7: When we were young

Por favor.

Para Kuroo Tetsuro la vida volvía a tener sentido, y demasiado a la velocidad de la luz, el comienzo de la universidad lo azotó en el rostro como hoja del otoño, y los entrenamientos en el equipo de la universidad exigían mucho más que los ya cargados que tenían en el Nekoma pre nacionales, pero lo que más lo sorprendía era como de la noche a la mañana Kenma era una persona totalmente nueva, todos los fines de semana luego del entrenamiento matutino llegaba al departamento con comida o lo esperaba en las puertas del colegio ansioso a ser recogido, y pasaba los dos días totalmente al lado del mayor, compartiendo hasta lo más ínfimo.

En el último mes no se había salteado ni un fin de semana, y este no era la excepción, como Kuroo no había tenido entrenamiento se encontraba viendo a sus ex compañeros entrenar, dirigidos por su ex pareja, quien terminó siendo más exigente que nadie.

-Muy buen entrenamiento chicos, Lev, quiero que para el lunes tus remates sean impecables, no me importa si te toma todo el fin de semana entrenar. -dijo Kenma, quien ya se encontraba sentándose en el suelo entre las piernas del mayor. -Hola Kuroo.

-Te ves muy bonito en mi puesto.

-Callate idiota. -gruño. -Ve por mis cosas a mi cuarto y nos vemos en la entrada. -dijo mientras le arrojaba la llave del mismo.

Kuroo sonrió cuando lo vio desaparecer junto al equipo, el Kenma abstraído de todo ya no existía, claramente este no hablaba miles de horas con todos ni los abrazaba o parecía un rayo de sol, seguía siendo el mismo chico apagado y borde, pero ya no tenía miedo a quienes lo rodeaban.

Luego de su primer cita y su primer pelea y confesiones, habían resuelto visitar formalmente al padre de Kuroo, quien era dueño de una discografia importante en la capital, y adrede, tenía conexiones muy fuertes, y el último mes se habían tomado el trabajo de informal al hijo del mismo de la ubicación del ostigador de Kenma, como también ir a amenazarlo las pocas veces que se lo vio rondando a las cercanías de la academia, y ya se podía cumplir dos semanas sin señales de este en la ciudad, algo que al menor, le quitaba un gran peso de los hombros.

Sin nombrar que haber hablado la situación en voz alta y haber comenzado en serio terapia, como también tener un brazo amigo que lo acompañará en cada pesadilla, sin importar la hora, Kuroo subía al auto e iba hasta los dormitorios, a acompañar al menor hasta que se calmara, para desaparecer en la mañana hacia sus propias responsabilidades.

Para ambos chicos todo iba con viento en popa, y no había forma que pensaran que tanta felicidad podría parar en algún momento.

-Bokuto y Akaashi se han ido a casa de sus padres, así que la sala de estar podrá ser nuestro fuerte. -dijo el mayor bajando las mochilas en la entrada. -Y he comprado tu comida favorita.

-Oh, gracias. -susurro el menor, caminando hacia las el baño del lugar. -Me ducharé y comemos algo, recuerda que ya estamos en la recta final de fruits basket. -rió, realmente era muy gracioso la aflicción del mayor por los animes shoujo, aunque el menor con gusto los viera solo para complacerlo.

Con las horas pasadas ya estaban ambos dos en el sillón, Kuroo sentado y sin poder despegar la vista del televisor, y Kenma dormido sobre sus piernas, con todo un ejército de envases y empaques vacíos sobre la mesa contraria.

Poco a poco Kuroo lo agitó lentamente, con la intención de despertarlo, pero de un segundo a otro el menor empezó a soltar quejidos, normales para esta situación, pero algo alarmó al mayor, de un momento al otro el rubio estaba hirviendo en fiebre y poco a poco la casa no paraba de oler a ese característico olor a Sakura que tanto amaba.

-Oh Dios Kenma levántate. -dijo intentando apartarse, pero las manos del menor se aferraban a su ropa. -¡KENMA!

El menor abrió lentamente sus ojos confundido, su cabeza daba vueltas y su cuerpo estaba más extraño de lo normal, y para cuando lo noto cayó de trasero al suelo insultando. -Ugh, faltaba una semana aún. -maldijo mientras intentaba levantarse, pero le parecía imposible y Kuroo ya estaba parado con la mirada perdida en la otra punta de la sala, rascando su cabeza violentamente.

-Don... don... Dónde están tus supresores. -dijo mientras revisaba su bolso desesperado.

-No traje... Pero... -se paró a duras penas, caminando hacia el mayor. -Yo quería la semana siguiente... -cada vez se le estaba haciendo más imposible hablar, poco a poco su celo estaba llegando en su totalidad y no ayudaba de nada que la casa fuese de dos alfas. -Te iba a decir de pasar mi celo juntos.

-¡Kenma! -dijo asombrado, tomándolo por los hombros ya que no podía mantenerse en pie entre los retorcijones. -¿Eso es lo que tanto planeabas? Digo... ¡Kenma!

-Por favor... -apoyo su cabeza en su pecho, apretándose cada vez más hacia el mayor. -Cuarto... Huele a Bokuto aquí.

Instintivamente Kuroo lo levanto en sus brazos y lo metió dónde pidió, cerrando la puerta a sus espaldas, aún no pensaba torcer el brazo en pasar el celo junto al menor pero cuando nombre el aroma de otro alfa su interior casi lo obliga a hacer eso, y se maldijo por lo mismo, no podía permitir descontrolarse en una situación así, era demasiado peligroso.

Cuando Kuroo decidió despegar su frente de la puerta, vio al pequeño joven retorciéndose en la cama entre jadeos, y cada ves sus impulsos lo empujaban más a tomarlo en ese mismo instante. -Kuroo...

-¿Estás seguro? Digo, me puedo ir, y ya sabes, llamo a Yaku, su dormitorio está cerca de aquí y no quiero que hagas nad...

-Ven. -soltó entre un jadeó, y en ese mismo instante, Kuroo perdió el hilo de cordura que lo mantenía en pie.

De un momento al otro se encontraba sobre el menor con las manos a cada lado de su cabeza mientras miraba su rostro, planteando por última vez y tomando un respiro para hacer todo lo más conciente posible. -Cualquier cosa me paras.

No recibió respuesta hablada, solo dos manos encadenadose a su cuello y un beso demasiado húmedo, que no pudo resistirse a contestar.

Sus manos comenzaron a viajar por los costados del menor, de arriba hacia abajo, y en la primer portunidad retiro su remera, cuál estaba empapada de sudor, perdiendola de vista al arrojarla tan lejos como sea posible, seguida de la propia.

La distancia ya no existía, por sobre la ropa de su parte baja sentía el cuerpo contrario frotarse con desespero, acompañado de jadeos y pequeños gemidos que le estaban penetrando los oídos.

En un movimiento rápido giro de como estaban y se sentó contra el respaldo de la cama, con Kenma a orcajadas suyo, quien rápidamente metió sus manos en el pantalón, tocando con descaro la piel que se cruzará en su camino, y desabrochandolo.

-Sacalo. -dijo, y Kuroo no se resistió, en dos movimientos saco toda la ropa que le quedaba, y comenzó a sacar la del contrario.

Entre roces y frotes comenzó a besar y lamer todo el pecho del menor, sus manos viajaron a la parte baja de su cintura y comenzó a apretar con sus manos, a modo de pedir permiso para continuar y un ronco si lo permitió.

Subió dos de sus dedos y miro extasiado al contrario, quien sin pensarlo y sin vergüenza los engullo en un instante, Kuroo se prometió no olvidar esa imagen por toda su vida.

Con palabras de aviso ingreso el primer dedo, sintiendo que era totalmente atrapado entre tanta humedad y recibiendo un fuerte gemido de respuesta.

-¿Paro? -dijo asustado, lo que menos quería era lastimarlo.

Pero ante cualquier cosa, Kenma no hablo, solo comenzó a moverse y con sus manos tomo el miembro contrario, comenzando a masturbarlo torpemente, y Kuroo entendió que ya no había vuelta atrás.

Siguió metiendo más dedos e intentando dilatar al contrario, mientras repartía besos en la piel que se cruzase, sin poder concretarlos completamente, algunos eran lamidas, arrastrando su labios por todos lados.

-Más. -pidio un hilo de voz y su mano libre viajo al cajón de la mesa de luz a su lado, sacando consigo un preservativo. Libero su otra mano ganándose una pequeña mordida en su hombro y lo abrió.

-Dime cuando parar. Por favor. -dijo ya poniéndolo en su miembro. -Por favor.

Tomo la cintura del contrario y como si se tratase de una pluma lo levantó, alineando su miembro y la entrada contraria, mirando directamente a sus ojos, para poder saber cuando parar si el otro no decía nada, y delicadamente comenzó a bajarlo, unas pequeñas manos se clavaron en su espalda, haciéndolo soltar un poco más rápido el cuerpo, y sintiendo que ya estaba completamente adentro, soltando todo el aire de sus pulmones y ganando una puntada en su pecho al escuchar el laudible gemido que había soltado el menor.

El sin moverse movió el cabello del rostro contrario y lo besó, un beso lento pero de ese tipo que sabes que demuestran más que nada y el menor comenzó a balancear sus caderas de adelante hacia atrás, llevándolos al borde de la locura.

De un momento al otro Kuroo sintió que era bien recibido, la tensión que había hasta segundos lo liberaron, y comenzó a moverse por el mismo, subiendo y bajando sus caderas, las manos de su espalda no paraban de arañarlo y sabía que era una buena señal.

En un movimiento dejo al menor por debajo de él y subió sus piernas hasta sus hombros, agradeciendo la flexibilidad que este tenía, la velocidad comenzó a aumentar, el cuarto estaba ahogado en los dos aromas mezclados, gemidos y jadeos de ambos, como también un ligero chaponteo que cada vez sonaba más y más rápido.

-Kuroo... -dijo el menor retorciéndose en su lugar. -Me voy... A...

Kuroo lo beso sin dejar que siguiera hablando, lo había notado porque la presión que sus paredes hacían hacia su miembro había aumentado, tomó el del contrario en sus manos y siguió masturbandolo.

-Marcame. -y en un abrir y cerrar de ojos la cabeza del mayor quedó en blanco, ¿Qué lo marqué? Se había prometido no hacerlo sin que el menor lo pidiera sinceramente, sin ataduras, las cuales ahora no existían, pero estaba en celo, y sus neuronas no hacían la mejor sinapsis.

-¡Te amo, márcame! -volvio a gemir, estaba desesperado por esta acción de parte del mayor. Y este no se pudo controlar, siguio masturbandolo y embistiendolo con todas sus fuerzas, pero su boca ahora estaba en su clavícula lamiendo y dejando ligeros besos.

Cuando sintió la presión de su propio vientre y el contrario, abrió la boca mordiendo lo más despacio que podía, pero su instinto ganó y sintió como en segundos su cuerpo se liberaba y una piel ajena se rompía entre sus dientes, sintiendo un sabor metálico salir.

Se dejó caer al costado de la cama aún enganchado a Kenma, quien estaba casi ido, también había acabado en el pecho de ambos, y comenzó a lamer la sangre que salía de la herida del contrario, besando ligeramente donde no estuviese tan lastimado.

-Te amo Kenma. -pero este no contestó, ya estaba completamente dormido y con la fiebre algo disminuída, el mismo lo siguió, se acomodo acercando al contrario más a su pecho y con la mano libre tapo ambos cuerpos, dignado a calmar sus pensamientos para dormir a su lado.

Discordia.

La felicidad no dura mucho, y eso Kuroo Tetsuro lo tenía en claro desde muy joven, pero se le volvió a confirmar cuando se levantó de sus sueños más preciados por una cachetada, seguida de un grito y el escuchar cosas caer frente a choques.

Cuando sus ojos comprendieron que nada de esto era parte de una pesadilla se abrieron como dos farolas, viendo la escena que rezaba que nunca pasará, pero ahí estaba, frente a él, totalmente desnudo, un Kenma vistiendose a las apuradas y gritando todas las maldiciones que hubiese en su vocabulario.

-¡¿Qué mierda hiciste idiota?! -dijo mientras le arrojaba el pantalón del mayor al rostro.

-Kenma... ¿Que ocurrió?

Pero este no contestó, terminó de ponerse sus pantalones y con sus zapatillas en mano se fue hacia la sala de estar, dónde por mala suerte sus amigos habían tomado una vuelta temprana al condominio, y los miraban demasiado extraños.

Kuroo como pudo se levantó de su lugar poniéndose su ropa desalineada y corriendo atrás del menor, pudiendo interceptarlo en la puerta, pero ya de por sí sabía que algo estaba mal, en su pecho los sentimientos ajenos de ansiedad y miedo le estaban quemando más de lo normal, por la marca, pensó.

-Kenma espera por favor, -dijo mientras tomaba al menor por la muñeca. - tú lo pediste... Pensé que... me amabas.

-¡Y lo hago! -gritó viéndolo con el rostro empapado en lágrimas. -Pero... -no sabía que contestar, no estaba enojado con Kuroo, recordaba lo que pasó horas atrás, tan solo sentía que estaba mal lo que había hecho.

Y no pudo continuar hablando, desde el fondo Akaashi y Bokuto no entendían nada de la situación, pero el menor frenó a su pareja de intervenir porque pudo ver la marca en el cuello del rubio y sabía que sería un problema que justo en ese momento un alfa interviniera.

Kenma cayó de rodillas al suelo y comenzó a llorar sin más, abrazado a su mismo y si mochila, no sabía porque había reaccionado así, pero en el instante que abrió los ojos en la cama y vio a Kuroo, todos los recuerdos vinieron muy rápido a su cabeza, acompañados de otros más viejos, en los cuales la vida le repetía que dejarse marcar por un alfa era aceptar que hiciera lo que quisiera contigo.

Recordó a su madre, cuando el solo era un infante, ser golpeada y arrastrada por toda la casa por su padre.

Recordó a su tía, y cuando se enteró a sus diez años que su primo era fruto de una violación de un alfa.

Recordó una y cada una de las noticias que ha visto en televisión de homicidios o asaltos a omegas por parte de alfas.

Recordó a su mejor amigo, que aparecía con golpes día tras día, hasta perder la vida.

Se recordó a si mismo, en el suelo, con Daisuke sobre el mismo, sin poder hacer nada.

Y esos recuerdos no pararon de reproducirse en su cabeza y no podía controlar el ataque que estaba sintiendo, sabía que no era culpa de Kuroo, sabía que él lo había pedido, sabía que amaba al contrario y este a él, pero tenía demasiado miedo.

-Kenma... -dijo el mayor, aún si tocarlo. -¿Puedo abrazarte? -el menor solo asintió, la opresión en su pecho no permitía que hablara, pero en medio del ataque podía entender que lo necesitaba, y realmente lo hacía, al sentir los brazos rodearlo y levantarlo del suelo, una calma tan instantánea, como si fuese la primera vez, lo invadió, haciendo que poco a poco su respiración volviese a normalizarse y se permitiera a si mismo pasar las piernas por la cintura del contrario y los brazos a su cuello, hundiendo su rostro en el mismo, sabiendo que las feromonas ajenas lo calmarían aún más.

Cerró los ojos en ese mismo lugar y sintió como Kuroo se movía en dirección al cuarto, cruzando algunas palabras para calmar a sus amigos y encerrando a ambos en el mismo. Kenma de la nada sintió como era dejado en la cama y un frío atacaba su pecho.

-Kenma perdona. -cuando lo vio al mayor este estaba de rodillas en el suelo, con lágrimas amenazando a salir de tus ojos. -Yo no quise hacerlo sin preguntarte, yo de verdad... -el menor lo miró con dolor, "no es tu culpa" quiso gritar, pero el mayor no paraba de soltar disculpas.

-Tetsuro. -pero realmente Kuroo no paraba de hablar, y el menor sabía muy bien el remordimiento que este estaba sintiendo, sin pensarlo fue directamente a sus brazos y lo beso, acariciando su nuca. -Esta bien, yo si quiero.

El mayor paró en seco, separandolo un poco de su propio pecho para verlo a la cara mientras sorbia su nariz y se notaba como sus músculos se relajaban.

-No eres como los otros, tu mismo lo dijiste.

-No, no lo soy. -dijo comenzando a sonreír.

De un momento al otro todo se enclareció, Kenma a pocas palabras le dijo que estaba bien, que deseaba la marca y Kuroo solo pudo saltar en su propio lugar de la felicidad, repitiendo una y mil veces lo feliz que lo haría, llevando al hartasgo a Kenma.

-Vale, ya para idiota, tengo hambre.

-Pero los chicos están fuera... Tu celo. -dijo casi territorial.

-No se que ocurrió, pero cuando me desperté estaba totalmente lúcido, habrá sido un corto disparé de hormonas, así que mueve tu trasero a la tienda por comida que yo no puedo moverme tanto. -dijo gruñendo mientras se paraba del suelo y salía hacia la sala, dónde los otros dos jóvenes los miraban con la mayor cara de terror. -Y ustedes dejen de vernos así, los escucho todos los condenados fines de semana cojer y pelearse como animales. -soltó mientras se desplomabas en un extremo del sillón, ganando así el silencio de los tres acatando sus órdenes.

Kuroo desapareció por la entrada luego de vestirse en dirección a por comida, y la pareja seguía mirando con curiosidad a Kenma, quien no paraba de jugar en su consola, cruzaron algunas palabras y Bokuto desapareció en el cuarto de su propiedad y Akaashi se movió de su lugar hasta el lado de su amigo.

-Así que... -soltó, esperando que su amigo lo completará, pero no recibió respuesta. -¿Está todo bien?

-Me marcó.

-Eso lo noté. ¿Debería patearlo con ayuda de Bokuto-san?

-Yo se lo pedí.

-Entonces todo esto...

-Me desperté un poco desorientado.

-Kuroo es bueno, y te ama Kenma... -dijo tocando ligeramente su hombro, ganando que este pausara el juego y lo mirase. -No es como el resto de los alfas.

-Ya lo sé... Fue el momento.

-Yo también me asusté demasiado cuando me levanté junto a Bokuto, mis gritos hicieron que su madre entrara y al notar lo que pasó, casi lo mata en la escena del crimen. -dijo el pelinegro riendo en su lugar, ganando una sonrisa de este. -Pero miranos, míralo a él mismo, es un pan de Dios.

-Ya lo sé, pero de ahora en más, más allá de nuestro lazo destinado, las cosas dolerán el triple.

-¿No vale la pena un poco de dolor por tanto amor y felicidad? -dijo este, mientras terminaba de decidir que sincronizar en la televisión. -No lo mal entiendas, no hablo del dolor tóxico, si no del dolor que una pelea estúpida, celos inocentes o un mal entendido pueden traer, Kuroo no es capaz de romper tu corazón ni que lo obliguen.

Kenma se negó a contestar, las palabras que Akaashi había soltado eran ciertas, más que ninguna que haya escuchado, pero realmente sentía un miedo inhumano al abrirse a alguien, y sentía que en un abrir y cerrar de ojos todo podía perderse, el no era una persona que en la vida las cosas le fueran fáciles.

Siguieron en silencio hasta que Bokuto lo notó y se les unió, para un rato después llegará Kuroo con comida china para todos, y así pasar lo que quedaba de tarde antes de tener que volver a la academia.

Ya con todo preparado y en su camino de salida, Kenma se frenó en la puerta y se giró mirando a su amigo.

-Gracias Keiji, daré lo mejor de mi. - dejando a este una amplia sonrisa y a Bokuto totalmente confundido, tomando la mano de su pareja para desaparecer en el umbral.

Hora familiar

Por fin volvía los días más deseados de Kuroo, y estos mismos habían sido el triple de esperados ya que el fin de semana anterior había salido de la prefectura por partidos, así que por fin poder ver a Kenma con la consola sobre el sofá era la mejor vista que un sábado por la tarde podría darle, pero había algo que lo inquietaba a grandes medidas y era que Kenma no había soltado palabra alguna, y se veía más preocupado de lo normal.

Pero se descontroló cuando su teléfono comenzó a sonar y simplemente lo evitó, pero Kuro por simple impulso lo tomó, con intención de hacer que lo tomase.

-¡Déjalo que vaya a contestador! -dijo intentando arrebatarselo.

-¿Por qu... -se quedó a mitad de palabra cuando vio el identificador. -Kenma... ¿Por qué no quieres contestarle a tu madre?

-Que te importa idiota. -soltó dándose vuelta en el sofá, dándole la espalda.

- Deberías hacerlo... No me la has nombrado ni una vez, ni te he visto hablar con ella.

-Ayer me escribió y le contesté.

-¿Y que hablaron?

-Le dije que no pensaba contestarle las llamadas.

-¡Kenma! ¿Que ocurre? -se sentó a su lado, intentando acomodarlo sobre el, acariciando su cabello. - Puedes decírmelo.

- El martes será un año más de lo sucedido a Haru, el año pasado tuve la Golden Week y la concentración junto a ustedes, pero mi madre se enteró por la escuela que está vez la tendría libre, ya hace dos semanas me manda mensajes pidiendo que vaya a verlos y lo visite.

- ¿No quieres verla?

- Sabes que no es eso idiota. Nunca fui a verlo a él, estará mi padre por sus vacaciones y tendría que explicarles de la marca.

- ¿No les has dicho de mi?

- No todos tienen los mismos padres que tú Kuroo... -dijo con molestia, el mayor no soltó eso a modo de reproche, pero Kenma entraba en un modo defensivo a la primera de que hablarán de sus padres. - Mi padre siempre tuvo problemas con que sea un omega, ni hablar si salgo con un hombre, y mi madre no creo que tendría problema con que seas hombre, pero si alfa.

- Pues diles lo asombroso y buen mozo que soy. -dijo y Kenma casi lo golpea.

- Como si fuera tan fácil idiota, ¿Tu crees que me creerían? Haru nos hablo durante un año de la excelente persona que era Daisuke, lo bueno y complaciente, como lo cuidaba y lo amaba, y mira como terminó la historia.

-¡Hey, no me compares con esa basura!

- Sabes que no lo digo en ese sentido idiota.

- Ya sabes bien mi nombre, idiota. Y sabes, es fácil. - Kenma lo miro extrañado, ¿Acaso era sordo, o corto de neuronas? - Iré contigo, me presentaré como es debido y si las cosas no salen bien, mis padres te adoptarán.

- ¿Puedes tomartelo en serio? Luego te enojas cuando no hablo contigo de mis problemas.

- Lo digo en serio, en el entrenamiento de la mañana nos informaron que tendríamos la semana entera para nosotros, planeaba invitarte a visitar Miyagi ya que Bokuto y Akaashi irán a entrenar con Daichii y Suga a los chicos de Karasuno, pero no me parece mala idea hacer un pequeño viaje overseas.

-Agh. -soltó sin más, mientras se paraba del lugar y tomaba su celular, con Kuroo soltando un pequeño aliento de victoria a sus espaldas.

Tomo rápidamente y marcó llamar al contacto de su madre, comenzando a caminar de extremo a extremo del departamento, y con cada sonar mordisquear sus uñas, cuestionandose si el idiota de su pareja podría ser un poco menos influenciable sobre él.

" -Kenma? Hijo, que bueno que me llames."

" Okaasan. Iré."

" -¿En serio hijo? Que hermosa noticia, ya mismo le diré a Amaya que prepare tu cuarto, ¡Tu padre se emocionará tanto!"

"- Eso ya lo veremos... Iré acompañado, pero no es necesario que prepares otro cuarto."

"-¿Traeras una chica? ¡Por qué no me has dicho antes! Debo llamar a tus tías."

"-Es un chico mamá. Y si a papá le parece mal que me avise antes de viajar así no gastan en el vuelo de vuelta temprano."

" -Tranquilo, yo hablaré con el apenas llegué a la ciudad, solo me importa que vengas si, y considera visitar a Haru-chan."

" -Madre. "

" -Mandame los datos de tu... Compañero por mensaje y sacaré los pasajes. Te amo hijo."

" - Yo a ti okaasan. Nos vemos el lunes."

Kenma cortó la llamada sin más, sentía que sus tímpanos se reventarían de seguir escuchando a su madre hablar, ni pensar si quería mantener más tiempo la conversación, se dirigió rápidamente al sillón dejándose caer sobre Kuroo.

- Entonces... ¿Armó mi equipaje?

-Pasame tu número de pasaporte.

¿Acaso eso es un canguro?

El domingo por la tarde había llegado y aunque en Tokyo se acercara los climas cálidos, los dos jóvenes que cargaban su equipaje llevaban abrigos colgando de sus brazos.

-Que me dejes llevar tus cosas. -Dijo Kuroo tironeando de la campera que sostenía Kenma.

-Y yo te dije que para algo tengo dos brazos. Ahora apura el paso que si no llegaremos tarde al vuelo.

-¿No te parece romántico? -dijo Kuroo, mientras soltaba los bolsos en a banda de control, notando que Kenma ya estaba comenzando a verlo con desprecio. -Oh vamos, viajaremos juntos a otro país, podremos hacer alguna de esas estúpidas excursiones de turistas y caminar por la calle de la mano sin que nos miren tan mal.

-¿Sabes que estamos yendo a visitar a mis padres no?

-Seguramente me amen, tu padre me dará las llave de su auto y tu madre nos acompañara ya que me amara tanto que querra pasar los siete días a mi lado...

-¿Estas drogado Tetsuro?

-Te odio, me quedaré el lado de la ventana.

La discusión siguió hasta arriba del mismo avión, pero Kuroo no podía ganarla, Kenma tenia el número de asiento que daba a la ventana y ante la amenaza de llamar a la azafata para que lo reprocharan, se quedo en el del medio de mala gana.

-¿Cuánto dura el vuelo?

-Ocho horas Kuroo, así que más vale que me dejes dormir... -le contesto mientras se ponía una mascarilla para tapar la luz.

-Uf... Pero tienes muchas horas para dormir, ahora habla conmigo. -dijo levantandosela.

-¿De que quieres hablar?

-Pues no se... ¿Cómo son tus padres?

-Así que tienes miedo... Que cómico, Kuroo Tetsuro asustado... Debo contarle a Yaku antes de despegar, y pienso grabar tu reacción cuando mi padre destruya tu mano.

-¡¿Destruir que?!

-Me divertiré tanto... Mi padre es un alfa hecho y derecho, una mounstruosidad de 2 metros cuadrados en trajes costosos, y amante de provocar a la gente, como tú, será divertido ver cómo te hostiga.

-¿Y tú madre?

- Es la mejor persona del universo, cocina los mejores platos pero es muy obsesiva, por así decirlo, conmigo, te cortará los dedos cuando vea la marca.

-¡Sin mis manos no puedo jugar Kenma!

-Tu preguntaste Kuroo.

-Mejor duerme amor... Está bien. -le volvió a bajar el visor, mientras tomaba la PSP del contrario queriendo aprovechar sus manos cuánto pudiera.

El vuelo arribo, y con ello Kenma tuvo que despertarse y Tetsuro intentar soltar el pánico que lo acosaba, y si, el rubio había dormido ocho horas y el pelinegro había estado todo el maldito viaje teniendo mil y un ideas de como está semana sería la última de su vida.

Bajaron del mismo tomados de la mano, por suerte iban con equipaje ligero ya que pasaron por aduana y ya se encontraban en un mar de gente en busca de la madre del menor.

-Mira, allí está. -señalo Kenma a una señora de la estatura de él, con el pelo negro que cubría hasta sus hombros y una mirada de cansancio parecida a la del joven, pero llevaba una gran sonrisa en sus labios.

Kenma apuró su paso hacia ella, mientras que Kuroo tomaba su equipaje y se acercaba a paso tranquilo, pero de un momento al otro vio como justo a centímetros de abrazarse, la cara de la madre del rubio cambio radicalmente y en vez de tomarlo entre sus brazos, tiró del cuello de la ropa que cubría al menor y se quedaba totalmente muda, dirigiendo su mirada de la marca al pelinegro.

-Lo asesinaré. -dijo adelantando su paso y dejando a un Kenma que gritaba que paré por detrás, Kuroo sintió como la pequeña figura lo tomaba de su chaqueta y comenzaba a agitarlo. - ¿Que has hecho?

-Yo... Señora Kozume... Yo

-Callate, ¿Qué mierda quieres de mi hijo?

-Nada, yo solo... -inspiro intentando disipar el miedo, actuando como un niño asustado no ganaría nada. -Yo amo a Kenma señora, no quiero más que ser correspondido, y si no lo soy, me alejaré, como ya lo he hecho. Conozco su vida y por todo lo que ha pasado, no quiero mas que cuidarlo y quererlo. -sintió como los puños en su pecho se aflojaban, para empujarlo despacio hacia atrás.

-Te tendré vigilado estos siete días, estás avisado.

Y no dijo más, volteando hacia su hijo y atrapandolo en sus brazos, dejando tanto a Kuroo como Kenma perdidos en la situación.

-Por lo único que lo acepto es por el agradable aroma a manzano que tienes. -dijo besando su coronilla. - Ahora, salgamos que Amaya espera por nosotros, ¿Conduces Kuroo? -dijo aventandole las llaves. -Al fin de todo eres el alfa.

Kuroo hizo caso, subió del lado del conductor y Kenma a su lado, por insistencia de Mika, su madre, quien iba indicando el camino a lo largo de la ciudad.

Condujo durante casi treinta minutos, hasta que llegaron a una zona apartada dando ingreso a un gran barrio privado, dónde cada casi un kilómetro una gran mansión aparecía, ya casi al final de la calle del mismo, la mujer indico a cual entrar, y apenas entró sus ojos se abrieron como plato.

-¿Acaso eso es un canguro?

-Pues si, al ser zonas abiertas a veces se meten en el terreno, y como okaasan es bióloga no los hace sacar como otros vecinos. -dijo Kenma sin despegar la mirada de la consola. -¿Papá está en casa?

-No, dijo que primero quería que yo conociera a Tetsuro así no se sobrepasaba, ha sido difícil conversarlo que lo deje venir, pero todo por ti chiquito.

Estacionó dónde se le indicó y por cuenta propia bajo el equipaje de ambos, siguiendo a los Kozume al interior de su hogar, un gran vestíbulo los recibía, lleno de arte que parecía del más fino, al igual que los muebles, Kuroo venía del mismo mundo, pero le sorprendía a creces el estilo de esta casa, gritaba sofisticado, y vacío, por todos lados, como si nadie viviese en la misma.

When we were young - The killers

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