Capítulo 14.

Ambas manos estaban en mi pecho, sintiendo como mis palpitaciones seguían alteradas ante aquel beso. Mis días no habían sido de lo más hermosos luego de aquel recuerdo, se me hacía tan difícil contarle a Joe lo que pasaba por mi mente y lo único que quería era estar encerrada durmiendo, algo irónico ya que el insomnio que solía tener era inmenso. Volviendo al presente, pude escuchar como el timbre seguía sonando, lo cual me resultaba raro ya que Joe estaba allí. Salí del baño, aún con la bata puesta, y me lo encontré totalmente asustado, atemorizado y pálido. No entendía qué era lo que estaba sucediendo.

—¿Qué pasa? ¿No vas a abrir? — Dije. Joe al verme cerró los ojos y soltó un suspiro, como si la persona que estuviera detrás de la puerta fuera un monstro. Ya comenzaba a asustarme.

— Quédate aquí. — Dijo con cierto temor, intentándolo disimular. Abrió la puerta y salió tan rápido que no pude notar quién lo estaba esperando.

Negué con la cabeza y me recosté en el sillón, no iba a meterme de más en su vida, ya bastante era haber quemado la comida por entrometida, no sé que cosa peor podría pasar si escuchaba. Tomé el cuaderno que Joe me había regalado para anotar mis recuerdos posibles pero había decidido dibujarlos. Deslizaba el lápiz negro por la hoja delgada y fina, trazando diferentes líneas en esta misma. Necesitaba dibujar a mi supuesta madre, quizá eso lograba que recordara alguna otra cosa, no lo sé.

Me desconcentré de mi dibujo al escuchar la puerta cerrarse, con fuerza. Levanté mi mirada y noté el típico ceño fruncido de Joe cuando algo no le salía bien o le molestaba. — ¿Qué ocurre? — Pregunté para luego cerrar mi cuaderno.

— El pasado, eso ocurre. — Se sentó en el sillón y pasó su brazo por el respaldo de éste mismo para luego mirarme intrigado. — ¿Qué andabas haciendo?

— El pasado. — Cité su respuesta, mirándolo un poco confundida. — ¿Quién llamó a la puerta?

Joe soltó un suspiro y sostuvo su mentón con una de sus manos mientras miraba hacia un punto fijo, pensando, creía yo. — Jessica.

Entreabrí mis labios ante aquel nombre, claramente no esperaba esa respuesta. Ahora entendía el temor que reflejaban sus ojos, seguramente era su ex, su primer amor o su actual amor. Sentía que tantos pensamientos y sentimientos revoltosos me iban a hacer explotar pero no, podía mantenerme tranquila.

— Jessica era mi esposa. — Dijo. Eso tampoco me lo veía venir. — Estuve cinco años con ella hasta que me engañó con otro tipo. Ahí se terminó pero ella sigue... Buscándome.

— Ya veo... Un drama. —Solté una pequeña risa y bajé la mirada hacia mis dedos, los cuales estaban entrelazados. Ante aquella situación no sabía qué decir ni qué hacer.

—Creo que toda esta situación arruinó la anterior. —Expresó Joe para luego rozar su mano con la mía. Lo miré por unos segundos y asentí con la cabeza, alejando mi mano de la suya.

—Iré a dormir, que tengas una linda noche. —Dije para después dirigirme hacia la habitación de huéspedes y cerrar la puerta.

Hundí mi rostro en la almohada y solté un suspiro. ¿Cómo pasábamos de besarnos a terminar hablando de su ex esposa? La felicidad y armonía no duraba mucho al parecer. Comenzaba a abrirme un poco más a él y algo ocurría, como si no fuera el momento.
Di vueltas y vueltas en la cama, eran las 8.30 PM y la realidad es que no podía dormirme. ¿Qué podía hacer?

Sentí que mi celular vibró y miré extrañada a este mismo.

¡Hey! Hoy es noche de rumba, no me abandones. R.

Reí ante aquel mensaje y la inicial, sabía que era Ruth y podía notar que quería reforzar la amistad que antes habíamos tenido y, ¿por qué no? Quizá era hora de alejarme un poco de la soledad y el círculo de Joe.

En media hora estoy allí :).

Me dirigí hacia el espejo rectangular y alto que había a un costado de la cama y me observé, una blusa blanca y unos jeans claros no estaban tan mal para salir. Recogí mi pelo y observé mi rostro, quizá se podía notar mi cansancio pero, ¿ya qué? Debía divertirme. 
Tomé un abrigo y la copia de las llaves de la casa para luego salir, Joe se había ido a acostar y mejor, no quería dar explicaciones.

Luego de media hora de viaje, me encontraba en la puerta de la casa de Ruth, un vecindario muy bello y un hogar totalmente lujoso, al parecer ella vivía aquí. Me acerqué hacia la puerta y toqué el timbre, en segundos ella salió con una gran sonrisa y un vestido ajustado al cuerpo dorado, realmente era una princesa.

— ¡Has venido! —Dijo entusiasmada para luego mirarme de arriba hacia abajo, negando con la cabeza. — La pérdida de memoria te ha sacado el buen gusto, ven.

Reí ante su comentario fuera de lugar y Ruth me tomó del brazo, adentrandome en su casa y llevándome por unas escaleras que suponía que irían hacia el segundo piso, lógicamente. Entramos a una habitación en donde predominaba el color blanco, ya era algo celestial; Caminamos hacia un placar de madera blanca y lo abrió de punta a punta, buscando no sé qué.

—¡Aquí están! Éste es uno de tus vestidos favoritos con tus tacones deseados, eras muy glamurosa, Daph.— Dijo un tanto melancólica.

Observé aquel vestido negro con mangas un poco infladas y por lo que parecía, ajustado al cuerpo. Los tacones también eran negros, muy clásicos. No podía decir que mi gusto anterior no se parecía al de ahora, sólo que en este momento no tenía lo recursos.

Ruth, tan impaciente, me obligó a que me vistiera para luego maquillarme, algo que no solía hacer en estos últimos meses pero para ser sincera, me sentía conforme con aquel atuendo.

—¡Ya! ¡Estamos! —Expresó, dando un pequeño salto lleno de emoción. Sonreí ampliamente y ella tomó de mi mano para luego mirarme fijamente a mis ojos. —De verdad que te había extrañado, Daph.

Salimos de aquella casa tan lujosa y subimos a un auto obscuro para dirigirnos a aquella discoteca que Ruth había nombrado pero que no recordaba su nombre, tan despistada que era.
Luego de un viaje bastante corto, nos bajamos de aquel carro y nos encontramos con aquel edificio que sería el boliche, estaba repleto de gente con sus bebidas en las manos y bailando como si no hubiera un mañana, me sentía en un mundo nuevo y lleno de aventuras.

Canciones nuevas que antes no había escuchado, pasos de bailes que nunca me había imaginado hacer y risas contagiosas en el aire. Ruth era una persona con una vibra tan positiva que podía brindársela a cualquier ser, era graciosa, espontánea y llena de alegría, quizá eran esas cosas por las que me sentía tan cómoda al estar con ella.

—Mira a quien me vengo a encontrar.
— Sentí un suave roce en mi cintura e inmediatamente me di vuelta. Oh por Dios.

Hucck me tomó fuertemente de la cintura, llevándome hacia un lugar sin que pudiera soltarme. Grité todo lo que pude pero la música estaba tan fuerte que Ruth ni nadie podría escucharme. Estaba completamente perdida.

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