La vida es complicada, el mundo en sí lo es.
Querer escapar de quien nos maltrata, nos daña y nos utiliza como objeto no es fácil, incluso es perjudicial, eso es algo ya sabido.
Daphne Vallet, una morocha de tez blanca y piel de porcelana, se podría decir que se consideraba una princesa frente al mundo y justamente, era de lo que quería escapar, del mundo de los reyes y principios; una maldita ideología repleta de normas y abusos contra ella, obligaciones innecesarias y dolor inhumano ante su persona.
Su familia materialista e interesada, tan sólo pensaba en su propio bien económico y no en los sentimientos de aquella joven desolada y triste ante sus exigentes pedidos. ¿Cuál era el gran pedido que atormentaba a Daphne? El casarse con el príncipe Hucck. Un hombre del cielo, del mundo alto, de la alta sociedad; un miserable manipulador que pensaba que con sus tesoros podía conseguir todo lo que se propusiera. Así no era con Daphne y es lo que su familia no quería aceptar.
La familia Vallet, cinco miembros agonizados por la plata, materialistas, egocéntricos; vivían en un mundo de mentira, simulaban una perfección que no existía si no fuese por aquel príncipe "encantador", el cual se encontraba obsesionado con la pequeña Daphne, un caso de terror.

Querer huir había terminado en algo catastrófico para ésta dulce dama, un accidente que iba a acabar con cada uno de sus recuerdos y transformaría un caos en su mente, queriendo recordar aquel pasado que tanto la atormentaba y le hacía llorar por las noches.
Oh, pequeña Vallet, en lo que te has metido sin darte cuenta.