━one: doctor strange
LOST GIRL
𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 1
❪ doctor strange ❫
DESDE EL PRIMER MOMENTO, Grace Stanley siempre ha apuntado los universos en los que ha estado. Las personas importantes que lo componían y las cosas en las que se diferenciaban.
Todo esto, con la esperanza de volver al universo al que pertenecía.
Sin embargo, en ese preciso instante, tan sólo querría regresar al universo 10.
Ahora ya ha pisado cincuenta y cuatro Tierras. Y, a pesar de todas las extrañas situaciones que ha vivido, jamás la habían encerrado en una prisión mágica.
En el transcurso de media hora, Grace tuvo el tiempo suficiente para elaborar su plan de escape. Dejó las cosas en el suelo, ignoró el quejido de Bigotes y, toqueteando las cuentas de su pulsera de vibranium, apareció una pequeña cuchilla que cogió entre sus dedos. Cogiendo impulso desde el otro lado de la celda, cortó la barrera de un movimiento amplio y preciso. Volvió a agarrar todas sus cosas y se escondió detrás de la puerta del desván, esperando a que apareciera el Peter Parker de ese universo.
La puerta se abrió y Grace volvió a toquetear unos determinados dijes de su pulsera. Una especie de esporas dieron de lleno en la cara del chico, y Grace tuvo que agarrarlo de entre las axilas para que no se cayera.
—Perdona, Peter Parker.
Salió de la casa del hechicero, con paso apremiante.
Unas cuadras más adelante, ante los incesantes maullidos de Bigotes, se atrevió a detenerse para abrirle la mochila. El gato negro se subió sobre su hombro derecho, y Grace volvió a emprender la marcha.
Ahora que le había borrado la memoria a ese Peter Parker, podía reorganizar su vida en la medida de lo posible.
Lo primero de todo era buscar un hotel, obtener datos geográficos de esta Tierra y, después, buscar un piso con un alquiler decente para poder continuar con su investigación. Sacó del bolsillo de su chaqueta su móvil e introdujo el dije de estrella de su pulsera por una ranura.
Se conectó a la red de ese universo y, en el buscador, comenzó a mirar hoteles baratos cerca de donde estaba.
Activó el GPS y, mientras tanto, buscó si existía el grupo musical ABBA. Casi da un pequeño saltito cuando comienza a ver la lista de las canciones más conocidas del grupo, y reproduce Mamma Mia mientras va hacia su destino.
Comenzó a tararear la canción y dejó que el estrés que acababa de sentir fuera reemplazado por el ritmo de la música.
Ese era su ambiente. Su lugar seguro. La música le proporcionaba un sitio en el que resguardarse de la crueldad del mundo y de dejar salir sus emociones. Era la casa que nunca tuvo, el latido de su corazón, la constante a la que podía aferrarse a su vida frenética.
La música la había salvado en más de una ocasión.
Y Grace sabe perfectamente que hay más de una forma de salvar a alguien.
Una sonrisa se plantó en su cara mientras el estribillo de la canción comenzaba a escucharse. Iba tan ensimismada, que terminó chocándose con una persona que se encontraba entre toda la multitud de Nueva York.
—Lo siento.
—Tú.
En cuanto escuchó la voz de la persona en cuestión, su cuerpo se paralizó. Su música pasó a escucharla en segundo plano, como si el sonido hubiera descendido de golpe.
La capa roja, el peinado característico...
«Mierda, mierda, mierda».
—¿Cómo has logrado salir?
Su corazón comenzó a latir desenfrenadamente.
—Te lo dije antes —contestó, apartando la mirada—, te has equivocado de persona.
Él se interpuso en su camino, mirándola fijamente.
—¿Sabes quién es Peter Parker pero no es el Peter Parker que has visto?
—Definitivamente es mucho más joven de los que he conocido. ¿Tú lo has visto? Seguro que aún va al instituto —comenzó a divagar. Al darse cuenta que se le había ido la lengua, volvió a intentar marcharse—. Bueno, me tengo que ir.
Sin embargo, volvió a ponerse delante de ella.
—¿Has conocido a más de un Peter Parker?
Sin darle tiempo a responder, un conjunto de runas naranjas apareció flotando frente el pecho de Grace. Un círculo de magia que había creado el hechicero, que sólo logró ponerla más nerviosa.
—No vuelvas a hacer eso.
Dio un paso hacia atrás, dispuesta a intentar volver a darle esquinazo. No creía que borrarle la memoria fuera a funcionar con él, entonces no le quedaban muchas más salidas que hacerlo a la vieja usanza.
—No perteneces a ningún universo —le dijo él.
Esta vez, se detuvo ella misma por la fuerza de tal afirmación.
No le asustó la magia o la mirada de confusión que portaba el hechicero, no. Lo que en verdad la atemorizara era que fuera verdad lo que estaba diciendo.
Entonces se quedó quieta.
—Eso tú no lo sabes.
Estaba siendo una tonta. Se estaba jugando su supervivencia en ese universo. Pero necesitaba oírlo. Necesitaba escucharlo fuera como fuera.
Tenía que escuchar de él mismo que se había equivocado.
Porque eso significaría que su vida ha tenido sentido. Que su propósito no era una tontería, porque realmente tenía un universo al que regresar. Simplemente, no podía no pertenecer a ningún universo. Sin esa pequeña esperanza a la que aferrarse, no le quedaría nada.
—Puedo intentar ayudarte.
Grace dio otro paso atrás.
—No sé quién eres —respondió, esquiva—. ¿Hechicero Sagrado? Nunca he oído hablar de algo como eso.
—De verdad —insistió—, puedo ayudarte. Soy Stephen Strange, ya nos conocemos. ¿Por qué todos son tan desconfiados?
Al ver que tenía intenciones de echar a correr, le agarró la muñeca para que no se marchara.
Bigotes bufó mientras extendía su pata hacia él, sin llegar a tocarlo.
—Aleja a tu gato de mí —dijo, con una mueca.
—Aléjate tú de Bigotes.
Strange la observó por un momento, como si no terminara de creérselo.
—¿Has llamado a tu gato Bigotes?
—¿Algún problema? —contestó, a la defensiva.
—No. Sólo que el noventa por cien del resto de los gatos tiene el mismo nombre.
—¡Tenía siete años! —se excusó, sin saber qué decirle—. Además, ¡es un nombre maravilloso!
Él puso los ojos en blanco.
—Da igual, sólo déjame ayudarte.
—No.
A la vez que soltaba un bufido, el suelo comenzó a temblar levemente.
Grace miró hacia todos los lados, alarmada.
—¿Qué has hecho? —preguntó, mirando acusatoriamente a Strange.
—No he sido yo —contestó de vuelta—. ¿No te parece de mala educación echarle la culpa de tus problemas a otras personas?
El suelo seguía temblando, y toda la multitud ajetreada de Nueva York también se había percatado. Bigotes comenzó a hacer un sonido de disconformidad, tenso sobre sus hombros.
—Más de la mitad de mis problemas actuales son por tu culpa —le espetó.
Su cuerpo volvió a tensarse en cuanto escuchó los primeros gritos de las personas.
El tráfico se había detenido, los cláxones de los coches no paraban de resonar y, justo en medio de todo el caos, aparecía de entre las alcantarillas un lagarto humanoide de dos metros.
El aliento abandonó su boca, y sus piernas se quedaron completamente paralizados.
Bigotes bufó, clavándole las uñas en el hombro, pero ella apenas lo notó.
Comenzó a boquear, y tuvo que sacudir la cabeza para poder centrarse.
Era una científica. Ella solucionaba las cosas a través de la lógica y resolvería este problema gracias a ella.
Presionó uno de los dijes de su pulsera, y apareció un holograma frente a ella. Toqueteó la pantalla unas cuantas veces y apareció un pequeño dardo con algo de somnífero. Lo agarró con la mano, apartó a la gente que había en medio, y lo lanzó con la mayor precisión que pudo.
Sin embargo, el lagarto se estaba moviendo, y terminó dándole en la cola. La dejó medio arrastrando, debido al somnífero, pero no hizo más que enfurecerlo, centrando su foco de atención en ella.
Bigotes, ante el rugido del lagarto, maulló y se bajó de sus hombros hasta perderse entre la multitud.
—¡Bigotes, espera!
No podía creérselo. Hace unas horas estaba en su apartamento, tomando un café y con mucho tiempo por delante. Y ahora había viajado a otro universo antes de tiempo, la habían encerrado en una mazmorra mágica y su gato, su único amigo, se acababa de escapar. Estaba completamente segura de que las cosas no podían irle peor.
En ese momento, la mismísima Tierra podía destruirse si así encontraba a Bigotes.
La gente no paraba de empujarla, huyendo despavorida del lagarto, y en un momento dado, cayó al suelo de rodillas, rasgándose los pantalones. Tenía verdaderas ganas de vomitar en esos instantes. El cúmulo de personas, su corazón desbocado, los gritos de auxilio... Y el lagarto, que se acercaba hacia ella.
Agitó su mano hasta que su pulsera pasó a convertirse en un guante de vibranium que cubría su mano.
Ella podía con eso y más. Se convenció de que podía. Dejaría al hechicero encargándose de la situación y se iría a buscar a Bigotes. Lo encontraría, buscaría un hotel, luego alquilaría un piso y su vida seguiría. Su investigación continuaría y las cosas saldrían bien. Se lo repitió una y otra vez hasta que dejó de tener sentido. Volvió a repetírselo para reunir suficiente valor.
Grace Stanley nunca fue una luchadora, pero siempre fue una superviviente.
Y eso haría: sobrevivir.
Ella podía, ella podía, ella podía.
Cuando se acercó, le propinó un golpe con el guante de vibranium acompañado de un grito que salió desde el fondo de su garganta.
Quedó medio aturdido, y el Hechicero Sagrado lo agarró con una especie de cuerdas mágicas.
Entonces, Grace echó a correr.
HOLAAA
Aquí tenéis el primer capítulo <3
La verdad es que no me termino de creer el buen recibimiento que está teniendo este fic. Este capítulo es muy cortito, pero espero que os haya gustado.
Como habréis podido ver, no sigue al pie de la letra los sucesos de no way home. Además, probablemente haya varias cosas en las que no entenderéis mucho, pero se irá descubriendo poco a poco.
Gracias por el gran recibimiento, mucho amor a todxs ;)
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