29

“¡Me necesita!”

“¡Mi omega!”

“¡Ahora!”

Jungkook detuvo su paso a unas pocas casas de llegar a la del castaño, era muy tarde, lo suficiente para seguir preocupado y alterado.

¡¿Qué estaba pasando?!

Sentía miedo, mucho miedo de su propia persona, tanto que hasta sus ojos empezaban a cristalizarse. Sus emociones estaban al borde.

Apretó sus ojos y se sostuvo de una pared, respiró de forma profunda y sin haberlo previsto, aquél hilo agrio se presentó en su olfato que se encontraba mucho más agudo. Sorprendido y menos desubicado, miró en dirección hacia la casa del omega y algo en su pecho picó, por fin, de forma más coherente para su persona.

Algo estaba pasando, sí. No dudó otro momento en acercarse y pretender tocar, pero un quejido proveniente de adentro, por más imperceptible que fuese para otra persona, lo hizo abandonar la idea y simplemente ingresar, dándose cuenta de que no había un seguro en la puerta principal. Barrió el lugar con sus ojos y, mierda, todo estaba desorganizado; eso lo mantuvo más en alerta.

—¿Taehyung? —Musitó, muy preocupado y sin saber hacia donde dirigirse, ya que estaba en un lugar sin el debido permiso. Después de todo aún seguía siendo Jeon Jungkook.

Miró hacia las escaleras y notó varios cuadros derribados. Había pasado algo, claramente.

“¡Ve por él!”

Sintió la orden emanar desde lo más profundo de su cuerpo y no la ignoró, puesto que el aroma del castaño estaba impregnado en todo el lugar, mas no era el único. Subió rápidamente y se dirigió hacia la puerta de su habitación, ésta se encontraba cerrada.

—Por-por favor —lloriqueos que provenían de una voz que el azabache reconocía a la perfección, se escucharon.

Quédate quieto, omega —se escuchaba otra voz demandante—. Serás mío de una vez por todas.

Las entrañas de Jungkook empezaban a calentarse, su garganta pesaba y la rabia ocupaba toda su cabeza. Quería entrar, iba a entrar.

“¡Mío!”

“¡Me pertenece!”

Agarró el pomo de la puerta y al notar que ésta no abría, se desesperó, tanto que empezó a golpearla y empujarla con la intención de forzarla. Pero no estaba funcionando.

“¡Ahora!”

El silencio se escuchó en la habitación al notar el ruido externo.

¿Quién está ahí? —Preguntó fuertemente la otra persona—. ¡¿Quién mierda está ahí?!

“¡Mi omega!”

“¡Me necesita!”

Jungkook no supo en qué momento golpeó la puerta con su hombro lo suficientemente fuerte, con el fin de dañar el seguro y abrirla de par en par, para percatarse de una imagen que, seguramente, no iba a ser capaz de borrar de su cabeza. Ese alfa estaba encima de Taehyung, presionando su mano en la boca del omega con la intención de callarlo; su cuerpo semidesnudo no dejó de ser obvio para el azabache, tanto, que esa rabia que intentó contener por mucho tiempo, salió a flote con una mirada fríamente aterradora y con un pensamiento que primó por encima de los demás: matarlo.

¡Largo de aquí! —Intentó alegar con su voz el mayor, pero no supo que su presencia no era nada, a comparación de la que estaba saliendo a flote de ese joven muchacho.

Suéltalo —habló por primera vez en su vida con una voz de mando, lo cual sorprendió e incomodó a las otras dos personas.

Taehyung dirigió su mirada hacia el azabache, intentó empujar como pudo el cuerpo de la otra persona, pero sintió cómo la fuerza de éste aumentó. Volvió a mirar a Minwoo y notó en todo su cuerpo la tensión. Era como si mover un sólo centímetro de éste, desataría lo peor de esos dos alfas.

El castaño no sabía cómo sentirse, la persona que más estaba queriendo en su momento, se encontraba presenciando todo aquello que intentó ocultar. Tal conclusión lo llevó a sentirse peor y sus lágrimas volvieron a reflejarse, como si en ese día no hubiese sido suficiente.

—¿Qué… debería decir? —Continuó hablando el mayor, miró al omega y quitó su mano de la boca del mencionando. Quería, de alguna u otra forma, alivianar la tensión del ambiente. Una cosa estaba siendo clara en su cabeza: un mal movimiento, iba a ser el fin de todo. Lo peor del caso, Minwoo notaba que el chico no estaba reaccionando a sus palabras. —¿Ves? Ya lo solté —expuso y posó sus ojos en la persona frente a él; su quijada se encontraba apretada y sus manos se mantenían en puños fuertemente cerrados.

Ma-matarlo… —Habló nuevamente entre murmullos el menor.

Taehyung se sentó como pudo, con mucha vergüenza cubrió sus hombros con la camisa que antes se encontraba medianamente quitada, miró hacia Jungkook y en él sentía algo diferente; ese verde… ese verde ya no estaba, ya no existía en lo más mínimo.

¿Era… todo negro?

Tal sensación lo dejó sin habla y muy estupefacto. Esa persona, esa persona frente a él no era Jungkook. Y no pudo sentir más que terror ante ello. 

No era la misma presencia.

—¿Cómo? —Habló nuevamente el mayor. Claramente él sentía cómo el ambiente se tornaba pesado, cómo las feromonas contrarias estaban opacando a las suyas, eso dando una señal de todo lo que se estaba aproximando. Incluso sentía la penosa presión de mostrarse cohibido ante la gran presencia frente a él.

Protegerlo —hablaba el azabache—, por sobre… cualquiera —aseguró seriamente y levantó su mirada; ningún reflejo, ningún signo de brillo.

Era un simple alfa con una misión clara en su cabeza: deshacerse de todo aquello que lastimase a su omega.

Minwoo se quedó sin palabras. Un simple paso o movimiento lograría que ese alfa se descontrolara. Debía pensar rápido, muy rápido una solución. De inmediato miró por el rabillo de su ojo a Taehyung, el cual se encontraba igual que él, pero más preocupado que asustado. Iba a acercarse, mas de inmediato pudo sentir… cómo ésta había sido la decisión más descabellada en el momento.

¡No lo toques! —Alegó ferozmente el azabache, aproximándose rápidamente hacia él para soltarle un gran golpe en su rostro, tan fuerte que lo hizo caer en el piso—. ¡No te atrevas! —Seguía gritando, mientras se posaba encima de él y propinaba más y más puños en ese rostro, uno tras otro, sintiendo cómo el instinto se apoderaba de su cuerpo, cómo las súplicas de la persona bajo él se escuchaban muy lejos.

Había sido capaz de tocarlo, había sido capaz de hacerle daño. A su omega, ¡a su omega!

No era suficiente, los golpes no eran suficiente, la rabia, impotencia y el desespero se combinaban con su instinto, tanto que su raciocinio había escapado, todo hasta sentir cómo sus colmillos picaban como una forma de avisar de su existencia. Sí, ya no había algo humano además de su cuerpo, la ganas de matar y desgarrar eran las presentes. Y no pudo abstenerse de ello, por más que la otra persona estuviese inconsciente.

Ya no había vuelta atrás.

Sin pensarlo ni un poco, sus colmillos se enterraron en la garganta de su víctima, tan pero tan fuerte, que sintió un sabor metálico escurrir por toda su boca y tras él, un quejido que lo alarmó aún más.

—Su-suficiente… —Pedía entre claros sollozos la persona que se había metido en medio de esa casi tragedia.

El azabache se sorprendió al percatarse de que no, no estaba mordiendo una garganta y mucho menos estaba siendo dado a su víctima. Se trataba de su omega, lo cual lo hizo soltar el agarre y alejarse rápidamente al ver cómo el antebrazo contrario sangraba por su culpa.

—Estoy… estoy bien —decía débilmente el castaño, sintiéndose cansado y observando la gran herida formada en esa parte de su cuerpo. Optó por mirar nuevamente a ese azabache y esos ojos aterradores. Sonrió levemente y se acercó con cuidado hasta él; se notaba asustado y quizá sorprendido, puesto que no esperaba herir a su omega y mucho menos de esa forma. —Mírame —pedía, intentando no mostrarse afectado.

No sabía qué pasaba, pero el comportamiento extraño de Jungkook era algo que no sabía deducir con claridad.

Él iba a matarlo. Tenía la disposición de hacerlo. Y algo en su interior no odiaba esa idea, pero lamentablemente no todo era así de fácil. Taehyung no iba a permitir que su menor se ensuciase las manos de esa forma.

—Jungkookie… —Habló con mucha suavidad, intentando conseguir a su pequeño niño que tanto quiere, intentando encontrarlo en esos ojos oscuros y trastornados.

Sorprendentemente, no tenía miedo, mucho menos al saber que ese alfa frente a él no podría ni tenía la intención de hacerle daño. Por esa razón, se acercó al cuerpo que se mantenía sentado en el piso y lo abrazó fuertemente.

—Estoy aquí —musitaba—, estoy muy bien —seguía hablando—, gracias a ti, a tu ayuda. No te temo… No podría.

Mientras seguía hablando, su aroma se volvía cada vez más dulce y llegaba hasta el olfato del azabache. Logrando calmarlo, logrando que sus sentidos agudos cesen y que sus parpados pesen.

—Te quiero —hablaba, mientras acariciaba con suavidad la gran espalda del menor—, por eso espero que… te encuentres muy bien —decía, mientras fruncía su ceño y su garganta pesaba—. No-no soportaría, te lo juro… no soportaría algo más. Ya no… Por eso, mi Jungkookie, de-debes estar bien, de-debes calmarte, ¿podrías?

El castaño no escuchaba nada, a excepción de una ligera respiración proveniente del alfa. No sabía si eso era algo bueno o no, pero asumía que había funcionado de alguna manera. Soltó un suspiro al sentirse aliviado y notó cómo el rostro del azabache se presionó en su cuello. Taehyung cerró sus ojos y respiró profundamente.

Sabía que a partir de esa situación y de una vez por todas, debía enfrentarse a todo aquello por lo que más temor tuvo.

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¡Andamo' ruleta en
una camioneta, eaaa!

Siento actualizar a esta
hora pero, bueno, mejor
tarde que nunca, ¿no?

¡Gracias por todo! ^^

-Gaby

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