♦ Lotto ♦

Zamasu gritó emocionado, aún no podía creerlo. Era más probable que lo partiera un rayo, a que ganara la lotería, pero ahí estaba, cobrando felizmente su premio. Era grande, mucho, por lo que, sin pensarlo, decidió cambiar su estilo de vida. Si bien, antes contaba con algo de dinero, ahora era millonario, podía hacer lo que quisiera. La primera decisión que tomó, fue mudarse, a una de las zonas más acaudaladas de la ciudad.

    Allí, las hermosas casas con sus enormes y bien cuidados jardines, la gente vestida de forma elegante, la tranquilidad, el silencio, todo era perfecto, excepto por una cosa. Sus vecinos, los Kaio. Específicamente, su mascota. El cachorro de Pastor Alemán, siempre iba a su casa, sin motivo alguno, para que luego, un hombre alto, llamado Kibito, fuera a buscarlo, ofreciéndole disculpas.

    Al albino nunca le llamaron la atención los animales, por lo que, tener que ver constantemente a uno que ni siquiera era suyo, se volvía muy molesto y tedioso. Él solía estar encerrado en su casa, leyendo tranquilamente. Únicamente salía para ir a trabajar, ya que, a pesar de contar con una buena suma de dinero, adoraba su trabajo como fotógrafo. La belleza de los paisajes urbanos, simplemente no dejaba de sorprenderlo.

    Un día, luego de haber tenido que soportar por más de una hora al pequeño animalito, sintió el timbre de su casa. Aliviado y enfadado, caminó rápidamente para abrir la puerta, sin embargo, no esperaba encontrarse con una cara nueva. Una hermosa cara nueva.

- H-Hola - saludó con timidez, el recién llegado.

    Se trataba de un niño, que aparentaba tener apenas doce años de edad, de piel lila, ojos negros y un sedoso cabello blanco, en un corte similar al de Zamasu. También tenía una estatura bastante baja, un cuerpo delgado y un bonito aroma. Quizá era perfume, quizá era su olor corporal natural. El mayor parpadeó, aturdido.

- Hola, sí, ¿y tú eres...?

- Soy Shin Kaio, es un placer - dijo educadamente, haciendo una reverencia - Vine a recoger a Firulais, y a disculparme por que nuevamente haya venido hasta aquí sin permiso.

- Oh, esto... no hay problema - respondió, quitándole importancia al asunto. Se apoyó en el marco de la puerta, dejando espacio para que el perro pasara corriendo, hacia su dueño.

- Firulais malo, ya te dije que no vengas a molestar al vecino - regañó el menor, inflando las mejillas. A Zamasu, aquello le pareció tierno.

- Está bien, de verdad... creo que ya me acostumbré a su presencia - dijo, con una sonrisa amable. Shin se la devolvió.

- Muchas gracias, señor. Espero verle luego... adiós - se despidió, con las mejillas sonrosadas.

- Adiós.

    A partir de ese día, fue Shin quien iba a buscar a Firulais. Zamasu comenzó a adorar a ese perro. Literalmente, luego de pasar mucho tiempo junto a él, se dio cuenta de que era adorable y tranquilo, al igual que su pequeño dueño. Zamasu era como el segundo dueño del cachorro y todos estaban felices con eso, incluido Shin.

...

    Luego de algunos meses, Zamasu se sorprendió cuando supo que, en realidad, su joven vecino apenas era cuatro años menor que él, o sea, que tenía diecisiete. Sí, el mayor ya tenía veintiún años. Bastante conveniente, ¿verdad?

    Siguió pasando el tiempo y, un día, Firualis no fue a la casa de Zamasu. Éste, preocupado, fue a la casa de sus vecinos para ver si ocurría algo. El menor de la familia, le abrió la puerta.

- Z-Zamasu... ¿qué haces aquí? - preguntó con voz temblorosa. Le había tomado la confianza suficiente como para tratarlo de tú, cosa que al mayor no le molestó.

- Firulais no ha pasado en todo el día, eso no es normal.

- Es que está enfermo - susurró Shin, mientras un par de lágrimas bajaban por sus mejillas. El mayor se acercó a él, secando su rostro y dándole un abrazo.

- Tranquilo, no llores, por favor. ¿El perro estará bien?

- N-No lo sé...

- Es un cachorro joven y fuerte, no te preocupes.

- ¿Eso crees?

- Estoy seguro.

- Zamasu...

- ¿Qué?

- Mamá y papá no quieren que me quede en casa, pero a mí me da miedo salir sólo... ¿p-puedo estar contigo? - preguntó, sonrojándose.

- Claro, no hay problema. ¿Quieres ir a algún sitio, o nos quedamos en mi casa?

- M-Mejor en tu casa.

- Bien, sígueme. Prepararé té para ambos.

    A partir de ese día, Shin iba todas las tardes a casa de Zamasu, a tomar el té. Firulais ya se había recuperado y, muy contento, los acompañaba, comiendo gustosamente todas las migas de pan y galletas que caían al suelo.

    En una de esas tardes, ambos jóvenes conversaban tranquilamente, hasta que...

- ¡¿Tu apellido es "Té"?! ¡¿en serio?! - gritó el menor. Aquella revelación, le parecía tan absurda, que ni siquiera era capaz de creerla.

- Pues sí, ¿porqué crees que me gusta tanto?

- Zamasu Té...

- Shin Kaio.

- Sigo sin poder creerlo - dijo Shin, comenzando a reír. El mayor se deleitó con la imagen de éste, sonrojado, riendo estruendosamente, mientras sujetaba su estómago.

    Acabó su té, sonriéndole a su pequeño invitado.

...

- Zamasu... t-tú...

- ¿Qué pasa? Has estado actuando extraño últimamente, ¿te sientes bien?

- Si te digo algo, ¿prometes no enojarte? - preguntó el menor, jugando con sus deditos.

- No soy capaz de enojarme contigo, así que dime lo que quieras - acarició su cabello, para tranquilizarlo.

     Shin se levantó de su silla, para ir a sentarse sobre las piernas del mayor. Éste lo acercó más, apoyando su cabeza en su pecho.

- Zamasu... c-creo que... me gustas - admitió, sonrojándose notoriamente y cerrando los ojos. El otro lo miró, sorprendido.

- ¿Es en serio?

- Sí.

- Que bien... me alegra ser correspondido - susurró el mayor, besando la mejilla de Shin.

...

- Hola, Zamasu - saludó Shin, emocionado.

- Hola. Oye, sé que soy algo anticuado con todo esto, pero... ¿porqué me llamas por teléfono? Vivimos uno al lado del otro.

- Ah, sí - rió un poco - lo que pasa es que estoy ayudando a mis padres a preparar sus maletas.

- ¿Van a viajar?

- Sí, y mi tío Kibito también. Voy a estar sólo en casa... a menos que me dejes ir a visitarte...

- ¿Visitarme?

- Solo va a ser durante el fin de semana, ¿puedo quedarme contigo? Por favor - pidió, dando uso a su más dulce tono de voz.

- Eres mi noviecito, claro que puedes, Shin. Te esperaré con una taza de té.

- Por eso te quiero. Hasta entonces.

- Hasta entonces.

...

    La tarde juntos, había pasado rápidamente. Ya era de noche, por lo que ambos decidieron ir a la cama. Como solo había una, decidieron compartir. Acostados, se miraron el uno al otro, para darse un beso de buenas noches. Sin que se dieran cuenta, aquel beso se iba volviendo más largo que los demás. Zamasu tomó a Shin por la cintura y éste rodeó su cuello con sus brazos.

    Tuvieron que separarse por falta de aire. Agitados, volvieron a besarse. El mayor mordió levemente el labio inferior del pequeño, haciendo que abriera un poco la boca. Así, poco a poco, fue introduciendo su lengua, sorprendiendo gratamente al menor. Éste, soltó un pequeño gemido, acercándose un poco más a su novio.

    El mayor sentía que ya no podía contenerse. Extasiado, se posicionó sobre Shin, procurando no hacerle daño.

- ¿Sabes? Hay algo... que me gustaría hacer contigo - soltó. Ver a su novio, jadeando, totalmente sonrojado, no le ayudaba para nada.

- P-Puedes hacerme lo que quieras... sé que no vas a lastimarme - susurró el menor, aún un poco agitado por los recientes besos.

- De acuerdo. Si quieres que pare, solo pídemelo - le susurró al oído. Acto seguido, le dio una leve mordida, haciendo que el pequeño jadeara.

    Mientras besaba su rostro y cuello, lo desvestía, dejándolo únicamente en ropa interior. Algo avergonzado, Shin abultó los labios, para pedir un beso. Zamasu, con gusto se lo dio. Luego, fue dejando un camino de mordidas, hasta llegar a su pecho. Sus pequeños pezones, le resultaban simplemente tiernos.

    Con su boca, jugaba con uno, mientras que, con una mano, atendía al otro. Su otra mano, la utilizaba para masajear el trasero del menor. Shin se abrazó a su cuello, sintiéndose muy bien. Luego, Zamasu metió una mano en los boxers del menor, acariciando su intimidad. Éste apretó las sábanas.

    Finalmente, tanto él, como Shin, quedaron totalmente desnudos. Zamasu lo tomó por la cintura, para darlo vuelta, dejándolo en cuatro. Poniéndose sobre él, entró lentamente en su interior, con la mayor delicadeza posible. Sin embargo, se detuvo al sentir como el menor soltaba un quejido.

- ¿Duele mucho?

- N-No... no te muevas... por favor - pidió en voz baja. Zamasu comenzó a besar su espalda, para calmar un poco su malestar.

    Luego de unos minutos, se sintió mejor, moviéndose levemente, indicándole al mayor que ya podía comenzar. Éste lo sujetó por las caderas, siendo lento al principio, aumentando el ritmo poco a poco. Ambos lo estaban disfrutando mucho. El menor ya no pudo. Se corrió, gimiendo con fuerza. Al sentir más presión en su miembro, el mayor también acabó.

    Ambos cayeron, exhaustos. Zamasu salió del interior de Shin, acomodándose al lado de éste. El menor se acurrucó con él, sintiendo como sus brazos lo rodeaban de forma protectora.

- Buenas noches.

- Buenas noches.

    Tal vez, ganarse la lotería, no había sido el mayor premio de Zamasu.


































Ay we, por fin terminé. Mejor tarde que nunca, ¿no?

Algo que voy a aclarar, es que yo ya tenía planeada una historia Zamashin, una larga. En ella, Zamasu será un fotógrafo. Quise hacer una pequeña referencia a eso, aunque no sé si lo habrán notado.

Ah, por cierto, cuando pregunté por la próxima historia, hubo un empate de dos votos para la historia de Goku×Hit y dos votos para la de Vados×Champa. Por favor, ayúdenme a decidir con eso.

¡L@s quiero mucho! ~♡

{Bye}

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top