25

     La mañana siguiente llegó muy rápido, la luz se filtraba en medio de las cortinas de la casa Kim y un silencio fastidioso era el que reinaba en ese lugar. Las personas que en algún momento se veían sonrientes y agradables, se mantenían en medio de pensamientos que perturbaban su nivel afectivo y, por consiguiente, su comportamiento. Ya no sonreían, su actitud hacia su entorno era muy lamentable y sólo esperaban a que otro día culminara. O por lo menos, eso era lo esperado dentro de esas paredes.

Taehyung salió de su habitación mientras ojeaba su celular y acomodaba una de las correas de su mochila en sus hombros; Jungkook le había informado que lo estaba esperando afuera y eso lo mantuvo considerablemente ansioso por verle. Después de ello, bajó las escaleras rápidamente e iba a salir, mas notó en aquél mesón la figura de su madre, la cual miraba hacia la gran ventana que conectaba con la calle. Ah, tenía rato sin verla ahí.

—Mamá —habló el castaño con gusto, se acercó hasta ella e iba a darle un fuerte abrazo, pero le asombró el hecho de que los ojos de ésta se mantenían hinchados y muy rojos. Como si su noche hubiese sido más larga que la del menor.

Krista al escucharlo dejó su taza de café en el mesón, miró por largos segundos a su único hijo  y sonrió levemente al final.

—Jungkookie se encuentra afuera —avisó, tomó las largas manos de Taehyung y las acarició suavemente—. Ve con él —pidió, pero el castaño lo recibió más como una orden.

—Te dejé helado en el refrigerador —informó, decidió acercarse aún más y le plantó un largo abrazo.

—Muchas gracias —dijo la mayor—. Y… Tae.

—¿Sí? —Preguntó con curiosidad.

—Yo… —Iba a seguir hablando, pero cerró su boca justo al intentar hacerlo, volvió a sonreír y soltó sus manos con cuidado—. Ten un buen día, ¿sí?

—Usted igual —respondió Taehyung, mientras mantenía sus ojos en el ahora, débil cuerpo de su madre.

Sin escuchar nada más por su parte, dio media vuelta y se dirigió hacia la salida en donde se encontraba el chico de cabello azabache. Taehyung no pudo evitar sonreír al verle.

—¿No es muy temprano para que ya estés aquí? —Cuestionó en broma.

—Si quieres me voy —respondió con el mismo tono y volteó a mirarlo.

—No, no, no. —Negó con su cabeza y se acercó unos pasos más. —No te vayas.

El menor mantuvo sus ojos en el contrario por un rato, sintió sus mejillas arder y sonrió en grande al entenderle. Nunca, ni por obligación, sería capaz de irse de su lado.
Después de ello, miró en dirección hasta la mano contraria y ofreció la suya, recibiendo un sonrojo aún más fuerte por parte del castaño. 

—¿Me permite guiarlo con ayuda de su mano hasta nuestro paraíso?

—¿Desde cuándo ir a estudiar se le considera "nuestro paraíso"? —Rió y tomó la mano ofrecida. —Pero, sí, acepto.

—Desde que puedo tomar tu mano y calentarla junto a la mía —contestó naturalmente y empezó a caminar.

—Jungkookie… —Habló Taehyung, aún muy rojo y mirando la espalda del azabache—. ¿Desde cuándo eres tan directo, hm?

—No lo sé —respondió con suma sinceridad y volteó a mirarlo—. Siento que… debo dejar en claro muchas cosas.

El castaño no supo qué contestar, se mantuvo mirándolo por unos segundos y simplemente asintió. No le molestaba en lo absoluto que se expresara de esa forma, pero había algo en sus palabras que no lo dejaba tranquilo. Como si estuviese marcando su territorio. Ahora Jeon Jungkook era una combinación de un niño lindo y otro bastante demandante.

Aunque no era un sentimiento inquietante. Sólo había un tono diferente en él. 

Cada vez más oscuro.

[…]


    Las clases se dieron de forma natural, Jimin, Taehyung y Milly se encontraban en uno de los patios del instituto y tomaban su merienda. Una conversación amena era lo que los mantenía entre pequeñas risas; era sobre el resultado de la obra y demás acontecimientos de ese día.

—¡Y él estaba ahí! ¡Se los juro! —Alegaba Jimin, informando de la asistencia de su profesor a tal evento—. ¡Me quiso dar algo cuando lo vi entre los espectadores!

—¿Por qué te gusta tanto si no lo conoces, hm?

—Porque es un hombre guapo —respondió con simpleza y mordió su sándwich.

—Sólo tiene un crush —informó el castaño—. Él suele ser intenso cuando eso le pasa.

—¡Es el amor de mi vida!

—¿Ves? —Habló en burla Taehyung y Milly igual rió.

—Ya, cambiando de tema —continuó el rubio y miró con ojos curiosos al más alto—. Tú no llegaste al cierre, ¿por qué?

—Ah, cierto —se unió Milly al ambiente curioso.

Taehyung al recordar aquello se mantuvo en total silencio y su cara fue la que hizo enterar a los presentes de lo que había sucedido.

—¡Estabas con Jungkook! —Habló muy emocionado Jimin—. ¡¿Cierto?!

—Bu-bueno… —musitó y simplemente asintió con su cabeza.

Milly se quedó seria y algo dentro de su persona la hizo sentir un poco relajada, como si saber de la cercanía que empezaban a tener fuese el medio para resolver cada una de sus inquietudes. Y es que, de alguna forma era así: si Jungkook empezaba a rondear más a Taehyung, las posibilidades de que algo malo le pasase podrían verse disminuidas. Era cuestión de marcar territorio y que su sentido de protección se empezara a agudizar más, pero de la forma en que su contenedor era igual de consciente que su lobo.

Y ahí era en donde emergía el problema; ¿y si su lobo tomaba las riendas del asunto?, ¿qué podría pasar?
Era peligroso. Pero no dejaba de ser sólo una hipótesis propuesta por la cabeza de la rubia.

Justo en ese momento, una profesora se acercó hasta el pequeño grupo que habían hecho y se posicionó frente al castaño, lo cual dejó a todos en completa confusión. Fue demasiado repentino.

—Buenas tardes, chicos —saludó, pero sus ojos seguían clavados en el omega más alto—. Taehyung, ¿puedes acompañarme, por favor?

Jimin y Milly se miraron al no entender. Se quedaron en silencio y simplemente volvieron a observar a la mujer.

—¿Hice… algo malo? —Preguntó el aludido.

—No, claro que no —aseguró—. Psicorientación quiere hablar contigo. Es una cuestión… delicada.

No hacía falta decir más para que la rubia entendiera tales palabras, aún más, al ver la cara de malestar que Taehyung sabía esconder muy bien siendo reflejada por el inesperado comentario.

¿Se habían enterado?, ¿cuál había sido el medio?

Las manos del castaño empezaron a temblar y su propio cuerpo sintió la pesadez que lo obligaba a permanecer en ese mismo lugar y con la misma postura.

—¿Taehyung? —Volvió a hablar la mujer—. La psicóloga te está esperando.

El castaño bajó su mirada y su garganta empezó a fastidiarlo; lo hacía ahogarse.

En ese momento no sabía qué sentir.

—Tae —la voz de su rubio amigo resonó en sus oídos y lo hizo despertar de su corto trance, después optó por mirarla y simplemente asintió con lentitud, como si dudara de los fríos ojos de esa persona. 

¿Qué debía esperar?

—Vamos —instó al muchacho para que se levantara y empezó a caminar, esperando ser seguida por el mismo.

Taehyung miró a las dos personas que se quedaron en silencio; Jimin mantenía su cara de confusión y Milly, en cambio, tenía una sonrisa con la clara intención de hacerle ver que todo estaba bien. Quería relajarlo. 

¿Pero por qué?

—Se devolverá enojada como no te vea —habló nuevamente Jimin.

El castaño no hizo más que colocarse de pie al escucharlo, apretar sus labios levemente y seguir el paso de esa profesora. Claramente, con sus pensamientos empezando a hostigar su cabeza y con el miedo de enfrentarse a lo que más le ha hecho temblar en ese largo año.

Quizá sólo estaba exagerando. Quizá lo llamaban para otros temas. O simplemente, tal visita a psicorientación lo haría dejar salir todo lo que escondió con sumo cuidado por mucho tiempo. 

¿Sería capaz o haría lo mismo de siempre?

¿Sabían que el miedo es su talento oculto?, ¿sabían que ese miedo era capaz de hacerlo ver como el más mentiroso de todo el universo? Era como un jodido circulo vicioso, en donde te asusta que alguien descubra que rompiste un vaso y por ello, lo botas a la basura y te haces el indiferente cuando alguien lo encuentra. Porque tú no fuiste. A pesar de que sí fue tu culpa, hay otro medio para hacerte ver limpio y totalmente puro.

Todo estaba bien. Todo estaba bien.

Al pasar esas palabras por su cabeza, sus ojos empezaron a cristalizarse y detuvo su paso al encontrar el desespero en medio de todo el asunto. Su cuerpo temblaba, su cuerpo temblaba por miedo, por miedo a entrar a ese lugar, por miedo a que lo desnuden, a que lo vean tal y como es.

Sucio, mentiroso, hipócrita.

Dio pasos hacia atrás, miró cómo el cuerpo de esa mujer seguía avanzando y no esperó más para tomar otro camino. Sí, estaba huyendo. Porque no encontró algo mejor que hacer.

Porque las personas como él no sabían hacer otra cosa que esconderse.

Era un jodido problema, claro que sí, mas ahora tenía en su cabeza el simple hecho de escapar de esa situación y dejarse caer en llantos corridos que lo ayuden a estabilizarse. Y a partir de ahí, encontrar al Taehyung que siempre lo ha mantenido a salvo.

El castaño entró a una de las instalaciones, respiró profundamente al sentirse lo suficientemente alejado y optó por sentarse en el frío suelo y mantener su espalda apoyada en una pared.

Iban a buscarlo, sí, y lo obligarían a entrar, le harían preguntas extrañas, lo observarían…

Taehyung abrazó sus piernas con sus dos brazos y escondió su cabeza en medio de sus rodillas. No quería, simplemente no quería.

—¿Hyung? —Habló una voz conocida, lo cual removió al castaño y lo hizo encogerse aún más en su posición; entró al bloque de primero, a sabiendas que se encontraban en receso. —Hyung —su voz se escuchó más preocupada y se colocó de cuclillas frente al nombrado—, ¿qué sucedió? Hyung…

Quizás lo estaba buscando. Lo necesitaba.

Jungkook notaba cómo el cuerpo del mayor temblaba, cómo su aroma se tornaba agrio, lo cual demostraba el miedo a quién sabe qué.

—No-no quiero… —Tales palabras salieron de la boca de Taehyung.

—¿Qué es lo que no quieres? —Preguntó y se sentó a su lado, intentando ver su cara, pero éste insistía en esconderla—. Puedo ayudarte, lo sabes. Taehyung, por favor —rogaba.

El castaño se atrevió a mirarlo, no importando exponer sus lágrimas y prefiriendo confiar en esa persona que le ha hecho saber de todas las formas posibles, que su lado era el más seguro de todos.

—Jungkookie… —Musitó y empezó a limpiar sus ojos; el menor percatándose de las manos temblorosas de la persona— sácame… sácame de aquí, ¿po… drías?

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¡Buenos días!

Espero pasen una
excelente mañana/tarde.

Gracias por el apoyo
a esta pequeña historia. ^^

-Gaby

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