Perdidos en la conspiración

PERDIDOS EN LA TRANSPOSICIÓN

Capítulo 5: Perdidos en la conspiración


―Así que no me hiciste caso ni tampoco a tu padre, al final te casaste con ese niñato de Robinson ―decía el profesor García mientras negaba con la cabeza.

―Profesor, no diga eso, John es mi querido esposo y gracias a él tengo a tres maravillosos hijos.

―Profesor, un gusto poder volver a verlo ―trató de decir John, pero el anciano lo apartó sin mucho tacto y fue directo a ver a los hijos de Maureen.

Maureen presentó a sus hijos y el anciano profesor se mostró encantado, en especial con Penny.

―Tu hija Penny es la viva imagen de tu abuela, Maureen, también heredó los ojos de tu madre, sin duda alguna se convertirá en una dama muy hermosa ―la alabó el anciano y Penny se ruborizó y miró sus pies como si fuera una niña pequeña―. Bueno, John, creo que después de todo, sí fuiste bueno para algo, muchacho.

―Veo que no ha perdido su buena predisposición hacia conmigo, profesor ―le dijo ceñudo John, pero el anciano le ignoró.

Todo el grupo de humanos, salió del salón imperial y fueron a otro ambiente más privado para poder ponerse al corriente.

―¡Así que usted, profesor, es el Ministro de Desarrollo Aeroespacial de Nekoi! ―exclamó Maureen impresionada.

―Les conté a las Nekoi acerca de cómo el Bismark y el Yamato fueron hundidos de forma tan patética en la Segunda Guerra Mundial, y como una fuerza de cazas aéreos y espaciales eran el futuro de la armada imperial. Blair me rogó para que aceptara el puesto.

―¿Qué otras contribuciones aportó a las chicas gato? ―preguntó John y el anciano se mostró incómodo.

―Bueno, antes el imperio contaba con telescopios terrestres, pero ahora también tienen telescopios en el espacio, igual que el antiguo Hubble. También estoy desarrollando en la órbita del quinto planeta de este sistema un portal espacial.

―¡¿Qué?! ―exclamó John ante la sorpresa.

―La logística para emprender tan colosal tarea debió de ser impresionante ―dijo Smith con tono zalamero.

―¿Cómo se las arreglaron para defender el portal? ―preguntó Don.

―Meowtis es diferente a la Tierra, con un cuarto menos del diámetro de nuestro planeta y sin océanos tan amplios, era cuestión natural que un solo gobierno rigiera todo el planeta, eso es desde hace mil años. Criaturas como los reptilianos se niegan a someterse al imperio, pero a las Nekoi no les gusta matar, los dejan estar en su reducido territorio pantanoso, ¿y qué daño podrían hacer? No digo que sean animales sin raciocinio, pero los reptilianos son como los cavernícolas, pasaran miles de años antes de que tengan el nivel de inteligencia para querer entablar relaciones con Nekoi, eso claro si antes no se extinguen por causas naturales.

El grupo seguía hablando acerca de las contribuciones que el anciano profesor había hecho a las chicas gato, cuando en eso se presentó Blair y le pidió a Juan que fuese con ella para tener una charla privada.

―¿Me preguntó qué querrá la ministra con Juan? ―preguntó Will.

―Como él es de otro universo, seguro le pedirá que también realice aportes tecnológicos. Lo mismo también se aplica a nosotros ―le contestó Penny y todos los presentes intercambiaron miradas suspicaces.

―¿Qué tan avanzada esta la tecnología en el universo de su amigo? ―preguntó el anciano.

―Muy avanzada ―dijo Don―, tienen robots gigantes y cazas que aunque se vean de diseño antiguo, son veloces y mortales, mucho más que nuestros cazas más avanzados.

―Ya veo, ya veo.

La reunión concluyó y los Robinson se despidieron del profesor García. Juan aún no aparecía, pero les comunicaron que pronto se reuniría con ellos.

―El viejo profesor es alguien del cual no debemos fiarnos mucho ―decía para sí mismo Smith, mientras regresaban a sus aposentos.

―Eso no es algo de lo cual usted debería hablar Doctor Smith ―le dijo Penny, quien había escuchado las palabras del hombre―. ¿Qué le hace pensar que el profesor García no es de fiar? A mí me pareció encantador y, además, es el mentor de mi mamá.

―Penny, preciosa, te lo digo con absoluta franqueza: "el mal conoce al mal", pero no te preocupes, no dejaré que nada malo te suceda a ti o a tu familia, después de todo, Smith está aquí.

―Por favor, deje de decirme preciosa.

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A la mañana siguiente, los Robinson se encontraron con Juan y este les informó acerca de la reunión que tuvo con Blair. La ministra le pidió que al igual que el profesor García, él también compartiese sus conocimientos tecnológicos con el imperio, en especial los referidos a la tecnología armamentística robotech.

―Le dije que como un simple oficial, no estaba autorizado a compartir información tecnológica de ningún tipo, pero... Bueno, esa anciana es alguien muy persuasiva.

―¿Qué fue lo que pasó? ―preguntó John.

―Me ofreció compartir su archivo personal de mapas estelares a cambio de mi ayuda, también me ofreció utilizar el portal espacial una vez que se complete este, lo quiere decir que hay una buena posibilidad de que estemos en mi universo.

―Puede que solo le esté manipulando Juan ―le advirtió de manera calmada Maureen.

―Sí, eso está en las posibilidades, pero tenía que arriesgarme.

―Tranquilo teniente, no es que las chicas gato fuesen una fuerza hostil, además, de seguro sus superiores le perdonaran cualquier indiscreción de su parte ―le dijo Smith.

―Usted sí que es bueno para levantar la moral, Smith ―le dijo Don de forma sarcástica.

Ah, el sarcasmo, el arma de los débiles de mente.

Juan frunció el ceño y se excusó de acompañar a los Robinson en este día ya que le comunicaron que Blair quería tener una plática privada con ellos.

―Se los dije ―dijo Penny.

La temida reunión con Blair fue menos mala de lo que supusieron, al parecer Blai, solo estaba interesada en tecnología no bélica que los Robinson podrían ofrecerles, como por ejemplo, tecnología médica y de video.

―Creí que nos pediría información sobre nuestros cazas ―dijo Don una vez que el grupo regresó a sus habitaciones.

―Con la tecnología robotech que Juan puede ofrecerle, no creo que Blair siga interesada en nuestros modelos de cazas ―razonó John.

―Familia Robinson, mis controles me indican que el doctor Smith se separó del grupo ―informó robot.

Don y John fueron tras Smith, pero pese a tener la ayuda del robot, no pudieron alcanzarlo ni tampoco saber qué dirección tomó.

―Recibí su nota acerca de alejarme del grupo, pero ¿podría descubrir su rostro para poder ver a quién me ayudó a escapar de los sensores del centurión metálico? ―preguntó Smith con algo de incertidumbre.

La figura se descubrió el rostro.

―¡Usted!

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Llegada la noche, Smith regresó a sus aposentos y fue confrontado por John y Don.

―¡Déjenme aclararles algo, yo no soy su prisionero! Puedo ir a cualquier lugar que se me plazca, sin tener que darles explicaciones de mis idas y venidas.

―Usted, Smith no es más que un agente de la Liga Antiunificación Global y un asesino a sueldo ―le increpó John.

―Olvida, John, que salvé a su hija Judit.

―No la salvó por convicción, sino porque no le quedaba otra ―dijo Don cerrando los puños con fuerza.

―Debemos dejar el pasado atrás, después de todo este es un nuevo mundo y al parecer no podremos regresar a casa, yo creo, creo que lo más maduro será dejar atrás cualquier tipo de actitud beligerante de parte suya.

―¿Actitud beligerante de parte nuestra? ―dijo Don estupefacto por el cinismo del hombre y empezó a sacudirlo por la solapa de su traje.

John sostuvo a Don, y Smith pudo librarse del agarre del mayor.

―Sí, actitud beligerante. Y sí, por parte suya, porque hasta ahora no di muestra alguna de desconfianza hacia mi persona ―dijo Smith poniendo cara de víctima.

―Mejor regrese a su habitación, Smith, o será Don el que tendrá que sujetarme a mí ―le amenazó John, y Smith fue presuroso a su cuarto.

―¿Me pregunto qué estará tramando? ―preguntó Don.

―No lo sé, pero no tenemos pruebas para incriminarlo, mientras, debemos de estar atentos.

.

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Luego de un par de meses, Juan y los Robinson estaban inmersos en su tarea de proporcionar a las chicas gato la información necesaria para que ellas pudiesen ampliar sus conocimientos tecnológicos

―Luego de una exhaustiva cátedra ―se estaba filmando Penny―, la brillante profesora, Penny Robinson, se siente satisfecha por colaborar con sus nuevos aliados para que estos alcancen el nivel tecnológico del planeta de nuestra heroína. Después de permanecer ella y su familia perdidos en el espacio, esta es una relación de lo más conveniente.

Penny seguía con la filmación, cuando su reloj empezó a filmar el movimiento intempestivo de gente que corría con prisa hacia un lugar, con lo que apagó su cámara.

―¿Qué sucede? ―preguntó Penny a un guardia Nekoi que estaba en el lugar.

―Señorita Penny, al parecer alguien acaba de envenenar a su amigo Juan y en este momento lo están tratando de emergencia ―informó con prisa el guardia y continuó con su rápida carrera hacia el laboratorio de Juan.

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―No fue un accidente ―les decía Smith a los Robinson, luego de hacer la autopsia del cadáver―, alguien envenenó al teniente, sea cual fuere el veneno que emplearon, no dejó rastro alguno.

―Sino dejó rastro alguno. ¿Cómo sabe que fue envenenado? ―preguntó Judy.

―El cuerpo no tiene signos de violencia, ni rastros de resistencia a un ataque, lo que sea que ingirió o aspiró, lo mató de forma instantánea. Ya di mi reporte a Blair y ella está muy preocupada por todo este asunto.

―¿Quién crees que haya podido hacer esto, papá? ―preguntó Will.

―La única persona que tendría algo que ganar con la muerte de Juan, sería..., sería el profesor García ―dijo John bajando la vista.

―¡John, debes de estar bromeando!, ¡el profesor jamás haría algo así!

―Maureen, no veo a nadie más que se beneficie de esto, todas las chicas gato resultarían perjudicadas si la investigación en armamento robotech quedase interrumpido, y el profesor García ya no gozaba de los beneficios que le daba Blair en materia de desarrollo de cazas espaciales, esa área estaba siendo acaparada por Juan.

―John, ¿puedo hablar contigo a solas? ―le interrumpió Don, que acababa de llegar al lugar. El profesor se vio sorprendido de que Don le tutease, además, la cara del hombre indicaba que había algo raro.

Los dos hombres se alejaron del grupo y Don le dio más malas nuevas.

―El profesor García apareció muerto en su habitación, al parecer dejó una carta en la que confiesa que él envenenó a Juan debido a que estaba siendo dejado de lado en la investigación de armamento. ¿Qué crees que está pasando?

―No tengo ni idea, pero no me gusta que Maureen y los niños estén metidos en todo esto.

―Lo sé, yo tampoco creo en esto del suicidio. Hay un gato encerrado en todo esto y nunca mejor dicho.

CONTINUARÁ...

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