Capítulo 8

«I'm addicted to you
I think you know that it's true»

Addicted, Simple Plan

Natsume

Detesto esto.

Esta pena que tengo por dentro me hace saltar lágrimas que me niego a soltar delante de Giotto. Me niego.

Por eso huí de él, de su mirada cálida y triste, de su amor incondicional a nosotros.

Porque me siento impotente. Y le tengo una insana envidia que me da miedo incluso a mí.

Le envidio porque es demasiado bueno, porque lo da todo por nosotros, porque es fuerte, es valiente, no permite que nada lo destruya...

Es todo lo que yo no soy ni seré nunca.

Pateo la cómoda, haciendo que el pie me duela pero no lo suficiente como para olvidarme de mi hermano.

Y me odio a mí mismo.

¿Por qué demonios soy así? ¿Por qué no puedo empatizar por una maldita vez y darme cuenta lo mucho que sufre?

Quiero, y de verdad que quiero, pero no puedo. No me nace. Simplemente lo miro y veo en él todo lo que yo quiero ser.

Sonrío al darme cuenta de lo estúpido que soy, y que después de todo, Tsu es también mucha mejor persona que yo. Porque él sí supo empatizar con nuestro hermano y llorar y decir que le quería.

Yo no. Yo simplemente me fui. Soy un maldito cobarde.

Porque no puedo odiar a mi hermano, lo quiero demasiado, pero no soy capaz de decírselo. Ni siquiera a Tsu puedo decirle que lo quiero, que siempre lo querré como mi hermanito que es.

Me odio a mí mismo.

Tsunayoshi

Cuando amanece, quiero creer que todo era un sueño.

Que Gio-nii no hacía nada malo, que llegaba cansado como siempre a altas horas de la noche de su entrenamiento y que era solo eso, cansancio.

Pero sé que ha pasado. Y detesto que esté pasando.

No me quieren decir nada, pero yo me hago una ligera idea. Solo no voy a echar sal en la herida, suficiente tiene ya Gio-nii con todo esto.

Sé que todo lo que hace, lo hace por nosotros, y me duele. Me duele en lo más profundo de mi corazón.

Porque lo quiero mucho, y no quiero que sufra. Porque vi que la relación entre Gio-nii y Nat se va rompiendo más y sé que ninguno quiere eso.

Pero estoy perdido. Me siento perdido. Cómo si estuviera en un mar demasiado profundo y no supiera nadar.

Me visto con ligereza, sin prisa. Atravesando esa puerta que da fuera de mi habitación sé que encontraré nuevamente toda esa pesadilla de anoche, y no tengo fuerzas.

Respiro profundamente y, cogiendo mi mochila, abro la puerta para encontrarme con Natsu, quien sólo me dedica una mirada de soslayo y un gesto de mano a modo de saludo antes de bajar la mirada bajo la gorra negra que se ha puesto y marcharse.

Siento como si me ahogara en un mar de emociones... y no tuviera salvavidas al que sujetarme.

Alaude

He tenido que darle explicaciones a Kyoya, acerca de la escena que se encontró cuando me vio anoche, y parecía convencido.

La historia era simple: pasaba por ahí, me encontré a mi alumno por esos andares con malas fachas y le dí mi abrigo para que se tapara, y justo llegaron ellos.

Ahora tengo que prepararme, porque me viene lo peor de toda la historia.

Enfrentarme a Giotto después de lo de anoche es, en términos generales, mortal.

Sé que no actué bien. Que no debí besarlo, que no debí dejarme llevar por los impulsos.

Pero se sentía tan condenadamente bien que parece que me he vuelto adicto a sus besos. He pasado toda la noche deseando probarlos de nuevo, necesito a ese muchacho como si se tratase de una droga.

Claramente, debo controlarme. Para empezar, ni siquiera Giotto sabía bien lo que hacía. Y por todos los santos, soy mayor que él y es ilegal lo mire por donde lo mire.

Ese chico solo tiene dieciséis, y ha sufrido mucho en la vida. No quiero añadirle otro problema más.

Recuerdo aún su declaración en la jefatura de estudios. Lo bien que se sentía al escuchar esas palabras y las ganas que tenía de corresponder su beso.

Pero estoy delirando, porque eso nunca se debe llevar a más.

Solo es un estudiante prometedor que se encuentra en un estado de confusión típica de la adolescencia.

Sí, es eso. No me puedo aprovechar de él de esa manera. No sería ético.

—¡Buenos días, Alaude-sensei!

Todos se reverencian, pero yo solo tengo ojos para el chico rubio que se sienta al lado de la ventana.

Si tan solo hubiera llegado antes...

—Buenos días. Podéis sentaros.

Todos obedecen, y yo no aparto la mirada de Giotto. No me extraña que sea de los más populares del instituto, con sus ojos dorados como el oro y su piel suave como porcelana que tuve el gusto de tocar...

—¿...exámenes? ¿Alaude-sensei?

Me despejo ante el llamado, y miro a la muchacha que ha preguntado algo de unos exámenes...

—Aún no están corregidos —aclaro.

Algunos suspiran aliviados, otros nerviosos. Mi materia es muy complicada, y lo sé.

Entonces siento su mirada dorada, y le miro de reojo mientras me levanto para poner la teoría en la pizarra.

Está triste. Me pregunto qué le pasa. A lo mejor ayer no le fue muy bien con su hermano, él nos vio mientras le besaba y no estaba para nada contento. Me pregunto qué le habrá dicho a Giotto, si le reclamaría algo.

Debo hablar con él, pero sé que Giotto no querrá hablar conmigo.

Al menos, no después de lo de anoche.

Escribo simplemente lo que mi cerebro aprendió de memoria en la facultad, es un copia y pega constante la física, solo que estos muchachos aún no pillan el truco.

Doy la clase con normalidad, aunque Giotto ha evitado mirar la pizarra copiando los apuntes de su compañero.

Estoy por cambiarle de mesa, pero no lo hago. Sería demasiado obvio, y necesito algo más disimulado.

Pongo uno de los ejercicios del libro y anuncio que mientras corregiré los exámenes, para la inquietud de muchos.

Sin embargo, ni bien me siento, me dedico a buscar el examen de Giotto. Me da igual sus resultados, sé que serán buenos como siempre pese a su despiste durante el examen.

Solo quiero una excusa para hablar con él a solas.

—Sawada —le llamo con toda la seriedad que puedo mantener—. Ve fuera, necesito hablar contigo de tus notas.

Giotto no se lo cree. Es obvio, pero todos los demás se sorprenden ante eso. Es el mejor alumno del instituto, y que le llamen la atención era casi imposible.

Dejo a la subdelegada a cargo de la clase (Giotto es el delegado) y salimos fuera, al vacío pasillo, y cierro tras de mí la puerta.

Le cojo del brazo y le arrastro conmigo al aula contigua, la cual está vacía. Ahí nadie nos molestará.

—¿De qué quiere hablarme, Alaude-sen...?

No resisto más. Lo beso con pasión, con necesidad. Soy así de adicto a ese muchacho.

Él por supuesto ni lo ve venir. Se sorprende y el beso ahoga su grito, pero supongo que tampoco es capaz de controlarse y me corresponde con la misma ferocidad.

Ahora es cuando quiero quitarle toda la ropa y besarle cada parte de su piel, pero pese a que las manos me arden, que tengo un grave problema de estrechez en los pantalones y es terriblemente provocador que enriede sus piernas en mi cadera, logro controlarme.

Por mí, pero sobre todo por él.

—Alaude-sensei... —murmura cuando nos separamos.

No aguanto que me llame con esa voz entrecortada por falta de aire, pero debo resistir. No sería un buen adulto si me dejo llevar así por las emociones.

Giotto sonríe, comprendiendo la situación.

—Giotto, sabes que esto no está bien.

—Y sin embargo es usted quien me besó. ¿Qué pretende?

Su frente choca contra la mía y sus ojos dorados relucen, como los de un felino. Sonríe más, y sé que estoy cayendo en su trampa de lleno.

No me importa. En este momento, nada me importa más que él.

—Es ilegal, inmoral y puede acarrearte muchos problemas.

—Por uno más en mi lista no moriré.

Provocativo, sensual, pícaro. Ese es el tipo de muchacho que es ahora.

Me encanta.

—Aceptaría entonces —digo—. Pero no quiero que vuelvas a ese lugar.

La sola idea de que otras manos toquen ese cuerpo me pone enfermo, me asquea, me enfurece.

—No puedo hacer eso —se alarma, y sé por su mirada que en su interior está muy asustado.

Lo entiendo.

—Sé que lo haces por tu familia —admito—. Pero te conseguiré un trabajo normal. Decente al menos.

—¿Puedes hacerlo?

Sus ojos brillan como el sol que ha estado demasiado tiempo tapado por la noche.

—Me vuelves loco, ¿no lo sabes todavía? Por ti no sé lo que haría.

Su mirada se oscurece, y mira mi mano.

Ah, la alianza.

—No estoy casado... bueno, al menos ya no lo estaré.

Giotto arquea una ceja.

—No quiero ser yo quien...

—No, esto lleva desde hace mucho —suspiro—. A esa mujer nunca la he amado. Simplemente me emborraché una noche y pasó lo que pasó. Era demasiado joven, y de ahí nació Kyoya.

Tuve que renunciar a mi sueño de ser policía para criarlo. Y por ello, me hice profesor. No podía dejar a un niño sin padre, no era tan hijo de puta, pero tuve que soportar a su madre.

Menudo elemento.

—No lo...

—No podías saberlo, tonto —sonrío, me encanta ver su sonrojo.

Es muy fácil avergonzarlo...

Me pregunto cuánto tiempo habré estado observándolo tan atentamente al punto que sé cada una de sus manías. De cómo desvía la mirada cuando se siente nervioso, el sonrojo que le nace desde las orejas y se extiende a las mejillas, la pequeña sonrisa que se forma en sus labios, tan suaves como la miel...

Me pregunto cuánto llevo deseando esto sin siquiera saberlo.

Él infla las mejillas, enfurruñado, y sé que estoy sonriendo. Porque siempre sonrío con sus expresiones, me he dado cuenta de ello cada día que pasaba con él, pues siempre se quedaba hasta mucho más tarde que todos los demás.

En algún momento comenzamos a hablar. No recuerdo siquiera sobre qué, seguramente era algo de física. Y después Giotto empezó a acompañarme a todos lados, y yo empecé a disfrutar de su compañía.

También me daba la impresión de que ocultaba algo, y muchas veces se lo dije. Pero él siempre lo negaba.

—Ya sé que no podía saberlo —refunfuña, con la vista desviada. Le obligo a mirarme pero observo que en sus ojos hay cierto... ¿miedo?

—¿Qué te pasa?

—Yo...

Tiene miedo. Cuando tartamudea, cuando aprieta los labios de esa manera y sus manos tienen un ligero temblor significa que tiene miedo.

Sin embargo, la campana impide que pueda seguir interrogándole y suspiro inevitablemente cuando Giotto se separa inmediatamente, huyendo de mi pregunta.

Sin embargo, sé con certeza que eso no quedará así.

Salut, lectores...

Muahahaha

Empieza el juego 7u7 jejejejeje

Bien, voy a dejar por aquí las dos rutas. Son las 20 53. A y 55 enviaré el msj a cierta persona. La ruta que tenga más votos/comentarios win.

Ruta A de Ale.

Ruta B de... ¿Bacchi maybe?

Jejeje. Elegid 7u7.

¿Merezco comentario/voto? ¿Disparo? ¿Tartita?

Au revoir~. Nos leeremos pronto~

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top