v. Wild Goose Chase
v. Búsqueda Sin Sentido
El HMS Pogue es tal como lo recuerda. Por supuesto, cuando tenía doce años era de Big John, el padre de John B (sabe que no puede hablar de eso porque su madre la llamó Kathryn con una “y”, pero ¿quién le pone su propio nombre a su hijo?), pero sigue siendo prácticamente igual. No se siente particularmente cómoda en él.
Y de todos modos, ella piensa que podría estar maldito, porque en el momento en que se suben y entran al pantano, se dan cuenta de que hay un pequeño problema.
—Hay un solo tanque y tiene un cuarto de aire. Así que sólo es para uno de nosotros —dice Kathryn, inspeccionando los tanques bajo el sol abrasador. Se vuelve hacia John B, con los labios fruncidos—. Buen trabajo, John B. Muy bien.
John B, sentado a su lado, rueda los ojos—. ¿Crees que podrías haberlo hecho mejor?
Kathryn se encoge de hombros, con una expresión de soberbia—. Quizás sí lo hubiera hecho mejor.
Kie, a su otro lado, suspira—. ¿Alguien sabe bucear? —Pregunta. Nadie responde—. ¿Alguien?
—Es un deporte Kook —responde JJ, de pie frente a ellos. Está mirando fijamente a Kathryn.
Se giran hacia ella, pero ella niega con la cabeza—. No me miren así, apenas sé nadar —es mentira. Es una gran nadadora. Como todos, en realidad. Ya que nacieron en una isla.
—Sí, sí sabes —responde JJ de inmediato.
—Lo que quiero decir es que bucear es muy diferente a nadar —aclara.
Él hace un sonido de asentimiento, pero no añade nada. Seguramente esto cuenta como progreso.
—Yo... leí sobre el tema —dice Pope, a regañadientes.
Se produce un silencio.
—Genial, Pope leyó sobre el tema, así que alguien va a morir.
—Vamos, Kie —defiende Kathryn—. Al menos uno de nosotros entiende la idea.
—Mira —interrumpe JJ—. Te pones la cosa en la boca y respiras. ¿Qué tan difícil puede ser?
Pope toma una profunda respiración—. Si subes rápido, el nitrógeno va a la sangre… y tienes descompresión.
JJ se inclina y hace un puchero exagerado—. O sea que te descomprimes…
—Son burbujas de aire formando en tus articulaciones y expandiéndose hasta que no puedes caminar o mueres —explica Kathryn, sin levantar la vista de sus manos.
JJ lentamente se endereza—. Bien.
—Puedo... puedo bucear.
Todos se giran hacia John B con los ojos abiertos de par en par. Seguramente, lo que acaba de explicar debería hacer que cualquiera se rindiera.
—Puedes bucear. Me parece bien —dice JJ, ganándose una mirada fulminante de Kie.
—Es tu funeral —dice Kathryn, cruzándose de brazos—. No voy a empujar tu silla de ruedas cuando salgas paralizado.
—Mentirosa. No puedo esperar a que me cambies los pañales —John B niega con la cabeza—. Lo haré, está bien.
Ante su resolución, Pope toma un papel y un lápiz—. Déjame hacer algunos cálculos muy rápido —coloca el papel sobre el panel—. Ese barco está a unos nueve metros de profundidad. Así que tardarás veinticinco minutos como máximo a esa profundidad. Lo que significa que necesitas hacer tu parada de seguridad a unos... tres metros. ¿De acuerdo? Durante dos minutos.
Hay una gran probabilidad de que John B se olvide o simplemente no sepa cuándo parar. Ella lo conoce. Se olvidaría de su propia cabeza si pudiera.
Asintiendo pensativamente, se levanta. Se quita los pantalones cortos, dejándolos en el suelo, y se quita la camiseta, sosteniéndola en la mano. Más le vale estar vivo cuando salga de esto, porque es una de sus camisetas favoritas. Luego, salta al agua, desapareciendo bajo la superficie.
John B frunce el ceño—. Eh…
—¿Qué fue eso? —Pregunta Pope.
JJ, con los ojos fijos en el punto donde Kathryn desapareció, tiene una sonrisa pícara en el rostro—. No sé. Pero me gustó. Mucho.
Kie se queja—. Eres tan hipócrita, JJ.
—Solo digo, es realmente molesta, pero sigue siendo atractiva.
Pope asiente—. Sabes, el odio es técnicamente una pasión.
John B se estremece—. Oh, Dios mío.
Todos se quedan en silencio cuando Kathryn reaparece y se sube al barco. Los mira con los ojos entrecerrados, desconfiada.
—Eh, entonces... —tartamudea JJ, hablándole a John B—. Sí. Eh, cuando tú... eh, cuando estés ahí abajo, busca la bodega. Mete esto adentro, gira y tiras, ¿sí?
John B asiente—. Lo meto, giro y tiro.
—Sí. Mi papá movió peso en el pasado.
Kathryn hace una mueca. Recuerda a Luke Maybank. Era un padre relativamente normal, pero cuando la madre de JJ se fue, se volvió insoportable. JJ a menudo solía ir a dormir al Palace por su culpa. Solía decirle que, al menos, él no la lastimaba, lo que deja claro lo mala que era la situación.
Kathryn escurre su cabello—. Até mi camiseta a la cadena del ancla donde tienes que hacer la parada de seguridad —mueve el dedo hacia John B—. Será mejor que me devuelvas mi camiseta, Routledge.
—Sí, señora.
Ella rueda los ojos, pero no dice nada. Los ojos de JJ le queman la piel de tanto mirarla. Eso la pone nerviosa.
—Vigila esto —Pope le entrega a John B un pequeño dispositivo—. Tienes que asegurarte de que tienes suficiente aire para descomprimir.
—Bueno, ¿cuánto necesito?
Él hace una mueca—. No está claro. Respira lo menos posible.
—Eso es fantástico —Kathryn frunce los labios—. No respires y no mueras ahí abajo.
John B rueda los ojos y se acerca al borde del barco. Se coloca el tanque en la espalda.
—Oye, si nos atrapan en el pantano —habla Pope—, básicamente estamos jodidos, así que... mejor apúrate.
—Copiado.
Observan cómo Kie se acerca a John B y le da un beso en la mejilla. ¿Oh? Luego, Kathryn nota que Pope mira hacia otro lado. Oh. Bueno, eso es complicado. No va a terminar bien.
—¿Me zambullo?
—Zambúllete.
John B se pone la máscara y salta al agua, desapareciendo tras hacerles una seña. Kathryn lo observa desaparecer con el ceño fruncido, un poco ansiosa. Se sienta al borde del barco, mirando hacia abajo, tratando de ver a John B el mayor tiempo posible. Cuando ya no puede verlo, se recuesta hacia atrás.
JJ se acerca. Ella lo mira, críptica—. Si vas a burlarte…
—Ofrenda de paz —le entrega una cerveza—. Tómala antes de que cambie de opinión.
Ella lo mira con los ojos entrecerrados, pero la acepta—. ¿Está envenenada?
—El pensamiento cruzó mi mente —admite mientras se sienta a su lado.
Todavía dubitativa, ella juega con la cerveza en sus manos y susurra un pequeño—: Gracias.
Puede que sea porque JJ no está enojado, o porque John B y los demás estaban tan dispuestos a perdonar, pero ella traga saliva con dificultad y decide que aclarar un poco lo que sucedió no puede ser tan malo. No tiene que contarle todo, ¿verdad? Y no es como si un poco de la verdad fuera a matarla. Todavía piensa que todo eso la llevaría a la tumba, pero... si eso significaba arreglar su relación, tal vez podría arriesgarse.
—No sabía que me iba —dice en voz baja, pero lo suficientemente alto para que todos la oyeran—. Lamento no haberme comunicado después de eso, pero no me di cuenta de que mi mamá nos estaba llevando a otro lugar hasta que estuvimos en el avión —mantiene la mirada fija en la cerveza—. Y para entonces, comunicarme era simplemente demasiado difícil.
A Kathryn siempre le gustó correr.
JJ la mira fijamente y ella puede ver una frase formándose en sus labios, pero no tiene tiempo de decir nada—. Mierda, JJ.
Se dan vuelta y ven que se acerca un barco de la policía al HMS Pogue—. Carajo, es la policía.
Kathryn se levanta, esconde la cerveza detrás del panel de control y se pone los pantalones cortos rápidamente—. Tienes que estar bromeando —se queda de pie al final del barco, tratando de ver a lo lejos—. ¿Quién es?
—¿Cómo que quién es? —Exclama JJ—. ¿Quieres que te dé también su número de matrícula?
—¡Chicos! —Kie los detiene—. Simplemente... actúen con normalidad.
La sirena de la policía suena cuando llegan junto a ellos, porque, por supuesto, lo harían. Cualquier cosa con tal de asustar a los adolescentes, ¿no? Los ojos de Kathryn escrutan nerviosamente el barco, pero Max no está allí. Al menos no tendrá que explicarle esto a Henry.
—Buenas tardes, oficiales —dice con voz cantarina.
Se da cuenta de la expresión de sus rostros cuando la ven. Deja de sonreír. Kathryn reconoce al oficial en el barco. Y no es bueno. Tiene doce años y está en la comisaría, cubierta de vómito y llorando, y la persona que tiene delante está hablando con su madre y no la escucha.
JJ la mira con el ceño fruncido, pero no dice nada. Sacude su cabeza para alejarse del recuerdo y se comporta lo mejor que puede. Ya va a ser difícil, no quiere empeorar las cosas.
Le arrojan la cuerda a JJ y él la ata al barco para conectarlos. Una vez que los barcos están atados, Shoupe se quita los anteojos de sol.
—¿Cómo están, chicos? ¿Saben que el pantano está cerrado?
Kathryn sacude la cabeza mientras todos dicen "no", mirando hacia otro lado. Esto no va a terminar bien, se repite a sí misma.
—¿Por qué está cerrado? —Pregunta Pope.
Shoupe observa a Kathryn y entrecierra los ojos. Ella traga saliva—. Bueno, estamos realizando una búsqueda aquí. Se hundió un barco. ¿Han visto algo? —Es un coro de "no" otra vez, aunque son un poco menos convincentes. Shoupe mira a su alrededor y frunce el ceño—. ¿Dónde está su amigo con el que siempre andan? ¿Está aquí?
—Está trabajando —dice Kie.
La sangre de Kathryn se enfría en sus venas. Pope y ella intercambian miradas, ambos extremadamente incómodos.
Shoupe se sube al HMS Pogue—. Voy a revisar su pequeño barco.
Pope se levanta del panel de control, y Kathryn se pone de pie, escondiendo la cerveza detrás de su espalda. ¿Beber siendo menor de edad? No es exactamente legal. Vale la pena ocultarlo cuando el oficial sube al barco.
JJ se da cuenta y le pone el brazo sobre los hombros, tomando la cerveza de su mano. Kathryn se tensa al sentirlo cerca y no puede evitar retroceder un poco. No puede, no con Shoupe aquí, no cuando se ahoga en sus propios pensamientos. Se esfuerza por no mirar el rostro de JJ.
Él quita el brazo y esconde la cerveza detrás de los almohadones junto a él, asintiendo hacia ella. Kathryn vuelve a respirar. Está bastante segura de que está hiperventilando a estas alturas. Al menos, se siente mareada. El hielo corre por sus venas.
Reza a quien sea que escuche para que no se quede paralizada—. ¿Tienen un chaleco salvavidas?
Se aclara la garganta y mira a Shoupe—. Justo aquí —dice, señalando a su izquierda—. En la bodega.
Él entrecierra los ojos al mirarla y verifica—. No fue difícil, ¿verdad?
Ella aprieta la mandíbula. Él la provoca. “Decir la verdad, no es difícil, ¿no?” le dice en silencio. Todos observan, confundidos de que Shoupe tenga algo en contra de ella, y Kathryn hace su mejor esfuerzo por ignorarlo.
Solo tienen que salir de esto, recuperar a John B y salir corriendo. Se le hace un nudo en la garganta. Dios sabe cuánto tiempo ha estado abajo John B. Definitivamente más de lo que debería.
—Está bien —dice Shoupe—. Podemos irnos ahora —empieza a regresar a su barco, solo para detenerse y girarse lentamente, con desconfianza.
—Tenga cuidado. No querrá resbalarse —intenta Pope.
El oficial sigue caminando hacia el borde del barco y se inclina, mirando el agua. El tiempo parece detenerse mientras esperan que se baje o que diga que ve el barco o cualquier otra cosa.
Justo cuando Kathryn piensa que está a punto de vomitar, el oficial se aleja del borde y regresa a su barco—. Hermoso día, ¿no?
Ella traga con dificultad y asiente—. Claro que sí.
—Avísennos si ven algo al salir.
—Lo haremos —acepta Pope—. Lo haremos.
—Nos iremos pronto, señor —añade JJ.
Miran cómo se aleja el barco, esperan unos minutos y luego se dan la vuelta para observar el agua, tratando de ver a John B.
—¿Cuánto tiempo lleva ahí abajo? —Pregunta Kathryn, presa del pánico.
—Definitivamente se quedó sin aire —dice Pope.
—¡No estás ayudando!
Durante unos horribles segundos, ella piensa que John B, a quien acaba de recuperar, ya se ha ido. Ahogado como su papá. Como el de ella.
Pero entonces el rostro de John B emerge del agua y ella casi grita.
—¡Ahí está!
—Oh, Dios.
—¡Jesucristo!
—¡No nos asustes así!
Se dan tiempo para respirar—. ¿Cómo te fue ahí abajo? —Pregunta JJ.
John B hace el signo de OK con la mano y nada de vuelta hacia la escalera.
—¿Te duelen las articulaciones? —Pregunta Kathryn, ayudándolo a subir.
—¿Encontraste algo? —Pregunta JJ al mismo tiempo.
—Estoy bien —John B le lanza su camiseta y se quita la máscara—. ¿Y si encontré algo?
Arroja una bolsa al barco. Los Pogues vitorean, y Kathryn esboza una ligera sonrisa. Bueno, al menos los vívidos recuerdos de su trauma no fueron en vano.
—¿Estás bien? —Pregunta Kie.
John B jadea un poco—. Sí, me quedé sin aire.
—Me asustaste muchísimo.
Pope lo ayuda a sentarse y a quitarse el equipo de buceo—. Sí, la policía estaba aquí, pero, eh... nos encargamos de ellos.
Un escalofrío recorre la columna de Kathryn al pensarlo, y desvía la mirada. Se da cuenta de que algo se acerca en la distancia.
—Sí, te perdiste el espectáculo, hermano —bromea JJ. Se vuelve hacia Kathryn, pero ella está mirando en la dirección opuesta—. Oye, ¿qué pasó con la policía...?
—Chicos —dice, interrumpiéndolo, con los ojos entrecerrados hacia la distancia—. Alguien viene.
—¿Qué? —La cabeza de JJ se vuelve rápidamente mientras todos los Pogues se giran hacia el otro barco.
—¿Reconocen ese barco? —Pregunta Pope.
—No.
—¿Qué están haciendo aquí? —Pregunta Kie—. El pantano está cerrado.
—Solo digo, nosotros también estamos aquí —Kathryn frunce el ceño—. ¿Creen que están aquí por el barco?
—No lo sé —responde JJ—. No nos quedemos para averiguarlo.
—Estoy de acuerdo. JJ, toma la bolina.
Él obedece e inmediatamente se pone manos a la obra.
—¿Deberíamos esperarlos? —Pregunta Pope.
—No —responde John B—. No, no vamos a esperarlos. Ve por la popa.
Kathryn puede sentir que se le hace un nudo en el estómago de nuevo. Miedo—. JJ, apúrate.
—¿Quieres hacerlo tú? —Pregunta con voz tensa—. No me esperen, ¡vamos! —Arrancan el barco y JJ recupera el ancla.
El viento los azota por lo rápido que van y tienen que gritar para hacerse oír.
—No me gusta esto.
—¡¿En serio, JB?! —Grita Kathryn.
—¿Vienen por nosotros? —Pregunta JJ, empezando a entrar en pánico.
—Tal vez estén pescando —propone Pope, maniobrando el barco.
—Mhm —murmura Kathryn—. Ve al pantano, por si acaso.
—¡Vamos! —Grita Kie.
—Voy. Actúen con naturalidad.
El barco acelera, intentando alcanzarlos—. ¡Sí, actuemos con naturalidad mientras nos siguen!
—Esto no puede ser bueno.
—¡No me digas, Pope!
John B toma la popa, pisando a fondo el acelerador—. Amigo —presiona JJ—. ¡Tienes que ir más rápido!
—¡Estoy yendo!
—¡Acelera!
—¡Estoy yendo!
—¡Muévete!
Kathryn lo aparta del camino; después de esa zambullida y de estar sin aire durante tanto tiempo, no está en condiciones de conducir. Y Kathryn, bueno, hay una razón por la que Henry no la deja conducir su auto.
Intenta perderlos en el pantano, va demasiado rápido y casi hace que todos salgan volando, pero ellos no se dan por vencidos. Los policías, ahora dos tipos sospechosos persiguiéndolos, ¿qué podría ser peor?
Es entonces cuando empiezan a dispararles.
—¿Pero qué…?
—¡Mierda!
JJ tiene que agarrar el brazo de Kathryn para que se agache. Está demasiado concentrada en sacarlos de allí como para moverse.
—¡Kat! —Grita Pope—. ¡Agáchate!
Los demás están agachados contra los costados del barco, pero ella está completamente expuesta. Hace lo posible por agacharse, mientras las balas pasan volando a su lado.
—¡Vamos a morir!
—¡Cállate, Pope! —Le grita Kie.
—¡KD, solo agáchate, carajo!
Una bala pasa tan cerca de Kathryn que puede sentir el calor, y justo cuando piensa que la siguiente será la última, oye un metal raspar y se da la vuelta. El siguiente disparo se pierde en el pantano cuando el barco se detiene de repente.
Kathryn no pierde la velocidad mientras los Pogues se levantan de nuevo, JJ gritando de alegría—. ¡El dios Pogue, viejo! ¡Nos vemos, chicos!
—¿El dios Pogue? —Repite Kathryn—. No estoy escuchando un “gracias, Kat, por sacarnos de ahí” —suelta un suspiro, temblando un poco mientras la adrenalina en sus venas empieza a disminuir—. Pensé que íbamos a morir ahí.
JJ la señala con el dedo—. Tú —dice—, eres la peor conductora que he visto en mi vida.
Lo imposible sucede. La cabeza de Kathryn se inclina hacia atrás y se ríe. En voz alta, con la boca abierta y lágrimas en el rabillo del ojo.
Hacía mucho tiempo que no se reía así.
———————————————
La euforia se mantiene incluso cuando llegan al Château, deteniendo el barco en el muelle. Se apresuran a salir, casi saltando, riendo a su paso, porque se lo ganaron. Casi mueren por ello.
Kathryn nunca se había sentido tan viva.
John B se arrodilla y abre la bolsa—. ¿Qué creen que es? —Pregunta Pope.
—Tiene que ser dinero, ¿no?
—¡Eso, o un par de llaves con un valor como de medio millón! —Dice JJ entusiasmado.
Kathryn siente que la emoción se le sube a la cabeza—. ¡Solo abre la bolsa! —Grita, riendo.
JJ se vuelve hacia ella con una sonrisa mal disimulada—. Wow, KD. Ese es un raro arrebato de emociones.
—Vete a la mierda.
—Ja, ahí está.
—Chicos, cállense —interviene Kie antes de que la situación se ponga fea.
—Está bien —empieza Pope—. Ustedes literalmente me están matando con la expectativa. Casi morimos por esto.
Sólo hay un frasco de aluminio. Kathryn frunce el ceño, pero no dice nada. Tal vez haya vida, dólares escondidos adentro… es una brújula.
—¿Acabamos de escapar literalmente de la muerte por una brújula? —Dice Kathryn, enfatizando con las manos—. ¡Mi papá tenía como cinco de esas!
—Sí. Así es —suspira Pope—. Buen trabajo, todos. Encontramos una brújula.
John B todavía la sostiene, desconcertado y con una sonrisa distraída.
—Amigo, ¿qué? No vale nada —dice JJ.
John B sonríe suavemente, con lágrimas acumulándose en sus ojos—. Esto era de mi padre.
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