sakura volvió a explicar que incluso ella había fallado muchas veces al principio, Tanjiro notó cómo Suzume alzaba ligeramente la cabeza, aunque sus ojos seguían reflejando cierta duda.

—"Está preocupada"— pensó Tanjiro, mientras ajustaba el tono de su voz al dirigirse a los demás, buscando que el ambiente se mantuviera ligero y positivo. —"Se esfuerza mucho, y tal vez siente que no es suficiente... pero sé que encontrará su ritmo."

En silencio, decidió acompañarla con su presencia, sin presionarla ni hacer preguntas. Su instinto le decía que Suzume necesitaba tiempo para procesar sus emociones antes de poder hablar de ellas.

Mientras tanto, Suzume notó la cercanía de Tanjiro y levantó la vista un poco, encontrándose con su sonrisa tranquila. Aunque él no le dijo nada, esa simple muestra de apoyo la reconfortó más de lo que esperaba. Había algo en su forma de estar ahí, en cómo no juzgaba ni apuraba, que calmaba sus pensamientos.

—"Gracias, Tanjiro..."—pensó para sí misma, mientras volvía a enfocar su atención en el grupo y respiraba más relajada.— "Seguiré intentándolo."


La prueba de equilibrio de Aiko

El grupo se dirigió al siguiente escenario, un amplio estanque rodeado por altos bambúes que danzaban al ritmo de la brisa. En la superficie del agua, flotaban gruesos troncos dispuestos estratégicamente, creando un desafío tanto físico como mental. El sol, reflejándose en el agua, hacía que los troncos parecieran más inestables de lo que eran.

Aiko, siempre meticulosa, se paró al borde del estanque y señaló los troncos mientras explicaba la prueba con su tono autoritario.
—El objetivo es simple: mantener el equilibrio mientras realizan movimientos básicos de espada. Esto fortalecerá su postura, precisión y resistencia. Si no son capaces de dominar su propio cuerpo aquí, en el campo de batalla no tendrán oportunidad.

Zenitsu tragó saliva, mirando el agua con una mezcla de incredulidad y resignación.
—¿Cómo es posible que esta mansión tenga hasta un estanque de tortura? ¡Esto no es entrenamiento, es un castigo cruel!

Inosuke dio un paso al frente, hinchando el pecho como un gallo listo para pelear.
—¡Esto no es nada! Mi casa en las montañas era mil veces más peligrosa, ¡y con trampas de verdad! —Con esa declaración, saltó al primer tronco, aterrizando con un estruendo que hizo temblar toda la estructura.

—¡Miren y aprendan! —gritó, alzando los brazos en un gesto triunfal. Pero antes de que pudiera dar su siguiente paso, el tronco giró bruscamente y lo mandó al agua de espaldas con un gran chapuzón. Emergiendo con la máscara de jabalí torcida y goteando agua, soltó un gruñido.
—¡Ese tronco estaba defectuoso!

—¡JA! ¡El gran rey de las montañas ha sido derrotado por un simple tronco! —se burló Zenitsu, aunque su risa se transformó rápidamente en un gesto de pánico cuando Aiko lo señaló.
—Agatsuma, es tu turno. A ver si tus palabras son tan firmes como tu equilibrio.

Con pasos temblorosos y un rostro que reflejaba su desesperación, Zenitsu subió al tronco más cercano. Apenas puso un pie, el tronco se tambaleó peligrosamente, y en cuestión de segundos, el chico estaba abrazando el tronco como un koala.
—¡No pienso soltarme! ¡Voy a vivir aquí para siempre antes de caer al agua!

Mientras tanto, Suzume observaba desde la orilla, reprimiendo una sonrisa. Finalmente, tomó aire y subió al tronco más próximo con movimientos lentos pero calculados. Al principio tambaleó, y sus brazos se movían como aspas de molino para mantener el equilibrio, pero no cayó. Cada paso era un pequeño triunfo, y poco a poco sus movimientos se tornaron más fluidos.

—¡Eso es, Suzume! ¡Sigue así! —exclamó Tanjiro desde su propio tronco, donde luchaba por mantenerse estable. Su concentración estaba dividida entre su postura y Suzume, observándola con cuidado para intervenir si algo salía mal.

Por otro lado, Sakura parecía deslizarse por los troncos como si estuviera paseando por un jardín. Su equilibrio era impecable, y sus movimientos de espada eran tan gráciles que parecía estar bailando. Incluso ejecutó un giro elegante, aterrizando con un suave tap que dejó a Zenitsu y a Inosuke boquiabiertos.

—¡Eso no cuenta! —protestó Inosuke, exprimiendo el agua de su máscara con indignación.
—¡Seguro que estos troncos son diferentes del mío!

—Claro, porque los troncos eligen a quién hacer caer —replicó Zenitsu, aún aferrado a su madera flotante.

—Si quieres demostrarlo, deja de abrazar ese tronco y muévete —intervino Aiko, cruzando los brazos.

Zenitsu lanzó un suspiro de derrota mientras comenzaba a gatear torpemente hacia el siguiente tronco.
—¡Si sobrevivo a esto, juro que nunca volveré a pisar agua!

Cuando finalmente terminaron la prueba, el grupo se reunió en la orilla, algunos más secos que otros. Inosuke sacudía su ropa como un perro mojado, mientras Zenitsu temblaba como una hoja. Suzume se dejó caer sobre la hierba, agotada pero satisfecha de haber superado el reto.

Sakura, sin un cabello fuera de lugar, observó al grupo con una sonrisa cálida.
—No se desanimen. Cuando era pequeña, esto también me parecía imposible. Me caía constantemente, y terminaba llena de moretones. Pero con práctica y paciencia, se vuelve más fácil.

—¿De verdad te costó tanto? —preguntó Suzume, levantando la vista hacia Sakura con una mezcla de alivio y admiración.

—Claro que sí —respondió Sakura, sentándose junto a ella.
—Todo lo que parece imposible al principio, con esfuerzo, se convierte en algo natural.

—¡Yo no necesito paciencia! —declaró Inosuke, levantándose de un salto.
—¡Mañana aplastaré esa prueba como el gran rey jabalí que soy!

Zenitsu suspiró, rodando los ojos.
—Sí, claro, Señor Jabalí del Agua. ¿Quieres un trono también?

Las risas estallaron en el grupo, y aunque Suzume no lo mostró abiertamente, una calidez interna reemplazó su frustración inicial. Cada pequeño paso en este viaje valía la pena, incluso si significaba compartir el camino con compañeros tan caóticos como ellos.


La carrera del amanecer


La montaña donde tiene lugar el entrenamiento es una de las muchas que rodean el territorio donde Hanami y los demás entrenan. Este lugar está alejado de las aldeas cercanas, en un área montañosa y aislada, conocida por su terreno accidentado y su clima impredecible. Es un sitio elegido específicamente por Hanami para entrenar a sus discípulos, pues las dificultades naturales de la montaña no solo desafían el cuerpo, sino también la mente y la resistencia de los participantes.

Las laderas empinadas de la montaña se extienden hacia el cielo, con rocas y árboles dispersos que dificultan aún más el ascenso. El viento frío y fuerte, típico de la zona, soplaba de manera constante, sumando una capa extra de dificultad al ejercicio. Además, las pesas que los participantes deben cargar son un obstáculo añadido, aumentando el esfuerzo necesario para completar la carrera. La montaña también está rodeada por una densa vegetación, lo que le da un aire de misterio y, a la vez, un toque de belleza salvaje y natural.

Este entorno es ideal para que los cazadores y guerreros desarrollen su resistencia, fuerza y capacidad de enfrentarse a situaciones extremas, tal como lo planeó Hanami.

—Este ejercicio fortalecerá su resistencia y les enseñará a dosificar su energía. Recuerden, no se trata de quién llegue primero, sino de cuánto esfuerzo pongan —dijo Hanami, su voz tranquila y firme, mientras les dedicaba una mirada que transmitía determinación.

Zenitsu, con cara de terror, miró las pesas, luego las cuestas que se alzaban ante él, y finalmente, el desafío de subir.

—¡Esto es una locura! ¡¿Cargar pesas mientras subo esta montaña?! ¡¿Quién pensó en este castigo?! ¡Suéltame las pesas! ¡No puedo con esto! —gritó, tocándose las muñecas como si pudieran desaparecer las pesas con solo mirarlas.

Inosuke, sin hacerle caso, comenzó a correr con toda su energía, gritando al viento como si estuviera retando al mismo terreno.

—¡AQUÍ ESTOY, MONTAÑA! ¡VAMOS A VER QUÉ TAN FUERTE ERES! —rugió, como si estuviera en plena batalla con la naturaleza misma.

Tanjiro y Suzume avanzaban juntos por la empinada ladera de la montaña, el viento soplaba con fuerza y las pesas atadas a sus tobillos y muñecas parecían volverse más pesadas con cada paso. Tanjiro, consciente de que Suzume aún luchaba por mantener su respiración bajo control, ajustaba su paso para ir a la par con ella, manteniendo un ritmo constante. Aunque el cansancio también lo afectaba, su mirada no dejaba de dirigirse hacia Suzume, preocupado por cómo ella iba gestionando el esfuerzo.

Suzume, respirando de manera más pesada, le devolvió una sonrisa cansada, tratando de disimular el agotamiento. Sabía que Tanjiro estaba observando cada uno de sus movimientos, pero no quería que él se preocupara más de lo necesario.

—No te preocupes, Tanjiro.—respondió, forzando su voz a sonar confiada, aunque el peso de las pesas la estaba desgastando poco a poco. Cada inhalación se sentía más difícil, y el ardor en sus piernas se volvía casi insoportable, pero no quería detenerse.

Tanjiro, que nunca había sido de dar por perdida una batalla, mantuvo su ritmo, observando cómo Suzume luchaba contra el cansancio, pero también notaba que sus pulmones, que solían fallar en momentos de gran esfuerzo, comenzaban a mostrar señales de agotamiento. Quiso decir algo, pero decidió no hacerlo, respetando su espacio. Sin embargo, su mirada constante hacia ella no pasaba desapercibida.

—No voy a dejarte atrás.—dijo Tanjiro, con un tono firme pero cálido. A pesar del esfuerzo físico que ambos compartían, su preocupación por Suzume era evidente en cada palabra.

A pesar de las dificultades, Suzume asintió en silencio, agradecida por la compañía. La conexión entre ellos era tan natural que ni las pesas ni la montaña parecían ser un obstáculo cuando se tenían el uno al otro como apoyo.

Zenitsu, dramático como siempre, estaba un paso atrás, luchando por mantener el ritmo. Su cuerpo ya estaba agotado, pero lo que realmente lo desgastaba era el dolor de ver a Suzume y Tanjiro avanzando tan sincronizados. No podía soportarlo.

—¡Suzu-chan! ¡NO ME ABANDONES! ¡NO PUEDO HACERLO SIN TI! —gritó, su voz llena de desesperación, mientras intentaba mantener el paso. Su grito resonó por todo el terreno, haciendo que Tanjiro mirara hacia atrás, confundido por la exclamación.

—¿Zenitsu? —preguntó Tanjiro, levantando una ceja, mientras Suzume no podía evitar reírse ante el espectáculo.

—¡Él siempre tiene una manera tan... dramática de hacer todo! —comentó Suzume entre risas, aliviada por el ambiente algo más ligero, aunque su respiración seguía siendo pesada.

Zenitsu, sin embargo, no se detuvo en su queja.

—¡Te lo juro, Suzu-chan! ¡Voy a ser más rápido que todos, solo para que no me dejes atrás! ¡Lo haré por ti! —gritó con determinación, aunque su voz sonaba tan exagerada que ni él se daba cuenta de lo ridículo que sonaba.

Inosuke, al escuchar el grito de Zenitsu, no pudo evitar reírse a carcajadas, aunque intentó mantener su imagen de dureza.

—¡JA! ¡Este tipo no sabe ni en qué batalla está luchando! ¡Deberías ponerte a correr más rápido, Zampichu, o no llegas ni al final de esta colina! —burló, saltando hacia adelante con su característica arrogancia, respirando pesadamente pero con la energía de quien no se rinde tan fácilmente.

—¡ES ZENITSU, MALDITO JABALÍ!

Tanjiro, aunque entretenido por la escena, no perdió el foco en la carrera.

—Lo importante es no perder el ritmo. ¡Vamos, Suzume, tú puedes! —le dijo, sonriendo con calidez, siempre pendiente de ella.

Suzume, viendo cómo todos luchaban con sus propios ritmos, sintió que su determinación crecía. Aunque sus pulmones seguían doliendo, la risa y el caos de la situación le daban algo de fuerza extra.

—Sí... solo un paso más —murmuró para sí misma, mientras su corazón latía con fuerza, pero de una manera más clara y decidida que antes.

Finalmente, después de un largo y arduo esfuerzo, todos llegaron a la cima, respirando con dificultad. Zenitsu llegó un poco después, tambaleándose, con las manos sobre las rodillas, agotado pero todavía aferrándose a la esperanza de que Suzume lo había visto.

—¡Lo logré! ¡Sobreviví! —dijo Zenitsu, aunque su expresión era más de desesperación que de triunfo, como si la victoria de la carrera fuera lo de menos comparado con el sufrimiento de no estar a la altura de Suzume.

Suzume le lanzó una sonrisa cansada, pero llena de cariño, mientras Tanjiro le daba un golpecito en el hombro a Zenitsu, para asegurarse de que no se viniera abajo por su fracaso.

Hanami los observó desde la cima con una sonrisa tranquila, sabiendo que este ejercicio había sido un verdadero reto para todos.

—Buen trabajo, aunque no todos llegaron al mismo tiempo. Recuerden, lo importante es el esfuerzo. Ahora, descansen y recarguen energías. Mañana les espera otro desafío. —comentó, sin necesidad de añadir más palabras. Su mirada reflejaba un orgullo por el esfuerzo de todos.

Suzume se dejó caer en el suelo, agotada, pero sonriendo de manera relajada.

Desde la distancia, Yurika y el mayordomo observaban el entrenamiento, su mirada fija en el grupo de jóvenes. Yurika, con los brazos cruzados sobre su pecho, no podía evitar notar la conexión que había entre Tanjiro y Suzume. Algo en la forma en que se cuidaban mutuamente, el modo en que Tanjiro ajustaba su paso para no dejar atrás a Suzume, captaba su atención. Sus ojos se entrecerraron ligeramente, como si estuviera reflexionando sobre algo importante, evaluando la situación.

—Es persistente, pero también necesita encontrar su propia fuerza —comentó Yurika en voz baja, sin apartar la mirada del grupo mientras Tanjiro alentaba a Suzume. A pesar de su apoyo, se podía ver que ella seguía luchando con sus propios límites.

El mayordomo, quien estaba junto a ella, asintió de manera casi imperceptible, su rostro impasible como siempre.

—La compañía de quienes la entienden es un estímulo poderoso —respondió, observando a Tanjiro y Suzume con una calma absoluta, aunque en su tono había una ligera preocupación. —Pero Suzume ojou-sama debe aprender a confiar más en sí misma, no depender únicamente de los demás.

Yurika soltó un suspiro, como si las palabras del mayordomo le hubieran llegado más profundo de lo que esperaba. Se apartó un paso del lugar, sintiendo la necesidad de dar un giro a la situación.

—Hablaremos con Azami. Tal vez sea hora de que Suzume enfrente algo más grande que estas pruebas físicas —dijo con una determinación renovada, aunque su voz denotaba algo de incertidumbre. Sabía que el camino que Suzume debía recorrer no solo requeriría entrenamiento físico, sino también un desafío que la empujara a enfrentarse con sus propios miedos y debilidades. Algo más allá de lo que cualquier ejercicio físico podría ofrecerle.

El mayordomo no dijo nada más, simplemente asintió con respeto, comprendiendo que había llegado el momento de dar un paso más en el desarrollo de Suzume. Su destino estaba ligado a una prueba aún mayor que cualquier entrenamiento en esa montaña.

Mientras tanto, en el campo, el entrenamiento continuaba. Hubo risas por los tropezones y caídas, algunos gritos de frustración y otros de aliento, pero en medio de todo, se sentía el ambiente de camaradería y crecimiento. Cada uno de los presentes, desde los más fuertes hasta los más débiles, encontraba algo que los unía: el deseo de superarse, el vínculo entre ellos, y la importancia de trabajar juntos. Suzume, rodeada de sus nuevos amigos y guiada por los pilares, comenzó a entender que el camino para controlar su sangre y sus habilidades no solo se trataba de esfuerzo físico, sino también de apoyarse en quienes la rodeaban.

La confianza que había tardado en construir con Tanjiro, Inosuke, y Zenitsu, era una fuerza silenciosa pero poderosa que comenzaba a transformarla. Si bien aún quedaba mucho por recorrer, Suzume comenzaba a ver con más claridad que la verdadera batalla no era solo contra sus demonios internos, sino también contra la soledad que tanto tiempo había soportado.


Después de un largo día de entrenamiento, todos se dirigieron a las aguas termales para relajarse. El aire fresco de la tarde se contrastaba con el calor que emanaba de las aguas, y el sonido suave de las corrientes de agua burbujeando relajaba a todos. Suzume, aún emocionada por el descanso, caminaba junto a sus amigos, notando cómo el aroma a vapor y minerales llenaba el aire. Las aguas termales eran famosas por sus propiedades curativas y por lo impresionantes que resultaban tanto en tamaño como en diseño.

Los baños termales estaban ubicados en lo profundo de un hermoso valle, rodeado de árboles y montañas cubiertas de vegetación. Las piscinas termales no eran simples pozas, sino enormes estanques de agua caliente, alimentados por manantiales naturales que brotaban de las entrañas de la tierra. La infraestructura de los baños era impresionante: enormes vestíbulos de madera, con techos altos y paredes decoradas con detalles de piedra, combinaban perfectamente con la naturaleza circundante. La vista desde allí era deslumbrante, con la niebla del vapor ascendiendo suavemente hacia el cielo mientras el agua fluía y caía en cascada en varias pequeñas piscinas. Era un lugar que imponía respeto, pero al mismo tiempo, invitaba a la relajación total.

Zenitsu, que había estado observando en silencio todo el camino, no pudo evitar soltar una exclamación cuando vio el tamaño de las aguas termales.

—¡Es impresionante! ¡Nunca había visto algo así! —dijo, con los ojos brillando de asombro—. ¡Estas aguas parecen... son tan grandes que podríamos nadar de un lado a otro sin siquiera tocarnos!

Inosuke, al igual que Zenitsu, se sintió igualmente impresionado, aunque de manera menos expresiva. Con su actitud habitual, miró las aguas con una sonrisa arrogante.

—¡Hmph! ¡Lo que sea! El tamaño no importa si no tiene desafíos! —dijo, cruzando los brazos—. Pero, sí... está bien. Son más grandes de lo que esperaba.

Tanjiro, quien había estado un poco más tranquilo, también se sintió impresionado, pero trató de mantener su compostura.

—La verdad es que no me esperaba que fueran tan grandes... —comentó, mirando las enormes piscinas llenas de vapor—. Este lugar debe ser famoso por algo, ¿verdad? Las aguas son tan amplias... es realmente impresionante.

A pesar de la seriedad de Tanjiro, su tono no pudo ocultar el asombro. Todos sabían que él siempre se preocupaba por los detalles y por el bienestar de los demás, pero incluso él tenía que reconocer lo impresionante que era el lugar.

Mientras tanto, Suzume, que había estado siguiendo a sus amigos, no entendía la magnitud de lo que estaban mirando, y sin darse cuenta, se dirigió directamente hacia el baño de hombres, emocionada por disfrutar del agua caliente.

—¡Qué bien se ve, mi casa tenía un baño tan pequeño! ¡No puedo esperar para entrar! —dijo, con una sonrisa que reflejaba su entusiasmo, mientras avanzaba hacia la entrada de las instalaciones.

Pero antes de que pudiera dar otro paso, Tanjiro la detuvo rápidamente, su rostro completamente rojo de la vergüenza.

—¡Suzume, espera! ¡No puedes ir allí! —exclamó, sujetándola del brazo con firmeza.

Suzume lo miró confundida, sin comprender del todo por qué no podía entrar.

—¿Por qué no? —preguntó, frunciendo el ceño—. Si somos amigos, ¿no puedo entrar con ustedes?

Tanjiro, completamente avergonzado, trató de explicarlo lo mejor que pudo.

—No es eso, Suzume. Es solo que, en estos lugares, los baños están separados. Los hombres y las mujeres no deben bañarse juntos. Es una cuestión de respeto a las normas.

Zenitsu, quien había estado escuchando la conversación desde un poco más atrás, no perdió oportunidad de intervenir, sonriendo de manera coqueta.

—¡Suzu-chan, no te preocupes! ¡No es nada raro! —dijo, con una mirada divertida—. Si te hace falta, yo podría acompañarte al baño de mujeres.

Suzume, sin entender del todo lo que Zenitsu quería decir, se giró hacia él con una sonrisa.

—¿De verdad? —preguntó, sin darse cuenta de las implicaciones de sus palabras.

Tanjiro, al ver que Suzume no lo entendía, comenzó a ponerse más nervioso, pero en ese momento, Aiko, quien se había acercado al grupo, intervino con una sonrisa pícara.

—Suzume-chan—dijo Aiko, con tono coqueto—, ¿a ti te daría igual bañarte con Tanjiro?

Suzume se quedó en silencio por un momento, sin comprender lo que Aiko insinuaba. Luego, con total inocencia y sin malicia, respondió:

—Si es Tanjiro, no me importa. —respondió, sin pensarlo demasiado.

Tanjiro, que había estado observando en silencio, se sonrojó de inmediato, y su rostro se puso aún más rojo. Su mente entró en pánico mientras intentaba recomponer sus pensamientos.

—¡S-suzu! —exclamó, balbuceando—. ¡No es eso! ¡No podemos! ¡Es que no...!

Suzume, al ver la reacción de Tanjiro, finalmente se dio cuenta de que quizás había dicho algo que no debía. Sin embargo, su tono seguía siendo el mismo, sin mala intención.

—¿Ah? —dijo, frunciendo el ceño entristecida y confundida por la expresión de Tanjiro—. ¿Tanjiro? ¿Te incomoda que diga eso?

Aiko se rió suavemente, disfrutando de la confusión de Tanjiro. No podía evitar burlarse un poco de él.

—No te preocupes, Suzume. Tanjiro solo está un poco nervioso —bromeó Aiko, mirando a Tanjiro con una sonrisa traviesa—. Parece que le has hecho perder el control.

Hanami, que había estado observando la escena desde un costado, no pudo evitar soltar una pequeña risa, cubriéndose la boca con la mano para no hacer ruido. Su risa era baja, casi imperceptible, pero claramente divertida. Nadie la escuchó completamente, pero la expresión en su rostro hablaba por sí sola: disfrutaba viendo cómo Tanjiro se ponía tan nervioso.

Tanjiro intentó calmarse, pero fue incapaz de evitar que su rostro continuara enrojeciendo.

—¡No es eso! ¡Solo... solo hay reglas! —dijo finalmente, tratando de despejar la confusión mientras su mente seguía enloqueciendo.

Suzume, sin embargo, todavía no estaba completamente segura de por qué estaba tan nervioso Tanjiro, pero asintió y aceptó las explicaciones de su amigo.

—De acuerdo... —respondió, algo desconcertada pero entendiendo que algo importante debía haber detrás de todo eso—. Entonces, ¿deberíamos ir juntos? —preguntó, mirando a Tanjiro, sin percatarse de lo que acababa de decir.

Tanjiro, al escuchar esa propuesta, sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. Se acercó rápidamente a ella, su rostro completamente rojo.

Tanjiro, ya al borde del colapso, se giró hacia él con una sonrisa que no era precisamente amigable. Una vena prominente apareció en su sien mientras sus ojos brillaban con una mezcla de frustración y una sutil amenaza.

—¡Zenitsu! ¡Ni lo pienses! ¡Al baño de hombres, ahora! —ordenó, casi a gritos, mientras empujaba a Zenitsu hacia el baño de hombres, alejándolo de Suzume con una fuerza que no dejaba lugar a dudas.

Zenitsu, totalmente sorprendido por la repentina agresividad de Tanjiro, intentó resistirse un momento, pero el destello de furia en los ojos de su amigo lo hizo retroceder.

Dentro del baño de hombres, Tanjiro cerró los ojos un momento, respirando profundamente para calmarse. La tensión en su cuerpo era palpable mientras intentaba recomponer sus pensamientos y su estado emocional.

Mientras Tanjiro se retiraba al baño de hombres, el resto del grupo observaba la escena con expresiones mixtas. Aiko y Hanami sonrieron ampliamente, disfrutando de la divertida confusión de Tanjiro, mientras que Sakura y Suzume los miraban, un poco desconcertadas.

—¿Qué ha pasado con Tanjiro? —preguntó Suzume, frunciendo el ceño mientras observaba la puerta por donde Tanjiro había desaparecido. —¿Por qué se pone tan rojo cuando le dije de bañarnos juntos?

Sakura, con una mirada intrigada, no pudo evitar reírse suavemente ante la pregunta de Suzume.

—Es solo... bueno, es un poco vergonzoso —dijo, sin poder evitar que sus palabras se escaparan entre risas. —Las normas en los baños son bastante estrictas. Los hombres y las mujeres tienen que bañarse por separado. No es algo personal, Suzume. Es solo una cuestión de respeto por los demás.

Suzume, que había estado un poco confundida, asintió lentamente, aún con una expresión algo perdida.

—Ah, entiendo. Pero... ¿por qué se pone tan rojo? —insistió, mirando a Sakura con curiosidad.

Aiko, que no podía evitar meterse en la conversación, sonrió con picardía y le lanzó una mirada cómplice a Hanami, quien trataba de esconder su risa detrás de su mano.

—Bueno, en realidad, es un poco más complicado que eso, Suzume-chan —comenzó Aiko, con una mirada divertida. —Verás, Tanjiro-kun... es un poco torpe cuando se trata de cosas como estas. Es muy respetuoso, pero a veces... no sabe cómo manejar situaciones como esta, especialmente si involucra a alguien como tú.

Hanami, incapaz de contenerse más, soltó una risa suave, la cual Suzume notó.

—Es cierto —dijo Hanami, intentando calmarse. —Tanjiro-kun no está acostumbrado a tener cerca a chicas como nosotras... especialmente cuando la situación lo pone incómodo. No está mal, es solo que... se pone nervioso por la cercanía.

Suzume, ahora con los ojos abiertos de par en par, finalmente entendió.

—¡Oh! —exclamó, sonrojándose levemente. —Así que... ¿lo que pasa es que se siente incómodo porque soy una chica?

Aiko asintió, aún sonriendo traviesa.

—Exacto, Suzume. Y si me preguntas, creo que es mucho más que incomodidad... —bromeó Aiko, mirando con una chispa en los ojos. —A Tanjiro-kun le importa mucho lo que pienses, incluso si él no lo demuestra tan abiertamente.

Sakura y Hanami intercambiaron una mirada cómplice, sabiendo que no estaban haciendo un favor al pobre Tanjiro al revelar todos estos detalles.

—No te preocupes demasiado por él —dijo Sakura, poniendo una mano en el hombro de Suzume-chan. —Tanjiro es un buen chico. Solo tiene que acostumbrarse a todo esto.

Suzume asintió lentamente, con una sonrisa en el rostro. Aunque aún no comprendía completamente las complejidades de la situación, al menos entendía que había más en la reacción de Tanjiro de lo que parecía a simple vista.

—Entonces, ¿está bien si le hablo de esta forma? —preguntó, un poco más tranquila.

—Claro, Suzume-chan —respondió Hanami, con una sonrisa encantadora. —Solo ten paciencia. Tanjiro se acostumbrará.




El vapor del agua caliente llenaba el aire, creando una atmósfera relajante en el baño. Zenitsu se dejó caer en el agua con un suspiro de alivio, mientras Tanjiro y Inosuke se encontraban sumidos en sus propios pensamientos.

Zenitsu, mirando a Tanjiro con una mirada curiosa y un poco de picardía, se inclinó hacia él desde su posición en el agua.

—Oye, Tanjiro —dijo Zenitsu, con una expresión traviesa—, ¿te gusta Suzume?

Tanjiro levantó la vista del agua, algo sorprendido por la pregunta. No estaba acostumbrado a que Zenitsu fuera tan directo en sus indagaciones.

—¿Eh? —respondió Tanjiro, un poco rojo por la pregunta, sin saber cómo responder—. ¿Por qué preguntas eso?

Zenitsu se recostó cómodamente contra el borde de la bañera, mirando a Tanjiro con una sonrisa traviesa pero cómplice, como si estuviera a punto de sacar a la luz un gran secreto.

Zenitsu se recostó cómodamente contra el borde de la bañera, mirando a Tanjiro con una sonrisa burlona, pero también con una mirada que reflejaba una sorprendente seriedad.

—Vamos, Tanjiro, ¡no tienes que negarlo! Todos hemos notado cómo te comportas cuando Suzume está cerca. —dijo Zenitsu, su tono picante pero también curioso—. Tienes esa mirada de alguien que está pensando en ella todo el tiempo, como si estuvieras perdido en su mundo. Y... —pausó, observando atentamente a Tanjiro—. ¡Se nota que te importa muchísimo! No necesitas ser un experto para ver eso.

Tanjiro, al escuchar las palabras de Zenitsu, no pudo evitar un pequeño nudo en el estómago. Su rostro se sonrojó y, por un momento, sus ojos se nublaron con pensamientos que no podía evitar, pensamientos que le resultaban difíciles de afrontar. No era la primera vez que sentía algo especial por Suzume, pero pensar en ello tan abiertamente, en voz alta, lo hacía sentirse vulnerable.

El agua caliente lo rodeaba, pero no era suficiente para calmar el torbellino de emociones que se desataban en su interior. En su mente, los recuerdos del Tren Infinito llegaron con fuerza, ese momento en que no pudo protegerla, cuando no pudo tomar su espada para salvarla. Y luego estaba su lucha constante por encontrar una cura para su lado demoníaco, por devolverle la humanidad que había perdido. ¿Cómo podía permitirse pensar en algo como eso? ¿Cómo podía pensar en amor, en cariño, cuando su misión estaba tan lejos de ser cumplida?

—No es... no es eso —dijo Tanjiro, bajando la cabeza y tratando de esconder el rubor en su rostro, mientras sus manos se apretaban nerviosas sobre la orilla de la bañera—. Suzume es una gran amiga. Solo la quiero mucho, como a todos ustedes.

Zenitsu lo miró fijamente, sin perder esa expresión tan penetrante que parecía saber mucho más de lo que Tanjiro deseaba compartir. El chico suspiró suavemente, un tanto divertido pero también algo preocupado.

—Claro, claro... —murmuró Zenitsu, sonriendo de forma pícara, aunque su tono se suavizó un poco—. Pero no me engañes, ¡yo sé lo que veo!

Inosuke, que había estado observando la conversación sin entender mucho de lo que estaba pasando, frunció el ceño y se cruzó de brazos, aún sentado al otro lado de la bañera.

De repente, con una mirada curiosa, Inosuke se giró hacia Tanjiro.

—Tanjiro —dijo, frunciendo el ceño—, ¿qué es eso de gustar? Zenitsu sigue hablando de eso y no entiendo nada.

Zenitsu, que había estado escuchando con atención, se enderezó como si tuviera la respuesta perfecta.

—¡Eso es fácil de entender! —exclamó, poniéndose algo serio para dar una respuesta digna de un experto—. Gustar a alguien es cuando sientes que no puedes dejar de pensar en esa persona, como si tu corazón latiera más rápido solo de verla. Es un sentimiento especial, algo profundo, algo que no puedes esconder.

Inosuke miró a Zenitsu con una expresión confundida, luego se giró hacia Tanjiro, como si esperara que él lo explicara de una manera más sencilla.

—¿Como cuando como carne deliciosa? —preguntó Inosuke, con los ojos brillando y el entusiasmo pintado en su rostro—. Eso sí lo entiendo. Cuando una pieza de carne es tan buena que no puedes dejar de comerla. ¡Es como eso, ¿no?!

Zenitsu puso los ojos en blanco y soltó un suspiro.

—¡No, Inosuke, no es como la carne! —dijo con voz exasperada—. Es... ¡es algo mucho más complejo! ¡Es un sentimiento que te consume de una forma que no puedes explicar con comida! ¡Es algo más allá!

Tanjiro, viendo cómo se desarrollaba la conversación, se rió ligeramente ante el caos que Inosuke siempre traía consigo.

—Es... —Tanjiro pensó por un momento, buscando una forma de explicarlo que fuera más comprensible para Inosuke. Después de todo, no quería dejarlo fuera de la conversación—. Es como cuando ves las estrellas salir en la noche. Esa belleza tan grandiosa que no puedes dejar de mirarlas. Tu mirada se queda pegada a ellas sin quererlo, como si todo lo demás desapareciera por un momento.

Zenitsu se quedó en silencio, sorprendido por la profunda comparación de Tanjiro. Inosuke, por otro lado, se quedó pensativo, pero la confusión no desapareció de su rostro.

—No... no entiendo. —Inosuke se rascó la cabeza, mirando a Tanjiro—. ¿Estás diciendo que es como cuando miras algo brillante y bonito, pero no puedes tocarlo?

Zenitsu, completamente rendido por la falta de comprensión de Inosuke, soltó un largo suspiro.

—¡Inosuke, por el amor de todo lo que es sagrado, no es lo mismo! —exclamó, con los hombros caídos y un tono de desesperación en su voz—. ¡No todo es sobre comida o peleas! ¡Es algo emocional!

Inosuke levantó un dedo, como si hubiera resuelto un gran misterio.

—¡Ah! ¡Entonces es como cuando me enamoro de una carne bien cocida! ¡Me quedo mirándola y no puedo dejar de pensar en ella! —gritó con entusiasmo, ignorando por completo la frustración de Zenitsu.

Tanjiro se cubrió la boca para contener la risa, mientras Zenitsu estaba a punto de perder los nervios. El caos en el baño aumentaba, pero a Tanjiro le resultaba un alivio ver a sus amigos discutir de forma tan absurda. Sin embargo, no pudo evitar sentirse un poco abrumado por el hecho de que ahora había compartido algo tan personal y, aunque de una forma inusual, Inosuke y Zenitsu lo estaban entendiendo a su manera.

—No es como la carne, Inosuke —dijo Tanjiro, entre risas y sin poder evitar el sonrojo en su rostro—. Pero... creo que de alguna manera, tú también tienes algo de razón en cómo te lo tomas.

Inosuke no entendió lo que Tanjiro acababa de decir, pero feliz por haber logrado, al menos, que su compañero le diera un poco de crédito, sonrió y volvió a centrarse en la conversación.

—¡Eso es! ¡Finalmente lo entendí! —dijo, dándose un golpe en el pecho con orgullo.

Zenitsu, mirando cómo Inosuke celebraba su "descubrimiento", no pudo evitar dar un último suspiro de resignación.

—A veces... no sé si soy el que está loco, o si ustedes dos me están volviendo loco.



Las chicas estaban sentadas en el baño, con el vapor del agua aún flotando en el aire mientras las conversaciones seguían fluyendo de manera relajada. A pesar de la atmósfera tranquila, algo parecía hacer que Suzume se sintiera un poco fuera de lugar, como si hubiera algo más que no comprendía.

Aiko, notando su incomodidad, la miró con curiosidad.

—Suzume, ¿no te da vergüenza bañarte frente a todas nosotras? —preguntó con una ligera sonrisa. Su tono era amigable, pero había una chispa de curiosidad en sus ojos.

Suzume, alzando las cejas, respondió de manera sincera, sin ninguna señal de incomodidad.

—No, la verdad no. Cuando era pequeña, mis padres siempre se bañaban conmigo. Nunca me hablaron de las diferencias entre baños o cosas como esas. Así que siempre fue algo natural para mí —dijo, sin ocultar su inocencia al respecto.

Las otras chicas se miraron un momento, un poco sorprendidas por la respuesta tan sincera de Suzume, pero luego Hanami, siempre la más tranquila y sabia, asintió y tomó la palabra.

—Entiendo, Suzume. En nuestra cultura, normalmente los hombres y las mujeres no pueden verse desnudos, a menos que haya una gran confianza entre ellos. —Su tono era suave y explicativo, como si intentara ayudar a Suzume a entender el concepto sin hacerla sentir mal.

Aiko intervino entonces, con una sonrisa comprensiva.

—Lo que Hanami quiere decir es que, normalmente, no deberías mostrar tu cuerpo desnudo a cualquier persona, incluso si son amigos. Solo aquellos en los que realmente confíes y con los que tengas un vínculo más profundo deberían ver esas partes de ti.

Suzume, claramente interesada, asintió lentamente, como si tratara de comprender. Su mirada se dirigió hacia Hanami.

—¿Entonces... está bien si es una persona en la que confío mucho? —preguntó con sinceridad.

Hanami se cruzó de brazos, pensando un momento antes de responder.

—No basta con ser amigos. Necesitas que la relación vaya más allá, que haya una conexión más profunda, algo más cercano e íntimo. Eso es lo que marca la diferencia. Sería algo así como una pareja.

Suzume, que había estado asimilando toda la información, se quedó pensativa por un instante. Luego, como si le hubiera llegado una revelación, miró a Hanami con una pregunta directa.

—¿Como Tanjiro? —preguntó, con los ojos algo brillantes por la curiosidad.

Aiko y Hanami se sorprendieron un poco, sus miradas se cruzaron, y ambas asintieron lentamente. Había algo en la forma en que Suzume había dicho el nombre de Tanjiro, algo que las hizo entender que había algo más que simple amistad en ese vínculo.

—Sí, algo así. —respondió Aiko, contenta por el resultado, mirando a Hanami, que parecía estar buscando las palabras adecuadas.

Suzume, aún confundida por la complejidad de todo, continuó con su torpe pero sincera curiosidad.

—¿Pero qué significa ser una pareja? —preguntó, sin comprender del todo el concepto.

Aiko y Hanami se miraron, y por un momento, Aiko pareció pensar en las palabras correctas para explicarlo. Luego, con una mirada cálida hacia Suzume, respondió.

—Una pareja es alguien con quien compartes una conexión profunda, no solo emocional, sino también física, y en quien confías completamente. Alguien como... —Aiko hizo una pausa y miró a Hanami, como si buscara confirmar su ejemplo—. Alguien como Hanami y Kyojuro.

Suzume, que ya empezaba a comprender un poco más, asintió lentamente, aunque no del todo convencida.

—Ah... Entonces, ser pareja es... compartir algo más que solo amistad, ¿verdad? —preguntó, mirando a las chicas para ver si su entendimiento era correcto.

Ambas mujeres asintieron, ahora con una sonrisa suave y llena de comprensión. Hanami, sin palabras, asintió con un leve gesto de la cabeza, mientras Aiko le daba una mirada cálida.

—Exacto, Suzume. Es algo que crece con el tiempo, y no todos lo experimentan de la misma manera. Pero cuando encuentras a alguien con quien compartir eso... es algo especial.

Suzume se quedó pensativa por un momento, procesando toda la nueva información sobre las relaciones y las conexiones profundas. Aunque su rostro seguía con una ligera confusión, también había una chispa de entendimiento en sus ojos. De alguna manera, las palabras de sus amigas empezaban a hacer sentido, aunque sabía que aún había mucho por aprender.

—¿Y qué puedes compartir aparte de la amistad?

Aiko sonrió suavemente ante la pregunta de Suzume, sabiendo que la joven aún estaba intentando comprender las complejidades de las relaciones humanas.

—Bueno, aparte de la amistad, en una pareja se comparte algo más profundo... como emociones, pensamientos, sueños. Se apoyan mutuamente en los momentos difíciles, se alegran juntos en los buenos. Y también hay una conexión física más allá de lo que podrías compartir con un amigo. Es una forma de mostrar cariño, afecto y amor —explicó Aiko, eligiendo cuidadosamente sus palabras para que Suzume pudiera entender.

Hanami asintió, añadiendo con una sonrisa tranquila.

—Es como si fueras parte de alguien más, y ellos de ti. Y no se trata solo de estar juntos, sino de cuidarse, respetarse y entenderse incluso en lo que no se dice. Todo eso hace que una pareja sea especial.

Suzume parecía pensar en sus palabras, mirando a las dos mujeres con una ligera sonrisa en su rostro.

—Entonces... ¿es algo más que solo ser amigos cercanos? —preguntó, tratando de comparar lo que acababa de escuchar con lo que había experimentado con Tanjiro hasta ahora.

Aiko asintió, su mirada suave y cálida.

—Exactamente. Con un amigo, puedes compartir muchas cosas, pero con una pareja, hay una conexión más intensa. Es un nivel diferente de cercanía.

Suzume permaneció en silencio por un momento, como si estuviera procesando la información, su mirada fija en el vapor que salía del agua. Aunque aún había mucho por aprender, algo dentro de ella comenzaba a entender lo que significaba una relación más allá de la amistad.

—Es difícil de entender, pero creo que lo estoy pillando... —murmuró Suzume, sonriendo levemente.

Hanami sonrió con ternura, feliz de ver que Suzume estaba empezando a comprender.

—Lo importante es que no tienes que apresurarte. Las cosas como esas no deben apresurarse. Todo llega cuando tiene que llegar —le dijo, dándole un toque amistoso en el hombro.

Aiko también asintió con una sonrisa y agregó:

—Y recuerda, Suzume, lo más importante es que te sientas cómoda con quien estés. Nadie debe forzarte a hacer algo que no quieras o no estés lista para compartir.

—¿Me podríais explicar las diferencias entre hombres y mujeres? ¿Por qué nos bañamos en lugares diferentes? Sé que dijisteis que es por cultura, pero no logro comprenderlo bien.

Aiko sonrió suavemente ante la pregunta de Suzume, sabiendo que aún había mucho que explicar.

—Bueno, Suzume, para que lo entiendas mejor... —comenzó Aiko, con una mirada comprensiva—, ¿alguna vez has notado que las manos de Tanjiro-kun son más grandes que las tuyas? ¿O que en su cuello hay un pequeño bulto, la nuez de Adán? ¿Y que su espalda es más ancha que la tuya? Además, él no tiene pecho como tú, y los hombres y las mujeres no comparten los mismos órganos sexuales.

Suzume la miró con algo de sorpresa, procesando la información. Aiko continuó con una expresión calmada, pero su tono era serio.

—Eso es solo una parte de las diferencias físicas. Los hombres y las mujeres tienen cuerpos diferentes, y eso influye en cómo se relacionan entre sí. Cuando te acercas a alguien más allá de la amistad, estas diferencias también juegan un papel importante en lo que compartes con esa persona. No es solo una cuestión de ser amigos o cercanos, sino de cómo esas diferencias afectan la relación.

En ese momento, Hanami, que había estado escuchando atentamente, tapó rápidamente los oídos de Sakura con una mano, haciendo un gesto de desesperación.

—¡Oka-san, basta! —regañó Hanami, con una expresión algo avergonzada mientras miraba a su madre. — ¡No le expliques más de eso!

Aiko levantó las manos en señal de rendición, pero con una sonrisa pícara.

—¡No te preocupes! Solo estaba intentando que Suzume lo entendiera mejor.

Hanami suspiró y miró a Suzume con una sonrisa tierna.

—Lo siento, Suzume, es solo que oka-san se emociona demasiado. Pero lo importante es que esas diferencias no son algo malo ni vergonzoso. Solo son parte de la naturaleza de los seres humanos.

Aiko miró a Suzume y, con un tono juguetón, dijo:

—Mira, Suzume, todo esto es algo que con el tiempo aprenderás de forma natural. Solo recuerda que, en cuanto a los besos, por ejemplo, no es solo sobre el contacto físico. Es una forma de mostrar cariño y afecto.

Hanami, un tanto molesta por la dirección de la conversación, le dio un pequeño empujón a Aiko, tratando de desviar el tema.

—¡Eso está bien, pero no sigas explicando más allá de eso! Por favor, no quiero entrar en detalles como esos.

Aiko sonrió con picardía, pero asintió, sabiendo que Hanami tenía razón.

Suzume, aunque algo roja por la incomodidad de la charla, parecía estar asimilando lentamente la información. Aunque aún no comprendía todo, algo en su interior comenzaba a entender las diferencias que le explicaban y la importancia de esas conexiones humanas.

—Entonces, todo esto tiene que ver con cómo nos vemos y nos tratamos entre hombres y mujeres, ¿verdad? —preguntó Suzume, tratando de simplificar lo que había escuchado.

Hanami asintió con una sonrisa cálida.

—Sí, Suzume. Y no te preocupes, todo esto lo irás entendiendo con el tiempo. Lo más importante es que confíes en ti misma y en las personas que tienes cerca.

Aiko asintió también, pero su tono se volvió más serio y pensativo mientras miraba a Suzume.

—Ahora, hay algo más que debes entender sobre los besos. Aunque parezca algo simple, un beso no es algo que se le dé a cualquiera. Es un gesto muy especial. Generalmente, las personas se besan cuando tienen una conexión muy profunda entre sí, sobre todo si son hombre y mujer. Es una forma de mostrar sentimientos que van más allá de la amistad. Es un acto de confianza y cariño.

Suzume la miró con curiosidad, sintiendo que había algo más importante detrás de las palabras de Aiko.

—Entonces, ¿a quién le darías un beso? —preguntó Suzume, con una expresión pensativa—. ¿A alguien como Tanjiro, por ejemplo?

Aiko y Hanami se miraron sorprendidas por la pregunta de Suzume, ambas un poco impresionadas por la rapidez con la que lo había comprendido. Hanami fue la primera en reaccionar.

—Suzume... —dijo, con una ligera sonrisa—. ¿Es Tanjiro la persona a la que le darías un beso?

Suzume asintió, sin dudarlo.

—Sí... creo que sí. Pero... ¿está bien dar un beso si lo quieres mucho? Si te importa mucho esa persona y tienes confianza en él, ¿es correcto hacerlo?

Hanami suspiró y se recostó sobre la pared del baño, mirando a Aiko antes de responder.

—Lo que Suzume quiere saber es si ese tipo de gesto está bien cuando realmente confías en alguien, ¿verdad?

Aiko sonrió de manera comprensiva.

—Exactamente, Suzume. Está bien si confías profundamente en esa persona, como lo hacían tus padres... ¿recuerdas lo que hacían ellos?

Suzume asintió lentamente, con una pequeña sonrisa al recordar a sus padres.

—Sí... ellos siempre se mostraban cariño de esa manera, aunque no lo entendía bien.

Aiko miró a Hanami, quien la observaba con una sonrisa.

—Una pareja, Suzume, es alguien con quien compartes ese tipo de cariño profundo, alguien con quien sientes que puedes ser tú misma. Y como lo decías, lo veías en tus padres... ellos tenían una conexión muy fuerte.

Suzume, con una expresión más pensativa, miró a Hanami.

—¿Entonces Tanjiro... podría ser algo más que un amigo para mí? —preguntó con una ligera duda en su voz.

Aiko no pudo evitar sonreír ante la pregunta directa de Suzume, mientras Hanami se sonrojaba ligeramente, girando la cabeza para evitar dar una respuesta directa.

—Para que una relación como esa llegue a ser posible, necesitas tiempo. Una pareja no es solo alguien a quien le das un beso. Es alguien con quien compartes todo, tus sentimientos más profundos. Y eso no se da rápidamente, sino con el tiempo y mucha confianza, como lo que tus padres tuvieron.

Suzume asintió, con una expresión reflexiva, mirando el agua en el baño.

—Entiendo... entonces no es solo un beso. Es un acto que muestra cuánto te importa alguien... —murmuró, pensativa.

Aiko asintió, con una sonrisa suave.

—Exactamente. Y cuando llegue el momento adecuado, lo sabrás. Pero por ahora, solo enfócate en lo que tienes con Tanjiro: una gran amistad y respeto mutuo.

Hanami le dio una pequeña sonrisa, con una expresión que reflejaba comprensión.

—No te preocupes, Suzume. Lo irás aprendiendo con el tiempo.

Con una última mirada hacia Aiko, que no dejó de sonreír con picardía, Suzume asintió, aunque algo tímida por toda la nueva información que acababa de recibir. Sin embargo, algo en su corazón comenzaba a comprender lo que era el cariño profundo entre las personas, y cómo esos pequeños gestos, como un beso, podrían significar tanto cuando se dan en el momento adecuado.

¡Nuevo capítulo!


Hoy hice muchos Kyaaa en mi cabeza, me emociona este romance >.<


Me gustaría saber sus opiniones sobre este capítulo.


¿Les está gustando la familia Kobayashi?


Un saludito.


Kana-sensei.

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