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Un pequeño Jungkook caminaba en medio de un frondoso bosque, tenía miedo ya que todo se encontraba oscuro, sus manos temblaban y sus pies simplemente se movían con la intención de encontrar algo de luz. Aunque él simplemente se estaba guiando por un fuerte olor que lograba distinguir en medio de las gotas de lluvia que caían en el suelo.
¿Algo rústico?
Ese niño miraba a los lados y seguía sin saber en donde se encontraba.
“Camina hacia mí…”
Algo en su cabeza seguía resonando y él no hacía más que seguir ahí, dando pasos casi de forma ciega.
“Estás cerca…”
Tragó fuerte. Esa horrible y ronca voz; casi como un rugido, seguía esparciéndose en cada rincón de su mente, haciéndole entender que no había nada más en qué pensar.
El pequeño azabache se detuvo justo al ver dos pequeñas luces que brillaban paralelamente en medio de tal oscuridad, luces que empezaba a distinguir como fieros ojos bañados en rabia y desespero. Las piernas del niño flaquearon al notar cómo esas luces paralelas empezaban a subir, mostrando el gran tamaño del animal que se encontraba frente a él. Cayó de rodillas al no poder despegar su vista de esa criatura que ahora observaba con suma claridad; pelaje negro, patas enormes, un hocico alargado y decorado con colmillos muy filosos.
Las lágrimas del pequeño niño empezaron a salir, se encontraba paralizado, quería pedir ayuda o correr, pero era como si ese animal lo tuviese amarrado, preparándolo para darse un gran festín.
“No puedo… mantenerme con alguien débil, incapaz. Muy poco para mí”.
El pequeño Jungkook notó cómo ese gran lobo empezaba a salivar mientras sus grandes ojos oscuros lo discriminaban, de igual forma, no supo en qué momento el animal se abalanzó contra él, haciéndolo soltar un grito tan fuerte y terrorífico, que lo hizo abrir sus ojos y sentarse en su cama casi que sin aire.
Miró a los lados aún en medio de un trance extraño, frunció su ceño al percatarse de la pesadilla que había tenido y negó con su cabeza.
—Qué… mierda —habló para él, miró su despertador y se percató de que pasaban las siete con cuarenta minutos.
Él pasada por Taehyung a las ocho.
Tal información lo hizo saltar de su cama e ir a prepararse lo más rápido posible. Evitó su desayuno en medio de quejidos por parte de la señora que siempre los atendía a él y a su padre por las mañanas, para después salir sin decir nada más.
Después de caminar unas cuadras, miró hacia el frente y notó al castaño sentado en un escalón fuera de su casa. Éste se mantenía aburrido, en una posición en la que el codo de uno de sus brazos se apoya en una pierna y la mano de éste mismo apachurraba una de sus mejillas. Jungkook optó por observar la hora y se dio cuenta que tenía unos quince minutos de retraso.
—¡Hyung! —Alegó, mientras se acercaba rápidamente.
Taehyung de inmediato volteó y se colocó de pie al ver la imagen considerablemente descuidada del menor.
—¿Y a ti qué te pasó? —Preguntó muy curioso.
Jungkook se detuvo frente a él y frotó un poco su cabello húmedo.
—Se me pegaron las sábanas —admitió con una risa nerviosa.
—Sí, de eso me di cuenta —reiteró la información dada y negó con su cabeza para acomodar el blazer del contrario—. ¿Y tu corbata?
—En mi mochila —respondió.
—Dámela —pidió—. Mi lindo bubu no puede ir por ahí pareciendo un delincuente —dijo, para después tomar la corbata y acomodarla alrededor del cuello de la camisa que recién levantaba.
—Hyung —habló nuevamente el menor.
—¿Sí? —Preguntó y sintió cómo una de sus muñecas era tomada. Con algo de nervio miró hacia el frente y se deslumbró al ver la tierna sonrisa de éste.
—Buenos días —saludó.
Taehyung sintió sus mejillas muy rojas y bajó su cabeza al no poder soportarlo. Ahora que era más que evidente cómo se sentía, se le hacía más sencillo sentir cómo su corazón empezaba a golpear muy fuerte en contra de su pecho.
—Bu-buenos días, Jungkookie.
—¿Listo para hoy? —Preguntó.
—Es… el último día de preparación —recordó y empezó a anudar la corbata—. Por supuesto que lo estoy. ¡Ah, sí! Mamá y yo te estamos invitando a que, después del evento, nos acompañes a comprar de esos helados enormes que venden cerca del instituto.
—Me encantaría —aceptó la invitación y después sintió cómo el castaño empezaba a medio arreglar su cabello.
—Eh, niño, ¿hoy peleaste con la secadora, tu ropa y todo lo demás que implique la buena presentación?
—No quería hacerte esperar mucho, Hyung —contestó de forma natural, sin ser consciente de que esas palabras provocaban algo más en el mayor.
Taehyung simplemente negó, dio unos pasos hacia atrás y al dar el visto bueno a Jungkook, decidió tomar el camino junto a él.
—Yo… estoy emocionado por el evento —dijo el castaño—. Fue un trabajo muy duro y créeme, valió mucho la pena.
—Vah, que yo medio tengo idea de lo que harán en primero —confesó y negó con su cabeza—. Pero, joder, nunca en mi vida había creído que alguien podía ser tan intensa como lo es Yeri. Tanto que preferí desentenderme de la logística y ser el chico de los mandados.
—Lo es contigo —aclaró, mientras pensaba un poco en lo que había hablado con Jimin—. Es… una linda omega que quiere a un buen alfa. Es posible que te vea de esa forma.
—Hyung…
—¿Hmm?
—¿Tú… también me ves de esa forma? —Preguntó y notó cómo el paso del castaño se detuvo. Después de un rato, el castaño decidió voltear y Jungkook fue espectador de las mejillas totalmente rojas de éste.
—¿Qué… crees? —Preguntó.
El azabache se quedó en silencio, bajó su mirada hasta una de sus manos y la tomó, sorprendiendo a Taehyung por completo. No dijo nada más, simplemente la sostuvo con fuerza y decidió caminar con él de esa forma. Dejando en claro que ya sabía la respuesta. Y que a partir de ese día, tomaría su mano y lo llevaría junto a él todo el tiempo.
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¡Nos leemos
pronto!
Pasen excelente
mañana/tarde. ♡
-Gaby
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